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Jueves, 18 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «San Gerardo Majella»

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Nacido en Muro, ubicado a unas cincuenta millas de Nápoles, en abril de 1726. Murió el 16 de octubre de 1755, beatificado por León XIII el 29 de enero de 1893 y finalmente canonizado por Pío X el 11 de diciembre de 1904. Su única ambición fue la de acompañar a Jesucristo padeciendo sus sufrimientos y humillaciones. Su padre, Dominic Majella murió cuando todavía era un niño. Fue entonces cuando la piadosa madre de Gerardo, sumida en la pobreza, acudió a un sastre para que fuera su aprendiz. Su maestro lo amaba, mientras que su condiscípulo lo trataba cruelmente. Su reverencia hacia el sacerdocio junto con su amor por el sufrimiento lo llevaron a servir en casa de un prelado que era muy difícil de complacer. Luego de la muerte del prelado, Gerardo volvió al comercio, al principio como comerciante itinerante y ya más adelante por cuenta propia. Sus ganancias en este tiempo las dividió entre su madre y los pobres así como también en ofrendas por las pobres almas del purgatorio. Después de numerosos intentos en vano, primero de convertirse en franciscano y luego en ermitaño, entró en la Congregación Redentorista en 1749.
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Nació en Muro, alrededor de  unas cincuenta millas de [[Nápoles]], en abril de 1726; murió el 16 de octubre de 1755, [[beatificado]] (v. [[beatificación]]) por [[León XIII]] el 29 de enero de 1893 y canonizado (v. canonización]] por [[Pío X]] el 11 de diciembre de 1904. Su única [[ambición]] era  ser como  [[Jesucristo]] en  sus sufrimientos y humillaciones. Su padre, Dominico  Mayela,  murió cuando Gerardo era todavía un niño. Su  [[piadosa]] madre, sumida en la pobreza, se vio obligada (v. [[obligación]]) a colocarlo como aprendiz de sastre. Su maestro lo amaba, mientras que el capataz lo trataba cruelmente. Su reverencia hacia el [[sacerdocio]]  y  su [[amor]] al sufrimiento lo llevaron a entrar a servir en casa de un [[prelado]], el cual  era muy difícil de complacer. Luego de la muerte del prelado, Gerardo volvió a su oficio, al principio como jornalero y luego  por cuenta propia. Dividía sus ganancias entre su madre, los [[pobres]] y en ofrendas por las [[almas]] del [[purgatorio]]. Después de intentos infructuosos  por convertirse primero en [[franciscano]] y luego en [[ermitaño]], entró a la [[Congregación del Santísimo Redentor]] en 1794.
  
Dos años mas tarde hizo sus profesiones perpetuas y a los usuales votos, añadió uno por el que se obligaba a hacer siempre lo que a él le pareciera más perfecto. San Alfonso lo consideraba como un milagro de obediencia, no solo obedecia las órdenes de los superiores cuando estos se encontraban presentes, si no que cuando estos estaban ausentes sabía y obedecía los deseos de los superiores. Aunque era de contextura delgada y tenía poca fuerza Gerardo hacía el trabajo de tres y fue su enorme caridad la que le ayudo a consagrarse como el “Padre de los pobres”. Fue un modelo de toda virtud, a tal punto que cuando le rezaba a Jesús en el tabernáculo, tenía que hacerse violencia a sí mismo para apartarse de allí.
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Dos años más tarde [[hizo su profesión]], y a los [[votos]] usuales  añadió uno por el que se obligaba a hacer siempre lo que le pareciera más perfecto. [[San Alfonso]] lo consideraba un [[milagro]] de [[obediencia]].  No sólo obedecía las órdenes de los superiores cuando éstos se encontraban presentes, sino que sabía y obedecía sus deseos cuando estaban ausentes. . Aunque de complexión débil, hacía el trabajo de tres y su ardiente caridad le ganó el título de Padre de los Pobres. Fue un modelo de toda [[virtud]], y tan atraído hacia [[Nuestro Señor]] en el Tabernáculo que  tenía que hacerse [[violencia]] a sí mismo para poder apartarse de allí.  
 
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Considerado un ángel de pureza, fue acusado de un vergonzoso crimen; pero respondió a la acusación con tal paciencia que San Alfonso dijo: "El hermano Gerardo es un santo". Fue favorecido con profusos conocimientos del más alto grado, el don de profecía, el discernimiento de espíritus, la lectura de los corazones, y con lo que parecía un poder ilimitado sobre la naturaleza, las enfermedades y los demonios. Cuando acompañaba a los Padres en las misiones, o simplemente cuando le encargaban algún asunto, convirtió más almas que muchos de los misioneros. Llego a predecir el día y la hora de su muerte. Fue un maravilloso trabajador a lo largo de su vida y así ha permanecido desde su muerte.  
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Un [[ángel]] de pureza, fue acusado de un vergonzoso crimen; pero sobrellevó la [[calumnia]] con tal [[paciencia]] que San Alfonso dijo: "El hermano Gerardo es un santo".  Fue favorecido con  [[conocimiento infuso]]  del más alto grado, [[éxtasis]],  dones de [[profecía]],  [[discernimiento de espíritu]], penetración de los corazones, [[bilocación]], y con lo que parecía ser un poder ilimitado sobre la [[naturaleza]], las enfermedades y los [[demonios]]. Cuando acompañaba a los Padres en las misiones, o cuando le encargaban algún asunto, convertía (v. [[conversión]]) más almas que muchos  misioneros.  Predijo el día y la hora de su muerte.  Un hacedor de prodigios durante su vida, ha continuado siéndolo desde su muerte.
 
J. MAGNIER  
 
J. MAGNIER  
 
Transcrito por Gerard Loiselle
 
Transcrito por Gerard Loiselle
 
Traducido al castellano por Gino De Andrea
 
Traducido al castellano por Gino De Andrea

Última revisión de 18:15 7 sep 2008

Nació en Muro, alrededor de unas cincuenta millas de Nápoles, en abril de 1726; murió el 16 de octubre de 1755, beatificado (v. beatificación) por León XIII el 29 de enero de 1893 y canonizado (v. canonización]] por Pío X el 11 de diciembre de 1904. Su única ambición era ser como Jesucristo en sus sufrimientos y humillaciones. Su padre, Dominico Mayela, murió cuando Gerardo era todavía un niño. Su piadosa madre, sumida en la pobreza, se vio obligada (v. obligación) a colocarlo como aprendiz de sastre. Su maestro lo amaba, mientras que el capataz lo trataba cruelmente. Su reverencia hacia el sacerdocio y su amor al sufrimiento lo llevaron a entrar a servir en casa de un prelado, el cual era muy difícil de complacer. Luego de la muerte del prelado, Gerardo volvió a su oficio, al principio como jornalero y luego por cuenta propia. Dividía sus ganancias entre su madre, los pobres y en ofrendas por las almas del purgatorio. Después de intentos infructuosos por convertirse primero en franciscano y luego en ermitaño, entró a la Congregación del Santísimo Redentor en 1794.

Dos años más tarde hizo su profesión, y a los votos usuales añadió uno por el que se obligaba a hacer siempre lo que le pareciera más perfecto. San Alfonso lo consideraba un milagro de obediencia. No sólo obedecía las órdenes de los superiores cuando éstos se encontraban presentes, sino que sabía y obedecía sus deseos cuando estaban ausentes. . Aunque de complexión débil, hacía el trabajo de tres y su ardiente caridad le ganó el título de Padre de los Pobres. Fue un modelo de toda virtud, y tan atraído hacia Nuestro Señor en el Tabernáculo que tenía que hacerse violencia a sí mismo para poder apartarse de allí.

Un ángel de pureza, fue acusado de un vergonzoso crimen; pero sobrellevó la calumnia con tal paciencia que San Alfonso dijo: "El hermano Gerardo es un santo". Fue favorecido con conocimiento infuso del más alto grado, éxtasis, dones de profecía, discernimiento de espíritu, penetración de los corazones, bilocación, y con lo que parecía ser un poder ilimitado sobre la naturaleza, las enfermedades y los demonios. Cuando acompañaba a los Padres en las misiones, o cuando le encargaban algún asunto, convertía (v. conversión) más almas que muchos misioneros. Predijo el día y la hora de su muerte. Un hacedor de prodigios durante su vida, ha continuado siéndolo desde su muerte. J. MAGNIER Transcrito por Gerard Loiselle Traducido al castellano por Gino De Andrea