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<p><b>Página nueva</b></p><div>La Arquitectura expresa materialmente la dimensión espiritual. No ha dejado de ejercer una pedagogía que pone al serviciob de la imaginación, recursos para aproximarse a lo arcano, vislumbrar lo invisble y contemplar veladamente el Misterio. Es el ámbito del llamado cristianismo sensibilizado.<br />
Los estudios referidos a los cementerios históricos no pueden prescindir de los siguientes conceptos fundamentales<br />
La Iglesia espiritual se divide en Triunfante, Paciente y Militante. <<La Iglesia Triunfante es la hermosa congregación de hombres, y Ángeles que están en la Gloria. La Paciente es la congregación de las almas que padecen en el Purgatorio. La Militante esta conformada por todos aquellos que confesamos la Fe, y el Evangelio de Cristo Señor Nuestro, Cabeza de toda la Iglesia.<br />
A diferencia de nuestros días, la realidad inevitable e ineludible de la muerte era objeto de permanente meditación para los hombres. Había certeza de la Eternidad y conciencia plena de que hay un Juicio, una recompensa o una pena eterna. <br />
Dicho en otras palabras el Triumpho de Cristo, de la Virgen Gloriosa y Bendita, de las Milicias Angélicas, del cándido Ejército de los Mártires y de todos los Santos de Dios. Al este triunfo precedía el aparato alegórico, teatral y escenográfico del triunfo temporal de la muerte, con sus respectivas pompas<br />
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La vida era percibida claramente como un combate en el que el cristiano debía morir venciendo. La alegoría bélica es claramente perceptible en esta Ciudad de los Reyes y en todo el virreinato del Perú: La cabeza del reino amurallada, las ciudades guardadas por Ángeles armados con arcabuces y espingardas; sus iglesias, elevadas, sólidas y macizas, a la manera de bastidas y ciudades amuralladas españolas, llenas de reductos, baluartes, parapetos y almenas.<br />
El simbolismo de las ceremonias fúnebres es fascinante y tremendo. Oigamos lo que dice al respecto Alfonso Lobera y Abio, en el <<Porqué de todas Ceremonias cristianas y sus misterios>><br />
En los entierros se lleva la Cruz, lo mismo que los pendones o insignias de las cofradías porque cuando vivía el difunto militó y estuvo enlistado bajo la bandera de la Cruz. Por eso pedimos que por los méritos de la Santísima Cruz participe del fruto de la Pasión. Se llevan los pendones o insignias de las Cofradías para que participe de las indulgencias y perdones que tienen las Hermandades, Cofradías o Congregaciones, pues estuvo enlistado en ellas. <br />
El cadáver se rocía con agua bendita porque en esta ceremonia se simboliza que el difunto fue bautizado católico y apostólico romano, que estuvo sujeto y fue obediente a nuestra Santa Madre Iglesia; y se rocía tantas veces en memoria de las veces que en ella se confirmó por los actos de fe, esperanza y caridad que hizo en esta vida. <br />
Se da incienso al difunto porque las oraciones encendidas con el fuego de la caridad, que son odoríferas a Dios nuestro Señor, (las que rezan los que asisten al entierro por el alma del difunto) sean incienso al Señor, con lo que se expele al común enemigo. <br />
En los entierros de doncellas, vírgenes, religiosos, religiosas y sacerdotes se lleva la cera blanca - al parecer - porque la blancura es símbolo de la pureza con que deben estar adornados todos los sacerdotes, religiosos y religiosas<br />
En algunas partes se llevan luces de cera amarilla a los entierros, porque en la luz se simboliza la fe, la que el difunto recibió en el bautismo, y la conservó hasta la muerte, habiéndose partido de este mundo con la luz de la gracia, a poseer la luz de la gloria. Es la cera amarilla por ser símbolo de la tristeza y del dolor. <br />
Se arrastra el duelo en los entierros, con concurrencia de personajes vestidos de negro, porque no estamos ciertos de que esté gozando de la presencia del Señor, y tememos -como miserables pecadores- que esté en el Purgatorio; y se ofrece aquel llanto y tristeza por el difunto. Vestir de negro todo el año es para acordarse del difunto, ayudándole sin cesar con oraciones, sufragios y sacrificios. <br />
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En el Barroco todo estaba ordenado y orientrado hacia el destino ultraterreno del alma inmortal: Evitar a toda costa la condenación y merecer la eterna bienaventuranza; esa era clave del buen vivir y del buen morir. Las calaveras parecían observar a desde las cuencas oculares. Como advitiéndonos:<br />
<<Hombre que viéndome estás, ¡nunca te olvides de mi! ¡que como te ves yo me vi! y como me ves te veras>><br />
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Se dice sepulcro o sepultura porque es un lugar cóncavo, en el que se colocan y esconden los huesos de los difuntos. Santo Tomás de Aquino dice que se dice sepultura para que el horror y hedor de los muertos sea visible a los vivos, y crean que de allí han de resucitar en el día del Juicio. Lo mismo es decir sepulcro que sepultado. <br />
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También se llama monumento a la sepultura, porque sale del verbo Moneo, que significa avisar, y es el despertador que avisa y mueve el entendimiento para que no olvide la muerte. Los sepulcros eran hueseras o archivos de huesos, en los que poco o nada importaba la individualización del cadáver, puesto que todos se sabían miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y que si moría con él se resucitaría con él.<br />
El cristiano solo ambiciona y codicia la Gloria Eterna. La vanagloria le espanta. Por eso aceptaba la agonía y la muerte con todos sus espantos, sufrimientos angustias y dolores, y se complacía con imaginar su cuerpo devorado de gusanos y reducido a polvo ceniza y nada, encerrado en una hedionda sepultura. En la hora de la muerte se proclama la Omnipotencia de Dios y el abismo de nuestra nada.<br />
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<<Existe un lugar llamado cementerio, campo santo o dormitorio, porque así como los fieles vivieron unidos a la luz del Evangelio, estén unidos sus cadáveres en la muerte, unidas sus cenizas en el mismo lugar o dormitorio, pues todos han de despertar en el día de la resurrección. Se fabricaron los cementerios junto a las Iglesias para que los que pasen, se acuerden que han de morir, y pidan al Señor por los muertos por medio de aquellos Santos, a cuya honra y veneración se construyeron aquellos Templos para más gloria del Señor>>, como es el caso de este conjunto conventual.<br />
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Al cabo de 300 años los cementerios y pudrideros subterráneos de la Ciudad, se convirtieron en un foco infeccioso. El Buen Gobierno dispuso la edifcacíon de una Necrópolis extra muros. Como se sabe, el pueblo fiel tuvo dudas y reparos muy comprensibles: ¡Qué ocurrencia esa de enterrarnos a campo abierto como los gentiles! ¡Cómo se beneficiarán los difuntos si están separados del altar y privados de su auxilio!<br />
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A pesar de que la concepción neoclásica el Cementerio General de Lima materializaba y expresaba generosamente mediante volumetrías, proporciones formas, diseños y perspectivas, la doctrina de la Iglesia respecto de los Novísimos o postrimerías, sin embargo sólo hizo ostensión de las alegorías de la muerte en el punto focal .que era la Capilla. En claro ruptura con la estética barroca.<br />
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El discurso arquitectónico es muy claro. El diseño original del campo santo expresaba la belleza de la Jerusalen Celeste, donde Cristo nos tiene preparadas, en la Casa del Padre muchas y esapciosas moradas. <br />
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Tenía una planta cuadrangular, una sola entrada y un camino que conducía a la Capilla de Cristo Yacente. Nuevamente, la alegoría es clarísima: Cristo es la Puerta angosta y el camino estrecho que conduce al cielo. La efigie de Cristo yacente que presidía el Altar recordaba que Cristo en tanto que hombre murió y en tanto quer Dios resucitó gloriosamente, al tercero días, por su propio poder, como lo proclamamos en el Credo. <br />
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Dicho todo esto , es inevitiable preguntar ¿Qué causó qué el cementerio, sufriera la desfiguración estética y pedagógica original? La repuesta es inequívoca: ¡El positivismo!<br />
¿Qué es el positivismo?<br />
El positivismo es una corriente de pensamiento que generalmente, y de primera intención, se asocia a Augusto Comte, y que cobra auge en el la coyuntura histórica marcada por el progreso de las ciencias naturales y el desarrollo industrial. El ámbito europeo sentía vivir una especie de “nueva era”; y por tanto era inevitable que alguien postulase una revisión de los valores morales y paradigmas filosóficos hasta entonces vigentes. <br />
Las posibilidades y potencialidades que ofrecían las máquinas y aparatos de moderna invención, los progresos de las ciencias médicas, el acortamiento de tiempos y distancias, y la observación de cosas antes nunca vistas, tomó por asalto la fantasía popular y la imaginación de las élites ilustradas, sin excluir los parnasos intelectuales.<br />
Se pensaba y se hablaba por doquier de la “ciencia”, “del progreso material” de “la fe en el futuro”, pero ya no con la entusiasta ingenuidad del siglo XVIII, ilustrado y pre-revolucionario, sino con aparente madurez y reflexión: surgió, entonces, un nuevo lenguaje, y se difundió un innovador lexicón que aludía al progreso material. <br />
Hasta entonces, se había pensado que la plenitud de la felicidad humana se lograría en una dimensión ultraterrena, ya que era impensable alcanzarla en un mundo fragmentado y separado por distancias insalvables, herido por plagas y epidemias, cuando no azotado por guerras fratricidas.<br />
Pero, casi de repente, las ciencias experimentales - y sus aplicaciones concretas- parecieron dar pasos agigantados; así, empezaron a descifrarse los enigmas, a explicarse los misterios, a curarse las enfermedades y a mitigarse los dolores. ¡Había fundadas razones para creer que la felicidad podía ser alcanzada en la tierra y obtenida por el hombre mismo, por su propia mano.<br />
El hombre creyó hallar en la ciencia la garantía infalible de su propio destino. Esa pretensión lo condujo a rechazar, por inútil y supersticiosa, toda alegación sobrenatural y puso lo infinito en la ciencia, encerrando en las formas de la misma la moral, la religión, la política, la totalidad de su existencia.<br />
Asi lo que antes había sido vergüenza, acusación culpable y renuncia en la hora de la muerte , apenas 4 décadas antes, a mediados del siglo XIX, se convirtio en objeto de orgullo. y timbre de distinción. El poner de relieve la vanagloria tuvo mil y unas consecuencias.<br />
Cristo, Nuestro Señor y Salvado, a quien sirvo, dejo de ser el principio y el fin de la vida del limeño, para ser reemplazado por el culto idolátrico a la Sociología y al Derecho positivo que hasta hoy nos tiranizan.<br />
El vínculo de amor que animaba y articulaba este Reino con el Imperio se quebró en mil pedazos para siempre,<br />
La Patria Celestial fue reemplazada por la patria terrenal y la Caridad vinculante, fue usurpada por los regionalismos y los nacionalismos, que dieron origen a las guerras civiles y a las guerras internacionales,<br />
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Se levantaron edículos, estatuas y templetes a falsos redentores. Además se pobló el camposanto de una estatuaria pagana, de mal gusto, plañidera y desesperanzada. Y por si fuera poco, el nuevo rico dejó su impronta de mal gusto y desproporción con presuntuosísimas representaciones de las nuevas industrias, los progresos tecnológicos, los poderes terrenales y ¡quién sabe del amor furtivo!<br />
El falso redentorismo edificó en el mismo camino que conduce a la Capilla de Cristo yacente, el mauselo del Mariscal Castilla, y a José Gálvez Egúsquiza se le erigió una estatua lo suficientemente grande para que destacara sobre todos.<br />
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La desfiguración aludida llegó a su punto más alto en 1905 cuando una Cripta votiva a los mártires de la Guerra con Chile, más grandiosa, opulenta y elegante que la Capilla dedicada al Mártir del Calvario. <br />
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Estas han sido los temas quería poner de relieve<br />
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Quedo muy agradecido por la invitación de se me hecho y por atención y la paciencia que me ha dispensado este culto y selecto auditorio.<br />
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José Gálvez Krüger</div>Sysop