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Jueves, 28 de marzo de 2024

Santa Lucía

De Enciclopedia Católica

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Virgen y mártir de Siracusa en Sicilia, cuya fiesta es celebrada por latinos y griegos el 13 de diciembre. De acuerdo a la historia tradicional, ella nació de padres ricos y nobles cerca del año 283. Su padre fue de origen romano, pero su pronta muerte la dejó dependiente de su madre, cuyo nombre, Eutiquia, parece indicar que procedía de raza griega.
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Como muchas de las primeras mártires, Lucía había consagrado su virginidad a Dios, y ella deseaba dedicar todas sus posesiones materiales al servicio de los pobres. Su madre no era tan ingenua, pero se presentó la ocasión para que Lucía pudiera llevar a cabo sus generosas resoluciones. La fama de la virgen mártir Águeda, quien había sido ejecutada cincuenta y dos años antes en la persecución de Decio, estaba atrayendo numerosos visitantes a sus reliquias en Catania, a menos de cincuenta millas de Siracusa, y se habían realizado muchos milagros por su intercesión. Eutiquia por consiguiente fue persuadida a realizar un peregrinaje a Catania, con la esperanza de ser curada de una hemorragia, de la cual había sufrido por muchos años. En efecto allí fue curada, y Lucía, aprovechando la oportunidad, persuadió a su madre para que le permitiera distribuir gran parte de sus riquezas entre los pobres.
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Esta dádiva excitó la avaricia del indigno joven con el cual Lucía había hecho compromiso de matrimonio a regañadientes, y él la denunció ante Pascasio, el gobernador de Sicilia. Fue en el año 303, durante la intensa persecución de Diocleciano. En principio fue condenada a sufrir la vergüenza de la prostitución; pero con la fuerza de Dios ella permaneció inamovible, de modo que no la pudieron arrastrar al lugar de la humillación. Apilaron haces de madera alrededor de sus pies y se les prendió fuego, y de nuevo Dios la salvó. Finalmente, encontró su muerte por medio de una espada. Pero antes de morir predijo el castigo de Pascasio y la pronta terminación de la persecución, agregando que Diocleciano ya no reinaría más, y que Maximiano encontraría la muerte. Entonces, fortalecida con el Pan de Vida, ganó las coronas de la virginidad y el martirio.

Desafortunadamente, esta bella historia no puede aceptarse sin criticismo. Los detalles pueden ser solamente una repetición de relatos similares de la vida y muerte de una virgen mártir. Mas aún, la profecía no se cumplió, si requería que Maximiano debería morir inmediatamente después de la terminación de su reinado. Pascasio, también, es un nombre extraño para que lo lleve un pagano. Sin embargo, ya que no hay otra evidencia con la cual pueda comprobarse la historia, sólo puede sugerirse que los hechos peculiares a la historia de la santa merecen mención especial. Entre éstas, el lugar y fecha de su muerte apenas pueden ser cuestionadas; por el resto, las más notables son su conexión con Santa Águeda y la curación milagrosa de Eutiquia, y se espera que éstas no hayan sido introducidas por el piadoso recopilador de la historia de la santa o un instinto popular de entrelazar juntas dos santas nacionales. La historia, tal como la hemos descrito, puede rastrearse hasta el Acta, y éstas probablemente datan del siglo V. Aunque no pueden ser consideradas como precisas, no puede haber duda de la gran veneración que fue mostrada a Santa Lucía por la Iglesia primitiva. Ella es una de las pocas santas femeninas cuyos nombres aparecen en el canon de San Gregorio, y hay oraciones y antífonas especiales para ella en su “Sacramentario" y "antifonario". Ella también es conmemorada en el Martirologio Romano antiguo. San Aldhelmo (murió. 709) es el primer escritor que usa sus Actas para dar un relato completo sobre su vida y muerte. Esto lo hace en prosa en el "Tractatus de Laudibus Virginitatis" (Tract. XLIII, P. L., LXXXIX, 142) y de nuevo, en verso, en el poema "De Laudibus Virginum" (P. L., LXXXIX, 266). Siguiendo sus pasos, el Venerable Beda inserta su historia en su Martirologio.

Respecto de sus reliquias, Sigeberto (1030-1112), un monje de Gembloux, en su "sermo de Sancta Lucia", dice que su cuerpo permaneció quieto en Sicilia por cuatrocientos años, antes de que Faroaldo, duque de Espoleto, capturó la isla y transfirió el cuerpo de la santa a Corfinium en Italia. De allí fue removido por el emperador Otón I, 972, luego llevado a Metz y depositado en la Iglesia de San Vicente. Y fue de este sepulcro que un brazo de la santa fue llevado al monasterio de Luitburgo en la Diócesis de Spires--un acontecimiento celebrado en versos por Sigeberto mismo.

La historia subsiguiente de las reliquias no está clara. En su captura de Constantinopla en 1204, los franceses encontraron algunas reliquias en esa ciudad, y el Doge de Venecia las aseguró para el monasterio de San Jorge en Venecia. En el año 1513 los venecianos presentaron a Luis XII de Francia la cabeza de la santa, la cual él depositó en la catedral de Borges. Otro relato, sin embargo, cuenta que la cabeza fue llevada a Borges desde Roma a donde había sido transferida durante el tiempo que las reliquias descansaban en Corfinium.


Fuente: Bridge, James. "St. Lucy." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09414a.htm>.

Traducido por Lourdes P. Gómez. rc