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Viernes, 19 de abril de 2024

Talla de madera

De Enciclopedia Católica

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En general, la producción de objetos utilitarios u objetos de arte en madera mediante el uso de instrumentos cortantes como una navaja, un cincel, una lima o una broca. Aquí se describirá únicamente la rama de la talla en madera relacionada con la producción de objetos artísticos ya se trate de artes plásticas (como estatuas, crucifijos y otras tallas similares) o de arte industrial (como arabescos y rosetas) que se utilizan principalmente para ornamentación de muebles. El primer tipo de talla de refiere específicamente a la escultura en madera; el segundo tipo tiene que ver con la talla de madera propiamente dicha y en este artículo se analizan ambas técnicas. No es fácil, en realidad, trazar una línea divisoria nítida entre las dos clases de tallas en un esbozo que trata del desarrollo histórico de este arte, dado que, con frecuencia, en la producción de objetos artísticos se combinan las dos técnicas. Además, la falta de objetos de arte industrial entre los objetos arqueológicos correspondientes a los primeros mil años, hace indispensable incluir también en el siguiente resumen algunos ejemplos de escultura en madera.

En la antigüedad, los objetos tallados en madera estaban destinados al culto religioso, sobre todo en Egipto, donde las primeras estatuas de los dioses eran de madera. Sin embargo, la talla en madera sólo alcanzó su desarrollo real en la era cristiana. Debido al carácter perecedero del material, es fácil entender que sólo queden unas pocas tallas en madera provenientes de los primeros años de la era cristiana. Estos escasos objetos son prueba de que la madera se utilizaban entonces prácticamente para los mismos propósitos eclesiásticos para los que se destina en la actualidad. Cabe mencionar aquí, en particular, la escultura de Bawit en Egipto, representada por dos figuras de santos, unas consolas adquiridas en 1898 por el museo del Cairo, y la puerta de la Basílica de Santa Sabina en Roma, el monumento más importante tallado en madera, proveniente de los comienzos de la cristiandad. En los primeros años, los relicarios solían ser de madera, así como la cátedra episcopal. Estas sillas se adornaban con tallas de mármol en relieve, como se puede observar en la famosa cátedra del obispo Maximianus de Ravena. Originalmente, todo el arte alemán se expresaba en tallas de madera; las iglesias se construían casi totalmente en madera y, por lo tanto, es de suponer que la mayoría de los accesorios de una iglesia fueran de ese mismo material. Los adornos de las superficies, producidos con instrumentos para tallar madera, representaban figuras de animales y consistían en diseños geométricos entrelazados en las formas más peculiares. Sin embargo, estos objetos perecederos del primer período se han perdido casi en su totalidad, las cátedras, los cofres y las puertas, con excepción del pequeño atril de lectura de San Radegundo (muerto en el año 587) en Poitiers, y la delicada puerta tallada perteneciente a San Bertoldo, en Parma, probablemente de origen lombardo, cuya delicada talla alemana característica, de diseño geométrico, en el marco y los paneles la hacen una hermosa obra de arte. La talla en bajorrelieve como la que se aprecia en el único cofre bien preservado de esta era, que se encuentra en la catedral de Terracina en Italia, fue común durante todo el período medieval temprano. Prueba de ello son las dos alas de una puerta plegable del siglo XI, en la catedral de Puy, en una de las cuales se aprecia la leyenda: "Godfredur me fecit" (Me hizo Godofredo) (cf. Haupt, "Die alteste Kunst der Germanen", Leipzig, 1909). Las estatuas de santos y la estatua de la Virgen talladas en madera así como las imágenes del Salvador, talladas en el mismo material han desaparecido casi en su totalidad debido al paso del tiempo y a los gustos cambiantes. Entre las que se han preservado está el célebre "Divino Rostro de Lucca", un Cristo sacrificado vestido con una túnica con mangas proveniente del siglo VIII, una talla similar de la crucifixión que se encuentra en Emmerich, Prusia, obra que data del año 1000. Hay, además, varias representaciones de Nuestra Señora talladas en madera que, sin embargo, no podrían catalogarse entre las obras de arte de este material puesto que están totalmente cubiertas con placas de oro, gracias a lo cual se han preservado. Estas Vírgenes pueden encontrarse, por ejemplo, en Essen y Hildesheim en Prusia. Las bancas de madera que se utilizaban ocasionalmente en las iglesias durante los primeros años de la Edad Media se conocen apenas por las miniaturas de los manuscritos y por las esculturas en piedra. Allí se puede ver que, por lo general, se hacían con piezas de madera torneadas y tablones que rara vez se adornaban con tallas. Este tipo de asientos siguieron fabricándose en el arte romanesco hasta el siglo XII. en el Museo de Arte Industrial de Cristianía se encuentra un ejemplo poco común de una banca de iglesia hecha de un tronco cilíndrico, proveniente del siglo XII. En términos exactos se trata de un trabajo de torno y juntas.

Aparentemente, el bajorrelieve fue el método más utilizado para la talla en madera durante todo el período romanesco. Hay magníficos ejemplos, como los marcos de las puertas de algunas iglesias noruegas como las de Flaa y Aal, las volutas de los frisos del coro y el relicario de madera del antiguo monasterio de Lokkum (1244) en Hanover, unos cuantos cofres pequeños de madera que pertenecen a diversas colecciones, como las de Colonia y Viena, y varias sillas en el museo de Cristianía. No obstante, al mismo tiempo con estos trabajos en bajorrelieve, comenzaron a aparecer tallas en altorrelieve hacia el final del período romanesco, como, por ejemplo, las puertas de la Iglesia de Maria im Kapitol en Colonia y las puertas de la catedral de Spoleto. Estas últimas, terminadas por Andrea Guvina en 1214, son el mayor logro de talla en madera del romanesco; los relieves tienen cinco centímetros de alto y están ornamentados con veintiocho escenas de la vida de Cristo. A pesar de unas pocas obras excelentes, durante el período romanesco la talla en madera no mostró mayor progreso debido, en parte, a que durante ese período se preferían los efectos coloridos que llevaron a recubrir las estatuas de lámina de oro y a pintar los relicarios y cofres, en parte con los métodos de trabajo de madera ensamblada característicos de la época. Los gabinetes y cofres no estaban hechos de marcos y paneles unidos por muescas e ingletes sino de tablones gruesos unidos de forma burda. Por lo tanto era necesario sostenerlos con marcos de hierro lo que no permitía el uso de finas tallas. La costumbre de adornar los relicarios de madera con pinturas en lugar de tallas prevaleció también en el este como lo demuestran los relicarios encontrados hace poco en el tesoro Sancta Sanctorum en Roma (cf. Grisar, "Sancta Sanctorum", Freiburg, 1908). Si bien, como ya se ha dicho, es imposible escribir una historia continua de la talla en madera hasta finales del siglo XII, por falta de objetos o restos de piezas de este tipo, cabe suponer que la talla en madera fuera utilizada con más frecuencia en los ornamentación y mobiliario de iglesias durante el período romanesco de lo que es posible demostrar en la actualidad. Para la ejecución de tareas tan monumentales como las enormes puertas de las iglesias, era necesaria una gran experiencia práctica. Por consiguiente, a comienzos del período gótico, la talla en madera alcanzó un grado de desarrollo tal, después de cientos de años, que pudo utilizarse en múltiples formas por lo que se le puede dar a esa época el nombre de la gran edad de la madera tallada. El período gótico, agregó a las anteriores necesidades de la iglesia, en cuanto a objetos de madera tallada (como bancas, escritorios y puertas) muchos otros requisitos, en especial, algunos que no habían sido posibles antes del pleno desarrollo del arte de la talla en madera, como los altares y los coros tallados, mientras que, como era de esperarse, la demanda de estatuaria en madera continuó en aumento. Conviene mencionar los muebles que exigían poco de los talladores y podían ser fabricados por los carpinteros, nos referiremos en primer lugar a los gabinetes o armarios y cofres. Aún quedan muestras de algunos que provienen del principio del período gótico, por lo general pertenecientes exclusivamente a la iglesia, por lo que los motivos de la ornamentación se tomaron, en la mayoría de los casos, de la arquitectura: conchas, tracerías y almenas. Además, el follaje y las figuras talladas se encuentran principalmente en las puertas y en los frisos. Cabe mencionar el armario de Wernigerode, en Prusia, ornamentado con tallas de máscaras y animales y un armario ornamentado con hojas de parra en bajorrelieve en la Capilla Arena de Pádua. Por lo general, los cofres están hechos de dos tablones verticales para soporte y dos o tres tablones largos que los unen; suelen tener tallas únicamente en la cara anterior. Los extremos están decorados por le general con figuras individuales mientras que los lados largos terminan en arcos agudos bajo los cuales aparece la figura de un caballero o un santo de pie. Es frecuente encontrar en distintos lugares de Inglaterra múltiples corres de distintos tamaños fabricados aparentemente en Flandes, decorados en la parte anterior con una talla que representa la lucha de San Jorge con el dragón y la liberación de la hija del Rey. De hecho, Inglaterra posee el mayor tesoro de estos cofres que se encuentran olvidados en las catedrales. Cabe mencionar los cofres del siglo XIV en Saltwood, Oxford (iglesia de Magdalen College), Derby (iglesia de San Pedro), Chevington, y en Brancepeth.

Los carpinteros y talladores trabajaban hombro a hombro en las balaustradas y sillas de los coros y en los altares que en esa época tenían una rica ornamentación. En la silletería de los coros los adornos principales eran los de los extremos, los de los soportes de las bancas y los reclinatorios y en los brazos de las sillas; los extremos se decoraban con figuras de santos y animales simbólicos tallados parcialmente en relieve y parcialmente torneados. El tallador daba rienda suelta a su imaginación en los reclinatorios, donde, además de frutas y flores se pueden encontrar los más imaginativos diseños provenientes de la inventiva del artista, con temas seculares, espirituales, serios y jocosos, satíricos y simbólicos. Los brazos de las sillas del coro solían ser más ingeniosos que artísticos. Los espaldares se decoraban no sólo con ornamentos arquitectónicos como conchas, piñas y soportes para baldaquines, sino con figuras y escenas en secuencia. Se pueden mencionar, como ejemplos, las sillas del coro de la catedral de Amiens (1508-1522) con suntuosas tallas superadas únicamente por algunas encontradas en España, y las de la catedral de Sevilla realizadas por Danchard y Nufro Sánchez (muerto en 1480). En este espacio es imposible entrar en los detalles históricos del desarrollo de otros coros o altares tallados en madera. La talla fue una característica importante de estos últimos, sobre todo en Alemania y Flandes. El desarrollo de estos altares constituyen un importante capítulo en la historia de la escultura en madera. Consistían esencialmente de un sagrario, abierto o cerrado, ornamentado con varias figuras o con varios grupo de figuras pequeñas. Los más famosos altares tallados fueron obra de artistas que se contaban entre los más distinguidos escultores de finales de la Edad Media, como Michael Pacher, quien hizo el famoso altar de St. Wolfgang en Austria, el altar mayor de Blaubeuren en Swabie por Jörg Syrlin el joven, el altar de la Santísima Sangre en Rotenburgo por Till Riemenschneider, el altar de la Virgen por Veit Stoss y Cracow, el altar mayor en Schleswig por Hans Bruggermann.

Hasta cerca del año 1350 la talla gótica en madera tomó la ornamentación de la talla en piedra. Más tarde, el uso más frecuente de la madera y el desarrollo de la técnica llevó a abandonar las leyes rígidas de la talla en piedra para crear un estilo independiente que alcanzó resultados más libres y brillantes gracias a una mayor delicadeza, a piezas más finas, al entrelazado de líneas y a la talla calada. Estas ventajas fueron aprovechadas con tal destreza por los talladores que más tarde se utilizaron también libremente en la talla en piedra. Los pliegues marcados, las esquinas agudas y los bordes bien definidos, característicos del estilo gótico tardío pueden rastrearse probablemente a uso de la cuchilla utilizada para la talla en madera. Este desarrollo de la talla en madera del período gótico tardío se debió al hecho de que las figuras y los altares eran multicromados. La madera tallada se cubría inicialmente con una capa de yeso que luego se pintaba con colores vivos y con hojilla de oro y se imprimían patrones o inscripciones en los bordes de los mantos y las aureolas. Naturalmente, esto no exigía que el tallador se esforzara en trabajar los detalles pequeños dado que el trabajo iba a quedar cubierto por pintura poli cromática. Por lo tanto, la mayor parte de las tallas en madera de la Edad Media no deben su efecto en los detalles sino en la impresión que da la totalidad de la obra. Vistos desde este ángulo, muchos de los altares de madera, por la riqueza de las tallas ornamentales, las escenas representadas por las figuras y la brillante decoración en pintura y oro, producen un sentimiento de júbilo y un efecto místico que no se logran con un altar de piedra. Con frecuencia, los altares de madera están enriquecidos con paneles laterales pintados. Por lo tanto, es fácil entender por qué los altares, sobre todo los de Flandes, se exportaban con mucha frecuencia a sitios tan remotos como Noruega y Portugal.

Como es natural, las tallas en madera de la época medieval no se limitaban a la producción de mobiliario de iglesia como el ya descrito. Además de los coros había otras piezas igualmente ornamentadas como la sede del celebrante (la silla del diácono), la sede episcopal, las puertas, los púlpitos y los atriles y ambones. Había, además, a fines de la Edad Media, un gran número de estatuas de la Virgen y de los santos, así como crucifijos, que llenaban las iglesias que, sobre todo en los lugares afectados por la Reforma, fueron quemadas en grandes números a comienzos del cisma. Sin embargo, hay todavía un gran número de obras talladas provenientes más que todo a las iglesias de Alemania y Bélgica, aunque el arte de talla en madera produjo obras valiosas en Francia, Italia, España y, en especial, en Escandinavia e Inglaterra. Una de las muestras más hermosas de las tallas inglesas es la figura que aparece en el sepulcro del arzobispo Peckham en Canterbury; entre las obras francesas cabe mencionar las hojas de la puerta de la catedral de Aix (1504). El estilo de la talla en madera de fines de la edad media ejerció gran influencia de la pintura dado que varios importantes talladores de madera alemanes eran también pintores, o por lo menos eran dueños de un estudio, como en el caso de Michael Pacher, Friedrich Herlin, y Hans Multscher; por consiguiente, aunque la talla de los pliegues era profunda y su diseño de grandes rasgos, el efecto era apenas aceptable y trivial. El elemento pictórico era muy utilizado por la facilidad con la que se podían trabajar las maderas de tilo y álamo que eran las más utilizadas en el sur de Alemania; en el norte de Alemania se utilizaba más que todo el roble.

Este brillante período de la talla en madera llegó a su fin en Alemania y Suiza cerca del año 1530 debido a la inestabilidad religiosa. No obstante, durante el Renacimiento, se produjeron excelentes obras de arte en estos países, en sitios dispersos, como, por ejemplo, las bancas del coro de la catedral de Berna (1522), que tienen la gracia ingenua de comienzos del Renacimiento, y las bancas de la antigua iglesia monástica de Wettingen (1603) en Alemania, ejemplos de la gracia y destreza de finales del Renacimiento, las magníficas bancas de la cámara del capítulo de la catedral de Mainz, adornadas en la parte inferior con unas tallas atiborradas de figuras grotescas. Otro motivo frecuente para aprovechar las tallas artísticas eran los muebles de los órganos, las galerías, las bancas de la iglesia y en especial los paneles que recubrían las paredes de la sala del capítulo y otras salas eclesiásticas similares. Unos de los paneles tallados más ricos de Alemania es el de la sala del capítulo de la catedral de Munster en Westfalia (1544-1552). En los Países Bajos hay excelentes tallas de este período como las bancas del coro de la Iglesia Mayor de Dordrecht que representan la entrada de Carlos V a la ciudad. Un excelente ejemplo de talla en madera francesa es el de las bancas del coro de Saint-Denis. Durante este período las obras más sobresalientes de talla en madera fueron producidas en Italia, la cuna del Renacimiento. Fue allí donde este arte se benefició en mayor medida del desarrollo de la escultura en piedra y en muchos objetos de uso eclesiástico compitió con los trabajos en piedra, como en los candelabros y los atriles. Sin embargo, en Italia, son ante todo las bancas del coro, las sedes de los obispos y abades y los armarios de las sacristías donde se aprecian las mejores tallas en madera, tan delicadas, atractivas y elegantes como las utilizadas para fines seculares. Al igual que éstas últimas, están decoradas con viñas, figuras de animales y criaturas fabulosas en el mejor y más delicado relieve. Era habitual contratar arquitectos que se ocupaban también del trabajo decorativo en piedra, para producir los diseños de las obras más importantes en madera tallada, como las sillas y balaustradas de los coros. Estos diseños fueron hechos en Florencia por by Benedetto de Majano, en Siena por Ventura di Ser Giuliano, el arquitecto de la Iglesia de San Bernardino en Siena. La tradición local procura relacionar nombres famosos con los diseños de las grandes obras de talla en madera; es así como, en Siena, estos diseños se atribuyen a Peruzzi, y en Perugia a Perugino y Raphael. Sin embargo, lo más frecuente era que el maestro que realizaba la talla produjera también el diseño. Esto es aún más probable si se considera que el oficio de tallador de madera pasaba de padres a hijos y así, como en otras ocupaciones, surgían las tradiciones de familia. Esto explica, en parte, el extraordinario grado de técnica que se aprecia en estos trabajos. Se sabe de varias familias de artistas de la parte norte de Italia que viajaron por todo el país realizando sus trabajos artísticos en catedrales e iglesias monásticas. Además de estos maestros seculares en el arte de la talla, varios miembros de distintas órdenes se ocuparon de este arte, entre ellos, el famoso Fra Giovanni da Verona (1457-1525), cuyas obras se encuentran en Maria en Organo en Verona, en Lodi, Montioliveto cerca de Siena, y en el Vaticano; Fra Damiano Zambelli da Bergamo (1480-1549), cuyas obras se encuentran en Bergamo, Milán, Bologna, Perugia, y Génova; Fra Rafaele da Brescia (1477-1537), cuyas tallas se encuentran en Bolonia y Montioliveto, cerca de Siena.

Los estilos del renacimiento se adoptaron para el mobiliario de las iglesias por la influencia de Brunelleschi y Donatello, y aparecieron por primera vez en Florencia. En cuanto a la talla en madera, no se encuentran mejores ejemplos del renacimiento que en las silleterías de los coros. Estos fueron tallados principalmente por maestros florentinos y se conservan algunos como los de Toscana y Hungría. Por ejemplo, Giuliano y Antonio da San Gallo tallaron la silletería del coro de la Abadía Benedictina de San Pietro en Perugia, con figuras grotescas de extremada delicadeza. A fines del Renacimiento, la decoración puramente ornamental fue reemplazada con frecuencia por escenas que contenían figuras. Entre las obras más importantes de este período se cuentan la silletería del coro de San Giorgio Maggiore en Venecia, tallada por Alberto di Brule, y la de la iglesia de Santa Giustina en Padua tallada por Taurino y Andrea Campagnola con figuras talladas en relieve en los espaldares. Los atriles de los coros están estrechamente relacionados con la silletería, y consisten en una base con forma de pedestal, un soporte en forma de candelabro y el atril propiamente dicho. En la mayoría de los casos la base y el soporte están ricamente tallados y ornamentados al estilo de la época del Renacimiento tardío, como el atril de la catedral de Siena y el de San Pietro a Perugia. Otra pieza de mobiliario que fue objeto frecuente de tallas artísticas fue el armario de la sacristía, cuyas puertas solían decorarse con artística ornamentación. La más importante de estas obras se encuentra en la nueva sacristía de la catedral de Florencia; los paneles de este armario están decorados con tallas en altorrelieve que representan dos niños llevando una corona de laurel. Es obra de Giuliano da Majano; tiene figuras individuales, relieves, criaturas fabulosas y ornamentos y es de una suntuosidad que no se puede describir con palabras, ni se puede apreciar en toda su belleza en una simple ilustración. Es una muestra de la técnica de la talla en madera en todo su esplendor, que escasamente puede ser superada. Sin embargo, al considerar las obras de la principios y mediados del Renacimiento desde un punto de vista puramente artístico, se encuentran también ejemplos muy significativos de tallas en madera.

Los estilos de períodos posteriores no merecen la misma atención dado que ofrecen poca novedad en cuanto a la talla en madera a excepción de algunos cambios en la modalidad de ornamentación. Tal vez se pueda considerar como una novedad la decoración de los confesionarios. Hasta esta época, el confesionario había carecido prácticamente de decoración. Durante el período barroco, los confesionarios solían adornarse con grandes figuras talladas en madera a cada lado de la puerta que estaba rematada por una cornisa. Los altares de gran altura que presidían las iglesias alemanas de este período presentaban un problema hasta entones desconocido para los talladores en madera. Se trataba de la decoración de grandes columnas trenzadas y decoradas con guirnaldas y querubines, la necesidad de disponer figuras de ángeles con enormes alas y santos en posiciones extáticas y tortuosas entre las columnas así como en el frontón de hastiales interrumpidos. La producción de remates tallados para las bancas de iglesia que hasta ese momento no se decoraban fue otra novedad. Se prestó gran atención al púlpito. Sobre todo en Bélgica, en donde los púlpitos se adornaron con motivos tomados de la naturaleza como montañas, árboles, nubes y grupos de figuras. Durante el barroco hubo gran demanda de tallas en madera. En 1614, el archiduque Alberto ordenó en Bélgica la acelerada restauración en estilo antiguo de los objetos eclesiásticos destruidos durante la guerra religiosa. Esta orden se cumplió sobre todo en lo referente a la restauración del interior de las iglesias y, dentro de esta tarea, la talla en madera representó un alto porcentaje del trabajo. En Alemania y Austria durante ese mismo período, se llevó a cabo el trabajo de la contrarreforma, uno de cuyos resultados fue la construcción o renovación de gran número de iglesias y la producción de mobiliario eclesial ornamentado, sobre todo las silleterías de los coros, los muebles de los órganos y los confesionarios. Por lo general, estas piezas eran de madera con ricas decoraciones abundantes en tallas y altorrelieves de estilo barroco, o con un a ornamentación que, en la mayoría de los casos, era bastante recargada. Dicha decoración se componía de los mismos adornos exuberantes, cartuchos, y el mismo trabajo de volutas característico del arte secular de la época.

Después del pesado estilo barroco vino el ligero estilo rococó, predecesor de la rígida precisión del estilo imperio. La ausencia de profundidad y fuerza artística del estilo imperio se aprecia en el mobiliario eclesiástico más que en el de cualquier otro ambiente. Se trata de un estilo que puede darle un aire delicado, elegante y brillante a un salón de baile, a un teatro, a un recibidor o a un estudio, pero que en el entorno eclesial no puede evocar el recogimiento, la religiosidad ni la devoción de quienes se dedican a la oración. Al mismo tiempo hay que admitir que el arte de la talla en madera de esa época puede presentar importantes resultados en cuanto al trabajo puramente decorativo que se encuentra en los altares, en los coros, en los confesionarios y en los púlpitos de las grandes iglesias de la segunda mitad del siglo XVIII en el sur de Alemania y en Austria. Algunos ejemplos son el coro de Wiblingen cerca de Ulm, realizado por Janurius Zieck (1780) y la silletería del coro de la iglesia colegiada de St. Gall (1765). Grandes paneles con escenas talladas en relieve sobre temas del Antiguo y del Nuevo Testamento enmarcadas en trabajo ornamental del estilo de la época son el tema principal de la decoración. Este suntuoso mobiliario eclesial en madera es evidencia de la gran destreza técnica del tallador y de la cuantiosa suma de dinero invertida por quienes construyeron las iglesias. A pesar de que sus esfuerzos conjuntos no hayan logrado producir el místico calor de hogar y la sensación de recogimiento que atrae a quienes contemplan las múltiples obras más sencillas y no ornamentadas de la Edad Media, es necesario considerar el ambiente del período que fue uno de "iluminación". Así como el frío racionalismo prevalecía en la teología de la época, había también un cierto grado de frialdad en las tallas eclesiásticas.

MOLINIER, Histoire generale des arts appliques a l'industrie (Paris, 1896); Le Mobilier (Paris, s.d.); LABARTE, Histoire des arts industriels au moyen-age et a l'epoque de la renaissance (Paris, 1864-1866); ROE, Ancient Coffers and Cupboards (Londres, 1902); LUTHMER, Deutsche Mobel der Vergangenheit (Leipzig, 1902); LITCHFIELD, How to Collect Old Furniture (Londres, 1904); SINGLETON, Dutch and Flemish Furniture (Londres, 1907); LEHNERT, Illustrierte Gesch. des Kunstgewerbes (Berlín, n.d.).

BEDA KLEINSCHMIDT Trascrito por Thomas M. Barrett Dedicado a Timothy James French Traducido por Rosario Camacho-Koppel