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Jueves, 28 de marzo de 2024

Réplica de la Enciclopedia Católica al Arzobispo de Lima Carlos Castillo

De Enciclopedia Católica

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Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo:

1. Presentó su propuesta de remplazar a los sacerdotes por laicos en las parroquias de la capital.

¿Cómo? y ¿Por qué?

Muy bien nos parece a todos el que los laicos colaboren y se encarguen de tareas en la parroquia. Directa o indirectamente, y en tanto en cuanto, es deber de todo Cristiano. Pero el sacerdote NUNCA puede ser remplazado por los laicos, por la sencilla razón de que son dos modos distintos y complementarios de vocación, de servicio y de entrega. Si a cada modo le falta el otro, no se cumple la tan importante parte COMPLEMENTARIA, cada una en su campo.

El sacerdote es el pastor y servidor propio, ordinario y apropiado, en obediencia a su obispo, para atender en lo posible a todas las necesidades espirituales, y muchas materiales, de los feligreses. Las naturales limitaciones de una persona, por muy dedicada y celosa que fuere, no le permitirán casi nunca cumplir con los requerimientos, necesidades, asistencias, diferentes urgencias, imprevistos, presencia, etc., por mucha entrega y solicitud que quisiera desplegar entre, con, por y para sus fieles. La confección y administración de los Sacramentos corresponde de suyo, al sacerdote párroco y a sus coadjutores. La mayoría de los Sacramentos, solo los puede administrar el Sacerdote. Que algunos laicos, (Dios quiera que muchos), pueden y deben ayudar y contribuir en la tarea pastoral de su párroco, tanto mejor; como en distribuir la Comunión en ocasiones, bautizar en casos de urgencia, o ser testigos de matrimonio cuando lo requiera la circustancia… si están debidamente preparados. Y de muy gran ayuda que serán los laicos verdaderamente comprometidos.

2. En conferencia virtual (21 de jul) Castillo Mattasoglio, dijo que está pidiendo permiso al Vaticano “para varias cosas que no están permitidas”, entre ellas que “familias, o parejas, o grupos de esposos o laicos asuman parroquias”.

1. ¡Cuidado! Lo de “parejas”, hoy es lenguaje abusado por tendencia laicista. Y, peor aún, de ideologías aberrantes con intención de borrar la sagrada palabra de MATRIMONIO, tan vieja como Adán y Eva.

2. Debemos decir Matrimonios o Esposos. Los grupos de laicos no son el sujeto justamente propio para llevar, administrar y alimentar sacramental y espiritualmente una parroquia, si no es en circunstancias de carencia absoluta de sacerdotes, o lamentablemente, de persecución o destierro de los sacerdotes, como nos consta por la Hia. de la Iglesia y de las Misiones. Leemos con admiración suma, la heroicidad de tantos miles y miles y de sacerdotes; heroicidad y la ejemplaridad de laicos que mantuvieron y alimentaron durante muchos decenios (a veces más de siglo y medio), a muchos conversos y fieles que sostuvieron y trasmitieron la Fe hasta que (tras cambios “políticos”), pudieron entrar y volver los Misioneros. (Basta dar una ojeada a las Misiones del Tonkín, o lo que fue Indochina, de los s. XVII hasta bien mediado el s. XIX: Japón, China, Korea, Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia, Birmania, Indonesia, etc, etc… Y solo, que conste, por poner un ejemplo.

Y con muchos miles de Mártires que ya celebramos beatificados y canonizados en el Calendario litúrgico universal, (como los Mártires del Japón, los Mártires de China, los Mártires de Korea, los Mártires de Vietnam…), y otros grupos que esperamos que entren pronto al calendario litúrgico).

Sin restar lo más mínimo a la preciosa labor que muchos laicos siguen haciendo, la presencia del sacerdote, del párroco, no solo es IMPRESCINDIBLE, sino de todo punto, INSUSTITUÍBLE. Pretender poner laicos en “sustitución” de párrocos, no es SUSTITUIR; ES PRIVAR A LOS FIELES DE LA PERSONA ESENCIAL PARA CONFECCIONAR Y ADMINISTRAR LOS SACRAMENTOS DE VIDA PARA SU VIDA. “Sine Eucharistía non possumus”, confesaron en bloque los Santos Mártires escilitanos que desobedecieron las órdenes del emperador. A los que admirablemente honra S. Agustín y toda la Iglesia.

3. “Es mejor mandar a los curas a estudiar un poco, ¿no?”.

¡No! Es mejor que los Seminaristas estén más años (10 o 12 años, mínimo) EN EL SEMINARIO, recibiendo debidamente su necesarísimo tiempo de formación (hoy más que nunca). Con muy sólido fundamento humanístico, filosófico, teológico, espiritual y cultural. Llevando VIDA DE SEMINARIO en el más óptimo sentido de la palabra. Donde se enseñen, además otras materias complementarias como la educación en el canto, el estudio de la música, el arte y arquitectura religiosa, la lectura correcta, las nociones elementales para poder hablar en público y más, más cosas… En vez de quitar años, suprimir materias, andar fuera de los seminarios en épocas y temporadas…

Se lo he dicho varias veces en mis años de docencia en la Universidad. ¿No os habéis preguntado dónde están vuestros compañeros, jóvenes estudiantes jesuitas? ¿Alguien de vosotros conoce a algunos jesuitas de vuestra edad y estudios? ¿Dónde están? Y había que responderles: –¡Estudiando en sus conventos y yendo a las universidades!

Y tendríamos entonces, SACERDOTES COMPETENTES, PREPARADOS, DE ESPÍRITU ECLESIAL Y SACERDOTAL, cultos, al menos EN LO SUYO, y, por tanto, párrocos idóneos para formar y hacer progresar en la Vida Cristiana a su grey. Y ahí encajarían más apropiada y fructuosamente las muchas aportaciones y ayudas de los laicos o seglares. (Hemos visto sacerdotes -y Dios me perdone¬- que más bien parecen una “florida” colección de carencias que dan vergüenza ajena. Y esto es “culpa de los tiempos”, sí: de los tiempos pocos y flojos que los seminaristas están en los seminarios. Y parecen más de la calle con toda su frivolidad, para decirlo con suavidad.

No, no es cosa de “mandarlos a estudiar un poco”. Aunque a los actuales, y desde hace años, sí convenga resarcirles en justicia, lo que los Seminarios, con injusticia, no les han dado. A algunos les he hablado diciéndoles que son víctimas de grandes carencias y falta de seria formación. El remedio es urgir y ordenar en serio, PARA RECUPERARLA, “La envidiable y gozosa Vida del Seminario”.

4. La conferencia lleva como título “La crisis del Bicentenario: Crispación, odio, miedo”.

No sé por qué lleva ese título. Ni a qué viene, esa palabra con las otras. “Non erat hic locus”, decían ya los latinos. ¿Crispación? ¿por qué? ¿odio? ¿Qué es eso? ¿Miedo? ¿A quién?

5. Al abordar su proyecto para las parroquias, Castillo, que asumió el gobierno en 2019, dijo que “el ser humano es un ser para nacer y renacer” y lamentó que “toda la filosofía moderna es sobre la muerte”.

1. Me parece que esa frase quiere impresionar más que decir. Hay mil definiciones del hombre y todas, desde Sócrates hasta Unamuno, son muy verdaderas. Si esta quiere decir que el hombre, de hecho, cae y debe levantarse siempre, vale. En este contexto queda un tanto descolgada. De todas formas, según creo, el hombre no es un ser para nacer y renacer, si no es en el segundo nacimiento del que le habla Jesús a Nicodemo (Jn 3 3 - 5). “Es una CREATURA–criatura de Dios, y para los demás POR DIOS”, para crecer y crecer siempre, hasta el SALUDABLE paso de la muerte donde encuentra por la Gracia de Dios, LA VIDA EN PLENITUD. La magistral y universal frase de S. Agustín SIGUE siendo indiscutible y definitiva: “Fecisti nos AD TE, et inquietum est cor nostrum donec requiescat IN TE”. (Sí, con la preposición dinámica y directiva “ad”, y la preposición estática o de meta “in”).

2. Y en filosofía, Ud. por lo visto, me habla de “autores secundarios” o los de la propaganda de moda (con la intención de ocultar los grandes valores). La Filosofía moderna (s. XIX y XX) tiene no pocos y muy valiosos y muy grandes Filósofos que lo son de las realidades vitales, de la más sana y saludable antropología, del meollo de la vida “rabiosamente humana” que diría el enorme Unamuno. Realidades trasformandas por la Verdad del Hombre que hablan de Vida, y vida, –naturalmente desde la Filosofía–, de vida exigitivamente TRASCENDENTE, como realización plena de las IN-mortales aspiraciones del Hombre, desde el Hombre: Ahí están Mounier, Nédoncelle, Sciacca, Unamuno, Maritain, Gilson… Entre muchos, muchos más. Y el más grande de todos ellos, (si puedo decirlo así), el gran Zubiri, que alguien le ha llamado, “Aristóteles dos”.

6. Como ejemplos de su postulado, el Arzobispo de Lima recordó “cuando entierran a las momias para que renazcan caminando”, para que puedan “subir a las cumbres de los cerros, donde está el agua y donde está la vida”. “Y en las culturas antiguas se pone en posición de feto al cadáver para que renazca”.

Apuntar ahora a creencias antiguas desprovistas de la Luz de la Fe, me parecen fuera de lugar. Y resultan inapropiadas, si no, ofensivas.

7. Para el Prelado “hay una filosofía de la vida cotidiana sencilla del pueblo que debemos retomar”.

Sí, muy cierto. Pero antes hay que discernir muy bien esa “filosofía” sencilla, y no confundirla con los “intereses”, situaciones “comodonas”, egoísmos o, “como dicen hoy muchos, “eso le gusta a la gente”. Y no tiene otro fondo que el desvirtuamiento de los valores humanos y la relajación, por no decir, inmoralidad de costumbres, lo cual ya no es la sana y sencilla “filosofía”. Hay que devolverle al pueblo (aunque fuera sin libro) la Grandeza de las llanas virtudes, p. ej., de aquel par de hombres Grandes: Sancho y Dn. Quijote. Esa es la perenne filosofía del pueblo.

8. “Como Iglesia, vamos a tener que trabajar mucho el brindar una Iglesia más cercana para igualar más”. ¿A qué se refiere eso de “igualar”. Palabra muy peligrosa. Parece de abuso demagógico. Y ciertamente que hay planos en la vida que son planos, por tanto, ya inigualables. (Valga la tautología). Para explicarlo: Lo fundamental, ya es igual, aunque se deba mantener la guardia, sobre todo contra las degeneraciones de “modas” tan aberrantes y cegadoras. Y, desde ahí, las aparentes diferencias, no serán tales: sino cualidades de oficios (de “officium”), con el hondo significado latino de “deberes” diversos, que tan bellamente ilustró S. Ambrosio.

9. Dijo que “en eso estoy, he ido a Roma, he estado un mes. Estoy propiciando que me den permisos para varias cosas que no están permitidas, ¿no?”.

¿No será mejor, “en esto estoy?”: Sí, “planteándome seriamente a ver cómo entro o me acoplo o aprendo o me esfuerzo o me adapto o trato de conseguir, con todo lo mejor de mí, cumplir, y realizar lo mejor posible, las cosas que me pide mi ministerio ordenado para la aceptación, acogida, puesta a punto y mi mejor entrega y donación en pro del espíritu de las sabias, sabias, sí, normas de la Iglesia. 10. “Por ejemplo, (que) me den permiso para que familias, o parejas, o grupos de esposos o de personas mayores laicas asuman parroquias porque es mejor mandar a los curas a estudiar un poco, ¿no?”.

1. Ya hemos advertido de no patinar tan temerariamente con las palabras con torcido sesgo de las ideologías ANTIPERSONALISTAS que tanto presionan; y que a tantos IN-genuos e IN-cautos, e IN-cultos, devoran. Que este lenguaje antihumanista y antihumano, encima, por inadvertencia (no puedo pensar en maldad), lo metan algunos miembros con responsabilidad eclesial, sería EL COLMO.

2. No se arreglan las cosas con “mandar a los curas a estudiar un poco”. Y con esa vaga expresión, ya trasmite, indisimuladamente, la idea de que no sabe qué hacer, nada menos, que con sus sacerdotes. Personas ya, en principio, cualificadas. No, no son unos juguetes. Necesitan, sí, estudiar, pero no “un poco”, sino bastantes cosas necesarias para su mejor servicio a sus parroquias y tratar de ir creciendo en las diversas circustancias y haciendo crecer en experiencia de Fe a su grey. Y sobre todo, debe exigirse en formas muy serias la formación humana, religiosa, espiritual, cultural e intelectual de lo que es más necesario, conveniente y propio para el bien del mejor desempeño del sacerdote en el múltiple servivcio a su parroquia.

11. El arzobispo propone “que los laicos hagan de párrocos o de jefes de las iglesias, “levanten las comunidades como lo hacen cuando se van a Europa”. 1. Los laicos NO PUEDEN hacer de párrocos. Esto es tan elemental, que cualquier laico LO SABE. Porque, o son párrocos (clérigos), o son laicos: por lo tanto, no son párrocos. “Párroco”, viene del gr. “par-oikía” = “el que está siempre cerca de casa”. Equidistante (por decirlo así), de todas las casas de su parroquia. Las comunidades no las puede “levantar” un laico. (Levantarlas POR DENTRO, se entiende). Un laico o un matrimonio o un par o grupo de laicos puede sostener, fortalecer, conservar, catequizar, avivar, hacer crecer, vitalizar mucho en distintos aspectos de la vida Cristiana. Pero no puede DAR VIDA, porque solo el sacerdote puede administrar o ejercer la Penitencia y de la Eucaristía y de la Santa Unción, Sacramentos de Vida.

(Ahí tenemos, p. ej. a un LAICO conocido EN EL MUNDO entero, Kiko, el fundador del CAMINO Neocatecumenal, que catequiza, fortalece, predica, anima y hace crecer en cristiano a muchos miles de Comunidades Cristianas en el mundo. De Cristianos fuertes. Pero todo ello es solo, solo CAMINO, para llevarlos a los SACRAMENTOS DE LA VIDA que solo se confeccionan y trasmiten por UN SACERDOTE, ORDENADO POR LA IMPOSICIÓN DE MANOS Y UNCIÓN DEL CRISMA POR EL OBISPO, EN LA IGLESIA. (SÍ, SOLO EN LA IGLESIA DE CRISTO). Y así, NUESTROS laicos serán ADULTOS EN LA FE, como personas, como matrimonio, como familia, como ciudadanos del mundo.

2. Yo no he visto en Europa (conozco algunos países), que los laicos “levanten” ninguna parroquia. Asistirán a la misa (por tanto, hay sacerdote), y ayudarán en algunos menesteres, religiosos o civiles, sobre todo materiales. No niego que en otras partes cumplan mayores compromisos religiosos.

(A mí, p. ej. unos laicos me traían y me llevaban a mis tareas de párroco, con su carro, a las dos parroquias a donde tenía que ir. En otra ocasión, el párroco advirtió a la parroquia que vendrá un padre a remplazarlo durante un mes, en su parroquia. Con generosa amabilidad hacia mí, les dijo que el padre que venía sabía muchas cosas, pero que no sabía cocinar. Y debo decir muy contento y agradecido, que nunca me faltó ni cena ni comida invitado a sus casas. Y aquí recuerdo, muy agradecido, a los padres de mi monaguillo, “mon ami Olivier”. Y todos los sábados por la noche, un empleado del hotel me traía puntualmente la cena (y por supuesto, gratis): exquisita cena de lujo y a punto.

12. “En París, p. ej., las han levantado laicos, y mantienen la comunidad cristiana sin necesidad de curas”.

Frase de total falsedad, no digo de intención, pero sí, al menos, de formulación. Porque puede ser que, de hecho, hoy (o desde el tiempo que haga), “no tenga curas suficientes”. Pero no puede ser cierta la afirmación “sin necesidad de curas”, porque DE HECHO, LOS NECESITA. Esa podrá ser, en el mejor de los casos, una “comunidad de creyentes”, pero NO VERDADERA COMUNIDAD DE CRISTIANOS: les faltan (porque los necesitan), los MEDIOS –Acciones de Cristo– que producen lo que significan: LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA EN CRISTO: La Eucaristía, la Penitencia, La Santa Unción. Y estos solo los puede conferir EL SACERDOTE. Además, es sabida la consideración y la seguridad en que vivían nuestros fieles, cuando esa “comunidad de Creyentes”, se convertía en PLENA COMUNIDAD CRISTIANA. Según la Tradición: el propio “Sacerdote (a pesar de su indignidad) se costituye en “sacramento para sus fieles”.

13. “Luego, hay un cura que celebra una vez por semana la Misa o dos veces en el domingo; pero hay que pensar formas más igualitarias, más cercanas”.

¿Una o dos misas en un domingo? ¿Qué quiere decir el enigma ese de “formas más igualitarias?” “¿Más cercanas?” ¿A quiénes? ¿A qué? ¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? ¿No será (y otra vez por babélica confusión), por olvido, desconocimiento o inconsciencia, un volver ¡a REPETIR! lo que dice la frase textual de un muy respetado teólogo, al referirse a los increíbles desmanes del posconcilio: “que se dieron todos los abusos posibles”?

En Perú, las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima trabajan y se desviven en difíciles y enormes regiones “donde no hay sacerdotes”. Ellas son las que hacen todo y más, que como religiosas y Misioneras pueden hacer. “Donde acaba el asfalto, empiezan ellas”. Son las verdaderas “diaconisas”: “Las que “in ordine salutis, in ecclesia, aliis servitia praestant”, según define el P. Zorell (entre otras descripciones), la palabra “diácono”. Con vivísimo celo y grandes esfuerzos le preparan el terreno al posible sacerdote “que pueda” acudir de vez en cuando. Y el arzobispo de Lima ¿no sabe “qué hacer con sus curas”.

14. Mons. Castillo indicó que a esto se refiere la “sinodalidad” y “eso lo hicimos en consulta a la asamblea sinodal” del Arzobispado de Lima.

¿”A esto se refiere”? Desde hace muy poco tiempo, algunos quieren poner de moda el derivado astracto de la palabra “sínodo”, de antiguo cuño, usada y venerada en los primeros tiempos de la Iglesia. Viene a significar “andar juntos el Camino de la Fe”. “De σύν - ὁδός, = el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios”.

Ya S. Lucas emplea la palabra “συνοδεύοντες / sinodeúontes”, literalmente, “los que recorren (juntos) el mismo camino”; esta vez para referirse, a “los hombres que acompañaban a Saulo” en la persecución contra los cristianos de Damasco (Hch 9 7).

Nos pone en la raíz misma de lo que sabemos por la Vida de la Iglesia. Lo que algunos quieren llamar con el derivado “sinodalidad”, no es otra cosa que la muestra o el intento o la tarea de lo que ya contiene la palabra “sínodo”, (σύνoδος en gr.), = el hacer camino juntos. “Sínodo” es un modo metafórico de llamar a la reunión, concilio, congreso, comitiva, compañía… cuya finalidad será el acabar pensando y sintiendo lo mismo, (naturalmente, en las cosas esenciales o importantes, propuestas en el sínodo o concilio).

Ello, ya está incluido en la respuesta que Jesús da a Tomás y a Felipe: «Yo soy el Camino (Oδóς ) y la Verdad y la Vida» (Jn 14 4 - 14). “Él es Camino y Meta. Se vive en la Iglesia, la reunión o sínodo o concilio o asamblea de los creyentes, o “«marcha “en acuerdo», o «Los (que son) del Camino», como los llama S. Lucas (Hch 9 2; 19 9. 23; 22 4; 24 14 22 ). Comunidad Cristiana que sigue, celebra y salmodia a Dios en el “común camino”, con Jesucristo, en peregrinación terrena, por entre los avatares de la vida, hacia la Patria prometida por el Señor.

Para los fieles en general, no es práctico el derivado cultismo astracto. Ni siquiera, también en general, para los ordenados (incluidos los obispos), excepto cuando se reúnan en sínodo o concilio regional, nacional… que tendría aplicación transitoria). Para la vida de la Iglesia hoy, sigue en su fuerzo original la plabra “sínodo”. En Occidente, se fue imponiendo, en vez de la palabra griega “sínodo”, la palabra latina, “concilio”.

Aquel tecnicismo resulta innecesario, a no ser que se quiera insistir, muy precisamente, en la actitud de los primeros cristianos descritos por S. Lucas: “Y todos los creyentes 1) pensaban y sentían igual sobre lo mismo; y 2) tenían todos las cosas (absolutamente todas -“ápanta”), en común” (Lc 2 44).

Y, además, eso mismo quiere decir la palabra “Ek-klesía” = Iglesia, es decir, convocatoria, llamados de todas partes (de cualquier parte) para formar una asamblea (iglesia), en la que se trata de seguir “El Camino” del Señor: Camino y Caminante O sea, la Iglesia.

15. “Fuimos 800 delegados y acordamos cómo hacer la Iglesia de Lima”.

No asusta la cifra ni sirve para aplicar las posibles medidas de ordenamiento y avivamiento. O si se quiere decir así, “la reforma” eclesial, que busca y ansía nuestro pueblo fiel que parece cada vez más desorientado y alejado.

16. También dijo: “El Papa quiere que a nivel americano y a nivel mundial la Iglesia consulte cómo debe ser el futuro, y se organice en acuerdo que tienen las autoridades junto con el pueblo mismo”. Las “leyes” de la Iglesia se oponen a la propuesta del arzobispo de Lima.

¿No son las imaginarias pretensiones del arzobispo las que se oponen a las leyes de la Iglesia? Las leyes, –dependiendo de su naturaleza temporal o mutable– lo sabemos todos, pueden ir cambiando con suma prudencia, tacto y tino para intensificar o aplicar con más eficacia los diversos trabajos pastorales. Ello, de ninguna manera significa que las parroquias queden privadas de sacerdotes (por decirlo brevemente).

17. El propio Castillo reconoce que las “leyes” de la Iglesia, contenidas en el CIC, se oponen radicalmente a sus propuestas.

                                                                                                                                               ¿No es Mons. Castillo quien radicalmente se opondría al CIC?  

18. Las normas “De las parroquias, párrocos y vicarios parroquiales” están comprenden los cánones 515 – 552. Comienzan indicando que “la parroquia es una comunidad de fieles costituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo, se encomienda al párroco, como su pastor propio”.

“Para que alguien pueda ser designado párroco válidamente debe haber recibido el orden sagrado del presbiterado”, c. 521.

Solo de forma excepcional “por escasez de sacerdotes”, las leyes de la Iglesia permiten que el Obispo encomiende “la cura pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene el carácter sacerdotal”.

Pero incluso en esos casos, el CIC establece que el Obispo debe designar “a un sacerdote que, dotado de las potestades propias, dirija la actividad pastoral”.

Si estas normas y previsiones le parecen que “se oponen” a sus planes o pretensiones, ¿No será que es ud. quien SE OPONE al mejor ordenamiento de que ha gozado la iglesia (aun con sus imperfecciones) hasta llegar ud. a ser ordenado?

Reformemos la Iglesia. ¡Sí, claro! Fue ya grito de los fieles de los primeros siglos: “Ecclesia semper reformanda”. Pero la reforma comienza por uno mismo y es desde dentro, a la Luz de lo que con sus palabras NOS QUIERE DECIR EL SEÑOR. Solo así podrán acoplarse, reformados, los demás.

Y del s. II es la tremenda pero verdadera frase: “Ecclesia, casta meretrix”. Ahí están los grandes, los verdaderos reformadores de la Iglesia: Sta. Teresa, S. Juan de la Cruz, S. Ignacio, S. Felipe Neri, Sto. Tomás de Villanueva… y mil, sí, mil más en cada época.

Hacer la rebelión “a lo Lutero”, o como los obispos y curas alemanes que han apostatado este año, es volver a rifarse la túnica inconsútil de Jesús (símbolo de la Iglesia), que no les puede tapar la ambición o la desnudez de sus egoísmos e impiedad.

Fray Donato Jiménez Sanz

Enciclopedia Católica

Profesor Emérito de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

13 ag. 2021.

D. J.