Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Martes, 19 de marzo de 2024

Papa Clemente VII

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar

(JULIO DE MEDICIS)

Nace en 1478, fallece el 25 de Septiembre de 1534. Julio de Médicis nace meses antes a la muerte de su padre Giuliano, asesinado en Florencia, en medio de los disturbios posteriores a la conspiración de Pazzi. Aunque sus parientes no estaban propiamente casados, se alega que se habían desposado “per sponsalia de presenti”, por ende, Julio, en virtud de un conocido principio del Derecho Canónico fue declarado hijo legitimo. El joven fue educado por su tío, Lorenzo el Magnifico. Se le nombro Caballero de Rodas y Gran Prior de Cápua. Con la elección de su primo Juan de Médicis al papado como León X, súbitamente se convierte en una persona de gran consecuencia. Fue nombrado cardenal el 28 de Septiembre de 1513, y tuvo el crédito de ser el mayor procurador de las políticas papales durante todo el pontificado de León X. Era uno de los candidatos favoritos en el cerrado conclave que resulto en la elección de Adrián VI. Aun así, y a pesar de su cercana relación con el lujoso régimen de León X, el Cardenal de Médicis no perdió influencia bajo el austero sucesor. Julio, según un historiador moderno era, “educado, inteligente, respetable e industrioso, aunque poco emprendedor y menos decidido” (Armstrong, Charles V, I, 166). Posterior a la muerte de Adrián (14 de Septiembre de 1523), el Cardenal de Médicis es eventualmente elegido Papa, el 18 de Noviembre de 1523, y su elección fue celebrada en Roma con entusiasmo y júbilo. Pero el temperamento de los romanos fue solo uno de los elementos del complejo panorama que Clemente VII enfrento. La situación política y religiosa era extremadamente delicada, y era dudoso que hubiese uno en diez mil hombres capaces de guiar la Barca de San Pedro a través de tan tempestuosas aguas contando únicamente con su tacto y sentido de prudencia. Ciertamente, Clemente no era tal hombre. Desafortunadamente el se desarrollo dentro de las peores tradiciones de la diplomacia italiana, y sobre todo tenia cierta fatal irresolución de carácter que lo movía a deshacer los términos acordados y a renegociarlos nuevamente.


Los primeros años de su pontificado estuvieron enfocados en las negociaciones que culminaron con la formación de la Liga de Coñac. Cuando Clemente fue electo, Francisco I y el emperador Carlos V estaban en Guerra. Carlos V había apoyado la elección de Clemente y esperaba mucho de su amistad con el de Médicis. Pero ya al año de su elección el nuevo pontífice había concluido un tratado secreto con Francia. La aguda batalla entre Francisco y las fuerzas imperiales en Pavía (Febrero de 1525), culminaron con la derrota y la cautividad del Rey de Francia, dándole a Carlos la oportunidad de vengarse. Pero este utilizó su victoria con moderación. Los términos del tratado de Madrid (14 de Enero de 1526), no eran extravagantes, pero aparentemente Francisco los firmó con la intención de no cumplir sus promesas, aunque confirmó la mayoría con solemnes juramentos. El que Clemente se hiciera participe de la perfidia del rey francés, organizara una liga con Francia, Venecia y Florencia la cual se firmó en Coñac el 22 de Mayo de 1526, sin este aceptar los acercamientos de Carlos V, ciertamente debe de haber sido considerado por este una imperdonable provocación. Indudablemente Clemente era motivado por un patriotismo genuino y su desconfianza con la influencia del emperador en Italia, y especialmente la ansiedad por su natal Florencia. Mas aún, le irritaba la noción de pérdida de libertad de la Iglesia. Pero aunque posiblemente temía que los lazos se le hubiesen estrechado, es difícil visualizar que él haya tenido base alguna para querellarse. No nos podemos sorprender de lo que aconteció. Los delegados de Carlos, no logrando avances con el Papa, se aliaron con Colonna, un desafecto que había estado saqueando los terrenos papales. Estos pretendieron una reconciliación hasta que los comandantes del papales fueron movidos a un sentido de seguridad. Entonces, el 20 de Septiembre de 1526, Colonna súbitamente atacó Roma, acorralando a Clemente en el castillo de San Ángelo, mientras sus huestes saquearon el Vaticano. Carlos denuncio la acción de Colonna, pero le sacó ventaja al éxito logrado por este. Le sigue un periodo de vacilación. En un momento Clemente logro una tregua con el emperador, luego se torna desesperadamente hacia la Liga, posteriormente dado a un leve éxito rompe las negociaciones con los representantes imperiales y resume actividades hostiles, y finalmente firma una tregua con Carlos por ocho meses, donde promete el pagó inmediato de 60,000 ducados como indemnización.


Mientras tanto los mercenarios alemanes en el norte de Italia eran rápidamente reducidos por falta de provisiones y paga. Al enterarse de la indemnización de 60,000 ducados amenazaron amotinarse, por ende los comisionados reales obtuvieron del papado el pago total de 100,000 ducados. Pero el sacrificio fue fútil. Es probable que los Lansquetes, muchos de los cuales eran luteranos, se descontrolaron, y forzaron al alguacil Borbón que estaba al mando, a movilizarlos contra Roma. El 5 de Mayo llegan a sus murallas, y dada a la confianza papal en el acuerdo logrado, estaban casi indefensos. Clemente apenas pudo refugiarse en el Castillo de San Ángelo, y por ocho días el “Saqueo de Roma” continuo en medio de horrores sin paralelo en la historia de las guerras. “Los luteranos”, según una fuente imparcial, “se gozaron en quemar y desacrar aquello que el mundo adoraba. Iglesias fueron desacradas, mujeres y aun las religiosas ultrajadas, embajadores saqueados, cardenales secuestrados, se burlaron de los dignatarios y las ceremonias religiosas, y los soldados pelearon entre si por los despojos" (Leathes in "Camb. Mod. History", II, 55). Parece probable que Carlos V no estaba verdaderamente implicado en los horrores que sucedieron. Pero no tuvo objeción a que el papa cargara con las consecuencias de su ambigua diplomacia, y permitió que permaneciera virtualmente como un prisionero en el Castillo de San Ángelo por más de siete meses. La ambivalencia de Clemente ya había ofendido a los otros miembros de la liga, y sus pedidos no fueron cálidamente correspondidos. También, el necesitaba desesperadamente el apoyo imperial para enfrentar a los luteranos en Alemania y para reinstalar a los de Médicis en el gobierno de Florencia, del cual habían sido expulsados. El efecto combinado de estos factores y el fracaso de los intentos franceses en Nápoles moverían a Clemente al ruedo del emperador. Luego de estadías en Orvieto y Viterbo, Clemente retorna a Roma, y para finales de Julio de 1529, términos favorables a la Santa Sede fueron acordados con Carlos V. El acuerdo fue sellado el 24 de Febrero de 1530 en Bolonia donde Carlos fue solemnemente coronado. Cualesquiera que hallan sido los motivos que motivaron al papa, este acuerdo ciertamente le dio a Italia una muy necesitada paz.


Mientras tanto, eventos totalmente inesperados estaban sucediendo en Inglaterra. Enrique VIII, cansado de la Reina Catalina, con quien no tenia un sucesor al trono, mas que una hija, Maria, estaba apasionadamente enamorado de Ana Bolena, y en Mayo de 1527 le informó a Wolsey que deseaba divorciarse. Pretendía, ya que en su conciencia le preocupaba el matrimonio contraído con la viuda de su hermano mediante una dispensa papal., deseaba primeramente solicitar a la Santa Sede una dispensa del impedimento de afinidad en primer grado, una vez le hubiesen otorgado el divorcio. Esto era necesario por el impedimento de un matrimonio legal entre el y Ana, ya que había tenido relaciones carnales con Maria, la hermana de Ana. Sus escrúpulos de conciencia no podían ser muy sinceros. Más aún, ya que la Reina Catalina solemnemente juró que el matrimonio entre ella y Arturo, el hermano mayor de Enrique, nunca se consumó, por ende nunca hubo alguna afinidad entre ella y Enrique más que el “impedimentum publicæ honestatis”. La paciencia el rey era tal que sin este darle su total confianza a Wolsey, envía súbitamente a Knight como mensajero a Roma para que el Papa anulara su matrimonio. Knight halló que el Papa estaba prisionero en San Ángelo, y no pudo hacer mucho hasta que visitó a Clemente, luego que este escapó a Orvieto. Clemente estaba deseoso de gratificar a Enrique, y no le hizo muy difícil la dispensación contingente de afinidad. Sin duda este considero que no tendría consecuencia práctica alguna sino hasta la cancelación de su matrimonio con Catalina. Pero enfrentado al asunto de darle asignarle una comisión a Wolsey para tratar el caso de divorcio, el Papa tomo una postura más firme. El Cardenal Pucci, al que se le sometió un borrador del proceso de divorcio, declaró que el mismo reflejaría descrédito para con todos los concernidos. Una segunda misión a Roma organizada por Wolsey, la cual consistía de Gardiner y Foxe, inicialmente tampoco fue muy exitosa. Una comisión fue otorgada, y llevada a Inglaterra por Foxe, pero fue estructurada de forma tal que la hacía prácticamente inconsecuente. La actitud de hostilidad que Gardiner tuvo hacia el Papa aparentemente excedió todos los limites de la decencia, pero Wolsey temeroso de perder el favor del rey, le urgió e imploró que obtuviera una “Comisión de Decretos”, a cualquier costo. Este instrumento previamente decidiría los puntos de la ley y exenta de apelaciones, dejaba en manos de Inglaterra el otorgar los hechos. Aparentemente Clemente se inclinaba contra esto, pero finalmente accedió a otorgar una comisión secreta a los Cardenales Wolsey y Campeggio para que ambos trataran el caso en Inglaterra. La comisión no había de ser revelada a nadie, ni saldría de las manos de Campeggio. No se conocen los términos exactos de la misma. Pero si seguía los borradores preparados en Inglaterra, esta establecía que la Bula de dispensación otorgada por Julio para el matrimonio de Enrique con la esposa de su fallecido hermano debería de ser declarado indecente y por ende nulo, si los comisionados hallaban que los motivos alegados por Julio eran insuficientes y contrarios a los hechos. Por ejemplo, se pretendió que la dispensa era necesaria para cementar la amistad entre Inglaterra y España, también que el joven Enrique deseaba el matrimonio, etc.


A finales de Septiembre de 1528, Campeggio llega a Inglaterra pero los procesos del tribunal fueron detenidos por la presentación de una segunda dispensa otorgada por el Papa Julio. Esto era doblemente importante. La comisión creada por Clemente otorgaba a Wolsey y a Campeggio el pronunciarse sobre la suficiencia de motivos alegados en cierto documento en especifico, la Bula. Pero la dispensa no estaba contemplada y por ende estaba fuera de su comisión. Mas aún, la dispensa no limitaba los motivos para otorgar la dispensa a alegaciones especificas, pero hablaba de "aliis causis animam nostram moventibus". La aparición de la dispensa, ahora reconocida como autentica, aunque los partidarios del rey la consideraban una no genuina, detuvo los procesos de la comisión por ocho meses. Al final, por presiones de Carlos V, al que su tía Catalina había apelado vehementemente por su apoyo, así como al Papa, la causa fue revocada a Roma. No hay duda que Clemente demostró mucha debilidad en las concesiones que hizo a las demandas Inglesas. Pero hay que recordar, primero, que en su decisión sobre los puntos de ley las bases técnicas para tratar la dispensa como indecente eran serias. Segundo, que en otorgar el honor de la Santa Sede a Campeggio, Clemente sabía que lo hacia con un hombre de principios excepcionalmente elevados.


Es difícil decir cuanto influencio Carlos V en la resistencia que presento el Papa. Pero es claro que su propio sentido de justicia lo dispuso completamente a favor de la Reina Catalina. Consecuentemente Enrique cambia sus motivos y demuestra cuan profundo era el abismo que le separaba de la Santa Sede. Entonces argumenta que un matrimonio con la esposa de un hermano fallecido excedía la autoridad de una dispensa papal. Clemente ripostó pronunciando una censura contra aquellos que amenazaban con hacer que un tribunal ingles decidiera la validez del divorcio del Rey, y prohibía a Enrique contraer otro matrimonio previo a una decisión de Roma. Por su parte el Rey en 1531 extorsionó del clero ingles una vasta suma de dinero bajo el pretexto de penalidades de “præmunire” en que ellos habían incurrido al reconocer el legado papal, y seguidamente prevaleció en el Parlamento para prohibir el pago de los annates a Roma bajo ciertas condiciones. Otros eventos le siguieron. La muerte del Arzobispo Warham (22 de Agosto de 1532), le permiten a Enrique el otorgarle a Cranmer el Obispado de Canterbury, y por la intersección del Rey de Francia se le concede, el “pallium” siendo otorgado a este por Clemente. Casi inmediatamente posterior a su consagración, Cranmer procede a pasar juicio sobre el divorcio, mientras Enrique había contraído matrimonio secretamente con Ana Bolena, el cual Cranmer declaró valido en Mayo de 1533. Posteriormente Ana Bolena es coronada el 1 de Junio. Mientras tanto los Comunes habían prohibido todas las apelaciones a Roma y tomaban penalidades de “præmunire” contra todos que introducían bulas papales en Inglaterra. Fue solo entonces que Clemente finalmente lanza una sentencia de excomunión contra el rey, a su vez declarando nulo e invalido el pretencioso decreto de Cranmer que validaba el divorcio del rey y su nuevo matrimonio. El nuncio papal fue retirado de Inglaterra y se rompieron las relaciones diplomáticas con Roma. Enrique apeló a un concilio general y en Enero de 1534, el Parlamento aprobó más legislación que abolía toda la dependencia eclesiástica de Roma. Pero fue en Marzo de 1534, que el tribunal papal finalmente decide sobre el asunto originalmente presentado por el rey, y declara que el matrimonio entre Enrique y Catalina era inequívocamente válido. Mucho se le ha culpado a Clemente por su lentitud y las concesiones en el asunto del divorcio. De hecho se le ha acusado de perder a Inglaterra de la Fé Católica, debido al estimulo que le dio a Enrique. Pero es extremadamente dudoso que una postura más firma hubiese logrado un resultado más beneficioso. El rey estaba determinado en su propósito y Clemente tenia como principio el no ceder en el punto vital en que todo el asunto se centraba.


Con respecto a Alemania, aunque Clemente nunca rompió la amistad que había cementado con Carlos V en la coronación en Bolonia (1530), nunca le otorgó al emperador la cordial cooperación que pudo haberle superado una situación de extrema dificultad y peligro la cual Clemente probablemente nunca comprendió. Particularmente el Papa parecía tenerle horror a la idea de convocar un Consejo General ya que indudablemente preveía graves dificultades con Francia si realizaba tales esfuerzos. La cosas no mejoraron cuando Enrique, a través de su enviado Bonner encontró a Clemente visitando al rey francés en Marsella, y le planteo su apelación a un Consejo General para atender el asunto del divorcio.


En los aspectos eclesiásticos el pontificado de Clemente no tuvo mancha. Dos reformas franciscanas, la de los capuchinos y la de los recoletos, tuvieron en el un patrón favorable. El fue muy genuino en la cruzada contra los turcos, y otorgo mucho estimulo a las misiones en el extranjero. Como patrón del arte, fue muy afectado por el saqueo de Roma y los otros desastrosos eventos de su pontificado. Pero estuvo atentamente interesado en el arte, y según Benvenuto Cellini poseía un gusto excelente. Con la comisión dada a este artista para el famoso frente-abroche del cual tanto vemos en su autobiografía, se convierte en el forjador de la fortuna de Benvenuto. (Ver CELLINI, BENVENUTO.) Clemente también fue un consecuente patrón de Rafael y de Miguel Ángel, quien pintó el gran fresco “El Juicio Final” en la Capilla Sixtina, por ordenes suyas.

En el veredicto sobre el carácter del Papa Clemente VII, casi todos los historiadores coinciden. Primero fue un príncipe italiano, un de Médicis, y diplomático, luego un líder espiritual. Sumamente inteligente, pero su diplomacia era débil e irresoluta. Por otro lado, su vida privada era irreprochable. Aunque tuvo muchos y excelentes impulsos, y a pesar de sus buenas intenciones, todas la cualidades de heroísmo y grandeza enfáticamente le deben de ser negadas.

PASTOR, Geschichte der Päpste (Freiburg, 1907), IV, pt. II; FRAIKEN, Nonciatures de Clément VII (Paris, 1906–); IDEM in Mélanges de l'école française de Rome (1906); GAIRDNER, The New Light on the Divorce of Henry VIII in English Histor. Rev. (1896-1897); EHSES, Römische Dokumente zur Geschichte der Ehescheidung Heinrichs VIII. (Paderborn, 1893); THURSTON, The Canon Law of the Divorce in Eng. Histor. Rev. (Oct., 1904); Am. Cath. Quart. (April, 1906); HEMMER in Dict. de théol. cath., in which and in PASTOR a fuller bibliography will be found.

HERBERT THURSTON Transcrito por W. G. Kofron En agradecimiento a la Iglesia de Santa Maria, Akron, Ohio Traducido por Anónimo de Borinquen