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Viernes, 19 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Inspiración de la Biblia»

De Enciclopedia Católica

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'''Entre los Judíos''':  La [[creencia]] en el carácter sagrado de ciertos libros es tan antigua como la literatura hebrea.  [[Moisés]] y los [[Profecía, Profeta y Profetisa|profetas]] pusieron por escrito una parte del mensaje que iban a llevar a [[Israelitas|Israel]] de parte de [[Dios]].  Ahora el naby (profeta), ya sea hablara o escribiera, era considerado por los hebreos como el intérprete autorizado de los pensamientos y deseos de [[Yahveh]].  Era llamado, igualmente, “el hombre de Dios”, “el hombre del Espíritu” ([[Oseas]] 9,7).  Fue alrededor del [[Templo de Jerusalén|Templo]] y el Libro que se realizó la restauración del pueblo judío después de su [[Cautiverios de los Israelitas|exilio]] (vea 2 [[Libros de los Macabeos|Mac.]] 2,13-14, y el prólogo a Sirácides en la [[Versión de los Setenta]].)  [[Filo Judeo]] (de 20 a.C a 40 d.C) habla de los “libros sagrados”, “palabra sagrada) y de la “muy santa escritura” (De vita Moysis, III, núm. 23).  El testimonio de [[Flavio Josefo]] (37-95 d.C.) es todavía más característico; es en sus escritos que se halla por primera vez la palabra “inspiración” (epipnoia).  Él habla de veintidós libros que los [[Judaísmo|judíos]] con buena razón consideraban divinos, y por los cuales, en caso de necesidad, ellos estaban dispuestos a morir (Contra Apion, I, 8).  La creencia de los judíos en la inspiración de las [[Biblia|Escrituras]] no disminuyó desde el tiempo en que ellos estuvieron dispersos alrededor del mundo, sin [[templo]], sin [[altar]], sin [[sacerdote]]s; por el contrario, dicha [[fe]] aumentó tanto que ocupó el lugar de todo lo demás.
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'''Entre los Cristianos''':  El Evangelio no contiene ninguna declaración expresa sobre el origen y valor de las Escrituras, pero en él vemos que [[Jesucristo]] los usó en conformidad con la creencia general, es decir, como la Palabra de Dios.  Los textos más decisivos a este respecto se hallan en el [[Evangelio según San Juan|Cuarto Evangelio]], 5,39; 10,35.  Las palabras escritura, Palabra de Dios, Espíritu de Dios, Dios, en los dichos y escritos de [[los Apóstoles]] se usan indiscriminadamente ([[Epístola a los Romanos|Rom.]] 4,3; 9,17).  [[San Pablo]] sólo apela expresamente más de ochenta veces a esos oráculos divinos de los cuales Israel fue hecho guardián (cf. Rom. 3,2).  Esta persuasión de los cristianos primitivos no era meramente el efecto de una tradición judía ciegamente aceptada y nunca entendida.  [[San Pedro]] y San Pablo dan la razón de por qué fue aceptada:  es que toda Escritura es inspirada por Dios (theopneustos) (2 [[Epístolas a Tito y Timoteo|Tim.]] 3,16; cf. 2 [[Epístolas de San Pedro|Pedro]] 1,20-21).  Sería superfluo malgastar el tiempo probando que la [[Tradición y Magisterio vivo|tradición]] ha mantenido fielmente la creencia apostólica en la inspiración de las Escrituras.  Además, esta demostración forma el asunto-materia de un gran número de obras (vea especialmente Chr. pesch, "De inspiratione Sacrae Scripturae", 1906, p. 40-379).  Es suficiente añadir que en varias ocasiones [[la Iglesia]] ha definido la inspiración de los libros canónicos como un [[artículo de fe]] (vea [[Heinrich Joseph Dominicus Denzinger|Denzinger]], Enchiridion, 10ma. Ed., núm. 1787, 1809).  Toda [[secta]] [[Cristianismo|cristiana]] que todavía se merece ese nombre cree en la inspiración de las Escrituras, aunque algunas han alterado más o menos la [[idea]] de inspiración.
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'''Valor de esta Creencia''':  La historia sola nos permite establecer el hecho de que los judíos y los cristianos siempre han creído en la inspiración de la Biblia.  Pero, ¿para qué sirve la creencia?  Pruebas de orden racional así como dogmático se unen para justificarla.  Aquellos que primero reconocieron la Biblia como obra [[Orden Sobrenatural|sobrenatural]] tenían como base para su opinión el testimonio de los profetas, de Cristo y de los apóstoles, cuya misión divina fue suficientemente establecida por la experiencia inmediata o por la historia.  A este argumento puramente racional se puede añadir la enseñanza auténtica de la Iglesia.  Un [[católico]] puede reclamar esta certeza adicional sin caer en un círculo vicioso, porque la [[infalibilidad]] de la Iglesia en sus enseñanzas es probada independientemente de la inspiración de la Escritura; el valor histórico perteneciente a la Escritura en común con otros escritos [[auténtico]]s y [[verdad]]eros son suficientes para [[Prueba|probar]] esto.
  
 
===Naturaleza de la Inspiración===
 
===Naturaleza de la Inspiración===

Revisión de 14:26 24 may 2009

Este tema se tratará en este artículo bajo los siguientes encabezados:

Creencia en los Libros Inspirados

Entre los Judíos: La creencia en el carácter sagrado de ciertos libros es tan antigua como la literatura hebrea. Moisés y los profetas pusieron por escrito una parte del mensaje que iban a llevar a Israel de parte de Dios. Ahora el naby (profeta), ya sea hablara o escribiera, era considerado por los hebreos como el intérprete autorizado de los pensamientos y deseos de Yahveh. Era llamado, igualmente, “el hombre de Dios”, “el hombre del Espíritu” (Oseas 9,7). Fue alrededor del Templo y el Libro que se realizó la restauración del pueblo judío después de su exilio (vea 2 Mac. 2,13-14, y el prólogo a Sirácides en la Versión de los Setenta.) Filo Judeo (de 20 a.C a 40 d.C) habla de los “libros sagrados”, “palabra sagrada) y de la “muy santa escritura” (De vita Moysis, III, núm. 23). El testimonio de Flavio Josefo (37-95 d.C.) es todavía más característico; es en sus escritos que se halla por primera vez la palabra “inspiración” (epipnoia). Él habla de veintidós libros que los judíos con buena razón consideraban divinos, y por los cuales, en caso de necesidad, ellos estaban dispuestos a morir (Contra Apion, I, 8). La creencia de los judíos en la inspiración de las Escrituras no disminuyó desde el tiempo en que ellos estuvieron dispersos alrededor del mundo, sin templo, sin altar, sin sacerdotes; por el contrario, dicha fe aumentó tanto que ocupó el lugar de todo lo demás.

Entre los Cristianos: El Evangelio no contiene ninguna declaración expresa sobre el origen y valor de las Escrituras, pero en él vemos que Jesucristo los usó en conformidad con la creencia general, es decir, como la Palabra de Dios. Los textos más decisivos a este respecto se hallan en el Cuarto Evangelio, 5,39; 10,35. Las palabras escritura, Palabra de Dios, Espíritu de Dios, Dios, en los dichos y escritos de los Apóstoles se usan indiscriminadamente (Rom. 4,3; 9,17). San Pablo sólo apela expresamente más de ochenta veces a esos oráculos divinos de los cuales Israel fue hecho guardián (cf. Rom. 3,2). Esta persuasión de los cristianos primitivos no era meramente el efecto de una tradición judía ciegamente aceptada y nunca entendida. San Pedro y San Pablo dan la razón de por qué fue aceptada: es que toda Escritura es inspirada por Dios (theopneustos) (2 Tim. 3,16; cf. 2 Pedro 1,20-21). Sería superfluo malgastar el tiempo probando que la tradición ha mantenido fielmente la creencia apostólica en la inspiración de las Escrituras. Además, esta demostración forma el asunto-materia de un gran número de obras (vea especialmente Chr. pesch, "De inspiratione Sacrae Scripturae", 1906, p. 40-379). Es suficiente añadir que en varias ocasiones la Iglesia ha definido la inspiración de los libros canónicos como un artículo de fe (vea Denzinger, Enchiridion, 10ma. Ed., núm. 1787, 1809). Toda secta cristiana que todavía se merece ese nombre cree en la inspiración de las Escrituras, aunque algunas han alterado más o menos la idea de inspiración.

Valor de esta Creencia: La historia sola nos permite establecer el hecho de que los judíos y los cristianos siempre han creído en la inspiración de la Biblia. Pero, ¿para qué sirve la creencia? Pruebas de orden racional así como dogmático se unen para justificarla. Aquellos que primero reconocieron la Biblia como obra sobrenatural tenían como base para su opinión el testimonio de los profetas, de Cristo y de los apóstoles, cuya misión divina fue suficientemente establecida por la experiencia inmediata o por la historia. A este argumento puramente racional se puede añadir la enseñanza auténtica de la Iglesia. Un católico puede reclamar esta certeza adicional sin caer en un círculo vicioso, porque la infalibilidad de la Iglesia en sus enseñanzas es probada independientemente de la inspiración de la Escritura; el valor histórico perteneciente a la Escritura en común con otros escritos auténticos y verdaderos son suficientes para probar esto.

Naturaleza de la Inspiración

Alcance de la Inspiración

Visión Protestante sobre la Inspiración de la Biblia

Bibliografía:

OBRAS CATOLICAS: FRANZELIN, Tractatus de divina traditione et scriptura (2da ed., Roma, 1875), 321-405; SCHMID, De inspirationis bibliorum vi et ratione (Louvain, 1886); ZANECCHIA, Divina inspiratio Sacrae Scripturae (Roma, 1898); Scriptor Sacer (Roma, 1903); BILLOT, De inspiratione Sacrae Scripturae (Roma, 1903); CH. PESCH, De inspiratione Sacrae Scripturae (Friburgo im Br., 1906); LAGRANGE en Revue Biblique (Par[is, 1895), p. (Londres, 6 de nov. de 1897 a 5 de feb. de 1898); HUMMELAUER, Exegetisches zur Inspirationsfrage (Friburgo im Br., 1904); FONCK, Der Kampf um die Warheit der heil. Schrift seit 25 Jahren (Innsburck, 1905); DAUSCH, Die Schrifitnspiration (Friburgo im Br., 1891); HOLZHEY, Die Inspiration de heil. Schrift in der Anschauung des Mittelaters (Munich, 1895); CH. PESCH, Zur neuesten Geschichte der Katholischen Inspirationslehre (Friburgo im Br., 1902)

OBRAS PROTESTANTES: GUSSEN, Theopneustic (2da ed., Par[is, 1842), tr. Pleanry Inspiration of Holy Scripture; LEE, Inspiraci[on de la Sagrada Escritura (Dublín, 1854); ROHNERT, Die Inspiration, der heil, Schrift und ihre Bestreiter (Leipzig, 1889); SANDAY, Los oráculos de Dios (Londres, 1891); FARRAR, La Biblia: Su Significado y Supremacía (Londres, 1897); Historia de la Interpretación (Londres 1886); Simposio Clerical sobre la Inspiración (Londres, 1884); RABAUD, Histoire de la doctrine de l'inspriation dans les pays de langue francaise depuis la Reforme jusqu a nos jours (Paris, 1883).

Fuente: Durand, Alfred. "Inspiration of the Bible." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08045a.htm>.

Está siendo traducido por Luz Hernández