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Miércoles, 24 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Fiesta de los Tabernáculos»

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Una de las tres grandes fiestas del calendario litúrgico hebreo, incluso la más grande, según Filo (heorton megiste) y Josefo (heste hagiotate kai megiste). El nombre común, fiesta de los Tabernáculos - los griegos decían: skenopegia de los judíos, o sea "la instalación de la tienda" (Jn 7, 2) - era convocada para observar la costumbre, establecida por la ley de Lev 23, 40, de erigir en los tejados de las casas, incluso en calles y plazas públicas, chozas de ramas y follaje en las que, todos aquellos que no estuvieran exentos de enfermedades o debilidades, estaban constreñidos a vivir durante la celebración entera. A veces se asevera que el origen de la fiesta fue similar a nuestras festividades de la "cosecha hogareña".   
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Una de las tres grandes fiestas del calendario [[liturgia|litúrgico]] hebreo, incluso la más grande, según [[Filo Judeo]] (“heorton megiste”) y [[Flavio Josefo]] (“heste hagiotate kai megiste”). El nombre común, fiesta de los Tabernáculos---entre los [[judaísmo|judíos]] de habla griega: “skenopegia”, o sea "la instalación de la tienda" ([[Evangelio según San Juan|Jn.]] 7,2)---trae a la [[mente]] la costumbre establecida por la [[Legislación de Moisés|ley]] de [[Levítico]] 23,40, de erigir en los tejados de las casas, incluso en calles y plazas públicas, chozas de ramas y follaje en las que estaban [[obligación|obligados]] a vivir durante la celebración entera todos los que no estuviesen exentos debido a enfermedad o debilidad. A veces se asevera que el origen de la fiesta fue similar a nuestras festividades de la "cosecha hogareña".   
Esta consideración naturalista, basada en la suposición que las promulgaciones religiosas de la Ley son de relativa reciente data y meras ordenanzas sacerdotales, no toma en cuenta la significación que en todo momento se vinculó a la fiesta. Realmente, ese es uno de los rasgos distintivos de la esencia de las celebraciones, después moda, cosecha hogareña y ofrenda de acción de gracias por las cosechas del año (Deut 16, 13; Ex 23, 16); y es debido, quizás, a este rasgo especial que el carácter del evento era de júbilo o regocijo (cf. Sal 4, 7-8, en Heb; Josefo, Antig., VIII, iv, 1), y que numerosos sacrificios eran ofrecidos entonces (Num 29, 12-39); aún para los judíos, la fiesta de los Tabernáculos fue siempre y principalmente, en conmemoración de sus inolvidables antepasados en sus tiendas del desierto (Lev 23, 43) y en acción de gracias por la morada permanente recibida en la Tierra Prometida, y luego tras la instalación del Templo, por un lugar permanente de culto (cf. I Reyes, 8, 2; 12, 32). La fiesta comenzaba en el decimoquinto día del séptimo mes, Ethanim de Tishri (aproximadamente nuestro septiembre), y duraba siete días (Lev 23, 34-36). Cada israelita varón, según la ley, estaba obligado a ir a Jerusalén, y " quien fuera del pueblo de Israel",  constreñido a vivir en las enramadas que, aunque involucrara un poco de incomodidad, al mismo tiempo contribuía mucho a la reinante alegría de la celebración. Entonces, la distinción entre ricos y pobres se flexibilizaba algo en el campamento general, de esta manera la fiesta tenía una influencia social más beneficiosa. El primer día era llevado a cabo más solemnemente y se lo consideraba como un sábado, cualquier trabajo servil estaba prohibido en ese día (Lev 23, 39; Num 29, 35); durante la octava entera se ofrecían numerosos sacrificios (Num 29, 12-39) y el octavo día [titulado el más solemne de la fiesta en Juan 7, 37], también se consideraba un sábado igual al primero, signado por sacrificios especiales propios las enramadas eran derrumbadas y las personas retornaban al hogar. 
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Después del Exilio, la fiesta se prolongó hasta el vigésimo quinto día del mes, agregándose dos nuevos ritos al antiguo ceremonial. Cada mañana durante la celebración, un sacerdote bajaba hasta la Fuente de Siloé trayendo, en una vasija de oro, agua que derramaba sobre el altar de holocaustos, en medio de cantos de Aleluyas (Sal cxii-cxvii) y sonidos jubilosos de instrumentos musicales. Posiblemente fue la representación de esta ceremonia ( institución que pudo haber sido sugerida por Is 12, 3) que dio a Nuestro Señor la ocasión para comparar la acción del Espíritu Santo en el creyente, con una fuente de agua viva (Juan 7 37-39). El otro nuevo rasgo agregado al ritual de la fiesta fue la iluminación del estrado de las mujeres, conjuntamente con el cantar de los Salmos de Órdenes (Sal 119-133) y la representación de danzas o desfiles en los sagrados recintos. En el octavo día una procesión pasaba siete veces alrededor del altar, llevando ramas de mirto y palmeras y gritando: "¡Hosanna!" en memoria de la caída de Jericó.  
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Esta consideración naturalista, basada en la suposición que las sanciones religiosas de la Ley son de fecha relativamente reciente y meras ordenanzas sacerdotales, no toma en cuenta la significación que en todo momento se vinculó a la fiesta.  Es cierto que uno de los rasgos de las celebraciones era, en cierto modo, una fiesta del acabe de la cosecha y una ofrenda de acción de gracias por las cosechas del año ([[Deuteronomio]] 16,13; [[Éxodo]] 23,16); y es debido, quizás, a este rasgo especial que el carácter del evento era uno de [[felicidad|júbilo]] y regocijo (cf. [[Salmos|Sal.]] 4,7-8, en Heb; Josefo, Antig., VIII, 4:1), y que entonces se ofrecían numerosos [[sacrificio]] ([[Números|Núm.]] 29,12-39); aún así para los judíos, la fiesta de los Tabernáculos fue siempre y principalmente, en conmemoración de la morada de sus antepasados en sus tiendas del [[desierto]] (Lev. 23,43) y en acción de gracias por la morada permanente recibida en la Tierra Prometida, y luego, tras la construcción del [[Templo de Jerusalén|Templo]], por un lugar de culto permanente (cf. 1 [[Libros de los Reyes|Reyes]] 8,2; 12,32).  
  
Cada siete años, que es el año del perdón de las deudas, durante la fiesta de Tabernáculos, la Ley debía ser leída delante de todo el pueblo según el mandato encontrado en Deut., xxxi, 10. Pero esta norma luego fue considerada, probablemente, impracticable, entonces las autoridades judías ordenaron leer, en cada sábado, una parte de la Ley, comenzando en el siguiente sábado después de la fiesta de los Tabernáculos del perdón de deudas y terminando en el año próximo de la misma festividad, calculando así que el Pentateuco entero debía ser leído en el transcurso de siete años. Este mandato de alguna manera habría sido cumplido. Algún tiempo después, los judíos de Palestina prolongaron las secciones para cada sábado de tal modo que podía leerse la Ley entera en tres años (Talm. Babyl. Megillah, 29b). En la actualidad ( esta costumbre parece remontarse al primer siglo A. C.) los judíos tienen el Pentateuco tan dividido que lo leen en el transcurso de cada año, la primer Parashah (división) establecida para el sábado después de la fiesta de los Tabernáculos, y los capítulos finales durante el último día de la fiesta de año siguiente, siendo este el día de "regocijo en la Ley."
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La fiesta comenzaba en el decimoquinto día del séptimo mes, Ethanim de Tishri (aproximadamente nuestro septiembre), y duraba siete días (Lev. 23,34-36). Cada [[israelitas|israelita]] varón, según la ley, estaba obligado a ir a [[Jerusalén]], y "todos los pertenecientes al pueblo de Israel", estaba obligado a vivir en las chozas que, aunque conllevaba un poco de incomodidad, al mismo tiempo contribuía mucho a la reinante alegría de la celebración.  Entonces, la distinción entre ricos y pobres se flexibilizaba algo en el campamento general, de esta manera la fiesta tenía una influencia social más beneficiosa. El primer día se consideraba el más solemne y como si fuese un [[Sabbath|sábado]], cualquier trabajo servil estaba prohibido en ese día (Lev. 23,39; Núm. 29,35); durante toda la octava se ofrecían numerosos sacrificios (Núm. 29,12-39) y el octavo día [llamado el más solemne de la fiesta en Juan 7,37], también se consideraba un sábado igual al primero, marcado por sacrificios especiales propios, se tumbaban las chozas y las personas retornaban al hogar.
  
GREEN, The Hebrew Feasts (Cincinnati, 1886); IKEN, Antiquitates Hebraicae (Bremen, 1741); RELAND, Antiquitates sacrae (Utrecht, 1741); BAHR, Symbolik des mosaischen Cultus (Heidelberg, 1839); BENZIGER, Hebräische Archäologie (Frieburg im Br., 1894); SCHEGG, Biblische Archäologie (Frieburg im Br., 1894), 591 sq.; WELLHAUSEN, Prolegomena zur geschichte Israels (4th ed., Berlin, 1895); EDERSHEIM, The Life and Times of Jesus the Messiah (New York, 1897), II, 149, 156-160, 165; IDEM, The Temple, Its Ministry and Services (London, 1874), 232-49; Talmud, ROOKINSON (Boston, a. d.), IV, Tract. Succah; DORTLEITNER, Archaeol. Bibl. (Innsbruck, 1906), 99-101; LESÊTRE IN VIG., Dict. de la Bible, V, 1961-66.  
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Después del [[Cautiverios de los Israelitas|Exilio]], la fiesta se prolongó hasta el vigésimo quinto día del mes, y se añadieron dos nuevos [[ritos]] al antiguo ceremonial.  Cada mañana de la celebración, un [[sacerdote]] bajaba hasta la Fuente de [[Siloé]], de donde traía, en una vasija dorada, agua que derramaba sobre el [[altar]] de los [[holocausto]]s en medio de cantos de [[aleluya]] [Sal. 111(110)-118(117)] y el sonido jubiloso de instrumentos musicales. Posiblemente fue la realización de esta [[ceremonia]] (cuya institución pudo haber sido sugerida por [[Isaías]] 12,3) que dio a [[Jesucristo|Nuestro Señor]] la ocasión para comparar la acción del [[Espíritu Santo]] en los [[fieles]] con una fuente de agua viva (Juan 7,37-39).  El otro nuevo rasgo agregado al ritual de la [[fiestas eclesiásticas|fiesta]] fue la iluminación del patio de las [[mujer]]es, conjuntamente con el cantar de los [[Salmos Graduales]] [Sal 120(119)-134(133)] y la representación de danzas o procesiones desfiles en los recintos sagrados. En el octavo día una procesión pasaba siete veces alrededor del altar, llevando ramas de mirto y palmeras y gritando: "¡[[Hosanna]]!", en memoria de la caída de [[Jericó]].  
  
CHARLES L. SOUVAY
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Cada siete años, que es el [[año sabático]], durante la Fiesta de las Tiendas, se debía leer la Ley delante de todo el pueblo según el mandato que aparece en Deut. 31,10.  Pero probablemente esta norma luego fue considerada impracticable; y entonces las autoridades judías ordenaron leer una porción de la Ley en cada sábado, comenzando en el siguiente [[Sabbath|sábado]] después de la Fiesta de los Tabernáculos en un año sabático y terminando con la Fiesta de los Tabernáculos al siguiente año sabático (o de remisión), calculando así que el [[Pentateuco]] se leería en el transcurso de siete años.  De este modo se cumpliría el mandato de alguna manera.  Algún tiempo después, los judíos de Palestina prolongaron las secciones para cada sábado de tal modo que se podía leer la Ley entera en tres años (Talm.  Babyl. Megillah, 29b). En la actualidad (esta costumbre parece remontarse al primer siglo a.C.) los judíos tienen el Pentateuco dividido de tal forma que lo leen completo en un año, la primera ''Parashah'' (división) establecida para el sábado después de la Fiesta de los Tabernáculos, y los últimos capítulos para el último día de la fiesta del año siguiente, siendo este el día de "regocijo en la Ley."
Transcrito por Scott Anthony Hibbs
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Traducido por José Luis Anastasio
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'''Bibliografía:'''  GREEN, Las Fiestas Hebreas (Cincinnati, 1886); IKEN, Antiquitates Hebraicae (Bremen, 1741); RELAND, Antiquitates sacrae (Utrecht, 1741); BAHR, Symbolik des mosaischen Cultus (Heidelberg, 1839); BENZIGER, Hebräische Archäologie (Friburgo im Br., 1894); SCHEGG, Biblische Archäologie (Friburgo im Br., 1894), 591 ss.; WELLHAUSEN, Prolegomena zur geschichte Israels (4ta. ed., Berlín, 1895); EDERSHEIM, Vida y Época de Jesús el Mesías (Nueva York, 1897), II, 149, 156-160, 165; IDEM, El Templo, Su Ministerio y Servicios (Londres, 1874), 232-49; Talmud, ROOKINSON (Boston, a. d.), IV, Tract. Succah; DORTLEITNER, Archaeol. Bibl. (Innsbruck, 1906), 99-101; LESÊTRE IN VIG., Dicc. de la Biblia, V, 1961-66.
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'''Fuente:'''  Souvay, Charles. "The Feast of Tabernacles." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912.
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<http://www.newadvent.org/cathen/14425a.htm>.
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Traducido por José Luis Anastasio.  L H M

Última revisión de 17:11 2 nov 2009

Una de las tres grandes fiestas del calendario litúrgico hebreo, incluso la más grande, según Filo Judeo (“heorton megiste”) y Flavio Josefo (“heste hagiotate kai megiste”). El nombre común, fiesta de los Tabernáculos---entre los judíos de habla griega: “skenopegia”, o sea "la instalación de la tienda" (Jn. 7,2)---trae a la mente la costumbre establecida por la ley de Levítico 23,40, de erigir en los tejados de las casas, incluso en calles y plazas públicas, chozas de ramas y follaje en las que estaban obligados a vivir durante la celebración entera todos los que no estuviesen exentos debido a enfermedad o debilidad. A veces se asevera que el origen de la fiesta fue similar a nuestras festividades de la "cosecha hogareña".

Esta consideración naturalista, basada en la suposición que las sanciones religiosas de la Ley son de fecha relativamente reciente y meras ordenanzas sacerdotales, no toma en cuenta la significación que en todo momento se vinculó a la fiesta. Es cierto que uno de los rasgos de las celebraciones era, en cierto modo, una fiesta del acabe de la cosecha y una ofrenda de acción de gracias por las cosechas del año (Deuteronomio 16,13; Éxodo 23,16); y es debido, quizás, a este rasgo especial que el carácter del evento era uno de júbilo y regocijo (cf. Sal. 4,7-8, en Heb; Josefo, Antig., VIII, 4:1), y que entonces se ofrecían numerosos sacrificio (Núm. 29,12-39); aún así para los judíos, la fiesta de los Tabernáculos fue siempre y principalmente, en conmemoración de la morada de sus antepasados en sus tiendas del desierto (Lev. 23,43) y en acción de gracias por la morada permanente recibida en la Tierra Prometida, y luego, tras la construcción del Templo, por un lugar de culto permanente (cf. 1 Reyes 8,2; 12,32).

La fiesta comenzaba en el decimoquinto día del séptimo mes, Ethanim de Tishri (aproximadamente nuestro septiembre), y duraba siete días (Lev. 23,34-36). Cada israelita varón, según la ley, estaba obligado a ir a Jerusalén, y "todos los pertenecientes al pueblo de Israel", estaba obligado a vivir en las chozas que, aunque conllevaba un poco de incomodidad, al mismo tiempo contribuía mucho a la reinante alegría de la celebración. Entonces, la distinción entre ricos y pobres se flexibilizaba algo en el campamento general, de esta manera la fiesta tenía una influencia social más beneficiosa. El primer día se consideraba el más solemne y como si fuese un sábado, cualquier trabajo servil estaba prohibido en ese día (Lev. 23,39; Núm. 29,35); durante toda la octava se ofrecían numerosos sacrificios (Núm. 29,12-39) y el octavo día [llamado el más solemne de la fiesta en Juan 7,37], también se consideraba un sábado igual al primero, marcado por sacrificios especiales propios, se tumbaban las chozas y las personas retornaban al hogar.

Después del Exilio, la fiesta se prolongó hasta el vigésimo quinto día del mes, y se añadieron dos nuevos ritos al antiguo ceremonial. Cada mañana de la celebración, un sacerdote bajaba hasta la Fuente de Siloé, de donde traía, en una vasija dorada, agua que derramaba sobre el altar de los holocaustos en medio de cantos de aleluya [Sal. 111(110)-118(117)] y el sonido jubiloso de instrumentos musicales. Posiblemente fue la realización de esta ceremonia (cuya institución pudo haber sido sugerida por Isaías 12,3) que dio a Nuestro Señor la ocasión para comparar la acción del Espíritu Santo en los fieles con una fuente de agua viva (Juan 7,37-39). El otro nuevo rasgo agregado al ritual de la fiesta fue la iluminación del patio de las mujeres, conjuntamente con el cantar de los Salmos Graduales [Sal 120(119)-134(133)] y la representación de danzas o procesiones desfiles en los recintos sagrados. En el octavo día una procesión pasaba siete veces alrededor del altar, llevando ramas de mirto y palmeras y gritando: "¡Hosanna!", en memoria de la caída de Jericó.

Cada siete años, que es el año sabático, durante la Fiesta de las Tiendas, se debía leer la Ley delante de todo el pueblo según el mandato que aparece en Deut. 31,10. Pero probablemente esta norma luego fue considerada impracticable; y entonces las autoridades judías ordenaron leer una porción de la Ley en cada sábado, comenzando en el siguiente sábado después de la Fiesta de los Tabernáculos en un año sabático y terminando con la Fiesta de los Tabernáculos al siguiente año sabático (o de remisión), calculando así que el Pentateuco se leería en el transcurso de siete años. De este modo se cumpliría el mandato de alguna manera. Algún tiempo después, los judíos de Palestina prolongaron las secciones para cada sábado de tal modo que se podía leer la Ley entera en tres años (Talm. Babyl. Megillah, 29b). En la actualidad (esta costumbre parece remontarse al primer siglo a.C.) los judíos tienen el Pentateuco dividido de tal forma que lo leen completo en un año, la primera Parashah (división) establecida para el sábado después de la Fiesta de los Tabernáculos, y los últimos capítulos para el último día de la fiesta del año siguiente, siendo este el día de "regocijo en la Ley."


Bibliografía: GREEN, Las Fiestas Hebreas (Cincinnati, 1886); IKEN, Antiquitates Hebraicae (Bremen, 1741); RELAND, Antiquitates sacrae (Utrecht, 1741); BAHR, Symbolik des mosaischen Cultus (Heidelberg, 1839); BENZIGER, Hebräische Archäologie (Friburgo im Br., 1894); SCHEGG, Biblische Archäologie (Friburgo im Br., 1894), 591 ss.; WELLHAUSEN, Prolegomena zur geschichte Israels (4ta. ed., Berlín, 1895); EDERSHEIM, Vida y Época de Jesús el Mesías (Nueva York, 1897), II, 149, 156-160, 165; IDEM, El Templo, Su Ministerio y Servicios (Londres, 1874), 232-49; Talmud, ROOKINSON (Boston, a. d.), IV, Tract. Succah; DORTLEITNER, Archaeol. Bibl. (Innsbruck, 1906), 99-101; LESÊTRE IN VIG., Dicc. de la Biblia, V, 1961-66.

Fuente: Souvay, Charles. "The Feast of Tabernacles." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14425a.htm>.

Traducido por José Luis Anastasio. L H M