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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Beato Juan Duns Escoto»

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Llamado DOCTOR SUBTILIS, murió el 8 de diciembre de 1308; fue el fundador de la famosa Escuela Escocesa que tuvo a sus mejores representantes entre los franciscanos. De sus antecedentes y vida se sabe poco y las fuentes contemporáneas guardan silencio sobre él. Es cierto que murió bastante joven, según una temprana tradición a la edad de 34 (cf. Wadding, Vita Scoti, vol. I de sus obras);  pero parece que era algo mayor y que nació en 1270. El lugar de nacimiento de Escoto ha sido muy discutido y aún no hay argumentos definitivos a favor de ninguna localidad. El sobrenombre Escoto no resuelve el asunto porque se daba a escoceses, irlandeses y hasta a nativos del norte de Inglaterra. El otro nombre, Duns, al que los irlandeses dan tanta importancia no resuelve nada puesto que también había un Duns en Escocia (Berwick). Más aún, es imposible determinar si Duns es un apellido familiar o el nombre de un lugar. Apelar a ciertas  supuestas antiguas tradiciones a favor de Irlanda no sirve de nada puesto que no podemos asegurar su verdadera antigüedad y precisamente eso es lo importante.
 
Llamado DOCTOR SUBTILIS, murió el 8 de diciembre de 1308; fue el fundador de la famosa Escuela Escocesa que tuvo a sus mejores representantes entre los franciscanos. De sus antecedentes y vida se sabe poco y las fuentes contemporáneas guardan silencio sobre él. Es cierto que murió bastante joven, según una temprana tradición a la edad de 34 (cf. Wadding, Vita Scoti, vol. I de sus obras);  pero parece que era algo mayor y que nació en 1270. El lugar de nacimiento de Escoto ha sido muy discutido y aún no hay argumentos definitivos a favor de ninguna localidad. El sobrenombre Escoto no resuelve el asunto porque se daba a escoceses, irlandeses y hasta a nativos del norte de Inglaterra. El otro nombre, Duns, al que los irlandeses dan tanta importancia no resuelve nada puesto que también había un Duns en Escocia (Berwick). Más aún, es imposible determinar si Duns es un apellido familiar o el nombre de un lugar. Apelar a ciertas  supuestas antiguas tradiciones a favor de Irlanda no sirve de nada puesto que no podemos asegurar su verdadera antigüedad y precisamente eso es lo importante.

Última revisión de 09:00 3 nov 2020

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(Escoto)

Llamado DOCTOR SUBTILIS, murió el 8 de diciembre de 1308; fue el fundador de la famosa Escuela Escocesa que tuvo a sus mejores representantes entre los franciscanos. De sus antecedentes y vida se sabe poco y las fuentes contemporáneas guardan silencio sobre él. Es cierto que murió bastante joven, según una temprana tradición a la edad de 34 (cf. Wadding, Vita Scoti, vol. I de sus obras); pero parece que era algo mayor y que nació en 1270. El lugar de nacimiento de Escoto ha sido muy discutido y aún no hay argumentos definitivos a favor de ninguna localidad. El sobrenombre Escoto no resuelve el asunto porque se daba a escoceses, irlandeses y hasta a nativos del norte de Inglaterra. El otro nombre, Duns, al que los irlandeses dan tanta importancia no resuelve nada puesto que también había un Duns en Escocia (Berwick). Más aún, es imposible determinar si Duns es un apellido familiar o el nombre de un lugar. Apelar a ciertas supuestas antiguas tradiciones a favor de Irlanda no sirve de nada puesto que no podemos asegurar su verdadera antigüedad y precisamente eso es lo importante.

La discusión se ha teñido de sentimiento nacionalista especialmente desde el principio del siglo XVI después de que prominentes franciscanos irlandeses como Mauricio de Portu (O'Fihely), Hugo MacCaghwell, y Lucas Wadding hicieran el gran servicio de editar las obras de Escoto. Por otra parte, los ingleses tiene ciertos derechos de reclamar a Escoto, como profesor durante varios años en Oxford, y porque pertenecía a la provincia franciscana inglesa y ni durante su vida ni durante un tiempo después de su muerte nadie propuso ninguna opinión distinta sobre su nacionalidad.

Sin embargo no debe olvidarse que durante aquellos días los claustros franciscanos de Escocia estaban afiliados a la provincia inglesa, i.e. a la custodia de Newcastle. No sería pues erróneo considerar a Escoto como nativo de Escocia o miembro de un claustro escocés. En cualquier caso es hora de eliminar de esta discusión la famosa entrada en el manuscrito del College Merton (no. 39) que inducía a pensar que fue miembro de aquel colegio y por ende nativo del norte de Inglaterra. Los estatutos del colegio excluían a los monjes y como Escoto se hizo franciscano siendo muy joven no pudo haber pertenecido al colegio antes de entrar en la orden. Además la entrada en el registro del colegio es de fecha 1455 y por consiguiente demasiado tardía para que sirva de argumento.

Algo mejor es la entrada en el catálogo de la biblioteca de S Francisco en Asís, de fecha 1381, que llama al comentario de Duns Escoto sobre las “Sentencias” de Pedro Lombardo Duns como “magistri fratris Johannis Scoti de Ordine Minorum, qui et Doctor Subtilis nuncupatur, de provincia Hiberniæ" (obra del maestro Juan Escoto de la orden Franciscana conocido como Doctor Sutil, de la provincia de Hibernia (Irlanda)”. Aunque esto es un testimonio más importante a favor de Irlanda, sin embargo por ella sola no puede ser considerada decisiva, puesto que Escoto trabajó durante varios años en Inglaterra y no es suficiente para asignarle a la provincia de Irlanda. La entrada de la biblioteca no puede ser aceptada como contemporánea de Escoto. Si se añade la distancia geográfica, parece claro que la discusión no queda zanjada por una anotación en la lejana Italia setenta y tres años después de la muerte de Escoto, en un tiempo en que el conocimiento geográfico dejaba mucho que desear. Finalmente, los epitafios de Escoto, son demasiado tardíos y poéticos. Asi que la cuestión de la tierra natal de Escoto está aun abierta.

Probablemente tomó el hábito hacia 1290, aunque no se sabe con certeza. Es un hecho que vivió y enseñó en Oxford, porque el 26 de julio de 1300 el provincial de la provincia franciscana inglesa pidió al obispo de Lincoln que concediera a 22 de sus súbditos, jurisdicción para oír confesiones. El obispo dio el permiso solamente a ocho y entre los que no lo consiguieron estaba un tal "Ioannes Douns".

También es cierto que fue a París hacia 1304 y que allí era simplemente bachiller en Artes, porque el general de los franciscanos, Gonsalvus de Vallebona (18 November, 1304) escribió al guardián del colegio de los franciscanos que presentara a Juan Escoto a la Universidad para conseguir el doctorado. La carta del general menciona que Juan Escoto se había distinguido en el pasado por su sabiduría "ingenioque subtilissimo".

No enseñó durante mucho tiempo en París. En 1307 ó 1308 fue enviado a Colonia, probablemente como profesor de la universidad. Allí murió y fue enterrado en el monasterio de los frailes menores. Actualmente (1908) el proceso de beatificación se mueve en Roma sobre la base de un cultus immemorabilis. (N del T: En 1991 fue reconocido oficialmente, pero no fue hasta 1993 que Juan Pablo II reconoció solemnemente el culto al beato Duns Escoto).

Los escritos de Duns Escoto son muy numerosos y han sido impresos con frecuencia, algunos desde muy temprano. Pero la edición completa, en 12 volúmenes en folio se publicó en 1639 por Wadding en Lyon que incluía los comentarios de los escotistas Lychetus, Poncius, Cavellus e Hiquæus. Una reimpresión de la edición de Wadding, con el tratado "De perfectione statuum" añadido apareció en 1891-95 en París (Vives) en 26 vol. en 4to.

Es dudoso que todos los escritos comprendidos en esta edición sean de Escoto; muchos cambios fueron hechos más tarde por escotistas y aún es necesaria una edición crítica (tarea que se está llevando a cabo por la Comisión escotista en el Antonianum de Roma. N. del T:) Además de las obras impresas, se atribuyen a Scoto otras, especialmente comentarios sobre varios libros de la Escritura. Los escritos impresos tratan de temas de gramática, de ciencia y principalmente de filosofía y teología. De naturaleza filosófica son los comentarios y las “quaestiones” sobre varias obras de Aristóteles, que junto con otros tratados están incluidas en los primeros siete volúmenes de la edición de París.

La obra principal de Escoto es la llamada "Opus Oxoniense", i.e. el gran comentario a las “Sentencias” de Pedro Lombardo escritas en Oxford (vols. VIII-XXI). Es principalmente una obra teológica pero contiene muchos tratados, o al menos digresiones, sobre temas de lógica, metafísica, gramática y ciencia…de manera que casi todo su sistema filosófico puede ser deducido de esta obra.

Los volúmenes XXII-XXIV contiene los "Reportata Parisiensia", i.e., un comentario menor, en general teológico sobre las “Sentencias”. Las "Quæstiones Quodlibetales", sobre temas teológicos generalmente, que es una de sus más importantes obras, y el ensayo mencionado arriba "De perfectione statuum", llenan los dos últimos volúmenes.

Nada sabemos con certeza cuando fueron compuestas estas obras. Su primera obra fue, probablemente, los comentarios sobre Aristóteles, seguida por el "Opus Oxoniense" y algunos ensayos menores y por fin las "Quæstiones Quodlibetales", su disertación para el grado de doctor. Los "Reportata" pueden ser notas tomadas después de las clases, pero ésto es una suposición.

Escoto parece haber cambiado su doctrina con el curso del tiempo, o al menos no parece haber sido uniformemente preciso al expresar su pensamiento; en realidad sigue la sententia communis como en las "Quæstiones Quodlibetales"; pero también va a su aire. Muchos de sus trabajos están sin terminar. No escribió una summa philosophica o theologica, como Alejandro de Hales y Tomás de Aquino, ni siquiera un compendio de su doctrina. Solo escribió comentarios o tratados sobre cuestiones disputadas; pero hasta esos comentarios no son explicaciones continuas de Aristóteles o Pedro Lombardo. En general, cita primero el texto o lo presupone si ya ha sido conocido y entonces toma varios puntos que entonces eran asuntos vivos y los discute desde todos los puntos de vista y al mismo tiempo presenta las opiniones de otros.

Su criticismo es agudo y con su lógica consistente refuta las opiniones o al menos el argumento de sus oponentes. En el calor de la exposición olvida a veces mostrar su propio punto de vista o manifiesta las razones de las varias opiniones sostenibles, resaltándolas como más o menos probables. Esto lo hace, sobre todo en las "Collationes". Por eso se dice que no es un sistematizador, que es mejor destruyendo que construyendo. Es cierto que ninguno de sus escritos revela claramente un sistema. Mientras algunos de ellos, sin duda debido a su prematura muerte, están inacabados. Si verdadera enseñanza no siempre está donde uno la buscaría lógicamente; con cierta frecuencia se halla allí la discusión de algún punto especial o un largo excurso o digresión en el que el autor sigue su inclinación crítica. Su opinión personal hay que buscarla en otra parte, en varias observaciones incidentales o en los presupuestos que sirven de base a su tratamiento de otros problemas y solo tras una larga búsqueda se encuentra. Además, en el calor de la controversia, utiliza con frecuencia expresiones que perecen extremistas y hasta heréticas. Su lenguaje es con frecuencia oscuro: un laberinto de términos, definiciones, distinciones y objeciones con las que no es nada fácil avanzar. Por estas razones el estudio de las obras de Escoto era difícil si se emprendía y no se solía llevar a término con los requisitos de meticulosidad requeridos. Era difícil encontrar en ellos un sistema definido: No pocas opiniones insatisfactorias o hasta equivocadas sobre él, circulaban y pasaban sin ser contestadas, de boca en boca o de libro en libro, creciendo cada ves más en el error con el tiempo.

Sin embargo si que hay en Escoto un sistema completo, un sistema elaborado detalladamente, que se puede hallar sobre todo en su obra principal. Pero aquí solo necesitamos indicar sus principales ideas y aquello en lo que difiere de Santo Tomás y de doctrina común, sententia communis..


SISTEMA DE FILOSOFIA

Los principios fundamentales de sus enseñanzas filosóficas y teológicas están en su distinctio formalis y en su idea del ser. La distinctio formalis intermedia entre la distinctio rationis tantum, que es la distinción hecha por el intelecto solo y la distinctio realis, que es la que existe en la realidad. La primera ocurre, por ejemplo, entre la definición y la cosa definida y la segunda , en el reino de la realidad creada, entre cosas que pueden existir separadamente o divina omnipotencia puede hacer que existan separadamente, por ejemplo, las distintas partes de un cuerpo o entre sustancia y accidente. Una cosa es “formalmente “distinta cuando es tal en esencia y en el concepto que puede pensar de ella por ella misma, cuando no es otra cosa, aunque pueda estar tan unida a esa otra que ni siquiera la omnipotencia pueda separarla, como por ejemplo el alma y sus facultades y esas facultades entre ellas mismas. El alma forma , con sus facultades una sola cosa (res), pero conceptualmente no es idéntica con el intelecto o la voluntad ni el intelecto y la voluntad son lo mismo.

Así tenemos varias realidades, entidades o formalidades de una y misma cosa. Mientras la cosa en si exista, esas entidades tiene su propino ser; porque cada entidad tiene si propio ser o su propia existencia. Pro existencia no es lo mismo que subsistencia. El accidente, por ejemplo tiene su propio ser, su propia existencia que es diferente de la existencia de la sustancia en la que está inherente, precisamente porque el accidente no es idéntico con la sustancia. Pero no tiene subsistencia propia, puesto que no es una cosa existente pro si misma, sino que está inherente en la sustancia como su sujeto y apoyo; no es un ser independiente. Más aún sólo existiendo actualmente tiene las cosas ser real: en otras palabras ser y existencia son idénticos. En el estado de mera idealidad o posibilidad, antes de la realización, las cosas tiene una esencia, un ideal concebible, pero no uno actual; de lo contrario no podrían ser creadas o aniquiladas, puesto que tendían una existencia antes de la creación. Y puesto que el ser es eo ipso verdadero y bueno, solo aquellas cosas son verdaderas y buenas que existen actualmente. Si Dios, por consiguiente, por un acto de Su libre voluntad da la existencia a las esencias, El las hace, en ese mismo acto, verdadera y buenas. En este sentido es correcto decir que según Escoto las cosas son verdadera y buenas porque Dios así lo quiere. Con esta afirmación, sin embargo, no niega que las cosas sean buenas y verdaderas en sí mismas. Tienen un ser objetivo y por consiguiente también verdad y bondad objetivas, porque están en la imagen de Dios, cuyo ser, bondad y verdad ellas imitan. Al mismo tiempo en su ser ideal son necesarias; las ideas de ellas no son producidas por la voluntad libre divina, sino por el intelecto divino, que sin la cooperación de la voluntad divina, reconoce su propia esencia infinita como imitable por cosas finitas y así necesariamente concibe las ideas. En este estado ideal Dios necesariamente quiere las cosas, puesto que no pueden sino agradarle como imágenes de su propia esencia. Pero de esto no se sigue que deba quererlas con voluntad efectiva, es decir, que deba hacerlas realidad. Dios es completamente libre en determinar qué cosas llegarán a la existencia.

Sólo Dios es absolutamente inmaterial, puesto que sólo El es absoluta y perfecta actualidad, sin potencialidad alguna de llegar a ser otra cosa que lo que es. Todas las criaturas, ángeles y almas humanas incluidas, son materiales, porque pueden cambiar y pueden ser sujeto de accidentes. Pero de esto no se sigue que las almas y los ángeles sean corpóreos. Al contrario: son espirituales, físicamente simples, aunque materiales en el sentido explicado. Puesto que todas las cosas creadas, corpóreas y espirituales, están compuestas de potencialidad y actualidad, la misma materia prima es el fundamento de todas y por consiguiente todas las cosas tienen un sustrato común, una base material común.

Esta materia, en si misma muy indeterminada, puede ser llegar a ser determinada como cualquier clase de cosa por una forma – una forma espiritual la determina como un espíritu, una forma corpórea la determina como cuerpo material.

Escoto no enseña un realismo extremo; no atribuye a los universales o esencias abstractas como género o especie una existencia propia independiente de los seres individuales en los que se realizan. Es verdad que mantiene que la materia prima como principio indeterminado puede ser separado de la forma, o principio determinante, al menos por la omnipotencia divina, y que entonces puede existir por si misma. Conceptualmente, la materia es completamente diferente de la forma; más aún, la misma materia puede ser determinada por formas completamente diferentes y la misma forma puede estar unida con diferentes materiae, como es evidente en los procesos de generación y corrupción. Por esta razón, Dios al menos, puede separar una forma de otra, como en la Eucaristía. El mantiene los accidentes de pan y vino en existencia, sin sustancia en la que están inherentes.

No es menos cierto que Escoto enseña una pluralidad de formas en la misma cosa. El cuerpo humano, por ejemplo, tomado en si mismo, sin el alma, tiene su propia forma: la forma corporeitatis, que se transmite al niño por sus padres y es diferente del alma racional, que es infundida por Dios mismo. La forma corporeitatis da al cuerpo una suerte de forma humana, aunque muy imperfecta y permanece después de que el alma racional ha partido del cuerpo en la muerte hasta que se descompone. Sin embargo el alma racional que es la forma esencial del cuerpo o del hombre, constituye con el cuerpo un ser, una sustancia, una persona, un hombre con todas sus facultades vegetativas sensitivas e intelectuales y es la obra inmediata del Dios que la infunde al niño. Sólo hay un alma en el hombre, pero podemos distinguir varias formas, ya que conceptualmente, lo intelectual no es lo mismo que lo sensitivo, ni esto es idéntico con lo vegetativo, ni lo vegetativo con lo que da al cuerpo, en cuanto tal, su forma; pero todos ellos pertenecen formalmente, por su concepto y por su esencia a la única alma indivisible. Mantiene también Escoto una distinción formal entre la naturaleza universal de cada cosa y su individualidad, es decir, en Platón, por ejemplo entre su naturaleza humana y la que le hace a él precisamente Plantón, su platoneidad; porque la una no es la otra; la individualidad se añade a la naturaleza humana y junto con ella constituye al humano individual. En este sentido, la propiedad o diferencia o la hæccitas, es el principium individuationis. De lo que se deduce claramente que hay muchos parecidos entre materia y forma por una parte y naturalezas universales y su individuación, por otra.

Pero Escoto está muy lejos de enseñar realismo extremo. Según su `punto de vista la materia puede existir sin forma, pero no la esencia universal sin individuación y tampoco pueden las distintas formas de la misma cosa existir por si mismas. No mantiene que la materia uniforme que subyace a todas las cosas creadas sea el ser absoluto que existe por si mismo, independientemente de los individuos y que después es determinado por formas añadidas, primer a los géneros, después a las especies y finalmente a los individuos. Por el contrario, la materia prima, que según él puede existir sin una forma, es ya algo individual y numéricamente determinado. En realidad no hay materia sin forma, y viceversa. La materia que dios creó tenía ya una cierta forma, la forma imperfecta del caos. Dios pudría crear materia por si misma y forma por si misma, pero ambas serían algo individual, numéricamente, aunque no específicamente, diferente de otra materia y otras formas de la misma clase. Esta materia, numéricamente diferente de otra materia, podría entonces unirse a una forma, también numéricamente diferente de otras formas de la misma clase y el resultado sería un compuesto individual, numéricamente diferente de otros individual de la misma clase.

De tales materia, forma y compuesto individualizados conseguimos por abstracción la idea de una materia universal, una forma universal y un compuesto universal, es decir de un hombre universal. Pero por si mismos, la materia universal y la forma universal no pueden existir. Lo universal en sí es un mero concepto de la mente que no puede existir por si mismo y que recibe su existencia en y con el individuo; se multiplica en y con el individuo y en y con el individuo pierde de nuevo su existencia. Ni siquiera Dios puede separar en el hombre la naturaleza universal de la individualidad ni en el alma humana la parte intelectual de la sensitiva, sin destruir el todo. En realidad sólo existen los individuos, en los que, sin embargo, podemos , por abstracción separar formalmente tanto la naturaleza humana abstracta de la individualidad y las diferentes facultades unas de otras. Pero la separación y distinción y formación de géneros y especies son solamente un proceso del pensamiento, la obra de la mente que contempla.

La Psicología de Escoto es esencialmente la misma que la de Santo Tomás. El punto de partida de todo conocimiento es la experiencia sensorial y externa, a la que hay que añadir la experiencia interna, que él designa como el criterio último de certeza. Pone énfasis la inducción como base de todas las ciencias. Niega que la percepción sensorial y, a fortiori, el conocimiento intelectual, sea un proceso meramente pasivo; más aún, afirma que no sólo lo universal sino también lo individual es percibido directamente.

El objeto adecuado del conocimiento intelectual no es lo espiritual en lo material, sino el ser en su universalidad. En todo el reino del alma, la voluntad tiene la primacía puesto que puede determinarse a si misma el universo del alma, mientras controla, más o menos completamente, a las otras facultades. Se enfatiza y defiende con vigor la libertad de la voluntad, entendida como libertad de elección. La voluntad no tiene necesidad en presencia de un bien, ni siquiera en la contemplación de Dios, sino que se determina a si misma libremente.

Esta doctrina no implica que la voluntad pueda decidir que es verdad y que es falso, lo que es correcto o incorrecto ni que su elección sea ciega y arbitraria. Los objetos, motivos, pasiones y hábitos ejercen una gran influencia sobre al voluntad y la inclinan a elegir una cosa en vez de otra. Sin embargo, la decisión final permanece en la voluntad y al final la voluntad es la causa del acto, de lo contrario no sería libre.

Respecto a la memoria, sensación y asociación, Escoto manifiesta muchos puntos de vista modernos.

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SISTEMA DE TEOLOGIA

Se ha dicho que según Escoto la esencia de Dios consiste en su voluntad; pero esta afirmación no tiene base. Dios, mantiene él, es un ens infinitum. Es cierto que, según él amor de Dios por si mismo y la spiratio del Espíritu Santo por el Padre y el Hijo no se basan en un instinto natural, por decirlo de alguna forma, sino en la libre elección de Dios.

Toda voluntad es libre y por consiguiente también la de Dios. Pero Su voluntad es tan perfecta y Su esencia tan infinitamente buena, que Su libre voluntad no puede sino amarla. Este amor, por consiguiente es a la vez libre y necesario. Y respecto a las cosas creadas, Escoto enfatiza la libertad de Dios, sin caer en el error de un determinismo meramente arbitrario e inmotivado.

También se ha dicho que, según Escoto, el ser puede ser atribuido unívocamente a Dios y a las criaturas, pero esto también es falso. Escoto mantiene que Dios es el ens per essentiam, y las criaturas son entia per participationem – tiene el ser solo de una forma analógica. Pero del ser de Dios y del ser de las criaturas se puede abstraer una idea de ser y predicado unívocamente de ambos, el infinito y el finito, de otra manera no podríamos deducir de la existencia de cosas finitas, la existencia de Dios y no tendríamos pruebas de la existencia de Dios, puesto que cualquier silogismo tendría un quaternio terminorum. Hay una distinción formal, según la identidad real, entre la esencia de Dios y Sus atributos, entre los atributos mismos y entre la esencia de Dios y las Personas Divinas. Porque conceptualmente, divinidad no es lo mismo que sabiduría, intelecto no es idéntico que voluntad; la Divinidad no es lo mismo que paternidad puesto que la Divinidad no engendra como lo hace el Padre, ni es engendrada, como lo es el Hijo. Pero todas estas realidades están formalmente en Dios y su distinción no es anulada por Su infinitud. Por otra parte sigue siendo verdad que Dios es una sola cosa (res). El proceso de constitución de la Santísima Trinidad tiene lugar sin relación al mundo exterior. Sólo haber sido completado, las Tres Divinas personas, como un solo principio, producen por su acto de conocimiento, las ideas de las cosas. Pero muy lejos de este proceso, Dios es independiente del mundo en Su conocimiento y volición, por la razón obvia de que cualquier clase de dependencia implicaría imperfección.

La cognición, volición y acción de los ángeles es más como la nuestra. Los ángeles pueden por su mismos conocer las cosas, no necesitan una especie infusa aunque de hecho la reciben de Dios. El diablo no está compelido necesariamente, como resultado de su pecado, a querer siempre lo que es malo. Con su espléndida dotación natural puede hacer lo que es en si bueno; hasta puede amar a Dios sobre todas las cosas, aunque de hecho no lo haga. El pecado es solamente hasta ese momento una ofensa infinita de Dios pues se aleja de El. En sí mismo su malicia no es mayor que lo es la virtud opuesta que es la bondad.

En su Cristología Escoto insiste mucho en la realidad de la humanidad de Cristo. Aunque no tenga personalidad ni sustancia propia, tiene su propia existencia. La unio hypostatica y la communicatio idiomatum se explican según la doctrina de la Iglesia, sin inclinarse ni al Nestorianismo ni al Adopcionismo Es cierto que Escoto explica la influencia de la unión hipostática sobre la naturaleza humana de Cristo y sobre su obra de forma distinta que Santo Tomás. Puesto que esta unión no cambia en manera alguna la naturaleza humana de Cristo, no imparte por si misma a la Humanidad la visión beatífica o la impecabilidad. Estas prerrogativas le fueron dadas a Cristo con la plenitud de la gracia que recibió como consecuencia de esa unión: Dios se habría hecho hombre aunque Adán ni hubiera pecado, puesto que quería eso en la Humanidad de Cristo y el mundo debía estar unido con El de la forma más intima posible.

Escoto también defiende enérgicamente la Inmaculada Concepción de la Virgen Maria. Todas las objeciones basadas en el pecado original y a necesidad de redención universal se resuelven: Los méritos de Cristo son infinitos solo en un sentido más amplio y si mismos son enteramente suficientes para dar adecuada satisfacción a la divina justicia. No hay deficiencia que hada de ser completada por la misericordia divina, pero se necesita una misericordiosa aceptación de la obra de Cristo, puesto que a los ojos de Dios no hay merito real, en el más estricto sentido de la palabra.

La Gracia es algo completamente sobrenatural y solo puede ser dada por Dios y lo que es más, sólo por un acto creativo. De ahí que los sacramentos no son, propiamente hablando, la causa física o instrumental de la gracia, porque solo Dios puede crear. La gracia santificante es idéntica a la virtud infusa de la caridad, y se asienta en la voluntad. Se concibe pues más desde un punto de vista ético.

Los sacramentos proporcionan gracia o ex opere operato, si el hombre no pone obstáculos. La esencia real del sacramento de la penitencia consiste en la absolución, pero ésta no sirve de nada a no ser que el pecador se arrepienta con un dolor que surge el amor a Dios. Su doctrina de la atrición no es laxa en absoluto. Respecto a su escatología baste decir que hace que la esencia de la beatitud consiste en la actividad i.e., en el amor a Dios, no en la visión beatífica, ésta es sólo la condición necesaria.

En la Moral Escoto declara enfáticamente que la moralidad de un acto requiere un objeto que sea bueno por naturaleza, fin y circunstancias y según el dictado de la recta razón. No es verdad que defienda que la voluntad de Dios decide arbitrariamente lo que es bueno y malo. Afirma que los Mandamientos de la segunda tabla del Decálogo no son en sentido estricto leyes de la naturaleza como los de la primera tabla, porque Dios no puede conceder una dispensa de las leyes de la primera, pero si puede dispensar de los de la segunda, como de hecho hizo cuando ordenó a Abraham sacrificar a su hijo. Pero los preceptos de la segunda tabla son más obligatorios que otras leyes divinas positivas.

En el presente orden de cosas Dios no puede permitir la muerte universal del hombre, quitar la propiedad de otros etc. Además hay también acciones indiferentes in individu. Hablando absolutamente el hombre debiera dirigir todas sus acciones hacia Dios, pero Dios no requiere esto porque no quiere cargar al hombre con un yugo tan pesado. Sólo obliga al hombre a observar el decálogo, el resto es libre.

Escoto no trata de las cuestiones sociales y legales ex professo, aunque sus obras contienen sólidas observaciones sobre estos temas.


RELACIONES ENTRE FILOSOFIA Y TEOLOGIA

Escoto no mantiene, como a veces se dice que la ciencia y la fe se pueden contradecir una a otra o que una proposición puede ser verdadera en filosofía y falsa en teología y viceversa. También es incorrecta al a afirmación de que da poca importancia a mostrar la armonía entre el conocimiento científico y la fe y que no tienen en buena consideración la teología especulativa. Por el contrario el prueba los dogmas de fe no solo por la autoridad sino que, en cuento sea posible, también por la razón. La teología presupone la filosofía como su base. Hechos de los que es autor Dios y pueden ser conocidos por las fuerzas naturales, especialmente los milagros y las profecías, son criterios de la verdad de la Revelación , religión e Iglesia

Escoto intenta conseguir una visión lo más profunda posible de las verdades de fe, para desplegarlas a la mente humana, para establecer la verdad sobre la verdad y sobre el dogma para probar o rechazar muchas proposiciones filosóficas: No se sostiene la afirmación de que la principal preocupación de Escoto es la humilde sumisión a la autoridad de Dios y de la Iglesia o de que su tendencia a priori es despreciar el conocimiento científico y recurrir a la teología especulativa en las dudas. Escoto simplemente cree que muchas pruebas filosóficas y teológicas de otros autores no son conclusivas y aduce sus propios argumentos También piensa que muchas preoposiciones filosóficas y teológicas que otros escolásticos consideran que no se pueden demostrar, se puede hacer. Insiste en la autoridad de la Escritura, Los Padres y la Iglesia pero también da mucha importancia al conocimiento natural y a la capacidad intelectual de la mente de los ángeles y de los hombres, tanto en este como en el otro. Se inclina a ampliar más que a estrechar el campo de lo conocible.

Da gran valor a las matemáticas y a las ciencias naturales y especialmente a la metafísica. Rechaza todo recurso innecesario a la intervención divina o angélica o a los milagros y exige que lo sobrenatural y milagroso se limite en lo posible hasta en materias de fe. Hasta los dogmas han de ser explicados en un sentido más mitigado e inteligible, siempre que se pueda hacer sin disminuir el significado sustancial, la dignidad y la profundidad.

Es Escritura ha de tomarse el sentido literal y se ha de dar libertad de opinión siempre que no se oponga a la fe cristiana o a la autoridad de la Iglesia. Escoto era muy aficionado al estudio de las matemáticas y por ello insiste en pruebas demostrativas en filosofía y teología, pero no es un verdadero escéptico. Concede que nuestros sentidos, nuestra experiencia externa e interna y la autoridad junto con la razón, pueden proporcionarnos certeza absoluta y pruebas. La dificulta d que muchas verdades presentan no está tanto en nosotros cuento en los objetos. Todo lo cognoscible es objeto muestro conocimiento. La razón puede por su propia capacidad llegar a reconocer la existencia de Dios y muchos de sus atributos, la creación del mundo de la nada, la conservación del mundo por Dios, la espiritualidad, la individualidad, sustancialidad y unidad del alma así como la libre voluntad y la creación del alma. En muchos de su escritos afirma que la sola razón puede llegar a conocer la inmortalidad y la creación del alma; en otros afirma todo lo contrario, pero nunca niega la llamada evidencia moral de esas verdades. La teología no es para el un estudio científico en el estricto sentido de la palabra, como lo son las matemáticas y la metafísica, porque no se basa en la evidencia de sus temas sus en la autoridad y en la revelación. Es una ciencia práctica porque persigue un fin práctico: la posesión de Dios, pero da a la mente una perfecta certeza y verdades invariables. No consiste en la mera actividad práctica, moral y religiosa. Así Escoto es eliminado por Kant y los modernos Gefühlstheologen, no por razón lógica alguna sino por el alcance de su especulación filosófica.

Escoto no es precursor de Lutero, sino que enfatiza la tradición eclesiástica y la autoridad, la libertad de la voluntad, el poder de la razón y la cooperación con la gracia. Y tampoco es un precursor de Kant.

La doctrina de la primacía de la voluntad y el carácter práctico de la teología tiene un significado muy distinto en su mente que en la de Kant. El valora altamente la metafísica llamándola la reina de las ciencias. Sólo un crítico muy sutil puede llamarle el Kant del siglo trece.

Tampoco es el precursor de los Modernistas. Sus escritos contiene muchas ideas completamente modernas, por ejemplo la importancia que da a la libertad en materia científica y también en los asuntos religiosos, sobre la separación del mundo objetivo y del pensamiento, la auto-actividad del sujeto pensante, la dignidad y el valor de la personalidad, pero en todo ello permanece dentro de los límites adecuados y en oposición a los Modernistas, afirma con mucha fuerza la necesidad de la absoluta autoridad de la iglesia, la necesidad de la fe, la libertad de la voluntad y rechaza absolutamente cualquier y todas las identificaciones monísticas del mundo y Dios. Que se le haya malinterpretado tan frecuentemente se debe simplemente al hecho de que sus enseñanzas se han visto desde el punto de vista del pensamiento moderno. Escoto es un genuino filósofo escolástico que trabaja con ideas tomadas de Aristóteles, S. Agustín y los escolásticos que le han precedido. Es reconocido universalmente como un pensador profundo, una mente original y un crítico agudo, un científico completo que sin prejuicios personales procede objetivamente, estableciendo sus propias doctrinas con modestia y concierta reserva.

Se ha dicho que hizo más mal que bien a la iglesia que con su criticismo destructivo, y sus sutilezas y su terminología bárbara, preparó la ruina de la Escolástica, que de hecho comienza a decaer con él. Estas acusaciones se originaron en gran manera por el insuficiente entendimiento o la falsa interpretación de sus doctrinas. Sin duda su estilo carece de elegancia, es oscuro e ininteligible, pero lo mismo se puede decir de muchos escolásticos que le precedieron.

Además abundan en su obra, discusiones sutiles y distinciones que no tenían sentido en su época y sin embargo sus investigaciones fueron causadas en la mayoría de los casos por las afirmaciones de otros filósofos escolásticos, especialmente Enrique de Gante, al que ataca aún más que S. Tomás.

Sin embargo el verdadero espíritu de la escolástica no está quizás tan pronunciado en ningún otro escolástico como en Escoto. En la profundidad del pensamiento, que al fin y al cabo es lo importante ninguno de sus contemporáneos le supero, Era hijo de su tiempo, un aristotélico total quizás más que Santo Tomás, pero también critica duramente al Estagirita y a sus comentaristas. Siempre trata de explicarlos favorablemente, pero no duda en discrepar de ellos.

La enseñanza de Duns Escoto es ortodoxa. Católicos y protestantes se han cargado con variados errores y herejías, pero la Iglesia no ha condenado ni una sola de su proposiciones, sino que al contrario, la doctrina de la Inmaculada Concepción que defendía tan intensamente, ha sido declarada dogma.


Parthenius Minges.


Transcrito por Rick McCarty.


Traducido por Pedro Royo.


The Catholic Encyclopedia, Volume V. Published 1909. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, May 1, 1909. Remy Lafort, Censor. Imprimatur. +John M. Farley, Archbishop of New York