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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Sociología»

De Enciclopedia Católica

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La Asociación de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento y el trabajo para las iglesias pobres fue fundad en Bruselas en 1848 por Anne de Meeûs.  Para 1851, había recibido la aprobación de los obispos de Bélgica.  Transcurridos unos pocos años, algunos de sus miembros formaron una congregación religiosa, la Congregación de las Hermanas de la Adoración Perpetua, con la señorita de Meeûs como su primera superiora general.  En 1853, la sociedad se convirtió en una arquicofraternidad para Bélgica, aunque se difundió rápidamente a los países vecinos donde suplió necesidades y recibió privilegios similares; en 1863, Pío IX concedió a la casa madre de la sociedad en Bruselas el derecho de afiliar confraternidades en todo el mundo, menos en la ciudad de Roma.  Esta última restricción fue eliminada cuando la casa madre de las Hermanas de la Adoración Perpetua se trasladó a Roma, ciudad que se convirtió entonces en el centro de la asociación.  Una arquicofraternidad con el mismo nombre y propósito, ya existente en Roma, aunque fundada con posterioridad a la de Bruselas, se fusionó con ésta última. Los estatutos de la arquicofraternidad recibieron la aprobación de la Congregación de Obispos y Ordinarios, el 12 de enero de 1880 y León XIII, mediante una Carta del 21 de junio de 1881 aprobó su transferencia a Roma y su derecho de recibir afiliadas; además, mediante una Carta del 30 de julio de 1895 le concedió el título de Prima Primaria.
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Las aspiraciones de la sociología (socius, socio, compañero; logos, ciencia) a un lugar en la jerarquía de las ciencias están sujetos a una variada controversia. Se ha alegado que no hay un problema definido para una ciencia de la sociología, ninguna característica de la sociedad humana que no esté ya cubierta en las ciencias sociales ya establecidas. Adicionalmente, se ha argumentado que mientras que el futuro puede ofrecer oportunidades para una ciencia como la sociología, su condición actual deja mucho que desear. Más todavía, entre los mismos sociólogos abundan las discusiones y desacuerdos sobre los objetivos, problemas y métodos de la ciencia. Más alla de esta confusión en los círculos científicos, también se originan malos entendidos por el hábito popular de confundir sociología con filantropía, ética, caridad y ayuda, reforma social, estadística, problemas municipales, socialismo, saneamiento ambiental, criminología y política. Difícilmente puede esperarse que no ocurran diferencias de opinión cuando los miembros de la academia se empeñen en describir en términos simples los complejos procesos sociales; en acomodar una vasta variedad de datos históricos y contemporáneos en clases lógicas rígidamente delimitadas, y en demarcar para fines de investigación secciones de la realidad que de hecho se traslapan en cientos de puntos. A pesar de todo, los esfuerzos que se hacen para crear una ciencia sociológica han conducido a resultados notables. A estas tarea han sido atraidas mentes de altísimo nivel y se ha producido literatura de alto grado de excelencia; las ciencias afines se han visto profundamente afectadas por el nuevo punto de vista que la Sociología ha fomentado; y la enseñanza de la ciencia ha logrado un reconocimiento indisputado en las universidades del mundo.
  
Sus miembros se comprometen a dedicar una hora cada mes a la adoración del Santísimo Sacramento y a pagar una cuota anual a un fondo para beneficio de las iglesias pobres.  Las contribuciones se destinan a la compra de materiales para ornamentos que son confeccionados por las mujeres miembros de la sociedad y regalados a las iglesias pobres. Se está desarrollando así una importante labor de la que se han beneficiado muchas iglesias de Alemania, Austria, Bélgica, Estados Unidos e Inglaterra, así como los territorios de misiones.  El Undécimo Congreso Eucarístico tuvo lugar en Bruselas en 1898, en la Iglesia donde se fundó la sociedad y, en esa ocasión, se rindió un fastuoso homenaje a su labor. Sólo en Bélgica cuenta con cerca de 200.000 miembros. Debe hacerse una mención especial de la asociación tal como se mantiene en los conventos de las Religiosas del Sagrado Corazón. Esta congregación fue fundada en las casas de los Estados Unidos por la Reverenda Madre Hardey, la superiora general adjunta de la Sociedad, con ocasión de su visita en 1874. La estableció en relación con la Congregación de las Hijas de María, y su maravilloso desarrollo y el trabajo que realiza a favor de las iglesias pobres está inscrito en los informes anuales publicados por cada una de las casas.  París es el centro de la arquicofraternidad de la Adoración Perpetua y del trabajo para los tabernáculos, donde fue fundada, en 1846, en la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, con afiliaciones en las diócesis de Francia y Argel.  Fue aprobada por Pío IX en 1856 y convertida en confraternidad en 1858.
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La ciencia económica tiene por objeto investigar las formas, relaciones y procesos que ocurren entre los hombres en sus esfuerzos conjuntos para proveer de manera inmediata o de manera mediata a sus necesidades físicas; esta ciencia se ocupa de los fenómenos resultantes de la producción, distribución y consumo de la riqueza. La ciencia de la política se ocupa de las relaciones sociales estables que resultan de los esfuerzos de unidades sociales soberanas para mantener su integridad en el transcurso de sus relaciones internas y externas, y para promover el progreso humano; el Estado es la institución alrededor de la cual se centran estas actividades. Por consiguiente, los ropajes que adopta la soberanía, los procesos de cambio que ocurren entre estos, y las cambiantes funciones del gobierno constituyen problemas centrales en este campo de investigación. La ciencia de las religiones busca describir las relaciones sociales estables que ocurren colectivamente cuando los hombres en forma colectiva se esfuerzan en entender las leyes que rigen sus relaciones con un Ser Supremo y en ajustar su adoración y conducta a Su suprema voluntad. La ciencia del derecho se ocupa de los principios, relaciones e instituciones por medio de los cuales el estado soberano define, dirige y sanciona las más importantes relaciones entre el individuo y la colectividad. La ciencia de la ética tiene por objeto la exposición de los principios y sanciones por medio de los cuales toda conducta humana, tanto individual como social, se ajusta al fin supremo del hombre o, en el sentido cristiano del término, a la voluntad de Dios. La ciencia de la historia, que asume la ley de la continuidad en la sociedad humana, se empeña en examinar todo el panorama de la historia humana para descubrir y describir de una manera amplia los procesos de cambio que han ocurrido en las relaciones sociales, cualquier clase que ellas sean. Cada una de estas ciencias sociales es analítica o descriptiva, pero en su completo desarrollo debería tener un lado normativo o directivo. Para decirlo en lenguaje técnico, debería ser teleológica. La función completa de cada una de ellas debería incluir el establecimiento de un propósito para la conducta humana y debería ofrecer dirección hacia él, lo cual modificado por la posición de cada uno en relación con las demás personas.
  
BERINGER, Les Indulgences, II (Paris, 1905), 130, 133; RUGGIERI, L'oeuvre de l'Adoration perpetuelle et des eglises pauvres (Brussels, 1881); MARY ALOYSIA HARDEY, religiosa del Sagrado Corazón (New York, 1910).
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Algunos sociólogos se empeñan en establecer su ciencia como algo lógicamente antecedente de todas las mencionadas anteriormente. De acuerdo con este punto de vista, la sociología debería ocuparse de las fases generales de los procesos de la asociación humana y debería suministrar una introducción a las ciencias sociales especiales. Otros se esfuerzan en colocarla como la síntesis filosófica de los resultados obtenidos por las ciencias sociales especiales; bajo este punto de vista tendría alguna semejanza con la filosofía de la historia. Gidding incluye ambas funciones en su descripción de la ciencia. En sus "Principles of sociology" dice: "En tanto que, en el sentido más amplio de la palabra, la Sociología abarca toda la ciencia de la sociedad y es coextensiva con la totalidad del campo de las ciencias sociales, en un sentido más restringido y para los propósitos de un estudio universitario y de exposición general, se puede definir como la ciencia de los elementos y primeros principios sociales .... Sus principios de largo alcance son los postulados de las ciencias especiales y, como tales, coordinan el cuerpo total de generalizaciones sociales y los articulan en un gran conjunto científico"(p.33).
  
BLANCHE M. KELLY
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Hay una tendencia general hacia el establecimiento de un interés único dominante en los grupos sociales. Períodos de equilibrio inestable usualmente son seguidos por épocas constructivas en las cuales algún interés social tiende a dominar. Este es el caso lo mismo cuando los grupos sociales son primitivos y aislados que cuando son altamente organizados y progresistas. Como base de la unidad social puede servir ya sea la preocupación por la alimentación, el mantenimiento del grupo frente a una invasión, la sed de conquista encarnada en un líder o el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. En cualquier caso, la tendencia de los grupos sociales hacia la unidad es prácticamente universal. En estados más primitivos de la civilización el proceso es relativamente simple, pero hoy en día, cuando las diferencias de clima, raza, ambiente, tipo y lugar son superadas por el progreso en el transporte, en los viajes, las comunicaciones y la industria, el proceso es extremadamente complejo. Las instituciones políticas, las lenguas y las tradiciones raciales ya no limitan el horizonte del pensador. Hoy todos los estados están sumergidos en la visión más global de la humanidad. Todas las culturas, civilizaciones, siglos, todas las guerras y armamentos, todas las naciones y costumbres se presentan delante del estudioso de la sociedad. Orígenes hasta ahora ocultos aparecen expuestos a su mirada confundida. Interpretaciones venerables por su antigüedad y poderosas por el mismo hecho de que hasta ahora habían recibido aceptación sin ningún cuestionamiento son barridas y remplazadas por explicaciones más recientes.Docenas de ciencias sociales fluyen con impaciencia torrencial, arrojando sus resultados a los piés del estudioso. Miles de mentes están atareadas día y noche en la recolección de datos, en ofrecer interpretaciones y buscar interrelaciones. Las ciencias sociales se han visto tan sobrecargadas de datos y tan confundidas por las variadas interpretaciones, que tienden a escindirse en ciencias subsidiarias separadas con la esperanza de que la mente pueda así escapar a sus propias limitaciones y encontras ayuda para su poder de generalización. Los factores y procesos económicos son estudiados más industriosamente que nunca, pero se ha encontrado que ellos tienen implicaciones vitales que no son económicas. Los hechos políticos, religiosos, educativos y sociales han sido encontrados saturados de significados hasta ahora insospechados, los cuales la misma ciencia es incapaz de manejar en cada caso particular.
Transcrito por Thomas M. Barrett
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Dedicado a la memoria de Mary Loretta Ashley Barrett
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En esta situación, se presentan tres líneas generales de trabajo:
Traducido por Rosario Camacho-Koppel
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www.catholicmedia.net
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Hay necesidad de un estudio cuidadoso de los hechos sociales comunes y corrientes desde un punto de vista más amplio que el que alienta cada ciencia social particular.
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Los resultados obtenidos al interior de las diferentes ciencias sociales y entre ellas deberían reunirse en interpretaciones generales.
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Es necesaria una filosofía social que retome los resultados establecidos de estas ciencias y los estructure, por medio del poder cohesivo de la metafísica y de la filosofía, en un intento de interpretación del curso global de la sociedad humana misma.
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El Profesor Small describe la situación de esta manera: "Necesitamos una explicación genética, estática y teleológica de la vida humana en sociedad; una explicación en la que uno se pueda apoyar como base para una filosofía de conducta. Para lograr derivar dicha explicación sería necesario llevar a cabo un programa de análisis y síntesis del proceso social en todas sus fases".
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En conjunto, el tratamiento sociológico de los hechos sociales es mucho más amplio que el que se encuentra en las otras ciencias sociales y, por consiguiente, sus interpretaciones son más comprensivas. Se hace un esfuerzo en seguir el punto de vista social para estudiar los hechos sociales en el contexto total de sus relaciones orgánicas. De este modo, por ejemplo, si el sociólogo estudia el asunto del sufragio femenino, éste aparece como una fase en un movimiento mundial. El sociólogo se remonta a través de la historia disponible de todos los tiempos y civilizaciones en el intento de rastrear el cambiante lugar de la mujer en la industria, en el hogar, en la educación y ante la ley. Mirando hacia el horizonte y hacia atrás hasta donde las paralelas se unen en la perspectiva de la historia, el sociólogo se esfuerza en descubrir todas las relaciones del movimiento sufragista que nos confronta en la actualidad y trata de interpretar su relación con el progreso del género humano. En este empeño, descubrirá que las tasas de nupcialidad y de natalidad, el movimiento por el acceso de la mujer a la educación superior, las demandas de igualdad social y política, no son hechos sin relación entre sí, sino que están orgánicamente conectados en los procesos que tienen su centro en la posición de la mujer en la sociedad humana. El estudiante de economía, de política, de ética o de derecho, estará directamente interesado en fases particulares del proceso. El sociólogo, en cambio, intentará llegar a una visión omnicomprensiva que le permita interpretar la totalidad del movimiento en sus relaciones orgánicas con procesos históricos y actuales. De la misma manera, no importa que el problema se refiera a la democracia, o a la libertad, a la igualdad, a la guerra, armamentos o arbitraje, a los impuestos de aduana o invenciones, a la organización de los trabajadores, a la revolución, a los partidos políticos, a la concentración de la riqueza o a losconflictos entre las clases sociales, el sociólogo se empeñará en descubrir sus implicaciones más amplias y su lugar en los procesos sociales de los cuales hace parte.
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El método empleado en la sociología es primordialmente inductivo. En algunas épocas han predominado los métodos etnológicos y biológicos, pero su dominio ha disminuido en los años recientes. La sociología sufre en gran medida por su incapacidad, hasta el momento, de establecer una base satisfactoria para la clasificación de los fenómenos sociales. Aunque se ha prestado mucha atención a este problema, los resultados alcanzados todavía dejan mucho que desear. El punto de vista general que se tiene en la sociología, en contraste con los puntos de vista particulares de las ciencias sociales especiales, hace que este problema de clasificación sea particularmente difícil y que la ciencia sufra por la masa misma de material indiscriminado que las actividades investigativas y académicas han sacado a la luz. En consecuencia, el proceso de observación e interpretación ha sido algo incierto y los resultados han estado sujetos a discusiones vehementes. El problema fundamental para la sociología consiste en descubrir e interpretar las coexistencias y las secuencias entre los fenómenos sociales. En su estudio de los orígenes y el desarrollo histórico de las formas sociales, la sociología necesariamente hace uso de métodos etnológicos. Acude en forma amplia a métodos comparativos en su intento de correlacionar fenómenos relacionados con el mismo proceso social, bajo la forma en que se presentan en diferentes tiempos y lugares. El método estadístico es de la mayor importancia en la determinación cuantitativa de los fenómenos sociales, mientras que la tendencia prevaleciente a mirar la sociedad desde un punto de vista psicológico ha conducido al método general de análisis psicológico. Los esfuerzos por desarrollar una sociología sistemática de una manera deductiva no han conducido a resultados indisputados aunque en amplios sectores prevalece la hipótesis evolutiva. La gama de métodos que hallan representación entre los sociólogos podría ilustrarse bastante bien entre los escritores norteamericanos mediante una comparación de los trabajos de Morgan, Ward, Giddings, Baldwin, Cooley, Ross, Sumner, Mayo-Smith y Small.
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En la medida en que la sociología moderna se ha desarrollado por el lado filosófico, ha sido naturalmente incapaz de permanecer libre de metafísica. En este aspecto muestra una marcada tendencia al agnosticismo, al materialismo y al determinismo. "Sería un hombre muy temerario", decía el Profesor Giddings en un discurso ante la American Economic Association en 1903, "quien hoy en dia, después de haber recibido una cabal formación académica sobre lo mejor del acervo de conocimientos históricos, se atreviera a proponer una filosofía de la historia en términos de ideas divinas o a rastrear el plan de un Ser Todopoderoso en la secuencia de los eventos humanos. Por otra parte, las interpretaciones caracterizadas como materialistas ... están día a día ganando serio respeto". Aun en el caso en el que la ciencia ha sido confinada al papel más humilde de observación e interpretación de hechos y procesos sociales particulares, sus adeptos han sido incapaces de abstenerse de hacer supuestos ofensivos a la perspectiva cristiana de la vida. Teóricamente, los hechos sociales pueden ser observados como tales, sin necesidad de incorporar consideraciones filosóficas. Pero la observación social que ignora la interpretación moral y social de los hechos y procesos sociales es necesariamente incompleta. Uno tiene que tener algún criterio de interpretación cuando interpreta, y uno tiene siempre tendencia a la interpretación. De esta manera resulta que aún la sociología descriptiva tiende a hacerse directiva o a ofrecer interpretaciones, y al hacerlo, con frecuencia adopta un tono con el cual el cristiano no puede estar de acuerdo. Si, por ejemplo, el sociólogo propone una familia estandarizada con un número limitado de hijos en nombre del progreso humano, por implicación está asumiendo una actitud hacia la ley natural y la ley divina que es completamente repugnante a la teología católica. De la misma manera, cuando interpreta el divorcio solamente en su relación con un supuesto progreso social y encuentra poca o ninguna falta en él, está dejando de lado momentáneamente la ley del matrimonio dada por Cristo. También cuando estudia la relación del Estado con la familia y con el individuo, o las relaciones entre la Iglesia y el Estado, el sociólogo entra en contacto directo con los principios fundamentales de la filosofía social católica. Cuando estudia los fenómenos religiosos de la historia, no puede el sociólogo evadir la toma de una actitud hacia los títulos privativos del cristianismo en su interpretación de los hechos de su historia. De esta manera sucede que la sociología, no solamente en su lado filosófico sino también en el lado de la observación, interpretación y dirección social, tiende a adoptar un tono que con frecuencia es ajeno la filosofía católica y con la misma frecuencia le es antagónico. El profesor Ward le prohibiría a la sociología pura el tener cualquier cosa que ver con la dirección de la conducta humana. Él dice, por ejemplo, en su "Pure Sociology": "Todas las consideraciones éticas, en cualquier sentido por amplio que se tome para esta expresión, tienen que ser ignoradas por el tiempo presente, y la atención concentrarse en el esfuerzo de determinar lo que en realidad es. La Sociología Pura no tiene nada que ver con lo que la Sociología debería ser ni con ninguna clase de ideales sociales. Ella se confina estrictamente al presente y al pasado, dejando que el futuro se ocupe de sí mismo". Pero asigna a lo que él llama Sociología Aplicada la función de dirigir la sociedad hacia sus ideales inmediatos. Dice: "El asunto del que se ocupa la Sociología Pura es el estudio de lo que se ha logrado, el de la Sociología Aplicada es el mejoramiento. La primera se relaciona con el pasado y el presente, la última con el futuro". La sociología difícilmente puede evitar la interpretación y la dirección de la conducta humana y, por consiguiente, difícilmente puede esperarse que evite tomar posiciones definidas en relación con la perspectiva cristiana de la vida.
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La sociología moderna tiene la esperanza de llegar a la metafísica por medio de la observación e interpretación sistemáticas de los hechos y procesos sociales presentes y pasados. Desde la perspectiva cristiana de la vida, sin embargo, las ciencias sociales son guiadas por una metafísica y una filosofía sancionadas. Esta filosofía se deriva, no de inducción sino de la Revelación. Esta visión de la vida accepta desde un principio como de origen divino los preceptos morales y sociales enseñados o reafirmados por Cristo. Por lo tanto, mira a lo real en gran medida desde el punto de vista de lo ideal, y juzga lo primero a la luz de lo segundo. Por supuesto que no olvida en ningún momento que la observación sistemática de la vida y que el conocimiento de sus procesos son esenciales para entender y aplicar los preceptos divinos y para el establecimiento de los ideales espirituales sancionados que profesa. Pero la filosofía social cristiana no derivó, por ejemplo, su doctrina de la hermandad entre los hombres por medio de la inducción, sino que la recibió directamente de los labios de Cristo. Y las consecuencias de ese principio cristiano en la historia humana son incalculables. La visión cristiana de la vida no confunde lo absoluto con lo convencional en la moralidad, aunque en la literatura de la cristiandad se hace a veces mucho énfasis en lo relativo. Una sociología cristiana, por consiguiente, sería una que llevaría siempre consigo la filosofía de Cristo. No podría ella mirar con indiferencia los variados y complicados procesos sociales en medio de los cuales vivimos y nos movemos. En toda su actividad de estudio e interpretación de lo que sucede en la vida --que es en gran medida la función de la sociología-- nunca renuncia a su preocupación por lo que debería ser, sin importar qué tan clara o qué tan difusamente sea percibido ese "debería". En tanto que la sociología moderna anda en la búsqueda de leyes descriptivas para explicar los deseos humanos y se empeña en clasificar los intereses humanos y dar cuenta de las funciones sociales, en ésto busca meramente cambios, uniformidades e interpretaciones, sin que le preocupe ninguna clase de vinculación de éstas con la ley divina. La actuación de la sociología cristiana, por el contrario, está motivada en primer lugar por la preocupación sobre la relación de los cambios sociales con la Ley y la Revelación de Dios. Ella clasifica los procesos, instituciones y relaciones como correctas o incorrectas, buenas o malas, y ofrece a los hombres leyes directivas para la voluntad humana y criterios distintivos de valuación social bajo los cuales debería gobernarse la conducta social. La Economía, en la forma como se desarrolló bajo la influencia cristiana se relacionaba en gran medida con la búsqueda de la justicia en las relaciones entre los hombres con referencia a la propiedad, y no tanto con la evolución de la propiedad en sí misma. Todos los intentos que se hacían para correlacionar e interpretar los fenómenos económicos eran inspirados primordialmente por la búsqueda de la justicia y por la esperanzas de mantener las relaciones industriales dentro del marco de la justicia tal como se entendía ésta. La ciencia política tal como se desarrolló bajo la influencia cristiana, nunca perdió de vista la sanción divina de la autoridad civil. El estudio de las formas y cambios de gobierno, a pesar de lo poco que en ese entonces eran comprendidos los procesos subyacentes, nunca se apartó gran cosa del pensamiento del estado como un fenómeno natural y cristiano y del ejercicio de su autoridad como un poder delegado de lo alto. De este modo, sin importar de cuál de las ciencias sociales se tratara, rudimentaria debido a la visión estática de la sociedad que predominaba, cada una se desarrolló a partir del estudio y la aplicación de los principios morales y sociales derivados de la Revelación de Dios y presentados al creyente por medio de la Iglesia. El gran énfasis puesto en nuestros días de maravillosas investigaciones y de visiones globales de los procesos sociales hace que parezcan crudos esos intentos primitivos de construir una ciencia social; sin embargo, esos intentos se desarrollaron orgánicamente a partir de su contexto histórico y retienen para todos los tiempos títulos de legitimidad no despreciables. Hay una vasta cantidad de material sociológico disperso aquí y allá en los tratados teológicos y morales de la literatura cristiana que todavía conserva su valor en nuestro tiempo. Los esfuerzos de la sociología actual para clasificar los deseos y los intereses fundamentales humanos parecen haber sido anticipados de una manera modesta en el trabajo de los escolásticos medievales. Los tratados teológicos sobre los actos humanos y su moralidad revelan una muy práctica comprensión de la influencia del ambiente objetivo y del subjetivo sobre el carácter. Los tratados sobre el pecado, sobre las virtudes, sobre el buen ejemplo y el malo tocan constantemente sobre los hechos y procesos sociales tal como se entendían entonces. La corriente principal de todo este trabajo no era, sin embargo, mostrar los procesos sociales como tales, ni buscar leyes todavía desconocidas, sino habilitar al individuo para descubrirse a sí mismo en los procesos sociales y para mantener su conducta de acuerdo con sus ideales.
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Hay alguna confusión al hablar de la sociología de este modo por cuanto aparentemente se hace más referencia a la dirección moral que a la investigación. Las relaciones entre todas las ciencias sociales son muy estrechas. Los resultados establecidos en los campos de las ciencias sociales tendrán siempre la mayor importancia para la ética cristiana. ella tiene que retomar los resultados indisputados de la investigación social y a veces ampliar sus propias definiciones. También tiene que reformular derechos y obligaciones en términos de nuevas relaciones sociales y ajustar su propio sistema a muchos de los resultados que puede aceptar de manos de los espléndidos esfuerzos intelectuales dedicados a los estudios sociales. Bouquillon (q.v.), quien fue un distinguido teólogo, se lamentaba de no haber prestado suficiente atención a los resultados de la investigación social moderna. Se puede encontrar una ilustración en el problema de la propiedad privada, que es un centro de tormenta en las vida moderna y es el objeto del más agudo estudio desde el punto de vista de las ciencias sociales. Como Suum cuique (a cada uno lo suyo) puede designarse a la ley de justicia que está detrás de todos los cambios sociales y ha sido sancionada para todos los tiempos. Pero los procesos sociales que cambian de tiempo en tiempo el contenido del suum no pueden ser ignorados. Todos los días pueden observarse cambios en las formas de propiedad y las variadas consecuencias de no lograr obtenerla y de tenerla en exceso. Es innegable que la ética tiene entre sus funciones la de enseñar las sanciones de la propiedad privada y defenderlas, pero tiene que estar dispuesta a aprender el significado sociológico de la propiedad, la significación de los cambios en sus formas y las leyes que gobiernan dichos cambios. Esto es en gran medida el trabajo de otras ciencias sociales. La ética tiene que proclamar los derechos naturales inviolables del individuo a la propiedad privada bajo ciertas formas. Tiene que proclamar las perniciosas consecuencias morales que pueden fluir de ciertas condiciones de propiedad, pero fracasaría en su elevada misión a menos que en su trabajo ético indispensable tome en cuenta los resultados establecidos de la investigación social. Los complejos problemas de la propiedad exigen el trabajo conjunto de la economía, la ética, la sociología, la política, y cada una de estas ciencias tiene mucho que aprender de las otras. Y de la misma manera, así el problema tenga relación con la familia cristiana, con las relaciones entre las clases sociales, el altruismo, la modificación de las formas de gobierno o el cambiante estatus de la mujer, la representante de la visión cristiana de la vida no puede ni por un momento ignorar los resultados de estas ciencias sociales particulares.
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En los días modernos se han establecido relaciones más estrechas entre la ética cristiana y la sociología. Las condiciones sociales modernas con sus rápidos cambios, acompañadas por el desasosiego ético y filosófico, han planteado un desafío que la Iglesia cristiana tiene que enfrentar sin vacilación. La Iglesia Católica no ha dejado de hacer oír su voz de una manera definida en estas circunstancias. La Escuela de la Reforma Social Católica, que ha alcanzado un desarrollo tan espléndido en el continente europeo, representa la simpatía más estrecha entre la vieja ética cristiana y las investigaciones sociológicas posteriores. Los problemas de pobreza vistos en sus relaciones orgánicas con la organización social como un todo, los problemas y desafíos planteados por la clase trabajadora industrial moderna, la demanda de una ampliación de las definiciones de la responsabilidad individual y social para enfrentar los hechos del poder social moderno de la clase que sea, la reafirmación de los derechos de los individuos, son temas que han sido afrontados por este movimiento cristiano integral moderno con los resultados más felices. Se ha producido una abundante literatura en la cual la ética cristiana toma ampliamente en cuenta las investigaciones sociales modernas, y las teorías así formuladas han creado un movimiento de mejora social que está jugando un notable papel en la historia actual de Europa.
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Puesto que todas las ciencias sociales se ocupan del mismo hecho complejo de la asociación humana, es apenas de esperarse que las ciencias más antiguas tengan en su literatura mucho material que a la larga pasa al acervo de las más recientes. En consecuencia, se encontrará abundante material sociológico a lo largo de la historia de las otras ciencias sociales. La palabra "sociología" procede de Augusto Comte, quien la usó en su curso de filosofía positiva para designar una de las secciones de su esquema de las ciencias. Spencer sancionó el uso de la palabra y le dio un sitio permanente en la literatura usándolo sin reservas en su propio sistema de filosofía. Él acometió la explicación de los cambios sociales como fases en el gran proceso incluyente de la evolución. La sociedad era concebida como un organismo; la investigación y la exposición se regían en gran medida por la analogía biológica. Schaeffle, Lilienfeld y René Worms fueron exponentes posteriores de este mismo punto de vista. Escuelas más recientes de sociología se han emancipado del predominio de la analogía biológica y se han vuelto hacia los aspectos etnológicos, antropológicos y psicológicos de los grandes problemas involucrados. Se han hecho repetidos intentos por descubrir el principio unificador fundamental que permita clasificar y explicar todos los procesos sociales, pero ninguno de estos intentos ha logrado aceptación general. La corriente hoy en día se dirige preponderantemente en la dirección de los aspectos sicológicos de la asociación humana. En los Estados Unidos se puede considerar a los profesores Giddings y Baldwin como los representantes de esta corriente. Aparte de estos intentos de desarrollar una sociología sistemática o filosófica, escasamente se encuentra algún aspecto de la asociación humana que no esté en la actualidad bajo investigación desde el punto de vista sociológico. Está fuera de discusión que esta actividad en un campo de tan grande interés para el bienestar del género humano es muy prometedora para el progreso de la humanidad. Aun hoy en día los hombres de estado, maestros de religión, educadores y líderes de movimientos de mejora social no dejan de aprovechar los resultados de la investigación sociológica.
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(Véase Iglesia, Ética; Psicologia; y artículos sobre las otras ciencias sociales.)
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Los siguientes libros de texto resumen el campo de la sociología desde varios puntos de vista: WARD, Outlines of Sociology (Nueva York, 1898); DEALY, Sociology (Nueva York, 1909); GUMPLOWICZ, Outlines of Soc. (tr. MOORE), pub. por Amer. Acad. of Soc. and Pol. Sc. (1899); GIDDINGS, Elem. of Soc. (Nueva York, 1898); BASCOM, Sociology; BLACKMAR, Elem. of Soc. (Nueva York, 1905); STUCKENBERG, Sociology (Nueva York, 1903).
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Los siguientes tratados generales se enfocan hacia presentar el nuevo punto de vista sociológico: Ross, Social Control (Nueva York, 1901); IDEM, Soc. Psychology (NuevaYork, 1908); COOLEY, Soc. Organization (Nueva York, 1909); SMALL, General Soc. (Chicago, 1905); IDEM, Meaning of Social Science (Chicago, 1910); McDOUGAL, Soc. Psychology (Londres); BALDWIN, Social and Ethical Interpretations (Nueva York, 1902); KIDD, Soc. Evolution (Nueva York, 1894). Tratados sistemáticos: SPENCER, Principle, of Soc.; SCHAEFFLE, Bau und Leben des sozialen Korpers; LILIENFELD, Gedanken über die Sozialwissenschaft der Zukunft (5 vols., Mitau, 1873); LETOURNEAU, La sociologie, tr. TRALLOPE (París, 1884); TARDE, The Laws of Imitation, tr. PARSONS (Nueva York, 1903); SIMMEL, Soziologie (Leipzig, 1908); WARD, Pure Soc. (Nueva York, 1903); IDEM, Applied Soc. (Nueva York, 1906); GIDDINGS, Principles of Soc. (Nueva York, 1899); IDEM, Inductive Soc. (Nueva York, 1901).
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Publicaciones periódicas: Annales de l'inst. interna. de soc.; Rev. intern. de soc.; American Jour. of Soc.
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Pueden encontrarse discusiones sobre la naturaleza y relaciones de la sociología en las Actas de las reuniones de las asociaciones de ciencias económicas, históricas y políticas y el los libros de texto de las varias ciencias sociales. Para una discusión de la ciencia desde un punto de vista católico, véase SLATER, Modern Sociology en el Irish Theo. Quart., VI, nos. 21, 22.
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WILLIAM J. KERBY.
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Transcrito por Douglas J. Potter
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Traducido por Jorge Lopera Palacios
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Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús

Revisión de 03:59 9 ene 2013

Las aspiraciones de la sociología (socius, socio, compañero; logos, ciencia) a un lugar en la jerarquía de las ciencias están sujetos a una variada controversia. Se ha alegado que no hay un problema definido para una ciencia de la sociología, ninguna característica de la sociedad humana que no esté ya cubierta en las ciencias sociales ya establecidas. Adicionalmente, se ha argumentado que mientras que el futuro puede ofrecer oportunidades para una ciencia como la sociología, su condición actual deja mucho que desear. Más todavía, entre los mismos sociólogos abundan las discusiones y desacuerdos sobre los objetivos, problemas y métodos de la ciencia. Más alla de esta confusión en los círculos científicos, también se originan malos entendidos por el hábito popular de confundir sociología con filantropía, ética, caridad y ayuda, reforma social, estadística, problemas municipales, socialismo, saneamiento ambiental, criminología y política. Difícilmente puede esperarse que no ocurran diferencias de opinión cuando los miembros de la academia se empeñen en describir en términos simples los complejos procesos sociales; en acomodar una vasta variedad de datos históricos y contemporáneos en clases lógicas rígidamente delimitadas, y en demarcar para fines de investigación secciones de la realidad que de hecho se traslapan en cientos de puntos. A pesar de todo, los esfuerzos que se hacen para crear una ciencia sociológica han conducido a resultados notables. A estas tarea han sido atraidas mentes de altísimo nivel y se ha producido literatura de alto grado de excelencia; las ciencias afines se han visto profundamente afectadas por el nuevo punto de vista que la Sociología ha fomentado; y la enseñanza de la ciencia ha logrado un reconocimiento indisputado en las universidades del mundo.

La ciencia económica tiene por objeto investigar las formas, relaciones y procesos que ocurren entre los hombres en sus esfuerzos conjuntos para proveer de manera inmediata o de manera mediata a sus necesidades físicas; esta ciencia se ocupa de los fenómenos resultantes de la producción, distribución y consumo de la riqueza. La ciencia de la política se ocupa de las relaciones sociales estables que resultan de los esfuerzos de unidades sociales soberanas para mantener su integridad en el transcurso de sus relaciones internas y externas, y para promover el progreso humano; el Estado es la institución alrededor de la cual se centran estas actividades. Por consiguiente, los ropajes que adopta la soberanía, los procesos de cambio que ocurren entre estos, y las cambiantes funciones del gobierno constituyen problemas centrales en este campo de investigación. La ciencia de las religiones busca describir las relaciones sociales estables que ocurren colectivamente cuando los hombres en forma colectiva se esfuerzan en entender las leyes que rigen sus relaciones con un Ser Supremo y en ajustar su adoración y conducta a Su suprema voluntad. La ciencia del derecho se ocupa de los principios, relaciones e instituciones por medio de los cuales el estado soberano define, dirige y sanciona las más importantes relaciones entre el individuo y la colectividad. La ciencia de la ética tiene por objeto la exposición de los principios y sanciones por medio de los cuales toda conducta humana, tanto individual como social, se ajusta al fin supremo del hombre o, en el sentido cristiano del término, a la voluntad de Dios. La ciencia de la historia, que asume la ley de la continuidad en la sociedad humana, se empeña en examinar todo el panorama de la historia humana para descubrir y describir de una manera amplia los procesos de cambio que han ocurrido en las relaciones sociales, cualquier clase que ellas sean. Cada una de estas ciencias sociales es analítica o descriptiva, pero en su completo desarrollo debería tener un lado normativo o directivo. Para decirlo en lenguaje técnico, debería ser teleológica. La función completa de cada una de ellas debería incluir el establecimiento de un propósito para la conducta humana y debería ofrecer dirección hacia él, lo cual modificado por la posición de cada uno en relación con las demás personas.

Algunos sociólogos se empeñan en establecer su ciencia como algo lógicamente antecedente de todas las mencionadas anteriormente. De acuerdo con este punto de vista, la sociología debería ocuparse de las fases generales de los procesos de la asociación humana y debería suministrar una introducción a las ciencias sociales especiales. Otros se esfuerzan en colocarla como la síntesis filosófica de los resultados obtenidos por las ciencias sociales especiales; bajo este punto de vista tendría alguna semejanza con la filosofía de la historia. Gidding incluye ambas funciones en su descripción de la ciencia. En sus "Principles of sociology" dice: "En tanto que, en el sentido más amplio de la palabra, la Sociología abarca toda la ciencia de la sociedad y es coextensiva con la totalidad del campo de las ciencias sociales, en un sentido más restringido y para los propósitos de un estudio universitario y de exposición general, se puede definir como la ciencia de los elementos y primeros principios sociales .... Sus principios de largo alcance son los postulados de las ciencias especiales y, como tales, coordinan el cuerpo total de generalizaciones sociales y los articulan en un gran conjunto científico"(p.33).

Hay una tendencia general hacia el establecimiento de un interés único dominante en los grupos sociales. Períodos de equilibrio inestable usualmente son seguidos por épocas constructivas en las cuales algún interés social tiende a dominar. Este es el caso lo mismo cuando los grupos sociales son primitivos y aislados que cuando son altamente organizados y progresistas. Como base de la unidad social puede servir ya sea la preocupación por la alimentación, el mantenimiento del grupo frente a una invasión, la sed de conquista encarnada en un líder o el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. En cualquier caso, la tendencia de los grupos sociales hacia la unidad es prácticamente universal. En estados más primitivos de la civilización el proceso es relativamente simple, pero hoy en día, cuando las diferencias de clima, raza, ambiente, tipo y lugar son superadas por el progreso en el transporte, en los viajes, las comunicaciones y la industria, el proceso es extremadamente complejo. Las instituciones políticas, las lenguas y las tradiciones raciales ya no limitan el horizonte del pensador. Hoy todos los estados están sumergidos en la visión más global de la humanidad. Todas las culturas, civilizaciones, siglos, todas las guerras y armamentos, todas las naciones y costumbres se presentan delante del estudioso de la sociedad. Orígenes hasta ahora ocultos aparecen expuestos a su mirada confundida. Interpretaciones venerables por su antigüedad y poderosas por el mismo hecho de que hasta ahora habían recibido aceptación sin ningún cuestionamiento son barridas y remplazadas por explicaciones más recientes.Docenas de ciencias sociales fluyen con impaciencia torrencial, arrojando sus resultados a los piés del estudioso. Miles de mentes están atareadas día y noche en la recolección de datos, en ofrecer interpretaciones y buscar interrelaciones. Las ciencias sociales se han visto tan sobrecargadas de datos y tan confundidas por las variadas interpretaciones, que tienden a escindirse en ciencias subsidiarias separadas con la esperanza de que la mente pueda así escapar a sus propias limitaciones y encontras ayuda para su poder de generalización. Los factores y procesos económicos son estudiados más industriosamente que nunca, pero se ha encontrado que ellos tienen implicaciones vitales que no son económicas. Los hechos políticos, religiosos, educativos y sociales han sido encontrados saturados de significados hasta ahora insospechados, los cuales la misma ciencia es incapaz de manejar en cada caso particular.

En esta situación, se presentan tres líneas generales de trabajo:

Hay necesidad de un estudio cuidadoso de los hechos sociales comunes y corrientes desde un punto de vista más amplio que el que alienta cada ciencia social particular. Los resultados obtenidos al interior de las diferentes ciencias sociales y entre ellas deberían reunirse en interpretaciones generales. Es necesaria una filosofía social que retome los resultados establecidos de estas ciencias y los estructure, por medio del poder cohesivo de la metafísica y de la filosofía, en un intento de interpretación del curso global de la sociedad humana misma. El Profesor Small describe la situación de esta manera: "Necesitamos una explicación genética, estática y teleológica de la vida humana en sociedad; una explicación en la que uno se pueda apoyar como base para una filosofía de conducta. Para lograr derivar dicha explicación sería necesario llevar a cabo un programa de análisis y síntesis del proceso social en todas sus fases".

En conjunto, el tratamiento sociológico de los hechos sociales es mucho más amplio que el que se encuentra en las otras ciencias sociales y, por consiguiente, sus interpretaciones son más comprensivas. Se hace un esfuerzo en seguir el punto de vista social para estudiar los hechos sociales en el contexto total de sus relaciones orgánicas. De este modo, por ejemplo, si el sociólogo estudia el asunto del sufragio femenino, éste aparece como una fase en un movimiento mundial. El sociólogo se remonta a través de la historia disponible de todos los tiempos y civilizaciones en el intento de rastrear el cambiante lugar de la mujer en la industria, en el hogar, en la educación y ante la ley. Mirando hacia el horizonte y hacia atrás hasta donde las paralelas se unen en la perspectiva de la historia, el sociólogo se esfuerza en descubrir todas las relaciones del movimiento sufragista que nos confronta en la actualidad y trata de interpretar su relación con el progreso del género humano. En este empeño, descubrirá que las tasas de nupcialidad y de natalidad, el movimiento por el acceso de la mujer a la educación superior, las demandas de igualdad social y política, no son hechos sin relación entre sí, sino que están orgánicamente conectados en los procesos que tienen su centro en la posición de la mujer en la sociedad humana. El estudiante de economía, de política, de ética o de derecho, estará directamente interesado en fases particulares del proceso. El sociólogo, en cambio, intentará llegar a una visión omnicomprensiva que le permita interpretar la totalidad del movimiento en sus relaciones orgánicas con procesos históricos y actuales. De la misma manera, no importa que el problema se refiera a la democracia, o a la libertad, a la igualdad, a la guerra, armamentos o arbitraje, a los impuestos de aduana o invenciones, a la organización de los trabajadores, a la revolución, a los partidos políticos, a la concentración de la riqueza o a losconflictos entre las clases sociales, el sociólogo se empeñará en descubrir sus implicaciones más amplias y su lugar en los procesos sociales de los cuales hace parte.

El método empleado en la sociología es primordialmente inductivo. En algunas épocas han predominado los métodos etnológicos y biológicos, pero su dominio ha disminuido en los años recientes. La sociología sufre en gran medida por su incapacidad, hasta el momento, de establecer una base satisfactoria para la clasificación de los fenómenos sociales. Aunque se ha prestado mucha atención a este problema, los resultados alcanzados todavía dejan mucho que desear. El punto de vista general que se tiene en la sociología, en contraste con los puntos de vista particulares de las ciencias sociales especiales, hace que este problema de clasificación sea particularmente difícil y que la ciencia sufra por la masa misma de material indiscriminado que las actividades investigativas y académicas han sacado a la luz. En consecuencia, el proceso de observación e interpretación ha sido algo incierto y los resultados han estado sujetos a discusiones vehementes. El problema fundamental para la sociología consiste en descubrir e interpretar las coexistencias y las secuencias entre los fenómenos sociales. En su estudio de los orígenes y el desarrollo histórico de las formas sociales, la sociología necesariamente hace uso de métodos etnológicos. Acude en forma amplia a métodos comparativos en su intento de correlacionar fenómenos relacionados con el mismo proceso social, bajo la forma en que se presentan en diferentes tiempos y lugares. El método estadístico es de la mayor importancia en la determinación cuantitativa de los fenómenos sociales, mientras que la tendencia prevaleciente a mirar la sociedad desde un punto de vista psicológico ha conducido al método general de análisis psicológico. Los esfuerzos por desarrollar una sociología sistemática de una manera deductiva no han conducido a resultados indisputados aunque en amplios sectores prevalece la hipótesis evolutiva. La gama de métodos que hallan representación entre los sociólogos podría ilustrarse bastante bien entre los escritores norteamericanos mediante una comparación de los trabajos de Morgan, Ward, Giddings, Baldwin, Cooley, Ross, Sumner, Mayo-Smith y Small.

En la medida en que la sociología moderna se ha desarrollado por el lado filosófico, ha sido naturalmente incapaz de permanecer libre de metafísica. En este aspecto muestra una marcada tendencia al agnosticismo, al materialismo y al determinismo. "Sería un hombre muy temerario", decía el Profesor Giddings en un discurso ante la American Economic Association en 1903, "quien hoy en dia, después de haber recibido una cabal formación académica sobre lo mejor del acervo de conocimientos históricos, se atreviera a proponer una filosofía de la historia en términos de ideas divinas o a rastrear el plan de un Ser Todopoderoso en la secuencia de los eventos humanos. Por otra parte, las interpretaciones caracterizadas como materialistas ... están día a día ganando serio respeto". Aun en el caso en el que la ciencia ha sido confinada al papel más humilde de observación e interpretación de hechos y procesos sociales particulares, sus adeptos han sido incapaces de abstenerse de hacer supuestos ofensivos a la perspectiva cristiana de la vida. Teóricamente, los hechos sociales pueden ser observados como tales, sin necesidad de incorporar consideraciones filosóficas. Pero la observación social que ignora la interpretación moral y social de los hechos y procesos sociales es necesariamente incompleta. Uno tiene que tener algún criterio de interpretación cuando interpreta, y uno tiene siempre tendencia a la interpretación. De esta manera resulta que aún la sociología descriptiva tiende a hacerse directiva o a ofrecer interpretaciones, y al hacerlo, con frecuencia adopta un tono con el cual el cristiano no puede estar de acuerdo. Si, por ejemplo, el sociólogo propone una familia estandarizada con un número limitado de hijos en nombre del progreso humano, por implicación está asumiendo una actitud hacia la ley natural y la ley divina que es completamente repugnante a la teología católica. De la misma manera, cuando interpreta el divorcio solamente en su relación con un supuesto progreso social y encuentra poca o ninguna falta en él, está dejando de lado momentáneamente la ley del matrimonio dada por Cristo. También cuando estudia la relación del Estado con la familia y con el individuo, o las relaciones entre la Iglesia y el Estado, el sociólogo entra en contacto directo con los principios fundamentales de la filosofía social católica. Cuando estudia los fenómenos religiosos de la historia, no puede el sociólogo evadir la toma de una actitud hacia los títulos privativos del cristianismo en su interpretación de los hechos de su historia. De esta manera sucede que la sociología, no solamente en su lado filosófico sino también en el lado de la observación, interpretación y dirección social, tiende a adoptar un tono que con frecuencia es ajeno la filosofía católica y con la misma frecuencia le es antagónico. El profesor Ward le prohibiría a la sociología pura el tener cualquier cosa que ver con la dirección de la conducta humana. Él dice, por ejemplo, en su "Pure Sociology": "Todas las consideraciones éticas, en cualquier sentido por amplio que se tome para esta expresión, tienen que ser ignoradas por el tiempo presente, y la atención concentrarse en el esfuerzo de determinar lo que en realidad es. La Sociología Pura no tiene nada que ver con lo que la Sociología debería ser ni con ninguna clase de ideales sociales. Ella se confina estrictamente al presente y al pasado, dejando que el futuro se ocupe de sí mismo". Pero asigna a lo que él llama Sociología Aplicada la función de dirigir la sociedad hacia sus ideales inmediatos. Dice: "El asunto del que se ocupa la Sociología Pura es el estudio de lo que se ha logrado, el de la Sociología Aplicada es el mejoramiento. La primera se relaciona con el pasado y el presente, la última con el futuro". La sociología difícilmente puede evitar la interpretación y la dirección de la conducta humana y, por consiguiente, difícilmente puede esperarse que evite tomar posiciones definidas en relación con la perspectiva cristiana de la vida.

La sociología moderna tiene la esperanza de llegar a la metafísica por medio de la observación e interpretación sistemáticas de los hechos y procesos sociales presentes y pasados. Desde la perspectiva cristiana de la vida, sin embargo, las ciencias sociales son guiadas por una metafísica y una filosofía sancionadas. Esta filosofía se deriva, no de inducción sino de la Revelación. Esta visión de la vida accepta desde un principio como de origen divino los preceptos morales y sociales enseñados o reafirmados por Cristo. Por lo tanto, mira a lo real en gran medida desde el punto de vista de lo ideal, y juzga lo primero a la luz de lo segundo. Por supuesto que no olvida en ningún momento que la observación sistemática de la vida y que el conocimiento de sus procesos son esenciales para entender y aplicar los preceptos divinos y para el establecimiento de los ideales espirituales sancionados que profesa. Pero la filosofía social cristiana no derivó, por ejemplo, su doctrina de la hermandad entre los hombres por medio de la inducción, sino que la recibió directamente de los labios de Cristo. Y las consecuencias de ese principio cristiano en la historia humana son incalculables. La visión cristiana de la vida no confunde lo absoluto con lo convencional en la moralidad, aunque en la literatura de la cristiandad se hace a veces mucho énfasis en lo relativo. Una sociología cristiana, por consiguiente, sería una que llevaría siempre consigo la filosofía de Cristo. No podría ella mirar con indiferencia los variados y complicados procesos sociales en medio de los cuales vivimos y nos movemos. En toda su actividad de estudio e interpretación de lo que sucede en la vida --que es en gran medida la función de la sociología-- nunca renuncia a su preocupación por lo que debería ser, sin importar qué tan clara o qué tan difusamente sea percibido ese "debería". En tanto que la sociología moderna anda en la búsqueda de leyes descriptivas para explicar los deseos humanos y se empeña en clasificar los intereses humanos y dar cuenta de las funciones sociales, en ésto busca meramente cambios, uniformidades e interpretaciones, sin que le preocupe ninguna clase de vinculación de éstas con la ley divina. La actuación de la sociología cristiana, por el contrario, está motivada en primer lugar por la preocupación sobre la relación de los cambios sociales con la Ley y la Revelación de Dios. Ella clasifica los procesos, instituciones y relaciones como correctas o incorrectas, buenas o malas, y ofrece a los hombres leyes directivas para la voluntad humana y criterios distintivos de valuación social bajo los cuales debería gobernarse la conducta social. La Economía, en la forma como se desarrolló bajo la influencia cristiana se relacionaba en gran medida con la búsqueda de la justicia en las relaciones entre los hombres con referencia a la propiedad, y no tanto con la evolución de la propiedad en sí misma. Todos los intentos que se hacían para correlacionar e interpretar los fenómenos económicos eran inspirados primordialmente por la búsqueda de la justicia y por la esperanzas de mantener las relaciones industriales dentro del marco de la justicia tal como se entendía ésta. La ciencia política tal como se desarrolló bajo la influencia cristiana, nunca perdió de vista la sanción divina de la autoridad civil. El estudio de las formas y cambios de gobierno, a pesar de lo poco que en ese entonces eran comprendidos los procesos subyacentes, nunca se apartó gran cosa del pensamiento del estado como un fenómeno natural y cristiano y del ejercicio de su autoridad como un poder delegado de lo alto. De este modo, sin importar de cuál de las ciencias sociales se tratara, rudimentaria debido a la visión estática de la sociedad que predominaba, cada una se desarrolló a partir del estudio y la aplicación de los principios morales y sociales derivados de la Revelación de Dios y presentados al creyente por medio de la Iglesia. El gran énfasis puesto en nuestros días de maravillosas investigaciones y de visiones globales de los procesos sociales hace que parezcan crudos esos intentos primitivos de construir una ciencia social; sin embargo, esos intentos se desarrollaron orgánicamente a partir de su contexto histórico y retienen para todos los tiempos títulos de legitimidad no despreciables. Hay una vasta cantidad de material sociológico disperso aquí y allá en los tratados teológicos y morales de la literatura cristiana que todavía conserva su valor en nuestro tiempo. Los esfuerzos de la sociología actual para clasificar los deseos y los intereses fundamentales humanos parecen haber sido anticipados de una manera modesta en el trabajo de los escolásticos medievales. Los tratados teológicos sobre los actos humanos y su moralidad revelan una muy práctica comprensión de la influencia del ambiente objetivo y del subjetivo sobre el carácter. Los tratados sobre el pecado, sobre las virtudes, sobre el buen ejemplo y el malo tocan constantemente sobre los hechos y procesos sociales tal como se entendían entonces. La corriente principal de todo este trabajo no era, sin embargo, mostrar los procesos sociales como tales, ni buscar leyes todavía desconocidas, sino habilitar al individuo para descubrirse a sí mismo en los procesos sociales y para mantener su conducta de acuerdo con sus ideales.

Hay alguna confusión al hablar de la sociología de este modo por cuanto aparentemente se hace más referencia a la dirección moral que a la investigación. Las relaciones entre todas las ciencias sociales son muy estrechas. Los resultados establecidos en los campos de las ciencias sociales tendrán siempre la mayor importancia para la ética cristiana. ella tiene que retomar los resultados indisputados de la investigación social y a veces ampliar sus propias definiciones. También tiene que reformular derechos y obligaciones en términos de nuevas relaciones sociales y ajustar su propio sistema a muchos de los resultados que puede aceptar de manos de los espléndidos esfuerzos intelectuales dedicados a los estudios sociales. Bouquillon (q.v.), quien fue un distinguido teólogo, se lamentaba de no haber prestado suficiente atención a los resultados de la investigación social moderna. Se puede encontrar una ilustración en el problema de la propiedad privada, que es un centro de tormenta en las vida moderna y es el objeto del más agudo estudio desde el punto de vista de las ciencias sociales. Como Suum cuique (a cada uno lo suyo) puede designarse a la ley de justicia que está detrás de todos los cambios sociales y ha sido sancionada para todos los tiempos. Pero los procesos sociales que cambian de tiempo en tiempo el contenido del suum no pueden ser ignorados. Todos los días pueden observarse cambios en las formas de propiedad y las variadas consecuencias de no lograr obtenerla y de tenerla en exceso. Es innegable que la ética tiene entre sus funciones la de enseñar las sanciones de la propiedad privada y defenderlas, pero tiene que estar dispuesta a aprender el significado sociológico de la propiedad, la significación de los cambios en sus formas y las leyes que gobiernan dichos cambios. Esto es en gran medida el trabajo de otras ciencias sociales. La ética tiene que proclamar los derechos naturales inviolables del individuo a la propiedad privada bajo ciertas formas. Tiene que proclamar las perniciosas consecuencias morales que pueden fluir de ciertas condiciones de propiedad, pero fracasaría en su elevada misión a menos que en su trabajo ético indispensable tome en cuenta los resultados establecidos de la investigación social. Los complejos problemas de la propiedad exigen el trabajo conjunto de la economía, la ética, la sociología, la política, y cada una de estas ciencias tiene mucho que aprender de las otras. Y de la misma manera, así el problema tenga relación con la familia cristiana, con las relaciones entre las clases sociales, el altruismo, la modificación de las formas de gobierno o el cambiante estatus de la mujer, la representante de la visión cristiana de la vida no puede ni por un momento ignorar los resultados de estas ciencias sociales particulares.

En los días modernos se han establecido relaciones más estrechas entre la ética cristiana y la sociología. Las condiciones sociales modernas con sus rápidos cambios, acompañadas por el desasosiego ético y filosófico, han planteado un desafío que la Iglesia cristiana tiene que enfrentar sin vacilación. La Iglesia Católica no ha dejado de hacer oír su voz de una manera definida en estas circunstancias. La Escuela de la Reforma Social Católica, que ha alcanzado un desarrollo tan espléndido en el continente europeo, representa la simpatía más estrecha entre la vieja ética cristiana y las investigaciones sociológicas posteriores. Los problemas de pobreza vistos en sus relaciones orgánicas con la organización social como un todo, los problemas y desafíos planteados por la clase trabajadora industrial moderna, la demanda de una ampliación de las definiciones de la responsabilidad individual y social para enfrentar los hechos del poder social moderno de la clase que sea, la reafirmación de los derechos de los individuos, son temas que han sido afrontados por este movimiento cristiano integral moderno con los resultados más felices. Se ha producido una abundante literatura en la cual la ética cristiana toma ampliamente en cuenta las investigaciones sociales modernas, y las teorías así formuladas han creado un movimiento de mejora social que está jugando un notable papel en la historia actual de Europa.

Puesto que todas las ciencias sociales se ocupan del mismo hecho complejo de la asociación humana, es apenas de esperarse que las ciencias más antiguas tengan en su literatura mucho material que a la larga pasa al acervo de las más recientes. En consecuencia, se encontrará abundante material sociológico a lo largo de la historia de las otras ciencias sociales. La palabra "sociología" procede de Augusto Comte, quien la usó en su curso de filosofía positiva para designar una de las secciones de su esquema de las ciencias. Spencer sancionó el uso de la palabra y le dio un sitio permanente en la literatura usándolo sin reservas en su propio sistema de filosofía. Él acometió la explicación de los cambios sociales como fases en el gran proceso incluyente de la evolución. La sociedad era concebida como un organismo; la investigación y la exposición se regían en gran medida por la analogía biológica. Schaeffle, Lilienfeld y René Worms fueron exponentes posteriores de este mismo punto de vista. Escuelas más recientes de sociología se han emancipado del predominio de la analogía biológica y se han vuelto hacia los aspectos etnológicos, antropológicos y psicológicos de los grandes problemas involucrados. Se han hecho repetidos intentos por descubrir el principio unificador fundamental que permita clasificar y explicar todos los procesos sociales, pero ninguno de estos intentos ha logrado aceptación general. La corriente hoy en día se dirige preponderantemente en la dirección de los aspectos sicológicos de la asociación humana. En los Estados Unidos se puede considerar a los profesores Giddings y Baldwin como los representantes de esta corriente. Aparte de estos intentos de desarrollar una sociología sistemática o filosófica, escasamente se encuentra algún aspecto de la asociación humana que no esté en la actualidad bajo investigación desde el punto de vista sociológico. Está fuera de discusión que esta actividad en un campo de tan grande interés para el bienestar del género humano es muy prometedora para el progreso de la humanidad. Aun hoy en día los hombres de estado, maestros de religión, educadores y líderes de movimientos de mejora social no dejan de aprovechar los resultados de la investigación sociológica.

(Véase Iglesia, Ética; Psicologia; y artículos sobre las otras ciencias sociales.)

Los siguientes libros de texto resumen el campo de la sociología desde varios puntos de vista: WARD, Outlines of Sociology (Nueva York, 1898); DEALY, Sociology (Nueva York, 1909); GUMPLOWICZ, Outlines of Soc. (tr. MOORE), pub. por Amer. Acad. of Soc. and Pol. Sc. (1899); GIDDINGS, Elem. of Soc. (Nueva York, 1898); BASCOM, Sociology; BLACKMAR, Elem. of Soc. (Nueva York, 1905); STUCKENBERG, Sociology (Nueva York, 1903). Los siguientes tratados generales se enfocan hacia presentar el nuevo punto de vista sociológico: Ross, Social Control (Nueva York, 1901); IDEM, Soc. Psychology (NuevaYork, 1908); COOLEY, Soc. Organization (Nueva York, 1909); SMALL, General Soc. (Chicago, 1905); IDEM, Meaning of Social Science (Chicago, 1910); McDOUGAL, Soc. Psychology (Londres); BALDWIN, Social and Ethical Interpretations (Nueva York, 1902); KIDD, Soc. Evolution (Nueva York, 1894). Tratados sistemáticos: SPENCER, Principle, of Soc.; SCHAEFFLE, Bau und Leben des sozialen Korpers; LILIENFELD, Gedanken über die Sozialwissenschaft der Zukunft (5 vols., Mitau, 1873); LETOURNEAU, La sociologie, tr. TRALLOPE (París, 1884); TARDE, The Laws of Imitation, tr. PARSONS (Nueva York, 1903); SIMMEL, Soziologie (Leipzig, 1908); WARD, Pure Soc. (Nueva York, 1903); IDEM, Applied Soc. (Nueva York, 1906); GIDDINGS, Principles of Soc. (Nueva York, 1899); IDEM, Inductive Soc. (Nueva York, 1901). Publicaciones periódicas: Annales de l'inst. interna. de soc.; Rev. intern. de soc.; American Jour. of Soc. Pueden encontrarse discusiones sobre la naturaleza y relaciones de la sociología en las Actas de las reuniones de las asociaciones de ciencias económicas, históricas y políticas y el los libros de texto de las varias ciencias sociales. Para una discusión de la ciencia desde un punto de vista católico, véase SLATER, Modern Sociology en el Irish Theo. Quart., VI, nos. 21, 22.

WILLIAM J. KERBY. Transcrito por Douglas J. Potter Traducido por Jorge Lopera Palacios Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús