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Viernes, 29 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Studia Limensia Capítulo V: La Plaza Mayor, y las tres plazas ceremoniales de Ciudad de los Reyes»

De Enciclopedia Católica

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[[Archivo:Plaza mayor fuente.jpg |300px|thumb|left| ]][[Archivo:67823183 2322556237794167 1657514577736237056 n (1).jpg|300px|thumb|left|  ]][[Archivo:37565567 1766354090081054 7715541506085355520 n.jpg |300px|thumb|left|]][[Archivo:Cristianopolis.png|300px|thumb |left|]] [[Archivo:Plano.png |300px|thumb|left|]] [[Archivo:Baluarte figueroa.jpg |300px|thumb|left| ]] [[Archivo:Felipe II.jpg |300px|thumb|left|]] [[Archivo:116872937 3090155861034197 3077126940794968449 n.jpg|300px|thumb|left ]] [[Archivo:116669290 3090210067695443 1354892931430555616 n.jpg |300px|thumb|left ]]
  Lucrar con la graciaXXXXXXX
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[[Archivo:116877806 3090228627693587 6182486171985946123 n.jpg|300px|thumb|left| ]][[Archivo:Puente carbonell.jpg |300px|thumb|left| ]]
  Jn. 19, 11. <<Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba<<. Sal2, 10: <<Y ahora, reyes, comprended, corregíos, jueces de la tierra. Servid a Yahveh con temor>>. Cfr. Ef. 6.
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[[Archivo:Columnas.jpg|300px|thumb|left|]]
  Entiéndase “seráfico”, como hombre de altísima doctrina, y elevadísima espiritualidad.
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La interpretación de la plaza mayor de la Ciudad de los Reyes no es un asunto difícil de emprender. Solo hay que conocer los modelos que concurrieron en su concepción. No es que exista una fuente (hasta donde alcanza nuestro conocimiento) que prescriba puntualmente la función de la plaza, y que describa los elementos que la componen. Sin embargo, por el arte combinatorio y por ramificación barroca, se puede deducir, o adivinar. Esto, debido a que todos esos elementos se encuentran disgregados  en las diversas formas de expresión artística barroca.
  [5] Jn. 5 . Cristo cura al paralítico.
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  [6]Cuya riquísima simbología veremos en el Capítulo VI
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  [7]Lc 2 41-51.
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  [8] Credo de Nicea,
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  [9] Elordui, Fray Vicente. El Espíritu de la Iglesia en la administración del Sacramento de la Penitencia Madrid, 1808, Imprenta de don José Collado.
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  [10] Mt. 7,6.
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  [11] Revestíos con la Armadura de la Fe. <<Induite vos arma Dei ut possitis stare adversus insidias diaboli". quia non est nobis conluctatio adversus carnem et sanguinem sed adversus principes et potestates adversus mundi rectores tenebrarum harum contra spiritalia nequitiæ in cælestibus propterea accipite armaturam Dei ut possitis resistere in die malo et omnibus perfectis stare, state ergo succincti lumbos vestros in veritate et induti loricam justitiæ"
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  [12] Se denomina <<oriente>> al brillo de las perlas más finas y exótica.
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  [13] Entendida como refugio seguro y asilo. Los limeños se refugiaron y clamaron a la Virgen de las Mercedes. Confirma este sentido de refugio el relato de Colombo. (Cfr.) Colombo, Felipe. Vida del siervo de Dios V.P. Fray Gonzalo Diaz de Amarante .
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  [14] Oraeus, Heinrich, 1584-1646. Aereoplastes theo-sophicus, sive, Eicones mysticae : rarâ solertiâ, ac sagacitate singulari effictae, eaqu[ue] aere incisae .Frankfurt, 1620. <<Triunfo>> como tema pictórico, está asociado a la Escatología. Triunfo de la Eucaristía, Triunfo de la Pura y Limpia Concepción, Triunfo de las Órdenes Misioneras, Triunfo de San Francisco, Triunfo de Santo Domingo, Triunfo de San Ignacio, etc, Las pinturas virreinales, basadas en este modelo, presentan a la imaginación del espectador, la Apoteosis Triunfal de la Iglesia de Cristo y sus Misterios; de los Santos y los Mártires. Triunfo absoluto de la Caridad. Donde el Maligno y los malos o bien tiran de los carros, o son aplastados bajo sus ruedas.
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  [15] Cfr. Melendez, Juan. Tesoros verdaderos de las Yndias en la historia de la gran prouincia de san Iuan Bautista del Peru' ... por el maestro F. Iuan Melendez natural de Lima. 1643.
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  [16] Lo mismo que en la pintura del robo de la Eucaristía.
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  [17] En estricto sentido, los conventos son ciudades, dentro de la Ciudad, Están ordenadas a un fin. Tienen jerarquías y Reglas que las gobiernas. Cuentas con todos los medios necesarios para una subsistencia autónoma. Templo, Escuela, Escritorio, Refectorio y Dormitorio, y Cementerio. Huertos, Jardines, Graneros, establos y corrales. Tanques, cisternas y aljibes. Talleres, fraguas y molinos, y tierras de labranza.
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  [18] Fiat mihi secundum verbum tuum.
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  [19] Cfr. Gaume, Catecismo de Perseverancia. Exposición  histórica, dogmática, moral, luitúrgica, apologética, filosófica y social. Barcelona, 1857. Librería Religiosa. En varios lugares.
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  [20] Instrucciones de la Fábrica y Ajuar Eclesiástico.
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  [21] Sanchez-Concha Barrios, Rafael. Santos y Santidad en el Perú Virreinal. Vida y Espiritualidad, 2004.
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  [22] Mâle, Emile. L'art religieux après le concile de Trente. París. Collin, 1932.
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  [23] Interián de Ayala, Juan.  El pintor christiano, y erudito, ó Tratado de los errores que suelen cometerse freqüentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas. Madrid 1782.
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  [24] Pacheco, Francisco. Arte de la pintura: su antiguedad y grandezas. Sevilla, 1649.
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  [25] Arcos festivos y túmulos funerarios.
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  [26] Dice el sitio web <<Espiritualidad Ignaciana>>: Esta breve expresión forma parte del argot de la espiritualidad ignaciana, sobre todo en el contexto en el que Ignacio estructura la oración en los Ejercicios. Con ella se indica el primer preámbulo de las meditaciones de la Primera Semana y el segundo preámbulo de las contemplaciones de la Segunda Semana. En los Ejercicios la  “composición de lugar” es asociada siempre a la “vista imaginativa” con la cual el ejercitante se prepara a realizar su ejercicio espiritual, constituyendo así uno de sus elementos originales. Pero hay que procurar no confundir este ejercicio de la imaginación con el que se hace cuando se contempla el cuerpo explícito  de la oración pues Ignacio la presenta como paso previo al mismo. En los preámbulos la función de la imaginación es dar un cuadro de referencia sensible al desarrollo del ejercicio espiritual… Se trata de dar “cuerpo” al contenido del ejercicio. Es como si el ejercitante, que sabe el contenido de su contemplación, le pusiera con la imaginación un marco concreto, sensible colocándose él mismo en el interior de su creación subjetiva, como parte integrante de la escena, teniendo así un punto de referencia concreto para el desarrollo de su oración. En la estructura de la oración ignaciana no hay que ver la “composición de lugar” como un simple medio sino como un recurso positivo para ser utilizado creativamente en la realización del fin propuesto en cada ejercicio. No hay que olvidar que va siempre unida a la gracia particular que se pide en cada ejercicio. Siendo fiel al preámbulo que contiene el ejercicio de la “composición de lugar” el ejercitante lo que hace es “encarnar” su oración, para evitar que se convierta en algo etéreo y sin referencias a la realidad.
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  [27] De estos nos ocuparemos en el Capítulo VII.
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  [28] Libera me de ore leonis. Silua de sufragios, declarados, alabados y encomendados para comu[n ...
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  [29] Lo que se llama el Pan de la Palabra.
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  [30] Sal 118.
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  [31] Jn 6, 52.
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  [32] Jn 6, 55.
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  [33] San. 2, 19.
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La plaza mayor de Lima es el lugar donde mejor se aprecia el papel modélico de los emblemas. Y donde se puede establecer, con mayor dramatismo la oposición y guerra entre la Ciudad Terrena Espiritual, y la Ciudad Terrena Carnal. Y la oposición entre Cristo profeta, y el falso profeta.  Entre la Maestro de la Verdad, y el padre de la mentira. Entre el restaurador de la vida y el asesino primigenio. Entre el pan del horno de caridad Ardiente, y la Piedra del Odio Satánico. Entre el oasis paradisíaco y el desierto infernal. Tales son los conceptos que se han de tener en cuenta, cuando se observe la plaza, desde varias perspectivas.
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El observador debe descubrir inmediatamente los elementos comunes, y los elementos contrastantes. Así, verá que las plazas, los centros de congregación, o los jardines de esparcimiento, siempre tienen forma trapezoidal, en las representaciones pictóricas. Y que el tema principal – por lo general – está determinado por la línea central vertical, y los asuntos predicativos por las líneas paralelas, y las líneas oblicuas concurrentes.
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En el primer par tenemos la oposición entre el negocio profano y el sagrado. El negocio profano, es necesario para la subsistencia y progreso de la persona y de la sociedad. El trabajo, y la capacidad de trabajar, son un don de Dios, y como tal debe ser servir a la santificación del trabajador. Conducido rectamente, beneficia a todos. Ese es el sentido del mercado, frente a la iglesia del Sagrario. Da a entender que además de la sentencia bíblica de ganar el pan con el sudor de la frente, el hombre tiene la obligación de cuidar el negocio espiritual, cuyos dividendos se acumulan en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corroen.
  
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Esto se logra, espiritualizando el trabajo, mediante el ejercicio de los diversos horologios que mencionamos en el capítulo IV. Debe entenderse que la actividad económica, es un medio temporal orientado a un fin sobrenatural. Los instrumentos de los que se vale Dios, para que el hombre llegue a su meta, son el Buen Gobierno, definido como “felicidad natural”,  y el Buen Pastor, figurados aquí por los edificios gubernativos y episcopales.
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Como miembro del La Iglesia  -Cuerpo Místico de Cristo- el limeño, debía trabajar por la Gloria de Dios y bien de las almas. Como miembro del Imperio, debía obedecer y servir al Rey.  Y como miembro del Cuerpo de República, debía trabajar por el bien común material, y espiritual. Es decir, por la santificación, mediante la perfección de la cotidianeidad.
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Si redujéramos la pintura de la plaza, a líneas verticales y oblicuas, se esquematizaría como el grabado de ''Otia Sacra optima fides'' [1] .
  
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El Escudo de la ciudad, colocado en lo alto de la torre del Sagrario, simboliza el corazón social, que logra la meta de salvación merced a la Perseverancia en la Fe Eucarística. Tanto el corazón heráldico, como el corazón emblemático de Otia Sacra,  han alcanzado la trascendencia. Han llegado  al cielo. El ojo abierto, significa la Contemplación Beatífica. En su camino ascendente, los Sacramentos han servido de escudo, alimento y refrigerio al corazón que huía hacia lo alto.
  
  [34] Por definición, la "caríatide" es una columna ornamentada, con forma de figura de mujer, cuyos atavíos están raídos. Recuerda el castigo impuesto a la ciudad de Carias, vejando a sus mujeres principales, a las que se hizo ataviar y enjoyar antes de emprender el viaje como prisioneras. Atavíos y joyas que fueron perdiendo debido a las asperezas del viaje. Reducidas a la esclavitud, se las condenó a las labores más penosas. Por eso, en el Erecteón, se las representa como columnas. Significando que han de soportar el peso divino por toda la eternidad.
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Las dos figuras siguientes, muestran las perspectivas de dos claustros que tienen una carga simbólica sobrenatural: Cinco fuentes simbólicas, que representan las Cinco Llagas de Cristo, con las que San Francisco, fue estigmatizado. Es un jardín, cuyas características, se corresponden con las descripciones de la quíntuple fuente de la Plaza Mayor, que veremos en el capítulo VI. Por el momento, basta con decir que es un jardín ameno.
  [35] Atlas, según la Mitología griega, es un Titán que fue condenado a soportar eternamente la bóveda celeste, al final de la Titanomaquia.
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  [36] Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. En propiedad la cita corresponde únicamente a Cristo, pero por atribución, a cualquier hijo de Dios.
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  [37] Mt 11, 29.
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  [38] Fiat.
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  [39] Oraeus, Heinrich. Aeroplastes theo-sophicus, sive eicones mysticae. 1620.
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  [40] Currus Israel, et auriga ejus, ducens hominem Christianum per ..., 1717.
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  [41] Mc, 7, 31. Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
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  [42] Is, 53, 4. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
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  [43] Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame.Sangre de Cristo, embriágame.Agua del costado de Cristo, lávame.Pasión de Cristo, confórtame.¡Oh, buen Jesús!, óyeme.Dentro de tus llagas, escóndeme.No permitas que me aparte de Ti.Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe.Por los siglos de los siglos. Amén.
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  [44]Sal. 19,21; 22,15 y 21,16. Mc 15,23.
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  [45]Sal. 50, 9. Asperges me, Domine hyssopo et mundabor. Lavabis me, et super nivem dealbabor. Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam.  
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  Gal 4, 10. Donec formetur in vobis Christus
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La tercera imagen es el claustro de la Meca, totalmente desolado, y estéril. Ambos claustros están circundados por columnas y arquerías [2] . Dado el contexto seráfico, del primero, se colige el timbre luciférico del segundo. Estamos en presencia de jerarquías angélicas y diabólicas. Arcos y columnatas aluden a timbres estéticos: El orden es belleza en los ángeles, porque están donde deben estar, y en el orden que deben estar. Opuestamente, el orden subvertido por los ángeles, habla de la pérdida de su exquisita belleza, y sugieren su eterna confusión.
  [47] Es decir, Cristo-Niño Inca, Cristo-Niño Sacerdote, Cristo-Niño Sacerdote. Nos ocuparemos de estas representaciones en el Capítulo XXXXXX, dedicado a la Agricultura Espiritual.
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  [48]Jeroglífico de la Encarnación del Verbo. Que se hizo igual a nosotros, excepto en el pecado.
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  [49] Alude a los esfuerzos y trabajos de Cristo, desde su Gloriosa Natividad. La Vida de Cristo fue <<Cruz Perpetua, y Meritoria, desde su primer aliento, hasta la expiración que dio cumplimiento a las Escrituras.
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  [50] Jeroglífico de San Bautista, precursor de Cristo.
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  [51]Jeriglífico de la Eucaristía.
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  [52] Jeroglífico de las dignidades de las órdenes Religiosas, Curas de Almas, y miembros de la jerarquía
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  [53] Laudes regiae
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  [54] Jeroglífico del demonio y sus servidores. Dijo Fray Vicente de Valverde en Cajamarca: ¡Santiago, Ataquen, el Inca está hecho un Lucifer! El grabado que muestra al Inca Atahualpa en Cajarmarca, debe ser entendio como la milicia pagana que va a  enfrentarse a la milicia cristiana, que mandaba el esforzado, valiente y cristianísimo capitán, don Francisco Pizarro. <<Atabalipa, cum magna pompa in Caxamalcam  ingreditur. [FALTA INDICAR EL NOMBRE DEL GRABADO]
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  [55] Flp  21,10.
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  [56] El Tabernáculo, indica la Presencia de Dios. Sus elementos fundamentales son una tienda o tabernáculo, es decir, una casa portátil donde Dios acampa, un arca concebida como depósito del libro de la alianza y trono para Dios, y, finalmente, un altar para los sacrificios.
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  [57] Corona y espinas serán mencionadas en Capítulo <<Agricultura espiritual>>
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  [58] Niñito Jesús, Infante glorioso: Mercedes te pido como a Rey poderoso. (Oración popular)
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  [59] Lc.20, 25.
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  [60] Mt 22, 37-29
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  Alfalfa espiritual parea los borregos de Jesucristo
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  [62] Alvarado, Antonio. El Arte de Bien Morir. Camino y guía del camino de la Muerte. Navarra 1515.
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  [63] Despertador christiano de sermones doctrinales sobre particulares assumptos. Madrid, 1687.
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  [64] Giralt, Bartholeme.  Reloj de la Buena muerte: que señala a sus congregantes las horas con las meditaciones y constituciones. 1711
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  [65]Alvarado, A. Arte de bien morir. 1615.
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  [66]Tema muy repetido en la iconografía peruana. Sobre el sufragio de las Almas del Purgatorio, consúltese: Jungmann, Joseph Andreas. BAC.
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  [67] Enterrar a los difuntos y tener sepulcros para el depósito de los cadáveres y huesos, ha sido la mayor solicitud entre todas las gentes. En todas las naciones ha sido éste el mayor cuidado; porque siempre se ha tenido en grande estimación y honra el enterrar los difuntos, y por deshonor y castigo de justicia, y censura eclesiástica el no enterrarlos. La acostumbre es antiquísima, y empezó con nuestros primeros padres. En la ley natural y en la ley escrita nos lo enseña la Sagrada Escritura. El patriarca Abraham compró un campo para enterrar a su mujer Sara; Jacob mandó a su hijo José, que llevara sus huesos a Palestina, y los colocara en el sepulcro de su padre. En la ley escrita el mismo Dios, por manos de ángeles, hizo enterrar el cuerpo de Moisés en el valle de la tierra de Moab a la falda del Monte Febor; por lo que se ignora su sepulcro. David encargó muchísimo a Jabés Galaad que los cadáveres del rey Saúl y de su amado hijo el príncipe Jonatán se les diera sepultura con la mayor honra y estimación. Tobías, con riesgo de su vida, daba sepultura a los difuntos en su casa. Judas Macabeo mandaba hacer honras a los soldados que morían en campaña, aplicándoles copiosos sufragios y oraciones. Degollado el Bautista, los Discípulos tomaron el cuerpo y le dieron sepultura, como afirma San Mateo.  Se dice sepulcro o sepultura porque es un lugar cóncavo, en el que se colocan y esconden los huesos de los difuntos. Santo Tomás de Aquino dice que se dice sepultura para que el horror y hedor de los muertos sea visible a los vivos, y crean que de allí han de resucitar en el día del Juicio. Lo mismo es decir sepulcro que sepultado. También se llama monumento a la sepultura, porque sale del verbo Moneo, que significa avisar, y es el despertador que avisa y mueve el entendimiento para que no olvide la muerte. En un cementerio católico todo habla de los dogmas y la doctrina de la Iglesia: el plano, la arquitectura, el decoro de las tumbas y las alegorías. Los sepulcros que han sido hechos de mármol y se adornan con esculturas se llaman semisepulchrum y son aquellos que por fuera parecen muy blancos, formados de mármoles y alabastros pero por dentro están llenos de huesos, polvo, ceniza y gusanos. Sirven para que aquellos que los miren contemplen con horror y desengaño en qué paran las dignidades y grandezas del mundo. Hay sepultura eclesiástica cuando, cogiendo un cadáver, se lleva a aquel lugar elegido y bendito para aquel cuerpo; o sea tierra firme de la Iglesia, o bóveda o carnerario, que todo quiere decir Erario o archivo de huesos, juntando a esto los ritos, ceremonias, preces y oraciones, las que son de utilidad al alma del difunto y de consuelo a los vivos, por ser hechas y determinadas, dichas y cantadas por los Ministros de Dios, que son sus sacerdotes; y aquellas piadosas almas, que acompañan al difunto, una de las obras de misericordia más aceptada por Dios. Es muy antigua la costumbre de cantar Salmos, Oficio y Misa por los difuntos. El orar por los difuntos se remonta a la muerte del Papa San Marcelino, porque el Santo Papa San Marcelo I, que fue su sucesor en el pontificado, mandó juntar todos los presbíteros y diáconos, llevando luces y cantando himnos, le dio honorífica sepultura, celebrándole aquellas pompas cuanto debidas exequias. Se dicen exequias porque se derivan del verbo exequior, que significa ir siguiendo; porque siguen las exequias la voluntad que dispuso el difunto, el modo con que quiere ser enterrado, los sufragios, limosnas y Misas que dispuso por su alma.
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El Ritual Romano dispone la forma en que deben ser enterrados los muertos. Así lo practica la Iglesia. Se va con Cruz levantada a buscar el cadáver, o en donde vivía o en la capilla llamada Depósito que hay en las Iglesias, diciendo en voz baja el Salmo Miserere, Llega el preste donde está el cadáver, y rociándole con el hisopo, que tendrá agua bendita, dice la Antifona: “Si iniquitates”. Entona el clero el Salmo “De profundis”, y concluido, repite el Clero; “Si iniquiatates”. Concluido el verso dice el preste la antífona Exultabunt Domino. Entona el clero el Salmo Miserere. Concluidos éste, se repite e verso “Exultabunt Domino”. Luego se dice tres veces el Kyrie eleison, seguido del Paternoster, mientras se rocía con agua bendita el cadáver. Luego se recita la oración “Desu cui propium est miserere, etc”. Se canta la Misa “in die obitus”, y concluida, se dice aquella oración tan humilde: “Non intrés in judicium cum servo tuo Domine”. Luego se canta el Libera me Domine. Al Pater Noster se rocía con agua bendita y se inciensa el cadáver. Dicha la oración pronuncia el Preste la antífona “Ego sum”. Se repite tres veces el Kyirie eleison; dice el Preste el Pater noster, y en el ínterin se reza, se rocía el cadáver con agua bendita, se le inciensa, se le echa tierra y luego la oración. Estos son los ritos con los que la Iglesia entierra los difuntos, y todo contiene muchísimos misterios.
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  [68] Conviene hablar aquí del Cementerio General de Lima, que a pesar de sus vestimentas neoclásicas, tiene un cuerpo doctrinal barroco. En apretada síntesis el que precede, era el resumen del imaginario de la muerte de todo aquel que iba al Cementerio General de Lima, bien para ser inhumado, bien para inhumar. La memoria del Presbítero Matías Maestro, es motivo de denuestos y desprecios por los amantes del Barroco, especialmente para los "críticos" de arte, los "especialistas" y plañideras de una herencia que no se ha recibido. La madeja se embrolla en la cuestión estilística y el discurso se detiene ante la incapacidad de percibir lo evidente, especialmente notorio para los que se postulan “cultores de la forma y lo estético”. Perciben el cambio, pero no atinan a decir en que consiste. Hay una obsesión por la casuística y el detallismo puntual, que cierra, en lugar de abrir el abanico de las posibilidades analíticas, que es el que nos suministra los detalles generales que permiten las explicaciones Presenciamos, pues, el paso del Cristianismo místico, teatralizado y sensibilizado del barroco al Cristianismo racionalizado, austero y sobrio del neoclásico, fruto de la Ilustración española.
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La visión teatral del Mundo Barroco, sus paradigmas, sus formas, su retórica, sus alegorías y demás instrumentos, o se volvieron caducos o resultaron ineficaces respecto del fin al que servía. En lo que toca “lo Eterno”, la Doctrina no cambió porque no podía, entonces, ni puede, hoy cambiar, porque pertenece a Cristo que no cambia. Sin embargo, hubo un cambio en la percepción de lo Sagrado, y una mudanza en la manera en que se vivía la Fe. La concepción del espacio sagrado, que atribuimos a San Carlos Borromeo, integraba en un mismo lugar, de manera ideal, la Iglesia en Purgatorio (las bóvedas de enterramiento), la Iglesia militante, (las naves y deambulatorios), y la Iglesia triunfante (la celebración de los Sagrados Misterios sobre las aras de altares. Dicho de manera sencilla, la arquitectura sacra era sinónimo de la prefiguración celestial expresada en gigantesco retablos de simbolismos concatenados y de primorosa factura.
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En el claustro de los frailes menores, está la Marca de Cristo Profeta. En el claustro de la Meca, está la obra del Falso Profeta. Las Cinco Llagas del convento de Lima, simbolizan el Pan Bajado del Cielo, hecho de la Carne y Sangre de Cristo, y a la vez, la impronta con la que está sellada el alma del cristiano. El edículo velado de la Meca, cobija un aerolito arrojado del orden cósmico, tal como fue expulsado Satán, de la jerarquía angélica. El velo, es la mentira disfrazada de medias verdades.
  
Por eso, aun cuando fuese por motivos sanitarios y de necesidad pública, se vio con horror sacrílego la clausura de las bóvedas sepulcrales de las iglesias conventuales y parroquiales, y se reaccionó con manifiesto desacato a la orden de inhumar a los difuntos en las lindes de la ciudad, en un predio vecino al pepinal de Ansieta. Desobediencia que duró cerca de una década La construcción del cementerio de Lima es un buen ejemplo del ideal de bienestar general que imperaba en aquellos tiempos. Hasta fines del siglo XVIII prevalecía la costumbre de inhumar los cadáveres en el suelo consagrado; es decir, en las criptas de las iglesias capitalinas. Esto suponía un grave problema, ya que se calcula que, para entonces, la ciudad contaba con 60 mil habitantes. De más está decir que el temor a una epidemia perturbó siempre la tranquilidad de las autoridades. Este temor fue la principal motivación para impulsar la construcción de la necrópolis. En esta obra, Matías Maestro, por comisión del Virrey Fernando de Abascal y Sousa, desplegó todo su talento, todo su sentido de las proporciones y de la elegancia, y su fina percepción del simbolismo y la alegoría, tal como sugiere el conjunto que formaban los jardines, los corredores y la capilla, hoy desaparecida. Digamos de paso que, a pesar de ser una medida del todo recomendable, la inauguración del Panteón parecía condenada a no realizarse, debido a que los limeños se mostraban renuentes a enterrar a sus muertos en un suelo sin bendecir, a la usanza de los gentiles. Para vencer estos escrúpulos se bendijo el terreno, y se procedió a inhumar los restos del arzobispo González de la Reguera que hasta entonces reposaban en la cripta de la Catedral, y cuyo deceso se habría producido tres años antes. Las hueseras del subsuelo de Lima, se denominaban campo santos o dormitorios, porque así como los fieles vivieron unidos a la luz del Evangelio, querían que sus cadáveres estuviesen en la muerte, unidas sus cenizas en el mismo lugar o dormitorio, pues todos esperan “despertar” en el día de la resurrección. La interpretación del simbolismo de nuestro Cementerio General, no ofrece mayor dificultad: la simetría y proporcionalidad de su planta es indicativo de la igualdad ante la muerte. La única del diseño original y el eje que vertebra el diseño, no son sino la Puerta y el Camino estrecho que conduce al cielo. La necrópolis y su capilla central aluden a la Casa de Dios, que consta “de muchas moradas”. Cristo yacente en el sepulcros dice que nosotros también hemos de esperar en ese jardín sepulcral, como Él lo hizo. La celebración de la sagrada Eucaristía, al pie de esta estatua, remedia la ausencia de Cristo en el lugar, como lógica consecuencia de desarticular los espacios sagrados antiguos. Debía quedar claro que los difuntos de Lima no quedaban desamparados de los sufragios de la Iglesia; por eso se inhuma ahí al Arzobispo Reguera, fallecido años atrás en olor de santidad. Las urnas cinerarias, que rematan los cuarteles, tomadas del mundo clásico, nos recuerdan que quedaremos reducido a polvo, ceniza y nada, volviendo a la materia de la que fuimos creados. Las lámparas votivas, alegorizan la vida que se apaga poco a poco La trompeta del juicio, la guadaña de Saturno, y el reloj de arena en el frontis de, en que también se lee “Beneficencia con los vivos y con los muertos, es una versión resumida del Memento Mori: <<Al final de tus días serás examinado en el Amor, juzgado y absuelto por tus obras de misericordia>>. En el frontis están igualmente presentes Adán y Eva, cuya desobediencia y pecado introdujo la muerte en el mundo, deuda que pagamos al expirar. El obelisco proyectado- hoy desaparecido- que desde la Antigüedad es conmemorativo o recordatorio, nos dice que la vida del hombre debe estar enfilada y apuntada hacia el cielo, de lo contario no tiene sentido haberla vivido terrenalmente, como nos lo dice este emblema.
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Simboliza la falsa comunión idolátrica, con la que el demonio quiso seducir a Cristo mismo. La Eucaristía es Dios velado; la Kaaba es un ídolo inmundo, un falso dios disfrazado. En el claustro franciscano viven los hijos espirituales del seráfico Bernardone, en tanto que en la desértica Meca, habitan los secuaces del pésimo Mahoma, hombre  de desiertos, y sequedades.
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La oposición existente entre la plaza cristiana, y la plaza ismaelita, habla del Sacerdocio. Del verdadero y del falso. En el cristianismo, solo los que Dios llama pueden acceder al Orden Sacerdotal, para ofrecer con manos limpias, y corazón puro, el Augusto Sacrificio del Altar. El Altar Católico celebra el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección Gloriosa de Cristo. Cristo mismo es Víctima del Sacrifico, es Ofrenda y Sacerdote. Este Holocausto, que se inicia con el fuego que nace del Inflamado Amor del Sagrado Corazón de Cristo, consume la Hostia Divina, y eleva las volutas que aplacan la Santa Ira de Dios, redime de la esclavitud al hombre. Expía sus faltas, y repara sus culpas.
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El inmundo altar de Ismael, tiene semejanzas con repugnantes altares de la idolatría americana. El islam, aunque en teoría  se proclama revelado, de origen divino, puro, y pacífico, es - en la práctica  – fruto de inventiva humana. Su delirante postulación refunde el Amor a Dios con Odio al Hombre. No se predica con el ejemplo, sino que se impone con la espada. La luna, tenida por divisa, nos indica su carácter tenebroso, acechante y traicionero. Conculca la libertad, y universaliza la tiranía, y la esclavitud. El cristiano vive virtuosamente, castamente y pacíficamente, por complacer a Dios, y hasta se hace mártir por alcanzar un Paraíso de goces espirituales eternos. La búsqueda del Paraíso espiritual, comienza con la negación de sí mismo, y con el desapego de los bienes materiales innecesarios. Cristo es la Luz del claustro.
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En cambio, los ismaelitas, persiguen un falso paraíso de deleites sexuales. El suyo, no  es un camino espiritual, sino material. Su misión es la guerra. El estupro y el botín, son la prenda del su fementido triunfo escatológico. La inmolación del islamita es egoísta, se sacrifica para sí mismo, y en beneficio propio. En cambio el martirio cristiano es altruista y filantrópico. El mártir cristiano se condena a sí mismo, para perdonar y liberar a otros, comenzando por sus asesinos.
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Se deduce, entonces, que el falso profeta sirve al demonio, y tienen un odio cainita, por el resto del mundo. En esto se asemejan a los idólatras, que deifican los vicios, los placeres, las aberraciones y la muerte.
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La arqueología confirma este parecer: Para que el sacrificio antiguo tuviese algún valor y pudiera aplacar la ira de los dioses, tenía que ser cotidiano, repetido mil veces mil, y siempre era sacrificio ajeno, de seres mortales. Cristo ofrece, como víctima de inmolación y de expiación su propio corazón para aplacar la ira de Dios, y restaurar Su amistad con los hombres. Él es Oferente y Ofrecido, una sola y definitiva vez. El valor de su Sacrificio es infinito y de alcances cósmicos. Es Hostia Santa, Sacrificio puro y sin mancha que se ofrece desde donde sale el sol  hasta el ocaso.
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El Memorial de la Pasión, Muerte, y Resurrección Gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo, tiene- en Lima - cinco jeroglíficos notables , como ya se ha dicho en el Capítulo IV. El Corazón Traspasado y el Cuerpo Crucificado son atajos al Cielo. Si Lima inmola su propio corazón en el mismo Altar (Iglesia del Sagrario), en el que Cristo se inmola por Amor a ella, subirá directamente al Cielo, asunta por mano de ángeles (Torres de la Catedral, y el Jeroglífico del plano de Lima).
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En el Capítulo VI, veremos con detalle el simbolismo de las fuentes eucarísticas. Vista así, la Plaza Mayor es el Atrio del Altar de Dios, que según la escritura es guardado por ángeles . [6] Los arcos de la Plaza Mayor de Lima, son jeroglífico del coro de los Ángeles del Cielo que cantan trisagios al Dios de los Altares. Alabanza a la que se une el coro de la Iglesia en la Tierra [7] . El significado de las columnatas y arquerías tienen – como ya se ha dicho -  está bien definido. Este significado, nos permite afirmar que ángeles y hombres, ambos creaturas, están ordenados en sociedades jerárquicas. Tienen deberes y obligaciones. Soportan las cargas justas, porque su peso no solo es ligero, sino que está compartido por todos. Todos comparecen ante el Cordero Inmolado, y cierran filas  para obtener el triunfo definitivo.
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Al decir “la  Iglesia”, debe entenderse a todos los bautizados. Con sus respectivas responsabilidades temporales y pastorales. Gubernativas y sacerdotales. El Buen Gobierno y el Buen Pastor, sumado al  Coro de mílites cristianos, circundan el Altar de Dios, porque se han lavado (fuente de bronce) en la Sangre del Cordero Inmaculado [9] .
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Opuestamente, la plaza de la Meca es el real bajo cuyas tiendas acampa la iniquidad[10]. En ella se congrega una turba anárquica de espíritus y hombres homicidas e impuros. En el barroco no hay nada que no sea predicable. No hay elementos teatrales ociosos. Hemos dicho que la Plaza Mayor es el Atrio del Altar de Dios. Y es el inicio del Camino al cielo. Hay dos tipos de peregrinos. El peregrino devoto y el peregrino distraído. Hay una aristocracia y una villanía espirituales. Forman parte de la aristocracia espiritual aquellos que llevan una vida devota. Forman parte de la villanía espiritual, aquellos que distraen la vida espiritual, con los requerimientos del mundo. Es decir, sus negocios materiales.
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La pintura, materia de comentario, ha sido simplemente descrita como paisajista. Ya hemos vistos, que su interpretación, trasciendo lo meramente descriptivo. Ya vimos las implicaciones que tienen la forma de composición de la imagen, y los elementos arquitectónicos. ¿Qué podemos decir de los personajes?
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Ciertamente es una escena de mercado [11] , en la que interrelacionan los diferentes estamentos de la ciudad. Nadie discutirá que en la plaza concurren todos los estamentos sociales, todas las razas, y todas las castas que habitan en Lima. Llama la atención, el dinamismo de los concurrentes. Están dando a cada día su afán: trabajan para vivir.
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Si uno se fija bien, hay un camino aristocrático [12]. Para el limeño, la imitación de Cristo, es Camino Real. Ese es el sentido de las calesas; avanzar sin tropiezos, lo más rápidamente posible, en el camino del progreso espiritual, y de la salvación. El número de calesa contraste con el de los hombre de a pie, porque muchos son los llamados, y pocos los escogidos. La vida consagrada, aunque materialmente esforzada, es espiritualmente privilegiada. A eso alude el privilegio de rodar carroza [13].
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La vida mortificada eleva al espíritu, sobre los asuntos pedestres, que lastran su caminar. Las ruedas aluden a la velocidad y al avance en el camino hacia el cielo. No se crea que esta aristocracia espiritual está restringida a los menesteres eclesiásticos. También compete a los asuntos de gobiernos. Dos ejemplos notables son, el Conde de Lemos, en el Perú; y Bernardo de Gálvez [14] en México.
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La Plaza Mayor es el lugar de congregación general, por antonomasia de la Ciudad de los Reyes. Su nombre indica jerarquía y primacía sobre los otros espacios de congregación, que son ciertamente pocos. Tiene un inmenso simbolismo eucarístico. Alude a la práctica sacramental. Los Sacramentos son signos sensibles del Amor de Dios, que tienen como fuente, el Corazón Traspasado, y las Santas Llagas. Todos están figurados en las fuentes de la Plaza Mayor, cuyos simbolismos desarrollaremos en el capítulo VI.
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La iglesia del Sagrario, es el “Corazón” de la Ciudad. En este Corazón Urbano, se ha entronizado al Santísimo Sacramento [15] , porque el fin de la ciudad, se explica con los fines que persigue la Cardiomorfosis. Recordemos que el Sagrario es una parroquia. Por tanto, hay que considerar que administra los Sacramentos de Iniciación Cristiana: El Bautismo y la Confirmación, también llamada Crismación. Estos Sacramentos, incorporan al Cuerpo Místico de Cristo, a quienes lo reciben. Quienes los reciben se hacen ciudadanos de esta triplemente coronada Villa, y por tanto, vecinos de la Ciudad de Dios. En virtud de ellos, el ciudadano es revestido de la Armadura de la Fe. Se incorpora a la Milicia Cristiana. Lima, es una ciudad cristiana, cuya militancia, no admite disidencia.
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En esta plaza, se proclama el Triunfo de la Fe, sobre quienes niegan la divinidad de Cristo, mancillan la Pureza Virginal de María, y contaminan el cuerpo social con la peste de la herejía, o la heterodoxia. El Tribunal del Santo Oficio de la Santa Inquisición, aplica aquí la Justicia, a quienes se negaron a aceptar la Misericordia y el Perdón. La Ciudad de los Reyes defiende y exalta a la Sagrada Eucaristía. La Fiesta de Corpus Christi, es la Fiesta de Lima, y el fundamento de su felicidad. Con magna pompa, la ciudad  escenifica, procesionalmente, el Triunfo de la Eucaristía. El historiador e investigador limeño Rafael Sánchez-Concha Barrios, explica bellamente, el amor y devoción de esta capital al Santísimo Sacramento del Altar, y desarrolla el tema del dolor colectivo cuando se atenta contra Él [16] .
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Porque ahí Cristo reina desde el madero, y llama a los suyos hacia Sí. Es el lugar los ciudadanos se hermanan recíprocamente, y establecen un vínculo de consanguinidad entre ellos, y con Cristo.
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Finalmente, se puede decir que las plazas ceremoniales de la ciudad, pueden ser predicadas, también, como los hitos del camino de fe los limeños. Se nace en la Fe, en la plaza mayor, mediante las aguas bautismales. Se crece y madura en la Fe, mediante el estudio universitario  y la vigilancia doctrinal, en la plazuela de la Inquisición, y se persevera, y muere en la Fe, en los hospitales de la plazuela de Santa Ana [18].
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Los reciente descubrimientos hechos por Pro Lima en la plazuela de Santa Ana, en las paredes exteriores de la iglesia de san José, de las monjas descalzas, permite reconstruir el contexto de Lima-Hospitalaria. En el llamado Cuerpo de República, si un miembro padece, padece todo el Cuerpo, tal como dice el Apóstol. Padecimientos que son temporales y corporales, y temporales espirituales. La enfermedad del cuerpo humano, y las reliquias del pecado que maculan el alma inmortal.
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Esta zona de los Barrios Altos de Lima, sujeta a la parroquia de Santa Ana, es una zona de hospitales. A saber, San Bartolomé, Santa Ana, y San Andrés. Estos son hospitales corporales. Sus capillas, junto a la vecina iglesia de San José son hospitales del alma. En los que Cristo va a “sanar los corazones afligidos”.
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Abundan las representaciones de Cristo Médico [19] y de María de los Remedios. Es decir María es la Apoticaria, y Cristo el Doctor. La representaciones de Cristo médico con un brazo levantado, escrutando el corazón enfermo, y armado el otro con la broncínea serpiente de sanación, tiene como modelo, las representaciones clásicas de Meneceo, salvador de Tebas. De ambos, se puede predicar que por un mandato, o inspiración divina, entregaron voluntariamente sus vidas, y padecieron por mano enemiga, con el fin de salvar a muchos [20].
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El contexto del  hospital de las enfermedades del cuerpo (sanatorio) y el del hospital del alma, es triste y dramático. En ambos, el cuerpo y el alma enfermos, esperan con resignación su destino.
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El enfermo corporal espera resignado, el cumplimiento de la voluntad de Dios. Bien sea para su curación, bien sea, para su expiración; porque el médico hace lo que puede, y Dios hace lo que quiere. El enfermo espiritual, espera, igualmente resignado, el fin de sus padecimientos, por obra de la Misericordia de Dios. En ambos casos, lo que hay es pobreza, indefensión y extrema necesidad de sufragios.
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Si el hombre enfermo y necesitado, por ese misterio de la miseria humana, se vuelve invisible y anónimo, hasta para sus familiares más cercanos, el alma en purgatorio pareciera ser del todo. Inexistente.
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La presencia de la iglesia de San José, en este contexto sanatorio, se explica con facilidad. La arquitectura de este templo, refleja las notas características de la vida del padre putativo de Jesús, y su misión respecto de la iglesia. Sencilla, como José, pasa desapercibida para el caminante distraído. Gloriosa como José, ostenta dos puertas maravillosas, que simbolizan su ingreso al Cielo, y el de su Casta esposa: la de María, la puerta de la Inocencia; y la suya, la puerta de la Justicia. Modélico como José, invita a invocar a Cristo y a Maria, en el trance terrible de la muerte. Mendicante como José, tiene un limosnero, para las misas ofrecidas por las almas del Purgatorio. Educadora y admonitora, como José, advierte  al transeúnte, mediante los simbolismos exteriores del muro testero que tienen obligaciones morales y caritativas respecto de las almas necesitadas, y respecto de la suya propia. Pues ha de cuidarse, para no ir al infierno, y caminar con tal diligencia que  pueda llegar al Cielo, evitando el Purgatorio. El mencionado templo, tenía una capillita de ánimas, que invitaba al transeúnte a encender una mariposilla de aceite, o luz votiva. Pero además, al parecer en tiempos distintos, tuvo otras alegorías purgatoriales de fácil comprensión para quien las viera: Los panales divinos, y los sufragios de san Francisco y Santo Domingo.
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[[José Gálvez Krüger]]
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'''Sociedad Peruana de Historia'''
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'''Notas'''
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[1] Westmorland, Mildmay Fane. Londres, 1648.
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[2]Las arquerías, columnatas, arboledas, y todo aquello que suponga orden, y reparto equitativo de peso, debe ser considerado como predicativo de belleza, orden y armonía. En el caso de la arquitectura, tienen una utilidad práctica, y otra ornamental. En el ámbito del discurso moralizante, apunta a la fortaleza y a la perpetuidad. Los arcos de los portales de Botoneros y Escribanos, es una guardia pétrea que escolta y guarda, al Sagrario. Fortaleza y perpetuidad son predicables de las virtudes, especialmente de las de los ángeles. Todas las virtudes positivas de los ángeles están sintetizadas en estos elementos arquitectónicos. Si éstos se usan en contextos malignos, se postularán contrariamente.
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[3] En el Alcorán.
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[4] Jadices.
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[5] Estos jeroglíficos son los que marcan los puntos del  discurso religioso y moralizante de la ciudad.
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[6]  Que en Lima, son las 4 Iglesias-baluartes del Sagrario; pertenecientes a los fundadores de órdenes, llamados seráficos: Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio de Loyola, y San Agustín. Serafines humanos, que a a imitación de los Ángeles Apocalípticos, custodian el Trono de Dios
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[7] Como dice la divina liturgia.
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[8] En tanto que mílites cristianos.
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[9] Sal 26, 6. Lavaré mis manos entre los inocentes; y rodearé, Señor, tu altar.
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[10] Según la expresión de Job atribulado.
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[11] La plaza mayor, plazuelas y plazoletas, sirvieron de mercados públicos, hasta la construcción del Mercado Central de Lima, en tiempo del gran mariscal Ramón Castilla.
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[12] El concepto de aristocracia debe ser entendido en su sentido prístino; de los griegos. Esta referido a la superioridad individual, y a las actos hazañosos  y proezas, realizados por hombres superiores. Hechos de leyenda, que hacen que sus sombres sean ensalzados y glorificados. V.gr. los santos.
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[13] Los carros de los triunfos procesionales pictóricos, son la exaltación de arte escatológico de este mismo asunto.
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[14]  La dignidad del culto, la honestidad en los recursos materiales y las muestras públicas de piedad, devoción, caridad y beneficencia, son proverbiales en la vida Conde de Lemos, y del Conde de Gálvez.
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[15] La condición de solio real, está insinuada en el fondo de la pintura. Vemos dos de las cuatro iglesias-baluarte, que simbolizan los ángeles que adoran e Trono de Dios, en el A
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[16] Sanchez-Concha Barrios, Rafael. La devoción a la Eucaristía en el virreinato del Perú, en Revista Studia Limensia, 2002.  “Jesús sacramentado fue una de las principales devociones durante el virreinato. La presencia real de Cristo en la Eucaristía era asumida como un elemento indiscutible de la fe. Además, en aquel período histórico se tenía en el Cuerpo de Cristo al mejor referente de la sociedad, asumida en esos días en función de la trascendencia, y que era representada bajo la forma de un organismo humano, al que los juristas y teólogos llamaban “cuerpo místico de república”. Los acontecimientos que acaecían en torno del sacramento del altar constituyeron un indicador de las aspiraciones de los integrantes de la sociedad peruana entre los siglos XVI y XVIII. Vemos así que su profanación podía alterar íntegramente a la población de las ciudades y llevarla hasta el llanto y las muestras de público dolor a través de las procesiones de penitentes. Asimismo, su hallazgo y desagravio propiciaban la algarabía general entre los habitantes del Perú. A lo largo de la historia virreinal, se puede descubrir varios hechos relativos a la profunda creencia en la Eucaristía. Valga como ejemplo el sacrilegio que se produjo en Quito el 20 de enero de 1649 en la iglesia del convento de Santa Clara por unos sujetos que desfondaron el sagrario, tomaron el cáliz y dejaron las hostias regadas por el piso. Narra fray Diego de Córdoba y Salinas que Quito entero lloró la afrenta y que: “[…] todos sus vecinos se vistieron de luto, haciendo muchas plegarias y oraciones y una procesión de sangre, en que todos los religiosos, el clero y la nobleza del pueblo fueron descalzos para aplacar la ira de Dios justamente indignado por el agravio tan atroz hecho a nuestra cabeza, Christo Sacramentado [sic]”. Dos meses después, el 25 de marzo de ese mismo año, los habitantes de Lima dejaron mostrar su pesar por el acontecimiento de Quito a través de un homenaje al Santísimo con la exposición de la hostia durante todo el día, una misa pontifical y una procesión por las calles, que se ornamentaron con esmero. Se sabe que el entonces arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, redactó en honor a la Eucaristía unos versos que fueron recordados por los vecinos de la Ciudad de los Reyes, y que rezaban: “Viva la fe que confiesa el altísimo misterio en que Cristo nos dejó su divina Sangre y Cuerpo: y que en la Virgen María tomó nuestra carne el Ver boque, con el divino Espíritu y Dios Padre, es Dios Eterno”. Este hecho, íntimamente relacionado con el milagro del Santo Niño de Eten (2 de junio de 1649), guarda gran semejanza con el robo del Santo Sacramento de Lima, que sucedió el 29 de enero de 1711.
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[17] Se puede notar, como  tendencia, la reunión de los institutos de enseñanza mayor en la dicha plaza, y en sus inmediaciones, tales como la Real y Pontificia Universidad Mayor de San Marcos, y el Colegio de Teología de Santo Tomás.
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[18] Aunque no fueron las únicas instituciones sanitarias de Lima virreinal, los principales hospitales (con sus criptas de enterramiento), se agruparon en esta plaza parroquial
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[19] Cfr. Le Christ apothicaire, miniature de "Chants Royaux du Puy de Rouen" (1519-1528) (BNF, Paris).
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[20] Vigenère, Blaise de. Les images ou tableavx de platte peinture des deux Philostrates sophistes grecs et les statues de Callistrate 1614. Pág. 24.
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Libro Studia Limensia
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[[Studia Limensia Introducción: Consideraciones preliminares para la interpretación de la Emblemática Político-Moral de los Reyes, y sus simbologías]]
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[[Studia Limensia Capítulo I: El Hypogrammon de la Ciudad de los Reyes]]
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[[Studia Limensia Capítulo II: La Planta urbana de la Ciudad de los Reyes, y su emblemática política, moral y religiosa]]
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[[Studia Limensia Capítulo III: Las murallas de la Ciudad de los Reyes, y su relación con los Arcángeles Arcabuceros]]
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[[Studia Limensia Capítulo IV: El Puente de piedra y el Arco Triunfal]]
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[[Studia Limensia Capítulo V: La Plaza Mayor, y las tres plazas ceremoniales de Ciudad de los Reyes]]
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[[Studia Limensia Capítulo VI:La Plaza Mayor y su Fuente Apocalíptica]]
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[[Studia Limensia Capítulo VII: La Sangre de Cristo en la Arquitectura de la Ciudad de los Reyes]]
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[[Studia Limensia Capítulo VIII: El altar mayor del Señor de los Milagros de Lima y sus simbolismos cardiomórficos]]
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[[Studia Limensia: Anexo I El Niño-Dios del Cuzco y sus diferentes atributos pictóricos en el contexto de la Cardiomorfosis]]
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[[Studia Limensia Anexo II: Representación de las Sirenas en el Sur Andino]]
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[[Studia Limensia Anexo III:Emblemática de una pintura de Santa Teresa de Ávila]]
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[[Studia Limensia Anexo IV: Cariátides y atlantes en la restablística barroca del Perú]]
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[[Studia Limensia Anexo V: La Última Cena en el Arte virreinal peruano y su correcta interpretación. El tema central de la "Última Cena" de Diego de la Puente S. J.]]
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[[Studia Limensia Anexo VI: Simbolismos de la retablística de los órganos barrocos, en el contexto de la Cardiomorfosis]]
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[[Studia Limensia Anexo VII: Simbolismos del muro de la iglesia de Santa Rosa de Lima]]
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[[Studia Limensia Anexo VIII: Simbolismos del pozuelo de Santo Domingo]]
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[[Studia Limensia Anexo IX: Simbolismos del Hospital de San Andrés de la Ciudad de los Reyes]]
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[[ Studia Limensia Anexo X: Simbolismos de la pintura funeraria de la cripta de la cofradía de indios de la Virgen del Rosario]]
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Revelan los "secretos" de histórica iglesia de San José en Perú [https://www.youtube.com/watch?v=ArMmE3fX3iM&embeds_euri=https%3A%2F%2Fwww.aciprensa.com%2F&embeds_origin=https%3A%2F%2Fwww.aciprensa.com&feature=emb_imp_woyt]

Última revisión de 00:37 24 feb 2023

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La interpretación de la plaza mayor de la Ciudad de los Reyes no es un asunto difícil de emprender. Solo hay que conocer los modelos que concurrieron en su concepción. No es que exista una fuente (hasta donde alcanza nuestro conocimiento) que prescriba puntualmente la función de la plaza, y que describa los elementos que la componen. Sin embargo, por el arte combinatorio y por ramificación barroca, se puede deducir, o adivinar. Esto, debido a que todos esos elementos se encuentran disgregados en las diversas formas de expresión artística barroca.

La plaza mayor de Lima es el lugar donde mejor se aprecia el papel modélico de los emblemas. Y donde se puede establecer, con mayor dramatismo la oposición y guerra entre la Ciudad Terrena Espiritual, y la Ciudad Terrena Carnal. Y la oposición entre Cristo profeta, y el falso profeta. Entre la Maestro de la Verdad, y el padre de la mentira. Entre el restaurador de la vida y el asesino primigenio. Entre el pan del horno de caridad Ardiente, y la Piedra del Odio Satánico. Entre el oasis paradisíaco y el desierto infernal. Tales son los conceptos que se han de tener en cuenta, cuando se observe la plaza, desde varias perspectivas. El observador debe descubrir inmediatamente los elementos comunes, y los elementos contrastantes. Así, verá que las plazas, los centros de congregación, o los jardines de esparcimiento, siempre tienen forma trapezoidal, en las representaciones pictóricas. Y que el tema principal – por lo general – está determinado por la línea central vertical, y los asuntos predicativos por las líneas paralelas, y las líneas oblicuas concurrentes. En el primer par tenemos la oposición entre el negocio profano y el sagrado. El negocio profano, es necesario para la subsistencia y progreso de la persona y de la sociedad. El trabajo, y la capacidad de trabajar, son un don de Dios, y como tal debe ser servir a la santificación del trabajador. Conducido rectamente, beneficia a todos. Ese es el sentido del mercado, frente a la iglesia del Sagrario. Da a entender que además de la sentencia bíblica de ganar el pan con el sudor de la frente, el hombre tiene la obligación de cuidar el negocio espiritual, cuyos dividendos se acumulan en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corroen.

Esto se logra, espiritualizando el trabajo, mediante el ejercicio de los diversos horologios que mencionamos en el capítulo IV. Debe entenderse que la actividad económica, es un medio temporal orientado a un fin sobrenatural. Los instrumentos de los que se vale Dios, para que el hombre llegue a su meta, son el Buen Gobierno, definido como “felicidad natural”, y el Buen Pastor, figurados aquí por los edificios gubernativos y episcopales. Como miembro del La Iglesia -Cuerpo Místico de Cristo- el limeño, debía trabajar por la Gloria de Dios y bien de las almas. Como miembro del Imperio, debía obedecer y servir al Rey. Y como miembro del Cuerpo de República, debía trabajar por el bien común material, y espiritual. Es decir, por la santificación, mediante la perfección de la cotidianeidad. Si redujéramos la pintura de la plaza, a líneas verticales y oblicuas, se esquematizaría como el grabado de Otia Sacra optima fides [1] .

El Escudo de la ciudad, colocado en lo alto de la torre del Sagrario, simboliza el corazón social, que logra la meta de salvación merced a la Perseverancia en la Fe Eucarística. Tanto el corazón heráldico, como el corazón emblemático de Otia Sacra, han alcanzado la trascendencia. Han llegado al cielo. El ojo abierto, significa la Contemplación Beatífica. En su camino ascendente, los Sacramentos han servido de escudo, alimento y refrigerio al corazón que huía hacia lo alto.

Las dos figuras siguientes, muestran las perspectivas de dos claustros que tienen una carga simbólica sobrenatural: Cinco fuentes simbólicas, que representan las Cinco Llagas de Cristo, con las que San Francisco, fue estigmatizado. Es un jardín, cuyas características, se corresponden con las descripciones de la quíntuple fuente de la Plaza Mayor, que veremos en el capítulo VI. Por el momento, basta con decir que es un jardín ameno.

La tercera imagen es el claustro de la Meca, totalmente desolado, y estéril. Ambos claustros están circundados por columnas y arquerías [2] . Dado el contexto seráfico, del primero, se colige el timbre luciférico del segundo. Estamos en presencia de jerarquías angélicas y diabólicas. Arcos y columnatas aluden a timbres estéticos: El orden es belleza en los ángeles, porque están donde deben estar, y en el orden que deben estar. Opuestamente, el orden subvertido por los ángeles, habla de la pérdida de su exquisita belleza, y sugieren su eterna confusión.

En el claustro de los frailes menores, está la Marca de Cristo Profeta. En el claustro de la Meca, está la obra del Falso Profeta. Las Cinco Llagas del convento de Lima, simbolizan el Pan Bajado del Cielo, hecho de la Carne y Sangre de Cristo, y a la vez, la impronta con la que está sellada el alma del cristiano. El edículo velado de la Meca, cobija un aerolito arrojado del orden cósmico, tal como fue expulsado Satán, de la jerarquía angélica. El velo, es la mentira disfrazada de medias verdades.

Simboliza la falsa comunión idolátrica, con la que el demonio quiso seducir a Cristo mismo. La Eucaristía es Dios velado; la Kaaba es un ídolo inmundo, un falso dios disfrazado. En el claustro franciscano viven los hijos espirituales del seráfico Bernardone, en tanto que en la desértica Meca, habitan los secuaces del pésimo Mahoma, hombre de desiertos, y sequedades. La oposición existente entre la plaza cristiana, y la plaza ismaelita, habla del Sacerdocio. Del verdadero y del falso. En el cristianismo, solo los que Dios llama pueden acceder al Orden Sacerdotal, para ofrecer con manos limpias, y corazón puro, el Augusto Sacrificio del Altar. El Altar Católico celebra el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección Gloriosa de Cristo. Cristo mismo es Víctima del Sacrifico, es Ofrenda y Sacerdote. Este Holocausto, que se inicia con el fuego que nace del Inflamado Amor del Sagrado Corazón de Cristo, consume la Hostia Divina, y eleva las volutas que aplacan la Santa Ira de Dios, redime de la esclavitud al hombre. Expía sus faltas, y repara sus culpas.

El inmundo altar de Ismael, tiene semejanzas con repugnantes altares de la idolatría americana. El islam, aunque en teoría se proclama revelado, de origen divino, puro, y pacífico, es - en la práctica – fruto de inventiva humana. Su delirante postulación refunde el Amor a Dios con Odio al Hombre. No se predica con el ejemplo, sino que se impone con la espada. La luna, tenida por divisa, nos indica su carácter tenebroso, acechante y traicionero. Conculca la libertad, y universaliza la tiranía, y la esclavitud. El cristiano vive virtuosamente, castamente y pacíficamente, por complacer a Dios, y hasta se hace mártir por alcanzar un Paraíso de goces espirituales eternos. La búsqueda del Paraíso espiritual, comienza con la negación de sí mismo, y con el desapego de los bienes materiales innecesarios. Cristo es la Luz del claustro.

En cambio, los ismaelitas, persiguen un falso paraíso de deleites sexuales. El suyo, no es un camino espiritual, sino material. Su misión es la guerra. El estupro y el botín, son la prenda del su fementido triunfo escatológico. La inmolación del islamita es egoísta, se sacrifica para sí mismo, y en beneficio propio. En cambio el martirio cristiano es altruista y filantrópico. El mártir cristiano se condena a sí mismo, para perdonar y liberar a otros, comenzando por sus asesinos.

Se deduce, entonces, que el falso profeta sirve al demonio, y tienen un odio cainita, por el resto del mundo. En esto se asemejan a los idólatras, que deifican los vicios, los placeres, las aberraciones y la muerte.

La arqueología confirma este parecer: Para que el sacrificio antiguo tuviese algún valor y pudiera aplacar la ira de los dioses, tenía que ser cotidiano, repetido mil veces mil, y siempre era sacrificio ajeno, de seres mortales. Cristo ofrece, como víctima de inmolación y de expiación su propio corazón para aplacar la ira de Dios, y restaurar Su amistad con los hombres. Él es Oferente y Ofrecido, una sola y definitiva vez. El valor de su Sacrificio es infinito y de alcances cósmicos. Es Hostia Santa, Sacrificio puro y sin mancha que se ofrece desde donde sale el sol hasta el ocaso.

El Memorial de la Pasión, Muerte, y Resurrección Gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo, tiene- en Lima - cinco jeroglíficos notables , como ya se ha dicho en el Capítulo IV. El Corazón Traspasado y el Cuerpo Crucificado son atajos al Cielo. Si Lima inmola su propio corazón en el mismo Altar (Iglesia del Sagrario), en el que Cristo se inmola por Amor a ella, subirá directamente al Cielo, asunta por mano de ángeles (Torres de la Catedral, y el Jeroglífico del plano de Lima).

En el Capítulo VI, veremos con detalle el simbolismo de las fuentes eucarísticas. Vista así, la Plaza Mayor es el Atrio del Altar de Dios, que según la escritura es guardado por ángeles . [6] Los arcos de la Plaza Mayor de Lima, son jeroglífico del coro de los Ángeles del Cielo que cantan trisagios al Dios de los Altares. Alabanza a la que se une el coro de la Iglesia en la Tierra [7] . El significado de las columnatas y arquerías tienen – como ya se ha dicho - está bien definido. Este significado, nos permite afirmar que ángeles y hombres, ambos creaturas, están ordenados en sociedades jerárquicas. Tienen deberes y obligaciones. Soportan las cargas justas, porque su peso no solo es ligero, sino que está compartido por todos. Todos comparecen ante el Cordero Inmolado, y cierran filas para obtener el triunfo definitivo.

Al decir “la Iglesia”, debe entenderse a todos los bautizados. Con sus respectivas responsabilidades temporales y pastorales. Gubernativas y sacerdotales. El Buen Gobierno y el Buen Pastor, sumado al Coro de mílites cristianos, circundan el Altar de Dios, porque se han lavado (fuente de bronce) en la Sangre del Cordero Inmaculado [9] .

Opuestamente, la plaza de la Meca es el real bajo cuyas tiendas acampa la iniquidad[10]. En ella se congrega una turba anárquica de espíritus y hombres homicidas e impuros. En el barroco no hay nada que no sea predicable. No hay elementos teatrales ociosos. Hemos dicho que la Plaza Mayor es el Atrio del Altar de Dios. Y es el inicio del Camino al cielo. Hay dos tipos de peregrinos. El peregrino devoto y el peregrino distraído. Hay una aristocracia y una villanía espirituales. Forman parte de la aristocracia espiritual aquellos que llevan una vida devota. Forman parte de la villanía espiritual, aquellos que distraen la vida espiritual, con los requerimientos del mundo. Es decir, sus negocios materiales.

La pintura, materia de comentario, ha sido simplemente descrita como paisajista. Ya hemos vistos, que su interpretación, trasciendo lo meramente descriptivo. Ya vimos las implicaciones que tienen la forma de composición de la imagen, y los elementos arquitectónicos. ¿Qué podemos decir de los personajes?

Ciertamente es una escena de mercado [11] , en la que interrelacionan los diferentes estamentos de la ciudad. Nadie discutirá que en la plaza concurren todos los estamentos sociales, todas las razas, y todas las castas que habitan en Lima. Llama la atención, el dinamismo de los concurrentes. Están dando a cada día su afán: trabajan para vivir.

Si uno se fija bien, hay un camino aristocrático [12]. Para el limeño, la imitación de Cristo, es Camino Real. Ese es el sentido de las calesas; avanzar sin tropiezos, lo más rápidamente posible, en el camino del progreso espiritual, y de la salvación. El número de calesa contraste con el de los hombre de a pie, porque muchos son los llamados, y pocos los escogidos. La vida consagrada, aunque materialmente esforzada, es espiritualmente privilegiada. A eso alude el privilegio de rodar carroza [13].

La vida mortificada eleva al espíritu, sobre los asuntos pedestres, que lastran su caminar. Las ruedas aluden a la velocidad y al avance en el camino hacia el cielo. No se crea que esta aristocracia espiritual está restringida a los menesteres eclesiásticos. También compete a los asuntos de gobiernos. Dos ejemplos notables son, el Conde de Lemos, en el Perú; y Bernardo de Gálvez [14] en México.

La Plaza Mayor es el lugar de congregación general, por antonomasia de la Ciudad de los Reyes. Su nombre indica jerarquía y primacía sobre los otros espacios de congregación, que son ciertamente pocos. Tiene un inmenso simbolismo eucarístico. Alude a la práctica sacramental. Los Sacramentos son signos sensibles del Amor de Dios, que tienen como fuente, el Corazón Traspasado, y las Santas Llagas. Todos están figurados en las fuentes de la Plaza Mayor, cuyos simbolismos desarrollaremos en el capítulo VI.

La iglesia del Sagrario, es el “Corazón” de la Ciudad. En este Corazón Urbano, se ha entronizado al Santísimo Sacramento [15] , porque el fin de la ciudad, se explica con los fines que persigue la Cardiomorfosis. Recordemos que el Sagrario es una parroquia. Por tanto, hay que considerar que administra los Sacramentos de Iniciación Cristiana: El Bautismo y la Confirmación, también llamada Crismación. Estos Sacramentos, incorporan al Cuerpo Místico de Cristo, a quienes lo reciben. Quienes los reciben se hacen ciudadanos de esta triplemente coronada Villa, y por tanto, vecinos de la Ciudad de Dios. En virtud de ellos, el ciudadano es revestido de la Armadura de la Fe. Se incorpora a la Milicia Cristiana. Lima, es una ciudad cristiana, cuya militancia, no admite disidencia.

En esta plaza, se proclama el Triunfo de la Fe, sobre quienes niegan la divinidad de Cristo, mancillan la Pureza Virginal de María, y contaminan el cuerpo social con la peste de la herejía, o la heterodoxia. El Tribunal del Santo Oficio de la Santa Inquisición, aplica aquí la Justicia, a quienes se negaron a aceptar la Misericordia y el Perdón. La Ciudad de los Reyes defiende y exalta a la Sagrada Eucaristía. La Fiesta de Corpus Christi, es la Fiesta de Lima, y el fundamento de su felicidad. Con magna pompa, la ciudad escenifica, procesionalmente, el Triunfo de la Eucaristía. El historiador e investigador limeño Rafael Sánchez-Concha Barrios, explica bellamente, el amor y devoción de esta capital al Santísimo Sacramento del Altar, y desarrolla el tema del dolor colectivo cuando se atenta contra Él [16] .

Porque ahí Cristo reina desde el madero, y llama a los suyos hacia Sí. Es el lugar los ciudadanos se hermanan recíprocamente, y establecen un vínculo de consanguinidad entre ellos, y con Cristo.

Finalmente, se puede decir que las plazas ceremoniales de la ciudad, pueden ser predicadas, también, como los hitos del camino de fe los limeños. Se nace en la Fe, en la plaza mayor, mediante las aguas bautismales. Se crece y madura en la Fe, mediante el estudio universitario y la vigilancia doctrinal, en la plazuela de la Inquisición, y se persevera, y muere en la Fe, en los hospitales de la plazuela de Santa Ana [18].

Los reciente descubrimientos hechos por Pro Lima en la plazuela de Santa Ana, en las paredes exteriores de la iglesia de san José, de las monjas descalzas, permite reconstruir el contexto de Lima-Hospitalaria. En el llamado Cuerpo de República, si un miembro padece, padece todo el Cuerpo, tal como dice el Apóstol. Padecimientos que son temporales y corporales, y temporales espirituales. La enfermedad del cuerpo humano, y las reliquias del pecado que maculan el alma inmortal.

Esta zona de los Barrios Altos de Lima, sujeta a la parroquia de Santa Ana, es una zona de hospitales. A saber, San Bartolomé, Santa Ana, y San Andrés. Estos son hospitales corporales. Sus capillas, junto a la vecina iglesia de San José son hospitales del alma. En los que Cristo va a “sanar los corazones afligidos”.

Abundan las representaciones de Cristo Médico [19] y de María de los Remedios. Es decir María es la Apoticaria, y Cristo el Doctor. La representaciones de Cristo médico con un brazo levantado, escrutando el corazón enfermo, y armado el otro con la broncínea serpiente de sanación, tiene como modelo, las representaciones clásicas de Meneceo, salvador de Tebas. De ambos, se puede predicar que por un mandato, o inspiración divina, entregaron voluntariamente sus vidas, y padecieron por mano enemiga, con el fin de salvar a muchos [20]. El contexto del hospital de las enfermedades del cuerpo (sanatorio) y el del hospital del alma, es triste y dramático. En ambos, el cuerpo y el alma enfermos, esperan con resignación su destino.

El enfermo corporal espera resignado, el cumplimiento de la voluntad de Dios. Bien sea para su curación, bien sea, para su expiración; porque el médico hace lo que puede, y Dios hace lo que quiere. El enfermo espiritual, espera, igualmente resignado, el fin de sus padecimientos, por obra de la Misericordia de Dios. En ambos casos, lo que hay es pobreza, indefensión y extrema necesidad de sufragios. Si el hombre enfermo y necesitado, por ese misterio de la miseria humana, se vuelve invisible y anónimo, hasta para sus familiares más cercanos, el alma en purgatorio pareciera ser del todo. Inexistente.

La presencia de la iglesia de San José, en este contexto sanatorio, se explica con facilidad. La arquitectura de este templo, refleja las notas características de la vida del padre putativo de Jesús, y su misión respecto de la iglesia. Sencilla, como José, pasa desapercibida para el caminante distraído. Gloriosa como José, ostenta dos puertas maravillosas, que simbolizan su ingreso al Cielo, y el de su Casta esposa: la de María, la puerta de la Inocencia; y la suya, la puerta de la Justicia. Modélico como José, invita a invocar a Cristo y a Maria, en el trance terrible de la muerte. Mendicante como José, tiene un limosnero, para las misas ofrecidas por las almas del Purgatorio. Educadora y admonitora, como José, advierte al transeúnte, mediante los simbolismos exteriores del muro testero que tienen obligaciones morales y caritativas respecto de las almas necesitadas, y respecto de la suya propia. Pues ha de cuidarse, para no ir al infierno, y caminar con tal diligencia que pueda llegar al Cielo, evitando el Purgatorio. El mencionado templo, tenía una capillita de ánimas, que invitaba al transeúnte a encender una mariposilla de aceite, o luz votiva. Pero además, al parecer en tiempos distintos, tuvo otras alegorías purgatoriales de fácil comprensión para quien las viera: Los panales divinos, y los sufragios de san Francisco y Santo Domingo.

José Gálvez Krüger

Sociedad Peruana de Historia

Notas

[1] Westmorland, Mildmay Fane. Londres, 1648.

[2]Las arquerías, columnatas, arboledas, y todo aquello que suponga orden, y reparto equitativo de peso, debe ser considerado como predicativo de belleza, orden y armonía. En el caso de la arquitectura, tienen una utilidad práctica, y otra ornamental. En el ámbito del discurso moralizante, apunta a la fortaleza y a la perpetuidad. Los arcos de los portales de Botoneros y Escribanos, es una guardia pétrea que escolta y guarda, al Sagrario. Fortaleza y perpetuidad son predicables de las virtudes, especialmente de las de los ángeles. Todas las virtudes positivas de los ángeles están sintetizadas en estos elementos arquitectónicos. Si éstos se usan en contextos malignos, se postularán contrariamente.

[3] En el Alcorán.

[4] Jadices.

[5] Estos jeroglíficos son los que marcan los puntos del discurso religioso y moralizante de la ciudad.

[6] Que en Lima, son las 4 Iglesias-baluartes del Sagrario; pertenecientes a los fundadores de órdenes, llamados seráficos: Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio de Loyola, y San Agustín. Serafines humanos, que a a imitación de los Ángeles Apocalípticos, custodian el Trono de Dios

[7] Como dice la divina liturgia.

[8] En tanto que mílites cristianos.

[9] Sal 26, 6. Lavaré mis manos entre los inocentes; y rodearé, Señor, tu altar.

[10] Según la expresión de Job atribulado.

[11] La plaza mayor, plazuelas y plazoletas, sirvieron de mercados públicos, hasta la construcción del Mercado Central de Lima, en tiempo del gran mariscal Ramón Castilla.

[12] El concepto de aristocracia debe ser entendido en su sentido prístino; de los griegos. Esta referido a la superioridad individual, y a las actos hazañosos y proezas, realizados por hombres superiores. Hechos de leyenda, que hacen que sus sombres sean ensalzados y glorificados. V.gr. los santos.

[13] Los carros de los triunfos procesionales pictóricos, son la exaltación de arte escatológico de este mismo asunto.

[14] La dignidad del culto, la honestidad en los recursos materiales y las muestras públicas de piedad, devoción, caridad y beneficencia, son proverbiales en la vida Conde de Lemos, y del Conde de Gálvez.

[15] La condición de solio real, está insinuada en el fondo de la pintura. Vemos dos de las cuatro iglesias-baluarte, que simbolizan los ángeles que adoran e Trono de Dios, en el A

[16] Sanchez-Concha Barrios, Rafael. La devoción a la Eucaristía en el virreinato del Perú, en Revista Studia Limensia, 2002. “Jesús sacramentado fue una de las principales devociones durante el virreinato. La presencia real de Cristo en la Eucaristía era asumida como un elemento indiscutible de la fe. Además, en aquel período histórico se tenía en el Cuerpo de Cristo al mejor referente de la sociedad, asumida en esos días en función de la trascendencia, y que era representada bajo la forma de un organismo humano, al que los juristas y teólogos llamaban “cuerpo místico de república”. Los acontecimientos que acaecían en torno del sacramento del altar constituyeron un indicador de las aspiraciones de los integrantes de la sociedad peruana entre los siglos XVI y XVIII. Vemos así que su profanación podía alterar íntegramente a la población de las ciudades y llevarla hasta el llanto y las muestras de público dolor a través de las procesiones de penitentes. Asimismo, su hallazgo y desagravio propiciaban la algarabía general entre los habitantes del Perú. A lo largo de la historia virreinal, se puede descubrir varios hechos relativos a la profunda creencia en la Eucaristía. Valga como ejemplo el sacrilegio que se produjo en Quito el 20 de enero de 1649 en la iglesia del convento de Santa Clara por unos sujetos que desfondaron el sagrario, tomaron el cáliz y dejaron las hostias regadas por el piso. Narra fray Diego de Córdoba y Salinas que Quito entero lloró la afrenta y que: “[…] todos sus vecinos se vistieron de luto, haciendo muchas plegarias y oraciones y una procesión de sangre, en que todos los religiosos, el clero y la nobleza del pueblo fueron descalzos para aplacar la ira de Dios justamente indignado por el agravio tan atroz hecho a nuestra cabeza, Christo Sacramentado [sic]”. Dos meses después, el 25 de marzo de ese mismo año, los habitantes de Lima dejaron mostrar su pesar por el acontecimiento de Quito a través de un homenaje al Santísimo con la exposición de la hostia durante todo el día, una misa pontifical y una procesión por las calles, que se ornamentaron con esmero. Se sabe que el entonces arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, redactó en honor a la Eucaristía unos versos que fueron recordados por los vecinos de la Ciudad de los Reyes, y que rezaban: “Viva la fe que confiesa el altísimo misterio en que Cristo nos dejó su divina Sangre y Cuerpo: y que en la Virgen María tomó nuestra carne el Ver boque, con el divino Espíritu y Dios Padre, es Dios Eterno”. Este hecho, íntimamente relacionado con el milagro del Santo Niño de Eten (2 de junio de 1649), guarda gran semejanza con el robo del Santo Sacramento de Lima, que sucedió el 29 de enero de 1711.

[17] Se puede notar, como tendencia, la reunión de los institutos de enseñanza mayor en la dicha plaza, y en sus inmediaciones, tales como la Real y Pontificia Universidad Mayor de San Marcos, y el Colegio de Teología de Santo Tomás.

[18] Aunque no fueron las únicas instituciones sanitarias de Lima virreinal, los principales hospitales (con sus criptas de enterramiento), se agruparon en esta plaza parroquial

[19] Cfr. Le Christ apothicaire, miniature de "Chants Royaux du Puy de Rouen" (1519-1528) (BNF, Paris).

[20] Vigenère, Blaise de. Les images ou tableavx de platte peinture des deux Philostrates sophistes grecs et les statues de Callistrate 1614. Pág. 24.

Libro Studia Limensia

Studia Limensia Introducción: Consideraciones preliminares para la interpretación de la Emblemática Político-Moral de los Reyes, y sus simbologías

Studia Limensia Capítulo I: El Hypogrammon de la Ciudad de los Reyes

Studia Limensia Capítulo II: La Planta urbana de la Ciudad de los Reyes, y su emblemática política, moral y religiosa

Studia Limensia Capítulo III: Las murallas de la Ciudad de los Reyes, y su relación con los Arcángeles Arcabuceros

Studia Limensia Capítulo IV: El Puente de piedra y el Arco Triunfal

Studia Limensia Capítulo V: La Plaza Mayor, y las tres plazas ceremoniales de Ciudad de los Reyes

Studia Limensia Capítulo VI:La Plaza Mayor y su Fuente Apocalíptica

Studia Limensia Capítulo VII: La Sangre de Cristo en la Arquitectura de la Ciudad de los Reyes

Studia Limensia Capítulo VIII: El altar mayor del Señor de los Milagros de Lima y sus simbolismos cardiomórficos

Studia Limensia: Anexo I El Niño-Dios del Cuzco y sus diferentes atributos pictóricos en el contexto de la Cardiomorfosis

Studia Limensia Anexo II: Representación de las Sirenas en el Sur Andino

Studia Limensia Anexo III:Emblemática de una pintura de Santa Teresa de Ávila

Studia Limensia Anexo IV: Cariátides y atlantes en la restablística barroca del Perú

Studia Limensia Anexo V: La Última Cena en el Arte virreinal peruano y su correcta interpretación. El tema central de la "Última Cena" de Diego de la Puente S. J.

Studia Limensia Anexo VI: Simbolismos de la retablística de los órganos barrocos, en el contexto de la Cardiomorfosis

Studia Limensia Anexo VII: Simbolismos del muro de la iglesia de Santa Rosa de Lima

Studia Limensia Anexo VIII: Simbolismos del pozuelo de Santo Domingo

Studia Limensia Anexo IX: Simbolismos del Hospital de San Andrés de la Ciudad de los Reyes

Studia Limensia Anexo X: Simbolismos de la pintura funeraria de la cripta de la cofradía de indios de la Virgen del Rosario


Revelan los "secretos" de histórica iglesia de San José en Perú [1]