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Jueves, 28 de marzo de 2024

Juan Maldonado

De Enciclopedia Católica

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Su Vida

Juan Maldonado (Maldonatus) fue un teólogo y exégeta nacido en 1533 en Casas de Reina, en el distrito de Llerena, a 66 leguas de distancia de Madrid, España; murió en Roma el 5 de enero de 1583. A la edad de 14 o 15 años fue a la Universidad de Salamanca, donde estudió latín con dos profesores ciegos, quienes, sin embargo, eran hombres de gran erudición, griego con Hernán Núñez (el Pinciano), filosofía con Toledo (luego cardenal) y teología con el P. Domingo Soto. Tan tarde como en 1574 declaró que no había olvidado nada de lo que había aprendido sobre gramática y filosofía. Luego de haber terminado su curso de tres años en la segunda de estas dos ramas, Maldonado se habría dedicado a la jurisprudencia con miras a los exaltados oficios de la magistratura; pero, persuadido por uno de sus compañeros de estudio, aunque para el disgusto de aquellos de quienes dependía, dirigió su atención a la teología —una opción de la que nunca se arrepintió. Después de haber estudiado ciencias sagradas durante cuatro años y haber pasado el examen y los ejercicios de doctorado, enseñó filosofía, teología y griego durante algún tiempo en la Universidad de Salamanca. El registro del Colegio de Salamanca de la Sociedad indica que fue admitido allí en 1558 y enviado a Roma para ser recibido. Tomó el hábito jesuita en el noviciado de San Andrés el 19 de agosto de 1561, fue ordenado sacerdote al siguiente año y durante algunos meses escuchó casos de conciencia en el Colegio Romano.

El Colegio de Clermont había abierto en París, y allí fue enviado Maldonado en el otoño de 1563. En febrero de 1564 comenzó a dictar conferencias sobre "De Anima" de Aristóteles. De 1565 a 1569 enseñó teología, pero su salud comenzó a fallar, por lo cual siguió un año de descanso (1570) durante el cual predicó misiones en Poitou, donde prevalecía el calvinismo, y fue tan exitoso que la gente de Poitiers solicitaron un colegio jesuita. Desde 1570 a 1576 enseñó de nuevo teología, y también impartió conferencias en la corte, por mandato real, y ayudó a la conversión de varios príncipes protestantes. A instancias del duque de Montpensier, se dirigió a Sedan para convertir a la duquesa de Bouillon, la hija del duque, que se había convertido al calvinismo. Sostuvo en su presencia algunas disputas muy notables con predicadores protestantes. Durante la ausencia del provincial, también actuó durante algunos meses como viceprovincial, cuando su rectitud fue reivindicada en una acción presentada contra él por los herederos del presidente de Montbrun de Saint-André, y en el caso del novicio Jannel, que entró a la Sociedad en oposición a los deseos de sus padres. El Parlamento proclamó su inocencia.

Como consecuencia de las rivalidades de los profesores de la universidad, el Papa le asignó la enseñanza de teología en Toulouse, pero esto fue impedido por los calvinistas, quienes bloquearon las carreteras que conducían hasta allí y se retiró a Bourges para escribir su "Comentario sobre los Evangelios". En 1578-79 fue visitador de la provincia francesa de la Sociedad, y luego regresó para continuar sus labores en Bourges. En 1580 la provincia lo eligió como elector en la cuarta congregación general en Roma, donde pronunció el discurso de apertura. Acquaviva, al ser elegido general, le ordenó permanecer en Roma, y Gregorio XIII lo nombró para la comisión de revisión del texto de los Setenta, a cuya excelente revisión Maldonado contribuyó en gran medida. En 1583, quince días antes de su muerte, cuando todavía no había cumplido 50 años, le entregó al general sus inacabados comentarios. Fue un hombre de virtud eminente, de intelecto sutil, excelente memoria, inmensa lectura y erudición, y fue consultado por los personajes más ilustres de Francia, y buscado por el rey de Polonia por el bien de sus dominios. Se le ha acusado, pero sobre bases insuficientes, de ciertas declaraciones imprudentes y de un apego excesivo a sus propias opiniones.

Sus Enseñanzas

La teología en París había caído en decadencia debido a la prevalencia de las argucias filosóficas y al latín bárbaro. Maldonado remedió esto al darle la debida precedencia a la Escritura, a los Padres, a la tradición y a los teólogos, relegando a los filósofos al lugar más bajo y al mantener las preguntas inútiles dentro de los límites. Hablaba con elegancia el latín y elaboró un esquema de teología más completo que el que se había utilizado, adaptándolo a las necesidades de la Iglesia y de Francia. Se encontró que la sala de conferencias, y luego el refectorio, eran demasiado pequeños; por lo tanto, Maldonado continuó sus clases, cuando el clima lo permitía, en el patio de la universidad. Nobles, magistrados, doctores de la Sorbona, profesores universitarios, prelados, religiosos e incluso predicadores hugonotes iban a escucharlo, los cuales reservaban sus lugares de antemano y a veces llegaban hasta tres horas antes del comienzo de la conferencia. Obispos y otros grandes personajes que vivían lejos de París empleaban copistas para que les transmitieran sus conferencias.

En 1574 la universidad lo acusó de impugnar la Inmaculada Concepción de María. Esto era falso; lo único que él afirmaba es que la doctrina no era todavía un artículo de fe, pero que uno podía propiamente tomar un voto para defenderla; Monseñor Goudy, obispo de París, decidió a su favor (enero de 1575). Además, fue acusado de enseñar que las penas del purgatorio duran como máximo diez años. Lo que realmente enseñaba era que se desconoce la duración de esas penas y sería irreflexivo el tratar de determinarla; sin embargo, favorecía la opinión de Soto, que en algunos casos el purgatorio no dura más de diez años.

Al ser un excelente teólogo, bien fundamentado, en Salamanca en latín y griego, al haber aprendido hebreo, siríaco, caldaico y árabe en Paris, y al conocer todo lo que se sabía en ese entonces sobre la historia antigua, sobre los Padres y sobre las falsas interpretaciones de los herejes, Maldonado se volvió, según la opinión de Kuhn, superior a la mayoría de los exégetas de su época, e inferior a ninguno. Según la opinión de Cornely, sus “Comentarios sobre los Evangelios” son los mejores jamás publicados. Se destacó, según Simon, en la explicación del sentido literal; según Andres, en su comprensión del texto y en la recopilación del sentido más acertado y verdadero, sin dejar sin examinar ninguna dificultad.

Sus Obras

Bibliografía: PRAT, Maldonat et l'Universite de Paris au XVIe siecle (París, 1856); SALYGNI, La Vie du P. Jean Maldonat in Apend aux Mémoires du Pere Broet (Le Puy, 1885); NIEREMBERG, Honor del Gran Patriarca S. Ignacio de Loyola (Madrid, 1649), 453-55; HYVER, Maldonat et les commencements de l'Universite de Pont-a-Mousson (Nancy, 1873); ALCAZAR, Chrono-Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo, II (Madrid, 1710), 42- 45; BARRANTES, Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura (Madrid, 1875), 460-468; ASTRAIN, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, II (Madrid, 1905), IV-XI; FOUQUERAY, Histoire de la Compagnie de Jesus en France, I (París, 1910), 572 etc.; HURTER, Nomenclator litererius (Innsbruck, 1892),1-89; SOMMERVOGEL, Biblitheque de la Companie de Jesus, V (París, 1894), col. 403-412; IX, col. 631; DIAZ Y PEREZ, Diccionario de Extremeños Ilustres, II (Madrid, 1884), 6.

Fuente: Pérez Goyena, Antonio. "Juan Maldonado." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9, pp. 567-568. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 julio 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/09567a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina