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Jueves, 28 de marzo de 2024

Sábana Santa y los misterios que encierra

De Enciclopedia Católica

Revisión de 15:05 3 abr 2012 por Sysop (Discusión | contribuciones)

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Misterios de una sábana

La elocuencia del silencio hablará cuando todo llegue a su fin. La Sábana Santa –ese enorme lienzo que se encuentra en la Catedral de San Juan Bautista en la ciudad italiana de Turín, Italia– constituye, sin lugar a duda, un desafío para la humanidad. Lo que ella tan maravillosamente guarda nos introduce en el misterio más insondable que todos los seres humanos tendremos que atravesar: la muerte. Hoy, Domingo de Ramos, recordamos con toda la Iglesia la entrada mesiánica de Jesús a la ciudad de la Paz: Jerusalén.

Pero también asociamos esa entrada a los misterios de su Pasión y Muerte. En la misa del día, por ejemplo, se lee el relato completo de la Pasión de Cristo. Este acontecimiento de la Pasión y Muerte de Jesús ha quedado narrado con detalle en los cuatro evangelios. Sumado a ellos ha venido como un regalo adicional lo que nos dice la Sábana Santa.

Este lienzo muestra –en la imagen central– la figura de un hombre con todas las características de la pasión y muerte de Jesucristo; imagen cuya formación en la tela hoy sigue siendo inexplicable. ¿Pero qué es lo central, qué es lo fundamental de la Semana Santa? Sin duda es la muerte y la ausencia de aquel Dios-Hombre que paga el alto precio de su propia vida para que podamos llegar a la eternidad. Es el misterio del Viernes Santo que se prolonga y se vive de manera muy particular hasta la Vigilia Pascual.

El papa Benedicto XVI, en ese sentido, nos ha dejado unas hermosas palabras pronunciadas ante la Sábana Santa de Turín: “El escondimiento de Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de manera existencial, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que ha ido haciéndose cada vez mayor. Al final del siglo XIX, Nietzsche escribió: ‘¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado!’.

Esta famosa expresión, si se analiza bien, está tomada casi al pie de la letra de la tradición cristiana; con frecuencia la repetimos en el Vía Crucis, quizá sin darnos plenamente cuenta de lo que decimos.

Después de las dos guerras mundiales, de los lagers y de los gulags, de Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez más en un Sábado Santo: la oscuridad de este día interpela a todos los que se interrogan sobre la vida; y de manera especial nos interpela a los creyentes”. Esa muerte desconcertante, paradójica y misteriosa es –en palabras de Benedicto XVI– la “llave para atravesar la puerta hacia la felicidad”.

Y es que, al ser un misterio insondable, la muerte nos manifiesta, por un lado, nuestra condición humana, limitada; pero nos revela también nuestra auténtica vocación: la vida eterna. Es, en ese sentido, como dice Benedicto XVI, una paradoja: “Esto me hace pensar en el hecho de que la Sábana Santa se comporta como un documento ‘fotográfico’, dotado de un ‘positivo’ y de un ‘negativo’.

Y, en efecto, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines”. La Sábana Santa, sigue diciendo el Santo Padre, nos habla de ese momento. “Es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no solo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte… Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros a atravesarla con él”.

Es por ese acontecimiento que ahora podemos decir que en la hora de la máxima soledad nunca más estaremos solos. La victoria sobre la muerte es el fundamento de nuestra la fe. “La fe, al recordarnos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el sepulcro no es el fin último de la existencia. Dios nos llama a la resurrección y a la vida inmortal”, decía el Beato Juan Pablo II.

La Resurrección

¿Cómo entender la resurrección de Cristo? Ante todo debemos tomar en cuenta que estamos ante un hecho que va más allá de una explicación racional. Incluso a los propios seguidores de Jesús les resultaba algo muy difícil de entender. Benedicto XVI reflexiona sobre este acontecimiento en su libro sobre Jesucristo: “No conocer la corrupción, esta es precisamente la definición de resurrección…La resurrección implica esencialmente que el cuerpo de Jesús no sufra corrupción…La resurrección da entrada al espacio nuevo que abre la historia más allá de sí misma y crea lo definitivo”.

La imagen de la Sábana Santa que hoy se guarda en la catedral de Turín nos habla precisamente de eso: ella envolvió un cuerpo yaciente que no sufrió los estragos de la muerte y de la putrefacción. Muestra el rostro sereno y luminoso de Aquel que ya está viendo la victoria más allá del tiempo y del espacio. Dice Benedicto XVI: “Me parece que al contemplar este sagrado lienzo con los ojos de la fe se percibe algo de esta luz.

La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda, pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de personas vienen a venerarla, sin contar a quienes la contemplan a través de las imágenes, es porque en ella no ven solo la oscuridad, sino también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su resurrección; en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella habita el amor”.


Rafael de la Piedra Seminario

Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

[*] Teólogo. Estudioso de la Sábana Santa.


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