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Jueves, 28 de marzo de 2024

Epístolas a Timoteo y Tito

De Enciclopedia Católica

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(Las pastorales)

Santos Timoteo y Tito

Los santos Timoteo y Tito fueron dos de los discípulos de San Pablo, que este más quería y en quienes más confiaba. Ellos le acompañaron en muchos de sus viajes. Timoteo es mencionado en

Hechos, xvi, 1; xvii, 14, 15, 1; xviii, 5; xix, 22; xx, 4; Rom., xvi, 21; I Cor., iv, 17; II Cor., i, 1, 19; Fil., i, 1; ii, 19; Col., i, 1; I Tes., i, 1; iii, 2, 6; II Tes., i, 1; I Tim., i, 2, 18; vi, 20; II Tim., i, 2; Filem., i, 1; Heb., xiii, 23;

y Tito en II Cor., ii, 13; vii, 6, 13, 14; viii, 6, 16, 23; xii, 18; Gal., ii, 1, 3; II Tim., iv, 10; Tit., i, 4.

San Timoteo ha sido considero por algunos como “Angel de la Iglesia de los Efesios”, Apoc., II, 1.17. De acuerdo con el antiguo martirologio romano, murió siendo obispo de Efesio. Los bollandistas (24 Jan) se refieren a dos vidas de San Timoteo, una Polycrates (un antiguo obispo de Efeso y contemporaneo de San Irineo) y otra por Metaphrastes, considerándose que esta última es una expansión de la primera. La primera establece que durante la persecución de Nerón, San Juan arribó a Efeso, donde vivio con San Timoteo hasta que fue exiliado a Patmos. Timoteo, quien estaba soltero continuó como Obispo de Efeso hasta que tuvo una edad superior a los 80 años, siendo mortalmente golpeado por los paganos. De acuerdo con una antigua tradición, Tito continuó luego de la muerte de San Pablo, como Arzobispo de Creta. A su muerte tenía una edad superior a los 90 años.

Epístolas a Timoteo y Tito: Autenticidad

Evidencia Interna

Lo que resta de este artículo será dedicado al importante tema de la autenticidad, el cual requiere discusión. Los católicos saben producto de la tradición universal y de la infalible enseñanza de la Iglesia que estas Epístolas fueron inspiradas, de lo que se deriva la autoridad Paulina que ellas tienen al ser escritas por el apóstol. No hubo ninguna duda acerca de este tema, hasta el principio del Siglo XIX. Pero desde ese entonces las discusiones han contado con amargos ataques por escritores alemanes y de otras nacionalidades. Sus objeciones se basan principalmente en evidencia interna, y en alegadas dificultades para encontrar un lugar para ellas durante la vida de San Pablo.

A. Objeción de la Ausencia de vocabulario Paulino

Moffatt un escritor representativo de esta escuela, escribe (Ency. Bib., IV): “Frases y Palabras favoritas del lenguaje Paulino son destacadas .... la extensión y significado de este cambio en el vocabulario no puede ser adecuadamente explicado aún cuando uno establece como factores de gran peso las situaciones, tópicos, espacios de tiempo, fertilidad literaria, o debilidad senil”. Examinemos la lista de palabras favoritas Paulinas de este escritor y de la ausencia que se indica de las mismas:

Adikos (injusto). Esta palabra se encuentra en in Rom., iii, 5; I Cor., vi, 1, 9, pero no en otras de las epístolas Paulinas que se admiten como genuinas por este escritor. (Si esta ausencia es fatal para las Epístolas Pastorales, por qué no lo es para I and II Tes., II Cor., Gal., Fil., Col., and Filem. Más aún, la palabra adiquia se encuentra en las pastorales, II Tim, ii, 19.

Akatharsia (suciedad). Esta palabra no se encuentra en I Cor., Fil., II Tes., and Filem. ¿Si esa situación no nos dice algo contra esas Epístolas por qué si es sitada contra las Pastorales ?

Ouiothesia (adopción). Esta palabra se encuentra tres veces en Romanos, ona vez en Gálatas, pero no se encuentra en Corintios I y II I and II Tes., Fil., Col., and Filem. Es difícil entender por qué esta omisión solo se usa contra las Pastorales.

Patre hemon (Nuestro Padre). Las expresiones, Dios “nuestro Padre” y Dios “El Padre” se encuentran en las epístolas de San Pablo. La primera de esas expresiones es frecuentemente utilizada en las primeras epístolas, por ejemplo siete veces en Tesalonicenses, mientras que la última expresión no es usada. Sin embargo, en Romanos “Dios Nuestro Padre” aparece una vez y “El Padre” una vez. En I Cor. leemos “Dios Nuestro Padre” una vez y “El Padre” dos veces. Lo mismo puede decirse de II Cor. En Gal. encontramos “Nuestro Padre” una vez y “El Padre” tres veces. En Fil. la primera expresión se encuentra dos veces y la última una vez; en Col. la primera expresión solamente una vez y la última tres veces. “El Padre” se encuentra una vez en cada una de las Epístolas Pastorales; y debido a ello es evidente el uso de la expresión “Nuestro Padre” por parte de San Pablo, lo cual se encuentra una vez en cada una de las Epístolas a los Romanos, I y II Cor, Gal, y Col. Sería absurdo concluir a partir de esto que los capítulos restantes fueron espurios.

Diatheke (convenio, pacto). Esta palabra se encuentra dos veces en Rom., una vez en I Cor., dos veces en II Cor., tres veces en Gal. y ninguna vez en I y II Tes, Fil., Col, y Filem, las cuales si son admitidas como genuinas por Moffatt.

Apokalyptein (revelación) una palabra que solamente se encuentra una vez en Fil y no se encuentra en II Cor., I Tes., Col., y Filem.

Eleutheros (libre). No se encuentra en I y II de Tes., II Cor., y Filem., por lo tanto no es una prueba de la autoría Paulina. Esta composición no se encuentra en I y II de Tes., Fil, Cor, o Filem., y si se encuentra en otras de manera esporádica con la excepción de Gal.

Energein (ser operativo). Esta palabra no se encuentra sino solo una vez en Rom., Fil., Col., I y II Tes. Nadie concluiría que la ausencia de esta palabra de los fragmentos restantes de estas Epístolas, que son más extensas que las Pastorales, no fueron escritas por San Pablo.

Katergazesthai (desempeño). Esta palabra se encuentra varias veces en Rom., y II Cor., y una vez en I Cor. y en Fil., está ausente en I y II de Tes, Gal., Col., y Filem., los cuales son escritos genuinos aun con esa carencia.

Kauchasthai (alardear), aparece unícamente en Fil, y en II Tes. y está ausente en I Tes., Colos y Flem.,

Moria (disparate). Se encuentra cinco veces en I Cor., y en ninguna más de las Epístolas Paulinas.

No es necesario molestar al lector yendo a través de toda la lista. Hemos examinado cuidadosamente cada palabra con resultados similares. Quizá con una sola excepción, cada palabra está ausente de varias Epístolas genuinamente Paulinas, y las palabras excepcionales se encuentran una vez en varias de ellas. Este examen muestra que esta lista no permite el más mínimo argumento contra las Pastorales, y que San Pablo escribió mucho sin utilizar tales palabras.

Es probable que la compilación de tales listas deje una impresión errónea en la mente de un lector desprevenido. Siguiendo un proceso similar, con la ayuda de concordancia, sería posible probar que cada Epístola de San Pablo tiene la apariencia de ser espuria. Se podría demostrar que Gálatas por ejemplo no contiene muchas palabras que si se encuentran en varias de las otras Epístolas. Un método de razonamiento que conduce a tales conclusiones erróneas debería ser desacreditado, lo mismo que no debería ser tomado como sustancial otros argumentos que pueden hacer escritores basados en listas que conducen a desinformación acerca del libro de la Escritura.

B. Objeciones del uso de prefijos, sufijos y palabras específicas.

Ciertos prefijos, sufijos y preposiciones y palabras específicas están ausentes Jülicher en su "Introd. to the New Test.", p. 181, escribe: “El echo que brinda convicción (contra las pastorales) es que muchas palabras que fueron indispensables a Pablo están ausentes en tales Epístolas, por ejemplo ara, dio, dioti.”. No obstante, como Jacquier puntualiza, nada puede concluirse a partir de la ausencia de tales particularidades, porque San Pablo no las empleo de manera uniforme, y varias de ellas no se encuentran en las Epístolas sin controversia. El Dr. Headlam, un escritor Anglicano, señala en un documento leido en el Congreso de la Iglesia en 1904 que ara se encuentra veintiseis veces en las cuatro Epístolas del segundo grupo, solo tres veces en todas las demás y ninguna vez en Col., Fil., Filem. Dio aparece dieciocho veces en Rom., Gal, y Cor. pero ninguna en Col. o II Tes. La palabra disti no aparece en II Tes., II Cor., Ef., Col., o Filem. Encontramos que epeita no aparece en Rom., II Cor., Fil., Col., II Tes., y Filem., tampoco aparece en I Tes., Col., y Filem.

Es innecesario ir a través del catálogo completo que usualmente utilizan los oponentes, por el mismo fenómeno que ya ha sido descubierto. El uso de palabras específicas y particularidades son utilizadas como parte de los argumentos en relación con las Epístolas de San Pablo, pero ellas son utilizadas esporádicamente, lo cual constituye una característica similar en el caso de las Pastorales. Su empleo depende también mayormente de el carácter seguido en la escritura a mano, o copia del manuscrito.

C Objeciones de “Hapax Legomena”

La gran objeción a las Pastorales es el admitido gran número de hapax legomena encontrado en ellas. Workman (Expository Times, VII, 418) toma el término “hapax legomenon” para indicar cualquier palabra usada en una Epístola en particular y no otra vez en el Antiguo Testamento, esto se encuentra en Grimm-Thayer´s “Lexicon” y las siguientes citas de legomena: Rom. 113, I Cor. 110, II Cor. 99, Gal. 34, Efe. 43 Fil. 41, Col. 38, I Tes. 23, II Tes. 11, Filem. 5, i Tim. 82, II Tim. 53, Tito 33.

Los números tienen que ser reducidos en tanto contienen palabras de varias lecturas. Estas figuras sugerirían a la gente, como lo hacen para Dean Farrar, que el número de palabras peculiares en las Pastorales, no tienen un llamado para una explicación posible. Workman, sin embargo, piensa que para fines científicos, la longitud proporcionalmente larga de las Epístolas, debería de tomarse esto en cuenta. El calculó que el promedio de hapax legomena que ocurre en una página de los textos de Westcott y Hort, rinde los siguientes resultados: II Tes. 3-6, Fil. 4, Gal. 4.1, I Tes. 4.2, Rom. 4.3, I Cor. 4.6, Efe. 4.9, II Cor. 6.10, Col. 6-3, Fil. 6-8, II Tim. 11, Tito y I Tim. 13.

La proporción de los hapax legomena en las Pastorales es larga, pero cuando se comparan con Fil, no es más grande que entre Cor. II, y Tes. II. Debe ser notado las mismas se incrementan en términos de tiempo.

Workman da una explicación en dos sentidos. Primero, un escritor tiene su avance en la vida usando más palabras extrañas e involucrándose en construcciones, tal y como puede ser visto al comparar la “Latter-Day Pamphlets” de Carlyle, y su “Heros and Hero-Worship”. Segundo, el número de palabras inusuales en cualquier autor es variable en términos cuantitativos. El ha encontrado que el número promedio de hapax legomena pro página del primer volumen de la edición de obras de Shakespeare, por Irving, es el siguiente: "Love's Labour Lost" 7.6, "Comedy of Errors" 4.5, "Two Gentlemen of Verona" 3.4, "Romeo and Juliet" 5.7, "Henry VI, pt. 3" 3.5, "Taming of the Shrew" 5.1, "Midsummer Night's Dream" 6.8, "Richard II" 4.6, "Richard III" 4.4, "King John" 5.4, "Merchant of Venice" 5.6, "Henry IV, pt. I" 9.3, "pt. II" 8, "Henry V" 8.3, "Merry Wives of Windsor" 6.9, "Much Ado About Nothing" 4.7, "As You Like It" 6.4, "Twelfth Night" 7.5, "All's Well" 6.9, "Julius Cæsar" 3.4, "Measure for Measure" 7, "Troilus and Cressida" 10.1, "Macbeth" 9.7, "Othello" 7.3, "Anthony and Cleopatra" 7.4, "Coriolanus" 6.8, "King Lear" 9.7, "Timon" 6.2, "Cymbeline" 6.7, "The Tempest" 9.3, "Titus Andronicus" 4.9, "Winter's Tale" 8, "Hamlet" 10.4, "Henry VIII" 4.3, "Pericles" 5.2. Para tener un argumento similar respecto al “Paradise” de Dante, XI. El total de hapax legomena para varias de las obras de teatro son: "Julius Cæsar" 93, "Comedy of Errors" 88, "Macbeth" 245, "Othello" 264, "King Lear" 358, "Cymbeline" 252, "Hamlet" 426, "The Merchant of Venice" 148.

Este escrutinio de palabras peculiares sobre cada obra de teatro, arroja luz sobre otra dificultad en las Pastorales, la recurrencia de expresiones; “a faithful saying”, “sound words”, etc. “Moon-calf” ocurre cinco veces en “The Tempest”, y en ningún otro lugar más. “Pulpit” seis veces en una escena de “Julio César” y en ningún otro lugar más; “hovel” cinco veces en “King Lear”; “mountaineer” cuatro veces en “Cymbeline”, etc. Compárese esto con “Dios perdone” en Gal, Rom. y una vez en I Cor. y no en otras Epístolas de San Pablo. “Palabras sonoras” fueron usadas por Filo antes que San Pablo en lo que puede identificarse cierto cruce con San Lucas (véase la lista de palabras de Plumtres en relación con palabras comunes en San Lucas y San Pablo, citadas en la obra de Farra: “San Pablo”, I. 481).

Workman al parecer omitió un punto en su útil artículo. Los hapax legomena no están igualmente distribuidos en las Epistolas, sino que se ubican en grupos. Por tanto, más de la mitad de ellos en Col. se encuentran en el segundo capítulo, donde se aborda un nuevo tema (véase Abbott, "Crit. . . . Comment. respecto a la Ep. a los Efesios y a los Colosences” en “Internat. Crit. Comment."). Es una alta proporción en cualquier capítulo de las Pastorales.

Algo similar es observable en II Cor., Tes., etc. Más de sesenta de setenta y cinco hapax legomena en I Tim., ocurre en cuarenta y cuatro versítulos, donde las palabras, en su mayoría, naturalmente emergen con los nuevos temas que se tratan. Las restantes dos terceras partes de la Epístola, tienen pocos hapax legomena como cualquier otra porción de los escritos de San Pablo. Partes de Fil., también son objetables y también se encuentran en otras Epístolas.

La “Autoría de las Epístolas Pastorales” fue discutida en “The Church Quarterly” en octubre de 1906 y en enero de 1907. En la primera ocasión, el escritor puntualizó que la hipótesis contra San Pablo presentaba más dificultades que la posición paulina; y en el segundo caso hizo un detallado examen de hapax legomena. Setenta y tres situaciones son encontradas en la Septuagésima, de la cual San Pablo fue un diligente estudiante, y ninguna de ellas podría haber sido utilizada tan bien en el caso de considerar a un imitador. Diez de las restantes son sugeridas por palabras de la Septuagésima, por ejemplo, “anexikakos” II Tim., ii, 24, “anexikakia” Wisd., ii, 9; antítesis I Tim., vi, 20, antitetos Job, xxxii, 3; “authentein” I Tim., ii, 12, “authentes” Wisd., xii, 6; genealogía I Tim., i, 4, Tit., iii, 9; “geneealogein” I Par., v, 1; “paroinos” I Tim., iii, 3, Tit., i, 7, “paroinein” Is., xli, 12, etc.

Veintiocho palabras restantes son encontradas en los clásicos, y trece más en Aristóteles y Polibius. Strabo, nacido en el 66 antes de Cristo, nos permite eliminar gradualmente. Todas estas palabras formaban parte del lenguaje griego normal para los tiempos de San Pablo, un lenguaje muy conocido para él y para cualquier otro individuo a fines del primer siglo. Cualquier palabra utilizada por un autor contemporáneo de San Pablo podía también haber sido utilizada por el Apostol mismo, podría ocurrir subsecuentemente una imitación. De esta manera podemos deducir ocho de las restantes palabras, las que son comunes en las Pastorales y en Filo, en contemporáneo un poco más viejo que San Pablo. Al abordar las restantes cincuenta palabras, debemos hacer un llamado en el obvio hecho de que para ello se requiere de un nuevo vocabulario.

Si esto no se atiende, sería fácil probar que Platón no escribió Timeus. La organización y la conducta en la vida práctica, etc., no pueden ser abordados con las mismas palabras en aquellos puntos en que se elaboran puntos doctrinales. Esto equitativamente da cuenta de ocho palabras, tales xenodochein, oikodespotein, teknogonein, philandros, heterodidaskalein, etc., las que son utilizadas por el autor. El hecho de que deteste a los errores indudablemente hace un llamado a kenophonia, logomachein, logomachia, metaiologia, metaiologos, varias de las cuales fueron acuñadas por la ocasión.

El elemento de oportunidad se relaciona con el lenguaje en "parchments", "cloak", y "stomach": él no tuvo oportunidad de hablar de tales cosas con anterioridad, tampoco como un “profeta” pagano. Siete de las palabras restantes tienen relación con el modesto principio que las palabras se derivan de composiciones admitidamente adjudicadas a San Pablo, palabras que razonablemente se asume escritas por el Apóstol más que de un imitador, por ejemplo, airetikos, Tit., iii, 10; airesis, I Cor., xi, 19; Gal., v, 20; dioktes, I Tim., i, 13; diokein, Rom., xii, 14, etc.; episoreuein, II Tim., iv, 3; soreuein epi Rom., xii, 20; LXX, etc. Otras cinco palabras son derivadas de vocablos bíblicos y fácilmente se le pueden haber ocurrido a San Pablo como un escritor ya consumado. El resto de palabras, aproximadamente unas veinte, se disponen por separado.

El uso de Epifanía, en lugar de “parousia”, en referencia a la segunda venida de Cristo, no es contra las Pastorales, porque San Pablo utiliza en este sentido un patrón que no es uniforme. Tenemos la “memera kyriou” en I Tes., v, 2; 1 Cor., i 8, v, 5; apocalipsis en II Tes., i, 17; y epifanía “tes parousias autou” en II Tes., ii, 8. Lilley ("Pastoral Epistles", Edinburgh, 1901, p. 48) indica que de las 897 de palabras contenidas en las Pastorales, 726 son comunes a ellas y a otros libros del Nuevo Testamento, y que dos terceras partes del vocabulario se encuentran en otras Epístolas de San Pablo, y que esta proporción es común respecto a las encontradas en Gálatas y Romanos.

El mismo escritor, en su lista completa de 171 hapax legomena en las Pastorales, puntualiza que 113 de éstas son palabras clásicas, es decir, pertenecientes al vocabulario de alquien que conoce bastante bien el griego. No es sorprendente que muchas de ellas puedan ser encontradas en estas Epístolas que estaban dirigidas a dos discípulos muy bien educados en el lenguaje griego. Otro punto en el que se insiste por quienes tienen objeciones es cierta limitación literaria o afinidad verbal que relaciona las Pastorales con escritos de San Lucas, y los Hechos de los Apóstoles, y que señalarían una fecha más tardía. Pero en realidad esta conexión está en su favor, tal y como se evidencia en una tendencia de la moderna crítica hacia el reconocimiento de Lucas sobre estos trabajos, y Harnack ha escrito dos volumens para probar eso (véase LUCAS, EVANGELIO DE UN SANTO).

Este escritor va ahora a agregar un tercer elemento a fin de demostrar que fueron escritas por San Lucas antes del año 64. Cuando las Pastorales fueron escritas, San Lucas fue la compañía constante de San Pablo, y puedo haber actuado como su asistente. Esta relación pudo haber influenciado el vocabulario de San Pablo, y ser la causa de expresiones como la de “agathoergein” en I Tim., vi, 18; agathopoein de Lucas, vi, 9; agathourgein, contracción de agathoergein, Hechos, xiv, 17. San Pablo tiene ergazomeno to agathon en Rom., ii, 10. De todo lo que se ha dicho, no es sorprendente que Thayer, en su traducción del “Lexicon” de Grimm, escribiera: “Los monumentales desaciertos cometidos por algunos que han cuestionado la autoría en función del vocabulario, impedirán en cierto grado a los estudiantes, es esperado, del uso incorrecto de las listas que exhiben las peculiaridades de varios libros”.


D. Objeciones de estilo

“La comparativa ausencia de notable fervor, el suave fluir, el amontonamiento de las palabras, todo apunta a otro signo manual diferente del de Pablo” (Enc. Bib.). Precisamente los mismos elementos pueden decirse acerca de otras Epístolas de San Pablo, y nuevamente grandes secciones del resto de escritos. Todos los críticos admiten que grandes porciones de las Pastorales son parecidas a los escritos de San Pablo y se mantiene que esas partes fueron tomadas de genuinas cartas escritas por el Apóstol (ahora están perdidas).

Varios intentos discordantes se han hecho a fin de separar esas porciones del resto, pero con tan poco éxito, que Jülicher confiesa que eso es imposible. Por otra parte, es de opinión general de los mejores académicos, que las trees Epístolas son de la pluma del mismo escritor. Siendo ese el caso y siendo imposible negar que hay porciones indistinguibles del resto de lo escrito por San Pablo, se concluye que es correcta la tradición antigua de adjudicar esos escritos al Apóstol.

En tanto pasamos de uno a otro de los grupos de las Epístolas de San Pablo, tenemos cuatro grupos:

(1) Tesalocenses; (2) Gálatas, Corintios, Romanos; (3) Epistolas de Cautividad; (4) Pastorales.

Observamos diferencias considerables en estilo con cada una de las marcas, existiendo también semejanzas, y ese es precisamente el caso que se encuentra en las Pastorales. Hay algunos puntos sobresalientes de conexión entre ellas y Fil., la Epístola que más probablemente tiene cercanía en cuanto a fecha, pero hay muchas similitudes en el vocabulario, estilo e ideas conectando con porciones de todas las otras Epístolas, especialmente con las partes prácticas.

Hay por ejemplo, cuarenta y dos pasajes en relación con I Tim., y las primeras Epístolas. Los términos casi son idénticos, pero se presentan con cierta libertad denotando el trabajo independiente de la misma mente, no el de una consciente imitación. Las Pastorales muestran por medio de los mismos síntomas de originalidad tal y como son encontradas en los escritos del Apóstol. Existe similitud en la “anacoluta”, oraciones incompletas, juego de palabras, largos períodos, semejantes comparaciones, etc.

Las Pastorales evidencian ser prácticas, y por tanto muestran el fervor del estilo que las contiene en la mayor parte de ellas, hay aspectos controversiales y fragmentos argumentativos de esas largas epístolas (véase el valioso libro de James, "Genuineness and Authorship of the Pastoral Epistles", Londres, 1906; y también a Jacquier, y Lilley).

Debe ser notado, respecto a esta conexión, que Van Steenkiste, profesor en el Seminario Católico de Bruge, indica desde 1876, que la inspiración de las Pastorales y de su autoría paulina estaría suficientemente resguradada si aceptamos que ellas fueron escritas en nombre y con la autoría del Apóstol por uno de quienes le acompañaban, es decir San Lucas, a quien él le explicó lo que tenía que ser escrito, o a quien le dio un resumen escrito de los puntos a ser desarrollados, y que cuando las cartas estuviesen finalizadas, San Pablo las leería, aprobaría y las firmaría. Esto, piensa el profesor, fue la forma en la cual fue escrita “Hebreos” (San Pauli Epistolae, II, 283).


E. Objeciones respecto al estado de avance que tenía la organización de la iglesia

Esta objeción está adecuadamente respondida en los artículos JERARQUIA DE LA IGLESIA ANTIGUA, OBISPO, etc. Véase también "The Establishment of the Episcopate" en la obra del Obispo Gore "Orders and Unity" (Londres, 1909), 115. Los siete, San Esteban, Felipe, etc., fueron establecidos en sus ministerios por los Apóstoles, por oración y por imposición de manos. Luego de esto, leemos que ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y predicaron con gran éxito (Hechos, vi, vii).

Con base en el método común de San Lucas, podemos concluir que una ceremonia similar fue empleada por los Apóstoles en otras ocasiones, cuando fueron seleccionados individuos para ser diáconos, presbíteros, u obispos. Leemos de los presbíteros con los Apóstoles en fechas antiguas de Jerusalem (Hechos, xv, 2) y de conformidad con la tradición antigua, Santiago el Menor fue nombrado obispo cuando la dispersión de los Apóstoles, y fue sucedido por su primo Simeon en el año 62. San Pablo y Barnabás ordenaron sacerdotes en cada iglesia de Derbe, Lystra, Antioquia de Pisidia, etc. (Hechos xiv, 22).

Obispos y sacerdotes o presbíteros, son mencionados en el discurso de San Pablo en Mileto (Hechos, xx, 28). En la primera Epístola (I Tes., v, 12) San Pablo habla de rectores que estaban sobre él en el Señor –véase también Rom., xii, 8; “gobiernos” son referidos en I Cor., xii, 28, y “Pastores” en Ef., iv, 11. San Pablo escribió “a todos los santos en Cristo Jesús, quienes en Filipenses, con obispos y diáconos” (Fil., i, 1, en Rom., xii, 6-8, 1 Cor., xii, 28, Ef., iv, 11, San Pablo no está dando una lista de oficios en la Iglesia, sino de dones carismáticos (para un significado de los mismos véase JERARQUIA DE LA IGLESIA ANTIGUA).

Esas son dotaciones de carisma subrenatural y transitorio, estando relacionadas con los Apóstoles y presumiblemente con sus delegados. Conjuntamente con los poseedores de tales dones, leemos acerca de “autoridades”, “gobernadores”, “pastores”, y en otros lugares, de “obispos”, “sacerdotes”, y “diáconos”.

Estas personas, podemos asumir en términos de legalidad, fueron nombrados por los Apóstoles, con inspiración del Espíritu Santo, mediante oración e imposición de manos. Antes del año 64 había sido ordenados diáconos, sacerdotes y posiblemente también obispos. Si fue así tenían órdenes de obispos, pero muy probablemente no estaban bien definidos los límites de las jurisdicciones, y dependían de la voluntad de los Apóstoles. Es muy probable, en alto grado, que los Apóstoles al final de sus vidas, y ante la extensión más y más de la iglesia, ordenaron y delegaron en otros, tales como sacerdotes y diáconos, como fue el hábito de nombramientos de si mismos.

La antigua tradición muestra que una cosa tuvo lugar en Roma en el año 67, y no hay nada más avanzado que esto en las Pastorales. Timoteo y Tito fueron consagrados como delegados a fin de regir con autoridad apostólica, y nombrar diáconos, sacerdotes y obispos (probablemente sinónimos en estas epístolas).

Luego emerge una objeción: “Sin embargo, el elemento distintivo, Ej.: la prominencia asignada a Timoteo y Tito es entendible solamente con base en la suposición que el autor tenía especialmente la visión ulterior al final de reivindicar la sucesión evangélica del episcopado contemporáneo y de otros que ocupaban posiciones, siendo esto el factor responsable para varias razones por las cuales sería desafiado ... El deseo (visible en Clem. Rom.) por continuidad en la sucesión como una garantía de autoridad respecto a la doctrina (y por tanto a la disciplina) está presente en los esfuerzos de este paulista, por mostrar que Timoteo y Tito eran genuinos herederos de Pablo”. (Enc. Bib. IV).

Si este deseo es visible en San Clemente de Roma, quien fue discípulo de los Apóstoles y escribió un poco menos de treinta años luego de la muerte de ellos, es seguramente posible que él estaba manteniendo una organización establecida por ellos y que estaba defendiendo algo que ellos ignoraban. Si estas Epístolas fueron escritas contra la gente que desafiaba la autoridad de obispos y sacerdotes, cerca del año 100, ¿por qué es que estos oponentes no se manifestaban contra algo que los confundía? De esto no se tiene la menor evidencia.

F. Objeción

No hay espacio para ellas en el tiempo de vida de San Pablo. El escritor en la “Enc. Bib.” nunca se cansa de acusar a los defensores de las Epístolas en cuanto a hacer supuestos gratuitos, aunque se permite a sí mismo gran grado de libertad al respecto en todo su artículo. En una aseveración gratuita, por ejemplo, indica que San Pablo fue ejecutado al final del primer período de cautiverio en Roma, en el año 63 o 64. La cristiandad no había sido aún declarada una religión ilícita, y de conformidad con la ley romana, no había motivo para que se le enviara a la muerte.

Fue arrestado a fin de salvarle de las multitudes judías en Jerusalén. Los judíos no dieron muestras de estar contra él durante los primeros dos años que tuvo en prisión. Agrippa dice que pudo no haber apelado al César, de manera que no hubiera un cargo real contra él cuando fue traído frente al monarca o sus representantes. Las Epístolas escritas durante este cautiverio en Roma demuestran que él esperaba ser liberado en el corto plazo (Fil., 22; Fil., ii, 24).

De manera ligera, Harnack y otros, con base en Clem. Rom. y en Muratorian Fragment, piensan que él no fue solamente liberado, sino que él llevó a cabo su plan en cuanto a visitar España. Durante los años de 63-67 visitó Creta y otros lugares y escribió la I Tim., y Tito, II Tim fueron escritas durante su segunda prisión en Roma, un breve tiempo antes de su muerte.


G. Objeción de errores condenatorios

Se dice que los errores referidos a las Pastorales no existieron en los tiempois de San Pablo, aún cuando los más avanzados críticos (Enc. Bib.) han ahora abandonado la teoría (mantenida con gran confianza en el Siglo XIX) que las Epístolas fueron escritas contra Marcion y otros Gnósticos aproxiamadamente a mediados del Siglo II.

Ahora se concede que fueron del conocimiento de San Ignacio y Policarpo, y por tanto, escritas no más allá del final del primer siglo o en los primeros años del siglo segundo. Se requiere un gran sentido crítico para detectar en ese tiempo, la existencia de los errores de Ignacio, las semillas que no existirían 30 ó 40 años más tarde y de las cuales San Pablo no pudo prever su desarrollo. “El ambiente estaba marcado por fases incipientes de lo que llegaría a desembocar el gnosticismo en el Siglo II” (Enc. Bib.): pero las incipientes fases del gnosticismo son ahora reemplazadas por competentes académicos en una fecha más temprana que la indicada por este escritor.

Ningún sistema conocido del gnosticismo se corresponde con los errores mencionados en las Pastorales; en réplica a esto, no obstante, se señala que los “errores no son dados en detalle para evitar anacronismos” (ibid). Algunas veces los oponentes de la autenticidad, injustamente atacan el actual contenido, pero aquí las Epístolas son condenadas por “contenido” que no existe. Un divertido ejemplo de las precariedades del método subjetivo está visto en el mismo artículo (Enc. Bib.).

El escritor argumentando contra las Epístolas sobre el tema de los saludos, indica que “Filemón es una de las notas de Pablo”. De pronto somos sorprendido sin embargo, por una nota (¿editorial?) que indica entre paréntesis: “compare, sin embargo, con Filemón”. Al volver al Filemón encontramos lo que indica van Manen, con igual confianza, que el Apóstol no tenía en absoluto que ver con la Epístola, y apoya sus declaraciones en el mismo tipo de argumentos subjetivos que encontramos en el artículo de Timoteo y Tito. El lanza la absurda sugerencia que Filemón estaba basada en la carta de Plinio, la cual está dada completamente por Lightfoot en esta edición de Filemón.

Hort, en su “Judaistic Christianity” (Londres, 1898), 130-48, no cree que los errores de las Pastorales tengan alguna conexión con el Gnosticismo, y da una respuesta completa a la objeción en la que tal conexión se aborda. Con Weiss, este autor establece las bases para hacer importantes distinciones:

(1) Debemos distinguir las profecías de lo que pueden ser en el futuro falsos maestros, lo que implica que los gérmenes, para decirlo como mínimo, pueden ser el mal del futuro, el cual ya es perceptible (I Tim., iv, 1-3; II Tim., iii, 1-5, iv, 3. Estas son advertencias para los tiempos presentes;

(2) Las perversidades de individuos como Alexander, Hymenaeus, y Fileto, no se deben tomar como evidencia directa de la corriente orientada a establecer falsas enseñanzas;

(3) Maestros no cristianos, los corruptores de la creencia cristiana, no deben confundir ni desinformar a los creyentes.

Los errores que San Pablo fácilmente previó que surgirían entre falsos cristianos y paganos no pueden ser lanzados contra las Epístolas, como si no hubieran emergido antes. Hort elabora un buen caso en el sentido de que no existe el mínimo trazo de gnosticismo en los ya existentes errores entre los cristianos de Efesio y Creta, los que son tratados más como trivialidades que como errores. “El deber para Timoteo y Tito no es el de refutar errores, sino en matenerlos claros, y de alertar a otros sobre el mantener claridad respecto a trivialidades que emergan en el oficio de la religión”.

Este autor muestra que esos errores tienen evidentes marcas de origen judáico. El hecho de que San Irineo, Hegesipo, y otros utilizaron las palabras de las Pastorales contra los gnósticos del Siglo II no es prueba de que el gnosticismo era lo que tenía el autor en mente. Las palabras de la escritura han sido empleadas para confundir a los heréticos en cada edad o tiempo. Esto, dice el autor, es verdad en relación con las expresiones de “pseudónimos gnosis”, “aphthartos”, “aion”, epifanía, los que se han tomado con un sentido ordinario. “No existe el más pequeño signo de que tales palabras tienen cualquier referencia a lo que identificamos con los términos gnósticos”.

Hort toma la genealogía con mucho, en el mismo sentido en el que es empleado por Polibio, IX, ii, 1, y Diodoro Siculus, IV, i para significar historias, leyendas, mitos de los fundadores de los estados. “Varios de estos historiadores antiguos, o “logógrafos” son conocidos por haber escrito libros de este tipo titulados Genealogía, Genealógica, (Ej.: Hecateus, Acusilanus, Simonides el Joven, quien tomó el título Geneálogos, como lo hizo también Ferecides)” (p. 136). Filo incluyó bajo el título de “genealogikon”, toda la historia humana primitiva en el Pentateuco.

Este término pudo haber sido aplicado por San Pablo en el rango de la creciente leyenda respecto a los Patriarcas, etc., tal y como se define en el “Libro de los Jubileos” y en el de la “Haggada”. Esto fue condenado por él como algo no digno de crédito. Los otros errores contemporáneos son como los de carácter judío. Hort toma la antítesis “tes pseudonymou gnoseos” para referirse a la casuística de los escribas tal y como la encontramos en la “Halacha”, como en la mitología, y la genealogía designan frivolidades como las contenidas en la “Haggada”.

No obstante, no se posible que todo esto (antitheseis tes pseudonymou gnoseos) se refiera al sistema de interpretación desarrollado en la Kabala, de la cual se da una conveniente descripción en la obra de Gigot: “General Introduction to the Study of the Holy Scriptures”, p. 411 (véase también “Kabbala” en la Enciclopedia Judía, y Vigoroux, “Dict. de la Bible”). El que siguiera solamente el sentido literal del texto de la Biblia Hebrea no tiene real conocimiento o gnosis, de la profundidad de los misterios contenidos en las cartas y palabras de la escritura.

Las palabras “notarikon” fueron construidas a partir de las iniciales de varias, u oraciones formadas por el uso de letras de una palabra como iniciales de palabras. En la “ghematria”, se utilizaron valores numéricos de cartas que usamos, cualquier palabra de igual valor numérico fue substituída por cada una de las nuevas combinaciones formadas. En la “themura”, el alfabeto fue dividido en dos partes iguales, y las cartas de la mitad fueron substituídas por las correspondientes letras de la otra mitad, en el texto, trayendo así el sentido escondido de las escrituras.

Estos sistemas tienen fechas anteriores inmemoriales. Fueron tomadas por los judíos a partir de los gnósticos del Siglo II, y fueron ya conocidas por los primeros Padres, y estuvieron probablemente en uso antes de los tiempos apostólicos. Ahora la antítesis puede significar no sólo oposición o contraste, sino también cambio o transposición de cartas. De esta forma, antítesis “tes pseudonymou gnoseos” podría significar la falacia llamada conocimiento que consiste en el intercambio de cartas a las que se refieren.

Otra vez podemos leer: “La malévola característica acerca de ellos fue su presencia dentro de las iglesias y su combinación con posibles errores con aparente, y aún ostentación, en fidelidad a los principios de la fe –un problema reflejado en Hechos XX, 29f, en conexión con la iglesia de Efesio al final del Siglo I” (Enc. Bib.). No admitimos que Hechos, xx, fue escrito hacia el final del Siglo I. Los mejores académicos sostienen que fue escrito por San Lucas mucho antes; y también lo indican los críticos de las Epístolas. No tienen prueba de una fecha de composición genuina y temprana en relación con el libro del Nuevo Testamento, para fines del Siglo I, sobre la fuerza de desacreditar los tres libros de la escritura.


H. Objeciones misceláneas

Aquí se incluyen objeciones que se encuentran dispersas en textos, notas de pié de página, sub notas de pié de página, del artículo en la “Enc. Bib.”.

(1) "La preocupación por mantener estas viudas bajo el control del obispo es algo sub apostólico (cp. Ign. ad Polycarp. iv. 5) ". — Eso no probaría que no fue apostólico tampoco. Leyendo el único pasaje referente a las viudas (I Tim., v) llegamos a tener una impresión totalmente diferente de lo que se estipula aquí. El mayor objetivo del escritor de la Epístola parece ser el de prevenir que las viudas lleguen a ser una carga para la Iglesia, y el puntualizar el deber de sus familiares en cuanto a apoyarlas.

Treinta años antes de la muerte de San Pablo, los siete son nombrados para estar pendientes de las pobres viudas de Jerusalem; y es absurdo suponer que durante todo ese tiempo, no se establecieron regulaciones de quienes deberían de recibir apoyo y quienes no. Algunas de aquellas que eran “ciertamente viudas” probablemente ofrecieron oficios como diaconesas, de las que leemos en Rom., xvi, 1; y quienes tenían una condición sin ninguna duda, bajo la dirección de los Apóstoles y otras autoridades eclesiásticas. El supuesto de que “nada fue hecho en orden”, sino que todo podía ser hecho al azar, no tiene apoyo en las Epístolas más antiguas de San Pablo.

(2) "La curiosa antipatía del escritor hacia los segundos matrimonios por parte de los presbíteros, episcopales, diáconos y viudos; no es algo paulino, sino que corresponde con el sentimiento más general prevaleciente en el Siglo II hacia las iglesias”. Ese estado de sentimiento a las iglesias en el Siglo II debería implicar una pausa a quien hace las objeciones. Su origen apostólico es la mejor explicación, y no hay algo en absoluto que mostrar que no fue paulino.

Fue San Pablo quien escribió lo siguiente, en una fecha temprana (I Cor., vii): “Desearía que todos los hombres fueran como yo ... pero digo a los solteros, y a los viudos: es bueno para ellos si continúan asi como yo ... pero debería ser sin solicitudes. Quien no tiene esposa puede estar solícito a las cosas del mundo, y cómo puede estar atento a su esposa: y él está dividido ... El que da a su virgen en matrimonio hace bien; y quien no la da hace mejor”.

Sería impulsivo suponer que San Pablo, quien escribió a los corintios en general, que inmediatamente antes de su muerte podría requerir que no deberían haber estado casados al menos una vez antes, a aquellos a quienes se les requería tomar el lugar de los Apóstoles y ocupar altas posiciones en la Iglesia.

(3) "El elemento distintivo, sin embargo, respecto a la prominencia asignada a Timoteo y Tito, no es inteligible solamente por la suposición de que el autor tenía en mente el fin ulterior de legitimar la sucesión contemporánea episcopal, y de quienes mantenían puestos en la iglesia en provincias, donde existían motivos que podían ser desafiados” (a principios del Siglo II).

Son miles los que han leido estas Epístolas, desde la aparición de las mismas hasta la actualidad, sin que alguna conclusión les sugiriera a ellos. Si esta objeción significa algo, significa que los Apóstoles no podían asignar posiciones prominentes a cualquiera de sus discípulos o delegados; que es contrario a lo que leemos en Timoteo y Tito en las primeras Epístolas de San Pablo.

(4) "La prominencia que se da a las facultades para “enseñar” demuestra que uno de los más grandes peligros en las iglesias contemporáneas se relaciona con la presencia de maestros no autorizados (Did., xvi). El remedio que propone el autor es simple: ¡es mejor dejar que las congregaciones se enseñen a sí mismas! ¡Mejor dejar a aquellos que tienen autoridad, que sean responsables por la instrucciones de miembros ordianarios! Evidentemente, la función de la enseñanza no fue algo que originalmente fuese propio de presbíteros (I Tim., v, 17), pero los abusos les condujeron a ello, como lo prueba Didache, en función de combinar las enseñanzas con la autoridad organizada de la iglesia”.

¡Cuánto significado se lee en media docena de palabras de estas Epístolas! En la primera Epístola que San Pablo escribió, leemos: “Os rogamos hermanos, que reconozcais a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengaís en mucha estima y amor por causa de su obra” (I Tes., v, 12-13).

La capacidad para la enseñanza fue un don, probablemente un don natural trabajar bajo la gracia de Dios para el bien de la Iglesia (véase JERARQUIA DE LA IGLESIA ANTIGUA) y no hubo razón de por qué el Apóstol, quien daba tanta importancia a las enseñanzas cuando estaba hablando de su propio trabajo, no debería de requerir de aquellos que regían la Iglesia, que desarrollaran sus funciones dotados de la aptitud para la enseñanza. En Ef., iv, 11, encontramos que las mismas personas eran “pastores y doctores”.

El escritor que realizó esta objeción no admite que obispos y sacerdotes reales existieron en los tiempos apostólicos, esto es lo que su exclamación implica: cuando los Apóstoles murieron no habían obispos ni sacerdotes. Luego de cierto tiempo, ellos se originaron en algún lugar y de alguna manera, y se diseminaron en toda la Iglesia. Durante un tiempo considerable no enseñaron. Después ellos fueron monopolizando la enseñanza y la práctica se extendió por doquier, y finalmente las Pastorales fueron escritas para confirmar este estado de cosas, las cuales no tenían las sanciones de los Apóstoles, aunque los obispos pensaran de otra manera.

Y todo esto sucedió antes de que San Ignacio escribiera, en un corto período de treinta o cuarenta años, un largo tiempo como equivalente entre 1870 o 1880 hasta 1812, un rápido desarrollo que no tiene evidencia documental para apoyarlo, debió de haber tenido lugar. En la mayor parte ocurriría ante los ojos de los Apóstoles, San Juan y San Felipe, y Timoteo, Tito, Clemente, Ignacio, Policarpo, y otros discípulos de los Apóstoles. Los primeros cristianos tenían más respeto que eso por las tradiciones apóstolicas.

(5) "El bautismo es como un sacramento de salvación (Tit., iii, 5)." — Es en mucho, un sacramento de salvación, no solamente aquí, sino también en las enseñanzas de Cristo, en Hechos, y en las Epístolas paulinas a los Romanos, I Corintios, Gálatas, y Colosenses, así como en I Pedro, iii, 21.

(6) "La fe tiende a llegar a ser como nunca antes, “fides quœ creditur”— pero aparece como “fides qua creditur” en I Tim., i, 2, 4, 5, 14; ii, 7, 15; iii, 9, 13; iv, 6, 12; vi, 11; II Tim., i, 5, 13; ii, 18, 22; iii, 10, 15; Tit., ii, 2, etc., mientras que en las primeras Epístolas se utiliza de manera no sólo subjetiva, sino también objetivamente. Véase pistis Preuschen, "Handwörterbuch zum griech. N. Testament." La fe aparece como “fides quœ creditur” sólo nueve veces de treinta y tres pasajes donde pistis ocurre en las Pastorales.

(7) "The church to this unmystical author is no longer the bride or the body of Christ but God's building or rather familia dei, quite in the neo-Catholic style." There are several genuine Epistles of St. Paul in which the Church is neither called the body nor the bride of Christ, and in calling it a building he was only following his Master who said: "On this rock I will build my Church."

La idea de una construcción espiritual es muy paulina. “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (II Cor., v, 1). “Y de esta manera me esforcé en predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno” (Rom., xv, 20); “Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago” (Gal., ii, 18); “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gal., vi, 10); “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efe., ii, 19-22).

“Ustedes son el edificio de Dios. De acuerdo con la gracia que me es otorgada, como un sabio arquitecto, he establecido la fundación ... ¿No sabeis que sois el templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (I Cor., iii, 9-17; comparado con I Ped., ii, 5; “Sean ustedes también como piedras vivientes en la construcción de una casa espiritual”; y I Ped., iv, 17: “Porque el tiempo es de que el juicio principie en la casa de Dios. Y si es primero en nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no creyeron en el evangelio de Dios?”).

Hay un desarrollo en el uso de Pablo respecto a las comparaciones de cuerpo y la novia, lo cual es exactamente, el paralelo del uso de las palabras construcción y templo. Ellas se aplican primero a individuos, luego a comunidades y finalmente a la Iglesia como un todo (véase Gayford en Hast., “Dic. of the Bibl.” s.v. Church).

(8) “Los asuntos de la creencia, ahora rapidamente se cristalizan en Roma y Asia Menor, y ellos convergen parcialmente en fragmentos del himno que como en el Apocalipsis de Juan, se diseminan desde el culto de las iglesias”. Hay fragmentos del Credo en I Cor. (véase CORINTIOS, EPISTOLA A LOS, la primera Epístola, sus enseñanzas), y hubo también hymnos en uso varios años antes de la muerte de San Pablo. El escribió a los Colosenses (iii, 16): “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortandoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (cf. Efe., v, 19). Las objeciones de las “Indicaciones Fieles” están completamente respondidas en James, “The Genuineness of the Pastorals” (Londres, 1906), 132-6.


(9) "No es posible que algunas circunstancias harían de Pablo alguien olvidadizo (en todas las tres cartas por separado) de la paternidad de Dios, de su creencia respecto a unión del hombre a Jesús, del poder y de ser testigo del Espíritu, o de la reconciliación”. Estas doctrinas no están olvidadas: I Tim., i, 15; ii, 6; II Tim., i, 2, 9; ii, 13; Tit., i, 4; iii, 4, 5, 7. No hay necesidad de escudriñar en ellas en tanto fueron escritas para los discípulos que estaban familiarizados con su enseñanza, y el propósito de las Epístolas fue el abordar nuevos problemas. Además, esta objeción podría colocarnos en contra de largas porciones de genuinas Epístolas.

Hay otras objeciones, pero ellas son tan insubstanciales que no presentan mayor dificultad. Lo que Sanday escribió en 1896, en su “Inspiration” (Londres) es aún verdadero: “Se puede señalar, sin temor de contradicción que nada que no sea paulino ha sido probado en las Epístolas en disputa”.


Evidencia Externa

La autoría paulina de las Pastorales nunca tuvo la duda de los Católicos en los primeros tiempos. Con su completo conocimiento de la primera literatura cristiana, Eusebio indica que esos fueron parte de los libros universalmente reconocidos en la iglesia ("Hist. eccl.", II, xxii, III, iii; "Præp. evang.", II, xiv, 7; xvi, 3).

Ellos se encontraron en las primeras versiones del Latín y del Siriaco. San Clemente de Alejandría habla de ellos (Strom., II, III), y Tertuliano expresa su sorpresa al saber del rechazo de Marción (Adv. Marcion, V, xxi) y señala que fueron escritas por San Pablo a Timoteo y Tito, evidentemente el rechazo era una cosa de la que no totalmente se había oído.

Ellas fueron ascritas a San Pablo en el Muratorian Fragment, y Teófilo de Antioquia (cerca del 181) cita ellas llamándolas la “Divina Palabra” (theios logos). Los mártires de Vienne y Lyons (cerca del 180) tenían conocimiento de ellas; y su Obispo, Pothinus, que nación en el año 87 y fue martirizado en el 177 a la edad de noventa años, nos conduce a una fecha temprana.

Su sucesor, San Irineo, que nació en Asia Menor y había escuchado la prédica de San Policarpo, hace frecuente uso de las Epístolas, citándolas como obra de San Pablo. El argumentaba contra los heréticos, de manera que no había duda en ninguno de los casos. Las Epístolas fueron también admitidas por Heracleón (cerca del 165), Hegesipo (cerca del 140). En una breve carta que San Policarpo escribió (cerca del 117), muestra que tenía un buen conocimiento de las Epístolas. Policarpo nació sólo unos pocos años después de la muerte de San Pedro y San Pablo, y como Timoteo y Tito, de conformidad con las más antiguas tradiciones, vivió hasta muy avanzada edad, fue contemporáneo de ellos por muchos años.

Fue Obispo de Smyrna, la que se encontraba tan sólo a uno 60 kilómetros de Efesio, donde vivía Timoteo. San Ignacio, el segundo sucesor de San Pedro en Antioquia, fue conocido de los Apóstoles y de los discípulos de los Apóstoles, y mostró su conocimiento respecto a las Epístolas en las cartas que escribió cerca del año 110. Los críticos admiten ahora que Ignacio y Policarpo sabían de las Pastorales (ver de Holtzmann, “Hand-Kommentar”, III, 155; “Enc. Bib.”, IV), y existe una gran probabilidad de que esas obras eran también conocidas por Clemente de Roma, cuando escribió a los Corintias, cerca del año 96.

Al juzgar la evidencia antigua, debe tenerse presente en mente que las tres Epístolas son adjudicadas a San Pablo. De manera que cuando un escritor antiguo demuestra su familiaridad con ellas, las cita como autoritativamente y da evidencia de que eran muy conocidas por parte de sus lectores. De ellos se derivaría una prueba, no solamente de existencia y del conocimiento generalizado de las Epístolas, sino también de que el escritor vió en ellas el producto de una autoría: genuinamente como Epístolas de San Pablo. Más aún, si el escritor vivió en el tiempo de los Apóstoles, de hombre apostólicos, de discípulos de los Apóstoles, y de Timoteo y Tito (como fue el caso de Ignacio, Policarpo y Clemente) nosotros podemos estar seguros de que el escritor estaba en lo correcto.

La evidencia de estos escritores es colocada, sin embargo de lado. El herético Marcion, cerca del año 150, tiene mucho más peso que todos ellos de manera conjunta. “La omisión de Marcion de las Pastorales, respecto a su canon, nos dice mucho acerca de sus orígenes como tradición preservada. Filemón fue aceptado por él, aunque mucho más en el sentido de una privada nota, que alguna de las Pastorales; y la presencia de elementos antagonísticos en sus propios puntos de vista, no le hubieran hecho excluirlas, por cuanto él pudo haber considerado estos pasajes como lo hizo en otros casos” (Enc. Bib., IV).

Marcion rechazó la parte completa del Antiguo Testamento, todos los evangelios, excepto el de San Lucas, el cual gruesamente mutiló, y el resto del Nuevo Testamento, exceptuando las diez Epístolas de San Pablo, textos que cambio para que se adecuaran a sus propósitos. Filemón escapó de este recuento por su brevedad y contenido. Si él anuló lo que era objetable en su opinión, en las Pastorales habría quedado muy poco que valiese paa preservar.

De nuevo, el testimonio de estos escritores antiguos se tiene con un valor no mayor que el correspondiente a Aristóteles respecto a la autoría de los poemas homéricos (ibid.). Sin embargo, en uno de los casos tenemos la evidencia en cadena que se remonta a los tiempos del escritor, de sus discípulos, y de las otras personas mencionadas; mientras que Aristóteles vivió varios cientos de años después del tiempo de Homero. “Los primeros cristianos en su actitud hacia “Hebreos” es de evidencia abundante de que tan perdido está ese argumento (de autoría)” (ibid.).

El extremo cuidado y reticencia en cuanto a aceptar la autoría paulina de la Epístola a los Hebreos (q.v.), cuando se contrasta con la universal e inquestionable aceptación de las Pastorales, nos habla mucho a favor de estas últimas.


Bibliografía: JAMES, Genuineness and Authorship of the Pastoral Epistles (Londres, 1906); JACQUIER, Hist. du Nouveau Test., I (París, 1906; tr. DUGGAN, Londres); Introductions to N. Test, by CORNELY, SALMON, y otros eruditos bíblicos; HEADLAM en Church Congress Reports (Londres, 1904); The Church Quart. Rev, (octubre 1906; enero 1907); BISPING, Erklärung der drei Past. (Münster, 1866); WEISS, Tim. und Tit. (Göttingen, 1902); BERNARD, The Pastoral Epistles (Cambridge, 1899); LILLEY, The Pastoral Epistles (Edimburgo, 1901); GORE, Orders and Unity (Londres, 1909); WORKMAN, The hapax Legomena of St. Paul in Expository Times, VII (1896), 418 HORT, Judaistic Christianity (Londres, 1898); BELSER. Die Briefe des Apostels Paulus an Timoth. u. Titus (Friburgo); KNOWLING has a good defence of the Pastorals in The Testimony of St. Paul to Christ; vea también su artículo en The Critical Review (julio, 1896); RAMSEY. Expositor (1910).

Fuente: Aherne, Cornelius. "Epistles to Timothy and Titus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14727b.htm>.

Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M.