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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Crónica de la Orden de la Merced en América: Descubrimiento de la América y de las Indias Occidentales por el Almirante Cristóbal Colón, profetizado»

De Enciclopedia Católica

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Esta posesión no es ya profecía sino suceso con que la de Isaías en su capítulo sesenta, fue pronóstico a favor de España y de los españoles, que conquistaron estas Indias Occidentales, y no histórica de la futura grandeza de la monarquía lusitana, aunque bien merecida por su piedad e incontaminada fe y esforzado valor, como nos los dejó escrito, con raro ingenio y rasgos de luz que parecen evidencias, el fénix lusitano y gran misionero padre Antonio Vieyra, en su Historia de lo futuro, tejida con la profecía de este capítulo y de otros lugares, como se verá después ilustrada con los comentos [sic] de ellas, deducidos del rico y precioso Gazophilacio del eruditísimo padre Cornelio.
 
Esta posesión no es ya profecía sino suceso con que la de Isaías en su capítulo sesenta, fue pronóstico a favor de España y de los españoles, que conquistaron estas Indias Occidentales, y no histórica de la futura grandeza de la monarquía lusitana, aunque bien merecida por su piedad e incontaminada fe y esforzado valor, como nos los dejó escrito, con raro ingenio y rasgos de luz que parecen evidencias, el fénix lusitano y gran misionero padre Antonio Vieyra, en su Historia de lo futuro, tejida con la profecía de este capítulo y de otros lugares, como se verá después ilustrada con los comentos [sic] de ellas, deducidos del rico y precioso Gazophilacio del eruditísimo padre Cornelio.
  
Paleografía: Fernando Armas Medina.
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Paleografía: Fernando de Armas Medina.
  
 
Transcrición y selección de imágenes: [[José Gálvez Krüger]]
 
Transcrición y selección de imágenes: [[José Gálvez Krüger]]

Última revisión de 01:52 28 dic 2019

Americæ Retectio
Mapa de Diego Guitiérrez, 1562
Américo Vespucio
Cristobal Colón
Fernando de Magallanes
Párrafo I

Descubrimiento de la América y de las Indias Occidentales, por el almirante Cristóbal Colón, profetizado.

No se me ha consternado el ánimo, como lo estuvo con los suyos la prodigiosa Esther (1), y vóime al descubrimiento del campo y teatro en que los misioneros militares habían de esgrimir las armas de la palabra de Dios, para convertir infieles, vencerlos y rendirlos al suave jugo y ligero peso de la ley de Dios y de la fe católica, sin el uso de los aceros, lanzas, pólvora y balas, sino con la cruz de Cristo en las manos, con cuyo leño domó el mundo. Y así estos militares de su conducta la embrazaron, para conseguir triunfos, armados con ellas sus fervorosos pechos. Es verdad infalible que Cristo, Señor Nuestro, fue enviado de su Eterno Padre para luz de los gentiles y llevarles la salud eterna en su misión hasta los últimos fines y extremos de la tierra (2); y es también cierto en la cronología del martirologio romano que se difirió esta misión por mil setecientos y cincuenta años, hasta que con alto consejo de la sabiduría divina, cumplida la plenitud del tiempo (3), vino Cristo al mundo, deseada y profetizada tantos siglos antes su divina misión.

Pues así fue y se difirió la salud espiritual que a éste Nuevo Mundo habían de traer con su misión los obreros apostólicos por mil doscientos y cincuenta y ocho años después del nacimiento de Cristo, hasta que la Divina Misericordia se [dignó] y dispuso se descubriese la América, el año de mil cuatrocientos y noventa y dos, por[r el incom]parable florentín el almirante Cristóbal Colón, cuya navegación y [cond]ucta estaba profetizada en varios y difíciles lugares de la Sagrada Escritura.

Omitidos por ahora los más, es expreso el capítulo sesenta de las profecías históricas y evangélicas de Isaías, en el verso octavo, en el cual está admirablemente profetizada la conversión y el descubrimiento de las Indias Occidentales. Así la explican Tomás Bozio y Ulises Aldrovando. Y la razón de este sentir es porque dice el profeta: “¿quiénes son éstos que vuelan como nubes y palomas a sus ventanas? Las islas me esperan y las naves del mar en el principio, para que traiga sus hijos de lejos, su plata y oro con ellos, al nombre del Señor, Dios tuyo y al santo Israel, porque te glorificó. Y edificarán los hijos de los peregrinos tus muros y los reyes de ellos te servirán” (4). Profundo arcano y oscurísimo sentido el de esta profecía! En que los expositores antiguos apenas acertaron. Y descubierto este Nuevo Mundo, los modernos adaptaron las nubes y palomas de los apostólicos misioneros que a estas gentes de las Indias predicaron el santo Evangelio. Así lo dice el gran Cornelio a Lapide (5), fueron llevados, mejor diré, traídos a estas Indias como nubes y palomas por que les trajeron el agua del bautismo, sobre que descendió el Espíritu Santo en figura de paloma.

Aldrovando, con la inteligencia de Tomás Bozio, fundada en el símbolo de la paloma dice con ingenio que con esta frase de paloma aludió el /profeta Isaías al primer descubridor de la América, Cristóbal Columbo, llamando Columbas o Columbos, a todos los que le acompañaron en la navegación y descubrimiento de las Indias (6). Feliz innegtible [sic] interpretación, auxiliada de la evidencia y certidumbre histórica de haber sido el almirante Cristóbal Colon el primer descubridor de este Nuevo Mundo y sus dilatados dominios, los que tenía Dios en sus divinas ideas desde ab eterno, como en anales e historia, presente a su ciencia divina y como futuros a nuestro limitado entendimiento, guardados para engrandecer la monarquía española y sus reyes católicos, los señores don Fernando y doña Isabel, a todos sus gloriosos descendientes; y con ellos hacerlos augustos y poderosísimos emperadores de las Indias.

Esta posesión no es ya profecía sino suceso con que la de Isaías en su capítulo sesenta, fue pronóstico a favor de España y de los españoles, que conquistaron estas Indias Occidentales, y no histórica de la futura grandeza de la monarquía lusitana, aunque bien merecida por su piedad e incontaminada fe y esforzado valor, como nos los dejó escrito, con raro ingenio y rasgos de luz que parecen evidencias, el fénix lusitano y gran misionero padre Antonio Vieyra, en su Historia de lo futuro, tejida con la profecía de este capítulo y de otros lugares, como se verá después ilustrada con los comentos [sic] de ellas, deducidos del rico y precioso Gazophilacio del eruditísimo padre Cornelio.

Paleografía: Fernando de Armas Medina.

Transcrición y selección de imágenes: José Gálvez Krüger