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Viernes, 19 de abril de 2024

Plantas en la Biblia

De Enciclopedia Católica

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Cuando Moisés le habló al pueblo sobre la Tierra Prometida, la decribió como “tierra de montes y valles” (Deut. 11,11), “una tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y hontanares que manan en los valles y en las montañas, tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares, de aceite y de miel” (Deut. 8,7-8). Esta brillante descripción, esbozada exclusivamente desde un punto de vista utilitario, estaba lejos de hacer justicia a la maravillosa variedad de las producciones del país, a la cual contribuían muchas causas. Primero las diferencias en elevación; pues entre el Líbano, 10,000 pies sobre el nivel del mar, y las costas del Mar Muerto, 1285 pies bajo el Mediterráneo, se halla cada gradación de altitud, dentro de menos de 200 millas. Sinuosos valles surcan la altiplanicie, causando una increíble variación en la topografía; de ahí que las tierras cultivadas yacen lado a lado con manchas de desierto. El suelo es ahora de arcilla, ahora de barro mezclado con cal, más allá de arena; el suelo es de suave roca caliza y basalto. Además de estos factores, las variaciones del clima como consecuencia de los cambios de altitud y posición geográfica causan formas de vegetación que crece en otros lugares alejados de prosperar lado a lado dentro de los estrechos límites de Palestina. La vegetación a lo largo de la costa oriental, como la de España, sur de Italia, Sicilia y Algeria, está compuesta de especies características de la flora del Mediterráneo. Cerca de las nieves perennes de los picos septentrionales crecen las plantas familiares de las regiones alpinas y sub-alpinas; las tierras altas de Palestina y las faldas orientales de las cordilleras del norte producen la vegetación de las estepas; mientras que las condiciones climáticas peculiares prevalecientes a lo largo de Ghor y cerca del Mar Muerto favorecen una flora sub-tropical, que se caracteriza por especies parecidas a las que crecen en Nubia y Abisinia.

Se sabe que existen más de 3,000 especies de flora palestina, pero la Tierra Santa de nuestros días puede dar sólo una idea imperfecta de lo que fue en tiempos bíblicos. La colina-país de Juda y el Negeb son, como antes, las tierras de pastoreo de los rebaños judíos, sin embargo, arboledas, bosques y selva y florecían por doquier, de lo cual quedan pocos rastros. Los bosques de cedro del Líbano tenían fama mundial; las laderas del Hermón y las montañas de Galaad estaban cubiertas de frondosos bosques de pinos; bosques de robles eran el rasgo distintivo de Basán, a lo largo de Efraín grupos de terebintos punteaban la tierra, al tiempo que extensas arboledas de palmeras eran tanto el ornamento como la riqueza del valle del Jordán. La tierra cultivable, muchas de la cual ahora se encuentra en barbecho, estaba toda cultivada y recompensaba ampliamente al cultivador. El agricultor derivaba de sus huertos y viñedos abundantes cosechas de aceitunas, higos, granadas y uvas. Casi todo campesino judío tenía su “jardín de hierbas”, que proveían a su tiempo vegetales y frutas para la mesa, flores y plantas medicinales.

En la Biblia se mencionan sólo 130 plantas, lo cual no sorprende, puesto que la gente ordinaria se interesa sólo en unas cuantas, ya sean ornamentales o útiles. El primer intento de clasificar esta flora está en el Génesis 1,11-12, donde se dividen en: (1) deshe, que significa todas las plantas pequeñas, por ejemplo la criptogamia; (2) ‘esebh, que incluye las herbáceas; (3) ‘es peri, que incluye todos los árboles. Con el correr del tiempo las riquezas de Palestina atrajeron la curiosidad del hombre; se dice que Salomón, en particular, trató sobre los árboles (es decir, las plantas) desde el elevado cedro “hasta el hisopo que brota del muro” (1 Ry. 5,13). De las plantas mencionadas en la Biblia, las variedades más comunes pueden ser identificadas con certeza o probabilidad; pero un gran número de los nombres de las plantas en la biblia son genéricos en lugar de específicos, por ejemplo, zarzas, hierbas, ortigas, etc.; y en algunos casos es imposible determinar de qué planta se trata, por ejemplo, algummim, cizaña, agalla, etc. Aquí se da, con un intento de identificación, una lista alfabética completa de los nombres de plantas que se hallan en las versiones inglesas.

Abeto: Se aplica a todas las coníferas excepto al cedro, pero se debe restringir al género Abies y Pícea, expresado por el hebreo siakh (Gén. 21.15; expresado por el hebreo siakh (Gén. 21,15; D. V. "árboles"; cf. árabe, shukh). Entre éstos, Abies cilicia, Kotsch, y Picea orientalis se hallan en el Líbano, Amano y hacia el norte.

Absintio: Vea ajenjo en este mismo artículo y el artículo Ajenjo

Acacia, madera de: Árbol de goma arábiga, Acacia Seyal, Del., que abunda en el oasis de la Península Sinaítica y en el tórrido Wadys cerca del Mar Rojo. La madera es liviana, aunque dura de textura fina y compacta, con un fino matiz anaranjado-marrón que se oscurece con el tiempo, y se consideraba incorruptible. Ver artículo acacia.


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Fuente: Souvay, Charles. "Plants in the Bible." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12149a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.