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Miércoles, 4 de diciembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Frente del Altar»

De Enciclopedia Católica

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El frontal (antipendium, pallium altaris) es un manto que cubre completamente la parte delantera del altar, desde el nivel bajo (mensa) hasta la predella, y desde la esquina del evangelio, al lado de la epístola.  Su origen muy probablemente debe trazarse a las cortinas de seda o de otros materiales preciosos que se utilizaron en la antigüedad, y que cubrían la parte abierta del altar, para presevar a los santos que normalmente se colocaban allí.
 
Más tarde piezas individuales de cortinas se convirtieron en una sola pieza de manera que se cubría totalmente el altar y que era suspendida desde la parte superior de éste.  Se prohiben los mantos que cubren solamente una parte del altar (Cong. Sac. Rit., 10 de septiembre de 1898).  Si es posible que la parte de atrás del altar pueda ser vista por los fieles, entonces, esa parte también debe cubrirse con el antipendium (Caerem. Episc., I, III, 11).  El material del que debe estar hecho no está prescrito en las rúbricas.
 
A veces esta gran cortina está elaborada incluyendo en sus materiales, materiales preciosos, adornados con gemas, joyas, o cristales de oro, terciopelo o seda, en ocasiones también se tienen perlas; existen casos en los cuales los materiales son similares a los de las vestimentas sagradas.  Es evidente la intención que se ha tenido en cuanto a adornar el altar (Rubr. Gen. Miss., tit.).  Existen ocasiones en las cuales el altar está hecho de madera o mármol, estando también su fachada bellamente pintada o decorada; si la mesa está soportada por columnas, y se tiene un relicario, se considera que ello constituye ornamento suficiente y no se requiere del antipendium.  No obstante, aún con todo ello, en ocasiones, se utilizan mantas elaboradas con materiales preciosos (Caerem. Episc., I, XII, 11).
 
El antipendium puede estar adornado con imágenes o pinturas de Cristo, representaciones de algunos hechos de Su vida, tales como la instalación del Misterio de la Eucaristía, o con emblemas que muchos refieren como pertenecientes al Santísimo Sacramento, un cordero, un pelícano, un cáliz, hostia, etc.  Se pueden también utilizar pinturas pertenecientes al santo en cuyo honor se erige el altar.  Se prohiben los ornamentos del antipendium con calaveras, cráneos, huesos en forma de cruz, etc. (Caerem. Episc. II, xi, 1).
 
El antipendium puede estar sostenido por pequeños ganchos o botones, y los mismos ajustados a la parte bajo del altar, o bien puede estar sostenido desde la parte baja de los marcos generalmente elaborados de madera, que se ubican en el espacio entre la mensa y la predella.  En la extremidad baja del manto se pueden colocar ajustadores de metal o madera, los ajustes deben establecer a fin de prevenir heridas en aquellos que se muevan en las cercanías del altar.
 
Por lo general, el color del antipendium debe corresponder con el color de la festividad que se tiene ese día (Caerem. Episc., I, xii, 11).  El Misal (Rubr. Gen. xx) indica que este debe ser el caso correspondiente con el quoad fieri potest, en el cual el Misal no establece que un color pueda ser substituído por otro.  En ocasiones solemnes, materiales preciosos como plata, oro, en seda, pueden colocarse con colores no estrictamente litúrgicos.  Ellos puede no corresponder a los colores de la festividad u oficio del día (Van der Stappen vol. III, q. 43, ii).
 
Las siguientes son excepciones a la regla general
 
(1)  Cuando el Santístimo Sacramento se expone públicamente, el antipendium debe ser blanco, no importando el color de las vestimentas que se utilicen.  Sin embargo, si la Exposición tiene lugar inmediatamente luego de la Misa, o las vísperas, el antipendium puede tener el color que se utiliza en la Misa o las vísperas.  Ese color puede ser retenido mientras el celebrante no abandona el santuario entre la Misa y las vísperas, y la Exposición; pero si en estas ocasiones se viste en las afueras del santuario donde se realiza la Exposición, el antipendium debe ser blanco.
 
(2)  En Misas corrientes el color del antipendium debe ser igual al de las vestimentas.  En Misas privadas (missae lectae) su color corresponde al del día del oficio.  En estas misas, de celebración solemne, con deáconos y subdeáconos o misas cantadas (missae cantatae) es propio que el color corresponda con el de las vestimentas.
 
(3)  Durante una Misa de Requiem, cuando se tiene en el tabernáculo al Santísimo Sacramento, no se debe usar el antipendium con color negro (Cong. Sac. Rit., 20 de marzo de 1869) en su lugar el color puede ser violeta.  Las Ephemeides Lit., (XI, 663, 1897) establece que este decreto puede ser subsecuentemente revocado por la misma Congregación (1 de diciembre de 1882).
 
Parece extraño que el anterior decreto se mantiene en la última edición de los Decretos de la Cong. Sac. Rit.  El último decreto es una respuesta a la pregunta: ¿En esas circunstancias, el antipendium y el conopoeum (cobertura del tabernáculo) pueden ser de color negro?  La respuesta parece no dirigirse directamente al antipendium, e indica: “Al menos el canopio sobre el tabernáculo debe ser de color violeta”.  El antipendium no necesita ser bendecido.
 
  
Escrito por A. J. Schulte
 
Transcripción de Michael C. Tinkler
 
Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
 
The Catholic Encyclopedia, Volume I. Published 1907. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, March 1, 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur. +John Cardinal Farley, Archbishop of New York
 

Última revisión de 00:31 12 ago 2012