Todos los lenguajes humanos: el popular, el artístico, el filosófico, y hasta el lenguaje divino de la Escritura, han visto en el corazón el símbolo del amor. Así solemos decir: hombre de corazón, hombre sin corazón; y la Sagrada Escritura abunda en expresiones como éstas: “Mi corazón se estremeció; se dilató mi corazón; mi corazón se ha vuelto como cera derretida.”