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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Avignon, Concilios de»

De Enciclopedia Católica

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Nada se sabe del concilio celebrado allí en 1060. En 1080 otro concilio presidido por Hugo de Dié, legado papal, en el cual, Achard, usurpador  de la sede de Arlés, fue depuesto y Gibelin puesto en su lugar. Tres obispos electos  (Lautelin de Embrun, Hugues de Grenoble, Didier de Cavaillon) acompañaron al legado a Roma y fueron consagrados allí por el papa Gregorio VII.  
 
Nada se sabe del concilio celebrado allí en 1060. En 1080 otro concilio presidido por Hugo de Dié, legado papal, en el cual, Achard, usurpador  de la sede de Arlés, fue depuesto y Gibelin puesto en su lugar. Tres obispos electos  (Lautelin de Embrun, Hugues de Grenoble, Didier de Cavaillon) acompañaron al legado a Roma y fueron consagrados allí por el papa Gregorio VII.  

Revisión de 22:12 18 ene 2007

Nada se sabe del concilio celebrado allí en 1060. En 1080 otro concilio presidido por Hugo de Dié, legado papal, en el cual, Achard, usurpador de la sede de Arlés, fue depuesto y Gibelin puesto en su lugar. Tres obispos electos (Lautelin de Embrun, Hugues de Grenoble, Didier de Cavaillon) acompañaron al legado a Roma y fueron consagrados allí por el papa Gregorio VII.

En el año 1209 los habitantes de Toulouse fueron excomulgados por un concilio de Aviñón (dos legados papales, cuatro arzobispos y veinte obispos) por no haber logrado expulsar a los herejes albigenses de su ciudad. Al conde de Toulouse se le prohibió bajo amenaza de excomunión, imponer cargas exorbitantes a sus súbditos y como persistía en, fue finalmente excomulgado.

En el concilio de 1270 presidido por Bertrand de Malferrat, Arzobispo de Arles, se amenazó severamente a los usurpadores de la propiedad eclesiástica. Se permitió que se entregaran para finalidades piadosas las propiedades no reclamadas, se urgió a los obispos a que se ayudaran mutuamente y se impuso a las iglesias individuales algunas cargas para el mantenimiento del legado papal y a los eclesiásticos se le prohibió llevar a sus obispos ante tribunales civiles.

El concilio de 1279 se ocupó de la protección de los derechos privilegios e inmunidades del clero. También se hizo provisión para la protección de aquellos que habían jurado unirse a la cruzada ordenada por Gregorio X, pero que no había podido ir. También se decretó que un monje, para oír confesiones, además del permiso de su ordinario u obispo, también debía tener el de su superior. En el Concilio de 1282 se publicaron diez cánones, entre ellos uno que urgía a la gente a frecuentar más regularmente las iglesias parroquiales y estar presentes en sus propias parroquias al menos los domingos y días festivos.

El concilio de 1327 se ocupó de las temporalidades de la iglesia y de la jurisdicción eclesiástica. Los setenta y nueve cánones del concilio de 1337, que son renovaciones de concilios anteriores, y enfatizan la obligación de comulgar por Pascua de Resurrección en la propia iglesia parroquial y de la abstinencia del sábado para las personas con beneficios y los eclesiásticos, en honor a la Santísima Virgen, una practica comenzada tres siglos antes con ocasión de la Tregua de Dios, pero que yo no era general.

El concilio de 1457 fue presidio por el cardenal Foix, un franciscano arzobispo de Arlés y legado de Aviñón. Su principal propósito era promover la doctrina de la Inmaculada concepción, en el sentido de la declaración del concilio de Basilea. Se prohibió predicar la doctrina contraria. Se publicaron también 64 decretos disciplinarios manteniendo la legislación de otros concilios.

Un número similar de decretos se publicó en 1497 por un concilio presidido por el arzobispo Francesco Tarpugi (después cardenal). Se decretó que los padrinos de los recién confirmados no estaban obligados a entregarles regalos o a sus padres y que se debían mantener dos velas todo el tiempo encendidas, ante las reliquias de los santos. El concilio de 1509 se ocupó de decretos disciplianrios.

El de 1597 fue convocado con el propósito de procurar la observancia de los decretos del concilio de Trento (1545-63), y por un propósito similar, el concilio de 1609.

Los concilios de 1665 y 1725 formularon decretos disciplinarios y el último proclamó la obligación de adherirse a la bula de Clemente XI contra los “Reflexiones morales” de Quesnel.

El concilio de 1849 publicó , en dies capítulos , un número de decretos sobre la fe y disciplina.


MANSI, Coll. Conc., XIX, 929; XX, 533, y passim; Coll. Lacensis Conc., I, 467; IV, 315; GRANJET, Hist. du diocèse d'Avignon (Avignon, 1862).


THOMAS J. SHAHAN.


Transcrito por Rev. Richard Giroux.

Traducido por Pedro Royo