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Lunes, 6 de mayo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Tentación»

De Enciclopedia Católica

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(Lat. tentare, que intenta o pone a prueba).
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([[Latín]] tentare, tratar o probar).  
La Tentación es tomada aquí como la incitación al pecado sea por la persuasión o por la propuesta de algún bien o placer. Puede ser simplemente externo, como fue en el caso de Cristo al encontrarse en el desierto luego de cuarenta días; o también puede ser interno, ya que hay un asalto real sobre el poder de decisión y la voluntad de una persona. A veces se presenta desde nuestra tendencia al mal inherente en nosotros a causa del pecado original. Algunas veces esto es directamente adjudicadle a la intervención del diablo, el cual puede llenar nuestra imaginación con estos pensamientos pecaminosos de sujeto-materia y volviéndose sobre las debilidades de nuestra alma. Ambas causas están frecuentemente en el hecho. La tentación no es en si misma el pecado. No importa que tan viva pueda ser la imagen insana, no importa que tan fuerte sea la inclinación a desobedecer la ley, no importa que tan vehemente sea la sensación de satisfacción ilícita, que tan larga la inconciencia de la voluntad, eso no es pecado. Lo más esencial del pecado en cualquier grado es que este sea un acto deliberado de la voluntad humana. Atacar no es sinónimo de herir. Esto, que es bastante obvio, es importante especialmente para aquellos que están buscando servir a Dios pero se encuentran sitiados por tentaciones de todos lados. Ellos están aptos para retomar con valentía y volver a comenzar como prueba de que han caído. Una guía espiritual sabia indicara con precisión el error que se cometió y les dará calma y valor a las almas acosadas.
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Las tentaciones deben ser combatidas evitando, en lo posible, las ocasiones que les dan lugar, recurriendo a la oración, y fomentando el espíritu de humilde desconfianza de uno mismo y de ilimitada confianza en Dios. Los medios con los cuales un cristiano se vale para rechazar las propuestas no siempre son directos. A veces, particularmente cuando es cuestión de reiteradas sugerencias interiores hacia el mal, lo más útil podría ser utilizar un método indirecto, es decir, para simplemente no hacerle caso a estas sugerencias y para distraernos concentrando nuestra atención por otro lado. Estas tentaciones nunca vienen de Dios. Son permitidas por Él para darnos una oportunidad de adiestrar nuestra virtud y nuestro señorío sobre uno mismo, y hacer merito. El hecho de la tentación, no importa que tanto se asome ella a la vida de las personas, esto no significa que uno este marcado. Los que están llamados por Dios a la grandeza extraordinaria de la santidad son de hecho los que están preparados para luchar airosamente contra las tentaciones más numerosas y temibles que le puedan caer a cualquier ser humano.
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Tentación es tomada aquí como la incitación a pecar, ya sea por la persuasión o por la propuesta de algún bien o placer.  Puede ser simplemente externo, como fue en el caso de las [[Tentación de Cristo|tentaciones de Cristo]] en el [[desierto]] luego de un [[ayuno]] de cuarenta días; o también puede ser interno, puesto que hay un asalto real sobre la [[voluntad]] de la [[persona]]. A veces surge debido a la propensión al [[mal]] inherente en nosotros a causa del [[pecado original]]. Algunas es directamente adjudicadle a la intervención del [[diablo]], el cual puede llenar la [[imaginación]] con su asunto-materia pecaminoso y avivar los bajas pasiones del [[alma]]. Ambas causas están frecuentemente en el hecho. La tentación no es en sí misma el pecado. No importa cuan vívida sea la imagen impía, no importa cuan fuerte sea la inclinación a transgredir la [[ley]], no importa cuan vehemente sea la sensación de satisfacción ilícita, mientras no haya consentimiento de la voluntad, no hay [[pecado]].   Lo misma [[esencia]] del pecado en cualquier grado es que debe ser [[Actos humanos|acto]] de la voluntad [[Hombre|humana]]. Atacar no es sinónimo de rendir. Esto, que es bastante obvio, es importante especialmente para aquellos que están buscando servir a [[Dios]] incansablemente, pero se encuentran asediados por tentaciones de todos lados. Ellos están expuestos a tomar la fiereza y repetición del asalto como [[prueba]] de que han caído. Un director espiritual sabio indicara el [[error]] de esta conclusión y así proveerá  consuelo y [[fortaleza]] a estas almas atormentadas.  
  
LEHMKUHL, Theologia moralis (Freiburg, 1887); MÜTZ, Christliche Ascetik (Paderborn, 1907); HENSE, Die Versuchungen (Freiburg, 1884); SCARAMELLI, Directorium asceticum.  
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Las tentaciones deben ser combatidas evitando, en lo posible, las ocasiones que les dan lugar, recurriendo a la [[oración]] y fomentando dentro de uno mismo un espíritu de [[Humildad|humilde]] desconfianza en nuestras propias fuerzas y de ilimitada confianza en Dios.  La resistencia que un [[Cristianismo|cristiano]] debe ofrecer no siempre son directos. A veces, particularmente cuando es cuestión de reiteradas sugerencias interiores hacia el [[mal]], puede ser útil utilizar un método indirecto, es decir, simplemente ignorarlas y poner la atención completamente en otro asunto.  Las tentaciones como tal nunca vienen de Dios. Son permitidas por Él para darnos una oportunidad de adiestrar nuestra [[virtud]] y dominio propio y adquirir [[mérito]]s  El hecho de la tentación, no importa que tanto se asome ella a la vida de las personas, esto no significa que uno esté bajo proscripción.  Ciertamente, los que Dios llama a las más altas cumbres de la [[santidad]] son de hecho los que deben esperar tener que luchar fieramente con las tentaciones más numerosas y temibles que le puedan caer a cualquier ser humano.  
  
JOSEPH F. DELANY
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Transcrito por Douglas J. Potter
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'''Bibliografía''':  LEHMKUHL, Teología moral (Friburgo, 1887); MÜTZ, Christliche Ascetik (Paderborn, 1907); HENSE, Die Versuchungen (Freiburg, 1884); SCARAMELLI, Directorium asceticum.  
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
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Traducido por Esteban Philipps
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'''Fuente:'''  Delany, Joseph. "Temptation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912.
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<http://www.newadvent.org/cathen/14504a.htm>.
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Traducido por Esteban Philipps.  L H M.

Revisión de 20:36 12 abr 2009

(Latín tentare, tratar o probar).

Tentación es tomada aquí como la incitación a pecar, ya sea por la persuasión o por la propuesta de algún bien o placer. Puede ser simplemente externo, como fue en el caso de las tentaciones de Cristo en el desierto luego de un ayuno de cuarenta días; o también puede ser interno, puesto que hay un asalto real sobre la voluntad de la persona. A veces surge debido a la propensión al mal inherente en nosotros a causa del pecado original. Algunas es directamente adjudicadle a la intervención del diablo, el cual puede llenar la imaginación con su asunto-materia pecaminoso y avivar los bajas pasiones del alma. Ambas causas están frecuentemente en el hecho. La tentación no es en sí misma el pecado. No importa cuan vívida sea la imagen impía, no importa cuan fuerte sea la inclinación a transgredir la ley, no importa cuan vehemente sea la sensación de satisfacción ilícita, mientras no haya consentimiento de la voluntad, no hay pecado. Lo misma esencia del pecado en cualquier grado es que debe ser acto de la voluntad humana. Atacar no es sinónimo de rendir. Esto, que es bastante obvio, es importante especialmente para aquellos que están buscando servir a Dios incansablemente, pero se encuentran asediados por tentaciones de todos lados. Ellos están expuestos a tomar la fiereza y repetición del asalto como prueba de que han caído. Un director espiritual sabio indicara el error de esta conclusión y así proveerá consuelo y fortaleza a estas almas atormentadas.

Las tentaciones deben ser combatidas evitando, en lo posible, las ocasiones que les dan lugar, recurriendo a la oración y fomentando dentro de uno mismo un espíritu de humilde desconfianza en nuestras propias fuerzas y de ilimitada confianza en Dios. La resistencia que un cristiano debe ofrecer no siempre son directos. A veces, particularmente cuando es cuestión de reiteradas sugerencias interiores hacia el mal, puede ser útil utilizar un método indirecto, es decir, simplemente ignorarlas y poner la atención completamente en otro asunto. Las tentaciones como tal nunca vienen de Dios. Son permitidas por Él para darnos una oportunidad de adiestrar nuestra virtud y dominio propio y adquirir méritos El hecho de la tentación, no importa que tanto se asome ella a la vida de las personas, esto no significa que uno esté bajo proscripción. Ciertamente, los que Dios llama a las más altas cumbres de la santidad son de hecho los que deben esperar tener que luchar fieramente con las tentaciones más numerosas y temibles que le puedan caer a cualquier ser humano.


Bibliografía: LEHMKUHL, Teología moral (Friburgo, 1887); MÜTZ, Christliche Ascetik (Paderborn, 1907); HENSE, Die Versuchungen (Freiburg, 1884); SCARAMELLI, Directorium asceticum.

Fuente: Delany, Joseph. "Temptation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14504a.htm>.

Traducido por Esteban Philipps. L H M.