La Venturosa Recoleta de La Ciudad de los Reyes, sol que atrae y abrasa a las almas lepidópteras
De Enciclopedia Católica
La Ciudad de los Reyes, y en general, las ciudades de todo el Imperio Hispánico, dedicaban las iglesias de sus ciudades y pueblos a los santos directamente vinculados a la Unión Hipostática, la Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, los Mártires, y los santos surgidos bajo el impulso renovador del Concilio de Trento.
Es decir, se ofrecía a las ciudades todos los modelos de conversión, penitencia y perseverancia, que permitieran la intimidad con Cristo, y con los Sacramentos, para perseverar en la gracia. Hasta la hora de la muerte temporal.
Esos modelos de santidad, en el caso de Lima, titulada Ciudad de los Reyes tenían, como trono, las portadas de las más bellas iglesias de Sudamérica. Correspondían a las normativas tridentinas, empeñadas en defender la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía, la Inmaculada Concepción, los testimonios de santidad que significaran la salvación mediante la Fe y las obras, la salvación dentro la Iglesia, el Misterio de los Ángeles en la vida del Hombre y de la Iglesia, la Piedad, la Caridad, la Esperanza, la devoción, además de la adecuación a esos tiempos, de las devociones y prácticas preciosas heredadas del pasado. Asuntos magníficamente explicados por el historiador limeño Dr. Rafael Sánchez-Concha Barrios, [ ] en su libro "Santos y Santidad en el Perú Virreinal". Obra paradigmática e insustituible para todo aquel que quiera conocer el camino hacia la Trascendencia, mediante el Cuerpo de República católico.
Políticamente hablando, la Corona Hispana tuvo como cruzada el la exaltación y triunfo de la Sagrada Eucaristía, y la defensa de la Pura y Limpia Concepción de María, Virgen Gloriosa y Bendita.
La Venturosa María Magdalena la Penitente, fue el modelo de conversión y penitencia por excelencia, preeminencia que antes tuvo en Europa santa María Egipcíaca. La Emblemática religiosa se vale de su persona para graficar el don de lágrimas. Ilustra, mejor que nadie la dignidad de hijo de Dios de la persona humana, y de la prontitud y dulzura , con la que Cristo perdonará de corazón, a quien invoque su Misericordia, bien sea por sus Santas Llagas, su Santa Cruz, el Sagrado Corazón de María, el Corazón de San José, la sangre de los Mártires y los méritos de los Santos.
Aunque por la Escritura solo consta que el Señor expulsó de ella siete demonios, su nombre estuvo asociado también a las otras mujeres pecadoras que se arrojaron a los pies de Cristo implorando misericordia, y encontrando en Él refugio en peligro de muerte.
Se entiende que, por sistematización y pedagogía, se acumuló bajó en nombre de Santa María Magdalena, todos los abismos de pecado a los que puede caer el alma que ha caído en pecado. Porque el pecado, además de robustecer la maldad que transporta, conduce a otros, y así sucesivamente.