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Jueves, 18 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Éfeso»

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Concilio Latrocinio de Éfeso (LATROCINIUM).  
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Una sede arzobispal titular ubicada en Asia Menor, se dice que fue fundada en el siglo XI A.C. por Androclo, hijo del rey ateniense Codros, con la ayuda de colonos jónicos. Su moneda data de antes del años 700 A.C., el periodo durante el cual se acuñaron las primeras monedas. Después de pertenecer sucesivamente a reyes de Lidia, a los persas y a los descendientes sirios de Alejandro Magno, pasó, luego de la batalla de Magnesia (190 A.C.), a los reyes de Pérgamo, el último de los cuales, Attalus III, legó su reino al pueblo romano (133 A.C.). Fue en Éfeso donde Mitrídates (88 A.C.) firmó el decreto ordenando la muerte de todos los romanos de Asia, en dicha masacre murieron 100 mil personas. Cuatro años más tarde, Sula, de nuevo dueño del territorio, asesinó en Éfeso a todos los líderes de la rebelión. Desde el año 27 A.C. hasta poco después del año 297 D.C., Éfeso fue la capital de la provincia proconsular de Asia, una dependencia directa del Senado Romano. Aunque de escasa importancia política, Éfeso fue conocida por su amplio comercio.
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Muchos personajes ilustres nacieron en Éfeso, por ejemplo los filósofos Heráclito y Hermodoro, el poeta Hiponax, el pintor Parrasius (todos en el siglo VI o V B.C.), el geógrafo Artemidoro, y otro Artemidoro, astrónomo y charlatán, ambos en el segundo siglo de la era cristiana, y el historiador y ensayista, Jenofonte. Éfeso debía su gran renombre al templo de Artemisa (Diana en la mitología romana), el cual atraía multitud de visitantes. Su primer arquitecto fue el cretense Kersifrón (siglos VII a VI A.C.) pero fue ampliado más adelante. Estaba situado a orillas del río Selino y los habitantes de sus alrededores tenían derecho de asilo. Este edificio, que fue visto como una de las siete maravillas del mundo antiguo, fue incendiado por Heróstratos (356 A.C.) la misma noche en la que nació Alejandro Magno, y fue reconstruido después, casi en las mismas proporciones, por el arquitecto Dinócrates. Se dice que su construcción duró 120 años, pero de acuerdo con algunos historiadores, pudieron haber sido 220. Tenía más de 120 metros de largo y 60 de ancho y descansaba sobre 128 pilares de 18 metros de altura. Fue despojado de sus riquezas por Nerón y finalmente destruido por los godos (262 D.C.)
  
Las actas de la primera sesión de este sínodo fueron leídas en el [[Concilio de Calcedonia]], de 451, y así se han conservado. El resto de las Actas (menos la primera sesión) solo son conocidas por una versión siríaca hecho por un monje monofisita y publicada según e manuscrito, escrito el año 535, Addait 14,530 del [[Museo Británico]]. Sobre los sucesos anteriores a la inauguración del concilio, el de agosto de 449, ver  [[DIOSCORO]].
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A través de los judíos fue como el cristianismo se introdujo inicialmente en Éfeso. La comunidad original estaba bajo el liderazgo de Apolo (I Cor., i, 12). Eran discípulos de San Juan Bautista y habían sido convertidos por Aquila y Priscila. Luego llegó san Pablo, quien estuvo en Éfeso durante tres años para establecer y organizar la nueva iglesia; acostumbraba enseñar en la escuela o sala de lectura del retórico Tirano (Hch, xix, 9) y allí realizó muchos milagros. Eventualmente se vio obligado a partir, como consecuencia de la sedición provocada por el orfebre Demetrio y otros fabricantes de exvotos para el templo de Diana (Hch, xv111, 24 sgs.; xix, 1 sgs.).
El emperador lo había convocado y el papa estuvo de acuerdo. No quedaba tiempo para que asistiera ningún obispo occidental, excepto un tal Julio - no se conoce su sede -  que junto con un cerdote romano, Renato (que murió en el camino) y el diácono Hilario, después papa y que representaba a S. León.
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El emperador [[Teodosio II]] dio la presidencia a Dioscuro, patriarca de Alejandría ( ten uthentian kai ta proteia). El legado Julio se menciona  a continuación, pero cuando su nombre fue leído en Calcedonia, los obispos gritaron: “Fue desterrado. Nadie representa a León”. El siguiente en orden era Juvenal de Jerusalén, sobre los dos patriarcas, el de [[Antioquía]], Domnus y el de [[Constantinopla]], S. [[Flaviano]]. Asistieron 127 obispos, ocho representantes de obispos ausentes , el diácono [[Hilario]] con su notario [[Dulcitio]].
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La cuestión presenta por orden del emperador al concilio era si,  en un sínodo celebrado por él en Constantinopla en noviembre de 448, había depuesto y excomulgado justamente al archimandrita Eutiques por rehusar admitir dos naturalezas en Cristo.
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A Flaviano y seis obispos, que habían estado presentes en ese sínodo, no se les permitió sentarse como jueces en el concilio. Se leyó el breve de convocatoria de Teodosio y entonces los legados romanos explicaron que habría sido contrario a la costumbre que el papa estuviera presente en persona, pero que había enviado una carta con ellos, en la que León apelaba a su carta dogmática a Flaviano, que quería que se leyese en el concilio y que fuera aceptada por él como regla de fe. Pero Dióscoro se encargó de que no se leyera y en vez de ella se leyó una carta del emperador que ordenaba la presencia en el concilio de monje fanático anti -nestoriano [[Barsumas]].
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A continuación se procedió con la cuestión de fe. Dióscoro declaró que esto no era un asunto para investigar: sólo había que observar los hechos recientes. Fue aclamado cono guardián de la fe. Entonces se presentó a Eutiques que declaró que apoyaba el credo de Nicea, al que no se podía añadir nada y del que nada se podía quitar. Había sido condenado por Flaviano por un simple lapsus linguae aunque había declarado mantener la fe de [[Nicea]] y Éfeso y por eso había apelado a este concilio actual. Su vida había corrido peligro  y ahora pedía un juicio contra las calumnias que se habían dicho contra él.
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No se permitió hablar al acusador de Eutiques, el Obispo Eusebio de Dorilea. Los obispos estuvieron de acuerdo en que se leyeran las actas del concilio de Constantinopla, 448,  en el que se había condenado a Eutiques, pero los legados dijeron que ese había de oír  primero la carta del papa. Eutiques interrumpió diciendo que no confiaba en los legados que habían estado comiendo con Flaviano y habían sido muy agasajado por él. Dioscoro decidió que las actas del juicio tenían precedencia y el resultado fue que la carta del papa nunca se leyó.
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La Actas se leyeron enteras ( ver [[EUTIQUES]]) y también el resultado de una investigación hecha el 13 de abril sobre las alegaciones de Eutiques de que las [[Actas sinodales]] habían sido incorrectamente redactadas y otra del 27 de abril sobre las acusaciones de Eutiques de que Flaviano había redactado la sentencia de antemano la sentencia contra él .
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Mientras se relataba lo del juicio, surgieron gritos de creemos en una naturaleza, dos naturalezas significa Nestorianismo, quememos a Eusebio etc. S. Flaviano se levanto diciendo que no se le había dado ninguna oportunidad de defenderse.
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Las actas de Latrocino de Éfeso dan 114 en forma de discursos breves absolviendo a Eutiques. Hasta se unieron a esto tres de sus jueces anteriores aunque por orden del emperador no debían votar. Barsumas intervino en último lugar. Se leyó una petición del monasterio de Eutiques que había sido excomulgado por Flaviano. Los monjes afirmaban que estaban en todo de acuerdo a Eutiques y con los [[santos Padres]]. El sínodo les absolvió.
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El punto siguiente en el orden era establecer la verdadera fe. Se leyó un extracto de las Actas de la primera sesión  del concilio de [[Éfeso]] de 431. Muchos de los obispos y también el diácono Hilario expresaron su asentimiento, y algunos añadieron que nada se debía permitir más allá de esta fe. [[Dioscorohablo]] entonces, declarando que la consecuencia era que [[Flaviano]] y Eusebio fueran depuestos. Más 110 obispos dieron su voto oralmente. Las firmas de 135 obispos están en las actas. Flaviano y Eusebio habían interpuesto antes una apelación al papa y a un concilio bajo su autoridad. Sus cartas formales de apelación fueron publicadas por [[Amelli]]. En [[Calcedonia]] se demostró que lo que cuentan las actas sobre esta escena final no es fiable. A los secretarios de los obispos se les había impedido violentamente que tomaran notas.  Se declaró que tanto Barsumas como golpearon a Flaviano, aunque esto puede ser exagerado pero debemos creer que muchos obispos se arrojaron de rodillas para rogar que [[Dióscoro]] tuviera misericordia con Flaviano y que entraron los militares en el recinto así como los [[Parabolani]]; que siguió una escena de violencia; que los obispos firmaron por miedo bajo coacción y por miedo un papel en blancor , que otros no firmaron nada, y más tarde se pusieron los nombres de todos los que estuvieron presente.
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E legado papal , [[Hilario]], solo dijo una palabra en latín, Contradicitur, anulando la sentencia en nombre del papa.. Después huyó con dificultad. Flaviano fue deportado al exilio y murió pocos días después en Lidia. Nada más de las actas se leyó en Calcedonia. Pero sabemos por [[Teodoreto]], [[Evagrio]] y otros que el Concilio Latrocinio de Éfeso depuso el mismo Teodoreto, a [[Domnus]] y a [[Ibas]].
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Las [[actas siríacas]] retoman la historia donde la dejan las de Calcedonia. De la primera sesión  se sabe que se conservaron solo los documentos formales, cartas del emperador, peticiones de Eutiques, aunque no en el mismo manuscrito. Está claro que el editor  monofisita desaprobaba la primera sesión  y la omitió a propósito, no por los procedimientos dictatoriales de Dioscuro, sino porque lo monofisitas en general condenaban a Eutiques como hereje, y no querían recordar su rehabilitación  por un concilio que consideraban ecuménico.
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En la siguiente sesión, según las actas siríacas, estuvieron presente 113, incluido Barsumas. Aparecen nueve nombres nuevos Se mando buscar a los legados, porque no aparecían, pero solo se pudo encontrar al notario Dulcitio, que además estaba enfermo. Los legados se habían sacudido el polvo de sus sandalias contra la asamblea.
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En Calcedonia se acusó a Dioscoro de que “había celebrado un concilio (ecuménico) sin la Sede Apostólica, lo que nunca estaba permitido”.Esto se refiere claramente a haber continuado el concilio después de la partida de los legados.
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El primer caso fue el de [[Ibas]], Obispo de [[Edessa]]. Este famoso campeón del partido antioqueno había sido acusado de crímenes ante Domnus, obispo de Antioquía aunque no había sido declarado culpable poco antes de la Pascua de Resurrección de 448. Sus acusadores habían ido a Constantinopla y conseguido del emperador que se celebrase un nuevo juicio. El obispo [[Focio de Tiro]], [[Eustaquio de Berito]] y [[Uranio de Imeria]] examinaron el asunto. Estos obispos se reunieron en [[Tiro]] en febrero de 449, depusieron a Berito y volvieron a Tiro, después declararon no culpable a Ibas, una vez más, junto a su compañero en la acusación Daniel, obispo de [[Harran]] y [[Juan de Teodosianópolis]].
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Los obispos habían sido demasiado transigentes y se envió a [[Queroeas]], gobernador de Osrhoene, que fuera a Edesa a investigar. Fue recibido por el pueblo en 12 de abril con gritos en honor del emperador (en el informe llena dos o tres paginas para contarlo), del gobernador, del fallecido obispo [[Rabbula]] y contra [[Nestorio]] e Ibas. Queroeas envió a Constantinopla dos cartas suyas y un informe elaborado detallando las acusaciones que pudo juntar contra Ibas. El emperador ordenó que se eligiera un nuevo obispo. Y fue este informe,  que proporcionaba todos los detalles del asunto, el que se leyó por orden de Dioscuro. Cuando se leyó la famosa carta de Ibas a [[Maris]], se oyeron gritos como…¡”Estas cosas ensucian nuestros oídos…Cirilo es inmortal…Que se queme a Ibas en medio de la ciudad de Antioquía…De nada sirve el exilio. Nestorio e Ibas debe ser quemados juntos”!  Eulogio, un sacerdote de Edessa pronunció un discurso final de condena. La sentencia fue emitida contra Ibas: deposición y excomunicación sin ninguna sugerencia de que se le citara ni que se oyera su defensa. Es escandaloso ver que los tres obispos que le habían absuelto unos pocos meses antes, ahora no querían otra cosa que mostrar su acuerdo con las condenas. Hasta intentaron olvidar lo que se había probado  en Tiro y Berito. En el caso siguiente, el del sobrino de Ibas, Daniel de Herran, declararon que en Tiro habían visto claramente su  culpa y no le habían condenado porque había renunciado voluntariamente. Fue rápidamente depuesto por acuerdo de todo el concilio. No estaba presente y no pudo defenderse.
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El siguiente fue el turno de Ireneo, que había sido un influyente laico en el anterior concilio de Éfeso, y se había mostrado favorable a Nestorio. Después fue elegido obispo de Tiro, el emperador le había depuesto en 448, y el miserable Focio, ya mencionado,  le había sucedido en el cargo.
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El concilio no tuvo dificultades en ratificar la deposición de Ireneo como bígamo y blasfemo. [[Aquilino]], obispo de  Biblos, que había sido consagrado por Ireneo y era amigo suyo, también fue depuesto. [[Sofronio]], obispo de [[Tella]], era primo de Ibas y fue acusado de magia reservándose su caso para que lo juzgara en nuevo obispo de Edessa –o que era una decisión sorprendentemente suave.
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El Concilio entró ya de lleno en los grandes temas. El gran Teodoreto cuya sabiduría y elocuencia  en el pulpito y con la pluma eran el terror de los seguidores de Dióscuro, había sido confinado, por el emperador el año anterior, dentro de su propia diócesis, para evitar su predicación en Antioquía. Además el emperador había escrito dos veces para impedir que viniese a Éfeso al concilio. No es difícil encontrar las razones por las que se le depuso en ausencia. No había sido un nestoriano, pero sí amigo de Nestorio y durante más de tres años (431-4) el más formidable adversario de Cirilo.  Pero los dos grandes teólogos habían llegado a entenderse y celebraron su acuerdo con gran gozo. Teodoreto había tratado de ser amigo de Dioscuro, pero éste lo rechazó con desdeño.
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Un monje de Antioquía presentó un libro con extractos de las obras de Teodoreto. Primero se leyó la magnífica carta de Teodoreto a los monjes (ver [[Mansi]], V, 1023), después algunos párrafos de la obra perdida “apología de [[Diodoro]] y [[Teodoro]]” . El título de al obra bastó al concilio para condenarle. Dioscoro pronunció la sentencia de deposición y excomunión.
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Cuando Teodoreto oyó en su remota diócesis lo de esta absurda sentencia contra un hombre ausente, contra cuya reputación no se pronuncia palabra alguna, inmediatamente apeló al papa en una famosa carta (Ep. cxiii). También escribió al legado Renato (Ep. cxvi), sin saber que había muerto..
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Pero el concilio tenía ante él una tarea aún mas arriesgada. Se dice que Domnus de Antioquía estuvo de acuerdo en la primera sesión sobre la exoneración de Eutiques. Pero rehusó, por razón de enfermedad, a volver a aparecer ante el concilio. Parece que estaba disgustado  o aterrorizado, o ambas cosas por el tiránico comportamiento de Discuro. El concilio le había enviado un relato de lo actuado al que replicó ( si creemos a las actas) que estaba de acuerdo con todas las sentencias que se habían dictado y lamentaba que su salud le impidiera asistir es casi increíble que inmediatamente después de recibir este mensaje, el concilio procediera a oír algunas peticiones de monjes y cerdotes contra Domnus. Fue acusado de amistad con teodoreto y Flaviano, de nestorianismo, de alterar las formas del sacramento del bautismo, de introducir un obispo inmoral en Emesa, se haber sido nombrado él mismo al margen de los cánones y de ser de hecho enemigo de Dioscuro
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Algunas páginas del manuscrito se han perdido, lamentablemente, pero no parece que el desafortunado patriarca fuera citado para compadecer ni que se le diera una oportunidad de defenderse. Los obispos gritaban que era peor que Ibas. Fue depuesto por un voto del concilio y con este final acto de injusticia llegan las Actas a su fin.
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El concilio escribió la carta de costumbre al emperador (ver Perry, trans., p. 431),  que se quedó encantado con el resultado confirmándolo con una carta (Mansi, VII, 495, y Perry, p. 364). Dióscoro envió una encíclica a los obispos orientales con un formato de adhesión al concilio que habían de firmar (Perry, p. 375). Fue a Constantinopla y nombró a su secretario, [[Anatolio]], obispo de la gran sede. [[Juvenal de Jerusalén]] se había convertido en su herramienta: depuso  los patriarcas de Antioquía y Constantinopla.
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Pero aún les quedaba un poderoso adversario. Se detuvo en Nicea y con diez obispos (sin duda los metropolitanos egipcios que había traído consigo a Éfeso) “además de todos estos crímenes  extendió su locura contra aquel a quien se había confiado la guarda de la vino del Salvador” – en palabras de los obispos de Calcedonia –y excomulgó al mismísimo papa.
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Mientras tanto, S. León había recibido las apelaciones de Teodoreto y Flaviano (de cuya muerte aún no sabía nada) y les había escrito, y al emperador y emperatriz que todos los actos del concilio eran nulos. Excomulgó a todos los que habían tomado parte en él y absolvió a los que habían sido condenados, excepto a Domnus de Antioquía, que no parecía tener deseos de volver a su sede y se retiró a la vida monástica que abolla abandonado hacía años con disgusto. (para los resultados del Concilio Latrocinio de Efeso  - el nombre se lo dio S. León, (ver [[CALCEDONIA]], [[EUTIQUES]], [[PAPA LEON I Magno]])
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John Chapman.  
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Un poco más tarde, de camino a Jerusalén, san Pablo envió por los ancianos de la comunidad de Éfeso para que fueran a Mileto, donde les brindó una conmovedora despedida (Hch, xx, 17-35). La iglesia de Éfeso fue encomendada a su discípulo san Timoteo, un nativo de la ciudad (I Tim, 1, 3; II Tim, 1, 18; iv, 12). La epístola de san Pablo a los Efesios probablemente no fue dirigida sólo a ellos; pudo haber sido una circular enviada por él a diferentes iglesias. La permanencia y muerte del apóstol san Juan en Éfeso no son mencionadas en el Nuevo Testamento, pero son atestiguadas tan pronto como a finales del siglo II por San Ireneo (Adv. Haer., III, iii, 4), Polícrates, Obispo de Éfeso (Eusebio, Hist. Eccl., V, xxi), Clemente de Alejandría, el “acta Joannis”, y un poco más adelante por Justino y los montanistas. La tradición bizantina siempre ha señalado a Éfeso como la ciudad donde se encuentra la tumba del profeta. Otra tradición, que puede ser confiable, aunque más antigua, hace de Éfeso el escenario de la muerte de santa María Magdalena. Por otro lado, la opinión de que la Santísima Virgen murió allí no tiene fundamento en ningún testimonio antiguo; el texto citado con frecuencia es un escrito ambiguo del Concilio de Éfeso (431), que quiere decir simplemente que en Éfeso había una iglesia de la Virgen en aquella época. (Ver Rancia en “Expositor”, Junio de 1905, también sus “Siete Ciudades de Asia”). Más aún, se ha sabido por Eusebio (Hist. Eccl. V, xxiv) que las tres hijas del apóstol san Felipe fueron sepultadas en Éfeso.
  
Transcrito por Sean Hyland.  
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Cerca del año 110 san Ignacio de Antioquía, habiendo sido recibido por mensajeros de la Iglesia de Éfeso en Esmirna, envió una de sus famosas siete epístolas a esa ciudad. Durante los primeros tres siglos Éfeso fue, junto con Antioquía, el principal centro de la cristiandad en Asia Menor. En el año 190 su obispo, San Polícrates, convocó a un concilio para considerar la controversia pascual y se declaró a favor de la práctica Cuartodecimal; sin embargo, la Iglesia de Éfeso pronto estuvo de acuerdo en este particular a la práctica de todas las otras iglesias. Parece cierto que el sexto canon del Concilio de Nicea (325), confirmó para Éfeso su jurisdicción eclesiástica sobre toda la “diócesis” o el territorio civil de Asia Menor y, por lo tanto, sobre las once provincias eclesiásticas; en todo caso, el segundo canon del Concilio de Constantinopla (381) reconoció formalmente esta autoridad. Pero Constantinopla ya estaba reclamando la primacía sobre las iglesias del Este y trataba de anexar las iglesias de Tracia, Asía y El Ponto. Para resistir estos abusos, Éfeso hizo causa común con Alejandría. De esta manera, encontramos al obispo Memnon de Éfeso aliándose con San Cirilo en el Tercer Concilio Ecuménico, sostenido en Éfeso el año 431 en condenación al nestorianismo, y otro obispo, Esteban, apoyando a Dióscoro en el llamado “concilio ladrón” (Latrocinium Ephisinum) de 149, el cual aprobó la herejía de Eutiques. Pero la resistencia de Éfeso se sobre impuso en el Concilio de Caicedonia (451), cuyos famosos 28 cánones colocaban a las 28 provincias eclesiásticas de El Ponto, Asia y Tracia bajo la jurisdicción del Patriarca de Constantinopla. De aquí en adelante, Éfeso fue la segunda metrópoli del Patriarcado de Constantinopla, nunca recobró su pasada posición, a pesar del concilio de 474 en donde Pablo, el Patriarca Monofisita de Constantinopla restauró sus antiguos derechos. La influencia egipcia fue la responsable de la fortaleza ganada por el monofisismo en Éfeso duran el siglo sexto; el famoso cronista eclesiástico, Juan de Asia, era entonces uno de sus obispos. En aquellos días, la ciudad de Éfeso gobernaba sobre 36 obispados. Justiniano, quien imitó a Constantino al despojar a la ciudad de muchas obras de arte para adornar Constantinopla, construyó allí una magnífica iglesia consagrada a san Juan; la cual se convirtió muy pronto en lugar de peregrinaje.
  
Traducido por Pedro Royo
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Éfeso fue tomada por los árabes en los años 655 y 717. Más tarde se convirtió en la capital de los tracios. Durante el periodo iconoclasta dos obispos de Éfeso sufrieron martirio, Hypatius en el 735 y Teófilo en el siglo noveno. En la misma ciudad el fiero general Lacanodracon ejecutó 38 monjes del monasterio de Pelecete en Bitinia y a otros partidarios de las santas imágenes. En 899 Leon el Sabio transfirió las reliquias de santa María Magdalena a Constantinopla. La ciudad fue capturada en 1090 y destruida por los turcos selyúcidas, pero los bizantinos lograron recuperarla y reconstruirla en las montañas cercanas alrededor de la iglesia de san Juan. A partir de entonces fue llamada Hagios Theologos (el teólogo santo, es decir san Juan el Divino), o, en turco, Aya Solouk (para los griegos, el apóstol san Juan es “el teólogo”); los franceses llaman a la ciudad Altelot y los italianos Alto Luogo.
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A comienzos del siglo XIII su arzobispo, Nicolás Mesarites, tuvo un papel muy importante en la conferencia entre los griegos y los latinos. La ciudad fue nuevamente saqueada por los turcos en los primeros años del siglo XIV, luego por los mercenarios catalanes pagados por los bizantinos, y de nuevo por los turcos. La iglesia de san Juan fue transformada en mezquita, y la ciudad fue gobernada por un emir turco, quien sostuvo un pequeño comercio con occidente, pero no pudo mantener más al obispo griego. Una serie de obispos latinos gobernaron la sede desde 1318 hasta 1411. La ruina de Éfeso fue completada por Tamerlán en el año 1403 y por cerca de medio siglo de guerras civiles entre sus líderes turcos. Cuando en el concilio de Florencia de 1439 Marco de Éfeso (Marcus Eugenicus) se mostró tan altanero hacia los latinos, él era pastor de una villa miserable, todo lo que quedaba de la gran ciudad, a la cual llamó Plinio alterum lumen Asiae, o el segundo ojo de Asia (Hist. Nat., V, xxix; también Apoc., ii, 5; cf. W. Brockhoff, “Ephesus vom vierten christlich. Jhdt. bis seinem Untergang:, Jena, 1906).
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Actualmente, Ayasoluk tiene tres mil habitantes, todos griegos. Está situada en caza de Koush Adassi , en el vilayato de Aiden o Esmirna, aproximadamente a 80 kilómetros al sur de Esmirna, sobre la vía férrea Esmirna-Aidin . Las ruinas de Éfeso en la planicie pantanosa e insalubre abajo de la villa. Existen las ruinas del templo de Artemisa , el anfiteatro, con capacidad para 25 mil espectadores, el estadio, el gran gimnasio, y la “Iglesia Doble”, probablemente la antigua catedral, una de cuyas naves fue dedicada a la Santísima Virgen, la otra a san Juan, donde tuvieron lugar los concilios de 431 y 449. EL Arzobispo griego reside en Manisa, la antigua Magnasia.
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'''Bibliografía''':  Wood, On the Antiquities of Ephesus having relation to Christianity in Transactions of the Society of Biblical Archeology, VI, 328; Idem, Discoveries at Ephesus (London, 1877); Falkener, Ephesus and the Temple of Diana (London, 1862); Arundell, Discoveries in Asia Minor (London, 1834), II, 247-272; Barclay-Head, History of the Coinage of Ephesus (London, 1880); Guhl, Ephesiaca (Berlin, 1843); Curtius, Ephesos (Berlin, 1874); Benndorf, Forschungen in Ephesos (Vienna, 1905); Chapot, La province Romaine proconsulaire d'Asie (Paris, 1904); Gude, De ecclesiae ephesinae statu aevo apostolorum (Paris, 1732); Cruse-Blicher, De statu Ephesiorum ad quos scripsit Paulus (Hanover, 1733); Le Camus in Vig., Dict. de la Bible, s.v. Ephese; Zimmermann, Ephesos im ersten christl. Jhdt. (Berlin, 1894): Lequien, Oriens christianus (Paris, 1740), I, 671-694; Brockhoff, Studien zur Gesch. der Stadt Ephesos (Jena, 1905); Weber, Le guide du voyageur a Ephese (Smyrna, 1891); Buerchner, Ephesos in Pauly-Wissowa, Real-Encyc., s.v.; Ramsey, The Seven Cities of Asia (London, 1907).
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'''Fuente''':  Vailhé, Siméon. "Ephesus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. 2 Jan. 2011 http://www.newadvent.org/cathen/05490a.htm
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Traducido por Mauricio Acosta Rojas

Última revisión de 21:36 2 ene 2011

Una sede arzobispal titular ubicada en Asia Menor, se dice que fue fundada en el siglo XI A.C. por Androclo, hijo del rey ateniense Codros, con la ayuda de colonos jónicos. Su moneda data de antes del años 700 A.C., el periodo durante el cual se acuñaron las primeras monedas. Después de pertenecer sucesivamente a reyes de Lidia, a los persas y a los descendientes sirios de Alejandro Magno, pasó, luego de la batalla de Magnesia (190 A.C.), a los reyes de Pérgamo, el último de los cuales, Attalus III, legó su reino al pueblo romano (133 A.C.). Fue en Éfeso donde Mitrídates (88 A.C.) firmó el decreto ordenando la muerte de todos los romanos de Asia, en dicha masacre murieron 100 mil personas. Cuatro años más tarde, Sula, de nuevo dueño del territorio, asesinó en Éfeso a todos los líderes de la rebelión. Desde el año 27 A.C. hasta poco después del año 297 D.C., Éfeso fue la capital de la provincia proconsular de Asia, una dependencia directa del Senado Romano. Aunque de escasa importancia política, Éfeso fue conocida por su amplio comercio. Muchos personajes ilustres nacieron en Éfeso, por ejemplo los filósofos Heráclito y Hermodoro, el poeta Hiponax, el pintor Parrasius (todos en el siglo VI o V B.C.), el geógrafo Artemidoro, y otro Artemidoro, astrónomo y charlatán, ambos en el segundo siglo de la era cristiana, y el historiador y ensayista, Jenofonte. Éfeso debía su gran renombre al templo de Artemisa (Diana en la mitología romana), el cual atraía multitud de visitantes. Su primer arquitecto fue el cretense Kersifrón (siglos VII a VI A.C.) pero fue ampliado más adelante. Estaba situado a orillas del río Selino y los habitantes de sus alrededores tenían derecho de asilo. Este edificio, que fue visto como una de las siete maravillas del mundo antiguo, fue incendiado por Heróstratos (356 A.C.) la misma noche en la que nació Alejandro Magno, y fue reconstruido después, casi en las mismas proporciones, por el arquitecto Dinócrates. Se dice que su construcción duró 120 años, pero de acuerdo con algunos historiadores, pudieron haber sido 220. Tenía más de 120 metros de largo y 60 de ancho y descansaba sobre 128 pilares de 18 metros de altura. Fue despojado de sus riquezas por Nerón y finalmente destruido por los godos (262 D.C.)

A través de los judíos fue como el cristianismo se introdujo inicialmente en Éfeso. La comunidad original estaba bajo el liderazgo de Apolo (I Cor., i, 12). Eran discípulos de San Juan Bautista y habían sido convertidos por Aquila y Priscila. Luego llegó san Pablo, quien estuvo en Éfeso durante tres años para establecer y organizar la nueva iglesia; acostumbraba enseñar en la escuela o sala de lectura del retórico Tirano (Hch, xix, 9) y allí realizó muchos milagros. Eventualmente se vio obligado a partir, como consecuencia de la sedición provocada por el orfebre Demetrio y otros fabricantes de exvotos para el templo de Diana (Hch, xv111, 24 sgs.; xix, 1 sgs.).

Un poco más tarde, de camino a Jerusalén, san Pablo envió por los ancianos de la comunidad de Éfeso para que fueran a Mileto, donde les brindó una conmovedora despedida (Hch, xx, 17-35). La iglesia de Éfeso fue encomendada a su discípulo san Timoteo, un nativo de la ciudad (I Tim, 1, 3; II Tim, 1, 18; iv, 12). La epístola de san Pablo a los Efesios probablemente no fue dirigida sólo a ellos; pudo haber sido una circular enviada por él a diferentes iglesias. La permanencia y muerte del apóstol san Juan en Éfeso no son mencionadas en el Nuevo Testamento, pero son atestiguadas tan pronto como a finales del siglo II por San Ireneo (Adv. Haer., III, iii, 4), Polícrates, Obispo de Éfeso (Eusebio, Hist. Eccl., V, xxi), Clemente de Alejandría, el “acta Joannis”, y un poco más adelante por Justino y los montanistas. La tradición bizantina siempre ha señalado a Éfeso como la ciudad donde se encuentra la tumba del profeta. Otra tradición, que puede ser confiable, aunque más antigua, hace de Éfeso el escenario de la muerte de santa María Magdalena. Por otro lado, la opinión de que la Santísima Virgen murió allí no tiene fundamento en ningún testimonio antiguo; el texto citado con frecuencia es un escrito ambiguo del Concilio de Éfeso (431), que quiere decir simplemente que en Éfeso había una iglesia de la Virgen en aquella época. (Ver Rancia en “Expositor”, Junio de 1905, también sus “Siete Ciudades de Asia”). Más aún, se ha sabido por Eusebio (Hist. Eccl. V, xxiv) que las tres hijas del apóstol san Felipe fueron sepultadas en Éfeso.

Cerca del año 110 san Ignacio de Antioquía, habiendo sido recibido por mensajeros de la Iglesia de Éfeso en Esmirna, envió una de sus famosas siete epístolas a esa ciudad. Durante los primeros tres siglos Éfeso fue, junto con Antioquía, el principal centro de la cristiandad en Asia Menor. En el año 190 su obispo, San Polícrates, convocó a un concilio para considerar la controversia pascual y se declaró a favor de la práctica Cuartodecimal; sin embargo, la Iglesia de Éfeso pronto estuvo de acuerdo en este particular a la práctica de todas las otras iglesias. Parece cierto que el sexto canon del Concilio de Nicea (325), confirmó para Éfeso su jurisdicción eclesiástica sobre toda la “diócesis” o el territorio civil de Asia Menor y, por lo tanto, sobre las once provincias eclesiásticas; en todo caso, el segundo canon del Concilio de Constantinopla (381) reconoció formalmente esta autoridad. Pero Constantinopla ya estaba reclamando la primacía sobre las iglesias del Este y trataba de anexar las iglesias de Tracia, Asía y El Ponto. Para resistir estos abusos, Éfeso hizo causa común con Alejandría. De esta manera, encontramos al obispo Memnon de Éfeso aliándose con San Cirilo en el Tercer Concilio Ecuménico, sostenido en Éfeso el año 431 en condenación al nestorianismo, y otro obispo, Esteban, apoyando a Dióscoro en el llamado “concilio ladrón” (Latrocinium Ephisinum) de 149, el cual aprobó la herejía de Eutiques. Pero la resistencia de Éfeso se sobre impuso en el Concilio de Caicedonia (451), cuyos famosos 28 cánones colocaban a las 28 provincias eclesiásticas de El Ponto, Asia y Tracia bajo la jurisdicción del Patriarca de Constantinopla. De aquí en adelante, Éfeso fue la segunda metrópoli del Patriarcado de Constantinopla, nunca recobró su pasada posición, a pesar del concilio de 474 en donde Pablo, el Patriarca Monofisita de Constantinopla restauró sus antiguos derechos. La influencia egipcia fue la responsable de la fortaleza ganada por el monofisismo en Éfeso duran el siglo sexto; el famoso cronista eclesiástico, Juan de Asia, era entonces uno de sus obispos. En aquellos días, la ciudad de Éfeso gobernaba sobre 36 obispados. Justiniano, quien imitó a Constantino al despojar a la ciudad de muchas obras de arte para adornar Constantinopla, construyó allí una magnífica iglesia consagrada a san Juan; la cual se convirtió muy pronto en lugar de peregrinaje.

Éfeso fue tomada por los árabes en los años 655 y 717. Más tarde se convirtió en la capital de los tracios. Durante el periodo iconoclasta dos obispos de Éfeso sufrieron martirio, Hypatius en el 735 y Teófilo en el siglo noveno. En la misma ciudad el fiero general Lacanodracon ejecutó 38 monjes del monasterio de Pelecete en Bitinia y a otros partidarios de las santas imágenes. En 899 Leon el Sabio transfirió las reliquias de santa María Magdalena a Constantinopla. La ciudad fue capturada en 1090 y destruida por los turcos selyúcidas, pero los bizantinos lograron recuperarla y reconstruirla en las montañas cercanas alrededor de la iglesia de san Juan. A partir de entonces fue llamada Hagios Theologos (el teólogo santo, es decir san Juan el Divino), o, en turco, Aya Solouk (para los griegos, el apóstol san Juan es “el teólogo”); los franceses llaman a la ciudad Altelot y los italianos Alto Luogo.

A comienzos del siglo XIII su arzobispo, Nicolás Mesarites, tuvo un papel muy importante en la conferencia entre los griegos y los latinos. La ciudad fue nuevamente saqueada por los turcos en los primeros años del siglo XIV, luego por los mercenarios catalanes pagados por los bizantinos, y de nuevo por los turcos. La iglesia de san Juan fue transformada en mezquita, y la ciudad fue gobernada por un emir turco, quien sostuvo un pequeño comercio con occidente, pero no pudo mantener más al obispo griego. Una serie de obispos latinos gobernaron la sede desde 1318 hasta 1411. La ruina de Éfeso fue completada por Tamerlán en el año 1403 y por cerca de medio siglo de guerras civiles entre sus líderes turcos. Cuando en el concilio de Florencia de 1439 Marco de Éfeso (Marcus Eugenicus) se mostró tan altanero hacia los latinos, él era pastor de una villa miserable, todo lo que quedaba de la gran ciudad, a la cual llamó Plinio alterum lumen Asiae, o el segundo ojo de Asia (Hist. Nat., V, xxix; también Apoc., ii, 5; cf. W. Brockhoff, “Ephesus vom vierten christlich. Jhdt. bis seinem Untergang:, Jena, 1906).

Actualmente, Ayasoluk tiene tres mil habitantes, todos griegos. Está situada en caza de Koush Adassi , en el vilayato de Aiden o Esmirna, aproximadamente a 80 kilómetros al sur de Esmirna, sobre la vía férrea Esmirna-Aidin . Las ruinas de Éfeso en la planicie pantanosa e insalubre abajo de la villa. Existen las ruinas del templo de Artemisa , el anfiteatro, con capacidad para 25 mil espectadores, el estadio, el gran gimnasio, y la “Iglesia Doble”, probablemente la antigua catedral, una de cuyas naves fue dedicada a la Santísima Virgen, la otra a san Juan, donde tuvieron lugar los concilios de 431 y 449. EL Arzobispo griego reside en Manisa, la antigua Magnasia.


Bibliografía: Wood, On the Antiquities of Ephesus having relation to Christianity in Transactions of the Society of Biblical Archeology, VI, 328; Idem, Discoveries at Ephesus (London, 1877); Falkener, Ephesus and the Temple of Diana (London, 1862); Arundell, Discoveries in Asia Minor (London, 1834), II, 247-272; Barclay-Head, History of the Coinage of Ephesus (London, 1880); Guhl, Ephesiaca (Berlin, 1843); Curtius, Ephesos (Berlin, 1874); Benndorf, Forschungen in Ephesos (Vienna, 1905); Chapot, La province Romaine proconsulaire d'Asie (Paris, 1904); Gude, De ecclesiae ephesinae statu aevo apostolorum (Paris, 1732); Cruse-Blicher, De statu Ephesiorum ad quos scripsit Paulus (Hanover, 1733); Le Camus in Vig., Dict. de la Bible, s.v. Ephese; Zimmermann, Ephesos im ersten christl. Jhdt. (Berlin, 1894): Lequien, Oriens christianus (Paris, 1740), I, 671-694; Brockhoff, Studien zur Gesch. der Stadt Ephesos (Jena, 1905); Weber, Le guide du voyageur a Ephese (Smyrna, 1891); Buerchner, Ephesos in Pauly-Wissowa, Real-Encyc., s.v.; Ramsey, The Seven Cities of Asia (London, 1907).

Fuente: Vailhé, Siméon. "Ephesus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. 2 Jan. 2011 http://www.newadvent.org/cathen/05490a.htm

Traducido por Mauricio Acosta Rojas