Oración metódica en el Carmelo
De Enciclopedia Católica
No es la intención de estos apuntes discutir la validez de los métodos de oración. Hay que reconocer, sin embargo, que el hombre hodierno, en la medida que es testigo de un mundo que se sumerge más y más en la técnica, donde la organización societaria, en muchas zonas del globo, parece apuntar a un avasallar inmisericorde de la persona en una opción sociocéntrica que ante nada se detiene, parecería rechazar, desde su subjetividad humana, todo lo que parece preceptuado, regulado, controlado, en un afán, quizás, de conservar el propio control sobre sí. Con mayor insistencia parece presentarse tal fenómeno en el mundo de la vida interior, en la esfera de la oración, donde la sencillez y la espontaneidad son consideradas por muchos como requisitos de una libertad que por doquier se percibe amenazada.
Paradójicamente, las sociedades avanzadas del Primer Mundo, muestran un resquebrajamiento atomizante de la vida social, donde, desde la soledad angustiante, la persona salta a la masificación más exhuberante, donde la individualidad personal parece disolverse en comportamientos regidos por la psicología de las masas.
Algo semejante ocurre en relación a la realidad interior de las personas, y no sólo en el Primer Mundo, sino también en ese empobrecido sector de nuestro planeta que llamamos Tercer Mundo. Mientras se ignoran las bases de la propia tradición, en el caso concreto de América Latina: el cristianismo, sectores sensibles al llamado de la interioridad buscan respuestas a su hambre interior recurriendo a rígidos y sofisticados métodos o sistemas provenientes de la India, Japón e incluso el Tibet, cuando no se refugian en corrientes sincréticas esotéricas, o en ritos chamanistas, o sincretismos inspirados en cultos africanos. Una verdadera minoría conoce o "descubre" los métodos de oración surgidos en la historia cristiana. Sin embargo, en el transcurrir de la historia del Pueblo de Dios han surgido muchísimos métodos de oración, y aún hoy siguen apareciendo. Unos con mayor fortuna que otros. Hay tantos y diversos métodos como tipos de personas, carácter, temperamento; y es que los métodos aparecen como respuesta a las necesidades de las personas, de las vocaciones que en la historia de la Iglesia han ido surgiendo; aparecen como medios para facilitar la respuesta del ser humano concreto al Plan de Dios.
Reflexionando sobre las dos paradójicas realidades señaladas, bien cabe concluir que la ignorancia de los métodos cristianos puede ser una de las causas que alientan el recurso de no pocos a fuentes ajenas a la propia identidad religiosa. ¿Por qué no hacer una divulgación de los mismos, aun cuando no sea todo lo perfecta e ideal? A ese objetivo responde esta aproximación a los métodos de oración carmelitas.
El Carmelo Los carmelitas son una de las órdenes cuyo desarrollo muestra no pocas sorpresas: desde la leyenda que los vincula nada menos que con el profeta Elías, y el hecho cierto de la presencia de ermitaños en el Monte Carmelo hacia el siglo V, hasta el origen histórico en tiempos de las Cruzadas del grupo de eremitas que con San Bartoldo (m.c. 1195) se establecen cerca de la llamada fuente de Elías, en las vecindades de Haifa. Vinculándose a antiguas tradiciones que se inspiraban en la figura de Elías, desde sus orígenes asumen el ideal contemplativo que veían en el profeta. Alrededor de 1209, ya dirigidos por San Brocardo (m. 1231), el pequeño grupo obtiene de San Alberto Avogadro 9v. (1149-1241), Patriarca de Jerusalén, una regla cuya nota más saltante es el eremitismo. Desde esos lejanos tiempos María fue el centro de la vida de la comunidad carmelita, constituyendo la devoción a la Virgen junto con la aspiración contemplativa notas saltantes del Carmelo.
Para el 18 de mayo de 1291, cuando cae San Juan de Acre ante el avance sarraceno, los monasterios carmelitas en Tierra Santa han desaparecido totalmente. Unos cincuenta años antes los eremitas del Monte Carmelo se han lanzado a una diáspora europea que encuentra su momento decisivo en 1247, en Inglaterra, con el Primer Capítulo General reunido en Aylesford (Kent). Ahí se produce lo que se ha considerado como una segunda fundación. En aquella ocasión se promulgan las hoy desaparecidas primeras Constituciones, siguiendo pocos meses después la modificación y mitigación de la Regla de San Alberto, proceso que culminará con la transformación definitiva en religiosos mendicantes de los antiguos eremitas.
Las reformas Amplia difusión y no menos decadencia siguen con los años. La historia del Carmelo durante los siglos XV y XVIII es también la de una sucesión de reformas orientadas cada vez a rescatar el espíritu de una observancia más estricta, perdido por diversas circunstancias. Algunas de estas reformas permanecen en la estructura de la Antigua Orden, otras configuran nuevas jurisdicciones, y en un caso nace una orden independiente, los Carmelitas Descalzos.
Desde los inicios del siglo XV van suscitándose aires de reforma que encuentran eco en Italia, en la región toscana. Años después, en 1456 el "Decreto de las casas reformadas" del Beato Juan Soreth (1394-1471) marca el inicio de los esfuerzos por la reforma general. Los santos reformadores, Teresa de Avila (1515-1582) y Juan de la Cruz (1542-1591), constituyen un extraordinario ejemplo del afán de vivir el espíritu primitivo. Tras las huellas de la vigorosa Reforma Teresiana, que se separó de la Antigua Observancia en 1593, bajo el impulso de Felipe Thibault (1572-1638) aparece la reforma Turonense (1604), que desde el Convento de Rennes, en Francia, se extendió ampliamente por diversos países, llegando a sellar con su impronta de estricta observancia a toda la Antigua Orden del Carmen.
Es en medio de los trajines de las reformas que se van abriendo camino los métodos de oración para facilitar el acceso a todos a la oración mental. Gran impulsor de la oración metódica, bajo influencia de la "Devotio moderna", fue el Beato Soreth, quien como Prior General impulsa la meditación como medio para alcanzar la contemplación. Por su parte, Santa Teresa recomienda a las prioras «que haya buenos libros.. los de fray Luis de Granada y del padre fray Pedro de Alcántara, porque es en parte tan necesario este mantenimiento para el alma como el comer para el cuerpo» (1). Y tras la gran Reformadora van sus hijos. El método carmelita se va configurando entre los descalzos siguiendo las enseñanzas de fray Luis de Granada.
Fray Jerónimo Gracián Entre los numerosos tratados de oración mental escritos desde los primeros tiempos de la descalcez, destaca uno de fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios (1545-1614), discípulo predilecto y confesor de Santa Teresa, convertido en fiel apologista y divulgador de la obra de la Santa Reformadora. El gran polígrafo carmelita, llamado por uno de los historiadores descalzos: "brazo ejecutor, obediente y eficaz" de la Madre Teresa, nació el 6 de junio de 1545, en Valladolid. Habiendo ingresado a la Iglesia en la Parroquia de Santiago, estudió hasta los 15 años en su ciudad y en Astorga, de donde pasó a Alcalá, donde cursó brillantemente la Filosofía y Teología. Recibió la ordenación sacerdotal sin abandonar sus estudios teológicos encaminados a obtener el Doctorado. Ejerció el ministerio sacerdotal en la Iglesia de Santa María, en Alcalá. Luego de frecuentar un convento de carmelitas descalzos, y de haberse resistido por año y medio a su vocación, en 1572 ingresó al famoso noviciado de Pastrana.
En sus "Fundaciones" dice la Santa Reformadora en referencia a fray Jerónimo: «Bien vía nuestro Señor la gran necesidad que havía en esta obra que Su Majestad havía comenzado de persona semejante. Yo le alabo muchas veces por la merced que en esto nos hizo; que si yo mucho quisiera pedir a Su Majestad una persona para que pusiera en orden todas las cosas de la Orden en estos principios, no acertara a pedir tanto como Su Majestad en esto nos dio» (2). Y poco antes (3), decía la Santa del mismo maestro Gracián: «hombre de muchas letras y entendimiento y modestia, acompañado de grandes virtudes toda su vida, que parece nuestra Señora le escogió para bien de esta Orden». Tan pronto profesó como carmelita, Gracián se vio encaminado a colaborar cercanamente con Santa Teresa para sacar adelante la Reforma Teresiana que muchas veces parecía fracasar.
En 1575, fray Jerónimo es designado como Superior Provincial de la Reforma por el Nuncio Ormaneto. Y luego de que el Papa Gregorio XIII autorizó la erección de la Provincia de los Carmelitas Descalzos, fue elegido como Provincial por el Primer Capítulo Provincial de los Carmelitas Descalzos, en 1581. El 4 de octubre de 1582 muere Santa Teresa. En 1585 es reemplazado en el provincialato por Nicolás Doria, hombre autoritario y sin recato alguno, quien no dudó mucho antes de expulsar, en 1592, a fray Jerónimo de la Reforma Teresiana a cuyo desarrollo había contribuido como invalorable artesano. En 1593, al dirigirse a Roma para esclarecer su caso ante el Papa, es capturado y hecho prisionero por los turcos. A los dos años fue rescatado, y su situación es revisada por el Papa Clemente VIII, quien desautoriza la expulsión. A pesar de ello, fray Jerónimo se topa con obstáculos para volver y es aconsejado por el Papa a dirigir sus pasos hacia el Antiguo Carmelo, lo que hace, siendo recibido con manifestaciones de aprecio. Muere el 21 de setiembre de 1614.
Maestro de oración En su variada y abundante producción no son pocas las obras que recogen el interés de fray Jerónimo por la oración. Entre ellas destaca un pequeño libro: De la oración mental, sus partes y sus condiciones. La didáctica obra para principiantes fue elaborada antes de 1585, cuando fray Jerónimo pasa de Vicario Provincial a Portugal, haciéndola editar el Lisboa en 1586. En el tratado aparece claro el método carmelitano de oración mental, con sus siete partes. Es de notar que Gracián, como auténtico maestro de oración, toma con prudente libertad la metodización: «Si comenzando por este orden... le detuvieren el espíritu levantándosele y comunicándole allí el henchimiento de sus deseos que pretende, no es bien romper aquel hilo por ejercitar todas las demás partes de la oración que quedan». Destaca junto con el carácter sistemático el claro influjo de fray Luis de Granada a quien, con toda la escuela carmelita descalza, sigue muy de cerca. Sin embargo ya Jerónimo estaba familiarizado con los libros del padre Granada desde los tiempos de sus estudios de filosofía en Alcalá, donde se entregaba a una hora de oración diaria con sus obras. Resalta la aparición de la "contemplación" como parte distinta y central en el método propuesto por Gracián, así como el "propósito" que en fray Luis aparece supuesto en la "petición".
Este método de los descalzos alcanza su canonización en la Instrucción de Novicios mandada elaborar por el Capítulo General de la reciente Congregación de España, promulgada en 1590 por la Consulta, organismo de gobierno al que pertenecía San Juan de la Cruz, cuya firma rubrica la Instrucción y la norma: «que no se permita, que en el criar de los dichos Novicios se introduzcan otros modos ni maneras de la que aquí va ordenada». Por el testimonio de fray José de Jesús María --Quiroga-- (1562-1626): `Don que tuvo San Juan de la Cruz para guiar almas a Dios', es fácil concluir cómo el santo valoraba la meditación como paso a la contemplación: «En la segunda parte de la meditación, que es la ponderación activa sobre lo representado, les enseñaba (San Juan) a detenerse más... Enseñábales también cómo de esta ponderación activa habían de pasar a otra más iluminada, movida de Dios, levantándose el alma de los actos de la razón a la luz sencilla de la fe, y cómo se hacía cuando quietaban la operación intelectual movida de su propia industria y quedaba el alma atendiendo a Dios devotamente en acto de amor».
La escuela de Pastrana La redacción de la Instrucción fue encomendada a un equipo de tres, entre quienes destacaba Juan de Jesús María -Aravalles- (1549-1609), entonces Sub Prior del Convento de Madrid, a quien se le ha venido atribuyendo. La vida de Aravalles gira en torno a Pastrana, donde nació, hizo su noviciado, profesó en 1579 y, desde 1585, ejerció como maestro de novicios. Se le ha venido atribuyendo hasta hace poco un Tratado de Oración (1587), inédito hasta el primer tercio de nuestro siglo. Existe un claro paralelismo entre el planteamiento de la Instrucción, el tratado otrora atribuido a Aravalles y la interior obra de Gracián. Las coincidencias son notables, particularmente en el esquema de la oración. Claro que se distinguen acentos de personalidad, estilo y algunos en los consejos y en otros pasajes. Se estima que, al igual que el anónimo autor del Tratado de Oración de 1587, ambos (fray Jerónimo y fray Juan de Jesús María) pertenecen a la escuela común del noviciado de Pastrana, algo así como el centro formador de los reformados, donde, al parecer, la formación espiritual seguía las huellas de San Juan de la Cruz.
El calagurritano Otro seguidor de Santa Teresa, Juan de Jesús María --el Calagurritano-- (1564-1615), tercer general de la congregación italiana de carmelitas descalzos. Nació en Calahorra, pueblo de Castilla, donde realiza sus estudios hasta que pasó a Alcalá de Henares para estudiar Filosofía. En 1582, a los 18 años interrumpe sus estudios universitarios e ingresa al noviciado carmelitano en Pastrana, donde a través de sus formadores recibe la orientación espiritual "sanjuanista". En 1585 es enviado al convento de Génova donde recibe las sagradas órdenes. En 1611 se convierte en Superior General de la Congregación de San Elías, cargo que ocupa hasta 1614. El Calagurritano es autor de numerosas obras, entre ellas una Escuela de Oración, editada en Roma en 1610, y sucesivamente reeditada, así como una Instrucción de Novicios (1597), en la que hay una parte destinada a la oración, escrito también de gran fortuna, publicado en 1605.
El método de oración que presenta el Calagurritano es muy semejante al de fray Jerónimo y al vinculado a Aravalles, pero con una significativa diferencia: no incluye a la contemplación como un pasaje diferenciado específicamente en la oración. Diríamos que ello lo aparta un poco del método difundido en España desde el noviciado de Pastrana. «Nótese --dice el Calagurritano-- que algunos libros espirituales pone la contemplación en este orden de las partes de la oración, lo cual es causa de errar a los nuevos, porque aunque es verdad que se puede comprender debajo del nombre de oración, por ser una altísima elevación del alma a Dios, con todo eso, hablando propiamente, hay gran diferencia, y los nuevos, queriéndose probar a contemplar, pierden el tiempo y provecho de la oración ordinaria». Para él, las partes de la oración son sólo seis. A esto se suma una alteración del orden de las partes finales, sustituyendo además el "epílogo" por un "ofrecimiento" que ubica entre la "acción de gracias" y la "petición". Igualmente es de notar un mayor acento en relación al uso de la imaginación, por un lado, y el resaltar el entendimiento, por otro. Sobre eso último, al responder una duda sobre qué hacer cuando se inflama mucho el afecto, responde: «se ha de templar la conmoción sensible, principalmente en los principiantes; porque daña la cabeza y pecho, y no trae provecho espiritual ni deja atender al conocimiento de las virtudes y los vicios, y a la imitación de los santos, las cuales cosas requieren el entendimiento y no solamente el afecto». Sin embargo, hay quien ha visto en la orientación del Calagurritano un cierto acento anti-discursivo que lleva por reacción a resaltar la imaginación así como los afectos.
En su Escuela de Oración, una especie de catecismo de iniciación a la vida espiritual, en forma de didáctico tratado, a través de una introducción y de un desarrollo de 74 dudas y soluciones, el Calagurritano expone un modo de oración que influirá poderosamente en los carmelitas de Italia, así como de otros lugares, pues al poco tiempo de editada la obra, era traducida a diversas lenguas. Al justificar su división de las partes de la oración en seis, sostiene: «muy puesto está en razón que quien ha de hablar con un gran príncipe y mucho más con la majestad de Dios, se prepare y considere con quién quiere tratar y qué es lo que le quiere decir; y a este fin sirve la preparación. La misma razón pide que se considere la materia de que se ha de tratar; y a este fin sirve la lección, que representa la materia de que se ha de meditar. La misma razón pide que se pondere la materia de que se ha de tratar, y a este fin sirve la meditación, que pondera dicha materia discurriendo sobre ella. Después se sigue la aplicación del afecto, que nace de la meditación, en la cual se han considerado los beneficios de la Divina Majestad. Porque la misma razón que movió a prepararse y escoger materia y discurrir sobre ella, pide que, cuando en aquel discurso se conocen más claramente las misericordias de Dios, se reconozca el alma obligada a tan gran bienhechor y por ellas le dé gracia con afectos íntimos de corazón; y a este fin sirve el hacimiento de gracias. También pide la razón que, demás de aquel agradecimiento interior, haga el alma agradecida la recompensa que puede; y a este fin sirve el ofrecimiento, en el cual el hombre se ofrece rodo con aquel afecto de agradecimiento y propone que hará obras virtuosas por el Señor, pero supuesto, según la doctrina católica, que no puede el hombre pagar esta deuda y obrar santamente sin el favor y gracia de Dios. La razón pide que la última parte sea acudir con la petición a su criador y señor, pidiéndole fuerzas para cumplir con sus obligaciones, para descargarse del peso de los pecados, para alcanzar las virtudes y finalmente para todas las cosas necesarias o convenientes para llegar al fin de la vida eterna».
El método del Calagurritano aparece también en la mencionada Instrucción de Novicios (1605), cuya tercera parte dedica al estudio de la oración; así como un Tratado de la Oración (ca. 1610) escrito en latín, donde ahonda en las partes de la oración, así como en otros escritos.
La reforma turonense En la línea de la Reforma Turonense la Antigua Orden también vivió el influjo de la esquematización metódica de la oración. El padre Thibault es un verdadero entusiasta de la oración mental, considerándola, junto con la vida interior, el espíritu del Carmelo. Gracias a los trabajos de fray Marcos de la Natividad (1617-1696), la Reforma de Tours logra un Directorio de Novicios (1650-51), cuya cuarta parte se titula: `Método claro y fácil de hacer bien la oración mental y para ejercitarse con fruto en la presencia de Dios'. Varias veces reeditada, se hizo de la misma una traducción latina (1687) que se difundió influyendo fuertemente en la Antigua Orden.
El Directorio Carmelita de Vida Espiritual (1940), del notable especialista en la Reforma de Tours, fray Juan Ma. Brenninger, O. Carm. (1890-1946), recoge el antiguo método y lo propone como el tradicional «ya que por algunos siglos aprendieron a orar en ella (la obra) nuestros religiosos» (n.p. 466). Es de resaltar el que algunos pasos se sistematicen según el esquema de las tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad, ya presentado por Gerardo Zerbolt de Zutphen (1367-1398), uno de los grandes artífices de la oración metódica, y difundido por San Ignacio de Loyola (1491-1556).
La oración metódica carmelita El descalzo Gabriel de Santa María Magdalena (1893-1953), en su Breve catecismo de la vida de oración, opina que «la oración se reduce, pues, en sustancia a la meditación acompañada de una conversación íntima con el Señor (coloquio afectivo)», las otras partes serían ya «como su puerta de acceso», las primeras; ya «puramente complementarias y facultativas», las tres últimas.
A pesar de los matices y variedades que se pueden encontrar, es de resaltar que la orientación de la meditación carmelitana se mueve hacia los afectos, existiendo incluso una fundada tradición en la línea de la oración aspirativa. Fray Juan de Sanz (1557-1608) ligaba las aspiraciones con la meditación, pues con ellas «no se te enfriará el calor que en la oración has cobrado» y «que cuando volverás a la oración ya tendrás medio camino andado» (4).
«La meditación del carmelita no se fija en discursos, sólo se sirve de ellos para internarse en el afecto, en el amor, en la contemplación», sostiene un carmelita contemporáneo estudioso y difusor de las tradiciones de su Orden. En esto concuerda plenamente con aquel extraordinario tratadista de psicología mística, Miguel de la Fuente, O. Carm. (1573-1625), quien afirma «que lo afectivo es lo más principal en la oración».
Los métodos Presentamos esquemáticamente tres métodos carmelitas. El primero, el de la descalcez como aparece en España. El segundo, también descalzo, según Juan de Jesús María, el Calagurritano, desarrollado en Italia. Y el tercero, el correspondiente a la reforma turonense.
Método de oración carmelita de la reforma descalza
Preparación remota 1. Pureza de Conciencia.
2. Quietud y sosiego de espíritu.
3. Rectitud de intención.
Preparación inmediata 1. Pensar quién es el que ora, para ganar humildad y contrición.
2. Pensar quién es Dios con quien se habla, para ganar reverencia, temor o amor necesario en la oración.
3. Disponer lo que se ha de tratar con Dios, de donde nace la atención y el orden en la oración.
Lección 1. Atención a lo que se lee, o resolver por la memoria otras cosas oídas o leídas, que puedan ser materia para meditar.
2. Respeto a las palabras haciendo cuenta que las va diciendo el mismo Dios.
3. Elección de punto o puntos que más fruto han de dar en la meditación.
Cuerpo 1. Meditación o reflexión considerativa propiamente dicha para persuadir a la voluntad alguna virtud o ejercicio de ella. Ha de ser pura y libre de pensamientos impertinentes, sosegada y perseverante. Habría aquí lugar para dos partes: una primera conocida como "representación" con figuras formadas en la imaginación, en la que habría que ejercitarse moderadamente; y una segunda que es la ponderación activa sobre lo representado. Sin embargo algunos autores consideran innecesario "que haya imágenes interiores" pues "bastan las buenas razones que el entendimiento hace para persuadirse".
2. Contemplación, es decir humilde, seguro y acertado detenimiento del entendimiento en alguna cosa que se contempla, y aplicación de la voluntad cuando con asiento y quietud la quiere y desea. Algunas veces el alma hable con Dios, otras calle y esté atenta esperando las palabras interiores y escondidas que suelen venir en este profundo silencio, atención y presencia del Señor. A esto se le conoce como "coloquio amoroso".
Conclusión 1. Acción de gracias por los beneficios recibidos.
2. Petición con humildad y confianza, con fervoroso y encendido deseo de alcanzar lo que se pide, acompañando con actos interiores las virtudes perdidas.
3. Epílogo o resolución:
Examen de la oración.
Memoria de las palabras que más eficaces han sido para acordarse de ellas.
Propósito firme de poner por obra los frutos de la meditación.
NOTA: Antes de entrar en oración se hará la señal de la cruz y se rezará el Ven Espíritu Santo o un Padre Nuestro. En algunos conventos carmelitas descalzos luego se realiza el ejercicio de presencia de Dios por actos de fe, de esperanza y de caridad.
El método expuesto ha seguido fundamentalmente a fray Jerónimo Gracián.
Método de oración según Juan de Jesús María
Preparación remota 1. Huir de las ocasiones de distraimiento y otras cosas contrarias al recogimiento interior.
Preparación próxima 1. Considerar la majestad divina y la vileza propia.
2. Disponerse con afectos de reverencia y amor para con Dios.
3. Disponerse con afectos de humildad para consigo mismo, despreciándose y doliéndose de la vileza del pecado.
Lección No importa si la lección es antes o después de la preparación.
1. Atenta a lo que se lee.
2. Leer despacio y con sosiego.
3. Elección del punto mejor para meditar o discurrir sobre él.
Cuerpo o meditación 1. Moderada.
2. Eficaz.
Debe notarse que "si en medio de la meditación se levantan (como suelen) diversos afectos o aspiraciones jaculatorias, no se han de desechar, sino darles lugar, mezclándolos con la meditación". La meditación es "un discurso del entendimiento enderezado a mover la voluntad; de lo cual se sigue que se ha de usar de ella cuanto es necesario para mover la voluntad y no más".
Debe hacerse uso de la imaginación para meditar, "salvo si el que ora, después de tener de ello experiencia y consejo del maestro, tuviere licencia de orar sin imágenes, sino atendiendo sólo a la presencia de Dios intelectual".
Conclusión I. Acción de gracias 1. Despertar afectos de agradecimiento.
2. Actos de amor y alabanza de Dios por los beneficios considerados en la meditación.
II. Ofrecimiento 1. Sacrificarse todo al Señor.
2. Ofrecer otros infinitos corazones que tuviese.
3. Proponer hacer excelentes actos de virtudes interiores y exteriores, principalmente de las que se siente más necesidad.
4. Proponer pelear contra las pasiones y tentaciones que más le combaten.
III. Petición 1. Pedir todo bien conveniente.
2. Pedir la victoria sobre las tentaciones y vicios que más le afligen.
3. Pedir la virtud que en ese momento le es más necesaria.
4. Pedir por los prójimos.
5. Pedir con gran fe por medio de Jesucristo.
Método de oración carmelita de la reforma turonense
Preparación remota 1. Huida del pecado y de las imperfecciones voluntarias.
2. Amor a la soledad y al silencio.
3. Corazón libre de todo afecto terreno.
4. Huida de las inquietudes y perturbaciones.
Preparación próxima I. Entendimiento 1. Lectura que baste para presentar suficientes materias.
2. Escoger los puntos y consideraciones más adecuadas.
3. Determinar afectos y resoluciones.
II. Voluntad
1. Vivo deseo de adelantar en la oración.
2. Propósito de perseverancia.
Preparación inmediata o entrada 1. Acto de presencia de Dios, por representación imaginaria o acto de fe.
2. Acto de contrición precedido por un breve examen de conciencia.
3. Acto de humildad.
4. Acto de ofrecimiento para gloria de Dios y aprovechamiento espiritual.
Cuerpo o meditación 1. Memoria de la materia preparada, presentándola con ayuda de la imaginación.
2. Entendimiento que discurre ordenadamente por la materia propuesta.
3. Voluntad: Durante la meditación suscita afectos particulares.
Conclusión 1. Al final de la meditación la voluntad suscita afectos generales.
a. Acción de Gracias por los beneficios recibidos o como alabanza.
b. Resoluciones y buenos propósitos, concretos, discretos, adecuados y con confianza.
c. Ofrecimientos, de dar a Dios algo de lo que disponemos, o cuanto sabemos que el agrada.
d. Peticiones manifestando a Dios nuestras necesidades para que Él nos libre de ellas.
2. Escoger una sentencia o jaculatoria para recordar y renovar los propósitos durante el día.
3. Examen de la oración.
4. Oración de gratitud y ofrecimiento por manos de la Virgen de cuanto bueno se hizo con la gracia de Dios.
Después de la meditación 1. Poner en práctica lo propuesto para enmienda de la vida.
2. Esfuerzo por conservar durante el día el recogimiento de espíritu logrado en la oración.
NOTA: Antes de entrar en oración se elevará la mente a Dios, y se rezará la antífona "Ven Espíritu Santo", luego haciendo la Señal de la Cruz se buscará serenar el espíritu.
Bibliografía Jerónimo Gracián de la Madre de Dios. De la Oración Mental y de sus partes y condiciones, en Obras del P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios. Tomo I. "El Monte Carmelo, Burgos, 1932. Juan de Jesús María (Aravalles). Tratado de Oración escrito por el V.P. Juan De Jesús María (Aravalles), Carmelita Descalzo, discípulo del doctor místico San Juan de la Cruz. Sacada ahora a luz por un religioso de la misma Orden. Taller de Sebastián Rodríguez, Toledo, 1926. Ven. Juan de Jesús María (El Calagurritano). De la Oración, en Escuela de Oración. "El Monte Carmelo", Burgos, 1983. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD. Breve catecismo de la vida de oración, en Catecismo de vida espiritual. "El Monte Carmelo", Burgos, 1968. Juan Brenninger, O.Carm. Directorio Carmelita de Vida Espiritual. Ediciones Carmelitas, Madrid, 1966.
Notas 1. Constituciones 1, 13.
2. Fundaciones 23, 3.
3. Allí mismo, 23, 1.
4. Advertencia V.