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Viernes, 19 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Cirios»

De Enciclopedia Católica

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La palabra cirio (candela, de candeo, arder) (o candelabro, vela; n.d.t.) fue introducida en la lengua Inglesa como término [[ eclesiástico ]], probablemente tan atrás como en el siglo octavo. Fue conocida en tiempos clásicos y denotaba alguna clase de candelabro en el que una mecha, no inusualmente hecha de una tira de papiro, era recubierta de cera o grasa animal. No necesitamos rehuir el admitir que los cirios, como el [[ incienso ]] y el agua lustral, se usaban comúnmente en cultos [[ paganos ]] y en los ritos debidos a los difuntos. Pero la [[ Iglesia ]] los tomó a su servicio desde un período muy pronto, al igual que adoptó otras muchas cosas indiferentes en sí mismas, y que parecían apropiadas para engrandecer el esplendor del ceremonial religioso. No debemos olvidar que la mayoría de estos accesorios del culto, como música, luces, perfumes, abluciones, decoración floral, baldaquinos, abanicos, cortinas, campanas, vestiduras, etc., no se identificaban con ningún culto  [[ idolátrico ]] en particular; eran comunes a casi todos los cultos. En efecto, son parte del lenguaje natural de expresión mística, y tales cosas pertenecen tanto a ceremonias laicas como a la religión. La salva de un cierto número de cañonazos, un homenaje que da un buque de guerra a la bandera de un poder extranjero, es exactamente tan más o menos válido para ser descrito como [[ supersticioso ]] como la disposición de un cierto número de cirios en el altar en las Misas especiales. El llevar velas figura entre las señales de respeto a mostrar a los más altos dignatarios del Imperio Romano en la “Notitia Dignitatum Imperii”. Es altamente probable que los cirios que eran llevados, desde un período muy temprano, delante del [[ papa ]] o del [[ obispo ]] cuando iban en procesión al santuario, o los que acompañaban el transporte del libro de los Evangelios al [[ ambón ]] o [[ púlpito ]] desde el que el [[ diácono ]] lee, eran nada más que una adaptación de esta práctica laica.
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[[Archivo:E5837694.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Cirios.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:597185bf.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:5e5cb9f6.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ciriacosss.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:379224 10151394977215027 1208819760 n.jpg|300px|thumb|left|]]La palabra '''vela''' (''candela'', de ''candeo'', arder) fue introducida a la lengua [[Inglaterra|inglesa]] como término [[la Iglesia|eclesiástico]], probablemente tan temprano como en el siglo VIII.   Era conocida en [[tiempo]]s clásicos y denotaba cualquier tipo de cono en el que una mecha, usualmente hecha de una tira de papiro, era recubierta de cera o grasa animal. No [[necesidad|necesitamos]] rehuir el admitir que las velas, al igual que el [[incienso]] y el [[uso litúrgico del agua|agua]] lustral, se usaban comúnmente en [[idolatría|cultos]]  [[paganismo|paganos]] y en los [[ritos]] ofrecidos a los difuntos.   Pero [[la Iglesia]] los tomó a su servicio desde un período muy temprano, al igual que adoptó otras muchas cosas indiferentes en sí mismas, y que parecían apropiadas para engrandecer el esplendor del [[ceremonia]]l [[religión|religioso]]. No debemos olvidar que la [[mayoría]] de estos accesorios del [[culto cristiano|culto]], como [[música eclesiástica|música]], [[luces]], los perfumes, las abluciones, las decoraciones florales, baldaquinos, doseles, [[cortina de altar|cortinas]], [[campana de altar|campanas]], [[vestimentas]], etc., no se identificaban con ningún culto  idolátrico en particular, sino que eran comunes a casi todos los cultos.   En efecto, son parte del lenguaje natural de expresión [[misticismo|mística]], y tales cosas pertenecen tanto a [[ceremonia]]s seculares como a la [[religión]].   La salva de un número asignado de armas de fuego, un homenaje que da un buque de guerra a la bandera de un poder extranjero, es exactamente tan más o menos digno de ser descrito como [[superstición|supersticioso]] como la disposición de un cierto número de [[velas de altar|velas]] sobre el [[altar]] en la [[Sacrificio de la Misa|Misa]] mayor.   El llevar cerillos figura entre las señales de respeto a mostrar a los más altos dignatarios del [[Roma|Imperio Romano]] en la “[[Notitia Dignitatum]]”. Es altamente probable que las velas que se llevaban, desde un período muy temprano, delante del   [[Papa]] o del [[obispo]] cuando iban en [[procesiones|procesión]] al [[santuario]], o las que acompañaban el transporte del libro de los [[Evangelios]] al [[ambón]] o [[púlpito]] desde el que el [[diácono]] leía, eran nada más que una adaptación de esta práctica secular.  
  
El uso de multitud de cirios y lámparas era indudablemente un rasgo relevante de la celebración de la [[ vigilia Pascual ]] fechado, como podemos creer, casi en los tiempos Apostólicos. [[ Eusebio ]] (Vita Constant., IV, xxii) habla de las “columnas de cera” con las que Constantino transformó la noche en día, y Prudencio y otros autores han dejado elocuentes descripciones del brillo de las iglesias. Tampoco fue limitado el uso de cirios en las [[ basílicas ]] a aquellas horas en las que resultaba [[ necesaria ]] la luz artificial. Por no hablar del [[ decreto ]] del concilio Español de Elvira (300), que parece condenar como abuso algunos encendidos supersticiosos de cirios durante el día en los cementerios, [[ conocemos ]] que el [[ hereje ]] Vigilantius, hacia el fin del mismo siglo reprochó a los [[ ortodoxos ]] que mientras el sol brillaba todavía ellos encendían una gran cantidad de cirios (moles cereorum accendi faciunt), y [[ San Jerónimo ]], en respuesta, declaró que los cirios se encendían, no precisamente para poner la oscuridad en fuga, sino como un signo de [[ alegría ]] ( [[ Migne ]], P.L., XXIII, 345.). Esta indicación y la cerrada asociación de los cirios encendidos con la [[ ceremonia bautismal ]], que tenía lugar en la [[ Vigilia Pascual ]] lo que sin [[ duda ]] originó la calificación de aquel sacramento como photismos (iluminación), muestra que el simbolismo [[ Cristiano ]] de los cirios bendecidos se estaba haciendo sentir en aquella temprana [[ fecha ]]. Esta conclusión está además confirmada por el lenguaje del Exultet , todavía hoy en uso el [[ Sábado Santo ]] para la bendición del [[ cirio pascual ]]. Es altamente probable que [[ San Jerónimo ]] mismo compusiera tal praeconium paschale (pregón pascual; n.d.t.) (ver Morin en Revista Benedictina, Enero 1891), y aquí se reitera la [[ idea ]] de la supuesta virginidad de las abejas, y por consiguiente se considera que la cera tipifica de la manera más apropiada la carne de [[ Jesús Cristo ]] nacido de una madre virgen. De aquí ha surgido la noción posterior de que el pábilo simboliza más particularmente el [[ alma ]] de [[ Jesús Cristo ]] y la llama la Divinidad que absorbe y domina a ambas. Por ello el gran [[ cirio pascual ]] representa a Cristo, “la luz verdadera”, y las velas, más pequeñas, son típicas de cada [[ Cristiano ]] individual que se esfuerza por reproducir a Cristo en su vida. Este simbolismo, podemos decir, está ampliamente aceptado en la [[ Iglesia ]].
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El uso de multitud de velas y [[lámpara de altar|lámparas]] fue, sin [[duda]], una característica destacada de la celebración de la [[Sábado Santo|Vigilia Pascual]] que [[fechas y datación|data]], como podemos creer, casi desde los tiempos [[los Apóstoles|apostólicos]].   [[Eusebio de Cesarea|Eusebio]] (Vita Constant., IV, XXII) habla de las “columnas de cera” con las que [[Constantino el Grande|Constantino]] transformaba la noche en día, y [[Aurelio Clemente Prudencio|Prudencio]] y otros autores han dejado elocuentes descripciones del brillo dentro de las [[edificaciones eclesiásticas|iglesias]]. En las [[basílica]]s tampoco se limitó el uso de velas  a aquellas horas en que era [[necesidad|necesaria]] la luz artificial.   Por no hablar del [[decreto papal|decreto]] del [[concilio]] [[España|español]] de [[Concilio de Elvira|Elvira]] (300), que parece condenar como abuso algunos encendidos supersticiosos de velas durante el día en los [[cementerios]],   [[conocimiento|conocemos]] que el [[herejía|hereje]] Vigilancio, para finales del mismo siglo, les reprochó a los   [[ortodoxia|ortodoxos]] que mientras el sol brillaba todavía ellos encendían una gran cantidad de velas '' (moles cereorum accendi faciunt''); y [[San Jerónimo]], en respuesta, declaró que las velas se encendían durante la lectura del Evangelio, no precisamente para poner la oscuridad en fuga, sino como un signo de [[felicidad| alegría]] ([[Jacques-Paul Migne|Migne]], P.L., XXIII, 345).
  
Junto al uso en [[ bautismos ]] y funerales (San Cipriano fue enterrado praelucientibus cereis), conocemos por el así llamado Cuarto [[ Concilio de Cartago ]], en realidad un [[ sínodo ]] celebrado en el Sur de Gaul (514), que al instituir la [[ orden menor ]] de [[ acólito ]] el candidato recibía “un candelabro con un cirio”. Esta costumbre puede observarse hasta el día presente.
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Esta observación y la estrecha asociación de las [[velas de altar|velas]] encendidas con la [[ceremonia]] del [[bautismo]], que tenía lugar en la [[vigilia|Vigilia]] [[Pascua]]l y que sin [[duda]] originó la calificación de aquel [[Sacramentos|sacramento]] como ''photismos'' (iluminación), muestra que el [[simbolismo]] [[cristianismo|cristiano]] de las velas [[bendición|bendecidas]] ya se estaba haciendo sentir en aquella fecha tan temprana.  Esta conclusión está además confirmada por el lenguaje del Pregón Pascual ([[Exultet]]), todavía hoy en uso el [[Sábado Santo]] para la bendición del    [[cirio pascual]].  Es altamente probable que San Jerónimo mismo compusiera tal ''praeconium paschale'' (ver Morin en Revista Benedictina, enero 1891), y aquí se insiste en la [[idea]] de la supuesta [[virginidad]] de las abejas, y por consiguiente, se considera que la cera [[tipos en la Escritura|tipifica]] de la manera más apropiada la carne de [[Jesucristo]] nacido de una [[María|Madre]] [[virginidad|Virgen]].  De aquí ha surgido la noción posterior de que el pábilo simboliza más particularmente el [[alma]] de Jesucristo y la llama la Divinidad que absorbe y domina a ambas. Así el gran    cirio pascual representa a Cristo, “la luz [[verdad]]era”, y las velas más pequeñas son típicas de cada  cristiano [[individuo, individualidad|individual]] que se esfuerza por reproducir a Cristo en su [[vida]].  Podemos decir que este simbolismo todavía se acepta en [[la Iglesia]] en general.
  
Tales cirios como estos llevados por [[ acólitos ]], como vemos en el Sacramentario Gregoriano y las “Ordines Romani”, se usaban constantemente en el Ceremonial Romano desde el siglo séptimo y probablemente aún antes. Estos cirios se colocaban sobre el pavimento del santuario y hasta mucho más tarde no se colocaron sobre los altares. Aún la costumbre de poner cirios sobre la superficie del altar parece ser un tanto más antigua del siglo doce. Como el [[ Romano pontífice ]] , según las “Ordines”, era precedido por siete [[ acólitos ]] portando cirios, y como estos cirios, en un período posterior, eran colocados sobre el altar y ya no sobre el pavimento, es una tentadora hipótesis identificar los seis candelabros de altar de una ordinaria Misa especial (son siete cuando pontifica el [[ obispo ]] de la [[ diócesis ]]) con los candelabros de los [[ acólitos ]] de las “Ordines” Romanas. En esto, ver Obispo Edmundo en la “Downside Review”, 1906. Encender seis cirios sobre el altar se recomienda ahora para la Misa especial, cuatro para la Missa cantata, o para la Misa privada, en fiestas, de un [[ Obispo ]] y dos para todas las otras Misas. Todavía se permite una cierta libertad para encender más cirios en ocasiones solemnes.
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Además del uso en bautismos y funerales ([[San Cipriano de Cartago|San Cipriano]] fue enterrado ''praelucientibus cereis'' en 258), conocemos por el llamado [[Concilios de África|Cuarto Concilio de Cartago]], en realidad un [[sínodo]] realizado en el sur de [[la Galia cristiana|la Galia]] (c. 514), que al conferirle la [[órdenes menores|orden menor]] de [[acólito]]] el candidato recibía “un [[candelero]] con una vela”.  Esta costumbre se observa en la actualidad.  Tales [[velas de altar|velas]] cuando eran transportadas por los acólitos, como vemos en el Sacramentario Gregoriano y los “[[Ordines Romani]]”, se usaban constantemente en el [[Ceremonial]] [[Roma]]no desde el siglo VII y probablemente aún antes.   Estas velas se colocaban sobre el pavimento del [[santuario]] y no fue hasta mucho más tarde que se colocaron sobre los [[altar]]es.   No obstante, la práctica de colocar  velas sobre la [[mesa del altar]] mismo parece ser un poco anterior al siglo XII.   Como el [[Papa|Romano pontífice]], según las “Ordines”, era precedido por siete acólitos que portaban velas, y como estas velas, en un período posterior, eran colocadas sobre el altar y ya no sobre el pavimento, es una hipótesis tentadora identificar los seis [[candeleros de altar]] de una Misa mayor ordinaria (son siete cuando pontifica el obispo de la [[diócesis]]) con los [[candeleros]] de los acólitos de las “Ordines” romanas. Pero para esto, vea a Edmundo Bishop en la “Downside Review”, 1906.  
  
Seis cirios se deberían encender en [[ Vísperas ]] y [[ Laudes ]] cuando el Oficio es cantado en las grandes fiestas, y en ocasiones menos solemnes serían suficientes dos o cuatro. Las [[ rúbricas ]] prescriben también que dos [[ acólitos ]] con cirios deberían ir a la cabeza de la procesión al santuario, y estos dos cirios se llevan también para honrar la salmodia del Evangelio en la Misa especial, así como para el canto de la lectura breve y las colectas en [[ Vísperas ]], etc.  
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Ahora se ordena encender seis [[velas de altar|velas]] sobre el altar para cada [[Sacrificio de la Misa|Misa]] mayor, cuatro para la ''Missa cantata'', o para la Misa privada de un [[obispo]] en días de fiesta, y dos para todas las otras Misas. Todavía se permite una cierta libertad para el encendido de más velas en ocasiones de [[solemnidad]].  También se deben encender seis velas en [[vísperas]] y [[laudes]] cuando se canta el [[Oficio Divino|Oficio]] en las grandes fiestas, pero en ocasiones menos solemnes son suficientes dos o cuatro. Las [[rúbricas]] prescriben también que dos acólitos con velas deberían ir a la cabeza de la [[procesiones|procesión]] al santuario, y estos dos velas se llevan también para hacer [[honor]] al canto del [[Evangelios|Evangelio]] en la Misa mayor, así como para el canto del pequeño capítulo y las [[colecta]]s en vísperas, etc.   De forma similar, cuando el obispo hace su entrada a la [[edidicaciones eclesiásticas|iglesia]] es recibido y escoltado por los [[acólito]]s con sus velas.  Asimismo cuando un obispo toma parte en algún acto [[la Iglesia|eclesiástico]] en el [[santuario]] tiene un candelero propio, conocido como bujía (''bugia''), la cual es sostenida cerca de él por un [[capellán]] o [[clérigo]]. 
  
De forma similar, cuando el [[ obispo ]] hace su entrada en una iglesia es recibido y escoltado por los [[ acólitos ]] con sus cirios. Asimismo un [[ obispo ]] cuando toma parte en algún acto [[ eclesiástico ]] en el santuario tiene un candelabro suyo, conocido como bujía, el cual es sostenido cerca de él por un [[ capellán ]] o clérigo. También se usan cirios en las [[ excomuniones ]], en la reconciliación de los penitentes y otros actos excepcionales. Juegan un papel sobresaliente en el rito de la dedicación de una iglesia y en la bendición de cementerios, y se hace también una ofrenda de cirios en el [[ ofertorio ]] de una misa de [[ ordenación ]] por aquellos que acaban de ser [[ ordenados ]].  
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Las velas también se usan en las [[excomunión|excomuniones]], en la reconciliación de los penitentes y otros actos excepcionales. Juegan un papel sobresaliente en el [[ritos|rito]] de la [[dedicación]] de una [[edificaciones eclesiásticas|iglesia]] y en la [[bendición]] de [[cementerios]], y se hace también una ofrenda de [[velas de altar|velas]] en el [[ofertorio]] de una [[Sacrificio de la Misa|Misa]] de [[Órdenes Sagradas|ordenación]] por aquellos que acaban de ser ordenados.  En la administración de todos los [[sacramentos]], excepto el de la [[Sacramento de la Penitencia|penitencia]], se ordena que se enciendan velas. En el [[bautismo]] se pone una vela encendida en la mano del [[catecúmeno]] o del padrino como representante del menor. No es legítimo celebrar la Misa sin velas encendidas, y si se corre el riesgo de que el viento apague las velas, se debe protegerlas con fanales.  Las    [[rúbricas]] del “[[Misal]] Romano” ordenan que en el [[Santo]], incluso en cualquier Misa privada, debe encenderse una vela adicional y la cual debe arder hasta después de la Comunión del [[sacerdote]].  Sin embargo, esta rúbrica ha sido muy descuidada en la práctica, incluso en la misma [[Roma]].
  
En el acto de conferir todos los sacramentos, excepto el de la penitencia, se encarece que deberían encenderse los cirios. En el [[ bautismo ]] se pone un cirio encendido en la mano del [[ catecúmeno ]] o del padrino como representante del menor. No es legítimo decir [[ Misa ]] sin cirios encendidos, y si los cirios corren el riesgo de apagarse por el viento deben protegerse con pantallas. Las [[ rúbricas ]] del [[ Misal Romano ]] ordenan que en el Sanctus, incluso en la Misa privada, debe encenderse un cirio adicional y mantenerlo encendido hasta después de la Comunión del [[ presbítero ]]. Esta rúbrica está prácticamente en desuso incluso en la misma [[ Roma ]].
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En cuando a la materia, las [[velas de altar|velas]] que se usen con fines [[liturgia|litúrgicos]]   deben ser de cera de abejas.  Esto se considera así debido probablemente a su relación [[simbolismo|simbólica]] a la carne de [[Jesucristo|Cristo]], como ya se explicó. En cuanto al [[cirio pascual]] y las dos velas que son de [[obligación]] en la [[Sacrificio de la Misa|Misa]], un  [[decreto papal|decreto]] de la [[Congregaciones Romanas|Congregación de Ritos]] (14 dic. 1904) ha decidido que deben ser de cera de abejas in ''maxima parte'', lo que los [[comentarios bíblicos|comentaristas]] han interpretado en el sentido de no menos del 75%.  Para otros fines las velas colocadas sobre el [[altar]], por ejemplo, en la bendición, deben ser de cera, “en gran parte” o, en todo caso, “en una parte considerable”.  Se prescribe un mínimo de doce de tales velas para cualquier exposición pública del [[Eucaristía como Sacramento|Santísimo Sacramento]], aunque seis serán suficientes en una iglesia pobre o en una exposición privada.  Como norma el color de las velas debe ser blanco, aunque se permiten velas doradas o [[pintura religiosa|pintadas]] bajo ciertas restricciones. En las Misas de difuntos, sin embargo, y en la [[Semana Santa]] se usa cera amarilla o no blanqueada.  
  
En cuando a la materia, los cirios que se usen con fines [[ litúrgicos ]] deben ser de cera de abejas. Esto se considera así a cuento probablemente de su relación simbólica a la carne de [[ Cristo ]], como ya se explicó. En cuanto al [[ cirio pascual ]] y los dos cirios de [[ obligación ]] en la Misa, un reciente [[ decreto ]] de la Congregación de Ritos (14 de Diciembre de 1904) ha decidido que tienen que ser de cera de abejas en máxima parte, lo que han interpretado los comentadores que significa no menos del setenta y cinco por ciento. Para otros fines los cirios colocados sobre el altar, por ejemplo en las Bendiciones, deben ser de cera, “en gran parte”. De tales cirios un mínimo de doce está prescrito para cualquier exposición pública del [[ Sagrado Sacramento ]], aunque seis serán suficientes en una iglesia pobre o en una exposición privada.
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También es conveniente que las [[velas de altar|velas]] para fines litúrgicos deben ser bendecidas, pero esto no está prescrito como obligación. Una elaborada [[bendición]] para velas se provee para la [[Fiesta de la Purificación de María]] el 2 de febrero, conocida por otra parte como [[Día de la Candelaria]], y ésta es seguida por la distribución de velas y una [[procesiones|procesión]].  En épocas anteriores esta función era realizada por el [[Papa|soberano pontífice]] dondequiera que estuviese residiendo; y algunas de estas velas bendecidos eran distribuidas a voleo entre la gente y otras eran enviadas como regalo a [[persona]]s de [[notoriedad]]. Una bendición de velas menos elaborada en ocasiones ordinarias se da en el [[Misal]] así como en el [[Ritual]].
  
Como norma el color de los cirios debe ser blanco, aunque se permiten cirios dorados o [[ pintados ]] bajo ciertas restricciones. En las Misas de difuntos, sin embargo, y en la [[ Semana Santa ]] se usa cera amarilla o no blanqueada. También es lo adecuado que los cirios con fines [[ litúrgicos ]] deberían ser [[ bendecidos ]], pero esto no está prescrito como [[ obligación ]]. Una cuidada bendición de cirios está provista para la fiesta de la Purificación el 2 de febrero, conocida por otra parte como Día de las Candelarias, seguida de la distribución de cirios y una procesión. En tiempos anteriores esta función era llevada a cabo por el [[ soberano pontífice ]] dondequiera estuviese residiendo; y algunos de estos cirios bendecidos eran distribuidos a voleo entre la gente y otros eran enviados como regalo a [[ personas ]] de notoriedad. Una menos cuidada bendición de cirios para ocasiones ordinarias se da en el [[ Misal ]] así como en el Ritual.
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Las velas se usaban comúnmente, y todavía se usan, para arder ante las urnas hacia las que los [[fieles]] desean mostrar especial [[devociones populares|devoción]]. La vela, quemando su vida ante una [[escultura|estatua]] es, sin [[duda]], percibida de alguna manera poco definida como símbolo de [[oración]]] y [[sacrificio]]. Una curiosa práctica [[Edad Media|medieval]] era ofrecer, a alguna reliquia favorable, una vela, o cierto número de velas, que tuviesen una medida igual a la altura de las personas para las que se pedía algún favor. Esto se llamaba “midiendo a” tal o cual santo. La práctica puede remontarse hasta los [[tiempo]]s de San Radegundo (m. 587) y posteriormente hasta la [[Edad Media]]. Era especialmente común en [[Inglaterra]] y el Norte de [[Francia]] en los siglos XII y XIII.   Para conocer otros usos de las velas, por ejemplo, en el [[Oficio de Tinieblas]], en las manos de un moribundo, en la Primera Comunión, etc., el lector deberá dirigirse a los respectivos artículos. (Vea [[velas de altar]]).
  
Se encendían cirios, y se encienden, comúnmente para arder ante las reliquias (o capillas, o ermitas; n.d.t.) hacia las que los fieles quieren mostrar especial devoción. El cirio, quemando su vida, ante una imagen es, sin [[ duda ]] percibido de alguna manera poco definida como símbolo de [[ oración ]] y sacrificio.  Una curiosa práctica medieval era ofrecer, a alguna reliquia favorable un cirio o un número de cirios de medida igual a la altura de las [[ personas ]] para las cuales se pedía algún favor. Esto se llamaba “midiendo a” tal o tal santo. La costumbre puede perseguirse hacia atrás hasta los tiempos de San Radegundo (+ 587) y posteriormente hasta la Edad Media. Era especialmente común en [[ Inglaterra ]] y el Norte de [[ Francia ]] en los siglos doce y trece.
 
Para conocer otros usos de los cirios, por ejemplo, en el oficio de Tinieblas, en las manos de un moribundo, en la Primera Comunión, etc., el lector deberá dirigirse a los respectivos artículos. (Ver ALTAR, subtítulo Cirios de Altar.)
 
  
= Fuentes =
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'''Bibliografía''':  BAUMER en el Kirchenlexikon, s.v. Kerze, Vol. VII, 395-402; vea también MUHLBAUER, Geschichte und Bedeutung der Wachalichter bei den kirchlichen Funktionen (Augsburgo, 1874), una monografía muy satisfactoria; THALHOFER, Liturgik (Friburgo, 1893), I, 666-82; MARTIN AND CAHIER, Melanges d'Archeologie (París, 1853), III, 1-51; Bishop, Of six candles on the Altar in the Downside Review, July, 1906, 188-203.  Para decisions recientes vea S.L.T., The Furniture of the Altar en The Ecclesiastical Review (julio 1904), 60-64; VAN DE STAPPEN, Sacra Liturgia (Mechlin, 1902), III, 74-85; Callationes Brugenses (Brujas 1905),X, 398-400; Ephemerides Liturgicae, XV, 379-88.
  
BAUMER, en el Kirchenlexikon, s.v. Kerze, Vol. VII, 395-402; ver también MUHLBAUER, Geschichte und Bedeutung de Wachalichter bei den kirchlichen Funktionen (Ausburgo, 1874), una monografía muy satisfactoria; THALHOFER, Liturgik (Friburgo, 1893), I, 666-82; MARTÍN AND CAHIER, Melanges d’Arqueologie (París, 1853), III, 1-51; Bishop, de seis cirios en el Altar en la Downside Review, Julio, 1906, 188-203. Para decisiones recientes ver, S.L.T., el Mobiliario del Altar en La Revista Eclesiástica (Julio, 1904), 60-64; VAN DE STAPPEN, Sacra Liturgia (Mechlin, 1902), III, 74-85; Callationes Bruguenses (Brujas, 1905), X, 398-400; Ephemerides Liturgicae, XV, 379-88.
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'''Fuente''':  Thurston, Herbert. "Candles." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 19 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/03246a.htm>.
  
= Acerca de esta página =
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Traducido por Andrés Peral Martín, 2010. rc
 
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APA citas. Thurston, H. (1908). Cirios. En la Enciclopedia Católica. Nueva York: Rober Appleton Company.
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MLA citas. Vol. III, Igual a APA.
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Transcripción. Este artículo fue transcrito para New Advent por Dorothy Moloney. Dedicado a la memora de su padre, Robert Michael Moloney (5/2/1925-9/20/1996)
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Aprobación eclesiástica. Nihil obstat. 1 de Noviembre de 1908. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur +John Cardinal Farley, Arzobispo de Nueva York.
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Contacto. El editor de New Advent es Kevin Knight. Mi correo electrónico es feedback732 en newadvent.org. (Para luchar contra el correo no deseado, esta dirección podría cambiar ocasionalmente.) Lamentablemente, no puedo responder a cada correo, pero agradezco sus informaciones –especialmente noticias sobre errores tipográficos y anuncios no apropiados.
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Traducido por Andrés Peral Martín, 2010.
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Última revisión de 06:04 6 feb 2013

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La palabra vela (candela, de candeo, arder) fue introducida a la lengua inglesa como término eclesiástico, probablemente tan temprano como en el siglo VIII. Era conocida en tiempos clásicos y denotaba cualquier tipo de cono en el que una mecha, usualmente hecha de una tira de papiro, era recubierta de cera o grasa animal. No necesitamos rehuir el admitir que las velas, al igual que el incienso y el agua lustral, se usaban comúnmente en cultos paganos y en los ritos ofrecidos a los difuntos. Pero la Iglesia los tomó a su servicio desde un período muy temprano, al igual que adoptó otras muchas cosas indiferentes en sí mismas, y que parecían apropiadas para engrandecer el esplendor del ceremonial religioso. No debemos olvidar que la mayoría de estos accesorios del culto, como música, luces, los perfumes, las abluciones, las decoraciones florales, baldaquinos, doseles, cortinas, campanas, vestimentas, etc., no se identificaban con ningún culto idolátrico en particular, sino que eran comunes a casi todos los cultos. En efecto, son parte del lenguaje natural de expresión mística, y tales cosas pertenecen tanto a ceremonias seculares como a la religión. La salva de un número asignado de armas de fuego, un homenaje que da un buque de guerra a la bandera de un poder extranjero, es exactamente tan más o menos digno de ser descrito como supersticioso como la disposición de un cierto número de velas sobre el altar en la Misa mayor. El llevar cerillos figura entre las señales de respeto a mostrar a los más altos dignatarios del Imperio Romano en la “Notitia Dignitatum”. Es altamente probable que las velas que se llevaban, desde un período muy temprano, delante del Papa o del obispo cuando iban en procesión al santuario, o las que acompañaban el transporte del libro de los Evangelios al ambón o púlpito desde el que el diácono leía, eran nada más que una adaptación de esta práctica secular.

El uso de multitud de velas y lámparas fue, sin duda, una característica destacada de la celebración de la Vigilia Pascual que data, como podemos creer, casi desde los tiempos apostólicos. Eusebio (Vita Constant., IV, XXII) habla de las “columnas de cera” con las que Constantino transformaba la noche en día, y Prudencio y otros autores han dejado elocuentes descripciones del brillo dentro de las iglesias. En las basílicas tampoco se limitó el uso de velas a aquellas horas en que era necesaria la luz artificial. Por no hablar del decreto del concilio español de Elvira (300), que parece condenar como abuso algunos encendidos supersticiosos de velas durante el día en los cementerios, conocemos que el hereje Vigilancio, para finales del mismo siglo, les reprochó a los ortodoxos que mientras el sol brillaba todavía ellos encendían una gran cantidad de velas (moles cereorum accendi faciunt); y San Jerónimo, en respuesta, declaró que las velas se encendían durante la lectura del Evangelio, no precisamente para poner la oscuridad en fuga, sino como un signo de alegría (Migne, P.L., XXIII, 345).

Esta observación y la estrecha asociación de las velas encendidas con la ceremonia del bautismo, que tenía lugar en la Vigilia Pascual y que sin duda originó la calificación de aquel sacramento como photismos (iluminación), muestra que el simbolismo cristiano de las velas bendecidas ya se estaba haciendo sentir en aquella fecha tan temprana. Esta conclusión está además confirmada por el lenguaje del Pregón Pascual (Exultet), todavía hoy en uso el Sábado Santo para la bendición del cirio pascual. Es altamente probable que San Jerónimo mismo compusiera tal praeconium paschale (ver Morin en Revista Benedictina, enero 1891), y aquí se insiste en la idea de la supuesta virginidad de las abejas, y por consiguiente, se considera que la cera tipifica de la manera más apropiada la carne de Jesucristo nacido de una Madre Virgen. De aquí ha surgido la noción posterior de que el pábilo simboliza más particularmente el alma de Jesucristo y la llama la Divinidad que absorbe y domina a ambas. Así el gran cirio pascual representa a Cristo, “la luz verdadera”, y las velas más pequeñas son típicas de cada cristiano individual que se esfuerza por reproducir a Cristo en su vida. Podemos decir que este simbolismo todavía se acepta en la Iglesia en general.

Además del uso en bautismos y funerales (San Cipriano fue enterrado praelucientibus cereis en 258), conocemos por el llamado Cuarto Concilio de Cartago, en realidad un sínodo realizado en el sur de la Galia (c. 514), que al conferirle la orden menor de acólito] el candidato recibía “un candelero con una vela”. Esta costumbre se observa en la actualidad. Tales velas cuando eran transportadas por los acólitos, como vemos en el Sacramentario Gregoriano y los “Ordines Romani”, se usaban constantemente en el Ceremonial Romano desde el siglo VII y probablemente aún antes. Estas velas se colocaban sobre el pavimento del santuario y no fue hasta mucho más tarde que se colocaron sobre los altares. No obstante, la práctica de colocar velas sobre la mesa del altar mismo parece ser un poco anterior al siglo XII. Como el Romano pontífice, según las “Ordines”, era precedido por siete acólitos que portaban velas, y como estas velas, en un período posterior, eran colocadas sobre el altar y ya no sobre el pavimento, es una hipótesis tentadora identificar los seis candeleros de altar de una Misa mayor ordinaria (son siete cuando pontifica el obispo de la diócesis) con los candeleros de los acólitos de las “Ordines” romanas. Pero para esto, vea a Edmundo Bishop en la “Downside Review”, 1906.

Ahora se ordena encender seis velas sobre el altar para cada Misa mayor, cuatro para la Missa cantata, o para la Misa privada de un obispo en días de fiesta, y dos para todas las otras Misas. Todavía se permite una cierta libertad para el encendido de más velas en ocasiones de solemnidad. También se deben encender seis velas en vísperas y laudes cuando se canta el Oficio en las grandes fiestas, pero en ocasiones menos solemnes son suficientes dos o cuatro. Las rúbricas prescriben también que dos acólitos con velas deberían ir a la cabeza de la procesión al santuario, y estos dos velas se llevan también para hacer honor al canto del Evangelio en la Misa mayor, así como para el canto del pequeño capítulo y las colectas en vísperas, etc. De forma similar, cuando el obispo hace su entrada a la iglesia es recibido y escoltado por los acólitos con sus velas. Asimismo cuando un obispo toma parte en algún acto eclesiástico en el santuario tiene un candelero propio, conocido como bujía (bugia), la cual es sostenida cerca de él por un capellán o clérigo.

Las velas también se usan en las excomuniones, en la reconciliación de los penitentes y otros actos excepcionales. Juegan un papel sobresaliente en el rito de la dedicación de una iglesia y en la bendición de cementerios, y se hace también una ofrenda de velas en el ofertorio de una Misa de ordenación por aquellos que acaban de ser ordenados. En la administración de todos los sacramentos, excepto el de la penitencia, se ordena que se enciendan velas. En el bautismo se pone una vela encendida en la mano del catecúmeno o del padrino como representante del menor. No es legítimo celebrar la Misa sin velas encendidas, y si se corre el riesgo de que el viento apague las velas, se debe protegerlas con fanales. Las rúbricas del “Misal Romano” ordenan que en el Santo, incluso en cualquier Misa privada, debe encenderse una vela adicional y la cual debe arder hasta después de la Comunión del sacerdote. Sin embargo, esta rúbrica ha sido muy descuidada en la práctica, incluso en la misma Roma.

En cuando a la materia, las velas que se usen con fines litúrgicos deben ser de cera de abejas. Esto se considera así debido probablemente a su relación simbólica a la carne de Cristo, como ya se explicó. En cuanto al cirio pascual y las dos velas que son de obligación en la Misa, un decreto de la Congregación de Ritos (14 dic. 1904) ha decidido que deben ser de cera de abejas in maxima parte, lo que los comentaristas han interpretado en el sentido de no menos del 75%. Para otros fines las velas colocadas sobre el altar, por ejemplo, en la bendición, deben ser de cera, “en gran parte” o, en todo caso, “en una parte considerable”. Se prescribe un mínimo de doce de tales velas para cualquier exposición pública del Santísimo Sacramento, aunque seis serán suficientes en una iglesia pobre o en una exposición privada. Como norma el color de las velas debe ser blanco, aunque se permiten velas doradas o pintadas bajo ciertas restricciones. En las Misas de difuntos, sin embargo, y en la Semana Santa se usa cera amarilla o no blanqueada.

También es conveniente que las velas para fines litúrgicos deben ser bendecidas, pero esto no está prescrito como obligación. Una elaborada bendición para velas se provee para la Fiesta de la Purificación de María el 2 de febrero, conocida por otra parte como Día de la Candelaria, y ésta es seguida por la distribución de velas y una procesión. En épocas anteriores esta función era realizada por el soberano pontífice dondequiera que estuviese residiendo; y algunas de estas velas bendecidos eran distribuidas a voleo entre la gente y otras eran enviadas como regalo a personas de notoriedad. Una bendición de velas menos elaborada en ocasiones ordinarias se da en el Misal así como en el Ritual.

Las velas se usaban comúnmente, y todavía se usan, para arder ante las urnas hacia las que los fieles desean mostrar especial devoción. La vela, quemando su vida ante una estatua es, sin duda, percibida de alguna manera poco definida como símbolo de oración] y sacrificio. Una curiosa práctica medieval era ofrecer, a alguna reliquia favorable, una vela, o cierto número de velas, que tuviesen una medida igual a la altura de las personas para las que se pedía algún favor. Esto se llamaba “midiendo a” tal o cual santo. La práctica puede remontarse hasta los tiempos de San Radegundo (m. 587) y posteriormente hasta la Edad Media. Era especialmente común en Inglaterra y el Norte de Francia en los siglos XII y XIII. Para conocer otros usos de las velas, por ejemplo, en el Oficio de Tinieblas, en las manos de un moribundo, en la Primera Comunión, etc., el lector deberá dirigirse a los respectivos artículos. (Vea velas de altar).


Bibliografía: BAUMER en el Kirchenlexikon, s.v. Kerze, Vol. VII, 395-402; vea también MUHLBAUER, Geschichte und Bedeutung der Wachalichter bei den kirchlichen Funktionen (Augsburgo, 1874), una monografía muy satisfactoria; THALHOFER, Liturgik (Friburgo, 1893), I, 666-82; MARTIN AND CAHIER, Melanges d'Archeologie (París, 1853), III, 1-51; Bishop, Of six candles on the Altar in the Downside Review, July, 1906, 188-203. Para decisions recientes vea S.L.T., The Furniture of the Altar en The Ecclesiastical Review (julio 1904), 60-64; VAN DE STAPPEN, Sacra Liturgia (Mechlin, 1902), III, 74-85; Callationes Brugenses (Brujas 1905),X, 398-400; Ephemerides Liturgicae, XV, 379-88.

Fuente: Thurston, Herbert. "Candles." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 19 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/03246a.htm>.

Traducido por Andrés Peral Martín, 2010. rc