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Jueves, 28 de marzo de 2024

Días Alitúrgicos

De Enciclopedia Católica

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Este término aunque no está formalmente reconocido en los diccionarios ha venido usándose para designar esos días en los que no se permite la celebración litúrgica de la Sagrada Eucaristía. Sin embargo, el griego moderno es testigo de su validez, y baste un ejemplo: aleitourgetikos, liturgia carens dies, día carente de liturgia (Nilles Caledarium, II, 743), aunque un vocablo relativo, aleitourgesia, comúnmente significaba, durante el Imperio, exención de funciones públicas. El concepto es más común en las iglesias orientales. De hecho, en el rito latino únicamente hay un día reconocido como alitúrgico: el Viernes Santo. Todos sabemos que en ese día no hay celebración de la Eucaristía. Ese día, en el ritual de los “presantificados” no se tienen oraciones de consagración y las hostias que son consumidas por la asamblea son las que fueron consagradas el día anterior. Sin embargo, en sentido estricto también el Sábado Santo es un día alitúrgico en Occidente. La celebración litúrgica de la Vigila Pascual se realiza oficialmente en la madrugada del Domingo de Resurrección. Incluso durante la época en que la Misa Pascual se celebraba el sábado en la mañana, antes del Concilio Vaticano II, sus oraciones y lecturas correspondían a los de la Vigilia Pascual. En la Iglesia antigua la Misa de Resurrección sólo se celebraba a media noche, como culmen de la Vigilia Pascual.

En el rito ambrosiano, aún vigente en la Iglesia de Milán, todos los viernes de Cuaresma son teóricamente alitúrgicos, y no se celebra la Misa esos días en la catedral ni en las parroquias (véase el esquema de los rituales ambrosianos en Magnani, "L'Antica Liturgia Romana", Milan, 1897, I). Pero esa prohibición es evitada por gran parte del clero recurriendo al ardid de celebrar la Misa en conventos y capillas privilegiadas, en las que se puede observar el ritual romano. En la Iglesia Ortodoxa Rusa son alitúrgicas las siete semanas que anteceden a la Pascua, excepto sábados y domingos. No obstante, hay algunas diferencias entre los días alitúrgicos. En algunos de ellos la celebración de los “presantificados” (akolouthia ton proegiasmenon) se realiza por la tarde. Tales días son el miércoles y el viernes de las primeras seis semanas de Cuaresma, algunas festividades menores y los tres primeros días de la Semana Santa. La fiesta de la Anunciación, sin importar el día en que caiga, siempre es día litúrgico, pero de coincidir con el Viernes Santo, se traslada a la semana de Pascua.

Aunque no poseemos mucha evidencia determinante, hay razones para pensar que en los primeros siglos de la Iglesia había numerosos días alitúrgicos tanto en Oriente como en Occidente. En los inicios parece que la Misa se celebraba exclusivamente los domingos y en las pocas festividades que entonces se reconocían, o probablemente en los aniversarios de los mártires, y siempre presidía el obispo. A tales ocasiones se les fueron añadiendo ciertos días, llamados “estaciones”, que aparentemente coincidían con el ayuno de los miércoles y viernes, que era general en la Iglesia entonces. Pero existen dudas serias respecto a si se celebraba o no la liturgia en días de las “estaciones”, además de que existen indicios en Tertuliano y otros escritores de que había una corriente de opinión que tendía a considerar el ofrecimiento del Santo Sacrificio como incongruente con la observancia de un verdadero ayuno. Hay un testimonio directo, proveniente de Alejandría, en el siglo V, que describe cómo en ciertos días de ayuno se llevaban a cabo todos los ritos normales de la reunión de los fieles (synaxis) “excepción hecha de la celebración de los Sagrados Misterios”. Este testimonio sugiere la existencia de algún tipo de Misa de los “presantificados”. Una carta del Papa Inocencio I (401-417) a Decencio de Eugubimio pone en claro que en Roma no se celebraba Misa el Viernes y el Sábado santos, y algunos autores han querido concluir que lo mismo sucedía todos los viernes y sábados del año. En España, el canon XXVI del concilio de Elvira (300) puede ser citado como evidencia que en esa época los fieles ayunaban todo el año desde el jueves por la tarde hasta el domingo en la mañana, y que la liturgia se celebraba a partir de la vigilia de sábado, cuando se acercaba el fin del ayuno.

En siglos posteriores sólo conocemos eventos aislados comprobables de que ya se daba una gran diversidad en las costumbres. Dom Germain Morin ha demostrado que en Capua, en el siglo VI, al igual que en España, la Misa únicamente se celebraba en Cuaresma los miércoles y viernes. Es probable que alguna norma parecida, pero que también incluía los lunes, haya estado vigente en Inglaterra en tiempos de Beda e incluso después (Cfr. "Revue Benedictine", 1891, VIII, 529). Sabemos igualmente que en Roma, hasta el tiempo del Papa Gregorio II (715-731), la liturgia no se celebraba los jueves. En el Oriente, el canon XLIX del concilio de Laodicea (365), especificó que “no es legal ofrecer el pan en Cuaresma excepto en sábado y en el día del Señor”, mientras que el concilio de Constantinopla (en Trullo), en 629, habla explícitamente de la liturgia de los presantificados y dice que tal ritual deberá ser celebrado todos los días de Cuaresma, con excepción hecha del sábado, el domingo y en la fiesta de la Anunciación.


Bibliografía: MORIN, en Dict. d'arch. chret., I, 1218-20; NILLES, Calendarium Manuale (Innsbruck, 1897), II, 251-253; MALTZEW, Liturgikon (Berlin, 1902), 163-194; DUCHESNE, Christian Worship, tr. (Londres, 1903), 249; ALLATIUS, De Missa Presanctificatorum (Paris, 1646), 12; RAIBLE in Der Katholik (Maguncia, febrero - abril, 1901

Fuente: Thurston, Herbert. "Aliturgical Days." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 7 Nov. 2009 <http://www.newadvent.org/cathen/01314a.htm>.

Traducido por Javier Algara Cossío.