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Viernes, 29 de marzo de 2024

Salaminio Hermias Sozomeno

De Enciclopedia Católica

Revisión de 22:38 13 dic 2008 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Página nueva: Uno de los más famosos historiadores de la Iglesia primitiva, nació en Betelia, un pequeño pueblo cerca de Gaza, Palestina, en el último cuarto del siglo IV; murió probableme...)

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Uno de los más famosos historiadores de la Iglesia primitiva, nació en Betelia, un pequeño pueblo cerca de Gaza, Palestina, en el último cuarto del siglo IV; murió probablemente en 447 ó 448. No se puede determinar qué significa el epíteto Salaminio. No tiene fundamento la suposición de que tiene alguna conexión con Salamina en Chipre. Por la autoridad de Sozomeno mismo (Historia de la Iglesia V.15) sabemos que su abuelo se convirtió al cristianismo al ser testigo de un milagro obrado por San Hilarión. La familia permaneció fiel durante muchos años de persecución, y Sozomeno disfrutó de la ventaja de ser formado en un hogar cristiano. Su educación temprana fue dirigida por los monjes de su lugar nativo. Es imposible determinar qué currículo estudió en estas escuelas monásticas, pero sus escritos evidencian claramente la minuciosidad con la que fue cimentado en estudios griegos. Una referencia a Berytos ha llevado a la suposición errónea de que él prosiguió estudios en leyes en la famosa escuela de leyes de ese lugar.

Dondequiera que haya adquirido su entrenamiento profesional, él se estableció en Constantinopla, probablemente cerca de comienzos del siglo V, para iniciar su carrera de abogado. Mientras estaba atareado de ese modo, concibió el proyecto de escribir una historia de la Iglesia. Se perdió un estudio preliminar que contenía un resumen de la historia del cristianismo desde la Ascensión hasta el año 323. El se propuso continuar la historia de Eusebio y ocuparse del período entre 323 y 439. El período realmente cubierto en su obra termina en el año 425. Sozomeno le dedicó su obra (Historia eclesiástica) a Teodosio el Joven. Está dividida en nueve libros, distribuidos según los reinados de Constantino (323-37); los libros III y IV, a los reinados de sus hijos (337-61); los libros V y VI, a los reinados de Julián el Apóstata, Joviano, Valentiniano I y Valente (361-75; los libros VII y VIII, a los reinados de Graciano, Valentiniano II, Teodosio I y Arcadio (375-408). El libro IX trata sobre el reinado de Teodosio el Joven (408-39).

Ya que la obra de Sócrates apareció al mismo tiempo que la de Sozomeno y trataba sobre el mismo asunto y la misma época, surge una importante pregunta sobre la relación que existía, si alguna, entre los dos autores. No puede haber ninguna duda que la obra de Sócrates se anticipó a la de Sozomeno, y que éste último hizo uso de la obra de su predecesor. No se puede determinar con precisión en qué medida fue esta dependencia. A lo sumo parecería que, mientras que Sozomeno usó la obra de Sócrates como una guía, tanto respecto a materiales como al orden, y aunque a veces no dudó en usarlo como una fuente secundaria, sin embargo, él no fue ni un prestatario indiscriminado ni un plagiario. En algunos asuntos, sin embargo, como en lo que respecta a los novacianos, Sozomeno depende completamente de Sócrates. El libro noveno, el cual Sozomeno declaró expresamente que terminaría en el año 439, está manifiestamente incompleto. No hay razón para pensar que una porción se perdió. Es más probable que, debido a su edad avanzada o alguna otra razón, él no pudo realizar el trabajo hasta la fecha que se había propuesto. Evidencia interior apunta al hecho de que Sozomeno comenzó a escribir su historia cerca del 443, y que lo que logró hacer fue realizado en un período de tiempo comparativamente corto.

La obra de Sozomeno sufre de varios modos al compararla con la de Sócrates. Aunque el estilo tiene fama de ser mejor, la construcción de la obra es inferior, y la comprensión del autor del significado de los movimientos históricos es menos segura. Sin embargo, Sozomeno hizo un minucioso esfuerzo para familiarizarse con todas las fuentes de información sobre los asuntos que tocaba, y tenía un deseo apasionado por la verdad. Estaba lleno de una profunda convicción del propósito providencial del cristianismo y de su misión, bajo la guía Divina, para la regulación de los asuntos de la humanidad. En asuntos doctrinales el trató constantemente de estar en completo acuerdo con el partido católico y fue un oponente tenaz de la herejía en todas sus formas. Pero, mientras el sostenía una constante actitud de hostilidad hacia el arrianismo, gnosticismo, montanismo, apolinarismo, etc., el nunca atacó a los líderes de estas herejías o se permitió él mismo caer en ataques personales amargos. “Que no se considere extraño”, decía, “si le he otorgado recomendaciones a los líderes y entusiastas de las antedichas herejías. Yo admiro su elocuencia y su capacidad de impresionar en sus discursos. Yo dejo que su doctrina sea juzgada por aquéllos que tienen ese derecho” (III, XV).

La obra de Sozomeno es interesante y valiosa por muchas razones. En primer lugar, él presta más atención que cualquiera de los historiadores antiguos a la actividad misionera de los cristianos, y a él se debe mucha de la valiosa información acerca de la introducción del cristianismo entre los armenios, los sarracenos, los ostrogodos y otros pueblos. La historia es especialmente rica en información respecto al auge y extensión del monasticismo. Sus relatos sobre las tareas de los antiguos fundadores de monasterios y comunidades monásticas, aunque dispuestos favorablemente, no se puede decir que fueron exagerados. La historia en su totalidad es bastante amplia, y aunque su tratamiento de los asuntos de la Iglesia Occidental no es completo, sus páginas abundan en datos no disponibles en ningún otro lugar y en referencias documentales de la mayor importancia. En su actitud hacia la Iglesia, en su tratamiento de las Escrituras y en sus opiniones sobre la jerarquía y la dignidad y orden eclesiástico, él siempre estuvo animado por sentimientos de sumisión y respeto. Hay muchas fallas y deficiencias en su trabajo. Él estaba consciente de muchas de ellas, pero no estaba en su poder corregirlas. Frecuentemente era difícil para él el conocimiento de la verdad debido a la masa de evidencia divergente con la que se tuvo que enfrentar, frecuentemente no había suficiente evidencia, pero en cada caso él trataba de expresar la verdad y al hacer su trabajo servir a algún propósito útil en la defensa o elucidación de las ideas cristianas.

La obra de Sozomeno fue impresa en París en 1544. Hay ediciones posteriores por Christophorson e Ictrus (Colonia,1612) y por Valesio (París, 1668). El texto de Valesio fue reimpreso por Hussey (Oxford, 1860), y por Migne (P.G., LXVII). Hay una excelente traducción al inglés por Hartranft, con una introducción versada aunque algo difusa, en los “Padres Nicenos y post-Nicenos”, II (Nueva York, 1890).


Fuente: Healy, Patrick. "Salminius Hermias Sozomen." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14165c.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M.