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Viernes, 29 de marzo de 2024

Arquidiócesis del Cuzco

De Enciclopedia Católica

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Pbro. Ernesto Cucho Dolmos

La comitiva de Pizarro y Diego de Almagro llegó a la antigua capital del imperio inca, el 15 de noviembre de 1533, al día siguiente se celebró la primera Misa, pues en la comitiva hubo algunos sacerdotes, entre ellos fray Vicente de Valverde, O.P. En la fundación española de la ciudad del Cusco, el 23 de enero de 1534, estuvieron presentes frailes y sacerdotes de las ordenes de Santo Domingo, San Francisco y de La Merced.

Francisco Pizarro viendo la necesidad de planificar mejor la evangelización del vasto Tawantinsuyo hizo saber a la Corona de Castilla la necesidad de crear un obispado, teniendo como sede la ciudad del Cusco, que fue centro y capital del imperio Inca. La petición fue bien acogida por el emperador Carlos V y desde mediados de 1535 se hizo el pedido a la Santa Sede. Debido a la guerra entre Francia y Alemania y al avance del protestantismo en los dominios del imperio alemán, la petición no fue atendida de inmediato.

El 13 de enero de 1536, el Papa Paulo III erige la diócesis del Cusco, como sufragánea de Sevilla, pero no se especificaron los límites del nuevo obispado. El 8 de enero de 1537, S.S. Paulo III preconiza al primer obispo, Fr. Vicente e Valverde, O.P., y se aclaran los límites territoriales de la diócesis y su vínculo sufragáneo a Sevilla[1]. El flamante obispo probablemente fue consagrado en Valladolid e inmediatamente partió con doce frailes dominicos[2] para su diócesis, tomando posesión de su sede episcopal, los primeros días de septiembre de 1538, fecha en la que trazó el lugar de su Catedral, estableció el Cabildo Eclesiástico y dedicó la primera iglesia a la Purísima Concepción de María Santísima, hecho que prevalecerá en el patrocinio de la Inmaculada Concepción de María Santísima sobre la ciudad del Cusco y sobre el primer obispado del Perú.

La diócesis del Cusco fue sufragánea del arzobispado de Sevilla y abarcaba, desde el sur de la actual Colombia hasta Tierra del Fuego (Chile); por el oriente hasta donde llegaba el domino de Castilla y por el occidente limitaba con el Océano Pacífico. Este espacio se fue reduciendo gradualmente con la creación de la diócesis de Lima (1541), que fue elevada a metrópoli en 1546, y la diócesis del Cusco pasó a ser sufragánea de Lima. También se desmembraron los obispados de Asunción del Paraguay (1547), La Plata (Chuquisaca o Charcas, hoy Sucre - Bolivia) en 1552, posteriormente a inicios del siglo XVII, las diócesis de Arequipa y Huamanga (Ayacucho). En 1861, el departamento de Puno fue desmembrado del obispado del Cusco, dando origen a una nueva diócesis y también se deslindaron del Cusco la diócesis de Abancay (1958) y la prelatura de Sicuani (1959).

Por Constitución Apostólica Inter Præcipuas, del 23 de mayo de 1943, S.S. Pio XII, elevó la diócesis del Cusco al rango de Metrópoli o Arquidiócesis, concesión que también se dio a los obispados de Arequipa y Trujillo.

Otro privilegio del que goza este obispado se refleja en su Catedral que fue elevada el rango de Basílica Menor, por Breve de S.S. Pio XI, el 7 de marzo de 1928. Y en 1941 también será elevado a ese rango el templo de La Merced.

En la actualidad la Arquidiócesis del Cusco comprende ocho provincias del departamento del Cusco, con más de 800 mil fieles y más de 70 parroquias. Son sufragáneas a esta Metrópoli: la diócesis de Abancay y las prelaturas de Chuquibambilla y Sicuani.

Durante estos 475 años de iglesia local, han sido preconizados 41 obispos, de los cuales llegaron a tomar posesión de su diócesis 37, uno de éstos no fue consagrado porque su bula llegó cuando ya había fallecido. De los 37 prelados, 6 son arzobispos metropolitanos. También hubo 4 obispos auxiliares, todos ellos entre los siglos XIX y XX. Entre los prelados más sobresalientes están Fray Vicente de Valverde, O.P., primer obispo del Cusco, fray Juan Solano, O.P.[3], don Antonio de la Raya[4], don Juan Alonso Ocón, los mecenas don Bernardo de Izaguirre[5] y don Manuel de Mollinedo y Angulo[6], don Manuel Moscoso y Peralta, don Bartolomé María de las Heras, que siendo Arzobispo de Lima firmó el Acta de la Independencia, don José Pérez Armendáriz[7], Dn. Juan Antonio Falcón, Fr. Gregorio Castro, O.F.M.[8], Mons. Pedro Pascual Farfán de los Godos[9] y el primer Arzobispo metropolitano Mons. Felipe Santiago Hermoza y Sarmiento.

En la ciudad del Cusco, desde su fundación española estuvieron presentes sacerdotes del clero secular y especialmente de las ordenes de: Los Predicadores (dominicos), Frailes Menores (franciscanos) y mercedarios. Los agustinos llegarán en 1553 y los padres de la Compañía de Jesús en 1570. Esta presencia ha sido enriquecida con clérigos de otras congregaciones que llegaron, especialmente, en la primera mitad del siglo XX.

Así mismo esta Diócesis, bajo la sombra de diversas instituciones religiosas ha forjado valiosos hombres al servicio de la Iglesia y la Patria, se han forjado hombres virtuosos, celosos misioneros, promotores de cultura, arte y ciencia, hombres de letras, la iglesia cusqueña ha forjado obispos para diversas diócesis de Sudamérica y España, héroes que dieron su vida por la independencia y soberanía peruana, muchos de ellos formados en el Seminario de San Antonio Abad, fundado por Don Antonio de la Raya en 1598, y en los colegios jesuíticos de San Bernardo y San Francisco de Borja.

También existen tres monasterios de vida contemplativa: Santa Clara de Asís, que fue el primer monasterio de clausura de Sudamérica, cuyo origen se remonta a 1540[10], tiempos de conflicto entre conquistadores españoles. Santa Catalina de Siena fundado en 1605 y San José de las Hijas de Santa Teresa de Jesús en 1673[11]

Esta Iglesia local, desde su fundación se caracterizó por su profunda devoción, muestra de esta realidad son las fiestas religiosas que han marcado el ritmo de vida de sus habitantes, siendo las más fuertes: la Semana Santa y el Corpus Christi. La fe de este pueblo se ha centrado, especialmente, en Jesucristo y María Santísima, así lo manifiesta el culto al Señor de los Temblores y la Santísima Virgen de Belén íconos que reflejan el fervor de los cusqueños en todos los acontecimientos de su historia y en la vida personal de cada uno.