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Jueves, 28 de marzo de 2024

Religiosidad agraria: La producción de alimentos en el Antiguo Perú, y las adversidades a las que estaba expuesta

De Enciclopedia Católica

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Resumen

La presente ponencia tiene por objeto abordar la problemática que implicaba para los antiguos peruanos reunir la cantidad indispensable de comestibles para la sobrevivencia. Esto debido no solo a la tasa demográfica en permanente aumento, sino también a la falta de tierras aptas para el cultivo, y en particular los angustiosos períodos de hambruna que sobrevenían cuando azotaban las recurrentes inclemencias climáticas que hoy sabemos son originadas por el inveterado fenómeno de El Niño, y que al arruinar los sembríos llevaba a que asomara el fantasma del hambre (Kauffmann Doig, 1990). Estos problemas que afrontó el andino-costero para sobrevivir dieron lugar a que en el Perú antiguo se desarrollara una asombrosa civilización milenaria.

Si bien la temática que abordamos nos priva ahondar en aspectos concernientes al maíz, la mamasara estará omnipresente en el curso de nuestra exposición. Y es que este cultígeno desempeñó un papel preponderante y permanente en la alimentación de los antiguos peruanos desde los inicios de la puesta en marcha de la agricultura hace más de 3000 años.

Obstáculos que debían superar los antiguos peruanos para lograr el sustento

Los problemas para lograr el sustento se presentaron tempranamente en el Área Inca, a partir de la consolidación de la civilización andina; es decir desde la etapa conocida como Formativo. Esto es milenios después de haberse consumado el poblamiento de las regiones cordillerana como costeña, por las hordas de inmigrantes de filiación paleomongol que atravesando Beringia arribaron al continente americano hace más de 10000 años. Aquellos primeros pobladores de lo que sería América desconocían las prácticas agrícolas y obtenían sus alimentos mediante la recolecta, practicando así un modo parasitario de sustentarse, al alimentarse mediante la caza y acopio de algunos vegetales.

Algunos milenios después, hace unos 7000 años, surgió la agricultura, cuya primera etapa fue denominada “agricultura incipiente”. Alrededor de 1.000 a.C. esta forma primaria de labrar los campos fue reemplazada por la “agricultura desarrollada”. Según los expertos, estos hechos se deben a que hace 7000 años sobrevino un cambio climático severo y prolongado (León Canales, 2007). El clima seco y caluroso destruía los pastos que alimentaban a los animales, que hasta entonces eran el principal sustento del hombre. Las manadas perecían o se ausentaban en busca de lugares donde podrían sobrevivir. Estas fueron las circunstancias que obligaron al hombre a buscar una nueva fórmula para subsistir, recurriendo a cultivar sus alimentos, si bien por entonces todavía de modo primario. Solo después de unos 2000 años comenzó la agricultura a emplear tecnologías cada vez más ingeniosas, esto es a partir de los inicios del tercer milenio antes de Cristo (Lám. 1). Asimismo comenzaron a ponerse en práctica otras estrategias como la domesticación de animales, gran cantidad de cultígenos y el uso de terrazas de cultivo o andenes, así como nuevas tecnologías incluyendo el uso de canales.

La falta de tierras aptas para el cultivo y técnicas aplicadas para sortearla

La incuestionable falta de tierras aptas para el cultivo, tanto en la región de la costa como en la cordillera, fue una de las grandes adversidades que soportaron los antiguos peruanos para reunir los comestibles imprescindibles (Lám. 2, 3). Sobre este tema nos hemos ocupado en anteriores publicaciones (Kauffmann Doig, 1990, 1991 y 1998). Para hacer frente a esta problemática, que se agudizaba a medida que la población iba en aumento, se realizaron obras hidráulicas en la faja costera que permitieron ganar para el cultivo tierras otrora eriazas; mientras que en los espacios cordilleranos también se realizaban obras de canalización. Una valiosa obra sobre la temática expuesta, esto es acerca de lo que sus autores conceptualizan acertadamente como “la domesticación de los Andes / gestión agrícola prehispánica...”, ha sido la publicada recientemente por el arqueólogo Jaime Deza Rivasplata y el ingeniero agrónomo Francisco Delgado de la Flor Badaracco (2017).

Sin embargo, una de las mejores estrategias para paliar la primacía de los valles estrechos y las laderas escarpadas y áridas de los Andes que imposibilitan el cultivo, fue el empleo de la andenería o terrazas de cultivo que permitían ampliar su frontera agraria. Esta práctica requería de esfuerzos notables, cálculos precisos y de la participación comunal; lo que revela que la sociedad estaba dividida en clases: la de los mandatarios y la de los subordinados. La segmentación social debe ser considerada como una estrategia más para asegurar el sustento pues permitía la construcción de las referidas obras de andenería.

En muchos casos los andenes fueron trabajados con una elegancia inusitada, no requerida por la función a la que se les destinaba (Lám. 3). El embellecimiento de ciertas andenerías debió obedecer al deseo de honrar a la Pachamama o Diosa Tierra. Se le consideraba la oferente directa de los alimentos, que los ofrecía siempre y cuando fuera fecundada por el líquido de su contraparte masculina: una especie del Dios del Agua (Kauffmann Doig, 1996). El rompecabezas que significaba retratar la tierra fértil en la iconografía fue superado ejecutando para ello los trazos de una figura