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Viernes, 19 de abril de 2024

Caín

De Enciclopedia Católica

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Primogénito de Adán y Eva. Su nombre deriva, según Génesis 4,1, de la raíz qanah, adquirir, nombre que le dio su madre al nacer debido a las palabras que ella pronunció: “he adquirido un varón por el favor de Yahveh.” No se puede alegar ninguna objeción seria contra esta derivación. El Libro del Génesis, interesado en esta parte en el origen de las diferentes ocupaciones de los hombres, nos dice que Caín se convirtió en agricultor mientras su hermano Abel cuidaba los rebaños. Ambos ofrecieron al Señor un sacrificio, reconociendo así, de un modo análogo al prescrito luego en la ley, el poder soberano del Creador. Caín ofreció de los frutos de tierra; Abel de “los primogénitos de su rebaño y de la grasa de los mismos.” Por algún medio no indicado en el texto sagrado, quizás, como se ha pensado, por alguna señal como el fuego que consumió la ofrenda de Gedeón (Jc. 6,21) o el de Elías (1 Rey. 18,38), Dios manifestó a los hermanos que Abel y su sacrificio le eran gratos y que, al contrario, rechazaba a Caín y su ofrenda. No nos dicen la razón de esta preferencia. Entre las conjeturas sobre el asunto, una ha tenido mayor preferencia entre los comentaristas, es aquella que incorpora las palabras de Dios a Caín, en el versículo 7 de la Versión de los Setenta: “Si ofreces bien pero divides mal, ¿no has cometido pecado?” Esto implica que Caín cometió la falta de presentar a Dios regalos imperfectos, reservando para sí mismo la mejor parte de los productos de la tierra. Sin embargo, San Agustín, que estaba bajo la influencia de la Septuaginta, entendió la división de otra manera. Caín, nos dice, le dio una parte de sus bienes a Dios, pero no le dio su corazón (Ciudad de Dios, XV.7). Esto está de acuerdo con la causa que más se asigna para la preferencia de Dios. La continuación de la historia nos muestra la mala disposición del corazón de Caín. San Juan dice que Caín mató a Abel porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas (1 Jn. 3,12), y leemos en Hebreos que “por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más excelente que Caín” (Heb. 11,4).

Caín se encoleriza por el rechazo Divino. En Gen. 4,6-7 encontramos el reproche y la advertencia de Dios: “¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.”. El pecado es aquí representado bajo la figura de una bestia salvaje, que se agacha a la puerta del corazón, lista para destrozar a su víctima. Caín pudo resistirse a la tentación pero no lo hizo y la historia de la Biblia continúa relatando el terrible crimen nacido de su ira y sus celos: mata a Abel. Preguntado por el Señor acerca del paradero de su hermano, contesta insolentemente que no lo sabe. Para vengar la sangre de Abel, Dios pronuncia una maldición contra el primer homicida. El texto hebreo de la maldición puede traducirse como “maldito seas, por este suelo que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano”, o también "Maldito seas lejos de este suelo..., etc.” La primera traducción refiere la frase a las palabras que siguen a continuación: “Aunque labres el suelo, no te dará más su fuerza”, es decir, su fruto; la segunda, al destierro relatado después. Este destierro del país dónde sus padres vivieron y donde, como sabemos por los pasajes que siguen a éste, Dios continuó manifestando su presencia de un modo especial, se menciona como “salir de la presencia de Yahveh” (v. 16).

El país del destierro de Caín, dónde viviría como un vagabundo, errante, se llama en hebreo la tierra de Nod y se dice que estaba al oriente de Edén. Como no sabemos donde estaba Edén, no se puede determinar la localización de Nod. El castigo le pareció a Caín mayor de lo que podría soportar; en respuesta a sus palabras, expresando el temor de que pudieran matarle, Dios le dio una promesa de protección especial para su vida, y le puso una señal. No se nos da indicación sobre la naturaleza de esta señal. El único hecho que expresa la Biblia sobre la vida posterior de Caín es la fundación de una ciudad, llamada Henoc, tras un hijo de ese nombre. Una gran cantidad de autores encuentran que esta tradición, que hace de Caín el primer constructor de una ciudad, no es compatible con la historia antes relatada, qué, dicen ellos, se entiende mejor como el relato popular del origen de las tribus nómadas del desierto. Si no añadimos a la historia del autor del Génesis elementos de los que el parece haber estado inconsciente, no hay razón para suponer que estaba equivocado al considerar las palabras de la maldición como consistentes con la “construcción” de una ciudad por Caín. Los comentaristas conservadores tienen probablemente razón en su juicio de que esta “ciudad" de Caín no fue de magnitud notable o importante.


Fuente: Reilly, Wendell. "Cain." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03142b.htm>.

Traducido por Quique Sancho. L H M.