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Jueves, 25 de abril de 2024

Apostolado de la Piedad Popular: Devocionario al Patriarca San José

De Enciclopedia Católica

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CORONA DE LOS DOLORES Y GOZOS DEL PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ

I DOLOR Y GOZO

Las dudas del señor san José

¡Oh esposo de María, glorioso señor san José! así como fue grande la angustia de vuestro corazón en la perplejidad sobre abandonar a vuestra inmaculada esposa, así fué grande también vuestra alegría al saber por el ángel que era voluntad del Altísimo que permanecierais a su lado. Por este dolor y gozo os suplicamos que consoléis a nuestra alma, ahora con una santa vida y en la hora de nuestra muerte con morir santamente, en medio de Jesús, María y José. Amen.

Padre nuestro, Ave María y siete veces: Señor san José, dignísimo espose de María y padre putativo de Jesús, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen, Jesús.

L/: Gloria a la Trinidad del cielo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. R/: Honra a la trinidad de la tierra, Jesús, María y José.


En la postrera agonía,

Cuando mi muerte llegare,

Tu patrocinio me ampare

Y el de Jesús y María.


II. DOLOR Y GOZO

Nacimiento de Jesús en la mayor pobreza

¡Oh felicísimo Patriarca, escogido por Dios para servir de padre al Verbo de Dios hecho hombre! grande fué el dolor que sentiste al ver nacer en tan extrema pobreza al niño Jesús y grande también tu alegría al verte en medio de un ejército de ángeles que con su presencia y celestiales cánticos convirtieron en paraíso la miseria del lugar y la crudeza y tinieblas de aquella noche en que empezó la redención del mundo. Os suplicamos por este dolor y gozo que después de esta vida pasemos a oír las alabanzas que dan a Dios los ángeles y gozar de los resplandores de la gloria celestial con Jesús, María y José. Amen.


III. DOLOR Y GOZO

La circuncisión del Señor

¡Oh ejecutor obedientísimo de la ley de Dios glorioso señor san José! La sangre preciosísima que en la circuncisión derramó Jesús te traspasó el corazón; pero remedió este dolor el consuelo que sentisteis al llamar al niño coa el nombre dulcísimo de Jesús. Por este dolor y gozo os suplicamos nos alcancéis la gracia de que corregidos en vida de nuestros vicios, amemos a Jesús, para que grabando en nuestro corazón tan dulce nombre, tengamos la dicha de morir pronunciando Jesús, María y José. Amen.


IV. DCLOR Y GOZO

José y María delante de Simeón.

¡Oh fidelísimo santo, glorioso señor san José, a quien Dios concedió tener parte en los misterios de la redención! Si el anuncio que oísteis de los labios de Simeón sobre lo qué había de padecer Jesús y María os afligió en gran manera, os consoló mucho más el saber que serían infinitas las almas que se habían de salvar en virtud de los padecimientos de Jesús y de María. Alcanzadnos por este dolor y por este gozo que seamos del número de los que por los méritos de Jesús é intercesión de María, hayan de resucitar gloriosos a la vida eterna. Amen.


V. DOLOR Y GOZO

La huida a Egipto

¡Oh custodio vigilantísimo e íntimo del Hijo de Dios encarnado, glorioso san José! Mucho afán, mucha pena os ocasionó el cuidado de haber de sustentar al Hijo del Altísimo, principalmente en la huida a Egipto; pero también os consoló grandemente el tener al mismo Dios en vuestros brazos y ver caer en su presencia los ídolos de Egipto. Os suplicamos por este dolor y gozo que, alejando de nosotros al tirano infernal del pecado, sobre todo, huyendo de las ocasiones peligrosas, caigan de nuestro corazón los ídolos de los afectos terrenos, para que no perteneciendo sino a Jesús y María, vivamos con ellos para morir santamente en Jesús, María y José.


VI. DOLOR Y GOZO

Vuelta de Egipto á Nazaret

¡Oh ángel de la tierra, glorioso señor san José, que admirasteis al Rey del cielo, obediente y sujeto a una señal vuestra! Si el consuelo que tuvisteis al recibir del ángel la orden de sacar a Jesús de Egipto lo enturbió la noticia de que reinaba Arquelao en lugar de Herodes, asegurado, no obstante, por el ángel arribasteis gozoso á Nazaret con Jesús y María. Por este dolor y gozo os rogamos nos alcancéis que libre nuestro corazón de temores nocivos, con tranquilidad de espíritu vivamos y muramos con Jesús y María, y también con vuestra compañía dulcísima. Amen.


VII. DOLOR Y GOZO

La pérdida y hallazgo de Jesús en el templo

¡Oh modelo de toda santidad, glorioso señor san José! Si perdisteis, y no por culpa vuestra, al divino niño Jesús, añadiendo a tal dolor la angustia de no encontrarlo en tres días, tuvisteis al fin el consuelo de hallarle en el templo honrado y admirado de los doctores. Por este dolor y gozo os suplicamos con todas las veras de nuestro corazón que intercedáis para que jamás perdamos a Jesús por culpa grave; y si tuviésemos tal desgracia, le busquemos sin descanso hasta encontrarle, y especialmente en el artículo de la muerte, para pasar a gozar de él en el cielo, donde con vos podamos cantar eternamente las misericordias del Señor con Jesús y María. Amen.


OFRECIMIENTO

José santísimo, ejemplo admirable de todas las virtudes, yo te ofrezco estos siete padres nuestros, Ave Marías y Señor san José con Gloria Patri, en veneración de los siete dolores y gozos de tu corazón purísimo, y te suplico me alcances de la piedad Divina que mi alma te acompañe en tus afectos, doliéndome en tus dolores, gozándome en tus gozos, y que logre lo que te pido en este día, para mayor gloria de Tuya, bien de mi alma y provecho de mis prójimos, Amen, Jesús, María y José,


PRECES AL SEÑOR SAN JOSÉ

Señor san José,

Purísimos Padres de Jesús,

Señor san José, esposo de María,

Señor san José, protector del clero,

José sacratísimo,

José dulcísimo,

José amabilísimo, -

José, coadjutor del Padre,

José, padre del Hijo de Dios,

José, sustituto del Espíritu Santo,

José, redentor del Redentor,

José, que alimentaste a Jesús,

José justísimo,

José, huésped de Dios,

José castísimo

José, depositario del tesoro celestial,

José, tesoro de los misterios,

José, erario de los celestes dones,

José, administrador de la casa de Dios,

José, templo de la fe,

José, esperanza nuestra,

José, incendio de amor,

José, ejemplar de conformidad,

José, ejemplar de obediencia, ' José, ejemplo de pureza,

José, abismo de penitencias,

José, maestro de perfección,

José, paraíso de virtud,

José, celador de las almas,

José, protector de los cristianos,

José, gloria de la iglesia , José, protector de los religiosos,

José, terror de los infiernos,

José, auxilio de los pecadores,

José, descanso del perseguido,

José, consuelo del angustiado,

José, medicina de los enfermos,

José, socorro de los necesitados,

José, perseverancia de los penitentes,

José, compañero de los eremitas,

José, libertad del cautivo,

José, maestro de contemplativos,

José, reglamento de los vírgenes,

José, refugio de los agonizantes,

José, protector de los moribundos,

José, primado de los patriarcas,

José, ejemplar do los profetas,

José, fortaleza do los mártires,

José, director de los confesores,

José, ejemplar de los esposos.


L/: Ruega por nosotros, Señor san José R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo,

OREMOS: Oh Dios, que en tu inefable providencia te has dignado elegir al señor san José esposo de tu santísima Madre y padre putativo de Jesús, concédenos, te suplicamos, que al que veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerlo por protector en los cielos. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.


Bendita sea la grandeza

Que el Señor te concedió,

Pues por. Esposa te dió

A la celestial Princesa.

Por dignidad tan excelsa,

José, esposo de María,

Te pido desde este día

Con todo mi corazón

Que me veas con compasión

Y me asistas en mi agonía.



PARA LA VISITA DOMICILIARIA DEL SEÑOR SAN JOSÉ

Ven, José santo, y bendice

Con tu presencia sagrada

A todos los que habitamos

En esta pobre morada.

¡Cuánto tiempo, José santo,

¡Suspirábamos tu ausencia!

Y hoy nos vemos a tus plantas

Postrados en tu presencia.

Venid, sí, venid y honrad

A tus socios, que anhelaban

Verse a tus pies y esperaban

Vuestra gran paternidad.

Estamos en tu presencia

De todos necesitados;

Mas fiados en tu clemencia

Quedaremos remediados.

¡Cuánto, José, es nuestro gozo

¡Que tenemos este día!

Pues veniste a visitarnos

Con muchísima alegría.

Venid, jóvenes y ancianos;

Demos gracias a José,

Que se dignó visitarnos

Para aumentar nuestra fe.

Cielo, sol, luna j estrellas.

Astros, luceros brillantes,

Hombres, mujeres, infantes

Adorad sus plantas bellas.

Ángeles todos del cielo,

Toda la Iglesia triunfante, Alabemos a José

Con alabanza constante.

Aire, fuego, mar y tierra,

Dadle gloria con gran canto:

Cuanto el universo encierra

Alabad a José santo.

Sí, adoradle y bendecidle,

Porque volvimos a verte,

Y volved a visitarnos

En el trance de la muerte.

Por tu santísimo Hijo,

Por la sagrada María,

Asistid al punto fijo

De nuestra última agonía.

Y tenemos la esperanza

Nos daréis paz en la vida

Y la bienaventuranza

Al fin de nuestra partida.

Para que en eterna gloria

Te alabemos para siempre

Y por ti cantar victoria

Yute Dios eternamente.


DESPEDIDA

Adiós, divino José,

protector universal,

Adiós, adiós, señor nuestro,

Ya te vas a caminar.

Ya te vas, padre adorado,

De los socios tan queridos,

De tus devotos amado

Y de Dios obedecido.

¿Es posible, padre mío,

¿Qué tan tristes nos quedemos?

Si te vas de nuestra casa,

¿Hasta cuándo te veremos?

Si te vas padre querido,

Quedas en el corazón

De tus socios, que por siempre

Te darán adoración.

Protector universal

De la iglesia, pastor bueno,

Te rogamos por María

Tío nos dejes sin consuelo.

Llorando quedan tus socios,

Miradlos; padre querido,

Llenos están de dolor

Y el corazón afligido.

Pues si te vas, padre mío,

Te rogamos nos protejas,

Dadnos consuelo en la vida.

Ya que tan solos nos dejas.

Mira que el fiero dragón

Nos persigue hasta la muerte

Y nos quiere sepultar

Al infierno para siempre.

No permitas, dueño amado,

Que tal cosa nos suceda;

Que en tí esperamos confiados

Que perturbarnos no pueda.

Y esperamos por Jesús

Que hemos de volver a verte

En el terrible momento

De la hora de nuestra muerte.

Para que nos des valor

Contra el poder infernal

Y pasemos por tu amor

A la patria celestial.

Para que a Dios tributemos

Con cánticos de victoria

Y contigo le gocemos

Eternamente en la gloria.



DEVOCION AL CORAZON DEL SANTISIMO PATRIARCA SAN JOSÉ

ORACIÓN

Gloriosísimo Patriarca José, benigno asilo de afligidos, refugio seguro de desconsolados; derretido mi corazón en afectos, y llena mi alma de gozo, me pongo ante tu piadosa presencia, pretendiendo mi veneración rendida, recrearse enamorada en el candor precioso de tu Corazón castísimo: ¡Oh! corazón virginal! ¿Quién pudiera hacerse lenguas para publicar tus glorias? ¿Quién pudiera registrar sus tamaños, por el divino amor tan crecidos? Pues mereciste ser sagrado Erario en que divinamente enamorado nuestro Criador divino, depositó sus altísimos designios y enclaustró sus divinos secretos: ¡Oh corazón amorosísimo! En cuya virginal pureza se recreé la Trinidad Beatísima, en cuya acrisolada fineza afianzó su sustento la humanidad de mi Jesús dulcísimo, en cuya rectísima justicia vinculó su más acreditada Custodia la Madre Virgen de nuestro humanado Dios, en cuya piedad caritativa aseguramos el Patrocinio tus devotos. Justísimo José, esperamos de la benignidad de tu piadoso corazón interpondrás tus ruegos ante la Majestad Divina, para que, libertados nuestros corazones de los afectos terrenos, se dediquen siguiendo tus sagradas huellas al amor divino, para esto pues, pretende nuestra devoción rendida engolfarse en las dulces corrientes, que, como fuente perenne de virtudes, atesora caritativo tu corazón amoroso. Varón Castísimo, cristalino espejo de fortaleza, clarísimo ejemplo de la virtud más heroica, espanto del Infierno y encanto del cielo, poderoso es el amor de tu finísimo corazón ante Nuestro Dios y Señor, para que por tu intercesión aplaque la ira de su Divina Justicia, que por nuestras culpas merecemos, y nos conceda los auxilios de su gracia, que por tu intercesión esperamos. Oh mi dulcísimo y benignísimo José, putativo Padre de Jesús, verdadero Esposo de María, rendidamente te pedimos tus humildes dichosos esclavos, ofrezcas ante la Majestad de Dios Trino y Uno, la sagrada purísima víctima de tu corazón en las sagradas aras de los corazones de Jesús y María, para que, a vista de sacrificio tan puro, y de aras tan soberanas, se compadezca su Majestad de nuestra miseria, librándonos de toda culpa, de toda peste y males contagiosos; nos conceda su gracia, para que, en tu compañía, en la de Jesús y de María alabemos a su Divina Majestad en la gloria en donde vive y reina por todos los siglos. Amen.

Se reza tres veces el Padre nuestro y Ave María con Gloria Patri y dirás:

Piadoso corazón de José, ruega por mí al castísimo corazón de Jesús, y al Purísimo corazón de María.


ORACIÓN

Oh dulcísimo Jesús, adoptivo Hijo de José, que con amorosa dignidad engrandeció tu Soberana Majestad el castísimo corazón de este purísimo Patriarca, cuántas veces Divino Redentor, en amorosos afectos recíprocamente unidos tu Corazón y el de José, se unieron afectuosos, cuantas veces en canto de nuestras potencias, con afectos en lugar de voces, se hablaron vuestros dos amantes finísimos Corazones, siendo para tu fineza dulcísimo Jesús, el purísimo corazón de José, inmaculado espejo en que con amoroso recreo se miró tu divina bondad, doite Eterno Dios y Señor mío gracias con todo rendimiento porque benigno criaste un corazón tan puro y un refugio tan poderoso para los pecadores en José, pues en el ameno y delicioso Paraíso de su corazón hallamos frutos de virtud para sabroso alimento de nuestras almas, ríos caudalosos de favor para purificar nuestros espíritus, sombra benigna para librarnos de las ardientes tentaciones del demonio. ¡Oh corazón celestial! dechado de virtud, norma sagrada de castidad, dale tus las gracias a Nuestro Señor, pues tu solo puedes gratificar tanto favor a la Divina Majestad, á tí te concedió tan puro corazón y en él a todos nos franqueé su piedad: atendiendo a esto te pido rendidamente mi Redentor Divino, me concedas un casto corazón para amarte y servirte en esta vida y después de mi muerte gozarte en compañía de mi queridísimo José en la gloria. Amen. Jesús, María y José.



ROSARIO DEL PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ

ACTO DE CONTRICIÓN

Amantísimo Jesús, mi Dios, mi Redentor, mi Señor, mi único bien: postrado ante vuestra soberanía. Yo el mayor pecador del mundo, y la criatura más ingrata a vuestros beneficios, pido arrepentido perdón de mis yerros, con que infinitamente os he agraviado, pésame en el alma, una y millares de veces haberos ofendido solo por ser quien sois, tan digno de ser amado, propongo con todas las veras de mi corazón de no ofenderos más, de enmendar mi vida, enfrenar mis apetitos y pasiones y apartarme de todas las ocasiones que han sido la causa de mi perdición: Ea pues Jesús, amante Padre mío, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Muerte y Pasión; por los de María Santísima vuestra Divina Madre, y Madre de los pecadores, y por los de Señor San José vuestro Siervo, y estimativo Padre, me perdonéis mis pecados, y me deis gracias para perpetuarme en vuestro santo servicio, hasta el fin de mi vida Amen.


MISTERIOS GOZOSOS

lunes y jueves

PRIMER MISTERIO

Oh Purísimo José, Hijo de David, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al inefable gozo que tuvisteis, cuando siendo propuesto entre todos los demás de vuestra Tribu para que fuese escogido el que había de ser Esposo de María Santísima floreció la vara en vuestra mano declarando el cielo ser Vos el señalado para tanta dignidad: gozándonos de vuestro gozo, y por él os suplicamos nos alcancéis ser del número de predestinados y escogidos para la gloria. Amen.


SEGUNDO MISTERIO

Oh Santísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones, al inefable gozo que vuestro corazón tuvo cuando dando la mano a la Reina de los ángeles, os admitió por Esposo. Gozándonos de vuestro gozo, y por él os suplicamos nos alcancéis, que seamos perpetuos y verdaderos esclavos de vuestra Santísima Esposa y vuestro. Amen.


TERCER MISTERIO

Oh Santísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al inefable gozo que tuvisteis cuando vuestra Santísima Esposa os dio parte del voto que tenía hecho a Dios de perpetua virginidad; por ser conforme a vuestro deseo, el mismo, que sin ejemplar tenías hecho: os suplicamos, Señor, por este gozo nos alcancéis pureza de cuerpo y alma, para que seamos templos vivos de Dios en esta vida, y le gocemos en la eterna. Amen.


CUARTO MISTERIO

Oh Providentísimo José, nosotros os ofreceos estas diez salutaciones al inefable gozo, que vuestro corazón sintió, cuando habiendo determinado ausentaros y dejar a vuestra Purísima esposa, por no saber el Misterio, os revelo el Ángel diciéndoos: que su Hijo era obra del Espíritu Santo, Gózome de vuestra alegría y por ella os suplicamos, nos alcancéis santa y sencilla intención, para juzgar siempre lo mejor de nuestros prójimos. Amen.


QUINTO MISTERIO

Oh humildísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al inefable gozo, que vuestro corazón sintió, cuando informado del ángel, que vuestra Santísima Esposa había concebido al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, la visitasteis con profunda humildad y reverencia, venerándola como verdadera Madre de Dios: Os suplicamos, Señor, por este gozo nos alcancéis exaltación de nuestra Santa Fé católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los príncipes cristianos, prosperidad de los católicos reinos y buenos sucesos de esta República, que están bajo de vuestro patrocinio y amparo; salud corporal y espiritual de vuestros devotos, y que después de esta vida os acompañemos en la eterna. Amen.



MISTERIOS DOLOROSOS

Martes y Viernes


Primer Misterio

Oh Justo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al gravísimo dolor que vuestro corazón sintió, cuando viendo preñada a vuestra Santísima Esposa, ignorando el Misterio, determinasteis el ausentaros, y dejarla antes que infamarla; por este gravísimo dolor os suplicamos nos alcancéis perfecta paciencia en los trabajos y prudencia en nuestras determinaciones, Amen.


SEGUNDO MISTERIO

Oh José benignísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al dolor y compasión, que vuestro corazón sintió cuando cumpliendo con el edicto del César, que mandaba, que se matriculasen todas las familias, yendo a Jerusalén a matricularos, no hallasteis en toda la ciudad albergue ni posada, y os obligó la necesidad a salir de ella, y buscar un humilde pesebre en que naciese el Hijo de Dios: os suplicamos, Señor, por este Dolor nos alcancéis perfecta resignación y alegría para que se cumpla la voluntad de Dios. Amen.


TERCER MISTERIO

Oh José obedientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al Dolor, que vuestro corazón sintió, cuando en la Circuncisión del Señor, a los ocho días de su nacimiento le visteis derramar su sangre y lágrimas de dolor por cumplir con el precepto, aunque no le obligaba la ley: Suplicámoste por este Dolor nos alcancéis celo de la guarda de la ley, y perfecta observancia de todos los preceptos. Amen.


CUARTO MISTERIO

Oh José Benditísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al dolor y trabajos, que padecisteis, y sintió vuestro Corazón, cuando avisado del Ángel, que Herodes pretendía quitar la vida al Niño Dios, huisteis a Egipto llevándole con su Santísima Madre. Os suplicamos, por lo que merecisteis en el viaje, nos alcancéis de este Soberano Señor, que, despreciadas todas las comodidades de la tierra, y deshechos de todo consuelo humano solo pretendamos los verdaderos gozos del cielo Amen.


QUINTO MISTERIO

Oh José Pacientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al rigoroso dolor, que vuestro Corazón, sintió, cuando volviendo del Templo de Jerusalén á Nazareth, y juzgando que el Niño Jesús iba en compañía de su Santísima Madre conocisteis su falta, echándole menos en la compañía de entre ambos: os suplicamos Señor nos alcancéis que nuestro mayor dolor y pena sea perder a Dios por el pecado, y que mereciendo hallarle por la penitencia, le tengamos eternamente, y por este dolor os pedimos la exaltación de nuestra santa Fé católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos, prosperidad de los católicos reinos, y buenos sucesos de esta República, que está bajo de vuestro Patrocinio, y amparo, salud corporal y espiritual de vuestros devotos, y que después de esta vida os acompañemos en la eterna. Amen.


MISTERIOS GLORIOSOS

miércoles, sábado y domingo


PRIMER MISTERIO

Oh poderoso José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la gloria inefable, que tuvisteis por ser custodio, y verdadero Esposo de la Virgen María Madre de Dios, y que como tal le sustentasteis con vuestro sudor, y trabajo: Os suplico Señor por esta dignidad, y gloria nos concedáis vuestro Patrocino y amparo, para que merezcamos ser verdaderos esclavos de esta celestial Reina, y Señora nuestra Amen.


SEGUNDO MISTERIO

Señor San José, digno de este título soberano: nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la inefable gloria y honra que el Cielo os concedió, haciéndoos Tesorero de los Misterios de la Redención, que no mereció otro alguno de los hombres; os suplicamos nos alcancéis de nuestro Redentor, que no se malogre en nosotros los trabajos de su Cruz y Muerte, sino que logremos los frutos de su sangre. Amen.


TERCER MISTERIO

¡Oh Fidelísimo José! nosotros os ofrecemos estas diez Salutaciones a la gloria y honra que tuvisteis de ser Señor, y Cabeza de la Casa, y Familia de Jesús y de María, venerándoos todos los Espíritus Soberanos, y obedeciéndoos el Rey de las Eternidades: Os suplicamos por esta gloria indecible, nos alcancéis aborrecimiento de toda altivez y soberbia, perfecta obediencia, y resignación con la voluntad de Dios Amen.


CUARTO MISTERIO Oh José sapientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la gloria y honra que el Eterno Padre os concedió, dándoos facultad para que a su Unigénito Hijo le pusierais el nombre de Jesús: os suplicamos Señor que por vuestra intercesión consigamos la salud y remedio que significa este dulcísimo Nombre y que sea la defensa de nuestros peligros y tentaciones en la peregrinación y el objeto de nuestra gloria en la Patria Celestial. Amen.


QUINTO MISTERIO

Oh José dichosísimo: nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la gloria de vuestro dichoso tránsito, pues fué en los brazos de Jesús y de María. Suplicámoste Señor nos alcancéis buena muerte, y que a la hora de ella gocemos de vuestra presencia, para que con ella aseguremos los peligros de la rigorosa cuenta y tentaciones de los enemigos y riesgos de la salvación, y pues gozáis tan supremo lugar en la gloria, amparad estos reinos que están bajo de vuestro patrocinio, pidiendo al Señor nos conceda paz entre los príncipes cristianos, exaltación de nuestra santa Fé católica, extirpación de las herejías, prosperidad en los católicos reinos y buenos sucesos en esta República, salud corporal y espiritual de vuestros devotos y en especial de los que con verdadero afecto os invocan, y que después de esta vida os acompañemos en la eterna. Amen

DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ

ACTO DE CONTRICION. Jesús mío dulcísimo: ¿con qué cara se pondrá en tu presencia el mayor de todos los pecadores? ¿Cómo parecerá sin confusión la más ingrata de las criaturas? Sí, bien mío: solo confiado en tu bondad y para anegar en un copioso llanto el enorme peso dé mis culpas, me presento ante tus ojos. Mas, ¿qué conseguiría sin el arrimo y sostén de la gracia que tú mereciste en la cruz? Nada, nada ciertamente. Báñame, pues, con tu sangre, ¡oh dulcísimo Jesús: Limpia mi corazón de tantas manchas, dejándome en ese océano infinito de amor, purificado de las inmundas heces de mis vicios: mírame, en fin, como hijo de José y María, para que me perdones y me salves. Amen.

Tres Padre nuestros y Ave Marías, gloriados, en memoria de los tres principales privilegios de nuestro amantísimo Santo:

Primero: Ser padre putativo de Jesús. Segundo: Esposo dignísimo de María, Tercero: Depositario y dispensador de los tesoros inmensos de la gracia.

Concluyendo con esta:

ORACIÓN Santísimo José esposo dignísimo de María y padre putativo de Jesús; por ambos títulos el más dichoso y feliz de todos los santos: nada tenemos más cierto, padre santísimo que el que tienes en tus manos todo el poder de un Dios, para disponer, según tu voluntad, de los tesoros todos y riquezas de la gracia. Porque (si como dice David) tiene Dios gusto en obsequiar a los justos haciendo su querer y voluntad ¿cuánto más la tuya, que eres por tu dignidad el más santo y sublimé de todos los santos? A tí, pues, á tí José Santísimo, á tí venimos; no sólo atraído de tu santidad y tus dulzuras, sino enviados también del Todopoderoso, que nos dice, como Faraón a los egipcios: Id a José, Gozo inefable nos causa, ¡oh padre amantísimo! saber que nuestros trabajos y tribulaciones tenemos un recurso tan seguro en tu patrocinio y tu bondad. Es general tu imperio, sobre todo. No tiene término tu ilimitada autoridad. El cielo y la tierra te obedecen. Ninguna criatura osará jamás traspasar tus mandamientos, pues el Omnipotente los respeta y Jesús y María obsequiarán humildes tu precepto y voluntad. Manda, pues, Santo mío, que cesen (estos temblores, pestes, etc.) Una palabra tuya bastará para remediarnos. Restitúyenos las dulzuras de la paz; alcanzándonos que removiendo de nuestros corazones los obstáculos de la culpa, terminemos en gracia nuestra presente y breve vida, para pasar después a alabarte y alabar contigo a Jesús y María en la gloria. Amen.

SIETE PRINCIPALES DOLORES Y GOZOS DEL SANTÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser vos quien sois, bondad infinita, siento haberos ofendido, y propongo con vuestra gracia no pecar más, la que espero me concedáis por los dolores y gozos de vuestro putativo padre Sr. S. José, para perseverar en vuestro santo servicio hasta alabaros en el cielo. Amen.

ORACION

¡Dichoso Patriarca, Sr. San José, que padeciendo dolores mereces los mayores gozos y especiales privilegios, por ser Esposo de María y Padre de Jesús! Suplicote me alcanees perdón de mis culpas, gracia para no pecar más, y el favor que te pido, saludándote por tus siete dolores y gozos. Amen.


Dame afectos fervorosos,

José porque con amores

Recordando tus dolores

Solemnice yo tus gozos.


Primer privilegio

PRIMER DOLOR Y GOZO

Conseguir sus devotos por su intercesión la virtud de la castidad.

Padre mío, Sr. San José: por el dolor que tuviste viendo preñada á tu amada Esposa, y por el gozoso aviso que te dio el ángel de ser obra del Espíritu Santo, te suplico me alcances la virtud de la castidad en el más alto grado. Amen. Padre Nuestro y Ave María.

Por este gozo y dolor,

Te pedimos, Padre amante,

Que una fé firme y constante

Nos alcances del Señor.


Segundo privilegio


SEGUNDO DOLOR Y GOZO

Alcanzar sus devotos poderosos auxilios para salir del miserable estado de la culpa.

Protector mío, Sr. San José, por el dolor que tuviste viendo nacer á Jesús despreciado y con pobreza y por el gozo adorado de pastores y de reyes; te alcances un verdadero dolor de mis pecados volverá la amistad de mi Dios. Padre Nuestro y Ave María.


Tercer privilegio


TERCER DOLOR Y GOZO

Conseguir por tu intercesión la verdadera devoción á María Santísima.

Abogado mío, San José: por el dolor que tuviste viendo derramar la sangre preciosísima de tu hijo circundándole, y por el gozo que tuviste al oír que se le puso el dulce nombre de Jesús nuestro Salvador, te suplico que me alcances un crecido afecto y devoción á María Santísima. Padre Nuestro y Ave María,

Cuarto privilegio

Lograr sus devotos por su intercesión una buena muerte

CUARTO DOLOR Y GOZO

Patrón mío Señor San José, por el dolor que sentiste profetizando Simeón la muerte de Jesús, y por el gozo qué tuviste sabiendo que moriría por redimirnos: Suplicote me alcances una muerte en gracia, y entregar mi espíritu en manos de Jesús, María y José. Amen. Padre Nuestro etc.

Quinto privilegio

QUINTO DOLOR Y GOZO

Temblar y huir los demonios á la invocación del santo nombre de JOSE.

Patriarca Sr. San José: por el dolor que tuviste sabiendo que-Herodes quería degollar a tu hijo Jesús, y por el gozo que te anunció el ángel guardarte en Egipto, Suplicote, purísimo José á cuya dulce invocación huyen los demonios, me Signes con el sello de tu nombre, para que grabado en mi corazón y repetido con mis labios, me sirva de fuerte escudo en todo mal. Amen. Padre Nuestro etc.


Sexto Privilegio

Alcanzar por tu intercesión remedio de las necesidades corporales.


SEXTO DOLOR Y GOZO

Defensor mío, Sr. S. José; por el temor con que obediente caminaste á tierra de Israel y por el gozoso anuncio que tuviste para ir a Nazaret; Suplicote me alcances paciencia y el remedio de mis trabajos y tribulaciones, Amen. Padre nuestro etc.

Séptimo Privilegio

Lograr por su intercesión la sucesión conveniente en las familias.

SÉPTIMO DOLOR Y GOZO

Santo mío, Sr. S. José: por el dolor que sentiste la ausencia de Jesús, y por el gozo que tuviste de verle enseñando en el templo, Suplicote alcances á las familias católicas la sucesión deseada y que más les convenga. Amen. Padre nuestro etc.


ORACION FINAL

Santísimo Patriarca Señor S. José, dignísimo esposo de la Virgen María y Padre putativo de nuestro Redentor Jesús, por tus heroicas virtudes, dolores y gozos, mereciste tan singulares títulos, y por ellos tan singulares privilegios para interceder por tus devotos; Suplicote Santo mío, alcances pureza entera a los mozos y doncellas, castidad a los casados, continencia a los viudos, santidad y celo a los sacerdotes, paciencia á los confesores, obediencia a los religiosos, fortaleza a los perseguidos, discreción y consejo a los superiores, auxilios poderosos á los pecadores é infieles para que se conviertan, perseverancia á los penitentes, y que todos logramos ser devotos de tu amada Esposa María Santísima; para que por su intercesión y la tuya, podamos vencer á nuestros enemigos, por los méritos de Jesús, y conseguir las gracias y favores que te hemos pedido en este septenario, para santificar nuestras almas, hasta conseguir dichosa muerte y gozar de Dios eternamente en el cielo. Amen.

CARTA DE ESCLAVITUD AL SEÑOR SAN JOSÉ

¡Oh José Santísimo! Padre y Señor mío: yo N. N. postrado a vuestros pies, me ofrezco y constituyo por esclavo vuestro, como lo soy de Jesús Sacramentado y de María Santísima, concebida sin culpa original en el primer instante de su ser, para que así tenga siempre en mi corazón a todos tres señores, Jesús, María y José, y en señal de esta esclavitud os pagaré, dulcísimo Padre y Señor mío, el tributo diario, rezando siete dolores y siete gozos que tuvisteis en compañía de vuestra amada Esposa. Suplicoos, piadosísimo Padre, me miréis con ojos de misericordia, y recibáis en el número de vuestros dichosos esclavos, y por vuestras santísimas penas me libréis de las que se me pueden ofrecer en este valle de lágrimas, y por vuestros santísimos gozos alcancéis a mi alma el gozo de una buena conciencia, santa vida y dichosa muerte, en la cual por vuestra intercesión goce yo, santísimo Padre mío, de los favores y asistencia de Jesús, María y José, para que, con tal compañía, consolado y perdonadas todas mis culpas, vaya a verla, gozarla y alabarla eternamente en el cielo. Amen.

De tu hermosura eminente

No es posible que prescinda,

Pues Dios en su mente linda

Te formó tan lindamente:

Es, José, tan excelente

Tu hermosura, que el afecto

A Dios llevó, y en efecto

Dios la perfección te dio;

Pero de ella se valió

Para hacerse hombre perfecto.



ESTACIONES AL SANTISIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ

Por la cual promete el Santo alcanzarnos de Dios Nuestro Señor cuanto deseáremos, si nos conviniere, rezándole siete estaciones en cada uno de los siete jueves.

Puesto de rodillas ante una imagen del Santísimo Patriarca, y habiéndose persignado, se comienza con el siguiente:

ACTO DE CONTRICION.

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, criador y redentor mío, a mí me pesa de todo corazón de haberos ofendido, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, propongo, Señor, ayudado de vuestra divina gracia, nunca más pecar, y confío en vuestra misericordia, que me perdonaréis por los merecimientos de vuestra vida, pasión y muerte; y por los méritos del Patriarca Sr. San José, y me daréis gracia para no volveros a ofender, y perseverar en vuestro servicio hasta el fin de mi vida. Amen.

Ahora comienzan las siete estaciones:

PRIMERA ESTACIÓN

AL NACIMIENTO DEL SANTÍSIMO PATRIARCA

OFRECIMIENTO

Gloriosísimo Patriarca, Padre mío, Sr. S. José: yo te ofrezco esta estación, y te pido, que por el singularísimo favor que Dios Nuestro Señor te hizo en haberte criado para Esposo castísimo de María Santísima, y padre putativo de Jesús, me concedas el favor que solicito, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.


SEGUNDA ESTACIÓN

A sus desposorios

OFRECIMIENTO

Dulcísimo Padre y Señor mío, Sr. San José: yo te ofrezco esta estación y te pido, que, por la dignidad tan alta, dones y privilegios que el Señor te concedió al dar la mano de Esposo a la Reina de los cielos; me alcances de esta soberana Señora el buen despacho de mi petición, si conviniere para su mayor honra y gloria, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.


TERCERA ESTACIÓN

A SUS CELOS

OFRECIMIENTO

Afligidísimo Padre mío, señor San José: yo te ofrezco esta estación, y te pido que por aquella prudencia, resignación, silencio y humidad con que toleraste el dolor de tus celos, padeciendo a solas tus tormentos, me alcances de tu Santísima Esposa el buen despacho de mi petición, si conviene, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.


CUARTA ESTACIÓN AL GOZO QUE TUVO EN EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS

OFRECIMIENTO Amorosísimo Padre mío señor San José: yo te doy los plácemes por el gozo inefable que tu corazón tuvo en el nacimiento del divino Niño Jesús, cuando en los brazos de la Aurora adoraste al Sol de Justicia; te ofrezco esta estación y te pido me alcances de este Señor y de tu Santísima Esposa lo que más me convenga para bien de mi alma, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.


QUINTA ESTACIÓN

AL GOZO QUE TUVO EN LA ADORACIÓN DE LOS SANTOS REYES

OFRECIMIENTO

Felicísimo Padre mío Sr. S. José: no cabe en humano entendimiento el gozo que tuviste en ver, conocido y adorado de tres reyes a tu dulcísimo Hijo Jesús; yo te pido que por estos inefables gozos me alcances el de la buena conciencia, y lo que sabes te pido y necesito, siendo para la mayor honra y gloria de Dios y bien de mi alma, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.


SEXTA ESTACIÓN

AL DOLOR QUE LE CANSÓ LA HUIDA A EGIPTO

OFRECIMIENTO

Angustiadísimo Padre mío Sr. S. José: cuánta fué tu congoja y sentimiento, cuando en compañía de tu Santísima Esposa salisteis a la media noche huyendo para Egipto, por guardar la vida del divino Niño Jesús! yo te ofrezco esta estación, y te pido que por estas tus penas que padeciste, en compañía de tu Santísima Esposa, me alcances de esta Señora amabilísima lo que me convenga para el bien de mi alma por Nuestro Señor Jesucristo: Amen.


SÉPTIMA ESTACIÓN

A SU DULCÍSIMO TRÁNSITO

OFRECIMIENTO

Dulcísimo abogado mío y padre amantísimo, Sr. San José: ¿quién podrá expresar la dulzura de amor divino que tanto creció en tu candidísima alma, que, quitándote la vida, entregaste tu espíritu en manos de Jesús y de María? Yo te ofrezco, Patriarca Santísimo, esta oración, y por esta felicidad humildemente te pido que logre yo entregar mi alma en tus manos y las de tu Santísima Esposa, para cantar eternamente los beneficios que de tí he recibido las misericordias de mi Dios y Señor. Amen.

Se ofrecen todas las estaciones con la siguiente:


ORACIÓN

Amorosísimo Señor mío y gloriosísimo Patriarca Señor San José, consuelo de los desamparados, seguro norte de nuestra esperanza y remedio universal de nuestras necesidades, en cuyas manos depositó Dios liberalmente los tesoros de su Omnipotencia, en beneficio de vuestros devotos y de los que en sus aflicciones se valen de vuestro patrocinio y amparo: acordaos gloriosísimo Santo mío, de vuestras piedades, y que ninguno hasta ahora de los que do veras se han acogido a vuestro patrocinio ha salido desconsolado de vuestra presencia: mirad, pues, Padre mío, mi aflicción y necesidad para socorrerla; y si acaso lo que os pido no ha de ser para mayor honra vuestra y gloria de Dios, borrad de mi corazón este deseo, imprimiendo en su lugar en mi alma una humilde sujeción y conformidad perfecta con su santísima voluntad; por cuyo medio y de la poderosísima intercesión de vuestra queridísima Esposa María Santísima y la vuestra, consiga morir en ósculo suavísimo de mi Redentor Jesús, para ir a alabarlo, bendecirlo y glorificarlo por todos los siglos. Amen.


SALUTACIÓN AL SANTÍSIMO PATRIARCA

Al esposo feliz de María

Que de rayos de gloria vestido se ve,

Saludemos alegres los hombres

Diciendo festivos con voz de placer

Salve José.

Tus favores benignos imploran

Pidiendo a tus aras rendidos con fe,

Que les abras las puertas del cielo,

Que hierros indignos cerraron otra vez.

Salve José.

Si tu vara florida descolla

En cada pimpollo animado un vergel,

Es presagio que anuncia la gracia

Que esperan felices en tus manos tener.

Salve José.

Para darle la muerte a la culpa

Que al mundo le quita la vida y el ser,

No te olvides de que eres Esposo

De Virgen que puso la culpa a sus pies.

Salve José.

En tu casa las flores descollan

Con mil resplandores, por ser Nazaret,

Donde á influjo del cielo benigno

Se vio encarnada la flor de José.,

Salve José.

Vuelve, esposo, benigno los ojos,

A ver de los hombres las culpas, y ved

Que, en un golfo de mares sin remos,

Navega perdido, del alma el bajel.

Salve José.

De tu boca escuchamos felices

Partidos tus labios, por cuyo clavel,

Que seremos dichosos, teniendo

Primero la gracia, la gloria después.

Salve José.



TRIDUO EN OBSEQUIO DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ

ORACIÓN PARA TODOS LOS DIA

Con que confianza, con cuanta satisfacción vengo a tus pies, ¡José Santísimo á implorar tu socorro y protección en mis necesidades! ¡Oh! yo no temo que no quieras oír mis ruegos porque por experiencia sé, que no te sabes negar al que con fe te hace una súplica. Tú que en el mundo probaste todas las amarguras de la vida, y que conoces bien las duras afecciones del corazón humano, ¿te harás sordo cuando algún mortal con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre te invoca, y te descubre el centro de su alma que sufre traspasado de alguna pena? tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón afligido, ¿te mostrarás indiferente y verás sin lastimarse tu eminente caridad, Todas las lágrimas, de tus devotos, sin extender tu benéfica mano y secar su llanto? ¿Acaso necesitas para hacernos un beneficio O darnos el consuelo, de otra cosa que tu voluntad? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no habiéndose menester más de tu voluntad santísima, no quieras acceder a calmar quitar nuestras tribulaciones? ¿Desconfías tú, que tu Hijo Santísimo te niegue lo que pidieres? ¿Será posible Santo mío, que aquel que en el mundo alimentaste? ¿y que vi tu noble frente cubierta dé sudor para proporcionarle su alimento, y el de su Santísima Madre, te desairé cuando vayas a suplicarle te conceda alguna gracia? Aquel que te escogió para que le sirvieras de padre, y que se regocijaba cuando le dabas el tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acceder a tus peticiones? ¿qué, no es él que en la tierra te obedecía, y que tantas veces tuviste en tus brazos acariciándole dulcemente? ¿No es el mismo que desde toda la eternidad te señaló con su Omnipotencia para Esposo de la inmaculada Virgen María? Grandes, muy grandes son estos títulos para que no puedas con Dios todo lo que quieras, y grandes son también las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas. Posible es, Padre mío, que yo te pida otra cosa que no me sea conveniente, y esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo en mis necesidades: sí, yo no quiero que hagas tú mi voluntad sino la de Dios, pues si lo que pido no es a su mayor honra y gloria y provecho de mi alma, no la quiero, sino en todo tiempo tu amistad y protección. Si trabajos, sí enfermedades y disgustos, es lo que me conviene en la vida, yo los recibo con el mayor placer por ser voluntad de Dios; y solo te pido me alcances su santísima gracia para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio que es a lo que aspiro. Amen.

DIA PRIMERO

Santísimo José, aquí me tienes postrado a tus plantas, y muy confiado de tu patrocinio, siento que en mi pecho nace una ligera esperanza al invocarte, porque estoy convencido de tu poder y valimiento con el Altísimo; porque sé que son infalibles los ruegos tuyos unidos con los de tu purísima Esposa María, y porque sé también que tienes gusto en favorecer a tus devotos. Pues bien, llévame de la mano al trono de tu Santísimo Hijo y dile: «este que ves aquí, me ha invocado, se ha valido de mí en sus penas, y yo quiero aliviárselas; él no se levantará de tu presencia, ni yo me retiraré de este lugar sin haber conseguido lo que deseo en bien de mi devoto; acuérdate, Hijo mío, de las aflicciones que en el mundo tuve cuando fuiste servido de encargarme de tu cuidado, y no me niegues lo que solicito.» ¡Ah! no podrá negarse a este ruego, te concederá lo que pides, Santo mío, y yo volveré a tener la felicidad que perdí, y todos mis días serán de regocijo, teniéndote a ti en mi favor y amparo. Amen. Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.


JACULATORIA

Sírvanos de guía y de luz


en nuestra necesidad,

la inagotable bondad

del dulcísimo Jesús.

Padre nuestro, Ave María etc.

Sea toda nuestra alegría,

sea todo nuestro consuelo,

la medianera en él cielo,

la inmaculada María.

Padre nuestro etc.

Se acabarán, bien se ve,

nuestras penas y dolores

teniendo por protectores

Jesús, María y José.

Padre nuestro, Ave María etc.


ORACIÓN FINAL

Ya estoy a los pies del dulcísimo José, ya estoy postrado ante este felicísimo Patriarca, y ya nada temo ¿ni qué podría temer teniéndole por abogado? Vengan las aflicciones, la orfandad, la enfermedad y la miseria, yo no las temo; impávido levantaré la cabeza en medio de los mayores infortunios. Nada podrán contra mí, porque José es mi Refugio: las maquinaciones de mis enemigos para perderme, serán destruidas: la lengua viperina del que injustamente me persiga, enmudecerá: al ladrón se le frustrará el lazo que me tienda: el asesino no podrá levantar el brazo para herirme, y el aire corrupto y la peste no infestará mi casa. Nadie, nadie podrá dañarme. José es mi protector. José ha abierto los brazos para recibirme y salvarme. José va a hacer de mí un hombre nuevo. José va a borrar mis malas inclinaciones. José va a ser mi guía en el camino de las virtudes; y José, en fin, rogará a Dios por mí y yo seré salvo. Amen


SEGUNDO DIA

Glorioso Patriarca, yo que soy el más grande pecador, necesito de tu Hijo la más grande misericordia: ruega por mí y no me deseches, atiende que te invoco, mira que, te suplico que no me retires de tu presencia sin consuelo: nada soy, nada valgo, nada merezco; pero tengo que alegarte en mi favor tus propias virtudes y la de tu Esposa María: tengo que acordarte que el Salvador derramo su sangre preciosísima por mí, y que, aunque indigno, soy criatura tuya, Si tú te interesas por mí y haces esto presento al Todopoderoso, nada me faltará y quedarán remediadas mis necesidades: así lo creo, a lo espero, lleno de fé y muy consolado queda mi corazón esperando que con tu intercesión santísima seré feliz en esta vida y en la otra, come lo espero. Amen.


DIA TERCERO Oh amabilísimo José, Padre estimativo felicísimo del Salvador del mundo, y no cesaré desalabarte ni de confiar en tu patrocinio, ni cesaré de invocarte hasta el último instante dé mi vida y pedir que ruegues por mí. No desprecies mis oraciones, aunque tibias y sin fervor: suple mi devoción, ilumina mi entendimiento, fortalece mi corazón en las virtudes, y dame todo aquello que sea necesario para el bien de mi alma, juntamente con el socorro y amparo en mis necesidades: ya tú las sabes, no tengo para qué repetirlas, y mejor que yo sabes lo que me es más conveniente y necesario. No hagas conmigo (te lo repito) lo que yo quiera, sino lo que más agradable sea a tu querido Hijo, no se haga en mí y en todas mis cosas sino la voluntad de Dios para que en todo tiempo y a toda hora, yo cante sus alabanzas en la tierra, y des pues vaya á cantarlas en el cielo en tu compañía. Amen.


SEMANA DEVOTA ACTO DE CONTRICIÓN

Ahora sí, dulcísimo Jesús, ahora sí que llegaré a tí sin sustos ni temores porque te veo en los brazos de tu venerado Padre y protector mío, el Santísimo Patriarca José, te veo en brazos de José, y no es tribunal ese de donde salen condenados los reos. Yo confieso que he merecido mil veces el infierno, y que has usado de una grande misericordia aguardándome a que conozca mi maldad y me convierta á tí: pues yo lo hago, Jesús mío; ya me arrepiento de haberte enojado, y me duelo cíe esto tanto, que ninguna: mayor dicha podré tener, que morir dé dolor pues está mi corazón en tus manos, enciéndelo en tu amor, de manera qué todo él sé abrase, se consuma y todo se haga cenizas a la fuerza de su llanto, aparta para esto los ojos de su inequidad y ponlos en tu amantísimo Padre: estoy cierto de que, si contemplas esa mansedumbre suya, ese corazón pacífico, esa dulzura y amabilidad de alma, no has de tener tu corazón para negarme el perdón que te pido por el amor de tu Padre José. Amen.


ORACIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA

Purísima Esposa del castísimo José, María Mi Señora: yo no hallo palabras con que expresarme y manifestarte mis deseos de ser verdadero devoto y esclavo fiel de tu Esposo, mi amado protector Sr. S. José: entra en mi corazón y verás en él la pena que me causa no amarlo como quisiera, no venerarlo como deseo, y no sacrificarme a su servicio, a su Culto y a su devoción como lo pide el alto juicio que tengo formado de su eminente santidad, y el poder que Dios le tiene concedido para favorecer a sus devotos. Si yo no soy digno de ser esclavo de José, José es dignísimo de ser dueño y señor de todo el mundo: concédeme el favor de contarme entre sus esclavos y devotos, mira que es honra tuya no negar cosa que se te pide por el amor que tienes a tu Esposo. Amen. Se rezan los siete Padres nuestros y Ave Marías y luego la siguiente:


DOMINGO

Patriarca gloriosísimo Sr. San José: ¿cómo pudiera tener yo ánimo para, ponerme en tu presencia, si no entendiera que esa mansedumbre, esa amabilidad, esa bondad que, hacia tu carácter en la tierra, la conservas ahora con toda perfección en el cielo? ¿Cómo se atrevería un pecador todo cieno, todo inmundicia y miseria, a ponerse, delante de un varón santo, armiño de pureza, cielo animado por su limpieza cristalina admiración de los ángeles, porque vivió en cuerpo como si fuese espíritu? ¿Cómo podría tener valor para presentarme yo en tu presencia, sino me alentara mi necesidad y tu bondad? Si no me amas a mí por indigno do tu amor y benevolencia, no puedes dejar de amar la pureza y la castidad; pues por el honor de esa virtud; por la honra de tu Esposa María Santísima, Reina de las vírgenes, te pido, te suplico y te ruego, uses conmigo del privilegio que Dios te tiene concedido de inspirar castidad y pureza a los que se acogen a tu patrocinio. Alcánzame de tu Hijo divino Jesús, lágrimas de contrición para lavar las manchas pasadas, y fortaleza para admitir la muerte antes que volver a mancharme. Amen.


LUNES

Patriarca gloriosísimo José: ¿qué felicidad se puede comparar con la de estar en amistad y gracia de Dios Nuestro Señor, ni que infelicidad mayor que la de estar en su desgracia? Ninguno mejor que tú está cierto de esa verdad: yo he irritado a mi Señor con mis innumerables pecados; le he causado mil enojos; he perdido su amistad, y conozco que justamente estará enojado conmigo; pero qué, ¿han de durar para siempre sus enojos? ¿no ha de contentarse con quien protesta su arrepentimiento y su dolor? ¿no querrás tú ser iris de paz que convierta los rigores de su justicia en rocío de misericordia? Si, sí, que para eso eres su padre y ha de desagradarte negándotelo si lo pides, ni tú has de dejar de pedírselo si yo te lo ruego por el amor que le tenías a tu Esposa. Pues ea, protector mío, en tu mano está el hacerme feliz: saca del seno de tu Esposa una de las gracias que están en el cofre de tu divina bondad, cuyas llaves tiene en sus manos: fortalece mi espíritu con un auxilio eficaz, que lo haga arrepentirse de corazón de sus pecados, y entrar en la amistad y en la gracia de tu santísimo Hijo. Amen.


MARTES

Patriarca gloriosísimo y protector mío, José: ninguna petición más agradable para tí, y ninguna más útil para mí, que la que hoy te vengo a hacer: vengo a pedirte que me hagas verdadero devoto, fiel esclavo y siervo obediente de tu esposa María Santísima: ¿podrás negarte a esta súplica: ¿darás mal despacho a esta petición? ¿qué puede embarazar el logro de mi súplica, el ser yo indigno pecador? ¿pero no es tu Esposa abogada de los pecadores, madre de los pecadores, y refugio de los pecadores? ¿yerra acaso la Iglesia santa en saludarla todos los días con estos títulos? Antes me imagino yo, que al paso que soy el mayor pecador tengo mayor derecho a su amparo: el más enfermo tiene más derecho a la asistencia del médico: el más pobre tiene más derecho a la limosna del rico; soy pecador, pero ya no quiero serlo sino deberte a tí la felicidad de mudarme y convertirme, del mayor pecador, en el más humilde, fervoroso y constante devoto de María. Amen.


MIÉRCOLES

Poderosísimo patrón del humano linaje, amparo piadoso de los hombres, José Santísimo: si alguna cosa hay que modere el susto que me causa la consideración de la muerte, y la triste sentencia de condenación que merecen mis pecados, solo es tu asistencia en aquella hora, y la satisfacción que debo tener de que nada te niega tu Hijo Santísimo, como tú te empeñes en suplicárselo; pues no quede frustrada mi confianza: sea este el único favor que me conceda tu divino Hijo: sea este solo el fruto que produzca mi devoción a tu persona: nada deseo, nada te pido, sino que hagas de suerte conmigo que disponiéndome desde ahora con una vida ajustad a la voluntad de mi Señor y mi Dios, me haga digno de tu asistencia y amparo: mira que te lo pido por amor de aquella Esposa tuya que te asistió con tanta caridad y dolor á la hora de tu muerte. Amen.


JUEVES

Patriarca felicísimo, José, abogado fidelísimo de los mortales. José santo, José justo, José inocente, José bienaventurado. ¿Quién pudiera tener siempre en la boca tu nombre, y no despedir un soló aliento, una sola respiración, sino acompañada de tu nombre santísimo? ¿quién pudiera nombrar a José con aquel respeto, con aquel puro amor, y con aquella gracia con que lo pronunciaba María Santísima tu Esposa? Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a ver a tu Esposa cuando te llamaba, y date prisa a acudir en la mayor necesidad en la hora de mi muerte; que ahuyentado el demonio despida yo el último aliento envuelto en tu nombre, y en nombre de Jesús y María. Amen.


VIERNES

Purísimo y felicísimo Esposo de Marín, amadísimo abogado mío. José: bien conozco que mis graves e innumerables culpas me hacen acreedor a los males, enfermedades y trabajos que le vinieron al hombre por su desobediencia e infidelidad, pero también conozco que la bondad grande e inmensa de mi Dios no se da por ofendida de que le pidamos el remedio de ellas, y más si le ponemos por intercesores aquellos amigos y siervos suyos que supieron agradarle ¿Y quién supo agradarle más que tú? ¿quién supo servirle mejor que tú? Ye no puedo persuadirme de que si le alegas a tu Santísimo Hijo los servicios que le hiciste: y a buscando el pan para sustentarlo, ya ocultándolo para librarlo de los que le buscaban para quitarle la vida y ya otros muchos que tiene él en su memoria no puedo creer que te niegue cosa alguna, pues pídele por mí: pídele que me libre del pecado y del infierno, y que en mis trabajos me de paciencia y resignación en su voluntad santísima. Amen


SÁBADO

Purísimo José: ¿cuál de los mortales ha logrado honor igual al que te concedió a tí la bondad de nuestro Dios? a quién de los mortales se le ha dado dignidad tan alta como la que se te confiné a ti de ser cabeza de la más ilustre, más santa y grande familia que vio jamás la tierra? su santidad, padre mío; tu eminente santidad, fué la que te hizo digno de tanto honor. ¿Y qué, aquel respeto humilde, aquel amor que te profesaron en la tierra tu Hijo y tu Esposa, no ha de valer ahora en el cielo? ¿acaso son menos atendidas ahora tus súplicas? No, no puedo creer que se haga sorda a tus voces una Esposa que es la misma piedad y la clemencia: ruega, les conceda el Padre de misericordias la sucesión deseada a las familias, el fruto de bendición a los santos matrimonios, y a todos los fieles nos dé auxilios para cumplir con las obligaciones que contraemos en los desposorios que celebró nuestra alma con el Esposo sagrado Jesucristo, en el día en que nos bautizamos. Amen.

ALABANZAS AL SANTÍSIMO NOMBRE DEL SEÑOR SAN JOSÉ

AVE JOSÉ, ENTE LOS HOMBRES ESCOGIDO

Justísimo Patriarca y padre putativo del Verbo humanado: yo te llamo, justísimo Patriarca y protector mío, é invoco tu grande poder, pues es tu nombre José. Padre nuestro y Ave María.

AVE JOSE, DE DIOS OBEDECIDO

Observantísimo celador de la honra de Jesús y de María: yo te llamo observantísimo celador de la ley divina: enséñame a obedecer, pues la: enséñame a obedecer pues es tu nombre José. Padre nuestro y Ave María.

AVE JOSE, DE DIOS PADRE PUTATIVO

Santísimo ayo y custodio de Dios, yo te llamo santísimo custodio de Jesús, no me dejes de proteger, pues es tu nombre José. Padre nuestro y Ave María.

AVE JOSE, DE LA MADRE DE DIOS ESPOSO AMADO

Esposo amabilísimo de la Emperatriz del cielo y de la tierra: yo te amo, esposo amabilísimo de María: quiere a mis ruegos atender, pues es tu nombre José. Padre nuestro y Ave María.

OFRECIMIENTO

Oh Santísimo José, ¡esposo castísimo de la Madre de Dios y fidelísimo custodio de Jesús! yo, miserable pecador y humilde esclavo vuestro, ofrezco estos Padre nuestros y Ave Marías, en memoria y reverencia de las letras que componen vuestro nombre santísimo, y encarecidamente os suplico me alcancéis de vuestro dulcísimo Jesús, que a imitación vuestra no piense en más, que en los intereses de la gloria de Dios; no hable más que palabras santas y de provecho al prójimo, ni me emplee en otras cosas que, en buenas obras del agrado de Dios, para que siguiendo las huellas que me dejasteis estampadas para la imitación, alcance el verme con vos en el cielo, gozando en compañía vuestra de aquel bien que solo es bien, de aquel bien que solo es seguro, de aquel bien que solo es eterno, de la bienaventurada vista de Dios por los siglos de los siglos. Amen.



==PIADOSA NOVENA A SAN JOSÉ EN SU DOLOROSO DESTIERRO

ORACIÓN PREPARATORIA

Prudentísimo y obedientísimo Patriarca Señor San José, que, recibida la orden de Dios por el Santísimo ángel, a la media noche, para que caminaseis a Egipto con el Niño Jesús y su Santísima Madre; humilde y sumiso te pusiste luego en camino traspasado tu purísimo corazón de dolor, considerando la delicadeza do Hijo y Madre, para sobrellevarlos trabajos de camino tan dilatado, airado y solitario; y estando destituido por tu santa pobreza de medios para proporcionar a tus tiernos peregrinos algunas comodidades en camino tan penoso. Yo te ruego, benignísimo José, me alcances del Señor, luz a mi entendimiento, y afectos fervorosos a mi voluntad, para que con toda mi alma medite y compadezca los trabajos que en esta caminata padeciste con Jesús y María, para que por este medio me hagáis digno de los favores y gracias de Jesús, María, y tuyos. Amen.


DIA PRIMERO

Considera la obediencia tan puntual de Señor San José, pues apenas el ángel le ordena tome al Niño Jesús y a su Madre Santísima, y camine para Egipto, luego, sin esperar la luz del día, y sin oponer dificultades ni conferir con el ángel sobre puntos que no podían menos que ofrecerse a quien emprendía caminata tan larga, no hizo más que responder a las órdenes del cielo, con aquella obediencia que han aplaudido con expresiones magníficas algunos padres de la Iglesia. Siete padres nuestros, Aves Marías y glorias.


ORACIÓN FINAL

¡Oh admirable Señor San José! el más dichoso de todos los hombres, el más feliz de todos los ángeles, y el privilegiado de todas las criaturas, pues aquel Dios Todopoderoso, que por su infinita bondad, llama a todos los afligidos y trabajados, para que hallen en él su descanso y consuelos este mismo Señor busca en tí el descanso y consuelo de su Santísima Humanidad; pues tú eres, dulcísimo santo mío, más propiamente aquella maravillosa columna que sirvió de guía en el desierto al antiguo pueblo de Israel, siendo tú la columna que amparó y guió por el desierto a Jesús y María, y les mostró el camino de Egipto. Columna misteriosa, que mucho mejor que la otra, le asistió un ángel, para que con lar órdenes de Dios moviese a su escogido pueblo, Jesús y María. Aplaudan tu dicha, Santo de mi corazón. los ángeles y santos del cielo y justos de la tierra; y todos se regocijen dándote festivos parabienes, porque después de tantos trabajos padecidos con Jesús y María, volviste a tu patria victorioso de todos los enemigos del Niño Jesús. Recibe, santo de mi alma, estos ejercicios, que en memoria de los trabajos y padecimientos que sufrieron en tan largos caminos, con Jesús y María he practicado en estos días: para que, llevando yo con resignación y conformidad, los trabajos de esta vida mortal, llegue por fin, por medio de tu poderosa intercesión a la patria celestial, en donde puesto a tus sagrados pies, te alabe por toda una eternidad y a Jesús y María. Amen.


DIA SEGUNDO

Considera la aflicción y congoja del Santísimo Patriarca, al emprender tan dilatado camino; pues de Belén a la ciudad Hérmópolis, en donde se estableció la Sagrada Familia, en Egipto, hay ciento treinta y tres leguas, por lo que era necesario muchos días de viaje para concluirlo; y un camino tan largo, aun cuando se hiciera con prevenciones y comodidades, sería una molestia continuada. ¿Cuáles serían, pues, los trabajos del Santísimo José, con una tierna y delicada doncella que llevaba en sus brazos a su dulcísimo Niño de solo algunos meses de nacido, sin más prevenciones y comodidades que las que le suministraba su pobreza, en un humilde jumentillo, y con unos pececillos y fruta seca? por lo que no hay que dudar que Señor San José tuvo mucho que sufrir en esta caminata.


DIA TERCERO Considera que si este viaje de Señor San José con su Santísima Familia, se hubiera hecho por caminos poblados, tal vez hubiera encontrado algunas posadas menos incómodas; mas come la mayor parte fué por el desierto, considera atentamente los padecimientos del Niño Jesús y de su Santísima Madre, por el día, con los ardores del sol, vientos abrasadores, por el polvo, arena, insectos molestos, etc.; y de noche, por el desabrigo, sereno, frío, hambre y sed de los Soberanos Peregrinos: considera muy despacio estos trabajos.


DIA CUARTO

Considera al Santísimo José caminando a pie por el camino arenoso del desierto, sirviéndole de diestro al humilde jumentillo en que iba sentada la Emperatriz de cielos y tierra; y la que, apeándose algunas veces, rogaba a su Santísimo Esposo montara un poco para que se aliviara del cansancio, lo que el prudentísimo Santo jamás admitió, por lo que caminaban María y José a pie, llevando la Señora de las criaturas a su dulcísimo Niño en su virginal regazo. Traspasado de dolor el castísimo corazón de Señor San José, viendo padecer a Jesús y María: acompáñalos tú con fervorosos afectos.


DIA QUINTO Considera como algunas veces la Santísima Virgen, con inefable dignación entregaba al dichosísimo Esposo el Niño Dios, para consuelo de su espíritu; el que recibía el Santo puesto de rodillas, y luego lo acariciaba y estrechaba en su corazón, derramando dulcísimas lágrimas de devoción y ternura, liquidándose su purísima alma en afectos tiernos, y abrasándose en amorosos incendios de caridad; y de este modo caminaba el Santo con el dulcísimo Niño Jesús en sus brazos haciéndole sombra con su manto, para que el sol o el viento caliente no ofendiese a su tierno infante.

DIA SEXTO

Considera que des pues de muchos días de camino, llegaron, por fin, Jesús, María y José a la ciudad Hérmópolis, en Egipto, muy cansados y fatigados por los trabajos de tan largo viaje, sin conocimiento alguno, en tierra extraña, en donde todos los habitantes eran idólatras. Aquí, pues, permaneció la Sagrada Familia por mucho tiempo, cuidada y auxiliada por los esmeros de Señor San José.


DIA SEPTIMO

Considera que después de algunos años de morar la Sagrada Familia de Señor San José en la ciudad de Hermópolis, luego que el Santo recibió la orden del ángel, de volverse a tierras de Israel, luego sin escusa ni oposición alguna, tomó al Hijo y Madre Santísimos, y sin más precauciones que las que trajo cuando salió de Judea, emprendió por segunda vez el mismo dilatado y áspero camino, y con los mismos o mayores trabajos.


DIA OCTAVO

Considera que como cuando la Santísima Familia volvió de Egipto, ya el Niño Jesús tenía [según sentir de algunos autores] como nueve años, naturalmente ya no podía ser llevado en los brazos de su Purísima Madre; y por esto considera que muchas veces caminaba el dulcísimo Niño a pie llevándole de las manitas María y José, llenándoles de consolaciones divinas. Considera también, que, por lo muy arenoso del camino, y por la delicadeza de Hijo y Madre, se cansarían y fatigarían demasiado, por lo que el Santísimo José sentaría a la Princesa del Cielo en el jumentillo, y al Niño Jesús lo llevaría en brazos, por grandes espacios de tiempo, cargando sus hombros al que con un dedo sostiene la inmensa máquina del universo.


DIA NOVENO

Considera que después de haber caminado la Santísima familia doscientas sesenta y seis leguas, de ida y vuelta, llegaron, por último, los divinos viajeros a tierra de Israel; mas con las noticias de que Arquelao, rey impío, reinaba en Judea, temió Señor San José mucho por la seguridad del dulcísimo Niño, por lo que, avisado del santo ángel, se fué á Galilea, a su patria Nazaret.


TRISAGIO AL PATRIARCA SAN JOSÉ

Santo, Santo, Santo,

es José, en verdad

Padre putativo

de la Santidad.

Todo el orbe cante,

con grao voluntad,

del patriarca Santo

la felicidad.

Canten que es Esposo

de aquella Beldad,

que forma el encanto

de la Trinidad.

El Padre lo elige

en la eternidad,

para darle parte

de su potestad.

De su mano el Hijo,

con suma humildad,

recibe el portento

de su humanidad.

El divino espíritu

con seguridad,

de José escoge

la fidelidad.

¡Oh José dichoso!

que por tu humildad

la afección mereces

de la Trinidad.

Padre estimativo,

es en realidad,

de todo un Dios Hombre,

¡qué felicidad!

Cristianos celosos

á Dios ensalzad

y del santo Esposo

la dicha alabad.

Tú, reina del cielo,

las voces juntad

de los santos todos,

en una, y cantad.

Logre el que agoniza,

la conformidad

del más duro trance

de la eternidad.

A tu voz se ahuyente

la calamidad,

y a tu imperio ceda

toda enfermedad.

No haberse valido;

de tu gran piedad

el réprobo, triste,

llora sin cesar.

Confiese la tierra

que es universal

Patrón de toda

cruel calamidad.


DÍA VEINTE DE CADA MES EN HONOR Y CULTO DEL TRANSITO DEL SEÑOR SAN JOSÉ

Hecha la señal de la cruz, se dice:


ACTO DE CONTRICION Dulcísimo Jesús, dueño de mi alma: ¿cuál cubería ser mi confusión y vergüenza al presentarme tantos y tan enormes delitos con que be ofendido a tu inmensa bondad? Y ¿cuál deberá ser el temor que ocupe mi corazón, al ver despreciada por mis pecados la recta justicia? Mas ¡oh amor de Dios! Tu bondad, sí, solo tu bondad y misericordia me alientan, y vuelvo a tí arrepentido y lleno de confianza de que me perdonarás, y más cuando te veo reclinado en ese corazón. todo encendido de caridad; en ese propiciatorio divino de los brazos de tu estimativo Padre Señor San José esperando por los méritos de tu sagrada pasión, y por la intercesión de este tu fiel siervo, me has de perdonar y dar tu gracia para no ofenderte más, y servirte hasta el fin de mí vida. Amen.

ORACIÓN Protector mío Señor San José: sí, como es una verdad que conforme sea la vida así será la muerte ¿cuál sería tu felicísimo fin, pues tu vida fue tan prodigiosa y admirable, que por tus virtudes y excelsa santidad mereciste te asistieran personalmente en tu muerte, con admirable dignación, Jesús y María! Alcánzame, Santo mío, por este tan singular privilegio, el que cuando yo llegue al término de mi vida, no me falten del corazón y labios, Jesús, María y José. Amen.

Aquí se rezará un Credo y se dirá la siguiente:

ORACIÓN Patriarca soberano, Señor San José, que habiendo sido tu vida en todo conforme con el Divino beneplácito, y habiendo sido también un fidelísimo cooperador a los altísimos designios de la Providencia, en orden á los hombres; en el tránsito que hiciste de este mundo a la eternidad, consumaste tu último aliento, conformando tu voluntad con la de Dios, ausentándote de tu adorado Hijo Jesús tu amantísima Esposa María Santísima, y desempeñando cumplidamente los oficios de precursor del Hijo de Dios para con los Santos padres del Limbo; concédeme, Santo glorioso, el que por tus méritos é intercesión, así cumpla yo la divina voluntad en mi vida, que en los últimos instantes de ella merezca el que me anuncies la posesión de la bienaventuranza de la gloria. Amen.

Se hace la petición, y se reza la siguiente:

ORACIÓN Santísima Madre de Dios y Señora Nuestra, que en el tránsito felicísimo de tu castísimo Esposo señor San José, no solo llevaste con resignación el apartarte de su dulcísima compañía, sino que, en unión de tu Hijo y Dios verdadero, presentaste a tu Eterno Padre el preciosísimo tesoro de su purísima alma, enriquecida y adornada con las más inestimables virtudes, gracias y privilegios. Conozco, Señora, cuánto te agrada el que los hombres honremos en esta vida a tu Esposo Santísimo; y por complacerte le consagro este día, haciendo memoria en él de su dichosísimo tránsito de esta vida a la eterna. Y dando gracias a la Beatísima Trinidad por la incomparable gloria a que sublimó a este su fiel siervo, y pidiendo humildemente que por sus méritos y por la poderosísima intercesión de este Santísimo Patriarca, merezca yo en la hora de mi muerte sea mi alma presentada en su acatamiento por manos de Jesús, María y José. Amen.




NOVENA A LOS SIETE SANTOS DOLORES DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ

ACTO DE CONTRICCIÓN Omnipotente Señor Dios de todos los siglos, que por el amor de nuestras almas tomaste nuestra humana carne, pasible, mortal y con ella naciste, padeciste y moriste con una muerte afrentosa é ignominiosa, conociendo, Señor, que lo ejecutaste por mí, pata redimirme, con verdadero arrepentimiento de mi corazón me pesa de haberte ofendido en repetidas veces, cuando debiera, en recompensa de tu amor, amarte sobre todas las cosas: eres dueño mío: pequé, Señor; ya conozco mi maldad y advierto mi ingratitud; ya la confieso arrepentido, y si esto buscas en el pecador para perdonarlo, atiende a mi dolor, perdóname, Padre amantísimo, que te doy palabra de no pecar más, solo por ser quien eres, y porque por tu amor aborrezco la culpa, que tanto daño me hizo, perdiendo por ella tu amistad. Muévete el amor de tu estimado padre y padre mío Señor San José; por sus altos méritos y elevadas virtudes, hagamos las amistades; que confío en tu divina gracia conseguirlo, con tal padrino; y olvidando mis vicios vivir ajustado a tu ley sacrosanta, y con ella permanecer agradable a tu divina aceptación hasta morir. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Santísimo Patriarca, dueño amoroso, refugio de pecadores, alivio de necesitados, consuelo de tristes y protector general del género humano: postrado a tus pies, José amabilísimo, me compadezco de los acervos dolores que padeciste, y por ellos te suplico rendidamente me alcances de tu Santísimo estimativo Hijo, verdadero dolor de mis culpas. Bien conozco lo indignado que te tengo con mis pecados; pero tu piedad me ha de alcanzar auxilies para borrarlos con lágrimas de penitencia; para acompañarte en gracia en tus dolores y desagraviar a tu Hijo mi Dios, Emplea, padre Santísimo, toda tu intercesión, que toda la necesito: tal me han puesto mis yerros, que de tus ruegos espero el perdón para mudar .mi delincuente vida, y ser desde hoy obediente a la ley para serte agradable, y que se logre en mí el fruto de tus dolores, y de la sangre preciosa de Cristo Señor Nuestro; que vive y reina con el Padre y él Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Amen.


PRIMER DIA ORACIÓN Dios te salve, purísimo José, padre estimativo de Cristo y Esposo amantísimo de María: con grande amargura de mi corazón te acompaño en el dolor que padeciste cuando viste preñada a tu querida Esposa, conociéndola paraíso ameno de la más pura castidad, y siendo tú el lirio más fragante y azucena más encendida de la pureza, te obligó tu dolor a disponer la ausencia de tu amada, creciendo con este pensamiento tanto tu pena, que. casi desfalleció el valor de tus sentidos: haz, Señor mío, que mi corazón sea tan puro que pueda resistir los asaltos de la sensualidad carnal, y vencidos sus peligros, viva casto y limpio hasta la muerte. Amen.

Ahora se rezará siete veces el Padre nuestro y Ave María, con Gloria Patri, etc., y se dirán todos los días estas oraciones:

DEPRECACIÓN Santísimo José, que, escogido entre todos los hombres, te colmó de gracia el Espíritu Santo, asistiéndote siempre el poder del Padre y el amolde Cristo tu estimativo Hijo: dichoso eres, y agradable a Dios desde que fuiste santificado y electo para nuestra defensa: ruega por nosotros, interponiendo lo acerbo de tus dolores, para que en vista de ellos se mueva a piedad la Majestad de nuestro Dios. Mira nuestra miseria, y que esta nada de nuestro ser se pone bajo tu patrocinio, porque así la reciba el Señor, y nos conceda, por tí, las grandes misericordias ofrecidas a tus devotos. No desdeñes nuestro ruego, te invocamos humildes, y esperamos por este medio alcanzar vivir en gracia, para irte a ver a la gloria. Amén.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Señor mío Jesucristo, Hijo estimativo dé José, a quien escogisteis para asiló universal del género humano y conducto seguro de Nuestra salvación: haced, Señor, que se imprima en nosotros, una cordial devoción de vuestro putativo Padre, para que mediante ella, se enciendan nuestros corazones en el más vivo amor de vuestra deidad; no teniendo otro pensamiento que el de agradaros, y para conseguirlo evitar toda culpa y deleite mundano, solo por vos; y de esta suerte aprovechar más cada día en todas las virtudes. José Santísimo alcánzalo así de tu Hijo Jesús: y ofrécele por nosotros el caudal admirable de tus prerrogativas y gracias, para que en vista de tal tesoro, nos conceda benigno el bien que le pedimos en esta novena, y haciendo o que convenga a su mayor honra, y gloria: y pídele, por el valor de tus méritos, por el precio de tu vida, por el Sumo Pontífice, prelados y jueces eclesiásticos, por nuestro católico gobierno y todos los príncipes y jueces seculares, para que en todo acierten en sus gobiernos ajustados a la rectitud de la justicia: intercede por los que están en pecado mortal para su conversión, por los justos, para su perseverancia; por los gentiles y herejes para su perseverancia; por los gentiles y herejes para su reducción y obediencia a la iglesia católica; por los pobres cautivos y encarcelados, para su libertad; por los afligidos y atribulados, para su consuelo; por las ánimas del purgatorio, para el fin de sus penas; y por nosotros, para vivir en gracia y tener una buena y sosegada muerte, para ir a gozar de tu vista en el cielo. Amen.


SEGUNDO DÍA ORACIÓN Dios te salve, castísimo José amabilísimo, Padre estimativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: yo te acompaño, con gran dolor en mi corazón, al dolor que sentiste viendo derramar lágrimas a tu querido Hijo, nacido en un pesebre, de lo que fué tal tu pesar, que se te destiló el corazón por los ojos: haz padre mío, que de tal suerte sienta yo tus penas, que por ellas alcancé auxilios poderosos para salir del pecado y volver a la amistad de mi Jesús, como está prometido a tus devotos, y que así persevere hasta la muerte. Amen.


TERCER DÍA ORACIÓN Dios te salve, castísimo José, Padre putativo dichosísimo de Cristo, y Esposo amantísimo de María: con la mayor compasión de mi alma te acompaño en el agudo dolor que sentiste viendo primicias de la pasión de tu Hijo Jesús, derramando su sacratísima sangre en la circuncisión, cuya pena te llegó tan al alma, que casi desfallecía el vigor de tu esfuerzo: haz, padre mío, que derrame, tantas lágrimas de compunción, que por ellas merezca alcanzar la gracia y devoción de tu querida Esposa, como está ofrecido a tus devotos, y con ella viva siempre derretido y engarzado mi espíritu en amores de María Santísima, hasta la muerte. Amen.


CUARTO DÍA ORACIÓN Dios te salve, José piadosísimo, Padre estimativo dichosísimo de Cristo, y Esposo de María: con el mayor sentimiento te acompañó en el grave dolor que padeciste al oír la profecía del Santo Simeón, anunciando la pasión y muerte de tu Hijo Jesús, cuya pena te penetró hasta lo íntimo de tu alma, pues conociste los tormentos que había de padecer: haz, padre mío, que yo me compadezca de tu pena, y por ella se logre en mí el fruto de la pasión de Cristo; y que mediante ella consiga buena muerte y defensa en ella contra el demonio, como está prometido a tus devotos. Amen.


QUINTO DÍA ORACIÓN Dios te salve, José dolorosísimo, padre putativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: con gran pena en mi alma te acompaño en el dolor que tuviste cuando llegaste a entender que la crueldad de Herodes solicitaba a tu Hijo Jesús, para quitarle la vida, siéndote preciso para librarlo, huir a Egipto con tu querida Esposa; siendo esta pena tanto mayor cuanto duplicados los motivos: haz, padre mío, que de tal suerte me aproveche de tus trabajos, que merezca alcanzar el gozar, si conviene, perfecta salud en el cuerpo, y que esta sea medio, para servir con valor a Dios hasta la muerte. Amen.


SEXTO DÍA ORACIÓN Dios te salve, dulcísimo José, padre estimativo dichosísimo de Cristo, y esposó amantísimo de María: yo te acompaño, con grande angustia en mi corazón, al dolor que, tuviste cuando saliste de Egipto con tu Hijo y Esposa, sabiendo la muerte de Herodes; pero te contristó tanto la noticia de que reinaba Arquelao, que ya contemplaste muerto a sus manos a Jesús; dolor tan fuerte, que penetró por mil partes tu angustiado corazón: haz, padre mío, que se engendre en mí grave pena de verte adolorido; y que por este tormento tuyo, Cristo Nuestro Señor me conceda el remedio que convenga de mis trabajos corporales, y agradecido yo a sus beneficios le sirva en recompensa, hasta la muerte. Amen.


SÉPTIMO DÍA ORACIÓN Dios te salve, Santísimo José, padre putativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: con. amargo sentimiento te acompaño en el acervo dolor que sentiste, cuando viste perdido a tu Jesús, y afligida a tu Esposa por su falta, de que fué tu congoja tan prolija, que era bastante a perder con ella la vida; por lo grande de tu amor, por la fatiga de la solicitud que en ¿buscarlo ponías, y el crecido raudal de lágrimas que derramabas: haz, padre mío, que viertan tantas mis ojos, y ponga tanto esmero en buscar a Dios, que por este servicio me conceda su Majestad la integridad de mi honra y crédito, para que yo cooperé a la suya y a su divina gloria, hasta la muerte. Amen.


OCTAVO DÍA ORACIÓN Dios te salve, soberano José, padre estimativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: con las mayores veras dé mi corazón te acompaño en las graves angustias qué padeciste al contemplar se acercaba el tiempo en que había de ejecutarse la pasión y muerte de Jesús, pena tan atroz para tu corazón, que creyendo no habías de tener tolerancia para verlo, escogiste antes morir que llegarlo a experimentar: haz, padre mío, que sienta mi alma tu pena de tal suerte, que siempre meditando la pasión de tu estimativo Hijo, mi Señor, se me abran los ojos del entendimiento, y encienda mis afectos para tener siempre en mi corazón tu amor y amante pensar en tí, para vivir seguro de mis enemigos con la invocación do tu nombre, como lo consiguen tus devotos, por privilegio tuyo, y así aprovechar en la virtud hasta la muerte. Amen.


ULTIMO DÍA ORACIÓN Dios te salve, José castísimo, padre putativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María, con el mayor exceso de sentimiento te acompaño en el último dolor que padeciste al contemplar la ingratitud del hombre, que habiendo logrado por su Redentor a Jesús, había de despreciar tan alto beneficio, poniendo las manos sacrílegas en su sacratísimo cuerpo, correspondiendo á tal fineza con continuadas culpas, como hasta ahora estamos cometiendo; yo me compadezco de tu, dolor, y te suplico md ampares, para que mude de mi errado camino al de penitencia. Haz, padre mío, que sea tanto mi conflicto por tu penar, que por mis repetidas lágrimas de contrición consiga por tí, de la bondad de Dios, que si van algo torcidas mis peticiones las endereces para mi mayor bien [como hacías con tu devota Santa Teresa] y de esta Suerte sea mi petición a su mayor honra y gloria, y la procure siempre hasta la muerte. Amen.



NOVENA AL CASTÍSIMO CORAZÓN DEL PATRIARCA SAN JOSÉ

Puesto de rodillas delante de una imagen del Santo, y hecha la señal de la cruz, se dice el


ACTO DE CONTRICIÓN ¡Oh divino amante de mi Redentor Jesús! Que después de haber sido tan innumerables veces despreciado de los hombres, con sus culpas, Aun espera tu divina misericordia: a tus pies tienes, Señor, el más ingrato pecador; aquí está el mayor desagradecido, que con sus pecados te puso en esa cruz. ¡Oh si mis ojos y los poros todos de mi cuerpo se hicieran ¡fuentes de lágrimas y mares de sangre, para llorar tal ofensa! ¡Cómo no me abraso de amor de un Dios tan bueno! ¡Cómo no me muero de agradecido! ¡Oh si me quitase la vida el pesar de haber pecado contra tí! Aunque no hubiera infierno, solo por ser quién eres, me pesa de haberte ofendido, y por lo mismo propongo firmísimamente con. tu divina gracia, de nunca más pecar; prometo, Señor, apartarme de todas las ocasiones y peligros, de ofenderte, de confesarme enteramente y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: Confío, benignísimo Señor, en tu infinita misericordia, que me has de perdonar y dar tu gracia para servirte y amarte, hasta el último instante de mi vida. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh corazón rectísimo de mi amado Señor San José! que desde vuestra formación mereciste ser asistido con especiales providencias de Dios, como que os escogió para Esposo de María Santísima elevando vuestra dicha entre los hombres, a que solo de vos se dijese que el mismo Dios era vuestro; que se tuviese y reputase por vuestro único Hijo, haciéndoos archivo del registro de las divinas misericordias, y encendiéndoos tanto en el fuego del amor divino, que si el mismo Señor que os mantenía no os dura virtud y Fuerzas para no desfallecer hubiera vuestro ardientísimo corazón y espíritu desatado las cadenas de vuestro purísimo y virginal cuerpo con la fuerza del amor. Por estos favores te pido me concedáis, que siga yo siempre este vuestro amor con un corazón, si fuera posible semejante al vuestro, para merecer así obsequiaros eternamente en la gloria. Amen.


Se rezan siete Padres nuestros, Aves marías gloriados, y se dice la oración que varía todos los días.


PRIMER DIA ORACIÓN ¡Oh dichosísimo Patriarca Señor San José! Yo venero profundísimamente vuestro castísimo corazón, jamás manchado de impureza alguna; pues rectificando nuevamente el Señor vuestras potencias, para que fueseis digno Esposo de Nuestra Señorada Virgen María, os llenó de gracias, confirmándoos en ella por tan admirable modo, que quedaste más puro que el supremo de todos los serafines, pues la pureza que ellos tienen sin cuerpo, os la concedió el Señor en cuerpo terreno y carne mortal: me alegró, santo mío, de ésta, como de una excelencia que glorifica tanto vuestro purísimo corazón, y os suplico por ella purifiquéis este indigno corazón mío, para merecer lo que deseo conseguir en esta novena, Si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón, y bien de mi alma. Amen.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh Santísimo corazón de Jesús! que como tan amante de los hombres, quisisteis encarnando, naciendo y muriendo, dejarnos el provecho y remedio seguro de nuestras almas; yo os suplico, Señor, con el mayor empeño de mi rendido afecto, entrañéis en mi alma un aborrecimiento y horror grande, a todo aquello que fuere ofensa y agravio de vuestro amoroso y sagrado corazón: bien veis, Señor, la muchedumbre de mis culpas; ya lo conozco así; ¿pero será acaso más mi malicia que vuestra misericordia? No. ¿Supera mi iniquidad al abismo de santidad de vuestra Madre y nuestra, María Santísima? Tampoco. ¿Excederán mis ingratitudes a los perfectísimos méritos de vuestro putativo Padre y mi Señor San José? No puede ser. Pues estos méritos y aquella santidad, os presento por mis especiales abogados en esta causa; y espero ¡oh santísimo corazón de mi Jesús! que á vista del corazón de mi Señora la Virgen María, y del corazón purísimo de mi Señor San José, quedaréis perfectamente satisfecho, me perdonaréis mis pecados, y me daréis gracia para amar y servir en esta vida a vos, Jesús mío, a mi Señora la Virgen María, a mi Señor San José, y después, gozar de sus dulcísimos corazones en la bienaventuranza eterna. Amen.


SEGUNDO DIA ORACIÓN ¡Oh felicísimo Patriarca Señor San José! Que, mereciendo la vista y conversación de la divina sabiduría humanada, os colmó el Señor de tantas virtudes en grado tan perfecto, que después de vuestra divina Esposa María Santísima, excediste a todos en santidad, y ninguno os adelantó, causando en vuestro espíritu este beneficio tales efectos de humildad, reverencia y amor, que sirviendo de grande admiración a los ángeles, fue así mismo de sumo agrado y complacencia al mismo Dios: y me gozo, Santo mío, de esta dicha, y doy los parabienes a vuestro dichoso corazón, por el cual os pido me alcancéis una humilde y recta resignación en mis trabajos, no negándome vuestro favor y asistencia en mi mayor necesidad, que es la de mi muerte; y ahora, concediéndome lo que deseo en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.


TERCER DIA ORACION ¡Oh gloriosísimo Patriarca Sr. San José! objeto dé las divinas delicias, amado y querido de Dios sobre todos los hijos de los hombres, yo me humillo profundísimamente en honra y reverencia de vuestro sagrado corazón, confiando hallar en él el asilo y amparo de que gozan cuantos a él se acogen. ¡Oh José Santísimo! Con haber tenido vos la dignidad de ser padre de Jesús, y Esposo de María, logro yo la dicha de ser hijo vuestro. Pues con este favor, ¿cómo no me adelantaré yo a invocar el amparo de vuestro piadoso corazón? Yo confieso mis grandes méritos, más por eso mismo ocurro a vos conociendo mi desamparo, porque creo que será tanto mayor gloria de vuestro patrocinio, cuanto más se empleare en favorecerme. Exceda, pues, Santísimo Padre mío, la caridad de vuestro amable corazón á manera que, mereciendo vuestra protección, logre lo qué deseo conseguir': en esta novena si es para mayor honra de Dios, honor y gloria de vuestro purísimo corazón, y bien de mi alma. Amen.


CUARTO DIA ORACION ¡Oh corazón admirable de mi Señor S. José! que concediéndoos el Señor para, mayor colmo de vuestra santidad, especial luz y conocimiento de los beneficios y favores divinos, hasta llegar a gozar de la vista clara dé la divina esencia, en la que se os manifestó sin velo ni embozo alguno la incomprensible divinidad, lograste que la Beatísima Trinidad os recogiese y destinase por Precursor de Cristo, para que, a los Santos Padres del Limbo, nuevamente evangelizaseis su redención. ¡Oh José Santísimo, y cuánto me gozo de estos favores! quisiera que los corazones de todas las criaturas se juntaran al mío, para que todos te alabaran por esta dicha, y dieran gracias al Señor que os crio; para gloriarse tan altamente con vuestro virgíneo corazón, por el cual os pido infundáis en mi alma un perfecto conocimiento de los beneficios que debo a Dios, un horror grande a toda culpa, fortaleza contra las tentaciones del demonio, gracia para merecer vuestro patrocinio, y conseguir lo que deseo en esta novena; si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón, y bien de mi alma. Amen.


QUINTO DIA ORACION ¡Oh suavísimo corazón de mi Señor San José! escogido y amado de Dios, que por serlo mereciste que el poderoso brazo del Altísimo, obrando copiosamente en vuestro sagrado espíritu efectos tan divinos, os infundiera perfectísimos hábitos de todas las virtudes y dones, llenando de gracia y confirmando en ella vuestras potencias. ¡Oh miseria mía! y ¿qué pareceré yo en presencia de mi Señor San José? No obstante, creo, santísimo Padre mío, que, llegando con humildad, no me abandonará vuestra clemencia; antes amparado del poderoso patrocinio de vuestro piadoso corazón, espero ser tan otro del que soy, que, ardiendo mi corazón en el fuego de vuestro amor de Dios, merezca también, gozar de vuestra dichosa compañía en la gloria, y ahora lo que deseo conseguir en esta novena, si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.



SEXTO DIA ORACION ¡Oh corazón pacientísimo de mi Señor San José! que, tolerando con incomparable sufrimiento y grandeza de vuestro ánimo, la gravedad y peso de los trabajos y dolores que padecisteis, os concedió el Señor, que manifestándose los ángeles en forma humana, visible a vuestros ojos, os hablaron y trataron de la Divinidad y de sus infinitas perfecciones, encendiendo con esto el amor de vuestra alma purísima, para mayor aumento de vuestros méritos. Corrido y avergonzado estoy ¡oh Santísimo José! de mi poca resistencia, á vista de vuestra grande fortaleza. No hay en mí otra cosa para obsequiaros, que un corazón pobre, muy pequeño y muy rebelde, eso os endono, Padre mío: ya sois dueño de él, no es mío, vuestro es, deshacedlo, destruidlo y aniquiladlo, para que formándolo vos de nuevo, merezca imitar vuestro sufrimiento, tolerando en amor de Dios los trabajos y miserias de esta vida, no desamparándome vuestra protección en el amargo trance de mi muerte, y concediéndome ahora lo que os pido en esta novena, si conviene para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.


SEPTIMO DIA ORACION Oh corazón candidísimo de mi Señor S. José que acercándose el término de vuestra santa y ajustada vida merecisteis en aquéllos últimos días próximos a vuestra dichosa muerte, la asistencia y cuidado dé vuestro santísimo Hijo Jesús y la de vuestra Esposa María Santísima tan especial quien ni de día ni de noche quedaste solo sin alguno de los dos ¡Oh dicha grande de mi Señor San José! ¿Quién llegara a merecerlo que vos? ¿Qué os negara el que así os ama? ¿Que no conseguiréis de quien así os honra? Grande infelicidad fuera la mía en acogerme a vuestro patrocinio, siendo de tanto valimiento para con Dios. Por cuyo amor os pido me concedáis, que en los últimos instantes de mi vida; merezca la asistencia especial de vuestro patrocinio, para que triunfando de mis enemigos en esta vida, logre rendiros gracias en la otra; y ahora, lo que deseo conseguir en esta novena, si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.


OCTAVO DIA ORACION ¡Oh corazón amorosísimo de mi Señor S. José! que, llegada la hora de vuestra preciosa y feliz muerte, intentando vuestra humildad y reverencia ponerse de rodillas en el suelo para pedir su bendición a vuestro dulcísimo Jesús y que, llegando su Majestad a vos, os recibió en los brazos, en los cuales entregasteis vuestra purísima y santísima alma ¡Oh felicidad suma de mi Señor San José! Yo os conozco Padre mío por el que sois; y me abato y postro profundísimamente, en obsequio de vuestro sagrado corazón doy infinitas gracias al Señor, que para ostentación eje su poder os llenó de tanta santidad ¡Oh si yo la dicha de merecer uno de vuestros siervos! ¡Cómo me complacería yo, y la estimara en más que cuantas felicidades tiene el mundo! Miradme José Santísimo, con ojos de piedad, para que, con vuestro favor, mejorando de vida, merezca yo en la hora de la muerte, entregar mi alma en vuestros divinos brazos, para que vos la presentéis ante el divino acatamiento; y ahora lo que deseo conseguir en esta novena, si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mí, alma. Amen.


NOVENO DIA ORACION ¡Oh corazón sagrado de mi Señor San José, Esposo y compañero fidelísimo de mi Señora la Virgen María, Padre dignísimo de nuestro Salvador Jesús, amparo y refugio de los pecadores! Con entera y humilde confianza llega mí corazón, satisfecho de que vuestra clemencia a ninguno ha desamparado, de cuantos a vos se han acogido. ¿Y había yo de ser entre tantos que han logrado vuestro favor el infeliz que experimentara el rigor de vuestra repulsa? Bien lo merecía la gravedad de mis culpas; pero no sea así; acordaos que por mi remedio os vino la dignidad de ser Padre de Jesús, mirad que mi rescate costó no menos que la sangre de un Dios humanado: y consentiréis así, mi malicia malogre el infinito precio de mi redención. No, José mío, no: tomad desde luego absoluta posesión

de mi corazón; cortadle y hacedle por las medidas del vuestro, para que se emplee solo en amar a Dios, y no quiera más de aquello que quiere vuestro santo y recto corazón. Quisiera, santo mío, publicar por todo el mundo vuestra grandeza, para que en todo él fuese conocido, honrado, servido y obsequiado vuestro purísimo corazón, y después en el cielo, alabado de todos vuestros devotos, entre los cuales espero gozar de vuestra dichosa vista. Amen.




NOVENA DEL PATROCINIO DE SAN JOSÉ

NOTA: El Patrocinio de San José es el día en que se le eligió como patrono, puede ser cualquier día del año

ACTO DE CONTRICIÓN ¡Oh Redentor mío, dulcísimo Jesucristo! ¡Si alguna vez te has mostrado Padre de misericordia, nunca con más razón que ahora que tienes a tus pies un monstruo de maldad y de ingratitud! ¡Qué más pudieras haber hecho por mí que morir en una cruz, cercado de dolor y tormentos! Cuanto deberían pasmarse los espíritus angélicos, al ver un exceso de amor que no podía caber sino en un corazón infinito, Pero ¿cuál ha sido mi correspondencia? ¿Cuál la paga que te he dado? Apartar de tí mi corazón y ponerlo en las criaturas, volverte las espaldas y renovar con mis culpas tus heridas. ¡Oh, si tuviera un arrepentimiento tan grande como mi maldad! ¡Oh si pudiera pagar con lágrimas de mis ojos la sangre que derramaste por mí, Pero ya ves tú, Señor, que nada puedo sin tí: añade, pues, a tus antiguas misericordias la de darme un dolor verdadero de mis culpas; que ya entretanto, vencido de tu amor, te amo, sobre todo, y con todo mi corazón, me arrepiento de mis pecados, por ser ofensas contra tí; las aborrezco porque tú los aborreces, ya no más pecar, ¡ya no más ofenderte! Amen


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh José Santísimo! ahora conozco cuánto desea mi salud Jesús, pues después de haberse hecha él abogado, mío con su padre, á tí te hace abogado mío para consigo mismo: después de haber procurado mi salud con tantos medios, quiere que concurran también con sus méritos tus ruegos. Tus ruegos, sí, aquellos ruegos que se respetan en el cielo como mandatos. Alentado yo por esto, vengo a ponerme bajo de tu sombra y a valerme de tu patrocinio. A tí te elijo por padre, á tí te elijo por mi protector y abogado, y confió tanto en ti, que si mí. salvación estuviera en mis manos, la trasladara luego de mis manos a las tuyas; tanto más fio de tí que de mí mismo. Si yo con mis maldades embarazo el logro de tus súplicas, tú has de allanar este embarazo, y has de conseguir que ayude yo con una vida arreglada tus súplicas y tus ruegos. No se sabe que alguna causa protegida eficazmente por ti, se haya perdido. ¿Y qué ha de ser la mía la primera que se pierda? No, no, dígnate solamente decir a Jesús que yo soy tuyo, que estoy bajo tu protección, que me he valido de tu nombre, que vengo a buscar tu amparo, que con esto no temo perecer: Amén.

Se rezan siete Padre Nuestros y siete Ave Marías en memoria de los siete dolores y gozos del Santísimo Patriarca, y luego dice la oración propia del día.


DIA PRIMERO A qué gracia tan alto de excelencia te ha elevado la virtud ¡oh José Santísimo! Habiendo de elegir el Padre Eterno quien sustituyese su persona él el mundo, no halló entre los hombres todos, otro que mejor que tú pudieses sustituirla. Constituido en esta dignidad, y desempeñándola tan satisfacción del Padre Eterno, ¿qué le pediríais en el mundo que no te concediese? Y qué, ¿han de: ser ahora menos eficaces tus súplicas? ¿Ha de negarte alguna cosa que le pidas? Yo no lo puedo creer, sin hacerle un grande agravio a vuestra infinita caridad. ¿Pues en qué puedes mejor emplear tu valimiento, que en socorrer a un desvalido que pone en tí toda su confianza? Acuérdale al Padre Eterno que estás Cambien elegido para patrón y protector nuestro, y que el desempeño de este título no ha de ser otro que; el de conducirnos hasta el cielo y darle en tu compañía las gracias a nuestro bienhechor por toda la eternidad. Amen. Se rezarán tres, Ave Marías, y se dice la siguiente


ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS ¡Oh Santísima Virgen María verdadera Madre de Dios, y por este augusto título acreedora a los más profundos respetos de los hombres! ¡Qué armonía tan bella y tan graciosa hacen en tí la alteza de tu dignidad y la benignidad de tu corazón! siendo como eres la mayor de todas las puras criaturas, inferior solo a Dios, y la obra más hermosa y más, perfecta que salió de aquellas divinas manos. Estando en un grado casi divino por ese lazo de Sangre tan estrecho que te une con el Hombre Dios; en medio de tal grandeza, no te olvidas de los miserables; antes estoy persuadido á que por ello tu poder es de más gusto; porque lo puedes emplear en. su socorro, los otros amigos nos, abandonan en nuestras necesidades; pero tú nos miras entre ellas con ojos más amorosos. Bendito mil veces aquel Dios que te hizo a un tiempo tan poderosa y tan piadosa, y juntó en tí un corazón de Madre tan tierno, con una majestad tan respetable y venerable. Inclina, pues, esos ojos misericordiosos, a los que, cercados de miserias, y llenos de temor y sobresalto, se acogen al patrocinio de tu castísimo Esposo José. No tenemos en este valle de lágrimas otro consuelo que el que nos ofrece tu protección. Une tus súplicas a las mías, y ruega a tu Hijo Divinísimo nos mire como á esclavos tuyos y de tu Esposo. Nuestro único consuelo sea tener a favor nuestro á Jesús, María y José. Amen.


SEGUNDO DIA José Santísimo: ¡con cuánta confianza no deberé llegar, á implorar tu patrocinio, viéndote sublimado a hacerle corte a aquel Señor, en cuyas manos está mi suerte, y de quien tú fuiste honrado, venerado y obedecido en este mundo! Porque ¿cómo podrá negarse a tus ruegos en el cielo, quien se dignó llamarse y manejarse como Hijo tuyo en la tierra! ¿Cómo se negará a tus ruegos, quien quiso sujetarse a tus mandatos? Ruégale a tu Hijo Divinísimo que me mire como cosa tuya: pídele que se acuerde que, si te eligió para Padre suyo, también te eligió para protector mío. Pídele que el amparo y protección tuya qué el experimentó en su persona, lo logre yo igualmente en la mía y que así como quiso ponerse en tus manos para librarse de sus enemigos cuando le buscaban para quitarle la vida, a mí también me ponga en ellas para librarme de tos enemigos de mi alma. Amen.


TERCER DIA ¡Oh José Santísimo! que, destinado para Esposo de la Reina de los ángeles, mereciste tener por Esposa y compañera a la que es Esposa del Espíritu Santo. ¡Cuán venerable, cuán recomendable y cuan autorizada queda tu persona con tan alto y apreciable enlace! ¿Qué súplica, si va marcada con tu nombre, si va auxiliada con tu protección y amparo, no será atendida y despachada en el tribunal de aquel Señor que se gloría de ser Espíritu consolador? El mismo, Espíritu divino, ese mismo cuya Esposa fio á tu custodia, es quien clama en el cielo con gemidos inexplicables y continuos por mi salvación: acompáñale tú, y junta tus clamores a los suyos: no ceses de pedir y de clamar por este esclavo tuyo, que cercado de peligros y combatido de tribulaciones, no cesa de implorar tu patrocinio. Válgale la confianza con que se pone a tu sombra: válgale el que pone por intercesora a tu purísima Esposa María. Amen.


CUARTO DIA ¡Oh Patriarca purísimo! Cuando te contemplo tan puro, que viviendo en el cuerpo como si no lo tuvieras, eras envidia de los ángeles mismos: cuando te miro tan puro, que por esta excelentísima virtud te hiciste digno de que Dios te entregase por Esposa a la Reina de la pureza, María Santísima, apenas me atrevo a ponerme delante de tus castísimos ojos, más sin embargo, desde este asqueroso cieno en que me tiene mi malicia, te suplico me alcances tantas lágrimas, qué basten a lavar mis pasadas manchas: tanta gracia, que me de fuerzas para elegir la muerte antes que volver a mancharme. Ea ¡oh purísimo José! fija en mí, tus ojos piadosísimos, y no los retires hasta que mudándome en otro del que soy. me alcances del Todopoderoso, quede aquí en adelante te imite y te siga en la limpieza de corazón. Mira que soy en este punto mi mayor enemigo; líbrame de mí mismo, y podré ir a darte las gracias por tan grande beneficio al reino dé la bienaventuranza. Amen.


QUINTO DIA ¡Oh José Santísimo! ¡Dé qué consuelo tan grande se llena mi corazón al contemplarte al lado de aquella Señora que lograste por Esposa en el mundo, y ahora la ves sublimada en el cielo, y coronada como Emperatriz jurada del cielo y de la tierra! Acuérdate, Santo mío, de las mortales congojas que te causó su preñada, y del inexplicable júbilo que bañó tu espíritu, la noticia que té dio el ángel se ser aquella obra del Espíritu Santo: atiende a las congojas en que me pone la consideración de mi desastrada vida, y del riesgo de perder a mi Dios por una eternidad. Dadme el consuelo de declararte a mi favor, de decirle a Dios que soy tuyo, y que corre de cuenta tuya mi eterna felicidad. Amen.


DIA SEXTO ¡Oh José Santísimo! de qué celestiales júbilos se mudó tu corazón al ver nacido en el portal de Belén aquel Divinísimo Infante que venía a hacer las paces entre Dios y tos hombre ¿Y quién encendió estos afectos en tu espíritu, sino aquella fervorosa caridad con que anhelabas la gloria de Dios y el bien de los mortales? Pues ves aquí que uno de estos, y el más necesitado se acoge a tu patrocinio: no tengo méritos para ser atendido; pero esa fervorosa caridad que arde aun todavía en tu corazón, me da alientos para clamar á tí, para rogar y suplicarte y para esperar que tus ruegos é intercesión logre el feliz efecto de que yo sea admitido a la gracia de mi Criador: que me perdone las ofensas con que yo le he agraviado, y que se hagan las paces entre mí y su divina Majestad. Amen.


DIA SEPTIMO ¡Oh José Santísimo! ¿Cuál sería la ternura y compasión que penetró tu espíritu al ver que el divino Infante que acababa de nacer, comenzaba ya en la circuncisión a derramar aquella sangre que después se había de derramar toda en el madero santo de la Cruz? No quiero ya, Santísimo Patriarca, que mires a mis no pido que tus ojos se empleen en mirar mi indignidad; mira esa sangre que corre a mares del cuerpo de tu Hijo Divinísimo; mira rotas las venas todas de ese cuerpo de tu Hijo Santísimo, y no con otro fin, sino con el de prepararme un baño, en donde sane de la lepra asquerosa de mis culpas. Ea, José Santísimo, aplica siquiera una gota de esa sangre a mi alma enferma: no permitas que se malogre el fruto de esa sangré en un alma que se acoge a tu patrocinio. Amen.


OCTAVO DIA ¡Oh José Santísimo! ¡Cuán grande será el galardón que te dio en el empíreo aquel Señor que te hizo tan magníficas promesas en su Evangelio, á los que en las personas de los pobres dieron el sustento a su divina Majestad, y en la persona de los pobres le cubrieron su desnudez! No ya en la persona de los pobres, sino en su persona misma diste el alimento necesario al Hombre Dios, y en su persona misma cubriste su desnudez. Acuérdale que esas manos por ahora juntas para pedirle por mí, son las mismas que se afanaron y trabajaron para mantener su vida preciosísima, y que ese rostro que ahora levantas para abogar en mi favor, es el que se bañaba en sudor para buscarle la comida y el vestido; y no dejes de pedirle hasta que no consigas que sea yo uno de aquellos a quienes ha de llamar benditos de su Padre, para entrar en el reino de la gloria. Amen.


NOVENO DIA ¡Oh José Santísimo! ¿A quién de los mortales se le concedió jamás el favor de tener a su cabeza en la última hora a la sagrada Reina de los ángeles y a su Santísimo Hijo y despedir entre sus brazos los últimos alientos de su vida? Tú lograste esta felicidad. La inocencia de tu vida y tus singulares virtudes te hicieron merecedor de esta fortuna: yo me alegro de ella y te doy los plácemes repetidos, y conociendo cuán lejos de semejante favor me han puesto las maldades con que he manchado la carrera de mí vida, humildemente te pido me alcances un dolor verdadero de mis culpas: haz conmigo, poderosísimo José, haz conmigo, de suerte, que m como á tí te quitó la vida la fuerza del amor de Dios, así me la quite de dolor de haberle ofendido por ser quien es, y porque es digno de ser amado, y porque le amó y deseo amarle por toda la eternidad. Amen.


GOZOS AL PATROCINIO DE SAN JOSÉ


Pues tus ruegos José, son Como leyes atendidas, Para ser de Cristo oídos Válganos tu intercesión.

Las dos prendas más preciosas Que Dios tiene, á tí las fía Cuando a Jesús y María Pone en tus manos piadosas; Pruebas son nada dudosas De tu grande estimación.

Privilegio sin igual Da a tu humildad corona, Pues sustituir su persona Te hace, el Padre celestial, Este es de tu pecho real El más ilustré blasón.

Tu pureza peregrina A Dios le complace tanto Que el mismo Espíritu Santo Te da su Esposa divina: ¿Quién tal favor imagina En la humana condición?

Aquel Dios, a quien postrado Todo el orbe se estremece Humilde á tí te obedece Y está pronto a tu mandado, Mortal alguno ha alcanzado Tan alta jurisdicción.

Quien el precioso alimento Reparte a toda criatura, Para sí y su Madre pura Espera de tí el sustento: ¿Cuál, pues, su agradecimiento ¿Será? cuál su galardón?

Quien viste al campo de flores, Y al cielo de estrellas viste Cubrir sus carnes lo viste, A costa de tus sudores: Pues, ¿cómo tales favores No tendrá en su corazón?

En el instante prolijo Be tu postrera agonía, Está a su lado María Con su Santísimo Hijo. ¿Cuál sería tu regocijo En tan crítica ocasión?

Viva Jesús, Viva María Purísima, Y su Madre Anna Santísima Por toda una eternidad. Amen.



NOVENA

DEL TRÁNSITO DEL PATRIARCA SAN JOSÉ

Puesto delante de una imagen de Señor San José, dirás el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN Dulcísimo Redentor mío: amabilísimo Padre de las misericordias. Dios de todo consuelo; que no queréis se pierdan las almas que a costa de vuestra preciosísima sangre redimisteis del cautiverio infame del demonio, sino que deseáis ardientemente su vida, su conversión, su penitencia: aquí tenéis, Dios mío, postrado a vuestras plantas, al mayor pecador, que, despreciando vuestra ley, ha abandonado vuestros preceptos; aquí me tenéis. Padre dulcísimo de mi vida: aquí me tenéis avergonzado y traspasado de dolor de haberos ofendido. Oh, ¿quién, dueño amorosísimo hubiera muerto antes que, cometido la más leve ofensa, la ni ligera culpa contra vuestra bondad? ¡Oh, quién, ya os he ofendido, tuviera tan gran dolor que se le hiciera pedazos el corazón ¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío! como me pesa de haberos agraviado! ¡Ay y cómo me duelo de haberos injuriado! ¡Ay yo me arrepiento y prometo ya nunca más ofenderos! Dame vuestra gracia y concédeme por los esclarecidos méritos de vuestro gran José, el que, conservándola hasta la muerte, me abra las puertas de la gloria. Amen.


ORACIÓN PARA TOCIOS LOS DÍAS Oh José dulcísimo, nutricio del Hijo de Dios y fidelísimo custodio de la Virgen Madre, que en la hora de tu muerte tuviste por enfermeros y asistentes divinos al mejor Hijo, Jesús, y a la mejor Esposa, María: asístenos, ampáranos; favorécenos en aquél trance terrible, que, para entonces, pues eres refugio dé agonizantes, te requerimos; para entonces, cuando no tenernos ni ojos para verte ni boca con que llamarte, te llamemos é imploremos tu patrocinio. No nos dejes en aquella hora, cuando procurará combatirnos terriblemente el demonio, a fin de que perdamos a Dios eternamente. Muéstranos entonces tu oficio de, padre y patrón del linaje humano: ejercita el cargo que tienes, José Santísimo, de eficaz auxilio de los afligidos, de agradable consueto de desamparados. No se pierda ¡oh santo gloriosísimo! no se pierda entonces quien pone en tí sus esperanzas, y quien desde ahora para aquella te llama, te invoca y te solicita. Seas tú nuestro auxilio, nuestra ayuda, nuestro socorro; para que invocando entonces los dulcísimos nombres de Jesús, María, y tuyo, vayamos á gozarte: por todos los siglos en la gloria. Amen.


DIA PRIMERO Considera cómo Cristo Nuestro Señor, maestro ciertamente grande de los trabajos, lleva por el camino real de estos al esposo de su Madre, Señor san José, a quien amaba su Majestad sobre todos los hijos de los hombres; y para acrecentar los merecimientos y corona, antes que se le acabase el término de merecerla, le dio en los últimos años de su vida algunas enfermedades de calentura y dolores vehementes de cabeza y coyunturas del cuerpo muy sensibles, y que le afligieron y extenuaron mucho. ORACIÓN Oh pacientísimo José, que en los últimos años de vuestra vida acrecentáis vuestros merecimientos y corona, con aquel sufrimiento, paciencia y tolerancia con que sufristeis aquellas enfermedades, dolores y calenturas que extenuaron vuestro castísimo cuerpo: haced, santo mío poderosísimo, por esta gran paciencia y mansedumbre, que, en mis trabajos, dolores y aflicciones, imite vuestra tolerancia, considerando que son regalos de la mano de Dios e instrumentos para merecer mayores coronas y laureles: ruegos también, Esposo de mi Reina, me concedáis una dichosa y santa muerte, la cual sea tránsito para gozaros en la gloria. Amen. Siete veces el Padre nuestro y Ave María, y después de cada una esta


JACULATORIA. En la postrera agonía, Cuando mi muerte llegare, Tu patrocinio me ampare Y el de tu Esposa María.

Después, para todos los días, esta; ORACIÓN Poderosísimo patrón del linaje humano, amparo de los pecadores, seguro refugio de afligidos, auxilio de los agonizantes, Padre putativo de Jesús y esposo verdadero de María. ¡Oh santo mío dulcísimo! no me desamparéis en el terrible trance que me aguarda: mirad cuán pocas son mis fuerzas para rebatir las asechanzas con que en aquella hora procurará el demonio derribarme, sugiriéndome malos pensamientos contra la fé, contra la esperanza y contra la caridad: Mirad que, si vos no me socorréis, pereceré eternamente y no tendré en lo humano quien me ayude. Si vos no me ayudáis ¿qué será de mí? ¡Oh santo mío! escuchad mis ruegos y asistidme en aquel trance, para el cual os invoco desde esta hora. Para esto os interpongo estas, aunque tibias oraciones, y el amor tan grande con que os asistieron, en el vuestro, Jesús y María. Alcanzad así mismo, de vuestro Hijo y Esposa, concordia entre los gobiernos cristianos: victoria contra los infieles y herejes; exaltación de la Santa Iglesia y del nombre del verdadero Dios; descanso de las almas del purgatorio; consuelo y alivio a los necesitados, esfuerzo a los varones apostólicos, amor hacia nuestros enemigos; para toda colmada gracia y mucha gloria. Amen. Una Salve a María Santísima y la oración siguiente:


ORACIÓN Bellísima María, Esposa del Patriarca santo José, fuente de piedades y misericordia: que toda os difundís para remedio de los mortales, especialmente en las postreras agonías, cuando necesitan de tu socorro: para entonces para entonces os llamo, Señora mía, confiado en que no habéis de despreciar mis ruegos, que siempre os habéis mostrado favorable y propicia hacia los que se refugian bajo vuestro patrocinio, y con especialidad hacia aquellos que tierna, devota y fervorosamente se ejercitan en los cultos de vuestro querido Esposo José. Por la intercesión de este Patriarca santo, os ruego tenga yo, y todos los católicos, en la hora de nuestra muerte, la asistencia de vuestra alteza Soberana y la de vuestro dulcísimo Hijo Jesús, rey eterno de la gloria. Amen.


SEGUNDO DIA Considera como sobre estas enfermedades que afligieron al santo Patriarca, tuvo otro modo de padecer más dulce, pero muy doloroso, que le resultaba de la fuerza del amor ardientísimo que tenía, porque era tan vehemente que muchas veces tenía unos vuelos y éxtasis tan impetuosos y fuertes, que su espíritu purísimo rompiera las cadenas del cuerpo, si el mismo Señor que se los daba no le asistiera dándole virtud y fuerzas para no desfallecer con el dolor. Mas esta dulce violencia le dejaba su Majestad padecer hasta su tiempo; y por la flaqueza natural de un cuerpo tan extenuado y debilitado, venía a hacer este ejercicio de incomparables merecimientos para el dichoso santo, no solo en los afectos de dolor que padecía, sino también en la causa del amor de donde le nacían. ORACIÓN Amorosísimo José, en quien se verificó aquella dulce enfermedad de amor de que adolecía la esposa de los Cantares, y con tanta vehemencia que rompiera vuestro espíritu las cadenas de la cárcel del cuerpo, a causa de aquellos impetuosos éxtasis ocasionados del amor, si el Señor que os los concedía no os asistiera con su virtud divina. Por este amor tan grande, os suplico que todo me encienda y arda como ascua en las llamas del amor divino; y por aquellos dolores que os ocasionaba ésta; aunque dulce, dolorosa enfermedad, os pido me asistáis ahora y en aquella hora de que depende, o una insufrible eternidad de penas, o una deliciosa eternidad de gloria. Amen.


TERCER DIA Considera como corrían ya ocho años que las enfermedades y dolencias del más que dichoso santo José le ejercitaban, purificando cada día su espíritu en el crisol de la paciencia y del amor divino, y creciendo también los accidentes, se iban debilitando sus flacas fuerza-, desfalleciendo el cuerpo y acercándose al término inexcusable de la vida, en que se paga el común estipendio de da muerte que debemos todos los hijos de Adán: crecía también el cuidado y solicitud de su divina Esposa y nuestra Reina, en asistirle y servirle con inviolable puntualidad; y conociendo la amantísima Señora con su rara sabiduría, que ya estaba muy cerca la hora o el día último de su castísimo Esposo, para salir de este pesado destierro, se fue a la presencia de su Hijo Santísimo, y hablando con su Majestad le pidió lo asistiese en la hora de su muerte, acordándole el amor y humildad, el colmo de virtudes y méritos a que había subido el santo patriarca, y poniéndole delante la fidelidad y solicitud con que había servido al Hijo y a la Madre, la cual petición aceptó nuestro Salvador. ORACIÓN Oh dichosísimo Patriarca, José, que, acrisolado ya con ocho años de prolijas y dolorosas enfermedades, y acercándose el plazo de vuestra muerte, tuviste la incomparable dicha de que le asistiese con puntualidad y cuidado tu dulcísima Esposa, quien interpuso sus súplicas para con tu Hijo estimativo, para que te asistiese con el brazo poderoso de su diestra: yo te pido, Santo mío, por estas sumas felicidades, interpongas las tuyas, para que me asistan en mi trance estos Santísimos Señores. Bien conozco, padre mío, que por mis muchas culpas me he hecho indigno de estos favores; pero al mismo tiempo conozco que vale mucho tu patrocinio para con tu Hijo y Esposa; y no me dejarán de conceder lo que te pido cuando te pongo por mi abogado é intercesor, para gozar una preciosa muerte, tránsito a una interminable gloria. Amen.


CUARTO DIA Considera como nueve días antes del tránsito de Señor San José, por mandado de Jesucristo tres veces cada día los santos ángeles daban música celestial al dichoso enfermo, con cánticos de loores del Altísimo y bendiciones del mismo Santo. A más de esto se sintió en toda aquella humilde pero inestimable casa, una suavísima fragancia de olores tan admirables, que confortaban no solo al varón Santo José, sino a todo los que llegaron a sentirla, que fueron muchos de fuera, a donde redundaba. ORACIÓN Oh felicísimo José, Patriarca santo que en vuestra preciosa muerte, ahuyentando Jesús y María los bramidos del infernal dragón, que en aquella hora procura combatir a los mortales, merecisteis escuchar la apacible música de los ángeles, y que vuestra santa casa, santuario ciertamente en que habitaban la mejor arca, el mejor propiciatorio, y el mejor altar de timiama Jesús y María, se llenase de suavísima fragancia que confortaba vuestro cuerpo: yo os pido humildemente conforte mi alma con las fragancias, de las virtudes, las que conservando hasta el fin de mi vida, merezca ir a gozar aquella melodía, con que los ángeles cantan: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Amen.


QUINTO DIA Considera como un día antes que muriese el Santísimo Patriarca, sucedió que, inflamado todo del Divino amor con estos beneficios, tuvo un éxtasis altísimo, que le duró veinticuatro horas, conservándole el Señor las fuerzas y la vida por milagroso concurso, y en este grandioso rapto vio claramente la divina Esencia, y en ella se le manifestó sin velo ni rebozo lo que polla fé había creído, así de la Divinidad incomprensible, como del misterio de la Encarnación y redención humana y la iglesia militante, con todos los sacramentos que a ella pertenecen. ORACIÓN Oh Patriarca bienaventurado, que merecisteis tener un éxtasis de tanta duración y tan sublime en que visteis claramente y sin rebozo la divina Esencia, efecto verdaderamente de aquella fé tan grande con que creísteis el arcano misterio de la Divinidad, como también el de la Encarnación y redención humana, y todos los demás sacramentos de nuestra iglesia. Yo os pido santo mío, una fé tan viva, tan ciega, que en defensa de estos misterios dé, si fuere necesario, hasta la última gota de mi sangre; y que viva y muera para ir a ver claramente estas verdades incontestables por eternidades en la gloria. Amen.


SEXTO DIA Volvió Señor San José del rapto, que dijimos ayer, lleno su rostro de admirable resplandor y hermosura, y su mente toda deificada de la vista del Ser de Dios; y hablando con su Esposa santísima, le pidió la bendición, y ella a su Hijo Benditísimo que se la diese, y su divina majestad lo hizo. Luego la gran Reina, maestra de la humildad, puesta de rodillas, pidió a San José también la bendijese como esposo y cabeza, y no sin divino impulso, el varón de Dios, por consolar a la prudentísima Esposa, le dio su bendición a la despedida, y ella le besó la mano con que la bendijo, y le pidió que de su parte saludase a los santos padres del Limbo. ORACIÓN Oh José santísimo, esposo de la madre de Dios, y cabeza de la mejor y más noble familia de la tierra, que, estando cercano a vuestra muerte, pedisteis la bendición a vuestra Esposa, y le disteis la vuestra para consuelo suyo, la que recibió la maestra grande de la humildad postrada de rodillas: yo os suplico me bendigáis en todas mis acciones, para que todas vayan dirigidas a Dios, como a fin último, y me alcancéis me bendigan también Jesús y María en esta vida, y en aquel terribilísimo trance de que con tantas bendiciones espero salir en paz, para bendeciros a vos y a Jesús y María, eternamente en la gloria. Amen.


SEPTIMO DIA Considera como para que el humildísimo José cerrase el testamento de su vida con el sello de esta virtud, pidió perdón a su divina Esposa, de lo que en su servicio y estimación había faltado, como hombre flaco, terreno, y que en aquella hora no le faltase su asistencia con la intercesión de sus ruegos. A su Hijo santísimo agradecióle también el santo Esposo los beneficios que de su mano liberalísima había recibido toda la vida, y en especial en aquella enfermedad.

ORACIÓN Oh humildísimo José, varón verdaderamente justo y agradecido, que nos dejasteis ejemplo, grande de humildad, cuando lleno de lágrimas, como piadosamente creemos, pedisteis perdón a vuestra Esposa de aquello en que hubierais faltado a su servicio, siendo así, que fuisteis su fidelísimo custodio que puntualmente la guardasteis y servisteis: yo os suplico por esta humildad tan esclarecida me concedáis la imite, pidiendo perdón a los que hubiere injuriado, y perdonando asimismo a los que me hubieren hecho algún agravio. Os pido también, por aquellas gracias que disteis a vuestro Hijo santísimo de los beneficios recibidos de su mano, que me concedáis no olvide jamás de dárselas también por las innumerables que me ha hecho, para que, muriendo en gracia, vaya a cantárselas en la gloria. Amen.


OCTAVO DIA Considera como después de haber hablado con su castísima Esposa, se convirtió el varón de Dios a Cristo Nuestro Señor, y para hablar a su Majestad con profunda reverencia en aquella hora, intentó ponerse de rodillas en el suelo; pero el dulcísimo Jesús llegó a él, y le recibió en sus brazos; y estando reclinada la cabeza, dijo: Señor mío y Dios altísimo, Hijo del Eterno Padre, Criador y Redentor del mundo: dad vuestra bendición eterna a vuestro esclavo y hechura de vuestras manos: perdonad, Rey piadosísimo las culpas que como indigno he cometido en vuestro servicio y compañía; Yo os confiero, agradezco, y con rendido corazón os doy eternamente gracias, porque entre los hombres me eligió vuestra inefable dignación para Esposo de vuestra Madre; vuestra grandeza y gloria misma sean mi agradecimiento, por todas las eternidades El Redentor del mundo le dio la bendición y le dijo: "Padre mío, descansad en paz y en la gracia de mi Padre celestial y mientras mis profetas y santos, que os esperan en el Limbo, daréis alegres nuevas de que se llega ya su redención." Oí patriarca justísimo, que con la más profunda reverencia y humildad os despedisteis de vuestro soberano Hijo pidiéndole perdón de vuestras culpas, aunque no las habías cometido, confesándoos indigno en su presencia engrandeciendo su Majestad y conociendo su divinidad verdadera, a cuyas verdaderas palabras correspondió el Señor dándoos la paz y constituyéndoos precursor hacia los padres del Limbo. Yo os pido humildemente maestro, excelente de la humildad, me alcancéis de Dios un verdadero dolor de mis culpas, un conocimiento de su grandeza, de su poder, de su Majestad, y un temor grande de ofenderos, una preciosa muerte, una perenne gracia y una perpetua gloria. Amen.


ULTIMO DIA Considera como en aquellas palabras de Jesús a José: "Padre mío, descansad en paz etc. espiró el Varón justo en los brazos de su santísimo Hijo; y su Majestad le cerró los ojos. Al mismo instante la multitud de ángeles que asistían con su Rey supremo y Reina, hicieron dulces cánticos de alabanza, con voces celestiales y sonoras. Luego por mandado de su Alteza, llevaron la santísima alma al Limbo de los padres y profetas, donde todos la conocieron llena de resplandores de incomparable gracia, como Padre putativo del Redentor del mundo y su gran privado, digno de singular veneración, y conforme a la voluntad y mandato del Señor que llevaba, causó nueva alegría en aquella innumerable congregación de santos con las nuevas que les evangelizó de que se llegaba ya su rescate. ORACIÓN Oh fidelísimo José, que merecisteis en vuestra muerte os cerrase los ojos el mismo Hijo del Eterno Padre, y quo en manos de ángeles, al son de alegres instrumentos y sonoros cánticos de alabanzas, fuese vuestra candidísima alma, más blanca que la nieve, llevada al seno de sus padres, que esperaba la redención, la que vos evangelizasteis, causando en ellos grandísima alegría: yo os pido por estas felicidades, me concedáis, que cerrando los ojos á todas las vanidades y pompas mundanas, sólo los abra para ver las cosas del agrado de Dios. Os suplico también por aquella veneración y culto que os dieron los santos padres en el Limbo, nos empleemos todos los católicos en vuestra importante devoción, y que perseverando en ella basta la muerte, merezcamos sean llevadas nuestras almas en manos de los ángeles a la gloria. Amen.




NOVENA EN HONOR DE LOS DESPOSORIOS DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ

ACTO DE CONTRICIÓN He aquí ¡oh Dios mío! al más grande pecador del mundo ante vuestra Majestad inmensa, implorando humilde una mirada de compasión y misericordia. Mis pecados abruman de un modo inexplicable mi lánguido espíritu, y solo vuestra infinita bondad puede sacarme del abismo insondable de miseria en que estoy sumergido. Nada soy, cada valgo en vuestra divina presencia; pero vuestra sangre preciosísima es de un valor inmenso. Por ella, y por los méritos y poderosa intercesión del glorioso Patriarca Señor San José, a quien os dignasteis elegir para esposo de la que escogisteis por Madre, os ruego que me concedáis el perdón de todos mis pecados, y confirméis mis propósitos de no volverlos a cometer, y de morir antes que incurrir en otra infelicidad que me haga indigno de llamarme hijo vuestro, y de desmerecer la protección de vuestro siervo fiel, y digno Esposo de María Señor San José. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Gloriosísimo Patriarca Sr. S. José, digno Esposo de María; ¡qué dulzura tan inefable siente mi corazón al pronunciar este título, que es el timbre de tu grandeza! El me revela la pureza de tu alma, la santidad de tu vida y la unión íntima de tus afectos y deseos con Dios, puesto que te dio por Esposa a la más pura y privilegiada entre los ángeles y hombres, a la que escogió para madre suya. Por eso el día de tus Desposorios, es el día de tus más brillantes glorias, es el día en que se deja ver toda tu grandeza en su mayor esplendor por entre el velo de tu profunda humildad, y por eso es el día en que nada puedes negar a los que nos reunimos a celebrar tus glorias. Dígnate, pues, oír nuestros humildes ruegos, interceder por la prosperidad de nuestra Santa Madre la Iglesia; por su cabeza visible, por todo el venerable clero secular y regular; por las necesidades y por la paz de nuestro país, de quien eres patrón; por los que tenemos la felicidad de celebrar tus desposorios. Y tú ¡oh Virgen Purísima! que no puedes dejar de conceder lo que se te pide en nombre de tu casto Esposo José: intercede por nosotros, presenta nuestras fervientes súplicas a tu Hijo Divino, para que guardemos sus santos preceptos fielmente en esta vida, y logremos alabarlo contigo y con tu digno Esposo José en la eternidad. Amen.

PRIMER DIA Tus glorias y excelencias ¡oh dignísimo Esposo de María, exceden en gran manera a la limitada capacidad del entendimiento humano. Ellas te merecieron el renombre de varón justo y fiel, y comprendido en estas pocas palabras el elogio más completo de tus incomparables virtudes. Y como el principio de todas éstas consiste en la fé, tú la poseíste en grado sumo, cual si en tí se hubiera concentrado la de todos los antiguos patriarcas. Por esto el Señor quiso premiártela, desposándote con la que iba a ser su digna Madre, para que gozaras de la delicia mayor que puede gozarse en esta vida. Por dicha tan singular, yo te pido que avives mi fe, que ¡a fortalezcas y animes, para que confesando á Dios en la tierra, logre alabarlo contigo en el cielo. Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.


ORACIÓN PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS Gracias y alabanzas os damos, Omnipotente y sempiterno Dios, por los dones, gracias y privilegios Con que os dignasteis enriquecer a vuestro siervo fiel, el glorioso Patriarca Señor San José. Gracias infinitas os tributamos con todo el afecto de nuestros corazones por la incomparable dignidad a que lo elevasteis eligiéndolo por Esposo de la Virgen Santísima vuestra Madre. Y pues nos habéis concedido celebrarlo bajo este tan sublime título en sus Desposorios, concedednos también que, imitando sus virtudes en la tierra, cantemos sus glorias en la eternidad. Amen.


SEGUNDO DIA Con cuánta seguridad caminabas, ¡oh Santísimo José! por el áspero camino de esta vida, en el ejercicio y práctica constante de todas las virtudes. Sostenida tu fe con el firme apoyo de la esperanza, ésta te conducía a tu más sublime gloria. Sí, en verdad, tu esperanza fue coronada con la dicha mayor que pudieras concebir. Fuiste escogido para Esposo de María, y el feliz momento en que tan santa unión se verificará, fue en que recibiste el testimonio más solemne de tu incomparable grandeza. Por ella te ruego que alientes mi esperanza, para que, guiado por ella en el peligroso camino de este mundo, celebre tus glorias en la eternidad. Padre nuestro, etc.


TERCERO DIA Nada es comparable ¡oh dignísimo Esposo de María! a la ardiente caridad de que estaba poseída tu grande alma. Tu corazón era todo fuego, y no se puede comprender, hasta qué grado de perfección pudo llegar en tí esta interesantísima virtud, ella te exaltó sobre el género humano; ella te glorificó en la tierra, y ella, por último, te mereció el título de tu mayor y más sublime excelencia de ser Esposo de la Esposa misma del Espíritu divino. Por eso tus Desposorios son el compendio de tus glorias, y nada puedes negar a los que nos reunimos a celebrarlos. Enciende, pues, en nuestros corazones el fuego santo de la caridad, para que, amando a Dios sobre todas las cosas, y a nuestros prójimos como a nosotros mismos, logremos la eterna felicidad. Padre nuestro, etc.


CUARTO DIA Tú ¡oh grandísimo Patriarca José! no separaste jamás de tu mente la idea de que la verdadera grandeza del hombre consiste en la humildad, y por eso, aunque tu origen fue nobilísimo y de sangre miseria, ejercitando el oficio humilde de un pobre artesano. Fuiste, pues, el más perfecto modelo de la humildad, y por eso también fuiste elevado a la más sublime dignidad que pudiera concebirse. Mereciste tener por compañera inseparable a la que por su profunda humildad es Reina de los ángeles y de los hombres, y Madre del mismo Dios. Por dicha tan extraordinaria, te pedimos nos concedas que practiquemos esta virtud divina, para que, despreciando las grandezas de la tierra, merezcamos las verdaderas grandezas del cielo. Padre nuestro, etc.


QUINTO DIA ¡Qué grande y que incomparable eres ¡oh Dios mío en los caminos que preparas a tus escogidos. Derramas sobre ellos con profusión los inagotables tesoros de tus misericordias, y los haces resplandecer en la tierra con el hermoso brillo de tu gloria Así lo hiciste con el glorioso Patriarca Señor San José, que, como el ángel humanado, despidió en la tierra por todas partes los preciosos rayos de su pureza. Esta virtud que tonto nos acerca a la divinidad, fue para tí ¡oh divino José! la escala de tu exaltación y de tu gloria. Por ella mereciste el título de castísimo Esposo de Mana, verificándose la unión más hermosa que han visto los cielos y la tierra, la de un hombre castísimo con la mujer más pura é inmaculada. Por tan incomparable dicha, te pedimos que nos libres del ardiente fuego de la impureza, para que limpios en nuestras palabras, obras y pensamientos, alcancemos gloria eterna. Padre nuestro, etc.


SEXTO DIA Entre las muchas virtudes con que fuiste enriquecido ¡oh Santísimo José! brilla muy especialmente la del desprendimiento generoso de todas las cosas terrenas. Tu alma divina, ocupada y poseída toda por el sumo bien, no podía alimentarse con la pequeñez y vileza de las cosas de la tierra, y por eso las viste con aquel desprecio santo de las almas grandes. Pero el Señor Omnipotente, que se recreaba en tus virtudes, no quiso dejar sin premio en la tierra ese desprendimiento dándote por Esposa a la Reina celestial, que fue enriquecida por todos los dones de la naturaleza y gracia, como que la escogió para Madre suya. Concédenos, pues, por esta dicha tan singular, que despreciemos con generosidad los bienes de la tierra, para obtener los verdaderos y eternos bienes celestiales. Padre nuestro, etc.


SEPTIMO DIA Toda tu vida ¡oh dignísimo Patriarca José! Es un conjunto admirable de perfección, cuya contemplación llena de asombro a los más sublimes espíritus. Ese retiro absoluto del mundo, esa vida oculta, empleada, solo en las cosas de Dios, cuando pudiste haber hecho ostentación de tu grandeza y de tu gloria, es un prodigio de la divina gracia y un testimonio de la hermosura de tu alma, el Señor os eligió para esposo de su Divina Madre, coronando tus virtudes con la diadema de esta grandeza. Recibe pues el homenaje de regocijo que por él te tributamos, y concédenos que, retirados del mundo, practiquemos las virtudes que nos han de conducir a la verdadera felicidad. Padre nuestro, etc.


DIA OCTAVO Tu corazón ¡oh divino José! Fue el dulce centro del amor divino. Un corazón tan grande no podía llenarse sino con un bien infinito, y por eso no basta decir que amabas tiernamente a Dios, sino que amabas de un modo incomprensible y correspondiente a la elevación de tu espíritu. El Señor se complacía en tu amor, y para darte un solemne testimonio de su predilección, te dio por esposa a la criatura más privilegiada y más amada, en la que se hallaban depositados todos los abundantes tesoros divinos de amor, de modo que a tus desposorios se pueden llamar sin exageración, los Desposorios del Amor Divino. Por tan inexplicable felicidad, te pedimos enciendas en nuestros corazones, el fuego santo del amor de Dios, para que, amándole en esta vida, le gocemos en la eternidad. Padre nuestro, etc.


NOVENO DIA Tus virtudes y tu santidad ¡oh dignísimo José! son tan incomprensibles como tu constancia en ejecutarlas. Ningún género de obstáculos pudo separarte ni solo, punto de la perfección con que engrandecías tu alma para Dios, mientras nosotros, miserables, a cada paso incurrimos en infidelidades y quebrantamos nuestros propósitos. Tanta constancia y firmeza en el camino de la santidad y tanta perseverancia en la perfección, no pudo menos que ser premiada en la tierra con la felicidad y grandeza mayor que pueda imaginarse. Recibiste por Esposa a la Madre de Dios, a la Reina de los cielos; y esta tan singular exaltación, que es el título de tu grandeza, fue el galardón de tu invicta constancia. Concédenos, pues, a los que celebramos estas tus glorias en tus Desposorios, el inestimable don de la perseverancia, para que caminando con paso firme en el ejercicio de las virtudes, logremos la eterna felicidad. Padre nuestro, etc.



NOVENA DEL GLORIOSÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ, PADRE PUTATIVO DE JESÚS Y ESPOSO DIGNÍSIMO DE MARÍA

Grande es José, y tanta su grandeza, Que no la alcanza entendimiento criado, Tan sublime es, ve tan elevado; Que el orbe todo es peana de su, alteza... Adórnale la gran naturaleza; David lo ilustra más a tanto grado El título de justo lo ha exaltado. Que ya es el cielo toda su nobleza. Fué justo, el decir, que en compañía Tuvo toda virtud, cosa que asombra: Justo, a quien el querubín lo forma alfombra... Tan justo, que Jesús le obedecía, Tan justo, que él Criador, Padre le nombra.


ACTO DE CONTRICION Dulcísimo Jesús, Redentor mío, a quien debiendo tantos beneficios he correspondido con muchos pecados: de estos me pesa de lo íntimo de mi corazón. por ser tú tan bueno, mi Dios y mi Señor. Con tu gracia, propongo no volverte a ofender, apartándome de todas las ocasiones de pecar, y espero el perdón de todos ellos; por tu preciosísima sangre.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Trinidad Santísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo como en verdad infalible, a quien amo sobre todas las cosas, como á bondad inmensa, en quien espero, como en poder infinito, a quien adoro como a mi Dios y Señor; a quien deseo ver como centro de mi alma, y a quien alabo como a mi soberano bienhechor: gracias te doy con todos los afectos de mi corazón, por la inexplicable dignidad a que sublimaste á Señor San José, haciéndole cabeza de la casa de la Madre de Dios, y dándole en la tierra, en cierta manera el lugar del Eterno Padre, primera persona de la Trinidad Augusta, por haberlo escogido para padre putativo de Jesús; y del Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad Santísima, por haberlo hecho dignísimo Esposo de María, elevándolo después a tanta gloria y poder en el cielo: por estos títulos, que tuvo en su vida, animado yo con lo poderoso de su intercesión, y muy confiado te pido por su medio y favor de que necesito en mi presente necesidad, cuanto fuere conveniente a tu gloria y mi salvación; y por lo mucho que gustas, Dios mío, de que lo amemos, te suplico enciendas mi corazón y los de todo el mundo en el amor y devoción, pava nosotros tan provechosa, del sacratísimo Patriarca Señor San José. Amen.


DIA PRIMERO Vigilantísimo Padre mío, Señor San José, más dichoso que Adán, Abel, Enós y Enoc, pues á tí entregó Dios el Paraíso de sus delicias en María Señora; ofreciste a Dios por don al Unigénito del Eterno Padre y de María: no solo invocaste el nombre de Dios, sino que le pusiste nombre a Jesús, y anduvo tantos años Dios Hombre, viviendo en tu misma casa; pues tan fiel guarda fuiste de Jesús y de María, concédanos tu ardientísimo amor a mi Redentor y á mi Madre María Santísima celando en mí y en toda su honra, para tener con este amor y devoción la prenda que es tan segura de mi salvación.

Aquí se rezan siete Padre nuestros y siete Ave Marías, con gloria Patri, en memoria de los siete gozos y dolores de Señor San José, y luego la siguiente:


ORACIÓN Dulcísimo, poderosísimo, piadosísimo padre mío Sr. San José, de quien dijo Cristo a sus discípulos. «Yo conversaba con José en todas las casas como si fuera su hijo: él me llamaba hijo y yo le llamaba padre, y yo le amaba como a las niñas de mis ojos» Foreste tan singular amor de tu Hijo Santísimo, que fué el origen de hacerte tan estupendos y especiales beneficios, con lo que llegaste á tan excelsa santidad; y por el entrañable amor y reverencia con que te miró y atendió tu Purísima Esposa María Santísima, te ruego me alcances una verdadera conversión a Dios, siendo tú mi guarda, mi guía en las virtudes, y mi amparo, en toda mi vida y en la hora de mi muerto. Intercede también por los que están en pecado mortal, para que salgan de ese infelicísimo estado: por el acierto de los que se ocupan en ganar almas para Dios, por la exaltación de la Iglesia y conversión de los herejes infieles; finalmente, para alcanzar el favor de que ahora necesito. Así lo espero de tu bondad y poder, si me conviene para mi salvación; más si no es del agrado de Dios, tengo firme esperanza, Santísimo padre mío, que no me has de dejar sin consuelo, sino que me has de conseguir de Dios paciencia para lograr el fruto de los trabajos, enseñado del invicto sufrimiento con que pasaste los tuyos sirviendo a Jesús y María.

Aquí se hace con toda confianza la petición de lo que se desea, y se acaba con la siguiente:

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA Amabilísima Madre, centro dulcísimo de mi corazón, que tanto gustas de que veneremos a tu Santísimo Esposo José: enciende mi afecto y los de todos, en la devoción de ese sacratísimo Patriarca; y por la reverencia y amor que tienes, te pido intercedas con tu Hijo Santísimo en mi presente necesidad, pues para contigo pongo por medianero á Sr. San José, y no te puedes negar benignísima Señora a sus ruegos. Hazle, tiernísima Madre, cargo a tu obsequiosísimo Esposo José, de mí como hijo tuyo, aunque tan indigno, y de todos los que te aman; de los que hicieron esta novena, de todos mis parientes, conocidos y encomendados, y por último, de todos los que yo hubiere escandalizado de los que me hubieren hecho algún beneficio o algún agravio, perdonando yo a estos con todas las veras de mi alma, para que Dios me perdone mis pecados. Amen.

Se acaba con una Salve, por loa que están ea pecado mortal y por las ánimas del purgatorio.

SEGUNDO DIA Providentísimo Patriarca Señor San José, más feliz que Noe, Abraham, Isaac, Jacob, y José virrey de Egipto, pues guardaste la mejor arca De Dios, María, para que por ella se salven los hombres: te llamo el mismo Hijo de Dios, no solo Dios de José, sino Hijo tuyo: te reverenciaron, el Sol de Justicia Cristo; la luna llena de gracia María, y las estrellas de los apóstoles; guardando tí el Pan del cielo en tu amo amorosísimo Hijo Jesús, para sustentar a todo el mundo, alcánzame de Dios la virtud de la prudencia, con que mire por lo que ha de durar para siempre, que.es el bien dé mi alma. Amen

TERCER DIA Ilustradísimo profeta Señor San José, más venturoso que todos los profetas, pues en tu. misma casa, la hermosa Nube y fecundísima tierra María, llovió como rocío, brotó como flor al Salvador del mundo, escogiéndote tíos para que llevaras a Egipto al Redentor Jesús, para librarlo de la tiranía de Herodes: te suplico rendido entrañes en mi alma un perpetuo dolor con que deteste las veces que he despreciado con mis culpas a mi amantísimo Jesús, persiguiéndolo para darle muerte con mis pecados, de que me pesa, sobre todo pesar por ser mi Dios tan bueno. Amen.


CUARTO DIA Fidelísimo José, aventajado en las dichas á Josué, David y todos los jueces, reyes y capitanes santos de la ley antigua; pues á tí obedeció el verdadero Sol de Justicia Cristo, y la luna, siempre llena de gracia, María; tuvo porque quiso, el mismo Dios necesidad de tus bienes para sustentarse, y tuviste en tú casa tanto tiempo la mejor arca del Nuevo Testamento, María en quien estuvo tan de asiento el Maná del cielo Cristo Jesús; alcánzame de Dios una profundísima humildad con que sirviéndole la agrade, y entrañable misericordia para con mis prójimos. Amen.


QUINTO DIA Amabilísimo Señor San José, que pudiste, no solo señalar con el dedo, diciendo como el Bautista, que había venido al mundo el Redentor de él, sino también decir que, en tu misma casa, y de tu sacratísima Esposa había nacido; teniendo igualmente mayor felicidad que los apóstoles, pues en tu compañía vivió tantos años el Hijo de Dios, a quien tantas veces servían tus brazos de trono, reclinando su cuerpo sobre tu corazón: alcánzame de tu Hijo Santísimo, por medio de tu Esposa, un amor grande a la oración, con el que solo guste de estar en compañía de Jesús y María, y tuya; y cuando, por dar gusto a Dios, me sea preciso apartarme de tal conversación llevando a Jesús, María y José. Amen.


SEXTO DIA Dichosísimo José, más que todos los justos de la ley de gracia quienes en el juicio, al decirles Cristo que le dieron de comer y que lo vistieron, no le podrán decir con tanta propiedad lo que dirás tu lleno de una profundísima humildad: pues muchas veces viste con hambre al mismo Jesús y le diste de comer, dándole también vestido para cubrir su sacratísimo cuerpo; concédeme una gran fortaleza de espíritu, y alegría en los trabajos que tomare por Dios o que él me enviare, para que así sea mi manjar solo el hacer la bondad de Dios. Amen.


SEPTIMO DIA Purísimo José, más dichoso que los ángeles, arcángeles, principados y especialmente más que S. Miguel, S. Gabriel y S. Rafael, pues haciendo Dios a los ángeles guardas de los hombres, a Rafael compañero del Santo Tobías, en su viaje, a Gabriel embajador para con la Madre de Dios, y Miguel príncipe de la milicia celestial; á tí te hizo guarda y compañero en varios viajes de Jesús y de María; esposo en vez de embajador; y cabeza de familia de Dios en la tierra. Por estas excelencias, impétrame de Dios una gran pureza de alma y cuerpo, y de intención en todas mis obras, para que pueda acompañar siempre a Jesús, María y José. Amen.


OCTAVO DIA Santísimo José más feliz que todos los espíritus celestiales, pues estos solo son ministros de Dios para que el Señor les ordena; y a ti te dió Jesús la altísima dignidad de Padre putativo suyo, llamándote padre, y tú llamando Hijo a Jesús, quien te obedecía en lo que tú le decías que hiciese: alcánzame de tu Hijo una rendida obediencia a mis superiores, con la cual camine en hombros ájenos con seguridad al cielo. Amen.


NOVENO DIA Admirable prodigio de la gracia, Señor S. José en quien resplandecen las prerrogativas de los ángeles y santos todos del cielo, pues eres como ángel; por ser guarda de Jesús y de María; principado, por cabeza de la casa de Dios en ¡a tierra. potestad por haberte mantenido en la dignidad que tu humildad te reservó; virtud, por la fortaleza en los trabajos que padeciste, por Jesús y María; dominación, porque venciste tus pasiones y a los tiranos; trono, porque lo fuiste del Hijo de Dios querubín, por guarda del paraíso de Dios, María; serafín, por tí sumo amor de Dios que tuviste; patriares, por tener nombre de padre de un Hijo en que fueron benditas las gentes; profeta, por la luz que tuviste de las escrituras y de lo que había de padecer el Redentor; apóstol, en el celo can que convertiste tantos egipcios; doctor excelente, que más con obras que con palabras enseñaste; virgen purísimo y confesor excelentísimo. Alégrame sumamente de tan inexplicable santidad, y te suplico que por amor de Jesús y de María, me concedas deseo grande de todas las virtudes, para que con. Ellas adorne mi alma...



CORONA AL SEÑOR SAN JOSÉ

ORACIÓN PREPARATORIA Abrid, Señor, nuestros labios, para bendecir y alabar vuestra benditísima Encarnación, nacimiento y puericia: limpiad también nuestros corazones, para que libres de toda culpa, se imprima en ellos la tierna compasion1 y dulcísimo gozo que en vuestra compañía tuvieron vuestros felicísimos padres, pata que heridos nosotros con el dolor de nuestras culpas y regocijados con la gracia, restaurada por vuestro caritativo amor, logremos el fruto de vuestros dolores y gozos. Amen. Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Amorosísimo Dios Niño, que con altísima Providencia encarnado en las purísimas entrañas de tu amabilísima Madre, María Santísima, quisiste ocultar este alto sacramento a tu amantísimo siervo y querido padre, Señor S. José, para que con el dolor de ver a su santísima Esposa en cinta; se acrisolase tanto en la ferviente paridad, que mereciera la altísima dignidad de estimativo padre tuyo, por cuyo medio rebozó el gozo más feliz que el hombre pudo tener. Yo te ofrezco, Sr, el martirio de los purísimos esposos y con ellos, la gloria y regocijo que tuvisteis mirándolos padecer con tanta resignación y amor que te viste obligado a consolarlos, revelándole a José tu siervo el altísimo misterio de tu Encarnación: por ella y por el dolor y gozo que tuvieron tus santísimos padres; te pido un dolor verdadero de todos mis pecados, para que uniéndome a tí por gracia tenga el gozo de verte en su compañía en la gloria. Amen.


SEGUNDO MISTERIO

José, que dichoso fin Tuvo tu primer dolor, Pues te manifestó el cielo La admirable encarnación Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Dulcísimo Jesús de mi vida, tierno amante de los hombres, que amándolos desde tu eternidad luego qué por dicha nuestra quisiste aparecer en carne humana, fué ofreciéndote sacrificio doloroso a tu Eterno Padre, atormentado del riguroso invierno, que con crudos hielos mortificaba tu tiernecito y delicado cuerpo, enseñándonos desde que naciste, a practicar la más alta pobreza y la más profunda humildad. Yo te ofrezco el dolorosísimo martirio que tus padres santísimos tuvieron, mirándote en tanto desamparo, pobreza y mortificación, y el sumo gozo que les diste, cuando reclinado en sus brazos con tiernas y dulces caricias de Hijo, quisiste que bajaran los ángeles para alivio de su pena, con la gloria que te cantaron y la paz que anunciaron a todo el mundo: por este dolor y gozo, te pide me concedas, que, imitando tus virtudes, y despreciando todas las cosas, te ame á tí solo, sobre todo, para gozarte eternamente en Compañía de tus padres en la gloria. Amen.


TERCER MISTERIO

Al dolor que José tuvo Viendo la sangre vertida, Solo el nombre de Jesús Le pudo ser medicina. Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Dulcísimo dueño de mi alma, que, abrasado en llamas de una caridad ardiente, te precisa y compete tu amor a derramar las primicias de tu sangre en tu dolorosísima circuncisión, para que atravesados de dolor tus padres, fueran, sus corazones víctimas de este martirio, con que hiriendo también el tuyo, les endulzase la inmensísima gloria que tuvieron poniéndole el admirable y dulcísimo nombre de Jesús. Ya te ofrezco con tu corazón y los de tus padres, el mío, para que por el dolor tan singular y amargo que padecieron en tu circuncisión, circuncides todas mis culpas y pasiones; y por el gozo que les diste con tu dulcísimo nombre, seas para mí, Jesús, salvador de mi alma, para que ajena de toda culpa te vea, mi Jesús, en la gloria. Amen.



CUARTO MISTERIO

Fué á José angustia grande La pasión profetizada; Pero le sirvió de gozo La redención de las almas. Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Amabilísimo bien de mi corazón, dulcísimo amor de mi alma, que por todos modos buscas mi salvación: cómo té pagaré bien mío, el beneficio que me hiciste de querer ser redimido, siendo mi Redentor, cuando te presentaste en el templo, pues entonces te ofreciste en agradable sacrificio a tu Eterno Padre, para pagar por mis culpas, no solo con tu do lo rosa pasión sino con tu ignominiosa muerte de cruz, intimada por la voz de Simeón, que fué aguda espada que traspasó el alma santísima de tus padres y tuya, endulzando tan grave tormento, el previsto triunfo que habías de conseguir de todos tus enemigos, para mayor exaltación y la de tus dolorosísimos padres: la continua meditación, de mis culpas, mirando las ofensas tuyas, sea penetrante cuchillo que atraviese mi alma de dolor de haberte ofendido, para que exaltándome por este medio a la íntima unión que contigo deseo, sea solo tu amor, mi gozo en vida y muerte. Amen.


QUINTO MISTERIO

Mucho padeció José En el camino de Egipto; Mas los triunfos de Jesús Fueron gozo y regocijo. Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Mansísimo Cordero, Jesús de mi vida, tierno amor de mi corazón, yo te doy infinitas gracias por la especial dignación que tuviste, queriendo en tu niñez, ser perseguido, sufriendo misericordioso la insolencia de Herodes, y con él la de todos los hombres que atrevidos te ofenden, huyendo presuroso a Egipto, para rayar como sol divino entre tantas sombras de idolatría, infidelidad y culpas de sus habitadores. Yo te ofrezco el inmensísimo dolor que atravesó el corazón de tus padres, cuando el Ángel les mandó qué contigo caminaran a reino extraño, con tanto sobresalto y temor, y por él te pido seas mi luz y mi guía en este, camino de tanta sombra y amargura, que viador tenga, para que destruyendo todos los ídolos que en mi corazón levanten mis desenfrenadas pasiones, me des a sentir el gozo que tus padres, tuvieron, mirándote triunfante de todos tus enemigos, para que con tu gracia venciendo yo los míos, me corone en tu compañía en la gloria. Amen.


SEXTO MISTERIO

Por temor del rey tirano Se afligió mucho José; Mas el cielo le asegura Su consuelo en Nazareth Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Rey supremo de la gloria, que, en solio de majestad y grandeza, te adoran rendidas las sagradas inteligencias, empleando siempre sus alabanzas en publicar tu santidad y gloria, ¡cómo, Señor siendo tú soberano, así humillas y abates tu grandeza, volviéndote tierno Niño a pie y descalzo por el camino de espinas y abrojos, padeciendo hambre, sed, sol, frio y cansancio, en el regreso de Egipto para Galilea! Pero ya, amor mío, sé la causa de estos excesos, que es el grande amor que me tienes y el dolor que mis culpas te causan, con que aumentas tanto el de tus padres, que sin comparación padecen. Yo te pido por este agudísimo dolor, me concedas una perfecta imitación de tus virtudes, para que, llegando en tu compañía al fin de mi carrera, consiga aquella apacible quietud, que después de tan largo y penoso camino, lograron tus padres gozándome con sus Majestades de verme; seguro en tu casa y patria, que es la gloria. Amen.


SEPTIMO MISTERIO

Perdiendo al Niño, fué sumo De José el sentimiento; Mas después fué sumo el gozo Al descubrirle con el templo. Padre nuestro y diez Aves Marías.

OFRECIMIENTO Mi Dios, mi Redentor, dueño de mi alma y Señor de todo mi ser: atravesado mi corazón de dolor, confuso y avergonzado, me postro a tus pies, dándote gracias por aquel grao dolor que con divina Providencia causaste a tus padres, cuando ocultándote a sus ojos te hizo perdido mi amor, pues sus altezas inocentes padecían por mis culpas llorando mis omisiones, despertando mis negligencias, y enseñándome a buscar; Ay amor de mi alma, con qué paciencia toleras mis culpas, ¡y tus ofensas! Pues, siendo tan pronto para perderme, soy tan tardo para buscarte, porque ignoro el bien que causa tu posesión, y el mal que acarrea tu pérdida. ¡Hay mi Jesús! ¡Quién pudiera tener aquellas dulces y tiernas delicia que tenían tus padres con tu presencia, y aquellas dolorosísimas amarguras que padecieron con tu ausencia! Dádmelas tú Señor, porque sólo tú puedes sacarme del letargo en que vivo, y darme luz para conocer esta pérdida de que hago tan poco caso; y para u obligarte a que obres esta maravilla de tu divina diestra, convirtiéndome todo a tí, te ofrezco los dos traspasados corazones de tus amantísimos padres, buscándome dolorosos, para que movido del dolor que en compañía de tus padres tanto gozo te dió, me concedas el de hallarte benigno Padre, misericordioso, Redentor y Salvador de esta miserable alma, que tantas veces te ha perdido. Ea, amabilísimo dueño de mi corazón, no me deseches ni me desprecies en castigo de mis culpas, sino que, purificado con lágrimas de verdadera contrición, sea mi dolor quien te mueva a unirte conmigo en perpetua caridad: y puesto que no desprecias los ruegos de los humildes, humildemente te ruego por la exaltación de la fé, extirpación de las herejías y errores, conversión de los infieles, herejes y pecadores; por el aumento de tu Iglesia y acierto de tu vicario; por la paz y concordia de los gobiernos cristianos; por la conservación del estado eclesiástico, con todos sus superiores y ministros; por

el aumento y permanencia de todos los justos, para que todos abrasados en el celo de tu amor unidos con el vínculo dé caridad, te hallen y tengan en esta vida por gracia, y en la otra te gocen por gloria. Amen.

Tomado de

DEVOCIONARIO DEL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

Manual del devoto Josefino

Fuente

Apostolado de la Piedad Popular [1]