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Jueves, 28 de marzo de 2024

Antoninus Pius

De Enciclopedia Católica

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(TITUS ÆLIUS HADRIANUS ANTONINUS PIUS).

Emperador romano (138-161), nacido el 18 de septiembre, 86 d.C. en Lanuvium, a corta distancia de Roma y muerto en Lorium, 7 marzo 161.

La mayor parte su juventud la pasó en Lorium que estaba alrededor de 16 Km. de Roma. Mas tarde se construyó allí una villa a la que se retiraba con frecuencia para descansar de las preocupaciones del imperio y en la que murió con setenta y cinco años. Su carrera inicial fue la que normalmente seguían los hijos de las familias senatoriales. Entró muy joven en la vida pública ejerciendo de pretor para pasar al consulado en 120, a la edad de 34. Poco después de expirar su consulado fue elegido por Adriano como uno de los cuatro varones de rango consular que colocó en los cuatro distritos judiciales en los que estaba entonces dividida Italia. La duración y el carácter de este oficio no se pueden decidir con exactitud. Antonino fue después procónsul en Asia donde notables cualidades administrativas atrajeron la atención del emperador que le admitió al "Consilium Principis” a su vuelta a Roma.

Tras la muerte de Lucius Ælius Commodus Verus, Adriano adoptó a Antonino como su sucesor con la condición de que él, a su vez, adoptase como sus hijos y sucesores a M. Annius Verus (Marco Aurelio) y Ælius Lucius Verus. En su adopción ( 25 de febrero , 138) Antonino cambió su nombre a Titus Ælius Hadrianus Antoninus. Compartió el poder imperial con Adriano hasta su muerte, el 10 de julio, fecha en que quedó como emperador en solitario. Los historiadores en general alaban el carácter de Antonino y el éxito de su reino (para un juicio desfavorable, ver Schiller, Geschichte der röm. Kaiserzeit, II, 138). Su concepto de las obligaciones de su oficio era elevado y noble y el ejercicio de ese poder casi ilimitado puesto en sus manos lo distingue como un hombre dedicado a los intereses de la humanidad. En su vida privada y en su corte llevó una simplicidad verdaderamente estoica, sin excesos ni extravagancias.

Su reino fue sin duda el más pacífico y próspero en la historia de Roma. No se iniciaron guerras, excepto las necesarias para guardar las fronteras del Imperio contra la invasión o para reprimir las insurrecciones. Los conflictos con los Beréberes de África y algunos con los Germanos o Tauro-escitas, fueron simplemente expediciones punitivas para prevenir invasiones en el territorio romano. La corta insurrección egipcia y la de los judíos de Armenia y Palestina fueron rápidamente suprimidas. La Pax Romana se mantuvo durante años en todo el Imperio y trajo bienestar probablemente a 150.000.000 de gentes cuyos intereses y seguridad estaban salvaguardadas por los soldados. La única adquisición de territorio romano ocurrió en Bretaña donde se construyó un nuevo muro en las montañas de Caledonia entre el Foth y el Clyde, mucho más al norte que la muralla de Adriano. La paz interna y la prosperidad no fueron menos notables que la ausencia de guerra. Florecieron el comercio y el intercambio, se abrieron nuevos caminos, nuevas rutas a través del imperio de manera que todas las partes estuvieran conectadas con la capital. La vida municipal fue notable en este período, cuando nuevas y florecientes ciudades cubrían el mundo romano, como se revela en las numerosas inscripciones que constatan la generosidad de ricos mecenas o la actividad de los ciudadanos libres.

A pesar de la tradicional hostilidad de Roma a la formación de clubes y sociedades y organizaciones de toda clase concebible muchas nacieron por todas partes con fines filantrópicos. Por medio de estas asociaciones las clases más pobres estaban en algún sentido aseguradas contra la pobreza y tenían la certeza d recibir un entierro decente. La actividad del emperador no se limitaba a los actos oficiales: movimientos privados para el socorro de los pobres y de los huérfanos recibieron su apoyo. La finalidad de los instituciones alimentarías de reinados anteriores fue ampliada y el establecimiento de instituciones caritativas tal como las "Puellæ Faustinianæ", es una indicación segura de que las maneras eran más suaves en el sentido humanitario. El período fue también de considerable actividad literaria y científica, aunque el tipo de arte fue esta época fue decididamente de tendencia “rococo”, salvando las distancias. La influencia más duradera del reino de Antonino fue desarrollado en el campo del derecho. Cinco grandes jurisconsultos estoicos, Vinidius Verus, Salvius Valens, Volusius Mæcianus, Ulpius Marcellus, y Diavolenus fueron consejeros permanentes del emperador y bajo su protección insuflaron a la legislación romana un espíritu más tolerante y clemente que efectivamente salvaguardaba a los débiles y a los desprotegidos, esclavos, pupilos y huérfanos contra la agresión de los poderosos. No se remodeló el sistema legal completo, pero bajo Antonino se le dio un impulso en la dirección que más tarde produjo el período dorado de la jurisprudencia romana bajo Septimio Severo, Caracalla y Alejandro Severo.

En las cosas religiosas Antonino estaba completamente dedicado al culto tradicional del imperio. No tenía el escepticismo de Adriano ni el ciego fanatismo de su sucesor. Quizás como consecuencia se multiplicó la superstición y el culto a las nuevas deidades que aparecieron bajo su administración. En sus relaciones con los cristianos, Antonino mantuvo los procedimientos establecidos por Trajano, y por su devoción a los dioses nacionales era desfavorable a los cristianos, aunque apenas se hallan indicaciones de la actitud del emperador en los documentos de la época. Lo más favorable está el obispo Melitón de Sardes (Eusebius, Hist. Eccles., IV, xxvi, 10).que en su “Apología” a Marco Aurelio habla de cartas dirigidas por Antonino a los de Larisa, a los tesalonicenses y a los atenienses y a todos los griegos prohibiendo todo persecución tumultuosa contra los cristianos. El edicto que se encuentra en Eusebio (op. cit., IV, 13) se ve por la mayoría de los críticos como una falsificación de la segunda mitad del siglo segundo. Tillemont y Wiseler defienden que es genuino “habla en términos admirativos de la inocencia de los cristianos, declara que los cargos contra ellos no se han demostrado, y dice que son dignos de admiración los hombres que con firmeza y fe se enfrentan a los terremotos y otras calamidades, mientras otros se desesperan y culpa de las persecuciones a la envidia de hombres contra los verdaderos adoradores de Dios mejores que ellos mismos”.

Esto está en conformidad con el espíritu de la legislación existente proveniente de Trajano e interpretada por Adriano: que la acción extrajudicial por parte del pueblo contra los cristianos no debe ser tolerada por las autoridades. La muerte de Policarpo, obispo de Esmirna, en el año 155 ó 156, muestra cómo un procónsul romano, aunque sabía cual era su deber, se dejó arrastrar por el clamor popular. En el caso del procónsul Prudens (Tertull., Ad. Scap., ix) vemos que los alborotos populares fueron estériles allí donde había un administración fuerte y como se salvaguardaron los intereses de los cristianos, excepto cuando había pruebas, en los tribunales públicos. No hay duda, sin embargo, de que tuvo lugar la persecución durante el reinado de Antonino y que muchos cristianos murieron. Las páginas de los apologistas contemporáneos, aunque carecen de detalles, recogen pruebas suficientes de que la pena de muerte se aplicaba con frecuencia. La actitud pasiva de Antonino tuvo no poca influencia en el desarrollo interno. La herejía surgía por todas partes y para fortalecer los lazos de disciplina, moralidad y reforzar la unidad de doctrina era necesario el esfuerzo común. La actitud tolerante del emperador hizo posible una amplia y vigorosa actividad por parte de los obispos cristianos, como demuestra la institución de sínodos o concilios de los líderes cristianos que por entonces se reunieron a gran escala y que describe largamente Eusebio en su Historia de la Iglesia. De esta manera, se puede decir, el emperador contribuyó al desarrollo de la unidad cristiana.

Bibliografía.

Los datos conocidos de la vida de Antonino Pio se encuentran en los Scriptores Historiæ Augustæ (ed PETER), y en AURELIUS VICTOR, Meditations of Marcus Aurelius, y en las Fuentes normalmente encontradas en todas las historias del periodo, e.g. GIBBON, Decline and Fall of the Roman Empire ( una excesiva y elocuente pintura contemporánea de la prosperidad civil de Roma); ALLARD, Histoire des Persécutions (Paris, 1890); NEUMANN, (unfinished) Account of the Relations between the Imperial State and Christianity (Leipzig, 1890); RENAN, Marc-Aurèle (Paris, 1890); LACOUR-GAYET, Antonin le Pieux et son temps (Paris, 1886); SMITH, Dict. Of Greek and Roman Biogr. (London, 1890), I, 210-212; RAMSEY, The Church and the Roman Empire before A.D. 170 (New York, 1893); DILL, Roman Society from Nero to Marcus Aurelius (New York, 1905).

PATRICK J. HEALY .

Transcrito por WGKofron , Gracias a la Iglesia de Sta. Maria de Akron, Ohio .

Traducido por Pedro Royo