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Miércoles, 24 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Revisión de la Vulgata»

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En el otoño de 1907, el autor de este artículo llegó a Roma para los preparativos para el comienzo de la obra así confiadas a la [[Orden Benedictina]].  Desde el principio Pío X manifestó su interés personal en el trabajo, y discutió varios puntos de detalle.  Dejó en claro que deseaba que el trabajo de revisión se realizará sobre los métodos [[ciencia y la Iglesia|científicos]] más autorizados de los tiempos modernos y que no se escatimara en gastos para garantizar un trabajo minucioso y preciso en la recopilación y comparación de manuscritos.  El 3 de diciembre de 1907 le dirigió una carta a la Comisión a fin de dejar claro, de forma tan pública como fuese posible, su propio y personal interés en la obra.  Expresó su deseo de que se hiciese un examen exhaustivo de las [[biblioteca]]s públicas y privadas de [[Europa]] para arrojar luz sobre cualquier manuscrito desconocido hasta el momento y para proporcionar copias fidedignas y colaciones de los más importantes textos antiguos.  Instó a todos los que de alguna manera podrían ayudar en la promoción de este trabajo a así hacerlo, ya fuese por servicio personal o por ayudar a sufragar los gastos con sus [[limosna]]s, y les concedió a todos su [[bendición apostólica]].  
 
En el otoño de 1907, el autor de este artículo llegó a Roma para los preparativos para el comienzo de la obra así confiadas a la [[Orden Benedictina]].  Desde el principio Pío X manifestó su interés personal en el trabajo, y discutió varios puntos de detalle.  Dejó en claro que deseaba que el trabajo de revisión se realizará sobre los métodos [[ciencia y la Iglesia|científicos]] más autorizados de los tiempos modernos y que no se escatimara en gastos para garantizar un trabajo minucioso y preciso en la recopilación y comparación de manuscritos.  El 3 de diciembre de 1907 le dirigió una carta a la Comisión a fin de dejar claro, de forma tan pública como fuese posible, su propio y personal interés en la obra.  Expresó su deseo de que se hiciese un examen exhaustivo de las [[biblioteca]]s públicas y privadas de [[Europa]] para arrojar luz sobre cualquier manuscrito desconocido hasta el momento y para proporcionar copias fidedignas y colaciones de los más importantes textos antiguos.  Instó a todos los que de alguna manera podrían ayudar en la promoción de este trabajo a así hacerlo, ya fuese por servicio personal o por ayudar a sufragar los gastos con sus [[limosna]]s, y les concedió a todos su [[bendición apostólica]].  
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Antes del inicio del año 1908, la pequeña Comisión había iniciado sus sesiones en [[Roma]], que se ocuparon principalmente durante algunos meses en considerar la mejor manera de comenzar el trabajo.  Con el fin de reunir a las intercalaciones de los varios manuscritos, se determinó imprimir una edición del texto clementino para ser usada por los implicados en el trabajo.  Tres métodos parecían abiertos: las variantes podían ser escritas en hojas de papel con referencia a un texto ya impreso; o por este medio el texto elegido podría ser impreso para trabajarlos de tal modo que las variantes de [[manuscritos]] pudiesen ser entradas a las hojas según preparadas.  El Papa mismo escogió este último método, quien deseaba que se adoptara el mejor sistema a pesar del gran gasto que esto conllevaba al imprimir la [[Biblia]] completa. 
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La impresión de esta Biblia tomó un tiempo considerable, y no fue hasta el otoño de 1908 que estuvo lista para su distribución.  La edición se ha impreso de tal manera que la impresión ocupa aproximadamente un tercio de cada página, y el resto se deja en blanco; no hay letras mayúsculas ni paradas; y ninguna palabra se divide entre dos líneas.  De este modo se corrige más fácilmente el texto impreso de acuerdo con cualquier manuscrito con el que se compare.  Si hay una letra mayúscula en los manuscritos, se indica con dos rayas debajo de la letra impresa; si una palabra o letra, etc., es diferente en los manuscritos, se corrige en la hoja impresa del modo usual que se corrige una hoja de [[prueba]].  Las adiciones de palabras o frases o su ausencia en el manuscrito se muestran en la forma habitual.  Cuando las hojas impresas han sido plenamente cotejadas, si esto se hizo correctamente, el resultado es que la copia corregida de la Biblia o cualquier libro de la Biblia representan, o debería representar, exactamente el manuscrito.  Para garantizar un trabajo preciso se estableció la norma de que no se aceptaría como definitivo ningún cotejo de cualquier manuscrito a menos que la recopilación hecha por un trabajador fuese revisado por otra [[persona]].
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La [[Biblia]] impresa de esta manera ocupó casi 5,000 páginas; el [[Antiguo Testamento]] ocupó aproximadamente 4000; los [[Salmos]], 299 páginas y las [[Epístola]]s de [[San Pablo]], 278 páginas.  La versión de los Salmos preparada para los trabajadores se organizó de una nueva forma, que ha demostrado ser muy útil en la práctica.  [[San Jerónimo]] fue el responsable de tres versiones de los Salmos.  Su primera recensión se hizo sobre la versión latina en uso en este [[tiempo]].  La comparó con el griego de la [[Versión de los Setenta]], y emitió sus correcciones, que fueron aceptadas y pasaron al uso, especialmente en [[Italia]], llegando a ser conocida como la “versión romana".  Sin embargo, al poco tiempo San Jerónimo descubrió que las correcciones que había hecho no eran adecuadas, e hizo una segunda recensión con más correcciones del griego, que posteriormente fue aceptada en [[Francia]], y fue la versión más usada en la [[Galia cristiana]], etc., y se llegó a conocer como la "galicana".  Poco a poco esta recensión sustituyo la “versión romana", que, sin embargo, permaneció en uso en Roma durante un tiempo considerable, y en la actualidad (1907) todavía se utiliza en el [[Oficio Divino]] que se [[canto litúrgico|canta]] en la [[Basílica de San Pedro]].  La “versión romana" fue la que [[San Agustín de Canterbury]] trajo a [[Inglaterra]] cuando vino de [[Roma]], y al parecer siguió siendo la versión más común en ese país hasta la conquista normanda.
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Las dos versiones que hizo San Jerónimo, al corregir la antigua versión en latín a la vista de la versión griega, naturalmente contenía muchas cosas que eran iguales.  Para demostrar esto de un vistazo la parte común ha sido impresa en el centro del texto y las variantes a cada lado, en uno las variantes de la "Romana", en el otro las de la "Galicana".  Con la ayuda de este impreso es posible ver de una vez qué versión hay que cotejar, y el [[espacio]] vacío en la página sirve para el cotejo de cualquier versión.  La tercera versión hecha por San Jerónimo en un período posterior de su [[vida]] se tradujo directamente del hebreo.  Aunque San Jerónimo consideró que esta versión representaba realmente el [[verdad]]ero sentido del salmista, nunca fue aceptada por [[la Iglesia]] para uso práctico.  Se encuentran en algunas Biblias, especialmente de origen español, ya sea como una adición a la “versión galicana” usual, o en lugar de ella.  A los efectos de cotejar este [[salterio]] de San Jerónimo A partir del hebreo era [[necesidad|necesario]] imprimir el mejor texto del mismo por separado. 
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La impresión de esta Biblia duró casi doce meses, y la preparación del texto y las correcciones de las hojas de [[prueba]] por sí solos no fueron tarea fácil.  Se imprimieron cien copias en el mejor papel de tina para ser utilizado en el cotejo de los [[manuscritos]] más importantes; doscientas en papel ordinario para libros para los menos importantes; y cien en papel fino para llevarlo a varias [[biblioteca]]s con mayor facilidad de lo que habría sido el caso con Biblias impresas en papel más pesado.
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Estas hojas para cotejo han estado en uso desde principios de 1909, y ya las copias cotejadas, que han sido devueltas a San Anselmo, [[Roma]], forman una considerable colección de unos sesenta y cinco volúmenes.  Cuando se reciben las hojas terminadas se encuadernan fuertemente en volúmenes que contienen porciones de la Biblia que ocupan quizás seis o siete volúmenes.  Así, cuando se termine el cotejo completo del manuscrito ya comenzado, habrá más de un centenar de volúmenes encuadernados en las estanterías de la sala de trabajo en Roma.
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Para determinar la importancia de cualquier texto, obviamente, es de valor poder determinar de qué lugar o país provino originalmente el manuscrito.  Esto a veces es muy difícil, y cualquier ayuda en la solución de esta cuestión es de gran utilidad, ya que con frecuencia muestra la influencia de que fue objeto el manuscrito en el proceso de preparación.  Se entiende ahora que "capítulos" o "breves", o, como podríamos llamarlos, "tablas de contenido", que en las Biblias más antiguas se encuentran antes de cada libro de la Sagrada [[Escritura]] y son de gran valor para determinar el lugar o país de origen.    Puesto que estos “capitula” no eran parte del texto sagrado, a menudo variaba en número y forma de expresión, de acuerdo con el deseo de la autoridad dedicada a la copia de un manuscrito.  El escriba ordinario, sin duda, copiaba exactamente lo que estaba ante él, incluso los "capitula" del volumen particular.  Pero cualquier [[hombre]] especialmente erudito o alguien interesado en el texto sagrado por alguna razón u otra, no dudaría en hacer sus propias divisiones y expresar el contenido a su propio modo.  Estos serían probablemente copias posteriores por escribas locales, y las variaciones posiblemente determinarían ahora la localidad donde se realizó el manuscrito.  A los efectos de la recopilación y organización de las diferentes versiones de estos “capitula”, se elaboraron tablas, en las que se podía observar fácilmente los cambios.  Ya la recopilación de estas porciones extra-bíblicas de los manuscritos más antiguos es tan considerable que se ha hecho posible organizarlas provisionalmente en un volumen que se está imprimiendo para ayudar a los investigadores en las diversas [[biblioteca]]s para clasificar, al menos en primera instancia, los manuscritos que pasan por sus manos.
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Otra obra que ha sido necesario emprender de inmediato, a fin de ayudar al trabajador en las bibliotecas de [[Europa]], es una lista a mano provisional de los manuscritos bíblicos latinos, biblias enteras, partes o fragmentos de Biblias.  En esta se [[esperanza|espera]] dar indicaciones de dónde, si todos, se han registrado o publicado estos manuscritos, y que gradualmente la Comisión sea capaz de recolectar y publicar un cuerpo de todos los manuscritos y fragmentos bíblicos latinos.  La preparación de esta lista manual no está muy avanzada.
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En el curso de las investigaciones de los manuscritos de la Vulgata era probable que salieran a la luz muchos fragmentos de la antigua versión latina y otros documentos importantes.  Como, por otra parte, era necesario, a fin de determinar el texto de San Jerónimo, [[conocimiento|conocer]] las versiones de la [[Escritura]] qué el tuvo para trabajar, la Comisión determinó publicar de [[tiempo]] en tiempo el más importante de ellas bajo el título general de "Collectanea Biblica Latina".  En esta colección aparecerían dos antiguos salterios casinenses, editados por el [[abad]] Amalle; fragmentos de la antigua Biblia latina, desde el margen de la Biblia León, y un manuscrito encontrado por Dom Donatien de Bruyne en [[España]]; el [[Pentateuco]] de [[Tours]], editado por Dom Henre Quentin, etc.  Pronto se le hizo evidente a la Comisión que era necesario utilizar la fotografía en la labor de cotejo.  Era obvia la utilidad de una gran colección de representaciones fotográficas de [[manuscritos]] [[Biblia|bíblicos]].  Nadie es absolutamente exacto en el cotejo, y cuando se comparan los diferentes cotejos, algunas veces deben surgir dudas sobre la variante correcta.  Si la colación es una que se ha hecho de una transcripción en alguna [[biblioteca]] muy distante, es imposible al momento resolver la duda y sin gran dificultad y el gasto de mucho tiempo y problemas.  La posesión de una copia fotográfica del manuscrito permite que se verifique la variante en pocos minutos.
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Por otra parte, las copias fotográficas ayudan considerablemente en el proceso de cotejo.  Si la fotografía es realmente [[bien|buena]], es más fácil trabajar con ella que con el manuscrito, y el trabajador no está atado a las horas y días de la biblioteca en la que se preserva.  Por otra parte, las fotografías se pueden enviar a personas dispuestas y capaces de hacer el trabajo, que no pueden ir al lugar donde está el manuscrito.
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Se resolvió adquirir el mejor aparato posible, y Dom Henri Quentin se encargó de velar por el departamento de la comisión.  [[Monseñor|Mons.]] Graffin, que tenía una larga experiencia con el proceso de negro y blanco en la copia de manuscritos orientales, puso sus [[conocimiento]]s a disposición de la Comisión, y los resultados obtenidos han sido incluso mejores de lo previsto.  La máquina utilizada es capaz de producir copias en cualquier tamaño deseado, y hay ahora volúmenes encuadernados de fotografías desde tamaño folio a octavo pequeño.  Copias de muchos de los manuscritos bíblicos más importantes ya han sido tomadas en [[París]], [[Londres]], [[Roma]] y otros lugares, y recientemente se añadió a la creciente colección de la Comisión una reproducción fotográfica completa del [[Códice Amiatino]], con sus varios cientos de folios.  La lista hecha en noviembre de 1911 produjo alguno ciento de volúmenes encuadernados de fotografías.  Muchos de éstos ya han sido comparados, y otros esperan ser despachados a colaboradores para someterse al proceso.
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Debido a los defectos de los manuscritos mismos, y, a veces, por supuesto, en las fotografías, ha sido necesario cotejar la copia con el texto original.  Cuando hay algún defecto o lugar de [[duda]] en cuanto a la variante de la fotografía, la interpretación se consigna en el margen de la fotografía montada.  Cuando esto se ha hecho, el resultado es que la copia es una reproducción tan perfecta del texto original como es posible obtener, y las colecciones de fotocopias y manuscritos cotejados con los textos impresos de la Biblia preparada por la Comisión, forman como una masa de material para fines de trabajo tan bueno como es posible adquirir.
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Además del material para la revisión del texto actual, la Comisión se ha esforzado durante los últimos dos años por reunir una colección de todos los textos bíblicos ya en imprenta.  Este ha sido un proceso difícil y costoso, pero ha habido progresos considerables con esta rama de la obra, y la presente colección en los estantes de la sala de trabajo en [[Roma]], ya ha demostrado cuán útil y necesario es tener todos estos textos a la mano para referencia.
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El proceso de recopilación de las variantes de los diferentes manuscritos con el propósito de comparación comenzará casi de inmediato.  A principios de 1911 se preparó un volumen de [[prueba]] de un libro del [[Antiguo Testamento]], con columnas para una treintena de variantes de manuscrito, y se han hecho amplios registros para continuar y ampliar el proceso.  La experiencia adquirida por el volumen de prueba muestra que con este método será posible dividir los manuscritos comparados por familias, y por otra parte determinar las mejores lecturas.
  
  

Revisión de 21:49 19 feb 2010

En la primavera de 1907, la prensa pública anunció que Pío X había decidido iniciar los preparativos para una revisión crítica de la Biblia en latín. La necesidad de tal revisión había sido ampliamente reconocida y, de hecho, constituyó un tema en el programa de la Comisión Bíblica establecido por el Papa León XIII. A pesar del cuidado que se le había concedido durante cuarenta años al texto de la edición auténtica emitida por el Papa Clemente VIII, en 1592, se había reconocido desde el principio que el texto tendría que ser revisado algún día, y que de cierto modo esta revisión clementina era inferior a la versión sixtina de 1590, a la que había sustituido precipitadamente. Muchas generaciones han pasado sin la realización de esta esperada revisión. Las últimas décadas han sido eminentemente un plazo para el examen crítico de los textos, clásicos y otros, y últimamente se ha instado frecuentemente a las autoridades eclesiásticas de que ha llegado el tiempo cuando se deben aplicar los principios bien establecidos de la crítica textual para determinar el texto latino más correcto de la Sagrada Escritura. Los individuos privados, como el sabio barnabita Fray Carlo Vercellone, habían hecho algo para preparar el terreno para dicha obra mediante la colección de variantes de manuscritos, etc, y estas obras habían recibido el agradecimiento y otras señales de aprobación de las autoridades de la época, pero no se tomó ninguna acción oficial hasta que el Papa San Pío X anunció su intención de prepararse para la revisión.

En mayo de 1907, los abades presidente de las distintas congregaciones benedictinas reunidos en Roma recibieron una comunicación del cardenal Rampolla, solicitando a la Orden en nombre del Papa que comenzaran las primeras etapas en el proceso de revisión de los textos de la Vulgata. Si bien los padres reconocen plenamente que esta obra necesariamente debe ser ardua, largo y costosa, votaron unánimemente por la aceptación de la honrosa tarea que así se les encomendó. En el otoño del mismo año, el que esto escribe (Francis Aidan Cardenal Gasquet), fue nombrado jefe de una pequeña comisión de benedictinos para organizar el trabajo, para considerar el mejor medio de cumplir con los deseos del Papa, y para determinar los principios sobre los que debía proceder el trabajo de las revisiones.

Puesto que se ha expresado duda considerable sobre el alcance exacto de la actual Comisión, puede ser útil aquí establecer claramente que su fin no es producir una Biblia Latina, a ser propuesta como un texto oficial para la aprobación de la Iglesia, sino meramente dar un paso preliminar hacia la versión oficial. El objeto se establece claramente en el cargo que el Papa da a la Comisión; el cual es determinar lo más exactamente posible el texto de la traducción latina de San Jerónimo, hecha en el siglo IV. En todos lugares se admite que este texto es una necesidad absoluta como base de cualquier revisión más extensa y crítica.

El texto latino de la Sagrada Escritura había existido desde los primeros tiempos del cristianismo. San Agustín y San Jerónimo no conocieron al traductor o traductores. pero el primero dice que la antigua versión latina ciertamente provenía "de los primeros días de la fe”, y el segundo que "ha contribuido a fortalecer la fe de la Iglesia naciente ". Hecha y copiada sin supervisión oficial, estos textos occidentales pronto se volvieron corruptos o dudosos y para la época de San Jerónimo Habían variado tanto que el doctor pudo declarar que había casi "tantas variantes como códices". Como declaró Richard Bentley en su comunicado al arzobispo Wade, fue esto “lo que obligó a Dámaso, obispo de Roma, a emplear a San Jerónimo para que ajustara la última traducción revisada de cada parte del Nuevo Testamento al griego original, y comenzara una nueva edición tan castigada y corregida.” Esto mismo hizo San Jerónimo, según lo declara en su prefacio "ad Graecam Veritatem, ad exemplaria Graeca sed Vetera."

Al presente (1907) los estudiosos están prácticamente de acuerdo en cuanto a la competencia de San Jerónimo para la obra que le había encomendado el Papa San Dámaso. Él, además, tenía acceso a los manuscritos griegos y otros, incluso en ese momento considerados antiguos, que ahora no se sabe si existen; pudo comparar docenas de textos importantes, y tenía la “Hexapla” de Orígenes y otros medios de determinar el valor de su material, que no poseemos nosotros ahora. Es evidente que el texto puro de San Jerónimo debe formar la base de cualquier versión crítica de la Biblia Latina, y, lo que es más, que debe tenerse en cuenta en cualquier edición crítica de la versión griega de Los Setenta del Antiguo Testamento y los diversos textos griegos del Nuevo Testamento, cuyas copias manuscritas no son más antiguas que la traducción al latín de San Jerónimo hecha sobre copias antiguas en ese entonces. Ya en 1716 Richard Bentley, el gran erudito, vio la importancia de la traducción de San Jerónimo. “Era evidente para mí ", escribe, "que cuando dicha copia vino primero de la mano de ese gran Padre, debe coincidir exactamente con los ejemplares griegos más auténticos; y si ahora pudiese ser recuperado, sería el mejor texto y garantía para la verdadera interpretación de los varios supuestos”. Sustancialmente, sin duda, el actual texto clementino auténtico representa al que produjo San Jerónimo en el siglo IV, pero no es menos cierto que el texto impreso necesita un examen más cuidadoso y mucha corrección mucho para hacerlo concordar con la traducción de San Jerónimo. No se sabe si existe alguna copia del texto actual; y las corrupciones introducidas por los escribas, etc, en los siglos posteriores a San Jerónimo, e incluso el trabajo bien intencionado de los diversos correctores, han hecho muy difíciles y delicadas las labores de tratar de recuperar el texto exacto de los manuscritos existentes. Esto, sin embargo, es el trabajo que debe hacerse como el primer paso en la revisión de la Vulgata. En consecuencia, es el objetivo de la actual Comisión para determinar con toda exactitud posible el texto latino de San Jerónimo y no producir una nueva versión de las Escrituras en latín. Por supuesto, es completamente otra cuestión el determinar en qué medida San Jerónimo estuvo correcto en su traducción: resolver esto sin duda será obra de alguna comisión futura.

En el otoño de 1907, el autor de este artículo llegó a Roma para los preparativos para el comienzo de la obra así confiadas a la Orden Benedictina. Desde el principio Pío X manifestó su interés personal en el trabajo, y discutió varios puntos de detalle. Dejó en claro que deseaba que el trabajo de revisión se realizará sobre los métodos científicos más autorizados de los tiempos modernos y que no se escatimara en gastos para garantizar un trabajo minucioso y preciso en la recopilación y comparación de manuscritos. El 3 de diciembre de 1907 le dirigió una carta a la Comisión a fin de dejar claro, de forma tan pública como fuese posible, su propio y personal interés en la obra. Expresó su deseo de que se hiciese un examen exhaustivo de las bibliotecas públicas y privadas de Europa para arrojar luz sobre cualquier manuscrito desconocido hasta el momento y para proporcionar copias fidedignas y colaciones de los más importantes textos antiguos. Instó a todos los que de alguna manera podrían ayudar en la promoción de este trabajo a así hacerlo, ya fuese por servicio personal o por ayudar a sufragar los gastos con sus limosnas, y les concedió a todos su bendición apostólica.

Antes del inicio del año 1908, la pequeña Comisión había iniciado sus sesiones en Roma, que se ocuparon principalmente durante algunos meses en considerar la mejor manera de comenzar el trabajo. Con el fin de reunir a las intercalaciones de los varios manuscritos, se determinó imprimir una edición del texto clementino para ser usada por los implicados en el trabajo. Tres métodos parecían abiertos: las variantes podían ser escritas en hojas de papel con referencia a un texto ya impreso; o por este medio el texto elegido podría ser impreso para trabajarlos de tal modo que las variantes de manuscritos pudiesen ser entradas a las hojas según preparadas. El Papa mismo escogió este último método, quien deseaba que se adoptara el mejor sistema a pesar del gran gasto que esto conllevaba al imprimir la Biblia completa.

La impresión de esta Biblia tomó un tiempo considerable, y no fue hasta el otoño de 1908 que estuvo lista para su distribución. La edición se ha impreso de tal manera que la impresión ocupa aproximadamente un tercio de cada página, y el resto se deja en blanco; no hay letras mayúsculas ni paradas; y ninguna palabra se divide entre dos líneas. De este modo se corrige más fácilmente el texto impreso de acuerdo con cualquier manuscrito con el que se compare. Si hay una letra mayúscula en los manuscritos, se indica con dos rayas debajo de la letra impresa; si una palabra o letra, etc., es diferente en los manuscritos, se corrige en la hoja impresa del modo usual que se corrige una hoja de prueba. Las adiciones de palabras o frases o su ausencia en el manuscrito se muestran en la forma habitual. Cuando las hojas impresas han sido plenamente cotejadas, si esto se hizo correctamente, el resultado es que la copia corregida de la Biblia o cualquier libro de la Biblia representan, o debería representar, exactamente el manuscrito. Para garantizar un trabajo preciso se estableció la norma de que no se aceptaría como definitivo ningún cotejo de cualquier manuscrito a menos que la recopilación hecha por un trabajador fuese revisado por otra persona.

La Biblia impresa de esta manera ocupó casi 5,000 páginas; el Antiguo Testamento ocupó aproximadamente 4000; los Salmos, 299 páginas y las Epístolas de San Pablo, 278 páginas. La versión de los Salmos preparada para los trabajadores se organizó de una nueva forma, que ha demostrado ser muy útil en la práctica. San Jerónimo fue el responsable de tres versiones de los Salmos. Su primera recensión se hizo sobre la versión latina en uso en este tiempo. La comparó con el griego de la Versión de los Setenta, y emitió sus correcciones, que fueron aceptadas y pasaron al uso, especialmente en Italia, llegando a ser conocida como la “versión romana". Sin embargo, al poco tiempo San Jerónimo descubrió que las correcciones que había hecho no eran adecuadas, e hizo una segunda recensión con más correcciones del griego, que posteriormente fue aceptada en Francia, y fue la versión más usada en la Galia cristiana, etc., y se llegó a conocer como la "galicana". Poco a poco esta recensión sustituyo la “versión romana", que, sin embargo, permaneció en uso en Roma durante un tiempo considerable, y en la actualidad (1907) todavía se utiliza en el Oficio Divino que se canta en la Basílica de San Pedro. La “versión romana" fue la que San Agustín de Canterbury trajo a Inglaterra cuando vino de Roma, y al parecer siguió siendo la versión más común en ese país hasta la conquista normanda.

Las dos versiones que hizo San Jerónimo, al corregir la antigua versión en latín a la vista de la versión griega, naturalmente contenía muchas cosas que eran iguales. Para demostrar esto de un vistazo la parte común ha sido impresa en el centro del texto y las variantes a cada lado, en uno las variantes de la "Romana", en el otro las de la "Galicana". Con la ayuda de este impreso es posible ver de una vez qué versión hay que cotejar, y el espacio vacío en la página sirve para el cotejo de cualquier versión. La tercera versión hecha por San Jerónimo en un período posterior de su vida se tradujo directamente del hebreo. Aunque San Jerónimo consideró que esta versión representaba realmente el verdadero sentido del salmista, nunca fue aceptada por la Iglesia para uso práctico. Se encuentran en algunas Biblias, especialmente de origen español, ya sea como una adición a la “versión galicana” usual, o en lugar de ella. A los efectos de cotejar este salterio de San Jerónimo A partir del hebreo era necesario imprimir el mejor texto del mismo por separado.

La impresión de esta Biblia duró casi doce meses, y la preparación del texto y las correcciones de las hojas de prueba por sí solos no fueron tarea fácil. Se imprimieron cien copias en el mejor papel de tina para ser utilizado en el cotejo de los manuscritos más importantes; doscientas en papel ordinario para libros para los menos importantes; y cien en papel fino para llevarlo a varias bibliotecas con mayor facilidad de lo que habría sido el caso con Biblias impresas en papel más pesado.

Estas hojas para cotejo han estado en uso desde principios de 1909, y ya las copias cotejadas, que han sido devueltas a San Anselmo, Roma, forman una considerable colección de unos sesenta y cinco volúmenes. Cuando se reciben las hojas terminadas se encuadernan fuertemente en volúmenes que contienen porciones de la Biblia que ocupan quizás seis o siete volúmenes. Así, cuando se termine el cotejo completo del manuscrito ya comenzado, habrá más de un centenar de volúmenes encuadernados en las estanterías de la sala de trabajo en Roma.

Para determinar la importancia de cualquier texto, obviamente, es de valor poder determinar de qué lugar o país provino originalmente el manuscrito. Esto a veces es muy difícil, y cualquier ayuda en la solución de esta cuestión es de gran utilidad, ya que con frecuencia muestra la influencia de que fue objeto el manuscrito en el proceso de preparación. Se entiende ahora que "capítulos" o "breves", o, como podríamos llamarlos, "tablas de contenido", que en las Biblias más antiguas se encuentran antes de cada libro de la Sagrada Escritura y son de gran valor para determinar el lugar o país de origen. Puesto que estos “capitula” no eran parte del texto sagrado, a menudo variaba en número y forma de expresión, de acuerdo con el deseo de la autoridad dedicada a la copia de un manuscrito. El escriba ordinario, sin duda, copiaba exactamente lo que estaba ante él, incluso los "capitula" del volumen particular. Pero cualquier hombre especialmente erudito o alguien interesado en el texto sagrado por alguna razón u otra, no dudaría en hacer sus propias divisiones y expresar el contenido a su propio modo. Estos serían probablemente copias posteriores por escribas locales, y las variaciones posiblemente determinarían ahora la localidad donde se realizó el manuscrito. A los efectos de la recopilación y organización de las diferentes versiones de estos “capitula”, se elaboraron tablas, en las que se podía observar fácilmente los cambios. Ya la recopilación de estas porciones extra-bíblicas de los manuscritos más antiguos es tan considerable que se ha hecho posible organizarlas provisionalmente en un volumen que se está imprimiendo para ayudar a los investigadores en las diversas bibliotecas para clasificar, al menos en primera instancia, los manuscritos que pasan por sus manos.

Otra obra que ha sido necesario emprender de inmediato, a fin de ayudar al trabajador en las bibliotecas de Europa, es una lista a mano provisional de los manuscritos bíblicos latinos, biblias enteras, partes o fragmentos de Biblias. En esta se espera dar indicaciones de dónde, si todos, se han registrado o publicado estos manuscritos, y que gradualmente la Comisión sea capaz de recolectar y publicar un cuerpo de todos los manuscritos y fragmentos bíblicos latinos. La preparación de esta lista manual no está muy avanzada.

En el curso de las investigaciones de los manuscritos de la Vulgata era probable que salieran a la luz muchos fragmentos de la antigua versión latina y otros documentos importantes. Como, por otra parte, era necesario, a fin de determinar el texto de San Jerónimo, conocer las versiones de la Escritura qué el tuvo para trabajar, la Comisión determinó publicar de tiempo en tiempo el más importante de ellas bajo el título general de "Collectanea Biblica Latina". En esta colección aparecerían dos antiguos salterios casinenses, editados por el abad Amalle; fragmentos de la antigua Biblia latina, desde el margen de la Biblia León, y un manuscrito encontrado por Dom Donatien de Bruyne en España; el Pentateuco de Tours, editado por Dom Henre Quentin, etc. Pronto se le hizo evidente a la Comisión que era necesario utilizar la fotografía en la labor de cotejo. Era obvia la utilidad de una gran colección de representaciones fotográficas de manuscritos bíblicos. Nadie es absolutamente exacto en el cotejo, y cuando se comparan los diferentes cotejos, algunas veces deben surgir dudas sobre la variante correcta. Si la colación es una que se ha hecho de una transcripción en alguna biblioteca muy distante, es imposible al momento resolver la duda y sin gran dificultad y el gasto de mucho tiempo y problemas. La posesión de una copia fotográfica del manuscrito permite que se verifique la variante en pocos minutos.

Por otra parte, las copias fotográficas ayudan considerablemente en el proceso de cotejo. Si la fotografía es realmente buena, es más fácil trabajar con ella que con el manuscrito, y el trabajador no está atado a las horas y días de la biblioteca en la que se preserva. Por otra parte, las fotografías se pueden enviar a personas dispuestas y capaces de hacer el trabajo, que no pueden ir al lugar donde está el manuscrito.

Se resolvió adquirir el mejor aparato posible, y Dom Henri Quentin se encargó de velar por el departamento de la comisión. Mons. Graffin, que tenía una larga experiencia con el proceso de negro y blanco en la copia de manuscritos orientales, puso sus conocimientos a disposición de la Comisión, y los resultados obtenidos han sido incluso mejores de lo previsto. La máquina utilizada es capaz de producir copias en cualquier tamaño deseado, y hay ahora volúmenes encuadernados de fotografías desde tamaño folio a octavo pequeño. Copias de muchos de los manuscritos bíblicos más importantes ya han sido tomadas en París, Londres, Roma y otros lugares, y recientemente se añadió a la creciente colección de la Comisión una reproducción fotográfica completa del Códice Amiatino, con sus varios cientos de folios. La lista hecha en noviembre de 1911 produjo alguno ciento de volúmenes encuadernados de fotografías. Muchos de éstos ya han sido comparados, y otros esperan ser despachados a colaboradores para someterse al proceso.

Debido a los defectos de los manuscritos mismos, y, a veces, por supuesto, en las fotografías, ha sido necesario cotejar la copia con el texto original. Cuando hay algún defecto o lugar de duda en cuanto a la variante de la fotografía, la interpretación se consigna en el margen de la fotografía montada. Cuando esto se ha hecho, el resultado es que la copia es una reproducción tan perfecta del texto original como es posible obtener, y las colecciones de fotocopias y manuscritos cotejados con los textos impresos de la Biblia preparada por la Comisión, forman como una masa de material para fines de trabajo tan bueno como es posible adquirir.

Además del material para la revisión del texto actual, la Comisión se ha esforzado durante los últimos dos años por reunir una colección de todos los textos bíblicos ya en imprenta. Este ha sido un proceso difícil y costoso, pero ha habido progresos considerables con esta rama de la obra, y la presente colección en los estantes de la sala de trabajo en Roma, ya ha demostrado cuán útil y necesario es tener todos estos textos a la mano para referencia.

El proceso de recopilación de las variantes de los diferentes manuscritos con el propósito de comparación comenzará casi de inmediato. A principios de 1911 se preparó un volumen de prueba de un libro del Antiguo Testamento, con columnas para una treintena de variantes de manuscrito, y se han hecho amplios registros para continuar y ampliar el proceso. La experiencia adquirida por el volumen de prueba muestra que con este método será posible dividir los manuscritos comparados por familias, y por otra parte determinar las mejores lecturas.


Fuente: Gasquet, Francis Aidan Cardinal. "Revision of Vulgate." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15515b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina