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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «El Señor de los Milagros, Patrón y Guarda de la Ciudad de los Reyes (Lima)»

De Enciclopedia Católica

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Se agregaron al óleo las figuras del Padre Eterno y el [[Espíritu Santo]], completando la escena del [[Calvario]] que se ve en el altar mayor del templo de las Nazarenas. La devoción aumentó y se multiplicaron los milagos y favores.
 
Se agregaron al óleo las figuras del Padre Eterno y el [[Espíritu Santo]], completando la escena del [[Calvario]] que se ve en el altar mayor del templo de las Nazarenas. La devoción aumentó y se multiplicaron los milagos y favores.
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Por el año 1658, Antonia Lucía Maldonado, natural de Guayaquil, virreinato del Perú, quedó huérfaba de  padre, a los 12 años de edad. Se mudó al Callao junto a su madre. Allí, ejercieron el  oficio de cigarreras, para ganarse la vida.
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Cuando alcanzó la edad necesaria su madre decidió casala, a pesar de que desde niña había mostrado inclinaciones religiosas. Se arregló el matrimonio, con  Alonso Quintanilla, hidalgo de menguada hacienda.
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El matrimonio se celebró en 1676, y de común acuerdo los esposos hacen voto de vivir en castidad. El matrimonio duró poco, porque en 1681 don Alonso fallece.
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En 1677, Antonia Lucía del Espíritu Santo, recibió en sus sueños el primero de los llamados del Señor, que la dijo : "Mi madre ha dado su traje de pureza a otras almas y yo te doy a ti mi traje y hábito con el que anduve en el mundo: estima mucho este favor”. Posteriormente Antonia funda el Colegio Nazareno en el Callao, que dura alrededor de un año, debido a que  que el benefactor le obliga a recibir a su protegida, con la pretensión de que asumiera la dirección del Instituto, a pesar de carecer de las para hacerlo. El confesor de Antonia Lucia le aconsejó mudarse a Lima. Por recomendación suya,  fue recibida en el beaterio de [[santa Rosa de Viterbo]].
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Revisión de 12:17 19 oct 2019

Origen

Cuenta la Historia que, por el año 1651, fue pintada la imagen de un Cristo crucificado. flanqueado en la parte superior por el sol y la luna. La imagen de Cristo fue pintada al temple, por un artista anónimo, sobre la pared rudimentaria de un galpón. En dicho galpón, se reunía una cofradía de negros angoleños. Todo esto ocurió en la zona llamada "Pachacamilla", en las afueras de la Lima. [1]

Pachacamilla recibe este el nombre, por ser uno de los lugares donde - en los años posteriores a la fundación de Lima -, fueron reubicados los habitantes de Pachacámac, sitio y templo del oráculo más importante del Perú prehispánico. [1]

En la tarde del 13 de noviembre de 1655, la ciudad fue azotada por un fuerte teremoto [2] que derrumbó gran parte de ella. Poco quedó en pie: un paño del muro del Cristo de Pachacamilla se mantuvo milagrosamente intacto, mientras que, en sus alrededores, reinaba la desolación.

Éste suceso fue el primer milagro reconocido [2]. Años después, se da un paulatino abandono del muro, tal como consta en la documentación coetánea.

En 1671, Andrés de León, vecino de la Parroquia de san Sebastián, se conmueve al pasar frente al muro del Señor y de inmediato, asume la responsabilidad de su cuidado. Mandó construir una peana de adobe, a modo de altar, que tenía por toda protección, una ramada de mangles.

Andrés sufría de un tumor maligno que había sido tratado sin éxito. En el transcurso de ese año, se entregó a la oración devota, a la vez que obsequiaba con flores [3] y ceras, al "Cristo de la Pared". En pago, Cristo le concedió el milagro de la curación.Éste, "el primer milagro concedido"-. La noticia se difunde por el vecindario, y por todo Pachacamilla,se enciende la devoción.

Por tradición, se sabe, que se reunían los viernes en la noche, y que al son del arpa y el bajón [4]cantaban el Miserere.

Meses después, el cura de la Parroquia de San Marcelo don José Laureano de Mena, a cuya jurisdicción estaba sujeta Pachacamilla, al noticiarse de esta celebración, la juzgó inapropiada para alabar a Dios. Y presentó una queja formal a la Autoridad eclesástica, en la personas del Provisor y del Vicario General.

El mismo virrey conde de Lemos, hombre conocido por lo piadoso, recibió noticia puntual de este asunto.

Se hicieron los trámites legales correspondientes, y se ordeno una inspección del lugar. Ésta se verificó el viernes 4 de setiembre, en presencia del promotor fiscal del Arzobispado, el Párroco de san Marcelo y el Notario eclesiástico.

En el acta consta que hubo 200 personas presente, y que la comitiva sólo limitó a observar. Al hacerse presente el Sacristán Mayor de san Marcelo, que frecuentaba esta celebración, se produjo un intercambio de palabras entre los sacerdotes, que ocasionó revuelo entre los asistentes; ante esta situación, la comitiva optó por marcharse. Este informe,dio fundamento a la orden de borrar la imagen; orden fechada el 5 de setiembre.

Días después, el Promotor fiscal del arzobispado, un notario, un pintor, el capitán de la guardia del virrey y dos escuadras de soldados, visitaron Pachacamilla. Se intentó borrar la imagen tres veces, en presencia de numerosos testigos.

El pintor, lo intentó dos veces: La primera vez se desmayó, y la segunda quedó paralizado. Luego, otra persona, que también quiso intentarlo, sufrió de un temblor inusitado. Finalmente, una persona distinta de las anterioes, a la que se le ofrece paga, dijo que no podía hacerlo. En ese momento, y de manera inusual, siendo alrededor de las cuatro de la tarde, el cielo se oscureció y empezó una fuerte lluvia.

El virrey conde de Lemos fue informado de los acontecimientos. Visitó con su esposa el galpón que albergaba al Cristo de Pachacamilla. Es de suponer, que su impresión fue mayúscula dado que mandó proteger, y se le rindiera culto.

El 14 de setiembre de 1671, día de la Fiesta de la exaltación de la Cruz, se celebró la primera Misa delante del muro prodigioso. Para esa fecha ya habían sido agregadas las imágenes de la Virgen y de Santa María Magdalena.

Para asegurarse de que la imagen perdurara, el virrey llamó a los máximos expertos del momento, con el fin de evaluar la condición en que se encontraba la imagen. Tras examinarla minuciosamente,que expuestaa la intemperie, como estaba, a la intemperie; carenciendo de cimentación, y a expuesta a la humedad de la acequia con que se regaba la huerta, podía decise que era un milago que se mantuviese en pie.

Se cree que, cuando quisieron borrar la imagen, alguien le raspó una pierna a Cristo. Deseando repararla, el virrey contrató al reputado pintor José de la Parra, quien nunca logra el encargo, porque "la pared se comía los colores”.

Se agregaron al óleo las figuras del Padre Eterno y el Espíritu Santo, completando la escena del Calvario que se ve en el altar mayor del templo de las Nazarenas. La devoción aumentó y se multiplicaron los milagos y favores.


Por el año 1658, Antonia Lucía Maldonado, natural de Guayaquil, virreinato del Perú, quedó huérfaba de padre, a los 12 años de edad. Se mudó al Callao junto a su madre. Allí, ejercieron el oficio de cigarreras, para ganarse la vida.

Cuando alcanzó la edad necesaria su madre decidió casala, a pesar de que desde niña había mostrado inclinaciones religiosas. Se arregló el matrimonio, con Alonso Quintanilla, hidalgo de menguada hacienda.

El matrimonio se celebró en 1676, y de común acuerdo los esposos hacen voto de vivir en castidad. El matrimonio duró poco, porque en 1681 don Alonso fallece.

En 1677, Antonia Lucía del Espíritu Santo, recibió en sus sueños el primero de los llamados del Señor, que la dijo : "Mi madre ha dado su traje de pureza a otras almas y yo te doy a ti mi traje y hábito con el que anduve en el mundo: estima mucho este favor”. Posteriormente Antonia funda el Colegio Nazareno en el Callao, que dura alrededor de un año, debido a que que el benefactor le obliga a recibir a su protegida, con la pretensión de que asumiera la dirección del Instituto, a pesar de carecer de las para hacerlo. El confesor de Antonia Lucia le aconsejó mudarse a Lima. Por recomendación suya, fue recibida en el beaterio de santa Rosa de Viterbo.



Notas

[1]

[2]

[3]Instrumento de viento precursor del fagot.