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Viernes, 19 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Beato Agostino Novello»

De Enciclopedia Católica

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(Matteo Di Termini) Nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de Sicilia, de donde se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la Arquidiócesis de Palermo, algunas veces él es llamado Panormitano. El [[Breviario]] dice de él “quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt”. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y virtud.   Sus padres, procedentes de una familia noble  de Cataluña, España, lo educaron de manera cuidadosa y le instruyeron en las ciencias conocidas, primero en el hogar y luego en la ciudad de Boloña, donde consiguió altos honores especialmente en ley civil y canónica.  
(Matteo Di Termini) Naciò en la primera mitad del siglo XIII, en Termini, un poblado de Sicilia, de donde se deriva su apellido. Como ese poblado pertenecía a la arquidiócesis de Palermo a veces se le llama Panormitano, el Breviario dice en alusión a él: los Termínianos en Palermo dicen que es su paisano. Al entrar a la religión se cambió el nombre por Agostino, y después se le dio el nombre adicional de Novello, un titulo sugerido por su gran inteligencia y virtud. Sus padres de una noble familia originalmente de Cataluña, España, lo educaron muy cuidadosamente e instruyeron en todas las ciencias conocidas entonces. Primero en el hogar y después en la ciudad de Bolonia, donde llevó altos honores, especialmente en derecho civil y canónico. Al regresar a su tierra natal ocupó muchas posiciones de honor en la magistratura, desempeñando todos los deberes de estos puestos con tal prudencia y exactitud que el Rey de Sicilia, Manfred, lo hizo uno de sus consejeros. En este cargo acompañó al Rey en la guerra contra Carlos de Anjou, quien disputaba con Manfred el derecho a la corona de Sicilia, y en la batalla en la que mataron a Manfred y su ejército fue derrotado, dieron por muerto a Agostino, lo dejaron en el campo de batalla entre los cuerpos de otros soldados. Volviendo en si, pudo llegar a su casa, y desilusionado del mundo, y de la ligereza y disipación de todas las glorias terrenas, decidió de ahí en adelante servir al Rey de Reyes, Jesucristo, y rechaza todos los honores y dignidades del mundo. Siguiendo esa inspiración especial del cielo, pidió ser admitido como hermano lego en la orden de San Agustín y fue recibido en un convento en Toscazo, donde pudo vivir desconocido para el mundo, lejos de su casa y familia. Aquí, se consagró a ejercicios de piedad, vivió tranquilamente hasta que un incidente imprevisto lo llevó una vez más ante el mundo. El título de una propiedad perteneciente al convento fue reclamado por un rico e inteligente licenciado de Siena, Giacomo Pallares.  
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Al regreso a su tierra nativa, ocupó muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las tareas de sus puestos con tanta prudencia y exactitud que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus consejeros.   En este carácter, acompañó al rey en su guerra contra [[Carlos de Anjou]], quien le disputaba a Manfredo su derecho a la corona de Sicilia.  En la batalla en la cual Manfredo fue muerto, el propio Agostino, dado por muerto, quedó en el campo de batalla en medio de los cadáveres de otros soldados. Al volver en pudo llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con la frivolidad y fugacidad  de la gloria terrenal, se determinó a servir al Rey de Reyes, Jesucristo, desdeñando todos los honores y dignidades del mundo.  
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Siguiendo estas inspiraciones celestiales, pidió ser admitido como converso en la [[Orden de San Agustín]] y fue recibido en un Convento de Tuscana, donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí, dedicado a ejercicios piadosos, vivó tranquilamente hasta que un incidente imprevisto le llevó de nuevo ante el mundo:  Jacobo Pallares, un rico e instruido abogado de Siena,  reclamaba el título de una propiedad perteneciente al convento.  Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la congregación. Pallares, quien se percató enseguida que el humilde hábito de de un hermano lego ocultaba al más notable jurista, le solicitó verlo y, para su sorpresa, reconoció en él  a su ex-compañero de estudios en la Universidad de Bologna, Mateo di Termini.  No perdió tiempo informar a las autoridades eclesiásticas, rogándoles que no mantuvieran más en la oscuridad a tal caudal de conocimientos.  Cuando Clemente de Osimo, General de la Orden, se enteró de esto, obligó a  Agostino, bajo obediencia, a recibir el Sagrado Orden  y, lo que es más,  lo nombró uno de sus asociados.  Agostino reformó las Constituciones y dio  mayor esplendor a su Orden, de la cual llegó a ser General,  cargo al cual  renunció luego para vivir en retiro, dedicando todo su tiempo al estudio, oración y penitencia, mediante lo cual  alcanzó un alto grado de perfección.  Antes de ser nombrado General,  Nicolás IV lo designó su Confesor y Gran Penitenciario, cargos que aceptó sólo por obediencia y con tanta aversión manifiesta y tantas protestas sobre su indignidad, que el Papa y los Cardenales quedaron visiblemente impresionados.
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En su retiro en el convento de San Leonardo, cerca de Siena, no sólo se dedicó a la práctica de las virtudes propias de su estado, las cuales realizó en grado heroico, sino que llevado por una ardiente y agotadora caridad, comenzó a recaudar limosnas y pudo prácticamente reconstruir un excelente orfanato para enfermos y ancianos, que no tenían ni medios para cuidar de si mismos durante la  enfermedad ni un lugar para pasar sus últimos días. Muchos de los milagros realizados por  la intersección del beato Agostino han sido verificados y autenticados. [[Clemente XIII]] lo beatificó solemnemente y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770.
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Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
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Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina
  
Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de su hermandad. Pallares, quien una vez percibido de que el humilde hábito de un hermano lego callara al jurista más inteligente, solicitó verlo, y para su asombro reconoció a su anterior condiscípulo de la universidad de Bolonia, Matteo de Termini. Pallares no perdió tiempo en informar a las autoridades eclesiásticas con su identidad, suplicándoles no mantener más en la oscuridad tal caudal de inteligencia. Cuando Clement de Osimo, Superior de la Orden, supo esto, obligó a Agostino, a recibir la ordenes sagradas por obediencia, y aun más, lo asignó como uno de sus consejeros. Agostino reformó las constituciones y atrajo mucho esplendor a su orden, de la cual llegó a ser el superior, cargo con el que, finalmente se resignó a vivir en retiro, dedicando todo su tiempo a estudiar, orar y hacer penitencia, con lo cual, alcanzó un alto grado de perfección. Antes de que fuera el superior, Nicolás IV se lo asigno como su confesor y gran penitenciario, cargo que aceptó solo por obediencia, y con disgusto manifiesto y con tantas protestas por no ser digno, que el Papa y los Cardenales fueron afectados visiblemente.
 
  
En su retiro en el convento de San Leonardo, cerca de Sena, no solo se dedicó a la práctica de las virtudes propias del estado religioso, las cuales llevaba en grado heroico, sino impulsado por una ardiente y casi desgastante caridad, empezó a juntar almas y pudo agrandar y prácticamente reconstruir un excelente orfanato para enfermos y ancianos que no tenían ni medios para cuidarse a si mismos durante una enfermedad ni un lugar donde pasar sus últimos días. Muchos de los milagros hechos por el Beato Agostino fueron verificados y corroborados. Clemente XIII lo beatificó solemnemente y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de Julio de 1770.
 
  
Escrito por Tirso López.
 
  
 
Trascrito por The Cloistered Dominican Nuns of the Monastery of the Infant Jesus.  
 
Trascrito por The Cloistered Dominican Nuns of the Monastery of the Infant Jesus.  
  
 
Traducido por Francisco Juárez Salazar
 
Traducido por Francisco Juárez Salazar
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Revisago y corregido por Luz María Hernández Medina

Última revisión de 15:40 17 ago 2008

(Matteo Di Termini) Nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de Sicilia, de donde se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la Arquidiócesis de Palermo, algunas veces él es llamado Panormitano. El Breviario dice de él “quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt”. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y virtud. Sus padres, procedentes de una familia noble de Cataluña, España, lo educaron de manera cuidadosa y le instruyeron en las ciencias conocidas, primero en el hogar y luego en la ciudad de Boloña, donde consiguió altos honores especialmente en ley civil y canónica. Al regreso a su tierra nativa, ocupó muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las tareas de sus puestos con tanta prudencia y exactitud que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus consejeros. En este carácter, acompañó al rey en su guerra contra Carlos de Anjou, quien le disputaba a Manfredo su derecho a la corona de Sicilia. En la batalla en la cual Manfredo fue muerto, el propio Agostino, dado por muerto, quedó en el campo de batalla en medio de los cadáveres de otros soldados. Al volver en sí pudo llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con la frivolidad y fugacidad de la gloria terrenal, se determinó a servir al Rey de Reyes, Jesucristo, desdeñando todos los honores y dignidades del mundo. Siguiendo estas inspiraciones celestiales, pidió ser admitido como converso en la Orden de San Agustín y fue recibido en un Convento de Tuscana, donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí, dedicado a ejercicios piadosos, vivó tranquilamente hasta que un incidente imprevisto le llevó de nuevo ante el mundo: Jacobo Pallares, un rico e instruido abogado de Siena, reclamaba el título de una propiedad perteneciente al convento. Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la congregación. Pallares, quien se percató enseguida que el humilde hábito de de un hermano lego ocultaba al más notable jurista, le solicitó verlo y, para su sorpresa, reconoció en él a su ex-compañero de estudios en la Universidad de Bologna, Mateo di Termini. No perdió tiempo informar a las autoridades eclesiásticas, rogándoles que no mantuvieran más en la oscuridad a tal caudal de conocimientos. Cuando Clemente de Osimo, General de la Orden, se enteró de esto, obligó a Agostino, bajo obediencia, a recibir el Sagrado Orden y, lo que es más, lo nombró uno de sus asociados. Agostino reformó las Constituciones y dio mayor esplendor a su Orden, de la cual llegó a ser General, cargo al cual renunció luego para vivir en retiro, dedicando todo su tiempo al estudio, oración y penitencia, mediante lo cual alcanzó un alto grado de perfección. Antes de ser nombrado General, Nicolás IV lo designó su Confesor y Gran Penitenciario, cargos que aceptó sólo por obediencia y con tanta aversión manifiesta y tantas protestas sobre su indignidad, que el Papa y los Cardenales quedaron visiblemente impresionados. En su retiro en el convento de San Leonardo, cerca de Siena, no sólo se dedicó a la práctica de las virtudes propias de su estado, las cuales realizó en grado heroico, sino que llevado por una ardiente y agotadora caridad, comenzó a recaudar limosnas y pudo prácticamente reconstruir un excelente orfanato para enfermos y ancianos, que no tenían ni medios para cuidar de si mismos durante la enfermedad ni un lugar para pasar sus últimos días. Muchos de los milagros realizados por la intersección del beato Agostino han sido verificados y autenticados. Clemente XIII lo beatificó solemnemente y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770. Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina



Trascrito por The Cloistered Dominican Nuns of the Monastery of the Infant Jesus.

Traducido por Francisco Juárez Salazar Revisago y corregido por Luz María Hernández Medina