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Jueves, 25 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Judaizantes»

De Enciclopedia Católica

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==Quiénes eran==
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(Del [[Grecia|griego]] ''Ioudaizo'', adoptar costumbres [[judaísmo | judías]] ---[[Ester]] 8,17; [[Epístola a los Gálatas|Gál.]] 2,14).
 
(Del [[Grecia|griego]] ''Ioudaizo'', adoptar costumbres [[judaísmo | judías]] ---[[Ester]] 8,17; [[Epístola a los Gálatas|Gál.]] 2,14).
  

Revisión de 22:41 27 jun 2016

Quiénes eran

(Del griego Ioudaizo, adoptar costumbres judías ---Ester 8,17; Gál. 2,14).

Los judaizantes eran un grupo de cristianos judíos en la Iglesia primitiva, que afirmaban ya sea que la circuncisión y la observancia de la ley mosaica eran necesarias para la salvación y, en consecuencia, deseaban imponerlas a los gentiles convertidos, o que al menos las consideraban como obligatorias para los cristianos judíos. A pesar de que los apóstoles habían recibido la orden de anunciar el Evangelio a todas las naciones, al principio ellos y sus asociados se dirigieron sólo a judíos, conversos al judaísmo y samaritanos, es decir a los que estaban circuncidados y observaban la ley de Moisés. Los conversos y los apóstoles con ellos, continuaron ajustándose a las costumbres judías: observaban la distinción entre los alimentos legalmente puros e impuros, se negaban a comer con los gentiles o a entrar a sus casas, etc. (Hch. 10,14.28; 11,3). En Jerusalén frecuentaban el Templo y tomaban parte en la vida religiosa judía como de antiguo (Hch. 2,46; 3,1; 21,20-26), de modo que, juzgados por las apariencias externas, parecían ser simplemente una nueva secta judía que se distinguía por la unión y la caridad existente entre sus miembros. La ley ceremonial mosaica no iba a ser permanente en efecto, pero aún no había llegado el tiempo para la supresión de su observancia. La intensa fijación que los judíos tenían por ella, que ascendía al fanatismo en el caso de los fariseos, habría prohibido tal etapa, si los apóstoles la hubiesen contemplado, ya que habría sido equivalente a cerrar la puerta de la Iglesia a los judíos.

Pero tarde o temprano el Evangelio también llegaría a los gentiles, y entonces la delicada pregunta debía surgir de inmediato: ¿Cuál era su posición respecto a la Ley? ¿Estaban obligados a observarla? Y si no, ¿qué conducta debían tener los judíos hacia ellos? ¿Deberían los judíos prescindir de aquellos puntos de la Ley que fuesen una barrera para las relaciones libres entre judíos y gentiles? Para la mente de la mayoría de los judíos palestinos, y especialmente de los zelotes, sólo se le presentarían dos posibles soluciones: los conversos gentiles debían aceptar la Ley, o se debía aplicar sus disposiciones contra ellos como contra los otros no circuncidados. Pero el sentimiento nacional, así como el amor por la Ley, los impulsaría a preferir la primera; sin embargo, ninguna de las soluciones era admisible, si la Iglesia habría de incluir a todas las naciones y no permanecer como una institución nacional. Los gentiles nunca habrían aceptado la circuncisión con el pesado yugo del mosaísmo, ni habrían consentido en ocupar una posición inferior con respecto a los judíos, como necesariamente debían, si éstos los consideraban impuros y se negaban a comer con ellos o incluso a entrar en sus casas.

Bajo tales condiciones, era fácil prever que la admisión de los gentiles debía provocar una crisis, lo cual aclararía la situación. Cuando los hermanos en Jerusalén, entre los cuales probablemente ya había conversos de la secta de los fariseos, se enteraron de que Pedro había admitido a Cornelio y su casa al bautismo sin someterlos a la circuncisión, le reconvinieron en voz alta ( Hch. 11,1-3). La causa asignada a sus quejas es que él "había ido a los hombres no circuncidados y había comido con ellos", pero la razón subyacente era que había pasado por alto la circuncisión. Sin embargo, como el caso era uno excepcional, en el que se manifestaba la voluntad de Dios por circunstancias milagrosas, Pedro encontró pocas dificultades para calmar la insatisfacción (Hch. 11,4-18). Pero las nuevas conversiones pronto dieron lugar a problemas mucho más graves, que durante un tiempo amenazaron con producir un cisma en la Iglesia.

Concilio de Jerusalén (50 o 51 d.C.)

El Incidente en Antioquía

Los Judaizantes en otras Iglesias

Historia Final

Bibliografía: LIGHTFOOT, Ep. to the Gal. (London, 1905), 292 ss.; THOMAS en Rev. des Questions Histor., XLVI (1889), 400 ss.; XLVII (1890), 353 ss.; PRAT. en Vig., Dict. de la Bible, 1778 ss.; IDEM, Theologie de Saint Paul (París, 1908), 69-80; COPPIETERS in Revue Bibl., IV (1907), 34-58; 218-239; STEINMANN en Bibl. Zeitschr., VI (1908), 30-48; IDEM, Abfassungszeit des Galaterbriefs (Muester, 1906), 55 ss.; PESCH in Zeitschr. fuer Kath. Theol., VII (1883), 476 ss.; HOENNICKE, Das Judenchristentum im 1. u. 2. Jahr. (Berlín, 1908).

Fuente: Bechtel, Florentine. "Judaizers." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jun. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/08537a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina