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Martes, 16 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Japón: Urakami y Nagasaki»

De Enciclopedia Católica

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(Página creada con 'La persecución adquiere muchas expresiones. El "misterio de la iniquidad" se manifiesta con una oscura multiformidad. La oposición al Reino no ceja en sus muchas mutaciones. Y…')
 
 
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Testimonio  
 
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La historia de los cristianos de Urakami y de las aldeas vecinas a Nagasaki muestra un horizonte que se debe conservar en la memoria. Su ejemplo debe alentar la misión "ad gentes", hoy y mañana.  
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La historia de los cristianos de Urakami y de las aldeas vecinas a Nagasaki muestra un horizonte que se debe conservar en la memoria. Su ejemplo debe alentar la misión "ad gentes", hoy y mañana.
 
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[[Luis Fernando Figari]]
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Fundador del [[Sodalitium Christianae Vitae]]
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Última revisión de 07:31 26 oct 2015

La persecución adquiere muchas expresiones. El "misterio de la iniquidad" se manifiesta con una oscura multiformidad. La oposición al Reino no ceja en sus muchas mutaciones. Y al paso de los siglos las palabras del Señor Jesús siguen bendiciendo a quienes sufren persecución por causa de la justicia, calificándolos de bienaventurados.

Perseverancia El caso de los cristianos japoneses es un testimonio impresionante. A través de las muchas persecuciones que sufrió aquella porción de la Iglesia se percibe el esplendor de la perseverancia. Tras siglos de acoso y de todo tipo de amenazas, aún en el Japón del siglo XIX existían millares de cristianos.

Es admirable la perseverancia de estos creyentes que transmitían la herencia de la fe de padres a hijos. A principios del siglo XVII se había proscrito el cristianismo. Los sacerdotes y misioneros habían sido martirizados o deportados. Millares de laicos habían sufrido igual suerte. Numerosas comunidades japonesas tuvieron que mantener la fe en la clandestinidad, sin auxilio de sacerdotes, animadas tan sólo por una especie de doctrineros laicos. Claro, la comunión eclesial, con su realidad misteriosa estaba presente.

Las persecuciones nacidas de las intrigas, de las bajas pasiones, de una ideología del estado nacional y otras más no lograron apagar del todo el fuego ardiente de la fe en tierra japonesa. Ciertamente hicieron mella, y no poca. Sin esas persecuciones quién podría decir si el Japón no sería una nación cristiana como Filipinas. El hecho es que por más arteras y constantes que fueron las medidas de los shogunes para acabar con el cristianismo en el Japón, no lo consiguieron.

Tan pronto que por intereses comerciales o políticos las rígidas medidas represivas del gobierno del shogunato fueron aflojándose, los cristianos fueron apareciendo. Hacia 1858 se reconoció la libertad religiosa a los extranjeros residentes, para lo cual se autorizó la construcción de iglesias en algunas ciudades, bajo el cuidado de misioneros franceses.

Primero decenas, luego centenares y millares de cristianos fueron reconociendo las iglesias y aflorando de las "catacumbas" sociales en que habían sobrevivido. No dejo de admirarme de la perseverancia en Jesús de estas personas. Sin duda en medio de su fragilidad y su sencillez campesina, fueron fuertes con la fuerza de Dios e ilustrados con su sabiduría. Hoy en día, tiempo de incoherencias increíbles, parece importante recordar la perseverancia cristiana de estos hombres y mujeres. Aun cuando su fe tuviese que ser purificada.

Urakami En algunas lenguas, la voz trae una cierta resonancia a huracán. Y eso fue lo que cayó sobre los católicos japoneses que habían salido de la clandestinidad.

Urakami es una zona en las vecindades de Nagasaki, hoy integrada en la ciudad. Entonces era una zona campesina. Junto con la cercana Shimabara, donde en el siglo XVII murieron víctimas de la guerra represiva varios millares de cristianos, Urakami tiene un lugar de honor en la gloriosa historia eclesial del Japón.

La primera persecución en Urakami tuvo lugar en la década final del siglo XVIII. Otras se produjeron en un plazo de poco más de 25 años, llegando casi hasta el último cuarto del siglo XIX. En todas ellas confluyeron diversas fuerzas, de las que no era la menor el considerar a los cristianos como "ajenos" al Japón. Esta idea fue concebida por la ideología del estado nacional asumida por la dinastía del shogunato de los Tokugawa. Posteriormente, al darse el renacimiento imperial con la dinastía Meiji, en 1868, esa ideología fue valorada como parte del proceso de consolidación y "homogeneización" política. El surgimiento de una "iglesia nacional" en China contemporánea, y antes en la Alemania de Hitler, responden a ese mismo deseo homogeneizador. No es que simplemente no se tolere el cristianismo, sino que se busca su total absorción y control por parte del estado. Precisamente, esa es una concepción totalitaria del estado. Y, no es exclusiva de regímenes absolutistas. Hay, paradójicamente, enfoques liberales que aspiran al mismo objetivo, por otros medios.

En 1870 fueron deportados millares de los cristianos de Urakami. Para 1873 la persecución oficial cesó, aunque la fuerza de la ideología continuó su curso. Como es de suponer, no todos regresaron. No obstante, Urakami y Nagasaki sobrevivieron como la zona más católica del Japón. Lo que las persecuciones del shogunato y de la naciente dinastía Meiji no pudieron hacer, lo hizo la bomba atómica que cayó sobre Nagasaki, conmoviendo en su ola mortal a la frágil comunidad católica y dando muerte a un sinnúmero de sus miembros. La bomba explotó a unos centenares de metros de la iglesia que los cristianos de Urakami habían construido en el primer cuarto del siglo XX.

Testimonio La historia de los cristianos de Urakami y de las aldeas vecinas a Nagasaki muestra un horizonte que se debe conservar en la memoria. Su ejemplo debe alentar la misión "ad gentes", hoy y mañana.