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Jueves, 28 de marzo de 2024

Falsas Decretales

De Enciclopedia Católica

Revisión de 07:22 29 sep 2019 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Su Carácter Apócrifo)

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Definición y Divisiones

Falsas Decretales o las Decretales de Pseudo-Isidoro es el nombre dado a ciertas cartas papales apócrifas que aparecen en una colección de leyes canónicas compuesta alrededor de mediados del siglo IX por un autor que, en el prefacio a la colección, usó el seudónimo de Isidoro Mercator. Para el estudiante de esta colección, la mejor, de hecho, la única edición útil, es la de Hinschius, "Decretales Pseudo-Isidorianæ" (Leipzig, 1863). Las cifras entre paréntesis que ocurren durante el curso de este artículo remiten al lector a la edición de Hinschius. El nombre "Falsas Decretales" a veces se extiende no solo a las cartas papales falsificadas por Isidoro, y que aparecen en su colección, sino toda la colección, aunque contiene otros documentos, auténticos o apócrifos, escritos antes de la época de Isidoro

La Colección de Isidoro se divide en tres títulos:

(1) Una lista de sesenta cartas o decretos apócrifos atribuidos a los Papas desde San Clemente (88-97) hasta Melquíades (311-314) inclusive. De estas sesenta cartas, cincuenta y ocho son falsificaciones; comienzan con una carta de Aurelio de Cartago en la que le solicita al Papa Dámaso (366-384) que le envíe las cartas de sus predecesores en la silla de los apóstoles; y esta es seguida por una respuesta en la que Dámaso le asegura a Aurelio que le está enviando las cartas deseadas. Esta correspondencia intentaba darle un aire de verdad a las falsas decretales, y fue la obra de Isidoro.

(2) Un tratado sobre la Iglesia primitiva y sobre el Concilio de Nicea, escrito por Isidoro, y seguido por los cánones auténticos de cincuenta y cuatro concilios. Cabe señalar, sin embargo, que entre los cánones del Segundo Concilio de Sevilla (página 438) el canon VII es una interpolación dirigida contra el corepíscopo. San (3) Las cartas principalmente de treinta y tres Papas, desde Silvestre (314-335) hasta Gregorio II (715-731). De estas, unas treinta cartas son falsificaciones, mientras que todas las demás son auténticas. Esta no es más que una descripción muy aproximada de sus contenidos y toca solo los puntos más destacados de una cuestión literaria más intrincada.

Su Carácter Apócrifo

Hoy día todos están de acuerdo en que estas llamadas cartas papales son falsificaciones. Estos documentos, por un número de alrededor de cien, aparecieron repentinamente en el siglo IX y no se mencionan en ninguna parte antes de esa fecha. Los manuscritos más antiguos existentes son del siglo IX, y su método de composición, del cual trataremos más adelante, muestra que estaban compuestos de pasajes y citas de los cuales conocemos las fuentes; y así estamos en condiciones de demostrar que el Pseudo-Isidoro hace uso de documentos escritos mucho después de los tiempos de los Papas a quienes los atribuye. Así sucede que se pone a los Papas de los primeros tres siglos a citar documentos que no aparecieron hasta el siglo IV o V; y Papas posteriores hasta Gregorio I (590-604) se encuentran empleando documentos que datan de los siglos VI, VII, VIII y la primera parte del IX. Por otra parte, hay anacronismos interminables.

Los de la Edad Media fueron engañados por esta gran falsificación, pero durante el Renacimiento, los hombres eruditos y los canonistas generalmente comenzaron a reconocer el fraude. Dos cardenales, Juan de Torquemada (1468) y Nicolás de Cusa (1464), afirmaron que los primeros documentos eran falsificaciones, especialmente aquellos que pretendían ser de Clemente y Anacleto. Entonces la sospecha comenzó a crecer. Erasmo (m. 1536) y canonistas que se habían unido a la Reforma, como Charles du Moulin (m. 1568), o canonistas católicos como Antoine le Conte (m. 1586), y después de ellos los ''Centuriadores'' de Magdeburgo, en 1559, hicieron la pregunta directamente ante el mundo intelectual. Sin embargo, la edición oficial del ”Corpus Juris”, en 1580, mantuvo la autenticidad de las falsas decretales, muchos fragmentos de las cuales se hallan en el “Decretum” de Graciano. Como explicación parcial de esto, es suficiente recordar el caso de Antonio Augustino (m. 1586), el mayor canonista de ese período. Augustino dudaba seriamente de la autenticidad de los documentos, pero nunca los rechazó formalmente. Sintió que no tenía suficientes pruebas a mano, por lo que simplemente evadió la dificultad. Y también debe recordarse que, debido a las irritantes controversias de la época, cualquier cosa como una discusión imparcial y metódica sobre un tema así era una imposibilidad absoluta. En 1628, el protestante Blondel publicó su estudio decisivo, "Pseudo-Isidorus et Turrianus vapulantes". Desde entonces, la naturaleza apócrifa de las decretales de Isidoro ha sido un hecho histórico establecido. En el siglo XVIII dos sacerdotes católicos, los hermanos Ballerini, señalaron la última de las falsas decretales que habían escapado a la aguda crítica de Blondel.

Cómo se Hizo la Falsificación

El Derecho Canónico según las Falsas Decretales

Autoridad del Papa

Juicios Eclesiásticos

Su Difusión

Influencia

Lugar de Origen

Manuscritos y Ediciones

Bibliografía: Se han escrito un sinfín de libros sobre este tema, pero damos aquí los que son indispensables y que resumen a todos los demás importantes. El prefacio a la edición de HINSCHIUS; SECKEL, Pseudoisidor in Realencyck. für prof. Theol. und Kirche; FOURNIER, Etudes sur les fausses décrétales in Revue d'histoire eccl., VII (Lovaina, 1906), págs. 33-51; 301-16; 543-64; 761-784; VIII (1907). Págs.. 19-56.

Fuente: Saltet, Louis. "False Decretals." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5, págs. 773-780. New York: Robert Appleton Company, 1909. 28 sept. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/05773a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina