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Viernes, 29 de marzo de 2024

Hostia (Aspectos Históricos y Arqueológicos)

De Enciclopedia Católica

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Etimología

Al pan destinado a la consagración eucarística se le llama comúnmente hostia, y aunque este término puede asimismo ser aplicado al pan y vino del Sacrificio, se reserva más especialmente para el pan.

Según Ovidio la palabra viene de hostis, enemigo: "Hostibus a domitis hostia nomen habet", porque los antiguos ofrecían a sus enemigos vencidos como víctimas a los dioses. Sin embargo, es posible que hostia se derive de hostire, golpear, según se halla en Pacuvio. En Occidente el término se generalizó principalmente debido al uso hecho de él en la Vulgata y en la liturgia (Rom. 12,1; Flp. 4,18; Ef. 5,2; Heb. 10,12; Mabillon, "Liturg. Gall. vetus", págs. 235, 237, 257; "Missale Mozarab.", ed. Leslie, p. 39; "Missale Gothicum", p. 253). Se le aplicó a Cristo, la Víctima Inmolada, y a modo de anticipación, al pan todavía sin consagrar destinado a convertirse en el Cuerpo de Cristo. En la Edad Media también se le conocía como "hoiste", "oiste", "oite".

Con el tiempo, la palabra adquiere su significación especial verdadera; debido a su uso litúrgico general ya no transmite la idea original de víctima. A la hostia se le dieron muchos otros nombres, por ejemplo: ”bucelae”, “circuli”, “coronae”, “crustulae farraceae”, “denaria”, “fermentum”, “formatae”, “formulae”; “panes altaris”, “eucharistici”, “divini”, “dominici”, “mysteriorum”, “nummularii”, “orbiculares”, “reticularii”, “sancti”, “sanctorum”, “tessellati”, “vitae"; “nummi”, "particulae", "placentae", "placentulae orbiculares", "portiones", "rotuael", “sensibilia”, etc.

Los griegos llaman a la hostia artos (pan), dora (dones), --- merdia (partículas) y prosphora. (oblaciones). Luego de la consagración las partículas toman el nombre de margaritai (perlas). Antes de su consagración los coptos la llaman "baraco"; los sirios "paristo" (pan), "burschan" (primicias) y "kourbano" (oblación); los nestorianos, "xatha" (primogénito) o "agnus" (cordero), y los mingrelianos "sabisquiri". Después de la consagración los coptos llaman a la hostia "corban" (oblación); los jacobitas, "tabho" (sellos); los sirios, "gamouro" (carbones encendidos), y, por anticipación, estos nombres se aplican a veces al plan incluso antes de su consagración.

Material

El material válido de la hostia eucarística es el trigo no adulterado reducido a harina, diluido con agua natural y cocido al fuego. Algunos teólogos han discutido el uso de diferentes harinas, pero si exceptuamos a Paludano, que considera válido el pan hecho con almidón, y Cayetano, que permite el pan hecho con cualquier tipo de grano y diluido con leche, podemos decir que los teólogos están de acuerdo sobre el rechazo del trigo sarraceno, la cebada, la avena, etc. Santo Tomás autoriza el uso de siligo, pero este término parece oscuro. En Plinio y Celso significa harina de trigo, pero Santo Tomás no le da a siligo el mismo significado, de lo contrario ¿por qué sería cuestión el tolerarlo? Por otra parte, si hubiera aludido al centeno, habría utilizado la palabra secale. Tal vez con siligo intentaba designar un tipo inferior de trigo cultivado en suelos mal.

Elementos

La preparación de la hostia ha hecho surgir entre algunas sectas gnósticas prácticas abominables e impactantes, de las cuales existe una relación detallada en los escritos de San Epifanio. A veces se molía la carne de un feto y se mezclaba con compuestos aromáticos; a veces se amasaba la harina con la sangre de un niño, y había otros procedimientos demasiado desagradables como para mencionarlos. Pero estos horrores fueron perpetrados sólo por unos pocos grupos degradados (Epifanio, c XXVI 5 "Haer.";. Agustín, XXVI, XXVII). Menos ofensivos fueron los artotiritas [N. de la T.: una secta de la iglesia primitiva que celebraban la Cena del Señor con pan y queso, alegando que las primeras oblaciones del hombre fueron no sólo del fruto de la tierra, sino también de sus rebaños (Gén. 4,3-4)] y aquellos que, como ellos, componían una mezcla de pan y queso, o, a la manera de los barsanianos, que utilizaban una pizca de harina sin diluir.

Todas las comuniones orientales, excepto los armenios y maronitas, usan pan leudado. Sabemos cuán seriamente los griegos han considerado el asunto del pan sin levadura (vea ázimos). Pero ya sea fermentado o ácimo, el pan es el elemento, y un gran número de griegos admiten que los dos tipos constituyen un material válido para el sacramento. En la Iglesia de Occidente es práctica uniforme usar pan sin levadura. Propiamente hablando, los luteranos dan poca importancia a si el pan es o no fermentado, pero por lo general lo utilizan sin levadura. Los calvinistas utilizar sólo el pan común, aunque, cuando su secta estaba en su infancia, había algo de indecisión sobre este punto. En Ginebra, el pan fermentado se utiliza exclusivamente por varios años, y Teodoro de Beza sostuvo que cualquier tipo de pan, sin importar su origen, era adecuado para la Eucaristía. La [liturgia]] anglicana de 1549 prescribe el uso de pan sin levadura. En Oriente los jacobitas y nestorianos sirios amasan su pan de altar con una pasta de aceite y sal, una costumbre censurada por los egipcios. Los sabaítas o cristianos de San Juan preparan sus hostias de harina, vino y aceite; los coptos y abisinios la consagran con pan leudado, excepto el Jueves Santo y el día doce de junio, y los mingrelianos utilizan todo tipo de pan, y sus hostias se hacen generalmente de harina mezclada con agua y vino.

Preparación

No hay nada que indique que los primeros cristianos pensaban reproducir la apariencia de los panes de proposición” de la liturgia judía; ellos simplemente usaban el pan que servía como alimento. Parece que la forma difería muy poco de lo que es en nuestros días. Los panes descubiertos en el horno de una panadería en Pompeya pesaban alrededor de una libra cada uno. Uno de éstos, perfectamente conservado, medía alrededor de siete pulgadas de diámetro y fue plegado con siete crestas que facilitaban la rotura de la barra sin la ayuda de un cuchillo. Otros panes representados en bajorrelieves, principalmente en el Museo de Letrán, tenían una incisión en forma de dos líneas cruzadas y, por esta razón, fueron llamados quadra. Para la oblación eucarística se debió haber preferido panes de este tipo por la señal de la cruz trazada ya en ellos; de hecho, los monumentos cristianos más antiguos nos muestran panes marcados de esta manera. Pinturas en las catacumbas y algunos bajorrelieves muy antiguos representan panes marcados con este signo y otros simplemente marcados con un punto. Las crestas estaban destinadas a facilitar la partición de la barra y es probable que su número era regulado por el tamaño de la hogaza de uso común. Un fresco en el cementerio de Lucina representa un pez, el símbolo de Cristo, y en su espalda una canasta que contiene el vino y el pan eucarístico, este último marcado con un punto. Un mármol de Módena muestra cinco panes marcados con una cruz.

Por respeto al sacramento, algunos de los fieles no dieron su consentimiento para que el pan fuese elaborado por panaderos, y ellos mismos se hicieron cargo de él. Se citan varios ejemplos antiguos, en particular el de Cándida, la esposa de uno de los generales de Valeriano, que "trabajó toda la noche amasando y moldeando con sus propias manos el pan de la oblación". En la Regla de San Pacomio, se recomienda a los religiosos que se dediquen a la meditación mientras amasan el pan de sacrificio. Se menciona a la reina Radegunda por la reverencia con la que ella cuidaba la preparación de las hostias destinadas a ser consumidas en su monasterio de Poitiers y en muchas iglesias de los alrededores. Teodulfo, obispo de Orleans, ordenó a sus sacerdotes que hicieran los panes de altar ellos mismos o que los jóvenes clérigos los hicieran en su presencia. Muchos hechos vienen a demostrar la prevalencia y el alcance de esta costumbre. En los monasterios las hostias se hacían principalmente durante las semanas previas a las fiestas de Navidad, Pascua y Pentecostés, y el proceso asumía un carácter muy solemne. En Cluny tres sacerdotes o tres diáconos en ayunas, y tras haber recitado el oficio de laudes, los siete salmos penitenciales y las letanías, tomaban a uno o dos hermanos legos como sus ayudantes. Los novicios habían recogido, ordenado y molido los granos de trigo, y la harina así obtenida se colocaba sobre una mesa con borde. Luego se mezclaba con agua fría, y un hermano lego, con guantes en sus manos, ponía esta preparación en el hierro usado para hacer hostias y la horneaba en un gran fuego de ramas de vid. Otros dos operadores tomaban las hostias según eran horneadas, las cortaban, las comparaban y, si era necesario, descartaban las que estuvieran manchadas o agrietadas.

En la Abadía de San Denis los que preparaban los panes de altar estaban en ayunas. Tomaban un poco del mejor trigo, seleccionado grano a grano, lo lavaban y lo ponían en un saco para llevarlo al molino, y las piedras de molino eran lavadas para esa ocasión. A continuación, un religioso se vestía con el alba y molía el trigo, mientras que dos sacerdotes y dos diáconos, revestidos en albas y amitos, amasaban la pasta en agua fría y horneaban las hostias. En Saint-Etienne de Caen los religiosos empleados en este trabajo cenaban juntos ese día, y su mesa se servía igual que la del abad. Algunos monasterios cultivaban el trigo eucarístico en un campo especial al que llamaban el campo del "Corpus Domini". Du Cange menciona un estatuto fechado en 1406 por el que parece que a las mujeres, incluso a las monjas, se les prohibía hacer las hostias, pero es dudoso si alguna vez esta medida se aplicó como regla general. Santa Radegunda ciertamente tuvo muchos imitadores, a pesar del prejuicio en contra de que las mujeres y laicos hiciesen las hostias; un prejuicio tan arraigado que en la Edad Media hubo en la Diócesis de Narbona personas que creían que las hostias hechas por mujeres no cualificaban para la transubstanciación.

Un eco de esto se encuentra en las actas oficiales. El Concilio de Milán de 1576, prescribe la preparación de las hostias en los monasterios y la prohíbe a los laicos. Un concilio de Cambrai en 1631 ordena que "en cada ciudad haya una persona encargada de hacer los panes de altar con el mejor y más puro trigo y de la manera que se le indique. Él debe hacer con anterioridad un juramento de cumplir fielmente los deberes de su oficio. No se le permitirá comprar a otros el pan que se utilizará en el Santo Sacrificio.” Ya para el siglo XIV la fabricación de las hostias se había convertido en un negocio. La cofradía de los oblayers (fabricantes de hostias) tenía una autorización eclesiástica especial para realizar dicho trabajo. El liturgista Claude de Vert menciona un signo utilizado por ellos en el siglo XVIII en la ciudad de Le Puy: "Céans se font de belles hosties avec la permission de M. l'évêquedu Puy”. Antes de la Revolución Francesa, en muchas diócesis, cada cura hacía las hostias a utilizarse en su propia iglesia. En la actualidad muchas parroquias recurren a las comunidades religiosas que hacen una especialidad en panes de altar. Esto ofrece una garantía contra las falsificaciones a las que siempre hay que temer cuando se recurre al comercio; los fabricantes sin escrúpulos han sido culpables de adulterar la harina de trigo con alumbre, sulfatos de zinc y cobre, carbonato de amonio, potasio o magnesio, o bien de sustituir la harina de trigo por harina de frijol o de arroz.

En la Edad Media, como se dijo, la cocción de las hostias se llevaba a cabo en tres o cuatro fiestas principales del año. Esta práctica fue abandonada más tarde a causa del posible cambio químico en la sustancia del pan cuando se guarda durante tanto tiempo. San Carlos Borromeo les ordenó a todos los sacerdotes de su diócesis que para el Santo Sacrificio se utilizaran sólo hostias de menos de veinte días de hechas. La Congregación de Ritos condenó el abuso de consagrar hostias que en invierno se habían hecho con tres meses de anticipación y en verano, con seis.

Algunas prescripciones de las Iglesias Orientales son dignas de destacar; por otra parte, algunas de ellas todavía están en uso. Las Constituciones atribuidas a San Cirilo de Alejandría establecen que el pan eucarístico se cueza en el horno de la iglesia (Renaudot, "Liturg orient. coll.", I, 189); entre los coptos, sirios, jacobitas, melquitas, nestorianos y armenios los panes de altar deben ser horneados el mismo día de su consagración. En la "Colección Canónica" de Bar-Salibi existen prescripciones relativas a la elección del trigo, pero que difieren ligeramente de las de Occidente. En Etiopía, cada iglesia debe tener un horno especial para la elaboración de las hostias. En Grecia y Rusia, los panes de altar son elaborados por los sacerdotes, las viudas, las esposas o hijas de sacerdotes, o por las llamadas calogerae, es decir, monjas; mientras que en Abisinia se excluye a las mujeres de esa tarea. Los nestorianos de Malabar, después de amasar la harina con la levadura, están acostumbrados a trabajar en alguna de la levadura que quedó de la cocción anterior. Ellos creen que esta práctica se remonta a los primeros tiempos del cristianismo y que conserva la levadura llevada a Siria por los santos Tomás y Tadeo, ya que, según otra tradición nestoriana, los Apóstoles, antes de su separación, celebraban la liturgia en común y cada uno se llevaba una porción del pan entonces consagrado.

Moldes para hostias

Forma y Dimensiones

Figuras

Inscripciones

Pan con Levadura

Hostias Milagrosas

Bibliografía: La obra más completa sobre este tema, a pesar de unas pocas lagunas y ocasionalmente crítica débil, es CORBLET, Histoire dogmatique et archeologique du sacrement de l'Eucharistie (París, 1886); Vol. II, 556-88 da una bibliografía muy exhaustiva, a la cual se puede añadir unas cuantas obras recientes: DE SARACHAGA, Les collections d'histoire et d'art du musee eucharistique de Paray-le-Monial (Lyon, 1866), contiene una bibliografía de la Monographie sur les hosties de miracles; ROHAULT DE FLEURY, La messe, etudes archeologiques, IV (París, 1887), 21-40.

Fuente: Leclercq, Henri. "Host." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 19 Mar. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/07489d.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina