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Jueves, 18 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Epístolas a los Corintios»

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(San Pablo funda la Iglesia en Corinto)
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Hay poco que decir sobre la [[auténtico | autenticidad]] de las Epístolas.    Es tan abrumadoramente fuerte la evidencia histórica e interna de que fueron escritas por [[San Pablo]] que su autenticidad ha sido francamente aceptada por cada insigne escritor de las [[escuelas]] críticas más avanzadas. Aparecieron en las primeras colecciones de las [[Epístola (en la Escritura) | Epístolas]] de San Pablo, y fueron citadas como [[Escritura]] por los [[Padres de la Iglesia | primeros escritores]] [[cristianismo | cristianos]].  Los primeros [[herejía | herejes]] las citaron como autoridades y fueron traducidas a muchos idiomas a mediados del siglo II.    La [[personalidad]] única de San Pablo está impresa en cada una de sus páginas. Baur, el fundador [[racionalismo | racionalista]] de la Escuela de Tubinga, y sus seguidores, afirmaban que las dos Epístolas a los Corintios, la [[Epístola a los Gálatas]] y la [[Epístola a los Romanos]] son inexpugnables.  Uno o dos escritores hipercríticos, de poco peso, presentaron algunas objeciones inútiles contra ellas; pero estas apenas pretendían ser tomadas en serio; fueron refutadas y dejadas de lado por tal ultra escritor como Kuenen. Schmiedel, uno de los críticos modernos más avanzados, dice (Hand-Kommentar, Leipzig, 1893, p. 51) que a menos que se puedan aducir mejores argumentos contra ellas, las dos Epístolas deben ser reconocidas como auténticos escritos de San Pablo.  La Segunda Epístola era conocida desde [[tiempo]]s muy antiguos.  Hay un rastro de ella en esa parte de "La Ascensión de Isaías", que data del siglo I (Knowling, "The Testimony of St. Paul to Christ”, p 58; Charles, "The Ascension of Isaiah”, pp. 34, 150). Era conocida por [[San Policarpo]], por el escritor de la [[Carta a Diogneto]], por [[Atenágoras]], por [[Teófilo de Antioquía | Teófilo]] y por los [[herejía | herejes]] [[Basílides]] y [[marcionitas | Marción]]. En la segunda mitad del siglo II fue tan ampliamente utilizada que no es necesario dar citas.
  
 
==Primera Epístola==
 
==Primera Epístola==

Revisión de 20:19 29 oct 2015

Introducción

San Pablo funda la Iglesia en Corinto

San Lucas describe gráficamente (Hch. 16 -18) la primera visita de San Pablo a Europa. Cuando llegó a Tróada, en la esquina noroeste de Asia Menor, en su segundo gran viaje misionero en compañía de Timoteo y Silvano, o Silas (que era un " profeta" y tenía la confianza de los Doce), se encontró con San Lucas, probablemente por primera vez. En Tróada tuvo una visión de "un hombre de Macedonia de pie suplicándole: Pasa a Macedonia y ayúdanos" (Hch. 16,9). En respuesta a este llamamiento procedió a Filipos en Macedonia, donde hizo muchos conversos, pero fue cruelmente azotado con varas de acuerdo con la costumbre romana. Después de consolar a los hermanos viajó hacia el sur a Tesalónica, donde algunos de los judíos "creyeron, y de los que servían a Dios, y de los gentiles una gran multitud, y mujeres nobles no pocas. Pero los judíos, movidos por la envidia, reunieron a algunos hombres malvados de la clase vulgar, y volvieron la ciudad un tumulto… Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad al oír estas cosas. Pero los hermanos, inmediatamente enviaron a Pablo y a Silas de noche a Berea. Cuando ellos llegaron allí, se fueron a la sinagoga de los judíos, y muchos de ellos creyeron, y de las mujeres honorables que eran gentiles y de los hombres no pocos”. Pero judíos incrédulos de Tesalónica fueron a Berea a "agitar y a alborotar a la multitud". "E inmediatamente los hermanos hicieron marchar a Pablo a toda prisa hasta el mar; Silas y Timoteo se quedaron allí. Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas." ---entonces reducida a la posición de una antigua ciudad universitaria. En Atenas predicó su famoso discurso filosófico en el Areópago. Sólo unos pocos se convirtieron, entre ellos estaba San Dionisio el Areopagita. Algunos de sus oyentes frívolos se burlaron de él. Otros dijeron que eso era suficiente para el presente; que escucharían más en otro momento. Parece que él quedó muy decepcionado con Atenas, la cual nunca volvió a visitar y nunca se menciona en sus cartas.

El decepcionado y solitario apóstol salió de Atenas y viajó hacia el oeste, una distancia de cuarenta y cinco millas, a Corinto, la entonces capital de Grecia. La terrible flagelación en Filipos poco después de que había sido apedreado y dado por muerto en Listra, junto con el maltrato de parte de los judíos, como se describe en 2 Cor., debió haberlo debilitado mucho. Como no debemos suponer que él, al igual que su Maestro, se salvó milagrosamente del dolor y sus efectos, fue con dolor físico, nerviosismo y recelo que el solitario Apóstol entró en esa gran ciudad pagana, que tenía un mal nombre por su libertinaje en todo el mundo romano. Actuar como un corintio era sinónimo de llevar una vida floja. Corinto, que había sido destruida por los romanos, fue restablecida como una colonia por Julio César, el 46 a.C., y Augusto la convirtió en capital de la provincia romana de Acaya. Fue construida en el extremo sur del istmo que conecta el continente con la Morea, y estaba en la gran línea de tráfico entre Oriente y Occidente. Sus dos magníficos puertos, uno a cada lado del istmo, estaban atestados de buques y eran escena de bullicio y actividad constante. Corinto estaba llena de griegos, romanos, sirios, egipcios y judíos, muchos de éstos últimos habían venido hacía poco desde Roma a causa de su expulsión por Claudio; y sus calles estaban atestadas por decenas de miles de esclavos. También venían multitudes de todas partes cada cuatro años para estar presente en los juegos ístmicos. En la cima de la colina al sur de la ciudad estaba el infame templo de Venus, con sus miles de devotos femeninos dedicados a una vida de vergüenza.

Fue a este centro de tráfico, excitación, riqueza y vicio que San Pablo llegó, probablemente hacia finales del 51 d.C.; y donde pasó más de dieciocho meses de su carrera apostólica. Tomó su residencia con dos judíos cristianos, Aquila y su esposa Priscila (refugiados de Roma), porque eran del mismo oficio que él. Como todos los judíos, él había aprendido un oficio en su juventud, y en su casa se mantuvo a sí mismo trabajando en este comercio, a saber, fabricantes de tiendas, puesto que había decidido no recibir ningún apoyo económico de los corintios, los cuales amaban el dinero. Comenzó a predicar en la sinagoga todos los sábados; “y persuadía a los judíos y a los griegos". De este período dice que estuvo con ellos "en la debilidad y miedo, y mucho temblor". El maltrato que había recibido todavía estaba fresco en su memoria, como recuerda uno o dos meses después al escribir a los tesalonicenses, que había sido “tratado vergonzosamente en Filipos" (Epístolas a los Tesalonicenses | 1 Tes.]] 2,2). Pero cuando se le unieron Silas y Timoteo, quienes le llevaron ayuda pecuniaria de Macedonia, se volvió más audaz y confiado, y "se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los judíos de que el Cristo era Jesús. Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les dijo: ´Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.´” (Hechos de los Apóstoles | Hch.]] 18. 5-6).

Entonces comenzó a predicar en casa de Tito Justo, contigua a la sinagoga. Crispo, el principal de la sinagoga, y su familia, y varios de los corintios se convirtieron y fueron bautizados. Entre ellos estaban Cayo, Estéfanas y su casa, y la casa de Fortunato y Acaico, "las primicias de Acaya." (1 Cor. 1,14.16; 16,15). Sin embargo, la creciente oposición de los judíos y el estado impío de la ciudad tuvieron una influencia depresiva sobre él, pero "el Señor dijo a Pablo en la noche en una visión: No tengas miedo, sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo un pueblo numeroso en esta ciudad. Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios” ( Hch. 18,9-11). Muchos se convirtieron; algunos de ellos nobles, ricos y sabios, pero la gran mayoría no eran ni eruditos, ni poderosos, ni nobles (1 Cor. 1,26). Durante este largo período se plantó la fe no sólo en Corinto, sino en otras partes de Acaya, especialmente en Cencreas, el puerto oriental. A la larga los judíos incrédulos, al ver el grupo cada vez mayor de cristianos que frecuentaban la casa de Tito Justo, al lado de su sinagoga, se pusieron furiosos, y se alzaron unánimes y arrastraron a San Pablo ante el recién nombrado procónsul de Acaya, Galión, el hermano de Séneca (54 a.C.). Al percibir que era una cuestión de religión, Galión se negó a escucharlos. La multitud, al ver esto y suponiendo que se trataba de una disputa entre griegos y los judíos, cayó sobre el cabecilla de estos últimos (Sóstenes, que sucedió a Crispo como jefe de la sinagoga) y le dieron una paliza a la misma vista del tribunal; pero Galión fingió no darse cuenta. Su tratamiento debió haber intimidado a los judíos, y San Pablo "se quedó aún muchos días". Cornely opina que en este momento fue que hizo su viaje hasta Ilírico, y que su primera visita a los mismos "en el dolor" fue cuando regresó; otros, con mayor probabilidad, lo sitúan más tarde. San Pablo, por último se despidió de los hermanos, y viajó hasta Éfeso con Aquila y Priscila. Los dejó allí y se trasladó a Jerusalén y regresó por Antioquía, Galacia y Frigia, donde confirmó a todos los discípulos. Después de haber atravesado así "las costas superiores," regresó a Éfeso, donde estableció su cuartel general durante casi tres años. Fue hacia el final de ese período que escribió la Primera Epístola.

Autenticidad de las Epístolas

Hay poco que decir sobre la autenticidad de las Epístolas. Es tan abrumadoramente fuerte la evidencia histórica e interna de que fueron escritas por San Pablo que su autenticidad ha sido francamente aceptada por cada insigne escritor de las escuelas críticas más avanzadas. Aparecieron en las primeras colecciones de las Epístolas de San Pablo, y fueron citadas como Escritura por los primeros escritores cristianos. Los primeros herejes las citaron como autoridades y fueron traducidas a muchos idiomas a mediados del siglo II. La personalidad única de San Pablo está impresa en cada una de sus páginas. Baur, el fundador racionalista de la Escuela de Tubinga, y sus seguidores, afirmaban que las dos Epístolas a los Corintios, la Epístola a los Gálatas y la Epístola a los Romanos son inexpugnables. Uno o dos escritores hipercríticos, de poco peso, presentaron algunas objeciones inútiles contra ellas; pero estas apenas pretendían ser tomadas en serio; fueron refutadas y dejadas de lado por tal ultra escritor como Kuenen. Schmiedel, uno de los críticos modernos más avanzados, dice (Hand-Kommentar, Leipzig, 1893, p. 51) que a menos que se puedan aducir mejores argumentos contra ellas, las dos Epístolas deben ser reconocidas como auténticos escritos de San Pablo. La Segunda Epístola era conocida desde tiempos muy antiguos. Hay un rastro de ella en esa parte de "La Ascensión de Isaías", que data del siglo I (Knowling, "The Testimony of St. Paul to Christ”, p 58; Charles, "The Ascension of Isaiah”, pp. 34, 150). Era conocida por San Policarpo, por el escritor de la Carta a Diogneto, por Atenágoras, por Teófilo y por los herejes Basílides y Marción. En la segunda mitad del siglo II fue tan ampliamente utilizada que no es necesario dar citas.

Primera Epístola

Por qué la escribió

Importancia de la Primera Epístola

Divisiones de la Primera Epístola

Su enseñanza

Segunda Epístola

Estilo

Divisiones de la Epístola

Unidad de la Segunda Epístola

Unidad de la Iglesia en Corinto según se muestra en las dos Epístolas

Bibliografía: Las introducciones usuales tales como CORNELY, JACQUIER, SALMON, BELSER, ZAHN; BERNARD, Second Corinthians en Expositor's Greek Testament (Londres, 1903); FINDLAY, First Epistle to the Corinthians en Exp. Gr. Test. (Londres, 1900); RICKABY, Romans, Corinthians, Galatians (Londres, 1898); KENNEDY, Second and Third Corinthians (Londres, 1900); ALFORD, The Greek Test. (Londres, 1855), II; ROBERTSON en HASTINGS, Dict. of the Bible; Lives of St. Paul por FARRAR, CONYBEARE y HOWSON, LEWIN, FOUARD; MCEVILLY, An Exposition of the Epistles of St. Paul (3ra ed., Dublin, 1875) CORNELY, Commentarius (París, 1890). Vea también los comentarios de ESTIUS, BISPING, MAIER, LOCH, REISCHL, DRACH, STEENKISTE. El comentario crítico de SCHMIEDEL, Die Briefe an die Korinther in Hand Kommentar (Leipzig, 1893); LIGHTFOOT, Biblical Essays, Notes on Epistles of St. Paul (notas sobre los siete capítulos de Primera Corintios — Londres, 1895); ROBERTSON, Corinthians in The International Critical Commentary (Cambridge, 1908).

Fuente: Aherne, Cornelius. "Epistles to the Corinthians." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. 5 Oct. 2015 <http://www.newadvent.org/cathen/04364a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina