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Jueves, 28 de marzo de 2024

Los Macabeos

De Enciclopedia Católica

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Los Macabeos

(Gr. Hoi Makkabaioi; Lat. Machabei; muy probablemente del arameo maqqaba = “martillo”)

Una familia sacerdotal que bajo la dirección de Matatías inició la rebelión contra la tiranía de Antíoco IV Epífanes, rey de Siria, y después de conseguir la independencia judía gobernó la nación hasta ser derrocada por Herodes el Grande. El nombre Macabeo fue originariamente el apelativo de Judas, el tercer hijo de Matatías, pero más tarde se extendió a todos los descendientes de Matatías, e incluso a todos los que tomaron parte en la rebelión. También se da a los mártires mencionados en 2 Mac. 6,18 - 7. De las varias explicaciones de la palabra, la dada arriba es la más probable. Macabeo significaría según eso “martilleador” o “semejante a un martillo”, y se le habría dado a Judas por su valor al combatir a los enemigos de Israel. El patronímico de los macabeos era hasmoneos o asmoneos, de Hashmon, gr. Asamonaios, un antepasado de Matatías. Esta denominación, que es utilizada siempre por los antiguos autores judíos, es ahora comúnmente aplicada a los príncipes de la dinastía fundada por Simón, el último de los hijos de Matatías.

Acontecimientos que condujeron a la rebelión de Matatías

El levantamiento dirigido por Matatías fue provocado por el intento de Antíoco IV de imponer a sus súbditos judíos el paganismo griego. Fue el clímax de un movimiento tendente a helenizar a los judíos, comenzado con la aprobación del rey por un partido de la aristocracia judía, que estaba a favor de romper el muro de separación entre judíos y gentiles y de adoptar las costumbres griegas. El líder de este partido era Jesús, o Josué, más conocido por su nombre griego de Jasón, el indigno hermano del digno sumo sacerdote, Onías III. Prometiendo al rey una gran suma de dinero, y ofreciéndole convertirse en el promotor entre los judíos de su política de helenizar a la población no-griega de sus dominios, obtuvo la deposición de su hermano y su propio nombramiento al sumo sacerdocio (174 a.C.). Tan pronto como se instaló comenzó la obra de helenización y la llevó a cabo con considerable éxito. Se construyó un gimnasio bajo el Acra (ciudadela), en estrecha proximidad al Templo, donde los jóvenes de Israel se ejercitaban en los deportes griegos. Incluso los sacerdotes se aficionaron a los juegos y descuidaron el altar por el gimnasio. Muchos, avergonzados de lo que constituía la gloria de un verdadero judío, habían borrado las señales de la circuncisión para evitar ser reconocidos como judíos en los baños o el gimnasio. El propio Jasón llegó al extremo de enviar dinero para los juegos celebrados en Tiro en honor de Hércules (1 Mac. 1,11-16; 2 Mac. 4,7-20) Después de tres años, Jasón fue obligado a ceder el pontificado a Menelao, su agente ante el rey en asuntos financieros, quien consiguió el cargo sobrepujando a su patrón. Para satisfacer sus compromisos con el rey, este hombre, que sólo era judío de nombre, se apropió de los vasos sagrados, y cuando el anterior sumo sacerdote Onías protestó contra el sacrilegio organizó su asesinato. Al año siguiente Jasón, envalentonado por el rumor de la muerte de Antíoco, que estaba entonces guerreando contra Egipto, atacó Jerusalén y forzó a Menelao a refugiarse en el Acra. Al tener noticia del suceso, Antíoco marchó contra la ciudad, mató a muchos de sus habitantes, y se llevó los vasos sagrados que habían quedado (1 Mac. 1,17-28; 2 Mac. 4, 23-5, 23).

En 168 a.C. Antíoco emprendió una segunda campaña contra Egipto, pero fue detenido en su victorioso avance por un ultimátum del Senado romano. Desahogó su rabia sobre los judíos, y comenzó una guerra de exterminio contra su religión. Apolonio fue enviado con la orden de helenizar Jerusalén, exterminando a su población nativa y poblando la ciudad con extranjeros. Los confiados habitantes fueron atacados durante el Sabbath, cuando no podían defenderse; los hombres fueron brutalmente muertos, las mujeres y los niños vendidos como esclavos. La ciudad misma fue devastada y sus murallas demolidas. Se publicó una orden aboliendo el culto judío y prohibiendo la observancia de los ritos judíos bajo pena de muerte. Un altar pagano fue erigido en el altar de los holocaustos, donde se ofrecían sacrificios a Júpiter Olímpico, y el templo fue profanado por orgías paganas. Se erigieron altares por todo el país en los que los judíos tenían que ofrecer sacrificios a las divinidades del rey. Aunque muchos aceptaron las órdenes, la mayoría permaneció fiel y una cantidad de ellos sacrificó sus vidas antes que violar la ley de sus padres. El Segundo Libro de los Macabeos narra con detalle la heroica muerte de un anciano, llamado Eleazar, y de siete hermanos con su madre (1 Mac.1,30-67; 2 Mac. 5,24-7.41).

La persecución resultó ser una bendición disfrazada; exasperó incluso a los helenistas moderados, y preparó una rebelión que liberó al país de las influencias corruptoras del partido helenista extremado. El estandarte de la revuelta fue alzado por Matatías, un sacerdote de la casa de Joarib (cf. 1 Crón. 24,7), quien para evitar la persecución había huido de Jerusalén a Modin (hoy El Mediyeh), cerca de Lydda, con sus cinco hijos Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán. Cuando fue importunado por un funcionario real para que ofreciera sacrificios a los dioses, con promesas de ricas recompensas y del favor del rey, rehusó firmemente, y cuando un judío se acercaba al altar para ofrecer el sacrificio, lo mató así como al funcionario real, y destruyó el altar. Entonces él y sus hijos huyeron a las montañas, donde fueron seguidos por muchos que permanecieron fieles a su religión. Entre estos estaban los hasidim, o asideos, una sociedad fundada para oponerse al invasor helenismo mediante una escrupulosa observancia de las costumbres tradicionales. Matatías y sus seguidores se extendieron ahora por todo el país destruyendo altares paganos, circuncidando niños, expulsando extranjeros y judíos apóstatas, y reuniendo nuevos adeptos.(Matatías) murió, sin embargo, al año siguiente (166 a.C.). A su muerte exhortó a sus hijos a continuar la lucha por su religión, y nombró a Judas jefe militar, con Simón como consejero. Fue enterrado en Modin entre grandes lamentaciones (1 Mac. 2)

Judas Macabeo: (166-161 a.C.)

Judas justificó plenamente la elección de su padre. En un primer encuentro derrotó y mató a Apolonio, y poco después derrotó a Serón en Bethoron (1 Mac. 3,1-26). Lisias, regente durante la ausencia de Antíoco en Oriente, envió entonces un gran ejército dirigido por tres generales, Ptolomeo, Nicanor y Gorgias. El pequeño ejército de Judas cayó inesperadamente sobre el cuerpo principal del enemigo en Emaús (luego Nicópolis, hoy Amwâs) en ausencia de Gorgias y lo derrotó antes de que éste pudiera llegar en su ayuda; después de lo cual Gorgias se dio a la fuga (1 Mac. 3,27-4,25; 2 Mac. 8) El año siguiente el propio Lisias entró en escena con una fuerza aún mayor; pero, él también, fue derrotado en Bethsura (no en Bethoron, como dice la Vulgata) Judas ahora ocupó Jerusalén, aunque el Acra permanecía en manos de los sirios. El templo fue purificado y dedicado de nuevo el mismo día en el que tres años antes había sido profanado (1 Mac. 4,28-61; 2 Mac. 10,1-8) Durante el periodo de respiro que le dejaron los sirios Judas emprendió varias expediciones por los territorios vecinos, bien para castigar actos de agresión, bien para traer a Judea a judíos expuestos al peligro entre poblaciones hostiles (1 Mac. 5; 2 Mac. 10,14-38; 12,3-40). Tras la muerte de Antioco Epifanes (164 a.C.) Lisias dirigió dos expediciones más a Judea. La primera terminó con otra derrota en Bethsura, y con la concesión de libertad de culto a los judíos (2 Mac., 11). En la segunda, en la que Lisias estaba acompañado por su pupilo, Antíoco V Eupator, Judas sufrió un revés en Bethzacharam (donde Eleazar murió gloriosamente); y Lisias puso sitio a Jerusalén. Justo entonces problemas relativos a la regencia requirieron su presencia en la capital; por tanto concluyó la paz a condición de que la ciudad se rindiera (1 Mac. 6,21-63; 2 Mac. 13). Como la finalidad por la que había comenzado la rebelión se había conseguido, los asideos se separaron de Judas cuando Demetrio I, que en el intervalo había destronado a Antioco V, instaló a Alcimo, “un sacerdote de la estirpe de Aarón”, como sumo sacerdote (1 Mac. 7,1-19). Judas, sin embargo, viendo que el peligro para la religión subsistiría en tanto los helenistas estuvieran en el poder, no quiso deponer sus armas hasta que el país no fuera liberado de estos hombres. Nicanor fue enviado en ayuda de Alcimo, pero fue derrotado dos veces y perdió la vida en el segundo encuentro (1 Mac. 7, 20-49; 2 Mac. 14,11-15.37) Judas ahora envió una delegación a Roma para solicitar la intervención romana; pero antes de que la advertencia del senado alcanzara a Demetrio, Judas con sólo 800 hombres arriesgó una batalla en Laisa (o Elasa) contra una fuerza inmensamente superior dirigida por Báquides, y cayó aplastado por el número (1 Mac. 8-9,20). Así pereció un hombre digno de los más heroicos días de Israel. Fue enterrado junto con su padre en Modin (161 a.C.)

Jonatán (161-143 a.C.)

El puñado de hombres que aún permanecían fieles a la política de Judas eligió como su líder a Jonatán. Juan fue poco después muerto por los árabes cerca de Madaba, y Jonatán con su pequeño ejército escapó de las manos de Báquides sólo cruzando a nado el Jordán. Su causa parecía desesperada. Gradualmente, sin embargo, el número de adeptos se incrementó y los helenistas fueron de nuevo obligados a pedir ayuda. Báquides volvió y asedió a los rebeldes en Bethbessen; pero disgustado de su escaso éxito volvió a Siria. (I Mac. 9,23-72) Durante los siguientes cuatro años Jonatán fue prácticamente el amo del país. Comenzó entonces una serie de luchas por la corona siria, que Jonatán aprovechó tan bien que mediante una sagaz diplomacia obtuvo más que su hermano había sido capaz de ganar con su estrategia y sus victorias. Ambos (pretendientes) Demetrio I y su oponente Alejandro Balas, buscaron ganarlo para su facción. Jonatán tomó partido por Alejandro, que le nombró sumo sacerdote y le otorgó las insignias de príncipe. Tres años después, en recompensa por sus servicios, Alejandro le confirió la autoridad civil y militar sobre Judea ( 1 Mac. 9,73-10,66). En el conflicto entre Alejandro y Demetrio II Jonatán de nuevo apoyó a Alejandro, y a cambio recibió la ciudad de Acarón con su territorio.(1 Mac. 10,67-89) Tras la caída de Alejandro, Demetrio citó a Jonatán a Ptolemaida para responder por su ataque al Acra; pero en vez de castigarle Demetrio le confirmó en sus dignidades, e incluso le concedió tres distritos de Samaria. Habiendo prestado Jonatán una eficaz ayuda en reprimir una insurrección en Antioquia, Demetrio prometió retirar la guarnición siria del Acra y de otras plazas fuertes de Judea. Como incumplió su promesa, Jonatán se pasó al partido de Antíoco VI, hijo de Alejandro Balas, cuyas pretensiones estaba sosteniendo Trifón. Jonatán fue confirmado en todas sus posesiones y dignidades, y Simón nombrado comandante del litoral. Mientras prestaban una valiosa ayuda a Antioco los dos hermanos tuvieron ocasión de reforzar su propia posición. Trifón temiendo que Jonatán pudiera interferir en sus ambiciosos planes traidoramente le invitó a Ptolemaida y le hizo prisionero ( 1 Mac., 11,19-12,48)

Simón (143-135 a.C.)

Simón fue elegido para ocupar el lugar de su hermano cautivo, y con su vigilancia frustró el intento de Trifón de invadir Judea. En venganza Trifón mató a Jonatán y a sus dos hijos, a los que Simón había enviado como rehenes por la promesa de Trifón de liberar a Jonatán. (1 Mac.13, 1-23) Simón obtuvo de Demetrio II la exención de impuestos y de ese modo estableció la independencia de Judea. Para garantizar las comunicaciones con el puerto de Joppe, que había ocupado inmediatamente después de su nombramiento, tomó Gazara (la antigua Gazer o Gezer) y la pobló con judíos. También expulsó finalmente del Acra a la guarnición siria. En reconocimiento a sus servicios el pueblo decretó que el sumo sacerdocio y el mando supremo, civil y militar, fuera hereditario en su familia. Después de cinco años de paz y prosperidad bajo su prudente gobierno Judea fue amenazada por Antíoco VII Sidetes, pero su general Cendebeo fue derrotado en Modin por Judas y Juan, hijos de Simón. Unos meses después Simón fue asesinado con dos de sus hijos por su ambicioso yerno Ptolomeo, y fue enterrado en Modin con sus padres y hermanos sobre cuyas tumbas había erigido un magnífico monumento (1 Mac. 13,25-16,17) Tras él, la estirpe degeneró rápidamente.

Los Asmoneos

Juan Hircano (135-105 a.C.)

El tercer hijo de Simón, Juan, llamado Hircano, que escapó al puñal asesino por un oportuno aviso, fue reconocido como sumo sacerdote y jefe de la nación. En el primer año de su gobierno Antíoco Sidetes asedió Jerusalén, y Juan fue obligado a capitular, aunque bajo condiciones más bien favorables. La reanudada guerra civil en Siria permitió a Juan extender sus posesiones mediante la conquista de Samaria, Idumea, y algún territorio allende el Jordán. Al forzar a los idumeos a aceptar la circuncisión, abrió la vía inconscientemente para el acceso de Herodes al trono. Durante su reinado encontramos por primera vez los dos partidos de los fariseos y los saduceos. Hacia el fin de su vida Juan se alió con estos últimos.

Aristóbulo I (105-104 a.C.)

Juan dejó el poder civil a su mujer y el sumo sacerdocio a su hijo mayor Aristóbulo o Judas. Pero Aristóbulo tomó las riendas del gobierno y encarceló a su madre y a tres de sus hermanos. Al cuarto hermano, Antígono, ordenó matarlo, en un acceso de celos instigado por un tribunal cabalístico. Fue el primero en asumir el título de Rey de los Judíos. Su apelativo Fileleno muestra su proclividad helenística.

Alejandro Janneo (104-78 a.C.)

Aristóbulo fue sucedido por el mayor de sus hermanos encarcelados, Alejandro Janneo (Jonatán). Aunque generalmente desafortunado en sus guerras, se las arregló para adquirir nuevos territorios, incluyendo las ciudades de la costa, excepto Ascalón. Su reinado se vio enturbiado por una sangrienta disputa con los fariseos.

Los últimos Macabeos (78-37 a.C.) Alejandro legó el gobierno a su mujer Alejandra Salomé, y el sumo sacerdocio a su hijo Hircano II. Aquella gobernó de acuerdo con los deseos de los fariseos. A su muerte (69 a.C.) estalló la guerra civil entre Hircano II y su hermano Aristóbulo II. Esto trajo consigo la intervención romana y la pérdida de la independencia (63 a.C.). Hircano, a quien los romanos reconocieron como etnarca, fue sólo gobernante de nombre. Aristóbulo fue envenenado en Roma por los partidarios de Pompeyo (49 a.C.), y su hijo Alejandro decapitado en Antioquia por orden del propio Pompeyo (49 a.C.). Antígono, hijo de Aristóbulo, fue proclamado rey por los partos; pero al año siguiente fue derrotado por Herodes con ayuda de los romanos, y decapitado en Antioquia (37 a.C.) Con él terminó el gobierno de los Macabeos. Herodes asesinó sucesivamente (a) a Aristóbulo III, nieto de Aristóbulo II e Hircano II por el matrimonio de Alejandro, hijo del primero, con Alejandra, hija del segundo (35 a.C.); (b) a Hircano II (30 a.C.) y a su hija Alejandra (28 a.C.); (c) a Mariamne, la hermana de Aristóbulo III (29 a.C.); y finalmente a sus propios hijos tenidos con Mariamne, Alejandro y Aristóbulo (7 a.C.). De esta forma la línea de los Macabeos se extinguió.

Nota del traductor: Aunque sin grandes dificultades, me parece obligado explicar que he traducido la palabra “commonwealth” por “nación”, a falta de un término español más adecuado. He añadido, entre paréntesis y en cursiva, un par de palabras que no estaban en el original y que me parecían imprescindibles para la comprensión del texto. He mantenido en lo posible los nombres de lugares y personas, dando generalmente, en otro caso, la versión que figura en las ediciones españolas de la Biblia. Me he permitido, en fin, suprimir la expresión “(D.V. Ptolemee)”porque al lector español no le dice nada cual sea la forma en que la Versión de Douai traduce (al inglés) el nombre del yerno de Simón, que yo he traducido por Ptolomeo, aunque en algunas Biblias viene, simplemente, como Tolomeo.


'Bibliografía: JOSEFO, Antiq., XII, v-XV, VII; XVI, IV, X, XI; SCHÙRER, Hist. of the Jewish People, I (NuevaYork, 1891), I, 186 sq.; GRÄTZ, Hist. of the Jews, I (Filadelfia, 1891), 435 sq.; II, I sq.; STANLEY, Lectures on the Hist. of the Jewish Church, III (Londres, 1876); DE SAULCY, Hist. des Machabées (París, 1880); DERENBOURG , Hist. de la Palestine (París, 1867); WELLHAUSEN, Israelitische und Jüdische Geschichte (Berlín, 1894); CURTISS, The Name Machabees (Leipzig, 1876).

Fuente: Bechtel, Florentine. "The Machabees." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09493b.htm>.

Traducido por Francisco Vázquez