https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&feed=atom&action=historyAstronomía en la Biblia - Historial de revisiones2024-03-29T15:11:36ZHistorial de revisiones para esta página en el wikiMediaWiki 1.24.1https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=45872&oldid=prevLuz María Hernández Medina en 13:24 12 abr 20202020-04-12T13:24:53Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 13:24 12 abr 2020</td>
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<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]]  La uranografía de los hebreos está cargada de perplejidades.  La Escritura menciona media docena de grupos de estrellas, pero las autoridades aún no se ponen de acuerdo en cuanto a su identidad. En un texto muy impresionante, el profeta Amós (5,8) da gloria al Creador llamándolo "el que hizo Kima y Kesil", y que la Vulgata traduce por Arturo y Orión. Ciertamente, Kima no se refiere a Arturo. Esa palabra, que aparece dos veces en el libro de Job (9,9; 38,31), es traducida por los LXX como las Pléyades. Ese es el mismo significado que le dan a ese nombre el Talmud y la literatura siria. La evidencia etimológica apoya esa traducción: el  término hebreo se relaciona obviamente con la raíz arábiga kum (acumular) y con la asiria kamu (atar), mientras que "cadenas de Kima", al que se refiere el texto sagrado, adecuadamente figura la fuerza coercitiva que le da unidad a un objeto múltiple. La otra constelación, Kesil, es indudablemente nuestra Orión. Empero, en el primero de los pasajes del libro de Job donde aparece, los LXX traducen con la palabra Herper; en el segundo, la Vulgata utiliza de modo irrelevante Arturo; Karsten Niebuhr (1733-1815) entendió que Kesil significaba Sirio; Thomas Hyde (1636-1703) supuso que indicaba a Canopus (también llamada Canopo, o Alfa Carinae, es la estrella con más brillo en la constelación de Carina y parece ser  la segunda estrella más brillante del cielo, N.T.). En hebreo, kesil significa "impío", adjetivo que denotaba la criminalidad estúpida que legendariamente caracterizaba  el carácter de los gigantes, y las estrellas de Orión nos sugieren de modo irresistible una figura enorme que camina por el cielo. Consecuentemente, los árabes dieron a esa constelación el nombre de Al-gebbar, "el gigante", cuyo equivalente en sirio es Gabbara, según aparece en la versión siria de la Biblia conocida como Peshitta. Podemos entonces asumir con cierta seguridad que Kimah y Kesil sí designaban a las Pléyades y a Orión. Pero las demás interpretaciones son considerablemente más oscuras.  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]]  La uranografía de los hebreos está cargada de perplejidades.  La Escritura menciona media docena de grupos de estrellas, pero las autoridades aún no se ponen de acuerdo en cuanto a su identidad. En un texto muy impresionante, el profeta Amós (5,8) da gloria al Creador llamándolo "el que hizo Kima y Kesil", y que la Vulgata traduce por Arturo y Orión. Ciertamente, Kima no se refiere a Arturo. Esa palabra, que aparece dos veces en el libro de Job (9,9; 38,31), es traducida por los LXX como las Pléyades. Ese es el mismo significado que le dan a ese nombre el Talmud y la literatura siria. La evidencia etimológica apoya esa traducción: el  término hebreo se relaciona obviamente con la raíz arábiga kum (acumular) y con la asiria kamu (atar), mientras que "cadenas de Kima", al que se refiere el texto sagrado, adecuadamente figura la fuerza coercitiva que le da unidad a un objeto múltiple. La otra constelación, Kesil, es indudablemente nuestra Orión. Empero, en el primero de los pasajes del libro de Job donde aparece, los LXX traducen con la palabra Herper; en el segundo, la Vulgata utiliza de modo irrelevante Arturo; Karsten Niebuhr (1733-1815) entendió que Kesil significaba Sirio; Thomas Hyde (1636-1703) supuso que indicaba a Canopus (también llamada Canopo, o Alfa Carinae, es la estrella con más brillo en la constelación de Carina y parece ser  la segunda estrella más brillante del cielo, N.T.). En hebreo, kesil significa "impío", adjetivo que denotaba la criminalidad estúpida que legendariamente caracterizaba  el carácter de los gigantes, y las estrellas de Orión nos sugieren de modo irresistible una figura enorme que camina por el cielo. Consecuentemente, los árabes dieron a esa constelación el nombre de Al-gebbar, "el gigante", cuyo equivalente en sirio es Gabbara, según aparece en la versión siria de la Biblia conocida como Peshitta. Podemos entonces asumir con cierta seguridad que Kimah y Kesil sí designaban a las Pléyades y a Orión. Pero las demás interpretaciones son considerablemente más oscuras.  </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Ash  </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div> </div></td></tr>
<tr><td colspan="2"> </td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><ins class="diffchange diffchange-inline">[[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]]</ins>Ash  </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>En el libro de Job- la parte más astronómica de la Biblia- se hace mención, junto con otras estrellas, de Ash y Ayish, las cuales casi seguramente son formas diversa de la misma palabra. Su significado continúa siendo un enigma. La Vulgata y los LXX, sin sustento alguno, las traducen por Arturo y Hésperos (escrita también Vésperos,  es Venus, el planeta de la tarde. N.T.). Abenazera, el erudito rabino de Toledo, aportó, sin embargo, tan sólidas razones para  identificar Ash, o Ayish, con la Osa Mayor, que aunque hayan sido erróneas, prevalecen aún. Se fundamentaba sobre todo en el parecido entre las palabras "ash" y la arábica "na'ash", "féretro", que se aplicaba a las cuatro estrellas de El Carro (Osa Mayor), de las que las tres primeras eran vistas como dolientes en una procesión funeraria, con el título de Betâ na'ash, "hijas del féretro". Pero también Job habla de los "hijos de Ayish", y es difícil resistirse a inferir que en ambos casos se refería al mismo grupo de estrellas. Aunque quedan muchas dudas. Los filólogos modernos no admiten la conexión entre "Ayish" y "na'ash", ni en el libro de Job aparece ninguna connotación funeraria. Por otra parte, el Profesor Schiaparelli llama la atención al hecho de que en el Antiguo Testamento "ash" denota una "mariposa nocturna", y que  las estrellas alineadas en "V" de las Híadas (un racimo de estrellas ubicado en la constelación de Tauro) imitan las alas dobladas del insecto. En el Peshitta "Ayish" está traducido como Iyutha, una constelación mencionada por san Efrén y otros escritores sirios, y las eruditas reflexiones de Schiaparelli acerca de las varias indicaciones aportadas por la literatura siria hacen que sea razonable pensar que Iyutha auténticamente signifique Aldebarán, la gran estrella roja del Toro, con sus pequeñuelos, la lluviosa Híadas. Es verdad que Hyde, Ewald y otros estudiosos han adoptado a Capella (la Cabra, la sexta estrella más brillante del firmamento) y a los Niños como representativos de Iyutha, y por lo tanto, de "Ayish y sus hijos", pero esa opinión contiene muchas incongruencias.   </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>En el libro de Job- la parte más astronómica de la Biblia- se hace mención, junto con otras estrellas, de Ash y Ayish, las cuales casi seguramente son formas diversa de la misma palabra. Su significado continúa siendo un enigma. La Vulgata y los LXX, sin sustento alguno, las traducen por Arturo y Hésperos (escrita también Vésperos,  es Venus, el planeta de la tarde. N.T.). Abenazera, el erudito rabino de Toledo, aportó, sin embargo, tan sólidas razones para  identificar Ash, o Ayish, con la Osa Mayor, que aunque hayan sido erróneas, prevalecen aún. Se fundamentaba sobre todo en el parecido entre las palabras "ash" y la arábica "na'ash", "féretro", que se aplicaba a las cuatro estrellas de El Carro (Osa Mayor), de las que las tres primeras eran vistas como dolientes en una procesión funeraria, con el título de Betâ na'ash, "hijas del féretro". Pero también Job habla de los "hijos de Ayish", y es difícil resistirse a inferir que en ambos casos se refería al mismo grupo de estrellas. Aunque quedan muchas dudas. Los filólogos modernos no admiten la conexión entre "Ayish" y "na'ash", ni en el libro de Job aparece ninguna connotación funeraria. Por otra parte, el Profesor Schiaparelli llama la atención al hecho de que en el Antiguo Testamento "ash" denota una "mariposa nocturna", y que  las estrellas alineadas en "V" de las Híadas (un racimo de estrellas ubicado en la constelación de Tauro) imitan las alas dobladas del insecto. En el Peshitta "Ayish" está traducido como Iyutha, una constelación mencionada por san Efrén y otros escritores sirios, y las eruditas reflexiones de Schiaparelli acerca de las varias indicaciones aportadas por la literatura siria hacen que sea razonable pensar que Iyutha auténticamente signifique Aldebarán, la gran estrella roja del Toro, con sus pequeñuelos, la lluviosa Híadas. Es verdad que Hyde, Ewald y otros estudiosos han adoptado a Capella (la Cabra, la sexta estrella más brillante del firmamento) y a los Niños como representativos de Iyutha, y por lo tanto, de "Ayish y sus hijos", pero esa opinión contiene muchas incongruencias.   </div></td></tr>
<tr><td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 19:</td>
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<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Hadre Theman (Recámaras del Sur)  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Hadre Theman (Recámaras del Sur)  </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Las glorias celestiales mencionadas en el libro de Job incluyen un paisaje sideral vagamente descrito como "las recámaras [i.e. "penetralia"] del sur". Según Schiaparelli, esa frase se refiere a cierto conjunto de estrellas brillantes que aparecía a unos 20 grados sobre el horizonte del sur de Palestina alrededor del año 750 a.C. (o lo que se considera la época del Patriarca Job), y tomando en cuenta los cambios provocados por la precesión (de los equinoccios), él señala que el desfile estelar conformado por la Vela, la Cruz y el Centauro cumple esas condiciones.  Sirio, si bien en esa fecha culminaba a una altura de 41 grados, perfectamente podría haber sido considerada como parte de las "Recámaras del Sur". De otra manera, deberíamos pensar que la Biblia ignoró ese maravilloso objeto celeste.  </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><ins class="diffchange diffchange-inline">[[Archivo:Uranometria orion.jpg|300px|thumb|left|]]</ins>Las glorias celestiales mencionadas en el libro de Job incluyen un paisaje sideral vagamente descrito como "las recámaras [i.e. "penetralia"] del sur". Según Schiaparelli, esa frase se refiere a cierto conjunto de estrellas brillantes que aparecía a unos 20 grados sobre el horizonte del sur de Palestina alrededor del año 750 a.C. (o lo que se considera la época del Patriarca Job), y tomando en cuenta los cambios provocados por la precesión (de los equinoccios), él señala que el desfile estelar conformado por la Vela, la Cruz y el Centauro cumple esas condiciones.  Sirio, si bien en esa fecha culminaba a una altura de 41 grados, perfectamente podría haber sido considerada como parte de las "Recámaras del Sur". De otra manera, deberíamos pensar que la Biblia ignoró ese maravilloso objeto celeste.  </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Mezarim  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Mezarim  </div></td></tr>
</table>Luz María Hernández Medinahttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=45871&oldid=prevLuz María Hernández Medina en 21:37 7 abr 20202020-04-07T21:37:51Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">← Revisión anterior</td>
<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 21:37 7 abr 2020</td>
</tr><tr><td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td>
<td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Nuremsun.jpg|300px|thumb|left|]]Los [[judaísmo |judíos]] no hacían observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes.  El culto a los astros era común en Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones.    Bajo tales circunstancias la [[astronomía]] era inseparable de la “astrolatría”, y los [[Profecía, Profeta y Profetisa |profetas]]  no pronunciaban sus [[anatema]]s descuidadamente.  Al ser las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en las [[Escritura]]s a través de pasajes llenos de emocionado asombro; pero, para fines prácticos, el recurso a ellos se redujo a lo mínimo.  Incluso la regulación del [[tiempo]] y de las estaciones se hacía de modo empírico.   </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Nuremsun.jpg|300px|thumb|left|]] <ins class="diffchange diffchange-inline"> '''Astronomía en la Biblia''':  </ins>Los [[judaísmo |judíos]] no hacían observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes.  El culto a los astros era común en Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones.    Bajo tales circunstancias la [[astronomía]] era inseparable de la “astrolatría”, y los [[Profecía, Profeta y Profetisa |profetas]]  no pronunciaban sus [[anatema]]s descuidadamente.  Al ser las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en las [[Escritura]]s a través de pasajes llenos de emocionado asombro; pero, para fines prácticos, el recurso a ellos se redujo a lo mínimo.  Incluso la regulación del [[tiempo]] y de las estaciones se hacía de modo empírico.   </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Los [[judaísmo |judíos]] utilizaban el calendario lunar, el cual, por motivos [[religión |religiosos]], comenzaba con la luna nueva siguiente al equinoccio de primavera, y el año normalmente consistía de doce meses o 354 días.  El [[Calendario Judío |calendario judío]], sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que señalaba eran en parte celebraciones agrícolas.  Había que recurrir a algún proceso de ajuste, y se escogió el más obvio de añadir un mes decimotercero, o intercalar, cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las [[Fechas y Datación |fechas]] fijas de las fiestas conmemorativas se volvían muy aparentes.    Desde antes de la época de [[Salomón]], parece que los judíos comenzaban su año en otoño; y esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V a.C., fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Los [[judaísmo |judíos]] utilizaban el calendario lunar, el cual, por motivos [[religión |religiosos]], comenzaba con la luna nueva siguiente al equinoccio de primavera, y el año normalmente consistía de doce meses o 354 días.  El [[Calendario Judío |calendario judío]], sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que señalaba eran en parte celebraciones agrícolas.  Había que recurrir a algún proceso de ajuste, y se escogió el más obvio de añadir un mes decimotercero, o intercalar, cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las [[Fechas y Datación |fechas]] fijas de las fiestas conmemorativas se volvían muy aparentes.    Desde antes de la época de [[Salomón]], parece que los judíos comenzaban su año en otoño; y esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V a.C., fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td></tr>
</table>Luz María Hernández Medinahttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=45859&oldid=prevLuz María Hernández Medina en 14:35 3 abr 20202020-04-03T14:35:08Z<p></p>
<a href="https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=45859&oldid=45855">Mostrar los cambios</a>Luz María Hernández Medinahttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=45855&oldid=prevLuz María Hernández Medina en 20:08 31 mar 20202020-03-31T20:08:16Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">← Revisión anterior</td>
<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 20:08 31 mar 2020</td>
</tr><tr><td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 55:</td>
<td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 55:</td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>En el Nuevo Testamento casi no existen alusiones a los astros. La "estrella de los Magos" apenas puede ser vista como un fenómeno objetivo. Si existió, pasó inadvertido al pueblo común. Sin embargo, Kepler hipotetizó en 1606 que una asombrosa conjunción de Saturno y Júpiter, el cual sucedió en mayo del año 7, a.C. había sido la señal que siguieron los sabios. Resucitada en 1821 por el Doctor Münter, obispo luterano de Zealand, esta opinión fue fuertemente defendida en 1826 por C.L. Ideler (Handbuch der Chronologie, II, 399). Pero la investigación del Dr. Pritchard (Smith's Dictionary of the Bible, Memoirs Royal Astrology Society, XXV, 119) demostró su incapacidad para llenar los requisitos de la narrativa del Evangelio.  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>En el Nuevo Testamento casi no existen alusiones a los astros. La "estrella de los Magos" apenas puede ser vista como un fenómeno objetivo. Si existió, pasó inadvertido al pueblo común. Sin embargo, Kepler hipotetizó en 1606 que una asombrosa conjunción de Saturno y Júpiter, el cual sucedió en mayo del año 7, a.C. había sido la señal que siguieron los sabios. Resucitada en 1821 por el Doctor Münter, obispo luterano de Zealand, esta opinión fue fuertemente defendida en 1826 por C.L. Ideler (Handbuch der Chronologie, II, 399). Pero la investigación del Dr. Pritchard (Smith's Dictionary of the Bible, Memoirs Royal Astrology Society, XXV, 119) demostró su incapacidad para llenar los requisitos de la narrativa del Evangelio.  </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><del class="diffchange diffchange-inline">AGNES M. CLERKE </del></div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div> </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><del class="diffchange diffchange-inline">Transcrito por Joseph P</del>. <del class="diffchange diffchange-inline">Thomas </del>  </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><ins class="diffchange diffchange-inline">'''Fuente''': Clerke, Agnes. "Astronomy in the Bible." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2, págs. 29-31. New York: Robert Appleton Company, 1907</ins>.  <ins class="diffchange diffchange-inline"><http://www.newadvent.org/cathen/02029a.htm>.</ins></div></td></tr>
<tr><td colspan="2"> </td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div> </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Traducido por Javier Algara Cossío</div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Traducido por Javier Algara Cossío</div></td></tr>
</table>Luz María Hernández Medinahttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=24122&oldid=prevSysop en 11:36 1 abr 20122012-04-01T11:36:17Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">← Revisión anterior</td>
<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 11:36 1 abr 2012</td>
</tr><tr><td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td>
<td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]][[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]][[Archivo:Uranometria orion.jpg|300px|thumb|left|]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div><ins class="diffchange diffchange-inline">[[Archivo:Nuremsun.jpg|300px|thumb|left|]]</ins>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]][[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]][[Archivo:Uranometria orion.jpg|300px|thumb|left|]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td></tr>
</table>Sysophttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=23950&oldid=prevSysop en 15:49 28 mar 20122012-03-28T15:49:49Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">← Revisión anterior</td>
<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 15:49 28 mar 2012</td>
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<td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]][[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]]]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]][[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]]<ins class="diffchange diffchange-inline">[[Archivo:Uranometria orion.jpg|300px|thumb|left|</ins>]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td></tr>
</table>Sysophttps://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Astronom%C3%ADa_en_la_Biblia&diff=23948&oldid=prevSysop en 15:39 28 mar 20122012-03-28T15:39:33Z<p></p>
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<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">← Revisión anterior</td>
<td colspan='2' style="background-color: white; color:black; text-align: center;">Revisión de 15:39 28 mar 2012</td>
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<td colspan="2" class="diff-lineno">Línea 1:</td></tr>
<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Mazzaroth12tribes.png|300px|thumb|left|<ins class="diffchange diffchange-inline">]][[Archivo:UBICAC~1.JPG|300px|thumb|left|]]</ins>]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td></tr>
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<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
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<tr><td class='diff-marker'>−</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #ffe49c; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td><td class='diff-marker'>+</td><td style="color:black; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #a3d3ff; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>[[Archivo:Flammarion-urbi et orbi.jpg|300px|thumb|left|<ins class="diffchange diffchange-inline">]][[Archivo:Ions from Classical Antiquity - Reiner Ottens - Atlas maior cvm generales omnivm totius orbis regnorvm - Amsterdam 1729 - Hand-colored engraving.jpg</ins>]]Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes. El culto a los astros había invadido Palestina y ellos difícilmente podrían haberse dedicado a estudiar los objetos de ese culto sin ceder a sus seducciones. En tales circunstancias la astronomía era inseparable de la astrolatría, y las amenazas de anatema de los profetas  no eran simple capricho.  Siendo las obras más esplendorosas del Todopoderoso, las luminarias celestes eran celebradas en la Sagrada Escritura a través de pasajes llenos de emocionado asombro, pero, para fines prácticos, su atractivo se reducía a lo mínimo.  Incluso la medida del tiempo y de las estaciones se hacía de modo empírico. Los judíos utilizaban el calendario lunar. Este empezaba, por motivos religiosos, con la luna nueva que sigue al equinoccio de primavera, y el año duraba normalmente doce meses, o 354 días. El calendario judío, sin embargo, dependía del curso del Sol, puesto que los festivales que se guiaban por él eran en parte de carácter agrícola. Ello originaba que se debían hacer ajustes al calendario, de los cuales el más obvio era el de añadir o intercalar un décimo tercer mes cada vez que la discrepancia entre la maduración de las cosechas y las fechas fijas de las fiestas conmemorativas entraban en abierto conflicto. Ya desde antes de la época de Salomón, los judíos parecen haber iniciado la costumbre de iniciar su año en otoño. Esta costumbre, que renació por motivos civiles alrededor del siglo V antes de Cristo, fue luego adoptada en el calendario religioso sistematizado del siglo IV de nuestra era.   </div></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"></td></tr>
<tr><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td><td class='diff-marker'> </td><td style="background-color: #f9f9f9; color: #333333; font-size: 88%; border-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 4px; border-radius: 0.33em; border-color: #e6e6e6; vertical-align: top; white-space: pre-wrap;"><div>Tanto el día civil como el ritual comenzaban en la tarde, una media hora después de la puesta del Sol. Nunca se definieron sus subdivisiones. El Antiguo Testamento nunca menciona lo que nosotros conocemos como horas, y solamente hace referencia a la medida del tiempo en la narración del milagro provocado por Isaías en conexión del reloj de sol de Ajaz (II Re 20,9-11). En el Nuevo Testamento, la práctica romana de contar cuatro guardias nocturnas se sobrepuso a la antigua división triple, de modo que el día, como entre los griegos, consistía de doce partes iguales.  Esas son la "horas temporales" que aún subsisten en la liturgia de la Iglesia. Como dichas horas abarcaban el intervalo entre el amanecer y el ocaso, su duración varió con las estaciones del año, de 49 a 71 minutos.  Parece que también las horas nocturnas correspondientes fueron parcialmente usadas  en tiempos de los Apóstoles (Hech 23,23).  </div></td></tr>
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