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Jueves, 18 de abril de 2024

Fechas y datación

De Enciclopedia Católica

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Introducción

En el latín clásico, incluso antes de la época de Cristo era habitual que los corresponsales indicasen en sus cartas la fecha y el lugar en que las escribían. Esto se hacía comúnmente por palabras tales como daban Roma-ante diem quartum Kalendas Januarius, es decir, di o entregué esta en Roma el 29 de diciembre. La fórmula posterior para esto fue data Romæ (dada en Roma). Por lo tanto data, la primera palabra de la fórmula, llegó a ser usada para el tiempo y lugar especificados allí. Se puede remontar a la época de Constantino el principio de que los decretos imperiales y los estatutos deben ser "datados" como condición de validez, es decir, que deben llevar la indicación del día y año en que fueron entregados. Dicho principio fue generalmente aceptado en el transcurso de la Edad Media y encontramos, por ejemplo, que en Colonia en el siglo XII se impugnaba la validez de determinado documento por carecer de la fecha. "Aquellos que han visto el documento que trajo Juan dicen que no lleva el día ni la indicción... ahora los decretos romanos establecen que las letras que carecen del día y la indicción no tienen poder coercitivo.” (Westdeutsche Zeitschrift für Geschichte, I, 377.)

Pero si bien este principio fue reconocido en teoría, no siempre se realizaba en la práctica. Incluso hasta el comienzo del siglo XII no sólo las cartas reales e imperiales, sino incluso estatutos (Urkunden) propiamente dichos, ocasionalmente se enviaban sin fecha debido a la negligencia de los funcionarios. (Bresslau, Handbuch, I, 891.) En este asunto, los funcionarios de la cancillería italiana parecen haber sido mucho más cuidadosos que los del resto de Europa. Lo mismo es cierto respecto a la exactitud de las fechas que aparecen en documentos oficiales, especialmente los de la Edad Media temprana. Por regla general los estatutos que salían de la cancillería de los emperadores occidentales estaban más expuestos a este tipo de error que los de la Santa Sede (Bresslau, ib., 844). Pero incluso las bulas de tal pontífice como Inocencio III estuvieron equivocadas, y como Leopold Delisle ha demostrado, un cálculo erróneo de la indicción puede perpetuarse a través de toda una serie de documentos auténticos (Bib. de l'Ecole des Chartes, 1858, p. 55). En cualquier caso, sigue siendo cierto y es admitido por todos los escritores sobre diplomática serios que el mero hecho de que un documento tenga una fecha errónea, sobre todo cuando data de la Edad Media temprana, no puede ser aceptado como prueba por sí mismo, o incluso una presunción, de la falsedad del documento.

La Era Cristiana

El punto de mayor interés a este respecto es determinar la fuente y el período de introducción de nuestro actual sistema de datación por la era cristiana. Aunque, como se explica en el artículo cronología general, cuando el monje conocido como Dionisio el Exiguo residía en Roma (c. 527 d.C.) parece haber sido el primero en iniciar la práctica de calcular los años desde el nacimiento de Cristo, y aunque sin duda fue él quien identificó el año del nacimiento de Cristo con el año 753 de la fundación de Roma, como todavía se hace en nuestra cronología actual; sin embargo, el sistema no entró al uso común hasta mucho después de la época de Dionisio. Por ejemplo, no se puede hallar ningún rastro de ella en ese gran historiador de la Iglesia gala, San Gregorio de Tours, el contemporáneo de nuestro San Agustín de Canterbury, y en los escritos del Papa San Gregorio I Magno no se adopta la era dionisíaca. Era costumbre del Papa fechar sus cartas por los años de reinado del emperador y las cartas así fechadas se puede ver en la “Historia Eclesiástica” de San Beda, tal y como fueron copiadas de los archivos romanos. Aparentemente fue el inglés Beda mismo quien fue el primero en llevar el sistema dionisíaco al uso general, pues fue a través de él que fue adoptada en la literatura, habiendo sido usado sistemáticamente no sólo en su "De Temporum Ratione" sino especialmente en su "Historia Eclesiástica".

Es más, se puede notar el hecho sorprendente de que el empleo regular de la era cristiana en los estatutos ingleses comenzó justo en el período de la influencia preeminente de Beda. Es sólo desde alrededor del año 679 que podemos apelar a los estatutos ingleses de autenticidad indiscutible. Tomando ocho documentos, los primeros ocho que podemos citar con confianza y datados respectivamente 679, 692, 697, 732, 734, 736, 740, 759, podemos notar, dice el profesor Earle (Land Charters, Introd., p. XXXIII). que "de esta serie los primeros cinco, aunque están todos más o menos datados, ya sea por el mes o el año de reinado, o por la indicción, o por todos a la vez, no tienen el “Anno Domini”. Por otra parte, los últimos tres concurren en la utilización de la era cristiana y desde ese momento la práctica es continua. En el año intermedio que divide esta serie en dos partes, sucedió la muerte de Beda en el año 735."

Muy notable es el decreto de un sínodo inglés celebrado en 816, mediante el cual se establece que el obispo deberá poner por escrito las actas del sínodo y fecharlas por la era de la Encarnación. Sin duda, esto apunta a una época "en la que los eclesiásticos conocían la era bastante bien pero todavía no habían adquirido el hábito de usarlo." En todo caso es cierto que en la cancillería pontificia ni en la del Imperio de Occidente, el sistema no se estableció hasta mucho más tarde. En el imperio sólo se generalizó en la última parte del siglo IX, mientras que aunque aparece de vez en cuando en los documentos papales de la época del Papa Juan XIII (965-972), no era la norma antes del siglo XII. Sin embargo, para la datación de los documentos papales y de la llamada "fecha doble" vea el artículo Bulas y Breves.

Conteo de los años

Conteo de los días

Fuente: Thurston, Herbert. "Dates and Dating." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04636c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.