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Viernes, 19 de abril de 2024

Antoine-Laurent Lavoisier

De Enciclopedia Católica

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Antoine-Laurent Lavoisier fue un químico, filósofo y economista; nació en París el 26 de agosto de 1743; murió guillotinado el 8 de mayo de 1794. Fue el hijo de Jean-Antoine Lavoisier, un distinguido abogado, y Emilie Punctis, quien pertenecía a una familia rica e influyente, y quien murió cuando Antoine-Laurent tenía cinco años. Su niñez fue cuidadosamente custodiada por su tía, Mlle Constance Punctis, con quien estaba unido devotamente; y por medio de su ayuda tuvo asegurada la ventaja de una buena educación. Asistió al Colegio Mazarino, que era notable por su facultad de ciencias, y allí estudió matemáticas y astronomía con el Abate de la Caille, quien había construido un observatorio en el colegio después de haber ganado renombre por medir un arco del meridiano en el Cabo, por determinar la longitud del péndulo del segundo y por su catálogo de las estrellas. El joven Lavoisier también tuvo como maestro a Bernard de Jussieu en botánica, a Guettard en geología y mineralogía, y de Rouelle en química. En lógica, fue influenciado por los escritos del abad de Condillac, como lo reconoce frecuentemente en su "Traité Elementaire de Chimi". Comenzó su carrera al ingresar a la abogacía, pero pronto la abandonó para volver a sus estudios favoritos de química y mineralogía. Su primera comunicación científica a la Academia fue sobre la composición y las propiedades del aljez y el yeso, y esta es hoy una contribución clásica y valiosa a nuestro conocimiento de la cristalización de los cementos. Aprendió tempranamente a buscar el balance como ayuda en la definición de hechos, y encontró su gran valor, especialmente cuando comenzó a estudiar los fenómenos que ahora conocemos bajo los términos combustión u oxidación, y reducción o desoxidación.

Los filósofos químicos más avanzados de su época enseñaron que había algo en cada sustancia combustible que era expulsado por la quema, que la reducción de un óxido de un metal al estado metálico significaba la absorción de esta sustancia o principio, que Stahl tenía llamado flogisto. Lavoisier estudió la enseñanza de los “flogistonistas”, pero al tener también un dominio de la física y de la experimentación neumática, se sintió insatisfecho con su teoría. Aprovechó dos descubrimientos importantes, el del oxígeno por Priestley (1774), y el de la naturaleza compuesta del agua por Cavendish (1781) y por un golpe magistral de genio reconcilió las apariencias discordantes y arrojó la luz del día sobre cada fase de los elementos reactivos del mundo. Su teoría, conocida desde hace mucho tiempo como la teoría de los “antiflogistas”, fue realmente la inversa de la de los “flogistonistas”, y fue simplemente que algo ponderable era absorbido cuando se producía la combustión; esto se obtenía del aire circundante; que el aumento en el peso de una substancia metálica cuando se quema era igual a la disminución en peso del aire usado; que la mayoría de las substancias así quemadas se convertían en ácidos, o metales en óxidos metálicos. Priestly había llamado “aire deflogisticado” a esta sustancia o gas absorbido; Scheele la llamó aire empíreo; Lavoisier, "aire estrictamente puro" o "aire muy respirable" a diferencia del otro y no respirable constituyente de la atmósfera. Más tarde, lo llamó oxígeno porque era productor de ácido (oxys y geinomai).

Se produjo un cambio tan grande en la química experimental, y en la teoría y la nomenclatura, y tal conjunto de hechos fue coordinado y explicado por Lavoisier, que ha sido justamente llamado "el padre de la química moderna". Fue el primero en explicar definitivamente la formación de ácidos y sales, enunciar el principio de conservación según manifestados por las ecuaciones químicas, desarrollar análisis cuantitativos, análisis de gases y calorimetría, y crear un sistema consistente de nomenclatura química. Hizo profundas investigaciones en química orgánica y estudió el metabolismo de los compuestos orgánicos. Sus memorias y contribuciones a la Academia fueron de extraordinaria cantidad y variedad.

Su vida en otros campos fue romántica, llena de interés y de triunfo social, pero tristemente destinada a terminar en tragedia. Felizmente casado, y contando con la ayuda de su esposa hasta el punto de emplearla en el procesamiento y registro de sus experimentos, acercó a su chimenea y a su biblioteca en el “State Gunpowder Works” a un círculo de brillantes sabios franceses y distinguidos viajeros de otras tierras. Al principio de su carrera, sintió la necesidad de aumentar sus recursos para satisfacer las necesidades causadas por sus experimentos científicos. Con esto en miras, se convirtió en diputado fermier-général, por lo que sus ingresos aumentaron considerablemente. Pero unirse a esta asociación de recaudadores de impuestos protegidos por el Estado solo preparó el camino para muchos años de amargos ataques y una parte del odio público asociado a su privilegio. Dirigió muchas comisiones públicas que requerían investigación científica; intentaba llevar a Francia a tal estado de expansión agrícola e industrial de modo que el campesino y el trabajador tuviesen un empleo rentable y que el pequeño terrateniente se viese aliviado de los onerosos impuestos que hasta ahora habían sido aumentados a propósito para hacer concesiones a los corruptos favoritos de la Corte.

Al haberse ganado el odio de Marat se volvió, junto con sus compañeros fermiers-général, cada vez más impopular durante los terribles días de la Revolución. Finalmente en 1794 fue encarcelado junto con otros veintisiete. Siguió rápidamente un juicio absurdo, en el que fue acusado de "descuidar sus deberes ciudadanos" porque había dañado la salud pública al añadirle agua al tabaco. Él y sus compañeros, entre ellos Jacques Alexis Paulze, su suegro, fueron condenados a muerte. Lavoisier, que estaba devotamente apegado a él, se vio obligado a pararse y ver la cabeza de M. Paulze caer debajo de la guillotina, era el 8 de mayo de 1794. Lavoisier tenía entonces cincuenta y un años. Sus biógrafos dicen poco sobre sus últimas horas. Grimaux relata que todos los condenados permanecieron silenciosos y se condujeron con dignidad y valentía de cara a la muerte. Por un pasaje de Grimaux (p. 53), que fue el primer biógrafo en obtener acceso a los papeles de Lavoisier, se puede asumir cuáles fueron los sentimientos de este:

”Criado en una familia piadosa que había dado muchos sacerdotes a la Iglesia, él se aferró a sus creencias. Para el rey Eduardo, un autor inglés que le había enviado una obra controversial, él escribió: ´Has hecho una cosa noble al defender la revelación y la autenticidad de la Sagrada Escritura, y es notable que estés usando para la defensa precisamente las mismas armas que una vez fueron usadas para el ataque´.”

Sus bienes y enseres y todos sus instrumentos científicos fueron enumerados y confiscados el día siguiente a su ejecución, aunque la señora Lavoisier logró que le devolviesen algunos. Ella no tenía hijos y le sobrevivió por mucho tiempo.


Bibliografía: THORPE en Contempory Review, Antonine Laurent Lavoisier (dic. 1890); GRIMAUX, Lavoisier 1743-1794 (París, 1888); THORPE, Priestly, Cavendish, Lavoisier and La Revolution Chimique in Brit. Assoc. Address (Leeds, 1890); BERTHELOT, La Revolution Chimique (París, 1890); KOPP, Entdeckung der Chemie in der neueren Zeit (1874); HOFER, Histoire de la Chimie, II, 490; VON MEYER, Geschichte der Chemie (Leipzig, 1888); LAVOISIER, Mémoires de Chimie (1805); Euvres de Lavoisier, publicado por el Ministry of Public Instruction (París, 1864-8); DUMAS, Lecons sur la Philosophie Chimique.

Fuente: McKenna, Charles. "Antoine-Laurent Lavoisier." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9, pp. 52-53. New York: Robert Appleton Company, 1910. 27 junio 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/09052a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.