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Martes, 16 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Visiones y apariciones»

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Desde [[Vida de San Agustín de Hipona|San Agustín]] (De gen. ad litt., 1. XII, VII, n. 16) los escritores místicos han concurrido en dividir las visiones en corpóreas, [[imaginación|imaginativas]] e [[intelecto|intelectuales]].
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La visión corpórea es una manifestación [[orden sobrenatural|sobrenatural]] de un objeto a los ojos del cuerpo.  Puede realizarse de dos maneras: o bien una figura realmente presente golpea la retina y allí determina el fenómeno físico de la visión, o un agente superior al hombre modifica directamente el órgano de la vista y produce en el compuesto una sensación equivalente a la producida por un objeto externo.  Según las autoridades la primera es la forma habitual; corresponde a la [[creencia]] invencible del vidente, por ejemplo, [[Santa Bernardina Soubirous|Bernardita]] en [[Lourdes]]; implica un mínimo de intervención [[milagro]]sa si la visión es prolongada o si es común a varias [[persona]]s.  Pero la presencia de una figura externa puede entenderse de dos maneras.  A veces se presentará la propia [[substancia]] del ser o la persona; otras veces será simplemente una apariencia consistente en una cierta disposición de los rayos luminosos.  Lo primero puede ser cierto para personas vivas e incluso, parecería, de los nuevos cuerpos [[gloria|gloriosos]] de [[Jesucristo|Cristo]] y [[María]], los cuales por el eminentemente probable fenómeno de [[bilocación]] pueden hacerse presentes al hombre sin dejar su [[cielo|morada de gloria]].    La segunda se realiza en la aparición corpórea de los muertos  no resucitados o de los [[espíritu]]s puros.
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En 1 [[Libros de Samuel|Samuel]] 28 dice que [[Saúl]], cuando fue derrotado por los [[filisteos]], fue donde la [[brujería|bruja]] de Endor y le pidió que le trajera el [[espíritu]] de Samuel, y el espíritu salió de la tirra y le reveló a Saúl que [[Dios]] estaba [[ira|enojado]] con él porque había perdonado a [[Amalec]].  Numerosos cultos [[paganismo|paganos]] practicaban la evocación de los muertos; los [[arte oculto, ocultismo|magos]] la practicaban en la [[Edad Media]], y en los [[tiempo]]s modernos los mediums o espiritistas se han tomado la tarea de comunicarse con las [[alma]]s de los muertos o con espíritus encarnados (vea [[espiritismo]]).  [[la Iglesia|La Iglesia]] [[católico|Católica]] en varias ocasiones ha condenado la práctica del magnetismo y el espiritismo, en la medida en que esta prática evoca a los muertos y puede llamar a la acción [[demonios|espíritus malvados]].  Pero nunca ha declarado que cada operación nos pone en relación real con los espíritus de los muertos o un espíritu malo.  Las principales condenas son las del Santo Oficio, 4 de agosto de 1856; 21 de abril de 1841; 30 de marzo de 1898.  (Vea también Acta Concil. Baltim., II (Col. Lac., III, 406)
  
  

Revisión de 22:05 1 oct 2010

Este artículo tratará, no con las visiones naturales, sino con las sobrenaturales, es decir, visiones debidas a la intervención directa de un poder superior al hombre. El cardenal Bona (De discret. Spir., XV, n. 2) distingue entre visiones y apariciones. Hay una “aparición” cuando no sabemos si la figura que vemos se relaciona con un ser real; una “visión” cuando la relacionamos con un ser real. Al igual que la mayoría de los místicos consideraremos estos términos como sinónimos.

Tres tipos de visiones

Desde San Agustín (De gen. ad litt., 1. XII, VII, n. 16) los escritores místicos han concurrido en dividir las visiones en corpóreas, imaginativas e intelectuales.

Visiones corpóreas

La visión corpórea es una manifestación sobrenatural de un objeto a los ojos del cuerpo. Puede realizarse de dos maneras: o bien una figura realmente presente golpea la retina y allí determina el fenómeno físico de la visión, o un agente superior al hombre modifica directamente el órgano de la vista y produce en el compuesto una sensación equivalente a la producida por un objeto externo. Según las autoridades la primera es la forma habitual; corresponde a la creencia invencible del vidente, por ejemplo, Bernardita en Lourdes; implica un mínimo de intervención milagrosa si la visión es prolongada o si es común a varias personas. Pero la presencia de una figura externa puede entenderse de dos maneras. A veces se presentará la propia substancia del ser o la persona; otras veces será simplemente una apariencia consistente en una cierta disposición de los rayos luminosos. Lo primero puede ser cierto para personas vivas e incluso, parecería, de los nuevos cuerpos gloriosos de Cristo y María, los cuales por el eminentemente probable fenómeno de bilocación pueden hacerse presentes al hombre sin dejar su morada de gloria. La segunda se realiza en la aparición corpórea de los muertos no resucitados o de los espíritus puros.

Visiones imaginativas

Visiones intelectuales

Visiones de demonios

Evocación de los muertos y espiritismo

En 1 Samuel 28 dice que Saúl, cuando fue derrotado por los filisteos, fue donde la bruja de Endor y le pidió que le trajera el espíritu de Samuel, y el espíritu salió de la tirra y le reveló a Saúl que Dios estaba enojado con él porque había perdonado a Amalec. Numerosos cultos paganos practicaban la evocación de los muertos; los magos la practicaban en la Edad Media, y en los tiempos modernos los mediums o espiritistas se han tomado la tarea de comunicarse con las almas de los muertos o con espíritus encarnados (vea espiritismo). La Iglesia Católica en varias ocasiones ha condenado la práctica del magnetismo y el espiritismo, en la medida en que esta prática evoca a los muertos y puede llamar a la acción espíritus malvados. Pero nunca ha declarado que cada operación nos pone en relación real con los espíritus de los muertos o un espíritu malo. Las principales condenas son las del Santo Oficio, 4 de agosto de 1856; 21 de abril de 1841; 30 de marzo de 1898. (Vea también Acta Concil. Baltim., II (Col. Lac., III, 406)


Fuente: Roure, Lucien. "Visions and Apparitions." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15477a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc