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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Noche triste del Aposento»

De Enciclopedia Católica

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NOCHE TRISTE DEL APOSENTO
 
NOCHE TRISTE DEL APOSENTO

Revisión de 16:27 22 mar 2024

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NOCHE TRISTE DEL APOSENTO

Juntas todas las personas que han de ejercitarse en esta Santa devoción, y habiéndose persignado, dirá en voz alta, y con pausa proporcionada el que tuviere de leer los ofrecimientos, el siguiente:

ACTO DE CONTRICCIÓN

¡Oh bondad infinita! Amable principio mío, mi Jesús, mi Señor, mi Dueño, mi Redentor, y Padre mío, por tantos títulos mío, cuantos son los que vos, bien eterno de las almas firmasteis con vuestra preciosa sangre, para que yo fuese vuestro. ¿Quién podrá bastantemente llorar mis miserias? ¿Quién podrá Señor cernir tal porfía en mi para perderme, y en voz para perdonarme? ¿Qué os ha movido Dios mío, para usar conmigo tantas misericordias? ¿Os movieron acaso mis miserias, sobre cuantas se han cometido desde el principio del mundo? ¿Qué amor corresponderá a vuestro amoroso perdonar? Oh Santos penitentes, contritos y doloridos, que, habéis llorado perfectamente vuestras culpas, dadme lágrimas para llorar mis pecados. Pero, Señor, redentor mío, a voz apelo, basta una gota de sangre, o del sudor de vuestras fatigas para consumir el fuego de mis pasiones. Pésame, Señor, de haberos ofendido: pésame, Padre mío, de haberos agraviado, yo propongo firmemente no ofenderos más: no más pecar; dueño amoroso, permitidme llorar de tal manera, que merezca verme lavado con el agua del dolor, para que así limpio en esta vida, merezca ir a adoraros en la eterna Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, tres Personas distintas, y un solo Dios verdadero, ante vuestro divino acatamiento se postra, y arroja humilde la más vil de vuestras criaturas: bien conozco, Dios mío, que mis muchas ingratitudes me hacen indigno, mas también conozco, que la que de mi parte no hay mérito alguno para estar a vuestra vista, valdrán por mí los infinitos méritos de la Sagrada Vida, Pasión, y Muerte de mi Señor Jesucristo, los de mi Señora la Virgen María, el amor y méritos de mi Señor San José, la gloria que os dan mi Ángel Custodio, los siete Príncipes asistentes a vuestro Trono, los Santos del Cielo, y Justos de la tierra, entre los cuales indignamente asisto. ¿Quién soy yo Dios mío, para tener tan santa compañía, cuando con tanto arrojo os he ofendido? Mas si es vuestro gusto, hágase vuestra Santísima voluntad. Os doy gracias por los beneficios hasta aquí recibidos, y en petición particular os pido me deis vuestra divina luz, y gracia para considerar los tormentos, que padeció vuestro Santísimo Hijo mí Señor Jesucristo esta funesta noche. Y en petición común os pido lo mismo para todos mis prójimos, que se ocupan en el santo ejercicio de la Oración, espero, Señor, alcanzar esta gracia. Amén.

Triste la noche zozobra

en sombras, y el hemisferio

da al través, y no ya soplos

gemidos respira el viento;

Si en lo obscuro de esta noche.

Os coloco mi desgracia,

dadme la luz de la gracia,

que en desagravio desbroche.

En amor profundo, fundo,

de desagraviarte, arte,

que fía que se aparte, parte

al lugar inmundo, mundo.

Amantísimo Jesús mío, espejo clarísimo y sin mancha, viva Imagen del Eterno Padre, ya que por mi amor os habéis humillado tanto, que vuestra venerable persona llegó a ser ajada de los hombres más viles, hasta arrojaros en este inmundo sótano, permitidme haceros compañía este corto rato con las lágrimas de mis ojos, ahí me quiero estar, Señor, ay que no con la pureza de los Ángeles, que confusos os acompañan, siquiera entre las asquerosas sabandijas, que os atormentan, pues he sido yo quien más que todas las sabandijas pecadoras, os he ofendido. ¿Pero qué es esto, que atiende mi respecto? ¿Qué obscuridad es esta? ¿No sois Vos Señor, el resplandeciente Sol de Justicia? ¿Pues como os hallo en estas lobregueces? ¿Quién os ha puesto Padre mío, en lugar tan indecente? Para cuando se fabricó aquel misterioso Candelero lleno de luces para, que os alumbrará, sino para añorar pues quien os ha abatido a este sumo desprecio, ¿sino las confusas tinieblas de mi ignorancia? ¿Cómo no ciegan mis ojos en perpetuo llanto, de veros en tanta obscuridad? Ay Señor! ay amor mío, luz de mis ojos, recibid en desagravio la luz de la fe católica, que profesé en la Sagrada Fuente del Bautismo, y desterrar de todos los herejes las tinieblas de sus errores, dadles luz, y conocimiento de las verdades católicas, y a todos nosotros la luz del conocimiento de nuestra miseria, para que os agrademos, y desagraviemos.

Dadnos licencia, Señor,

para que esta noche triste

podamos llorar la pena,

que en vuestro fiel pecho asiste.

Purificad nuestros labios,


para que así glorifiquen

vuestro Señor, que es inmutable,

vuestra paciencia invencible.


PRIMER MISTERIO Se reza un Padre nuestro, diez Ave Marías, y dicho Gloria Patri, con las postraciones dichas, se barre y riega delante del Señor con aguas de olor, en honra del llanto de mi Señor.

El llanto, y dolor porfían

cual más grande compitiendo

sin ceder jamás alguno,

cualesquiera veces en su extremo.

Sean aguas, y de olor

del desagravio el abrigo,

sí vuestro llanto, a un amigo

supo librar del fétor.

OFRECIMIENTO

Potente, y hermosa fuente de la vida, espejo sin mancha, y cristalino: ¿cómo no muero de sentimiento, cuando advierto a la misma pureza por esencia en el asqueroso lodazal de esta bartolina? Vos, Padre amantísimo, para librar a los hombres de la eterna cárcel del Infierno, ¿tan abatido en este sótano? ¿Qué lodo es este en que os miro, amoroso dueño de mi alma, sino mi mala conciencia? ¿Y por esto vuestros hermosísimos ojos vierten copiosas lágrimas? ¡Oh preciosas perlas, que así os derramáis en esta sentina! Quien tuviera copiosas lágrimas de verdadera contrición, para limpiar mi conciencia sucia, que os atormenta. Recibid, Señor la contrición, y lágrimas de los Santos Penitentes y por el infinito amor, con que padecisteis este ultraje, os suplico nos concedáis verdadero dolor, y llanto de nuestras culpas, para que así os agrademos, y desagraviemos. Amen.

SEGUNDO MISTERIO

un Padre nuestro y diez Ave Marías, se ofrecen flores desojadas en desagravio de las asquerosas basuras.

Si con inmundicias tantas

te ofenden los pecadores,

desagrávienle las flores,

que ofrecemos a tus plantas.

Las flores de las virtudes,

y el buen olor, que desprenden,

desagravien lo que ofenden

a Dios mis ingratitudes.

OFRECIMIENTO Flor hermosísima del campo, graciosa azucena de los valles, acardenalado lirio de mi vida, que ultraje es este, ¿que admiro en tu grandeza? Tú jazmín peregrino, y mirasol bellísimo arrojado entre las asquerosas basuras, ¿y telarañas de esta sentina? ¿Es por ventura este el ameno jardín á que te convida tu esposa el alma santa? Me parece que no, y si lo es, ¿cómo se han convertido sus flores en las sucias basaras de este sótano? Quien lo ha convertido en abominable esterquilino, sino yo que, en lugar de florecer hermosas violetas de virtudes, vistosas amapolas de penitencia, y doloridos jacintos de contrición, ¿he convertido los dones sobrenaturales, que disteis, en asquerosas basuras de culpas con que os que he ofendido? Oh Jesús mío, cómo me puedo mantener sin morir en el rincón, que me permitisteis en triste calabozo, á vista de las feas escorias de mis culpas? ¿Qué haré en desagravio de este ultraje? Me saldré de las admirables virtudes de vuestra afligidísima Madre, y demás Cortesanos del Cielo, que son vistosas flores, que os agradan. Recibirlas, Padre mío, en desagravio de este desprecio, y concedednos el ejercicio de las virtudes y gracia para hacer un exacto examen de mi conciencia para limpiarme mediante una buena confesión, que os agrade y desagravie. Amen.

TERCER MISTERIO

un Padre nuestro y diez Ave Marías, se ofrecen unos perfumadores en desagravio de los tormentos de Nuestro Salvador

Si el fétor, que es un ajeno

de este olfato, os agravió,

ya hijo vuestro ofrezco yo

sahumerios de un capolleno.

Las flores de las virtudes,

y el buen olor, que despiden,

desagravien lo que ofenden

á Dios mis ingratitudes.

OFRECIMIENTO

Suavidad de la gloria, olor celestial, con cuya fragancia se pasman las espirituales inteligencias, ¿suavísimo Jesús del alma mía, que hediondez tan pestilente es la que vuestro olfato así lastima? ¿No sois Vos, Señor, el esposo celebrado, cuya fragancia llevaba tras si las atenciones todas de la esposa? Si: ¿Pues como ahora os miro en esta tan abominables hedores? ¿Qué hedor es este que os atormenta? ¿Qué ha de ser, sino la hediondez de mis vicios, con que he escandalizado a mis prójimos? Ay, dueño mío, y como conozco ahora lo mucho, que atosigan mis pecados! ¿Qué haré en desagravió de mis muchos defectos? Supla por mi tibieza el buen ejemplo de los Santos, que como con suave olor excitaron a sus prójimos con sus virtudes, parí que arrepentidos de sus culpas os agraden. Comprimid, Piadosísimo Padre, a los que como con el mal ejemplo escandalizándonos á todo verdadero conocimiento de nuestra miseria, para que observados vuestros preceptos os agrademos, y desagraviemos. Amen.

CUARTO MISTERIO

En desagravio de las prisiones se ofrecen unos ramilletes.

Qué asombro, que Dios se mire

de los hombres prisionero,

y en todo, menos de culpas,

que libres se hallaron ellos,

Mis virtudes religadas,

como ramitos de flores,

desagravien los rigores

de estas cadenas pesadas.

OFRECIMIENTO Fuertísimo Señor de los ejércitos, imán que aprisionas voluntades, invencible, ¿y divino Sansón, que es esto? Donde está la admirable tuerza de vuestro brazo, ¿qué tan tiranamente os miro aprisionado? Quienes fueron los crueles Filisteos, ¿qué tan cruelmente os ataron? Quienes habían de ser, sino los cordeles de Adán, las sogas del amor, y las cadenas de mis culpas, que os han aprisionado. Yo he sido la infiel esposa, que como ingrata Dalida os entregué a los Filisteos de mis apetitos. Yo os aprisioné, dueño mío, con mis pecados, que eslabonándose unos a otros, se multiplican para atormentaros. Pues, Señor aquí estoy arrinconado en este sótano, castigadme, Soberano Jesús, pues lo he sido el homicida de un Dios Hombre. Que haré en desagravio de esta, traición, sino ofreceros la unión de los fieles, que os agradan, junta con las prisiones, y tormentos de los Sumos Mártires. Yo os suplico aprisionado dueño de mi alma, rompáis las cadenas de los cautivos fieles, y deshaced las prisiones de nuestros pecados para que libres por la gracia os agrademos y desagraviemos Amen.

QUINTO MISTERIO

En desagravio de la dureza del peñasco, a que ataron al Señor, se ofrece agua de azahar.

Cuando las peñas más duras

su dureza depuso,

á lo duro de un peñasco

ataron al Rey del Cielo.

Pues si azares mi dureza

os da con su obstinación,

bien es que la devoción

torne el azar en fineza.

OFRECIMIENTO

Prodigiosísima Columna del Desierto dulcísimo Jesús del alma mía, que mutación es esta tan extraña? ¿Dónde está la blandura, y apacibilidad con que en forma de nube se templan los ardores del sol? ¿Cómo os miro ahora, en la lobreguez de este Calabozo, tiranamente atado a la dureza de este peñasco? Parece, Señor que ha trasladado a Vos su Ser insensible, pues con ánimo quieto solo pensáis pensamientos de paz, y no de aflicción. Ay, Jesús mío que dureza es esta á que os han aprisionado, sino la dureza de mi corazón, pues llamándome Vos con tantos auxilios, no correspondo á vuestras inspiraciones. Que liaré en desagravio de esta ofensa, sino deshacer mi pecho en perpetuo llanto, pidiéndoos perdón arrepentido? Ablandad, pues, Padre amorosísimo mi dureza, y por el' amor con que padecisteis esta ignorancia, os suplico ablandéis la dureza de todos los que obstinados se mantienen en la perniciosa ocasión de vuestras ofensas, para que arrepentidos todos nos pongamos en vuestra amistad, y gracia. Amen.

SEXTO MISTERIO

En desagravio de los ultrajes, silvas, mofas y blasfemias de los judíos, se ofrecen unas cazolejas.

Con Dios juegan, y de herirle

hacen entretenimiento:

que será al furor, y al odio

la rabia, que sirve al juego?

Cuando os agravia el Sayón

con blasfemias insolente

ofrezca el amor ardiente

Cazoleja el corazón.

OFEECIMENTO

Amoroso fuego, que me enciendes, caridad ardiente, que me inflamas; ¿ardor divino, que me abrasas, que es esto? Dos fuegos atiendo en este sitio, uno el de vuestro ardiente amor, otro el voraz incendio del odio de vuestros enemigos, que os han puesto por el objeto de los escarnios, mofas, blasfemias, y vilipendios, ¡Ay! ¿Esposo de mi alma, que se han hecho aquellos alegres motetes de alabanza? ¿Cómo yo escucho aquel misterioso Trisagio, Santo, Santo, Santo? Oh como la malicia, y furor lo ha convertido en risadas, ¡y desacatos! Vos Rey de la Gloria, queréis sufrir por mis pecados tantos tormentos? ¿Tantos baldones, Señor? ¿Tantas bofetadas, y salivas? Mas duro soy, que el diamante, pues no muero aquí. de sentimiento. Recibid mi desagravio de la voraz lama del odio ele vuestros enemigos la calidad, y celo de los varones apostólicos, que soliciten la conversión de los pecadores, y dad a los Venerables Sacerdotes ardiente celo de la salvación de las almas, y a todos dadnos un ardiente amor vuestro, para agradaros y desagraviaros, Amen.

SÉPTIMO MISTERIO

En desagravio del andrajo con que a nuestro Salvador le vendaron sus bellísimos ojos se ofrece Incienso.

Acábense los enojos,

no a mis culpas atendáis,

sí por ellas os vendáis,

con esta venda los ojos.

De incienso estos despojos

os ofrezco por la ofensa,

miradme ya en mi defensa

sin esta venda en los ojos.

OFRECIMIENTO

Bellísimo imán de mis afectos, ¿hermosura que cautivas voluntades, que eclipse es el que padecen los dos brillantes soles de vuestros ojos? No es menester, Señor, para que yo crea; que sois el verdadero amor, que os disfracéis en Sagrado Cupido, cubriendo vuestros luceros con este despreciable andrajo de la malicia. Bastan las amorosas saetas con que me haber herido. Si os cubrís ¡os ojos para no ver mis iniquidades, que puedo yo hacer, que se esconda a vuestra vista? Si es para enseñarme a llorar sirviéndoos de paño de lágrimas este andrajo, ya las lloro, lucero de mis ojos; con verdadero dolor de haberos agraviado. Recibid, belleza de los Cielos, en desagravio de este desprecio, la fervorosa Oración de vuestros escogidos, y por la mansedumbre con que lo sufristeis, os suplico dueño amoroso, quitéis el feo velo de la vergüenza a los que por ella callan sus pecados en la Confesión, y abrid los ojos del conocimiento a los infieles, y herejes, para pie salgan de sus errores, y a todos nosotros quitadnos la venda del ensaño, para que Sigamos la recta vereda de vuestros preceptos, y que os agrademos en todo, y os desagraviemos. Amen.


Jesús, ¿tú por mi afrentado?

¿En calabozo abatido?

¿Sin ti, Jesús? ¿Yo perdido?

¿Vivo yo? ¿Tu aprisionado?

Siéntolo, Jesús amado,

me pesa, Jesús, me pesa,

amo solo tu belleza,

repruebo la culpa mía:

y á Vos Jesús y María

aplaude mi alma, y confiesa.

Jesús, si los yerros doras

en el pecho, que lastimas

sí muertos Jesús animas,

vidas dando con mejoras,

sea, Jesús a todas horas

mi vida, y mi complacencia

amar, Jesús, tu presencia;

resucítame, Jesús,

y viva tu siervo en cruz

amando la penitencia.

Dígnate o Benignísimo Jesús, por este tu Santo Nombre Jesús, ser mi Jesús, para que con tu dulzura me sustente, y arda de tal manera en ti, mi Jesús dulcísimo, mi Jesús Santísimo, invocando siempre este saludable nombre, Jesús, Jesús, Jesús. Amen.