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Jueves, 18 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Priscilianismo»

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Esta [[herejía]] se originó en [[España]] en el siglo IV, derivada de las doctrinas [[gnosticismo | gnóstico]]-[[maniqueísmo | maniqueas]] enseñadas por Marco, un [[Egipto | egipcio]] de [[Menfis]].
  
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Sus primeros seguidores fueron una dama llamada Ágape y un retórico llamado Elpidio, a través de cuya influencia se unió a ellos Prisciliano, "[[hombre]] de noble cuna, grandes [[uso de las riquezas | riquezas]], atrevido, inquieto, elocuente, erudito gracias a sus grandes lecturas, siempre listo para el debate y la discusión " ([[Sulpicio Severo]], "His. Sac.", II, 46). Su elevada posición y sus grandes dotes le convirtieron en el líder del grupo y en ardiente defensor de las nuevas doctrinas.  Sus dotes oratorias y la reputación por su extremo [[ascetismo]] atrajeron a muchos seguidores, entre ellos dos [[obispo]]s, Instanciano y Salviano. Los miembros de la nueva [[secta]] se organizaron en una [[sociedad]] que se unía por un [[juramentos | juramento]].  Su rápida difusión atrajo la atención del obispo [[católico]] de [[Córdoba]], Higinio, quien le manifestó sus [[miedo | temores]] a Idacio, obispo de Mérida, y a instancias de este último y de Itacio de Ossanova, celebraron un [[sínodo]] en [[Zaragoza]] en el 380, al que acudieron obispos no solo de España sino de Aquitania. También se convocó a los priscilianistas, pero se negaron a acudir y el concilio pronunció [[sentencia]] de [[excomunión]] contra los cuatro líderes Instancio, Salviano, Helpidio y Prisciliano.
  
Esta herejía se originó en España en el siglo cuarto, derivada de las doctrinas gnóstico-maniqueas enseñadas por Marco, un egipcio de Menfis. Sus primeros seguidores fueron una dama llamada Agape y un retórico llamado Elpidio a través de cuya influencia se unió a ellos Prisciliano," hombre de noble cuna, grandes riquezas, atrevido, inquieto, elocuente, erudito gracias a sus grandes lecturas, siempre listo para el debate y la discusión " (Sulpicio Severo, "His. Sac.", II, 46). Su elevada posición y sus grandes dotes le convirtieron en el lider del grupo y en ardiente defensor de las nuevas doctrinasSus dotes oratorias y la  reputación por su extremo ascetismo atrajeron a muchos seguidores, entre ellos dos obispos, Instanciano y Salviano. Los miembros de la nueva secta se organizaron en una sociedad que se unían por juramentos.  
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Se encargó a Itacio, hombre impulsivo y [[violencia | violento]], que hiciera cumplir los [[decreto papal | decretos]] conciliares.  No logró convencer a los herejes quienes, en claro desafío, [[Órdenes Sagradas | ordenaron]] a Prisciliano como [[sacerdote]] y le nombraron obispo de [[Ávila]]. Idacio e Itacio [[apelación | apelaron]] a las autoridades imperiales.  El emperador [[Graciano]] emitió un decreto que no solo privaba a los priscilianistas de las iglesias en las que habían [[intrusión | intrusado]], sino que además los condenaba al exilio. Instancio, Salviano y Priciliano fueron a [[Roma]] para ganar la ayuda del [[Papa]] [[Papa San Dámaso I | Dámaso]] para conseguir la [[revocación]] de la sentencia. Al negárseles una [[audiencias pontificias | audiencia]] se fueron a [[Milán]] para hacerle una petición similar a [[San Ambrosio]], pero con el mismo resultado. Entonces recurrieron a la intriga y el [[soborno]] en la corte con tal éxito que no sólo se vieron libres de la sentencia de destierro, sino que se les permitió tomar posesión de sus iglesias de España, donde, bajo el patrocinio de los oficiales imperiales, disfrutaron de tal poder que [[obligación | obligaron]] a Itacio a salir del paísEste, a su vez, apeló a Graciano, pero antes de que se hiciera nada, el emperador fue [[homicidio | asesinado]] en [[París]], y el usurpador Máximo ocupó su lugar.
  
Su rápida difusión atrajo la atención del obispo católico de Córdoba, Higinio, que manifestó sus temores a Idacio, obispo de Mérida, quien junto con Itacio de Ossanova, convocaron un concilio en Zaragoza en el 380, al que acudieron obispos no solo de España sino de Aquitania. También se convocó a los priscilianistas pero se negaron a acudir y el concilio pronunció sentencia de excomunión contra los cuatro líderes Instancio, Salviano, Helpidio y Prisciliano. Se encargó a Itacio, hombre impulsivo y violento, que hiciera cumplir los decretos conciliares. No logró convencer a los herejes quienes, en claro desafío, ordenaron a Priciliano como sacerdote y le nombraron obispo de Avila. Idacio e Itacio apelaron a las autoridades imperiales.  
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Máximo, deseando congraciarse con el partido [[ortodoxia | ortodoxo]] y llenar sus arcas a través de las confiscaciones, ordenó que se realizara un [[concilio]], el cual se realizó en [[Burdeos]] en el año 384. Primero se juzgó a Instancio que fue condenado a la [[deposición]].  Entonces Prisciliano apeló al emperador que estaba en [[Tréveris]]. Itacio actuó como acusador y fue tan vehemente en sus [[denuncia]]s que [[San Martin de Tours]], que estaba en Tréveris, intervino y, después de manifestar su desaprobación por llevar un caso eclesiástico ante un tribunal civil, obtuvo del emperador la promesa de no realizar su condena hasta el extremo del derramamiento de sangre. Después que San Martín abandonó la ciudad, el emperador nombró como juez al prefecto Evodio, que encontró a Prisciliano y a algunos otros culpables del crimen de magia. Se le informó la decisión al emperador, quien mandó ejecutar a espada a Prisciliano y varios de sus seguidores; a otros se les confiscaron sus [[propiedad]]es y fueron condenados al destierro.  
  
Graciano emitió un decreto que no solo privaba a los priscilianistas de las iglesias de las que se habían apoderado sino que además los condenaba al exilio. Instancio, Salviano y Priciliano fueron a Roma para tratar de conseguir que el papa Dámaso revocara la sentencia. Al negárseles una audiencia fueron a Milán buscando la ayuda de S. Ambrosio, pero con el mismo resultado. Entonces lo intentaron en la corte con intrigas y sobornos con tal éxito que no solo se vieron libres de la sentencia de destierro sino que se les permitió tomar posesión de sus iglesias de España, donde disfrutaron de tal poder por el patrocinio de los funcionarios imperiales que obligaron a Itacio a salir del país.  Este, a su vez, apeló a Graciano, pero antes de que se llegara a una solución, el emperador fue asesinado en Paris, ocupando su lugar el usurpador Máximo, quien, como necesitaba el apoyo del partido ortodoxo y llenar sus arcas, convocó un concilio en Burdeos en el año 384.  
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La conducta de Itacio fue severamente reprobada. Cuando San Martín de Tours oyó lo que había sucedido, volvió a Tréveris y obligó al emperador a rescindir la orden dada a los tribunos militares, que ya estaban de camino hacia España para extirpar la herejía. No tiene fundamento la acusación de que [[la Iglesia]] recurrió a la [[autoridad civil]] para castigar a los herejes, en la condena y muerte de Prisciliano. El Papa censuró no sólo las acciones de Itacio sino también las del emperador.  San Ambrosio fue igualmente severo en la denuncia del caso, y algunos de los obispos galicanos, que estaban en Tréveris bajo el liderazgo de Teognisto, rompieron la comunión con Itacio, que luego fue depuesto de su [[diócesis | sede]] por un sínodo de obispos españoles, mientras que su amigo y cómplice, Idacio, fue obligado a dimitir.  
  
Primero se juzgó a Instancio que fue condenado y depuesto. Entonces Prisciliano apeló al emperador que estaba en Tréveris. Itacio actuó como acusador y fue tan vehemente en sus denuncias que obligó a intervenir S. Martin de Tours, que estaba en  Tréveris,  y que manifestó su desaprobación por llevar los asuntos religiosos ante un tribunal civil y obtuvo del emprerador la promesa de de que su condena evitaría el derramamiento de sangre.  
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La muerte de Prisciliano y sus seguidores tuvo un efecto inesperado. El número y el [[celo]] de los herejes aumentaron y se [[dulía | veneró]] como [[santidad | santos]] y [[mártir]]es a los que habían sido ejecutados. El progreso y difusión de la herejía requería nuevos métodos de represión. En el año 400 se celebró un concilio en Toledo en el que muchos, entre ellos los obispos Sinfonio y Dictinio, se reconciliaron con la Iglesia. Dictinio fue el autor de "Libra" (Las Balanzas) un tratado [[moral]] desde el punto de vista priscilianista. La convulsión que siguió en la península española a la invasión de los [[vándalos]] y los suevos, ayudó a la difusión del priscilianismo. Tan amenazador fue este reverdecimiento de la herejía que [[Paulo Orosio]], un sacerdote español, le escribió a [[Vida de San Agustín de Hipona | San Agustín]] (415) para conseguir su apoyo en la lucha contra ella. En una [[fechas y datación | fecha]] posterior el [[Papa San León I Magno | Papa León]] tomó parte activa en la represión y gracias a su urgente insistencia se reunieron varios concilios en 446 y 447 en [[Astorga]], Toledo y Galicia. A pesar de estos esfuerzos, la secta siguió propagándose durante el siglo V, para comenzar a declinar en el siglo VI y, tras el [[Sínodo de Braga]] del año 563, que legisló en su contra, pronto desapareció.
  
Cuando S. Martín de Tours dejó Tréveris, el emperador nombró como juez al prefecto Evodio que encontró a Prisciliano y a los otros, culpables del crimen de magia. La sentencia se comunicó al amperador que mandó ejecutar a espada a Prisciliano y varios de sus seguidores; otros vieron sus propiedades confiscadas y condenados al destierro.  
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Respecto a las doctrinas y enseñanzas de Prisciliano y su secta no es [[necesidad | necesario]] entrar en los méritos de la discusión si Prisciliano fue culpable de los [[error]]es que tradicionalmente se le atribuyen, si fue realmente hereje o si fue condenado [[injusticia | injustamente]]. La falta de entendimiento y la reprobación ya durante su vida y después contribuyó a que se le cargara con el peso de opiniones heréticas que se desarrollaron más tarde y que se asocian con su nombre. El peso de la evidencia durante todo el curso de los acontecimientos a lo largo de su vida hace que el supuesto de inocencia sea extremadamente improbable.  Los once tratados salidos de su pluma, descubiertos por Schepss en un [[manuscritos | manuscrito]] de los siglos V o VI hallado en la [[biblioteca]] de la [[Universidad de Würzburgo]], no han puesto fin a la controversia que aún está envuelta en considerable dificultad. Kunstle (antiprisciliana), que ha examinado todo el testimonio, ha decidido a favor de la tesis tradicional que parece la única capaz de ofrecer una solución adecuada al hecho de que la Iglesia en España y Aquitania se despertó a la actividad por la tendencia [[cisma | separatista]] del movimiento priscilianista.  
  
La conducta de Itacio fue severamenjte reprobada. Cuando S. Martín de Tours oyó lo que había sucedido, volvió a Tréveris y obligó al emperador a rescindir la orden dada a los tribunos militares que ya estaban de camino hacia España para extirpar la herejía. No tiene, pues, fundamento, la acusación de que la iglesia recurrió a la autoridad civil para castigar a los herejes, en la condena y muerte de Prisciliano. El papa censuró no sólo las acciones de Itacio sino también las del emperador. S. Ambrosio fue igualmente severo condenando este caso; algunos de los obispos galos que estaban en Tréveris bajo el liderazgo de Teogisto, rompieron la comunión con Itacio, que fue depuesto de su sede por un sínodo de los obispos españoles, mientras que su amigo e instigador Idacio fue obligado a renunciar.  
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Las doctrinas priscilianistas se basaban en el [[dualismo]] [[gnosticismo | gnóstico]]-[[maniqueísmo | maniqueo]], una [[creencia]] en la [[esencia y existencia | existencia]] de dos reinos, uno de la luz y otro de la oscuridad.  Decían que los [[ángeles]] y las [[alma]]s de los hombres eran arrancadas de la [[sustancia]] de la [[deidad]]. Las almas humanas estaban destinadas a conquistar el reino de las tinieblas, pero cayeron y fueron aprisionadas en cuerpos materiales. Así ambos reinos están representados en el hombre, y de ahí el conflicto simbolizado por parte de la luz por los doce [[patriarca]]s, [[espíritu]]s [[cielo | celestiales]], que corresponden a ciertos poderes humanos; y por parte de la oscuridad, por los signos del zodíaco, símbolos de la [[materia]] y del reino inferior. La [[salvación]] del hombre consiste en la liberación del dominio de la materia.  Cuando los doce patriarcas no pudieron liberarle, vino el [[Jesucristo | Salvador]] en un cuerpo celeste que aparecía como el de otros hombres y con su [[doctrina cristiana | doctrina]] y su muerte aparente liberó las almas de los hombres de la influencia de lo material.
  
La muerte de Prisciliano y sus seguidores tuvo un efecto inesperado. El número y el celo de los herejes aumentó y se veneró como santos y mártires a los que habían sido ejecutados. El progreso y difusión de la herejía requería nuevos metodos de represión.  
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Estas doctrinas podían armonizarse con las enseñanzas de la [[Escritura]] sólo mediante un extraño sistema de [[exégesis bíblica | exégesis]], en el cual se rechazaba por completo el sentido literal y una teoría igualmente extraña de la inspiración personal. Aceptaban el [[Antiguo Testamento, pero rechazaban el relato de la [[creación]].  Reconocían como [[auténtico | genuinos]] e [[inspiración de la Biblia | inspirados]] algunos escritos [[apócrifo]]s. La [[ética]] del dualismo priscilianista con su pobre concepto de la [[naturaleza]] dio origen a un indecente sistema [[ascetismo | ascético]] así como a algunas observancias [[liturgia | litúrgicas]] peculiares, tales como el [[ayuno]] los [[domingo]]s y el día de [[Navidad]].  Puesto que sus doctrinas eran esotéricas y exotéricas y puesto que creían que los hombres en general eran incapaces de entender los más altos caminos, a los priscilianistas, o al menos a los iluminados, se les permitía [[mentira | mentir]] en aras de una finalidad más santa.  Fue debido precisamente a que era probable que estas enseñanzas [[escándalo | escandalizaran]] incluso a los [[fieles]], que Agustín escribió su famosa obra “De mendacio”. (Sobre la Mentira).
  
En el año 400 se celebró un concilio en Toledo en el que muchos, entre ellos los obispos Sinfonio y Dictinio, se reconciliaron con la Iglesia. Dictinio fue el autor de "Libra" ( Las Balanzas) un tratado moral desde el punto de vista priscilianista. La convulsión que siguió en la península española a la invasión de los Vándalos y  los Suevos, ayudó a la difusión del priscilianismo. Tan amenazador fue este reverdecimiento de la herejía que Orosio, un sacerdote español, escribió a S. Agustín (415) para conseguir su apoyo en la lucha contra ella. El papa León tomó parte activa en la represión y gracias a su urgente insistencia se reunieron varios concilios en 446 y 447 en Astorga, Toledo y Galicia. A pesar de estos esfuerzos, la secta siguió propagándose durante el siglo V para declinar en el s.VI  y , tras el sínodo de Braga del año 553, que legisló en su contra, pronto desapareció.
 
  
Respecto a las doctrinas y enseñanzas de Prisciliano y su secta no es necesario entrar en la discusión de si Prisciliano fue culpable de los errores que tradicionalmente se le atribuyen, si fue realmente hereje o fue injustamente condenado. La falta de entendimiento y la reprobación ya durante su vida y después contribuyó a que se le cargara con el peso de opiniones heréticas que se desarrollaron más tarde y que se asocian con su nombre. El peso de la evidencia durante todo el curso de los acontecimientos a lo largo de su vida hacen que el supuesto de inocencia sea extremadamente improbable.
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'''Bibliografía''':  Ed. Schepss, Priscilliani que supersunt in Corpus script. eccles. lat., XVIII (Viena, 1889); Sulpicius Severus, Hist. sac., II, 46-51; Idem, Dialog., III, ii sq.; Orosius, Commonitorium ad Augustinium in P.L., XXXI, 124 sq.; Augustin, De Haer., xxx; Idem, Ep. xxxvi Ad Casulam; Jerónimo, De vir. illus., cxxi; Leon Magno, Ep. xv Ad Turribium; Hilgenfeld, Priscillianus u. seine nuentdeckten Schriften in Zeitschr. f. wissensch. Theol. (1892), 1-82; Paret, Priscillianus, ein Reformator des 4. Jahrh. (Wurzburgo, 1891); Michael, Priscillian u. die. neueste Kritik in Zeitsch. f. Kath. Theol. (1892), 692-706; Dierich, Die Quellen zur Gesch. Priscillians (Breslau, 1897); Künstle, Eine Bibliothek der Symbole u. theolog. Tractate zur Bekampfung des Priscillianismus u. westgotischen Arianismus aus dem 6. Jahrh. (Maguncia, 1900); Idem, Antipriscilliana. Dogmengeschichtl. Untersuchungen u. Texte aus dem Streite gegen Priscillians Irrlehre (Friburgo, 1905); Puech in Journal des Savants (1891), 110-134, 243-55, 307, 318; Leclercq, L'Espagne chrét. (París, 1906), iii, 150-213.  
  
Los once tratados salidos de su pluma, descubiertos por Schepss en un manuscrito del los siglos quinto o sexto hallado en la biblioteca de la universidad de Würzburg, no han puesto fin a la controversia que aún está envuelta en considerable dificultad. Kunstle (Antiprisciliana) que ha examinado todo el testimonio, ha decidido a favor de la tesis tradicional que parece la única capaz de ofrecer una solución adecuada al hecho de que las iglesias de España y de Aquitania sufrieran tantas alteraciones por la tendencia separatista del movimiento priscilianista.  
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'''Fuente''':  Healy, Patrick. "Priscillianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911.  <http://www.newadvent.org/cathen/12429b.htm>.
  
El fundamento de las doctrinas priscilianistas es el dualismo gnóstico-maniqueo, una creencia en la existencia de dos reinos, uno de la Luz y otro de la Oscuridad. Los ángeles y las almas de los hombres fueron arrancados de la sustancia divina. Las almas humanas habían de conquistar el reino de las tinieblas pero cayeron y fueron aprisionadas en cuerpos materiales. Así ambos reinos están representados en el hombre y de ahí el conflicto simbolizado por parte del La Luz en los doce Patriarcas, espíritus divinos, que corresponden a ciertos poderes humanos y por parte de La Oscuridad, por los Signos del Zodíaco, símbolos de la materia y del reino inferior.
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Traducido por Pedro Royo.  lhm
 
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La salvación del hombre consiste en la liberación del dominio de la materia. Cuando los doce Patriarcas no pudieron liberarle vino el Salvador en un cuerpo celeste que aparecía como el de otros hombres y con su doctrina y su muerte aparente liberó as almas de los hombres de la influencia de lo material. Estas doctrinas podían harmonizarse  con las enseñanzas de la Escritura  sólo mediante una exégesis forzada y una teoría de la inspiración igualmente extraña. Se aceptaba el Antiguo testamento pero rechazando la narración de la creación. Se reconocían como genuinos e inspiradoas algunos escritos apócrifos. La ética del dualismo priscilianista con su pobre concepto de la naturaleza dio origen a un indecente sistema ascético así como a algunas observancias litúrgicas peculiares, como el ayuno los domingos y el dia de Navidad.  Puesto que sus doctrinas eran esotéricas y exotéricas y puesto que se creía que los hombres en general eran incapaces de entender los más altos caminos, a los priscilianistas, o al menos a los iluminados, se les permitía mentir por una finalidad más santa. Debido precisamente  a que estas enseñanzas iban a escandalizara los fieles, Agustín escribió su famosa obra De Mendatio ( Sobre la Mentira). 
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===Bibliografía===
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Ed. Schepss, Priscilliani que supersunt in Corpus script. eccles. lat., XVIII (Vienna, 1889); Sulpicius Severus, Hist. sac., II, 46-51; Idem, Dialog., III, ii sq.; Orosius, Commonitorium ad Augustinium in P.L., XXXI, 124 sq.; Augustin, De Haer., xxx; Idem, Ep. xxxvi Ad Casulam; Jerónimo, De vir. illus., cxxi; Leon Magno, Ep. xv Ad Turribium; Hilgenfeld, Priscillianus u. seine nuentdeckten Schriften in Zeitschr. f. wissensch. Theol. (1892), 1-82; Paret, Priscillianus, ein Reformator des 4. Jahrh. (Wurzburg, 1891); Michael, Priscillian u. die. neueste Kritik in Zeitsch. f. Kath. Theol. (1892), 692-706; Dierich, Die Quellen zur Gesch. Priscillians (Breslau, 1897); Künstle, Eine Bibliothek der Symbole u. theolog. Tractate zur Bekampfung des Priscillianismus u. westgotischen Arianismus aus dem 6. Jahrh. (Mainz, 1900); Idem, Antipriscilliana. Dogmengeschichtl. Untersuchungen u. Texte aus dem Streite gegen Priscillians Irrlehre (Frieburg, 1905); Puech in Journal des Savants (1891), 110-134, 243-55, 307, 318; Leclercq, L'Espagne chrét. (Paris, 1906), iii, 150-213.
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P.J. HEALY .
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Transcrito por Matt Dean.
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Traducido por Pedro Royo
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Última revisión de 12:05 2 ago 2010

Esta herejía se originó en España en el siglo IV, derivada de las doctrinas gnóstico- maniqueas enseñadas por Marco, un egipcio de Menfis.

Sus primeros seguidores fueron una dama llamada Ágape y un retórico llamado Elpidio, a través de cuya influencia se unió a ellos Prisciliano, "hombre de noble cuna, grandes riquezas, atrevido, inquieto, elocuente, erudito gracias a sus grandes lecturas, siempre listo para el debate y la discusión " (Sulpicio Severo, "His. Sac.", II, 46). Su elevada posición y sus grandes dotes le convirtieron en el líder del grupo y en ardiente defensor de las nuevas doctrinas. Sus dotes oratorias y la reputación por su extremo ascetismo atrajeron a muchos seguidores, entre ellos dos obispos, Instanciano y Salviano. Los miembros de la nueva secta se organizaron en una sociedad que se unía por un juramento. Su rápida difusión atrajo la atención del obispo católico de Córdoba, Higinio, quien le manifestó sus temores a Idacio, obispo de Mérida, y a instancias de este último y de Itacio de Ossanova, celebraron un sínodo en Zaragoza en el 380, al que acudieron obispos no solo de España sino de Aquitania. También se convocó a los priscilianistas, pero se negaron a acudir y el concilio pronunció sentencia de excomunión contra los cuatro líderes Instancio, Salviano, Helpidio y Prisciliano.

Se encargó a Itacio, hombre impulsivo y violento, que hiciera cumplir los decretos conciliares. No logró convencer a los herejes quienes, en claro desafío, ordenaron a Prisciliano como sacerdote y le nombraron obispo de Ávila. Idacio e Itacio apelaron a las autoridades imperiales. El emperador Graciano emitió un decreto que no solo privaba a los priscilianistas de las iglesias en las que habían intrusado, sino que además los condenaba al exilio. Instancio, Salviano y Priciliano fueron a Roma para ganar la ayuda del Papa Dámaso para conseguir la revocación de la sentencia. Al negárseles una audiencia se fueron a Milán para hacerle una petición similar a San Ambrosio, pero con el mismo resultado. Entonces recurrieron a la intriga y el soborno en la corte con tal éxito que no sólo se vieron libres de la sentencia de destierro, sino que se les permitió tomar posesión de sus iglesias de España, donde, bajo el patrocinio de los oficiales imperiales, disfrutaron de tal poder que obligaron a Itacio a salir del país. Este, a su vez, apeló a Graciano, pero antes de que se hiciera nada, el emperador fue asesinado en París, y el usurpador Máximo ocupó su lugar.

Máximo, deseando congraciarse con el partido ortodoxo y llenar sus arcas a través de las confiscaciones, ordenó que se realizara un concilio, el cual se realizó en Burdeos en el año 384. Primero se juzgó a Instancio que fue condenado a la deposición. Entonces Prisciliano apeló al emperador que estaba en Tréveris. Itacio actuó como acusador y fue tan vehemente en sus denuncias que San Martin de Tours, que estaba en Tréveris, intervino y, después de manifestar su desaprobación por llevar un caso eclesiástico ante un tribunal civil, obtuvo del emperador la promesa de no realizar su condena hasta el extremo del derramamiento de sangre. Después que San Martín abandonó la ciudad, el emperador nombró como juez al prefecto Evodio, que encontró a Prisciliano y a algunos otros culpables del crimen de magia. Se le informó la decisión al emperador, quien mandó ejecutar a espada a Prisciliano y varios de sus seguidores; a otros se les confiscaron sus propiedades y fueron condenados al destierro.

La conducta de Itacio fue severamente reprobada. Cuando San Martín de Tours oyó lo que había sucedido, volvió a Tréveris y obligó al emperador a rescindir la orden dada a los tribunos militares, que ya estaban de camino hacia España para extirpar la herejía. No tiene fundamento la acusación de que la Iglesia recurrió a la autoridad civil para castigar a los herejes, en la condena y muerte de Prisciliano. El Papa censuró no sólo las acciones de Itacio sino también las del emperador. San Ambrosio fue igualmente severo en la denuncia del caso, y algunos de los obispos galicanos, que estaban en Tréveris bajo el liderazgo de Teognisto, rompieron la comunión con Itacio, que luego fue depuesto de su sede por un sínodo de obispos españoles, mientras que su amigo y cómplice, Idacio, fue obligado a dimitir.

La muerte de Prisciliano y sus seguidores tuvo un efecto inesperado. El número y el celo de los herejes aumentaron y se veneró como santos y mártires a los que habían sido ejecutados. El progreso y difusión de la herejía requería nuevos métodos de represión. En el año 400 se celebró un concilio en Toledo en el que muchos, entre ellos los obispos Sinfonio y Dictinio, se reconciliaron con la Iglesia. Dictinio fue el autor de "Libra" (Las Balanzas) un tratado moral desde el punto de vista priscilianista. La convulsión que siguió en la península española a la invasión de los vándalos y los suevos, ayudó a la difusión del priscilianismo. Tan amenazador fue este reverdecimiento de la herejía que Paulo Orosio, un sacerdote español, le escribió a San Agustín (415) para conseguir su apoyo en la lucha contra ella. En una fecha posterior el Papa León tomó parte activa en la represión y gracias a su urgente insistencia se reunieron varios concilios en 446 y 447 en Astorga, Toledo y Galicia. A pesar de estos esfuerzos, la secta siguió propagándose durante el siglo V, para comenzar a declinar en el siglo VI y, tras el Sínodo de Braga del año 563, que legisló en su contra, pronto desapareció.

Respecto a las doctrinas y enseñanzas de Prisciliano y su secta no es necesario entrar en los méritos de la discusión si Prisciliano fue culpable de los errores que tradicionalmente se le atribuyen, si fue realmente hereje o si fue condenado injustamente. La falta de entendimiento y la reprobación ya durante su vida y después contribuyó a que se le cargara con el peso de opiniones heréticas que se desarrollaron más tarde y que se asocian con su nombre. El peso de la evidencia durante todo el curso de los acontecimientos a lo largo de su vida hace que el supuesto de inocencia sea extremadamente improbable. Los once tratados salidos de su pluma, descubiertos por Schepss en un manuscrito de los siglos V o VI hallado en la biblioteca de la Universidad de Würzburgo, no han puesto fin a la controversia que aún está envuelta en considerable dificultad. Kunstle (antiprisciliana), que ha examinado todo el testimonio, ha decidido a favor de la tesis tradicional que parece la única capaz de ofrecer una solución adecuada al hecho de que la Iglesia en España y Aquitania se despertó a la actividad por la tendencia separatista del movimiento priscilianista.

Las doctrinas priscilianistas se basaban en el dualismo gnóstico- maniqueo, una creencia en la existencia de dos reinos, uno de la luz y otro de la oscuridad. Decían que los ángeles y las almas de los hombres eran arrancadas de la sustancia de la deidad. Las almas humanas estaban destinadas a conquistar el reino de las tinieblas, pero cayeron y fueron aprisionadas en cuerpos materiales. Así ambos reinos están representados en el hombre, y de ahí el conflicto simbolizado por parte de la luz por los doce patriarcas, espíritus celestiales, que corresponden a ciertos poderes humanos; y por parte de la oscuridad, por los signos del zodíaco, símbolos de la materia y del reino inferior. La salvación del hombre consiste en la liberación del dominio de la materia. Cuando los doce patriarcas no pudieron liberarle, vino el Salvador en un cuerpo celeste que aparecía como el de otros hombres y con su doctrina y su muerte aparente liberó las almas de los hombres de la influencia de lo material.

Estas doctrinas podían armonizarse con las enseñanzas de la Escritura sólo mediante un extraño sistema de exégesis, en el cual se rechazaba por completo el sentido literal y una teoría igualmente extraña de la inspiración personal. Aceptaban el [[Antiguo Testamento, pero rechazaban el relato de la creación. Reconocían como genuinos e inspirados algunos escritos apócrifos. La ética del dualismo priscilianista con su pobre concepto de la naturaleza dio origen a un indecente sistema ascético así como a algunas observancias litúrgicas peculiares, tales como el ayuno los domingos y el día de Navidad. Puesto que sus doctrinas eran esotéricas y exotéricas y puesto que creían que los hombres en general eran incapaces de entender los más altos caminos, a los priscilianistas, o al menos a los iluminados, se les permitía mentir en aras de una finalidad más santa. Fue debido precisamente a que era probable que estas enseñanzas escandalizaran incluso a los fieles, que Agustín escribió su famosa obra “De mendacio”. (Sobre la Mentira).


Bibliografía: Ed. Schepss, Priscilliani que supersunt in Corpus script. eccles. lat., XVIII (Viena, 1889); Sulpicius Severus, Hist. sac., II, 46-51; Idem, Dialog., III, ii sq.; Orosius, Commonitorium ad Augustinium in P.L., XXXI, 124 sq.; Augustin, De Haer., xxx; Idem, Ep. xxxvi Ad Casulam; Jerónimo, De vir. illus., cxxi; Leon Magno, Ep. xv Ad Turribium; Hilgenfeld, Priscillianus u. seine nuentdeckten Schriften in Zeitschr. f. wissensch. Theol. (1892), 1-82; Paret, Priscillianus, ein Reformator des 4. Jahrh. (Wurzburgo, 1891); Michael, Priscillian u. die. neueste Kritik in Zeitsch. f. Kath. Theol. (1892), 692-706; Dierich, Die Quellen zur Gesch. Priscillians (Breslau, 1897); Künstle, Eine Bibliothek der Symbole u. theolog. Tractate zur Bekampfung des Priscillianismus u. westgotischen Arianismus aus dem 6. Jahrh. (Maguncia, 1900); Idem, Antipriscilliana. Dogmengeschichtl. Untersuchungen u. Texte aus dem Streite gegen Priscillians Irrlehre (Friburgo, 1905); Puech in Journal des Savants (1891), 110-134, 243-55, 307, 318; Leclercq, L'Espagne chrét. (París, 1906), iii, 150-213.

Fuente: Healy, Patrick. "Priscillianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12429b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lhm