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Jueves, 28 de marzo de 2024

Estudio alegórico de la Fuente de la Plaza Mayor , como centro de la Cardiomorfosis urbana de la Ciudad de los Reyes

De Enciclopedia Católica

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Hasta donde sabemos no existe un estudio de interpretación alegórica referido a los edificios y monumentos barrocos de Lima. Vistos en su conjunto y coordinados con la Empresa político-religiosa del Culto Universal al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, promovido por España, que se percibe y deduce del arte, la música, la oratoria, la literatura y la arquitectura del Virreinato del Perú y de la Ciudad de los Reyes, Cuzco y Arequipa. A nuestro parecer, hay bastante material para especular y hacer afirmaciones concretas en torno de varios temas de trasfondo teológico y emblemático en la arquitectura limeña. Lo mismo que para indicar correspondencias mitológicas adecuadas y puestas al servicio de la política imperial de Cardiomorfosis . Se buscaba el reinado universal del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús desde los Sagrarios y Custodias de todas las iglesias del Imperio español. Lima se presentaba ante el mundo, mediante grabados, como una ciudad modélica de santidad, un rosal místico siempre florido; es más, una ciudad que no dudó en llamarse a sí misma “Jerusalén” en la oratoria sagrada, que presumía de su fortaleza en la Fe, y de recibir del Cielo, como recompensa, vidas santas, climas benignos, paz perpetua, y lo mejor que el ingenio y talento humano podía producir en música, letras y bellas artes. Y lo que es más, profetizaba su victoria escatológica porque se apoyaba en la defensa de la Pura y Limpia Concepción de María y en la Exaltación y Adoración del Sagrado Corazón de Jesús y de las Santas Llagas de nuestro Divino Redentor.

En la alegoría el significado de los símbolos y de cada parte de los símbolos no está sujeto a interpretación. A su vez, cada elemento simbólico se integra al todo.

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Lima es la Ciudad de los Reyes: los blasones de esta urbe así lo demuestran. Además, en el Arco del Puente había un nicho con la Virgen de Belén. Sin olvidar ni negar la ya conocida decisión de fijar fecha para fundar la cabeza de la Gobernación el día de la Epifanía, por motivos militares, a la vera del Océano Pacífico, el patronzago espiritual de los Santos Reyes venidos de Saba para adorar junto a los Pastores a Dios Niño, merece un comentario: emblemáticamente hablando, los reyes en adoración simbolizan la “mortificación del propio entendimiento ”; es decir, ceder a lo que Dios inspira en nuestros corazones, por absurdo que pudiese parecer. La Sabiduría es buscar y encontrar a Dios donde esté, y capitular sin condiciones ante Él. Así actuaba el sabio. Mediante el conocimiento y las operaciones de las actividades cotidianas (de gabinete o del campo) se pueden percibir los signos de los tiempos, con la inspiración del Santo Ángel de la Guarda, como también acceder al conocimiento de las cosas del Cielo, que sólo ante el Divino Maestro, y en el Templo de Dios hallaremos, ya que no hay Salvación ni sabiduría fuera de la Iglesia . La comparecencia ante el Rey de Reyes, cuya Corona fue de espinas , y la adoración a Cristo Redentor, derriba las coronas del del mundo, del demonio y de la carne. Dígase de paso que, el asunto de las coronas y de las barbas, tanto en el mundo clásico como en el barroco, suministra mucho material para la explicación alegórica de las jerarquías, de la sabiduría y de las recompensas. En la Biblia, el malvado es "coronado" con brasas encendidas – es decir que le arde la cabeza todo lo bueno y santo- , en tanto que los santos más encumbrados inclinan la cabeza para recibir coronas de oro y de piedras preciosas , comofigura de las mitras episcopales gemadas y de la triple tiara papal. No se puede representar artísticamente la Pasión de Cristo Redentor, sin verlo coronado de espinas. La canicie y la longitud de las barbas, es desde la Antigüedad indicativo de autoridad y sabiduría, símbolos que hemos heredado del arte mayestático babilónico y egipcio. Así, el Logos Eterno de la Boca del Padre, la Sabiduría encarnada, es vejada con locura coronándolo con espinos y despoblándo su bella barba nazarena. Así, pues, se oponen las tres coronas que tiranizan al hombre, el mundo, demonio y carne, con las tres coronas que lo liberan, lo limpian y lo salvan. En la contienda entre el padre y el hijo pródigo, vence el sabio barbado, pletórico de amor y misericordia, ante el cual se humilla el imberbe estúpido.

El hijo pródigo se presenta arrepentido (inicio de la Cardiomorfosis) cubierto de inmundicias, en tanto que los reyes de Saba -coronados por la sabiduría que brinda el conocer a Dios–, invitan a los hombres de todas las edades y de todas la razas [alegoría de las 3 edades de la vida y de los tres tipos raciales entonces conocidos] invitan al joven, al hombre y al anciano a estar siempre en presencia de Dios con las ofrendas preciosas de sus virtudes (oro), las buenas obras que hablarán de nosotros en la hora de la muerte (mirra) y la oración santa y fragante (incienso). A nuestro parecer, basados en el arte virreinal, este patronazgo de los reyes, con su auxilio sobrenatural permanente, delineó la vocación penitencial de Lima, la convirtió en baluarte de la Sagrada Eucaristía y la condujo a vivir votivamente la Pasión de Cristo, mediante la Cardiomorfosis. Además, no es temerario afirmar que este mismo patronzgo está entrañablemente ligado con la teleología política de la capital del Virreinato del Perú. España cumple el mandato de llevar a los confines del mundo la Buena Nueva, y a todas las razas. Lima, cabeza de reino, cumple la misión de transmitir esta Epifanía al Cuzco, cabeza del señorío de los incas, y las otras naciones y razas por conocer y a los otros señoríos por conquistar.

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Lima, el Rímac y su fuente

Para que se entienda la entraña de las alegorías vinculadas a la pintura virreinal de huertos y jardines y de la Plaza Mayor, de la procesiones de Semana Santa y de la Fuente levantada en tiempos del Virrey Conde de Salvatierra, se impone el recurso a imprescindibles paralelismos y fundamentos bíblicos para afirmar que la fuente de Lima es el árbol que se planta en la Nueva Creación, de María Nueva Eva y Cristo Nuevo Adán. La Biblia comienza y termina sus relatos mencionando ríos: Riegan el Edén el Pishon, el Gihon, el Tigris y el Éufrates, en tanto que de la Nueva Jerusalén fluye un río desde el trono de Dios. Este río nutre a los árboles cuya fronda es abundante, y sirve como fuente de sanación para todas las naciones de la tierra. La salud vuelve a Naamán después de sumergirse siete veces en el Jordán. Y el pueblo de Israel se salva de las tropas del Faraón, sólo después de haber cruzado el Mar Rojo. En el Nuevo Testamento, en el Evangelio según San Juan, Jesús encuentra a la samaritana en el pozo de Abraham, a la que le ofrece dar “agua viva”, el agua que saciaría para siempre su sed. A otros, Jesús ofrece - a quienes vienen a Él - el don del Espíritu Santo, que describe como “ríos de agua viva”. Un Paralítico es sanado al sumergirse en la piscina de Betesda, que tenía cinco pórticos.

Santa Rosa y santo Toribio son las joyas del Tesoro espiritual limeño, porque son modélicos para la Iglesia Universal: Santa Rosa de Lima, virgen desposada por el Sagrado Corazón de Jesús, es la primera flor de Santidad de este Huerto Cerrado, de este Nuevo Jardín de las Delicias, a que aspiraba ser Lima, "fundada en Nombre de Dios, para Gloria de Dios, y para servicio de Dios" . Santo Toribio, es modelo de Caridad Evangélica y Celo Pastoral. Juntos, eran el más rico y bello florón de la Corona española.

Entonces, si Lima es una ciudad de vocación apocalíptica, tiene que tener por fuente, la Fuente de donde manan todas las gracias y la fuente de la vida; es decir Cristo y María. Lima, Ciudad de los Reyes, es el instrumento mediante el cual, llega a todos las razas y pueblos recién descubiertos, el mensaje de la Salvación. Es una hierópilis, que transmite de estamento en estamento, desde las partes más encumbradas, hasta las más bajas, la novedad evangélica, tal como se derraman los platos de una pila de agua. Igualmente profesa públicamente su fe de manera estamental y jerárquica en las funciones religiosas.

En su condición de ciudad levítica fundada en Nombre de Dios, para Gloria de Dios, y para servicio de Dios", un nuevo Adán empieza a cultivar un Nuevo Edén. No es el jardín del deleite y del pecado de los primeros padres, sino un jardín sembrado con las semillas del dolor, de la penitencia y de la expiación, que se riega con la Sangre Preciosa que mana de su propio Corazón y de sus propias llagas.

Esta es la explicación del trazado y disposición de las fuentes de la plaza Mayor de Lima, y del patio convento franciscano, y del carácter penitencial y mendicante de las Órdenes religiosas afincadas en esta ciudad.

El Corazón de Cristo es fuente de Amor, y como el amor es difusivo, de sus aguas se sirven los labradores para acarrearlas a sus propios aljibes y cisternas, para poder regar así los jardines y parcelas espirituales que se cultivan y florecen “como la palma que se siembra a la orilla de la acequia”. Cuando vemos en aquel plano de Lima, que su escudo es elevado a los cielos, por manos de dos ángeles, se da a significar que la ciudad toda de salva por la oración de los justos y santos, en oposición a lo ocurrido en Sodoma y en Gomorra.




Igualmente, tal como Santo Tomás de Aquino, pareciera haber bebido de la misma fuente toda la doctrina eucarística, la comparte con las otras órdenes religiosas. Por un sistema jerárquico que parte del superior y desciende de grado en grado, llega a todos los conventos, y a los frailes; y a partir de ellos, a las hermandades y fraternidades, entrañándose en la sociedad. De ahí la importancia de los árboles genealógicos que se conocen de las órdenes, y que están emplazados en lo más visible de las casas religiosas. Siendo la sociedad jerarquizada, cada quien reclama el lugar de honor que le cupo. Lima, pues, aspiraba a ser una Christianópolis: la disposición de la fuente en medio de la plaza y los cuatro pilones orientados a sus accesos , circundados todos por una gruesa cadena, nos indica con claridad que esta disposición estuvo pensada para recordar las cinco llagas de Cristo, que gozaron de inmensa devoción en el Virreinato. Una disposición semejante de las fuentes se puede ver hoy día, al igual que en los tiempos de su fundación, en el claustro de los padres franciscos. Los cuatro pilones son los 4 ríos que fertilizan el Nuevo Edén limano y los cinco surtidores son los pórticos de la piscina de la Betesda perúbica. Establecida ya la alegoría pasemos a ver sucintamente la emblemática de la fuente.

Posee una fortísima carga mariana que es innegable: fue inaugurada  El 8 de setiembre de 1650, el día de la Natividad de la Virgen; el trazado que combina el círculo y el cuadrado alude a la Sabiduría, cuya cátedra es de base cuadrada y cuyo conocimiento se figura en el círculo, como lo afirma el doctor limeño Rodríguez Guillén en sus Sermones Panegíricos  . Sabemos que María es Sedes Sapientiae.


Las Flores y los jarrones labrados hablan de María y de su corazón, y del perfume de sus virtudes perfectísimas. Los surtidores en forma de basiliscos dominados por leones –que a su vez son surtidores – indican que no hay suciedad que no pueda ser limpiada, ni pecado que no pueda ser lavado, ni demonio que no pueda ser vencido; y profetizan que el pecado será vencido por la fuerza y constancia de las virtudes, tal como la cabeza de la serpiente es aplastada por el pie de la Virgen. Es pues, símbolo de victoria. Pero no son sólo la frangantes virtudes de la Virgen Gloriosa y Bendita, son las lágrimas y la la sangre copiosísima de Cristo, de la que ek salmista dice que han sido contadas y recogidas en una redoma. No son pues, flores de ornamentación, son las pasifloras que se siembran con las semillas de la penitencia, de la compunción, de las visones, de la compasión y de la conformación y que florecen en el jardín de lo cien dolores, regada por las Sangre de Cristo y de sus Mártires, por las lágrimas de quienes se quienes de convierten a Él.



La Pasiflora es la granadilla de las indias, la flor de la Pasión, que muchas de sus partes son semejantes a la Cruz, a la columna, a la corona de Espinas, a las cinco llagas, a los tres clavos, y a la lanza, instrumentos de la Pasión. Tal vez, a esto de deba la profusión de la “Cruz de los Improperios” , a todo lo largo de la América hispana, especialmente como humilladero en las puertas de las Iglesias.

¿Qué decir del ser alado que remata la hermosa fuente del Virrey Conde de Salvatierra? En principio, no puede sino proclamar, recapitulativamente, la alegoría general y los emblemas que la articulan. En segundo lugar que es un nuncio de los cielos, de la Gloria de Dios, bajo los ropajes del olimpo romano: es decir, que se trata de un ángel, concretamente del Ángel del Apocalipsis en su recta interpretación, y sin embargo, es a la vez, y según como se ramifica el discurso barroco o bien Mercurio o bien la Fama. Echave y Assu dice claramente que es un “simulacro” de la Fama. Sabido esto, lo que hay que preguntarse es ¿quién es realmente este ser alado simulado? Es cosa sumamente conocida y averiguada que el mundo barroco tomó prestado de la Mitología Antigua, seres y representaciones para alegorizar los personajes bíblicos y la verdades reveladas. Así, como Heracles es Sansón; Apolo es Cristo; el Moscóforo es Cristo y Buen Pastor; el Basilisco es el demonio; Ícaro y Dédalo remiten a la rebelión angélica y su caída, Hermes y Perséfone a la liberación de las Benditas Almas del Purgatorio, etc. Aunque la estatua que corona la fuente es sin duda alguna, una representación de la Fama, en el contexto barroco sigue la suerte de todos los seres alados pasibles de alegorización angélica: Los Ángeles de las altas esferas son motejados en la música en la literatura y en la retórica sagrada del Barroco como como “Mercurios Soberanos”; es decir trasmisores raudos de noticias, y guías de las almas entre la vida y la muerte. Dicho en otras palabras, San Miguel Arcángel , Capitan general de las milicias celestes proclama la victoria absoluta y proclama en forma de Fama, a los cuatro vientos a Cristo Invicto y victorioso en el Apocalipsis, y en forma de Mercurio a Cristo Misericordioso que redime a las almas del Purgatorio y alcanza la salvación a la ciudad. Estamos en presencia, entonces – en este caso – de los Ángeles sicopompos (Mercurio) de la pintura virreinal que corona una fuente mercurial cristiana .









Recapitulando: la fuente de la Plaza Mayor de Lima simboliza a Cristo en Cruz, la apertura de su corazón y las cinco llagas. Simboliza, también a la Virgen de los siete dolores; es también piscina de curación, fuente de eterna salvación, alegoría sacramental, Triumpho escatológico de la Ciudad de los Reyes, sin dejar de ser el pilón donde la ciudad virreinal saciaba su sed, y donde obtenía su salubérrima estabilidad espiritual.


                        De fuente tan prodigiosa
                         El Mundo se maravilla 
                        que dar un Sarmiento agua
                           Ha sido cosa divina
                        El agua que de ella corre
                           No corre como solía,
                         Y se ve la tierra salva
                          Por Salvatierra limpia



José Gálvez Krüger

Director de la Enciclopedia Católica

Estudio dedicado al Arquirecto Marco Antonio Corvalán Mangiamarchi y a Sara Mangiamarqui, en gratitud perpetua por sus hospitalidad en su Casa de Vaz Ferreira, Santiago de Chile,en 1989.