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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Deus in Adjutorium Meum Intende»

De Enciclopedia Católica

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"Deus in adjutorium meum intende", con la respuesta: "Domine ad adjuvandum me festina," primer verso del salmo sesenta y nueve. Estas palabras forman la oración introductoria a cada Hora de los breviarios Romano, monásticos y Ambrosiano, excepto durante los tres últimos días de la Semana Santa y en el oficio de Difuntos. Mientras se pronuncian o cantan todos pospresentes se persignan con la señal de la cruz. La tradición dice que S. Benito introdujo esta costumbre en el oficio monástico y que S. Gregorio I la extendió a todas las iglesias romanas. Casiano (Coll., X, 10), sin embargo, dice que desde posprimeros tiempos cristianos los monjes usaron esta introducción muy frecuentemente, probablemente fuera de las oraciones litúrgicas. Al poner esta súplica al comienzo de cada Hora, la Iglesia implora la asistencia de Dios contra distracciones en el rezo. En el rito romano el "Deus in adjutorium" va precedido en maitines por el "Domine labia mea aperies", mientras que en el breviario monástico el orden es inverso. En Completas siempre va precedido por "Converte nos Deus". En la liturgia Mozárabe las Horas comienzan con el triple Kyrie Eleison. En todos los países latinos al norte, este y oeste de los Alpes la introducción a las Vísperas solemnes del día de Pascua de Resurrección  se formaba por nueve Kyrie Eleison y Christe Eleison de la mise de la Pascua de Resurrección. En las iglesias que observan el Rito Griego, el Trisagion y otras oraciones abren las Horas. El "Deus in adjutorium" se repite tres veces durante las oraciones finales de Prima. En los monasterios, Prima iba inmediatamente después de la oración "Domine Deus omnipotens" y a continuación los monjes iban desde el coro al lugar del capítulo donde se leía el Martirologio y se distribuía el trabajo del día y antes de dispersarse a las distintas ocupaciones se cantaba tres veces el "Deus in adjutorium", para enfatizar la unión de la oración y el trabajo.
 
"Deus in adjutorium meum intende", con la respuesta: "Domine ad adjuvandum me festina," primer verso del salmo sesenta y nueve. Estas palabras forman la oración introductoria a cada Hora de los breviarios Romano, monásticos y Ambrosiano, excepto durante los tres últimos días de la Semana Santa y en el oficio de Difuntos. Mientras se pronuncian o cantan todos pospresentes se persignan con la señal de la cruz. La tradición dice que S. Benito introdujo esta costumbre en el oficio monástico y que S. Gregorio I la extendió a todas las iglesias romanas. Casiano (Coll., X, 10), sin embargo, dice que desde posprimeros tiempos cristianos los monjes usaron esta introducción muy frecuentemente, probablemente fuera de las oraciones litúrgicas. Al poner esta súplica al comienzo de cada Hora, la Iglesia implora la asistencia de Dios contra distracciones en el rezo. En el rito romano el "Deus in adjutorium" va precedido en maitines por el "Domine labia mea aperies", mientras que en el breviario monástico el orden es inverso. En Completas siempre va precedido por "Converte nos Deus". En la liturgia Mozárabe las Horas comienzan con el triple Kyrie Eleison. En todos los países latinos al norte, este y oeste de los Alpes la introducción a las Vísperas solemnes del día de Pascua de Resurrección  se formaba por nueve Kyrie Eleison y Christe Eleison de la mise de la Pascua de Resurrección. En las iglesias que observan el Rito Griego, el Trisagion y otras oraciones abren las Horas. El "Deus in adjutorium" se repite tres veces durante las oraciones finales de Prima. En los monasterios, Prima iba inmediatamente después de la oración "Domine Deus omnipotens" y a continuación los monjes iban desde el coro al lugar del capítulo donde se leía el Martirologio y se distribuía el trabajo del día y antes de dispersarse a las distintas ocupaciones se cantaba tres veces el "Deus in adjutorium", para enfatizar la unión de la oración y el trabajo.
  

Revisión de 20:27 24 ene 2007

"Deus in adjutorium meum intende", con la respuesta: "Domine ad adjuvandum me festina," primer verso del salmo sesenta y nueve. Estas palabras forman la oración introductoria a cada Hora de los breviarios Romano, monásticos y Ambrosiano, excepto durante los tres últimos días de la Semana Santa y en el oficio de Difuntos. Mientras se pronuncian o cantan todos pospresentes se persignan con la señal de la cruz. La tradición dice que S. Benito introdujo esta costumbre en el oficio monástico y que S. Gregorio I la extendió a todas las iglesias romanas. Casiano (Coll., X, 10), sin embargo, dice que desde posprimeros tiempos cristianos los monjes usaron esta introducción muy frecuentemente, probablemente fuera de las oraciones litúrgicas. Al poner esta súplica al comienzo de cada Hora, la Iglesia implora la asistencia de Dios contra distracciones en el rezo. En el rito romano el "Deus in adjutorium" va precedido en maitines por el "Domine labia mea aperies", mientras que en el breviario monástico el orden es inverso. En Completas siempre va precedido por "Converte nos Deus". En la liturgia Mozárabe las Horas comienzan con el triple Kyrie Eleison. En todos los países latinos al norte, este y oeste de los Alpes la introducción a las Vísperas solemnes del día de Pascua de Resurrección se formaba por nueve Kyrie Eleison y Christe Eleison de la mise de la Pascua de Resurrección. En las iglesias que observan el Rito Griego, el Trisagion y otras oraciones abren las Horas. El "Deus in adjutorium" se repite tres veces durante las oraciones finales de Prima. En los monasterios, Prima iba inmediatamente después de la oración "Domine Deus omnipotens" y a continuación los monjes iban desde el coro al lugar del capítulo donde se leía el Martirologio y se distribuía el trabajo del día y antes de dispersarse a las distintas ocupaciones se cantaba tres veces el "Deus in adjutorium", para enfatizar la unión de la oración y el trabajo.

Bibliografía.

WOLTER, Psallite sapienter (Freiburg, 1905), II, 658; Nord-amerikanisches Pastoralblatt (Dec., 1907); BATIFFOL, Tr. BAY-LAY, History of the Roman Breviary (London, 1898); BERNARD, Cours de liturgie romaine: le Breviare (Paris, 1887), II, 148-50.

FREDERICK G. HOLYWECK.

Transcrto por Cris Ouano, MI. Para la conversion de la Familia.

Traducido por Pedro Royo