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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Teorías sobre la Población»

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Última revisión de 07:29 17 jun 2013

Thomas Robert Malthus
Engels
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Trasfondo

Hacia el final del siglo XVIII, se prestó muy poca atención a la relación entre el incremento de la población y el aumento de la subsistencia. Platón (De República, V) y Aristóteles (Del República, II, vi) sostenían, de hecho, que en una sociedad comunista el matrimonio y el nacimiento de niños ha de ser regulado y restringido por ley, para que los medios de apoyo no fuesen insuficientes para todos los ciudadanos; y en algunas de las ciudades-estado de Grecia antigua, el aborto, las relaciones sexuales antinaturales y el infanticidio eran recomendados deliberadamente y practicados con el mismo fin. Como regla, sin embargo, las naciones de antigüedad así como las del periodo medieval consideraron el crecimiento indefinido de la población como un bien público, dado que ello multiplicaba el número de guerreros defensores del país. En palabras de Federico el Grande, "el número de la población constituye la riqueza del Estado". Antes de su época superpoblación no había ocurrido en ningún país civilizado, o por lo menos no se le había reconocido como tal. Ello era evitado u ocultado por enfermedades, plagas, guerras y las diferentes formas de dificultad económica; por niveles de vida sencillos y establecidos; y por costumbres que ajustaron la tasa de matrimonios y, por consiguiente, la tasa de la reproducción humana, a los planes contemporáneos de vida y a los suministros de comida. Los Mercantilistas, cuyas opiniones en asuntos económicos fueron ampliamente aceptadas en los siglos XVI, XVII y XVIII, estaban de acuerdo con los estadistas militares que el incremento de la población era una bendición invalorable. Por su parte los Fisiócratas del siglo XVIII estaban menos seguro, pues algunos de ellos insistían en que la escasez de comida era una posibilidad que debía ser tenida en cuenta por una nación, pero ninguno de ellos dio el problema una importancia urgente, ni lo trató de una manera extendida y sistemática. Otros escritores, como Montesquieu, Hume, Steuart, Wallace, Arturo Young, y Julius Möser que habían reconocido la existencia y la naturaleza general del problema tampoco lo discutieron en todos sus aspectos. Esto fue incluso verdad en el caso de Adán Smith. Aunque él notó el hecho de que el aumento de población entre las clases más pobres era disminuido por la escasez de subsistencia ("la Riqueza de Naciones", Londres, 1776, yo, el viii), él no desarrolló el pensamiento ni dibujó ninguna conclusión práctica para ello. Escribiendo cuando las grandes invenciones industriales estaban apenas empezando a indicar un aumento de los medios de vida, cuando la nueva libertad política y económica parecía prometer la liberación y expansión de una inmensa cantidad de energía productiva, y bajo la influencia de una teoría filosófica que sostenía que la "mano invisible" de Providencia dirigiría los nuevos poderes y aspiraciones de manera que todas las clases tendrían sustento abundante, Smith era un optimista no competente. Él creyó que la presión de la población sobre la subsistencia se había vuelto una cosa del pasado.

El primer autor que trató sistemáticamente el problema fue Gianmaria Ortes, un fraile veneciano, en un trabajo titulado, "Reflessioni sulla populazione per rapporto all' economia nazionale". Éste apareció en 1790, ocho años antes de la primera edición de la famosa obra de Malthus. Según Nitti: "Algunas páginas de Ortes parecen bastante similares a las de Malthus; él comprendió la entera cuestión, la progresión geométrica de la población, la progresión aritmética de los medios de subsistencia, la acción preventiva de hombre, y la acción represiva de naturaleza" ("Population and the Social System", pág. 8). A su libro le faltaron, sin embargo, el tono seguro y los argumentos estadísticos de Malthus; por consiguiente fue sombreado pronto por la última producción y, en lugar del fraile veneciano, el divino anglicano se volvió el patrocinador de la teoría sobre población mejor conocida y más pesimista del mundo.

La Teoría de Malthus

En los veintidós años que habían pasado entre la aparición de la obra de Adán Smith: "La Riqueza de Naciones", y "el Ensayo sobre el Principio de Población" (Londres, 1798) del Rev. Thomas Malthus (1766-1834), la Revolución francesa causó la caída del antiguo sistema social, sin mejorar la condición del pueblo francés. Una sucesión de malas cosechas había empobrecido los distritos agrícolas de Inglaterra, mientras su crédito se había vuelto tan malo por las recientes guerras que se volvió muy difícil la importación de suministros desde el extranjero. Por otro lado, el desarrollo rápido de la industria textil y de otras más a través de las recientes invenciones mecánicas había llamado nuevos pueblos en existencia, y estimuló grandemente el aumento de población; el sistema de concesiones públicas de dinero a todos los niños pobres animó matrimonios que no preveían el futuro, entre las clases más pobres. Aunque había habido un aumento considerable en conjunto de la riqueza nacional, las clases obreras no habían recibido ningún beneficio. La producción aumentada parecía significar un aumento desproporcionado de la población, y una disminución en el sustento de los pobres. La objeción obvia, que esta condición era atribuible a la mala distribución en lugar de a la producción insuficiente, había venido de hecho a la atención de Malthus. En algún grado su libro era una respuesta a esa misma objeción. William Godwin, un discípulo de los filósofos revolucionarios franceses, principalmente en su trabajo "Justicia Política", había estado defendiendo la teoría de que todos los males de sociedad venían de instituciones sociales defectuosas, y que había más que suficiente riqueza para todos, si ésta fuera tan solo distribuida equitativamente. Malthus contestó a esta posición con su "Ensayo sobre el Principio de Población". Su tesis era que la población tiende constantemente a ir más allá del sustento, pero que era puesta en jaque por los vicios -el aborto, el infanticidio, la prostitución, y por la miseria en forma de guerra, plaga, hambre, y enfermedades innecesarias. Si a todas las personas se proporcionaran sustento suficiente, y estos obstáculos fueran quitados, el alivio sería sólo temporal; pues el aumento de matrimonios y nacimientos produciría pronto una población que excedería el suministro de comida.

La primera edición del trabajo de Malthus tenía, por consiguiente, un propósito polémico definido, la refutación de un esquema comunista de sociedad. Sus argumentos eran generales y populares en lugar de sistemáticos o científicos. Ellos se basaban en hechos observados fácilmente, y en lo que el hombre corriente esperaría pasar si el vicio y miseria dejaran de actuar como obstáculos a la población. Como una refutación popular de las teorías de Godwin, el libro era un éxito, pero su autor empezó pronto una investigación más profunda sobre los hechos de los que él había deducido sus conclusiones. El resultado de sus labores fue la aparición en 1803 de una segunda edición del "Ensayo" que difirió tanto en tamaño y volumen del primero como en contenido, en palabras del mismo Malthus, "una obra nueva". En el primer capítulo de la nueva edición, afirmó que "la tendencia constante de toda vida animada a aumentar más allá de la nutrición preparada para ella" (pág. 2) no había recibido suficiente atención hasta ahora. Antes de tratar de demostrar la existencia de esta tendencia, se preguntó que sería "el incremento natural de la población si era dejado para actuar en total libertad... bajo las circunstancias más favorables de la industria humana" (pág. 4). Basándose en la historia de América del Norte durante el siglo y medio precedente a 1800, y de las opiniones de algunos economistas, concluyó que "la población cuando no tiene obstáculos sigue doblándose cada 25 años, o se aumenta en una proporción geométrica" (pág. 6). Un breve examen de las posibilidades de aumento de alimentos lo convenció que esto nunca podría ser "más rápido que una proporción aritmética" (pág. 10). Aplicando estas conclusiones a Inglaterra con sus 11,000,000 habitantes en 1800, encontró que el resultado natural al final del siglo XIX sería una población de 176,000,000, y subsistencia para sólo 55,000,000 (ibid.). El resto del primer volumen está ocupado con un recuento de los obstáculos efectivos, es decir, el vicio y miseria, los cuales habían ocultado hasta este momento esta diferencia desastrosa entre la población y subsistencia en los diversos países del mundo. En el segundo volumen él discute los medios que se han propuesto prevenir un aumento indebido de población, y, por consiguiente, para volver innecesaria la acción de los obstáculos positivos. Algunos de los medios que recomendó eran la abstención de provisión pública para el estímulo del aumento de la población y para el alivio de los pobres, y la abolición de las leyes existentes de este tipo, sobre todo la Ley del Pobre de Inglaterra. Pero su recomendación principal era la práctica de lo que él llamó "refrenamiento moral". Es decir, personas incapaces de mantener a una familia adecuadamente deben vivir en celibato casto hasta que hayan superado esta invalidez económica (libro IV, passim). En la nueva edición de su obra, por consiguiente, Malthus no apuntaba meramente hacia un nuevo ataque a la población, sino que lo defendió para prevenir y anticipar el funcionamiento de los obstáculos crueles e inmorales automáticamente puestos en acción por el vicio y la miseria.

Crítica de la Teoría Malthusiana

La teoría puede ser caracterizada brevemente así: En su forma más extrema y abstracta es falsa; en su forma más moderada nunca ha sido demostrada y nunca se podrá demostrar; aunque sea cierta, es tan hipotética, y sujeta a tantos factores que la perturban, que no es de ningún valor práctico o importancia. Es, por supuesto, abstracta o teóricamente posible que población pueda exceder el sustento, sea temporal y localmente, o permanente y universalmente. Esta posibilidad frecuentemente se ha dado entre pueblos salvajes, y de vez en cuando entre pueblos civilizados, como en el caso del hambre. Pero la teoría de Malthus implica algo más que una posibilidad abstracta o una realidad temporal y local. Afirma que la población muestra una tendencia constante a acabar con el suministro de comida, una tendencia, por consiguiente, que siempre está a punto de convertirse en una realidad si no se neutraliza. En las seis ediciones de su trabajo que aparecieron en vida de Malthus, esta tendencia fue descrita en la fórmula de que la población tiende a aumentar en progresión geométrica, como, 2, 4, 8, etc., mientras el aumento total del sustento que puede esperarse está según una proporción aritmética, como, 2, 3, 4, etc. Hasta ahora por lo que sabemos, la población nunca ha aumentado en proporción geométrica en ningún periodo considerable; pero nosotros no podemos mostrar que tal aumento, por medios naturales, es fisiológicamente imposible. Todo lo que implica es que cada matrimonio debe tener un promedio de cuatro niños, que a su vez se casarían y tendrían el mismo número de niños por pareja, y que esta proporción debería mantenerse indefinidamente. No es, sin embargo, verdad que sólo pueden aumentarse los medios de vida en una proporción aritmética. Durante el siglo XIX esta proporción se excedió considerablemente en muchos países (cf. Wells, "Cambios Económicos Recientes"). La visión de Malthus en este punto se basaba en un conocimiento bastante limitado de lo que había pasado antes de su época. Él no previó las grandes mejoras en producción y transporte que, unos años más tarde, aumentaron muchísimo los medios de subsistencia en todos los países civilizados. En otras palabras, él comparó la fecundidad potencial de hombre, los límites que eran bien conocidos, con la fertilidad potencial de la tierra y los logros potenciales de invención humana, ninguno de los cuales era conocido ni de cerca. Éste era un método malo, y su resultado en las manos de Malthus era una teoría falsa.

Aún descartando la formulación matemática de la teoría, y examinándola en su forma más moderada, como una mera afirmación de que la población tiende a acabar con el sustento, encontramos que la teoría no puede demostrarse. Los hechos aducidos por Malthus en apoyo de su disputa eran relacionados a la insuficiencia del suministro de comida en muchos países en muchos momentos diferentes. Ahora bien, es verdad que a los pueblos bárbaros y a los que dependen de la pesca y de la caza para sobrevivir frecuentemente les ha faltado la subsistencia, sobre todo cuando no podían o no querían emigrar; pero con frecuencia tal no ha sido el caso durante cualquier época considerable entre naciones civilizadas. La necesidad de comida entre los últimos normalmente ha sido debida a una mala organización industrial y a una mala distribución, en lugar de deberse a la pobreza de la naturaleza, o la improductividad de hombre. Incluso hoy una gran proporción de los habitantes de los países es insuficientemente nutrida, pero ninguna persona inteligente atribuye esta situación a un exceso absoluto de población por encima de la subsistencia o de la productividad. Puesto que Malthus no prestó atención suficiente a los males de distribución, él no demostró que su teoría fuera verdad en general, aún en el tiempo anterior a que él escribiera; puesto que él no sospechó las grandes mejoras en producción que pronto tendrían lugar, mucho menos pudo demostrar que sería universalmente válido. Aunque admiten la debilidad de su argumento, algunos de sus seguidores más tarde insisten que la teoría es verdad de una manera general. Población, si no es una regulada prudentemente en los matrimonios y nacimientos, puede y en toda probabilidad a menudo acabará el sustento, debido a la ley de ingresos disminuidos (cf. Hadley, "Economía").

Aunque Malthus parece haber tenido un poco de conocimiento de esta ley, él no la usó como la base de sus conclusiones. Ahora bien, la "ley de ingresos disminuidos" simplemente es la frase por la que los economistas describen el hecho muy conocido de que un hombre no puede seguir aumentando indefinidamente la cantidad de capital y labor que él realiza en un pedazo de tierra, y seguir consiguiendo ingresos aprovechables. Tarde o temprano se alcanza un punto en el que el producto del último incremento de gasto es menor que el gasto en sí. Este punto ya se ha alcanzado en muchas regiones, de donde una parte de la población es empujada a irse a otra tierra. Cuando ello sea alcanzado en todas partes, la población excederá universalmente la subsistencia. Declarado así, el Malthusianismo parece ser irrefutable. No obstante la ley de ingresos disminuidos, como todas las leyes económicas, sólo es verdad en ciertas condiciones. Cambie las condiciones, en este caso los métodos de producción, y la ley no es operativa por más tiempo. Con nuevos procesos productivos, futuros gastos de labor y capital se vuelven rentables, y el punto de ingresos disminuidos se va más lejos. Este hecho ha recibido ilustración frecuente en la historia de la agricultura y las minas. Aunque es verdad que no siempre se descubren nuevos métodos cuando se necesitan, y que a menudo los hombres encuentran más rentable gastar sus recursos adicionales en tierras nuevas que en viejas, también es verdad que no podemos poner ningún límite definido al poder inventivo de hombre, ni a la fertilidad potencial de naturaleza. Hablando absolutamente, nadie puede asegurar que estas dos fuerzas no podrán modificar las condiciones en las que la ley de ingresos disminuidos opera indefinidamente, para que la subsistencia guarde el paso con la población con tal de que los hombres tengan habitación en la tierra. Por otro lado, no podemos demostrar que si la población fuera aumentar a al límite de sus posibilidades fisiológicas, sería provista suficientemente por la fertilidad de la naturaleza y la inventiva del hombre. Estamos tratando aquí con tres cantidades desconocidas. Sobre tal base es imposible ya sea establecer una ley social, o refutar de manera conclusiva cualquier generalización particular que pueda ser establecida. En tercer lugar, la teoría Malthusiana, aun siendo verdadera, no es de ningún uso práctico. La convicción que la población, sin obstáculos, presionará inevitablemente la subsistencia no nos aterra, cuando comprendemos que siempre se ha verificado, por celibato, los matrimonios tardíos, guerra, calamidades naturales, y otras fuerzas que no sean la escasez de sustento. La pregunta práctica para cualquier pueblo es si éstos obstáculos de no-escasez pudiesen guardar la población dentro de los límites de los recursos productivos de la gente. Hasta ahora en lo que interesa a las naciones del mundo Occidental, esta pregunta puede contestarse afirmativamente.

El uso de obstáculos preventivos, como el aplazamiento del matrimonio, el aborto, y la esterilidad artificial se ha vuelto tan común que la tasa de nacimientos ha disminuido en el último medio-siglo casi en todas partes, y no hay ninguna indicación de una reacción en el futuro cercano. Durante el mismo período la proporción de producción de alimento ha aumentado considerablemente. Es más, el declive en la tasa de nacimientos ha sido más pronunciado entre esas clases cuyas la subsistencia es muy amplia, haciendo pensar así en la probabilidad de que se volverá igualmente prevaleciente entre las clases más pobres en cuanto su nivel de vida se eleve. La contingencia de que los hombres puedan algún día volverse tan descuidado de altos niveles de vida como para abandonar los métodos presentes de restricción es demasiado remoto para justificar la ansiedad por parte de esta generación. Asumamos, sin embargo, que, bajo la influencia de la religión y de la enseñanza moral, se descartaran todos los métodos preventivos inmorales de población. Aun así, nosotros no tenemos ninguna razón para dudar que los obstáculos legales, como la virtud del celibato, sea temporal o permanente, y la disminución de fecundidad que parece ser un incidente necesario de la vida moderna, particularmente en las ciudades, sería suficiente para conservar bien a los habitantes del mundo dentro de los límites de sus poderes productivos. Hasta ahora por lo que vemos en la actualidad, la teoría Malthusiana, aunque verdadera en lo abstracto y lo hipotético, es tan hipotética, pues asume la ausencia de tantos factores que siempre es probable que estén presentes, que no merecería ser tomada en cuenta seriamente, excepto como un medio de ejercicio intelectual. Como ley de población, es tan valiosa como otras leyes pasadas por los economistas clásicos. Es al menos tan remota de la realidad como el "hombre económico."

Aún así, esta teoría encontró aceptación inmediata y casi universal. El libro que la exponía pasó por seis ediciones en vida de Malthus, y ejerció una influencia notable en la economía, la sociología y la legislación de la primera mitad del siglo XIX. Además de un sector de los Socialistas, el grupo más importante de escritores que rechazan la teoría Malthusiana ha sido de economistas católicos, como Liberatore, Devas, Pesch, Antoine (cf. Pesch, "el der de Lehrbuch Nationalökonomie", II, 598). Siendo pesimista y individualista, la enseñanza de Malthus estaba de acuerdo completamente con el temple y las ideas de su tiempo. El dolor era profundo y general, y las teorías políticas y económicas del día favorecieron la política de laissez faire. Quizás se deba más a él que a ningún otro escritor, la mala reputación de los economistas ortodoxos, como opositores de la legislación en los intereses de las clases más pobres. En palabras de Devas, "El Malthusianismo ha sido en la práctica un grave desaliento a todas las obras de reforma social y de legislación humana, que parecían un sentimiento tonto que derrota sus objetivos amables al animar la población" (Economía Política, 2 ed., pág. 198). Malthus declaró que los pobres crearon su propia pobreza casándose sin previsión alguna, y que cualquier sistema general de alivio para los pobres sólo aumentaba y prolongaba la raíz mala, la superpoblación que ellos sufrían (libro IV del Ensayo, passim).

Aunque él tenía una simpatía genuina por los pobres, y creía que la práctica del "refrenamiento moral" posponiendo o previendo el matrimonio era el único medio de mejorar su condición permanentemente, su enseñanza recibió la aprobación cordial de las clases más adineradas, porque ello tendía a relevarlos de "responsabilidad por la condición de las clases obreras, mostrando que estos últimos se tenían que culpar principalmente a sí mismos, y no tenían que culpar la negligencia de sus superiores ni las instituciones del país" (Ingram, "Historia de la Economía Política", pág. 121). Sus discípulos más recientes entre los economistas comprenden que una mejora en la condición de las masas estaba en estimular una porcentaje más bajo de nacimientos, por consiguiente ellos no se oponen a todas las medidas legislativas para mejorar su condición. Muchos de ellos, sin embargo, han exagerado los beneficios sociales y morales de un porcentaje bajo de nacimientos, y han aprobado las prácticas inmorales y destructivas de las que depende implícitamente. La ironía de la situación es que los obstáculos preventivos, morales e inmorales, han sido adoptados en su mayoría por las clases ricas y cómodas, que en opinión de Malthus, no eran llamadas a hacer ninguna contribución personal a la limitación de población.

Los resultados más notables de la obra y enseñanza de Malthus pueden resumirse como sigue: él no contribuyó absolutamente con nada de valor para el conocimiento humano o bienestar. Los hechos que describió y los remedios que propuso habían sido por mucho tiempo suficientemente obvios y suficientemente conocidos. Aunque él dio énfasis y atrajo la atención de una manera llamativa a la posibilidad de superpoblación general, la exageró exageradamente, y así desencaminó y dirigió erradamente la opinión pública. Si él hubiera estado mejor informado y visto los hechos de población en sus verdaderas relaciones, habría comprendido que los remedios apropiados serían buscados en mejores arreglos sociales e industriales, una mejor distribución de la riqueza, y una educación moral y religiosa mejorada. Como han sucedido las cosas, su enseñanza directa o indirectamente ha llevado a una inmensa cantidad de error social, negligencia, sufrimiento e inmoralidad.

Neo-Malthusianismo

En cierto sentido este sistema es el lógico resultado del Malthusianismo. Aunque Malthus se hubiera horrorizado de las prácticas de la más nueva teoría, sus propias recomendaciones eran mucho menos eficaces como medios para el objetivo común de ambos sistemas. Los Neo-Malthusianos comprenden mejor que él, que para restringir la población deliberadamente a la magnitud deseada, además de una casta abstención o del aplazamiento de matrimonio otros métodos son necesarios. Por ello, instan a los matrimonios a usar dispositivos artificiales e inmorales para evitar la concepción. Algunos de los líderes más prominentes de este movimiento eran Robert Dale Owen, John Stuart Mill, Charles Bradlaugh, y Annie Besant. Con ellos merecen ser asociado muchos economistas y sociólogos que implícitamente defienden las mismas prácticas, ya que ellos defienden un nivel de vida confortable que crezca indefinidamente, e instan a la limitación de descendencia como el medio seguro con que la labor los obreros pagados más pobres puede ser hecho más escaso y estimado. Algunos de los líderes del Neo-Malthusiananismo en Inglaterra sostuvieron que ellos estaban simplemente recomendando a los pobres lo que los ricos denunciaban pero que en secreto practicaban.

En común con la teoría más antigua de la cual toma su nombre, el Neo-malthusianismo asume que la población sin restricciones excederá el sustento, pero por sustento se indica una nivel de confort liberal, e incluso progresivamente ascendiente. Con toda probabilidad esta disputa es correcta, por lo menos, en la última forma; pues todas las indicaciones están en contra de la suposición de que la tierra puede dar un nivel de confort ascendiente indefinidamente de consuelo para una población que continúa aumentando hasta el límite de su capacidad fisiológica. Por otro lado, las prácticas y las consecuencias del sistema son más fútiles, engañosos y desastrosas que los del Malthusianismo. Las prácticas son intrínsecamente inmorales, implicando la perversión de las facultades y funciones naturales, por no decir nada de su efecto injurioso sobre la salud física. La condición tenía como objetivo a, a saber, la familia pequeña o sin niños en absoluto, desarrollando un grado de egoísmo y de autoindulgencia que disminuyen muy considerablemente la capacidad por el servicio social, el altruismo, y toda forma de logro industrial e intelectual. Por ende, los economistas, sociólogos y médicos de Francia condenan la baja tasa de nacimientos y las familias pequeñas como un grave mal nacional y social. En el lado industrial, neo-malthusianismo pronto derrota su propio fin; pues el egoísmo acrecentado y el disminuído estímulo al trabajo es seguido naturalmente por un rendimiento más bajo del producto. Si la restricción de descendencia se confinara a las clases más pobres, la mano de obra se volvería de hecho relativamente escasos en relación con los tipos más altos de trabajo, y sus sueldos subirían, dado que su productividad no se disminuía por la deterioración de carácter. Es un hecho, sin embargo, que las clases acomodadas adoptan el método mucho más que las pobres, con el resultado que el suministro excesivo de mano de obra no cualificada se aumenta en lugar de disminuir. Donde todas las clases se entregan a la práctica, la sobreoferta de mano de obra no cualificada permanece relativamente inalterada. Los sueldos de todas las clases en Francia son más bajos que en Alemania, Inglaterra, o los Estados Unidos (cf. Decimoquinto Informe Anual del Comisionado de Mano de Obra). Finalmente, un nivel de confort constantemente creciente afianzada por las prácticas y la atmósfera moral de los medios del neo-malthusianismo no significa un nivel de vida más alto, sino uno más bajo; no conlleva cultura más genuina o valores morales más altos, sino placeres físicos más abundantes y un materialismo más refinado.

Otras Teorías Sobre Población

Rodbertus, Marx, Engels, Bebel, y posiblemente la mayoría de los socialistas que han considerado el problema, niegan una tendencia general a la población excesiva, o sostienen que sólo se realizan en una sociedad con sistema capitalista. Bajo el Socialismo habría amplio sustento para el mayor incremento posible de población, o, a cualquier nivel, por cualquier incremento que la sociedad decidiera tener. Ahora es bastante improbable que una organización Socialista de producción, con sus incentivos disminuidos para una energía inventiva y productiva, podría proporcionar medios de vida adecuados a la máxima capacidad de la fecundidad humana; y un nivel de comodidad universal y continuamente creciente estaría sujeto a todos los estorbos físicos, morales e intelectuales, y a las consecuencias que asediaron el sistema suicida del neo-malthusianismo.

Una minoría respetable de economistas (en esta conexión frecuentemente conocido como "optimistas") ha rechazado la teoría Malthusiana del principio. Entre los más prominentes están: Bastiat en Francia, List (1789-1846) en Alemania, y Henry C. Carey en América. De una manera general, todos sostuvieron que con unos arreglos sociales e industriales apropiados la población nunca excederá la subsistencia. Esta era igualmente la posición de Henry George cuyo ataque a la teoría de Malthus probablemente es más familiar a los norteamericanos que el de cualquier otro escritor (cf. el Progreso y Pobreza). Carey, cuyo padre, Matthew Carey, el publicador de Philadelphia, era católico, basaba su visión en parte en su fe en la Providencia, y en parte en la presunción de que en cada país las tierras más ricas y los poderes de la tierra permanecen subdesarrollados mucho tiempo; List señaló que las tierras densamente pobladas frecuentemente son más prósperas que aquéllas con relativamente pocos habitantes, y que nosotros no tenemos ninguna buena razón para poner límites a la capacidad de la tierra que podría apoyar muchas veces indudablemente su población presente; y Bastiat que ya había observado la restricción artificial de la tasa de nacimiento en su propio país parece haber concluido que la misma cosa pasaría en otros países siempre que la subsistencia tendiera a caerse debajo de los niveles de vida existentes. Aunque hay un poco de exageración e incertidumbre en todas estas posiciones, indudablemente son más cercanos a la verdad que las suposiciones de Malthus.

Lo que puede llamarse la teoría evolucionista de población fue originada e incompletamente establecida por Charles Darwin, y desarrollada por Herbert Spencer. En la última forma ha sido substancialmente adoptada por muchos biólogos y sociólogos. Aunque fue una lectura del trabajo de Malthus la que sugirió a Darwin la idea de la lucha por la supervivencia, la teoría de población de Spencer se opone en general a la Malthusiana. Según Spencer, el proceso de selección natural que involucra la destrucción de una gran proporción de los organismos más bajos, aumenta la individualidad y disminuye la fecundidad en las especies más desarrolladas sobre todo en el hombre. A la larga, la población se ajusta automáticamente a la subsistencia al nivel que es consonante con el mayor progreso. Con respecto al futuro, esta teoría es sumamente optimista, pero no es más probable o más capaz de probar que su profecía acerca de la futura identificación entre egoísmo y altruismo.

Basándose en una esmerada investigación y abundantes estadísticas, M. Arsène Dumont concluyó que el Malthusianismo es teóricamente falso y prácticamente sin valor, y que las únicas generalizaciones valiosas sobre la relación entre población y subsistencia son aquéllas que conciernen a un país en particular, una época, una civilización, o una forma de sociedad (cf. Nitti, op. cit.). En una sociedad democrática, dice, el peligro real es la limitación excesiva de la tasa de nacimientos por todas las clases, incluso las más bajas. Cuando las clases privilegiadas y las estratificaciones sociales han desaparecido, los miembros de cada clase se esfuerzan por levantarse sobre su condición presente restringiendo el número de su descendencia. Hasta ahora, esta teoría es una explicación correcta de ciertas tendencias existentes, pero, como el padre Pesch observa en contestación a P. Leroy-Beaulieu, el verdadero remedio para las condiciones francesas no es la monarquía sino la religión cristiana y la enseñanza moral (op. el cit., II, 639).

La teoría de Nitti tiene una similitud considerable con la de Spencer, pero el sociólogo italiano espera la acción deliberada de hombre, en lugar de cualquier disminución en fecundidad humana, para conformar la población a subsistencia en cualquier sociedad en la que la riqueza es justamente distribuida, la individualidad desarrollada fuertemente y la actividad individual sostenida en un alto nivel de eficacia (op. cit.). Él repudia, sin embargo, la "prudencia" egoísta y socialmente desmoralizante qué tan generalmente es practicada hoy para la limitación del tamaño de las familias. No obstante, es absolutamente improbable que la regulación sensata que él desea se obtenga sin la influencia activa y universal de la religión. Con esta condición añadida, su teoría parece ser la más razonable de todas las consideradas en este artículo, y no difiere grandemente de la de los economistas católicos.

El último, como ya lo hemos notado, rechaza la teoría Malthusiana y la interpretación de los hechos sociales en los que se funda. Tomando como típicas las visiones de Devas en Inglaterra, Antoine en Francia, Perin en Bélgica, Liberatore en Italia, y Pesch en Alemania (vea obras citadas debajo) podemos describir sus visiones en los términos siguientes. Donde la producción está organizada eficazmente y la riqueza distribuida equitativamente; donde la moral hace que el pueblo sea industrioso, frugal, contrario a debilitar el confort, y con voluntad de refrenar todas las prácticas inmorales en las relaciones conyugales; donde una proporción considerable del pueblo abraza la condición de celibato religioso, otros viven castamente e incluso difieren el matrimonio por un período más largo o más corto, y muchos emigran siempre que la población de cualquier región se congestiona--ya que la presión de la población sobre la subsistencia nunca ocurrirá excepto local y temporalmente. Probablemente esto es tan comprensivo, y al mismo tiempo una generalización tan correcta como puede formularse. Puede reducirse a la declaración sumaria del padre Pesch: "Donde la calidad de una persona es salvaguardada, no debe temerse por su cantidad" (op. el cit., II, 624). Cuide de la calidad, dice el sabio Jesuita, y la cantidad cuidará de sí misma. Esté ansioso por la cantidad, dice a los Malthusianos y a todos los defensores de la familia pequeña, para que la calidad se deteriore. Malthus murió hace menos de ochenta años y en un tiempo considerablemente más corto ha pasado desde que la restricción de nacimientos se generalizó en todo sentido; pero está aumentando rápidamente y en todas partes el número de pensadores que ven que el mundo Occidental es confrontado por "un problema no de fecundidad excesiva, sino de una carrera de suicidio" (Seligman, "Principios de Economía", 65).

MALTHUS, An Essay on the Principle of Population (London, 1826); NITTI, Population and the Social System (tr. London, 1894); INGRAM, A History of Political Economy (New York, 1894); DEVAS, Political Economy (London, 1901); HADLEY, Economics (New York, 1898); SELIGMAN, Principles of Economics (New York, 1905); LIBERATORE, Principles of Political Economy (tr. London, 1891); ANTOINE, Cours d'économie sociale (Paris, 1899); PERIN, Premiers principes d'économie politique (Paris, 1896); PESCH, Lehrbuch der Nationalökonomie (Freiburg, 1909); FAHLBECK, Neomalthusianismus in Zeitschrift für Sozialwissenschaft, VI (1903).

JOHN A. RYAN Transcrito por Thomas J. Bress Traducido por Miguel Angel Godoy Malthus (1).jpg