https://ec.aciprensa.com/newwiki/api.php?action=feedcontributions&user=88.26.32.8&feedformat=atomEnciclopedia Católica - Contribuciones del usuario [es]2024-03-29T11:27:38ZContribuciones del usuarioMediaWiki 1.24.1https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Anales_de_los_Cuatro_Maestros&diff=6857Anales de los Cuatro Maestros2008-08-31T19:39:53Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
Las más extensas compilaciones de los antiguos anales de irlanda. Comienzan, nominalmente el 2242 a.C. (2242 de la creación de Adán, es el año del diluvio en las crónicas irlandesas y otras) y continúan hasta el 1616 d. C. las entradas son escasas en el periodo más antiguo pero van aumentando a medida que los anales progresan y hacia le final son casi como una historia. El principal compilador de estos Anales fue Michael O'Clery, natural de Donegal, que había sido anticuario de profesión y poeta pero que después entró en la orden franciscana, destinado a la casa de Lovaina y devuelto a Irlanda por su famoso compatriota P. John Colgan, para que recogiera las vidas de los santos irlandeses. Muchas de esas vidas que copió en esa visita de los antiguos pergaminos de irlanda están ahora en La Biblioteca Real de Bruselas. Mas tarde, bajo el patronazgo de Fergal O'Gara, señor de Moy Gara y Coolavin, en el condado de Sligo, se le ocurrió la piadosa idea de recoger de todos los antiguos libros de pergamino de anales que pudo encontrar en toda Irlanda y redactar combinándolos en un todo continuo. <br />
<br />
“Pensé “, dice O´Clery en su dedicatoria a O´Gara, “que podía obtener la ayuda de los cronistas a los que más estimaba para escribir un libro de anales en el que estas materias pudieran ser recogidas, porque si se les olvidaba en el presente nunca volverían a encontrarse para poder contar todo hasta el final del mundo. Todos los mejores y más copiosos libros de anales que pude encontrar en toda irlanda fueron recogidos por mi -- aunque me resultó difícil hacerlo -- en un lugar para escribir este libro “. Y fue al alejado convento de Donegal a donde se retiró el sabio fraile mientras estuvo ocupado en la redacción de esta obra que él comenzó y sus colaboradores, en 22 de enero de 1632, terminando el 10 de agosto de 1636. Sus afirmaciones respecto al destino del material que utilizó fueron proféticas. Apenas un libro de los que recogió con tantos esfuerzos ha sobrevivido hasta hoy – quizá perecieran en el cataclismo de las guerras Cromwellianas y Guillermitas.<br />
<br />
El Padre Colgan, celebrado autor de “Trias Thaumaturga” y de “Acta Sanctorum Hiberniae”, en el prefacio a esta obra les dio por primera vez el título por el que son conocidas ahora los anales de O ´Clery: “Los Anales de los cuatro Maestros” ("The Annals of the Four Masters").<br />
<br />
“Como en las tres obras mencionadas”, escribe Colgan, también en esta cuarta, tres (ayudantes de de O´Clery) y Peregrine O'Duignan, hombres muy instruidos en las antigüedades de su país, y a los que se unió la cooperación de otro distinguido anticuario, Maurice O'Mulconry que durante un mes y Conary y O'Clery por muchos meses trabajaron en este proyecto. Pero puesto que esos “Anales” que tendremos muchas ocasiones de citar, han sido recogidos y compilados con la ayuda y estudio separado de tantos autores, ni el deseo de brevedad nos permitiría citarlos individualmente, ni la justicia nos permitiría atribuir el trabajo de muchos a uno solo, de ahí que a veces parecía mejor llamarles los “Anales de Donegal” porque en nuestro convento de Donegal fueron comenzados y concluidos. Pero después, por otras razones, principalmente debido a los compiladores mismos, que eran los maestros más ilustrados en la ciencia de los anticuarios hemos venido a llamarles los “Anales de los Cuatro Maestros”.<br />
<br />
Estos “Anales”, escritos en una lengua muy arcaica, difícil de entender, hasta entonces, excepto por los muy sabios, nos dan los reinados, muertes, genealogía etc., no solo de los más importantes reyes de Irlanda, sino también de los reyes provinciales, jefes y cabezas de familias distinguidas, hombres de ciencia, historiadores y poetas etc., con sus respectivas fechas dadas tan exactas como los Maestros pudieron hacerlo. Recogen el fin y la sucesión de santos, abades, obispos, dignatarios eclesiásticos. Hablan de la fundación y ocasionales destrucciones de incontables iglesias, castillos, abadías, conventos e instituciones religiosas. Dan escasos datos de batallas, asesinatos, guerras tribales, guerras contra extranjeros, batallas contra los escandinavos, normandos e ingleses y cambios políticos. A veces citan antiguos versos para corroborar los hechos que mencionan, pero esos versos no son citados antes del siglo tercero. Tenemos condensados Aquila médula y la sustancia de los antiguos libros de pergaminos de Irlanda que existían entonces pero que en su mayoría, como previeron los Cuatro Maestros, han perecida hace mucho tiempo. Sus hechos y datos no sus propios hechos y datos, sino que los extrajeron de confusas masas de antiguos materiales con mucho esfuerzo y mucha selección, sincronizando en lo posible los datos y los hechos. No es demasiado decir que no hay suceso en toda la historia irlandesa desde el nacimiento de Cristo hasta el principio del siglo séptimo que no haya que decir a los estudiantes: “¿Qué dicen los Cuatro Maestros de esto?”.<br />
<br />
Estos “Anales” han sido publicados, al menos en parte, tres veces, pero ahora se leen siempre el la edición del gran sabio escolar irlandés John O´Donovan. En su espléndida obra, se da el texto irlandés con una traducción al inglés y una gran cantidad de valiosas notas sobre topografía, genealogía historia, todo ello contenido en siete volúmenes en gran cuarto. Mientras exista la historia de irlanda, los “Anales de los Cuatro Maestros” se leerán en la traducción de O´Donovan y su nombré ira inseparablemente unido al de O'Clery.<br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
O'DONOVAN, ed. Annala Rioghachta Eireann, Annals of the Kingdom of Ireland, by the Four Masters, from the earliest period to the year 1616 (Dublin, 1851); CONNELLAN, The Annals of Ireland translated from the original Irish of the Four Masters, with annotations by Philip MacDermott, Esq., M.D., and the translator (Dublin, 1846). La traducción de Connellan es solo del año 1171hasta el fin y no publica el texto irlandés. O'Conor ed., Rerum Hibernicarum Scriptores Tom. III, complectens Annales IV Magistrorum ex ipso O'Clerii autographo in Bibliotheca Stowense (Buckingham, 1826). El Rev. Charles O'Conor publisca los Anales solo hasta el año 1171. 0'CURRY, Lectures on the MS. materials of Ancient Irish history, 142-161, appendix 543-548; HYDE, Literary History of Ireland (London, 1899), 573-580; IDEM, Story of Early Irish Literature, 136-142; JOYCE, Social History of Ancient Ireland, I, 524-526; GILBERT, National MSS. of Ireland (London, 1884), 311-313; MOORE in Dict. Nat. Biog. s. v. O'Clery.<br />
Hyde, Douglas.(1909) <br />
<br />
Transcrito por Kerry Smith. <br />
<br />
<br />
Traducido por Pedro Royo.</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Universidad_de_Coimbra&diff=1497Universidad de Coimbra2008-08-30T19:16:38Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
<br />
Los primeros datos ciertos sobre una Universidad portuguesa datan de 1288 cunado el abad de Alcobaza, varios priores de conventos y párrocos, hicieron saber a Nicolás IV que habían conseguido del rey D. Dionís la fundación de un "Studium Generale" en Lisboa y habían decidido entre ellos pagar los salario de los doctores y maestros de los beneficios de sus monasterios e iglesias; pedían al papa que confirmara estos acuerdos y que diera protección a los trabajos que habían emprendido “para el servicio de Dios y la gloria del país”.<br />
<br />
En una Bula de 9 de agosto de 1290, dirigida a la “Universidad, maestros y estudiantes de Lisboa” el papa accedía a su petición y expresaba su satisfacción por la creación de este nuevo centro de estudios. Esta Bula sanciona la tasación de los hospedajes a al amanera de París y Bolonia, garantiza la dispensa de residencia a los maestros y estudiantes y autoriza al obispo de Lisboa (o, sede vacante, al vicario- capitular) conferir el jus ubique docendi ( derecho de enseñar en todas partes)en todas las facultades excepto en la de teología. Las frecuentes luchas entre los estudiantes y los ciudadanos de llevó al rey de Portugal a pedir al papa que transfiriera la nueva escuela a Coimbra, un lugar más tranquilo y que garantizara al mismo tiempo a la nueva fundación todos los “privilegios” de la primera. El traslado se hizo el 15 de febrero de 1308 fecha en ala que Dionís emitió la carta fundacional, muy similar a la de Alfonso el Sabio para la Universidad de Salamanca, en Castilla. <br />
<br />
Las ciencias que se ensañaban entonces en Coimbra eran derecho civil y canónico, medicina, dialéctica y gramática. Teología se enseñaba en los conventos de los dominicos y franciscanos. Por razones desconocidas para nosotros, la universidad fue de nuevo trasladada a Lisboa en 1339, por orden de Alfonso IV. En 1354 volvió a Coimbra, para volver a ser trasladada a Lisboa en 1377. Desde esta fecha hasta su traslado final a Coimbra en 1537, la universidad gozó de mayor prosperidad. Al principio del siglo quince teología aparece regularmente como una de las ciencias que se enseñaban allí.<br />
<br />
Durante el reino de Juan III (1521-57) se realizaron importantes reformas y la universidad alcanzó el cenit de su carrera. Las facultades que hasta entonces estaban desperdigadas por diferentes edificios fueron reunidas bajo un tejado en "Palacio del Rey". Se invitó a nuevos e ilustres profesores de Castilla. para la facultad de teología, Alfonso de Prado Antonio de Fonseca, doctor por Paris; para la facultad de leyes al famoso canonista Martín de Azpilicueta (Doctor Navarrus), Manuel de Costa, y Antonio Francisco Suárez, los tres de Salamanca y para medicina a Francisco Franco y Rodrigo Reinoso. <br />
<br />
Los idiomas clásicos y la literatura se enseñaban en el Colegio de las Artes, como preparación para los estudios más graves de la universidad. Este colegio fue al principio muy independiente de la universidad pero fue por fin incorporado y confiado a los jesuitas. Uno de sus primeros profesores fue el latinista escocés George Buchanan, después seguidor de John Knorr y difamador de María Estuardo. <br />
<br />
Los colegios de S. Pedro y S. Pablo fueron fundados por graduados (doctores) que querían dedicarse a la enseñanza, otros fueron fundados para estudiantes de las distintas órdenes religiosas en los que podían vivir la vida en común mientras estudiaban en la universidad. <br />
<br />
En 1779 hubo nuevas reformas cuando el 23 de diciembre el rey José I por iniciativa del marqués de Pombal, nombró una comisión para reorganizar la universidad. La comisión aconsejó la fundación de dos nuevas facultades, matemáticas y filosofía natural, dejando intactas las antiguas facultades de teología, derecho canónico y civil y medicina. Se trajeron profesores nuevos dese Italia. Michele Franzini para matemáticas y Domenico Agostino Vandelli para historia natural. El antiguo colegio de los jesuitas, confiscado en tiempos de la expulsión de Portugal, de la Compañía de Jesús, fue entregado a la facultad de medicina para sus laboratorios y clínicas. Los laboratorios de química física e historia natural también se colocaron allí y finalmente se añadió un jardín botánico.<br />
<br />
A finales del siglo dieciocho enseñaron dos profesores de renombre, José Bonifacio de Andrade, metalúrgica, y Manoel Pedro de Mello, hidráulica. En 1907 la Universidad de Coimbra tenía cinco facultades: teología, ley, medicina, matemáticas y filosofía. En 1905 -06 había 68 profesores y 1916 estudiantes. La biblioteca contenía alrededor de 100,000 volúmenes. (ver CONIMBRICENSES.) <br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
Denifle, Die Entstehung der Universitèten des Mittelalters bis 1440 (Berlin, 1885), 519-534; Visconde de Villa-Major, Eposiïoa succinta da organisaïao actual da Universidade de Coimbra (Lisboa, 1892-1902), I-IV; Minerva, Jahrbuch des gelehrten Welt (Strasburg, 1907).<br />
<br />
<br />
Hinojosa y Naveros, Eduardo de (1908). <br />
<br />
Traducido por pedro Royo .Dedicado a las meninas Inés y Alicia.</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Conimbricenses&diff=6854Conimbricenses2008-08-30T19:10:58Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
(O Collegium Conimbricenses). <br />
<br />
Nombre por el que eran conocidos los jesuitas de la Universidad de Coimbra en Portugal. En el registro del colegio en distintos tiempos aparecían los nombres de unos doscientos jesuitas incluidos profesores y estudiantes. Hacia finales del siglo dieciséis y principios del diecisieta, la universidad produjo voluminosos comentarios sobre los escritos filosóficos de Aristóteles. Estos comentarios eran dictados a los estudiantes por los profesores y no tenían el propósito de ser publicados, Pero lo fueron, fraudulentamente. Para interpretar y rechazar ediciones no autorizadas, el P. Claudius Acquaviva, general de la Compañía de Jesús asignó al P. Pedro da Fonseca, provincial de la provincia portuguesa, la tarea de supervisar la revisión de estos comentarios para su publicación. El P. Fonseca era muy conocido como el Aristóteles portugués. Los diferentes tratados aparecieron en este orden: <br />
<br />
"Commentarii Collegii Conimbricensis Societatis Jesu in octo libros physicorum Aristotelis Stagyritæ" (Coimbra, 1591); <br />
<br />
"Commentarii Collegii Conimbricensis Societatis Jesu in quattuor libros physicorum Aristotelis de Coelo" (Coimbra, 1592); <br />
<br />
Commentarii etc. in libros meteorum Aristotelis Stagyritæ (Coimbra, 1592); <br />
<br />
Commentarii etc. in libros Aristotelis qui parva naturalia appelantur (Coimbra, 1592);<br />
<br />
Commentarii etc. in libros Ethicorum Aristotelis ad Nichomachum aliquot Cursus Conimbricensis disputationes in quibus præcipua quaedam Ethicæ disciplinæ capita continentur (Coimbra, 1595); <br />
<br />
Commentarii etc. in duos libros Aristotelis de generatione et coruptione" (Coimbra, 1595); <br />
<br />
Commentarii etc. in tres libros Aristotelis de Animâ (Coimbra, 1592). <br />
<br />
Este tratado fue publicado tras la muerte del P. Emmanuel Golz (al que Fonseca había encargado publicar los primeros volúmenes del Padre Comas Maggalliano (Magalhæns), al que añadió un tratado del patre Baltasar Álvarez "De Anima Separata" y su propia obra "Tractatio aliquot problematum ad quinque Sensus Spectantium". <br />
Commentarii etc. in universam dialecticam nunc primum (ed. Venecia, 1606). <br />
<br />
A este tratado se añadía un prefijo rechazando cualquier conexión con la obra publicada en Francfort en 1604 que decía ser los verdaderos "Commentarii Conimbricenses". La parte del prefacio que se refiere a ellos es sustancialmente la siguiente: Antes de que pudiéramos terminar la tarea confiada a nosotros de editar nuestra Lógica, a al que estábamos comprometidos por muchas promesas, ciertos publicistas alemanes sacaron fraudulentamente una obra que decía ser nuestra, que abunda en errores e inexactitudes que son realmente suyos. También sustituyeron por nuestros comentarios ciertas glosas conseguidas fraudulentamente. Es verdad que estos escritos fueron treinta años antes la obra de uno de nuestros profesores, no pensada para la publicación. Fueron el fruto de su celo y nunca soñó que podían aparecer impresas. El último tratado fue preparado para l a prensa por el Padre Sebastian Couto. El total de las ocho partes forman cinco volúmenes en cuarto, que ha tenido mucha circulación y del que han aparecido muchas ediciones, las mejor conocidas son las de Lyon, Lisboa y Colonia. Los comentarios son en latín fluido y complementados con explicaciones confiables del texto y exhaustivas discusiones del sistema de Aristóteles. Karl Werner dice que los jesuitas de Coimbra dieron al mundo una obra maestro, que no tiene igual y que ha recibido la admiración que merece. El Padre de Backer da una lista exacta de las ediciones. Las últimas han añadido el texto griego de Aristóteles.<br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
Langhorst in Kirchenlex., s.v.; Sommervogel, Bibl. de la c. de J., II; Braga, Historia da Universidade de Coimbra (Lisbon, 1892-1902).<br />
<br />
Cassidy, John. (1908). <br />
<br />
Transcrito por M. Donahue. <br />
<br />
Traducido por Pedro Royo, dedicado a las meninas Inés y Alicia</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Apostolicae_Curae&diff=6853Apostolicae Curae2008-08-30T17:21:24Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
<br />
Bula de León XIII publicada en 15 de Septiembre de 1896, que contiene las últimas decisiones papales respecto a la validez de las órdenes anglicanas. Ya se habían tomado decisiones sobre la invalidez de esas ordenaciones. La práctica invariable de la Iglesia Católica supone su invalidez puesto que siempre que un clérigo que había recibido órdenes en la Iglesia Anglicana pasaba a católica y deseaba hacerse sacerdote ha sido ordenado de nuevo incondicionalmente. Hacia finales del siglo XIX varios miembros del clero y laicado anglicano presentaron la petición de que la práctica católica insistir en la reordenación incondicional de los clérigos convertidos del anglicanismo, ya que se debía a la falta de investigación apropiada sobre al validez de las ordenes anglicanas y por asunciones equivocadas que a la luz de ciertas investigaciones históricas, no se podía mantener justamente.<br />
Sobre todo los que pertenecían al movimiento de unión a la Iglesia que se llamó “Corporate Reunion” ( Re-unión corporativa) pensaron que como condición para tal “re-unión “, la Iglesia Católica debía aceptar la validez de las órdenes anglicanas. Unos pocos escritores católicos , que pensaban que había espacio para la duda, se unieron a ellos en una nueva investigación y en un juicio con la autoridad del papa, que permitió que la cuestión volviera a ser examinada y encargó a varios hombres, cuyas opiniones sobre la materia fuera divergente para que cada uno presentara por escrito las razones de sus juicios. Los llamó a Roma, les dio directivas para intercambiaran sus escritos y que hicieran nuevas investigaciones y las discutieran, poniendo a su disposición los documentos existentes. <br />
<br />
Una vez preparados les ordenó que se reunieran en sesiones especiales bajo la presidencia de un cardenal nombrado por él. Se celebraron doce sesiones en las que “todos fueron invitados s la discusión libre”. Después de ello , mandó que las actas de esas sesiones, junto con todos los documentos, fueran entregadas a un consejo de cardenales “de manera que cuando todos hayan estudiado todo el tema y lo hayan discutido en Nuestra presencia, cada uno pueda dar su opinión “. El resultado final fue la Bula "Apostolicae Curae", en la que se declaró que las Ordenes Anglicanas eran inválidas. Como la misma bula explica detenidamente su decisión se basa en fundamentos intrínsecos y extrínsecos.<br />
<br />
<br />
===Fundamentos Extrínsecos===<br />
<br />
<br />
Los fundamentos extrínsecos se hallan en el hecho de la aprobación implícita de la Santa Sede dada a la práctica constante de una ordenación incondicional de los clérigos convertidos de la Iglesia Anglicana que desearan hacerse sacerdotes y el las declaraciones explícitas de la Santa sede respecto a la validez de las Ordenes Anglicanas, cada vez que esta decisión fue evocada.<br />
<br />
Según las enseñanzas de la Iglesia Católica, intentar conferir ordenes una segunda vez a la misma persona es un sacrilegio; de ahí que la Iglesia, permitiendo a sabiendas la práctica de ordenar a la los clérigos convertidos, supone que sus órdenes son inválidas.<br />
<br />
La Bula señala que las órdenes recibidas en la Iglesia de Inglaterra, según el cambio introducido en el Ritual bajo Eduardo VI, la iglesia católica no las reconoció como válidas , no por una costumbre que fue apareciendo poco a poco, sino desde la fecha de ese cambio en el Ritual. Así, cuando se hizo un movimiento hacia la reconciliación de la Iglesia Anglicana con la Santa Sede, en el reinado de la reina Mary (1553-58), el papa Julio III envió al cardenal Pole como legado a Inglaterra, con la facultad de enfrentarse con el caso . Esas facultades “ no tenían la intención de tratar con el estado abstracto de las cosas, sino con un asunto específico y concreto”. Estaban dirigidas a proveer sobre las órdenes sagradas en Inglaterra “como condición reconocida de las circunstancias que reclamaban los tiempos”. Las facultadas dadas al cardenal Pole ( 8 de marzo de 1554) distinguían dos clases de hombres: “los primeros, los que ya habían recibido las ordenes sagradas , ya antes de la secesión de Enrique VIII o después de ella y por ministros infectados por el error y el cisma, pero con el acostumbrado Rito Católico; la segunda, los que fueron iniciados según el ritual Eduardino, que por ello no podía ser promovidos, puesto que habían recibido una ordenación que era nula”. La mente de Julio III aparece también en la carta (del 29 de enero de 1555) por la que el cardenal Pole subdelegaba sus facultades al obispo de Norwich. Igualmente, la bula emitida por Pablo IV el 20 de junio de 1555, un Breve datado el 30 de octubre de 1555.<br />
<br />
La "Apostolicae Curae" cita también , entre otros casos, el de John Clement Gordon que había recibido las órdenes según el ritual Eduardino. Clemente XI emitió el Decreto de 17 de abril de 1704 en el que se decía que debía ser ordenado incondicionalmente y basaba su decisión en el “defecto de forma e intención“.<br />
<br />
<br />
===Fundamentos intrínsecos===<br />
<br />
<br />
La razón intrínseca por la que las Órdenes Anglicanas con declaradas inválidas por la Bula es el “defecto de forma e intención “. Aclara que “los Sacramentos de la Nueva ley, como signos eficientes y sensibles de la gracia invisible, deberían representar tanto la gracia que realizan como la gracia que significan “. El rito usado en la administración de los sacramentos debe ser dirigido al significado de ese sacramento, pues de lo contrario no habría razón para que el rito usado en uno no pueda afectar a otro. Lo que afecta a los sacramentos es la intención de administrar ese sacramento y el rito que se usa según esa intención. La Bula toma nota del hecho de que en 1662 la formula introducida en el ritual eduardino de 1552 había añadido a las palabras: “para el oficio y trabajo de sacerdote” etc. Pero observa que esto manifiesta más bien que lo anglicanos percibían que la primera fórmula era defectuosa e inadecuada. Pero aunque esta adición pudiera dar a la formula su significado debido, fue introducida demasiado tarde, ya que había pasado un siglo desde la adopción del ritual eduardino, y más aún, como la jerarquía se había extinguido, los que había no tenían poder de ordenar. Lo mismo puede decirse de las consagraciones episcopales. El episcopado, verdaderamente por institución de Cristo, pertenece al sacramento del orden y constituye el sacerdocio en su más alto grado. Así que vino a suceder que el sacramento del Orden y el verdadero sacerdocio de Cristo fueron completamente eliminados del rito anglicano, y de ahí que el sacerdocio no se confirió verdadera y válidamente en la consagración episcopal del mismo rito, por la misma razón, entonces, el episcopado de ninguna manera fue verdadera y válidamente conferido. Y más aún porque entre los principales deberes del episcopado está la ordenación de ministros para la Eucaristía y el Sacrificio. <br />
<br />
El papa sigue manifestando cómo el ritual anglicano había sido adaptado a los errores de los reformadores de manera que viciado de esta manera no podía ser usado para conferir ordenes validas, ni podía más tarde ser purgado de su defecto original, principalmente porque las palabras usadas en él tenían un significado completamente diferente del requerido para conferir el sacramento. La fuerza de este argumento , que está clara para los mismos anglicanos, puede aplicarse también a la oración “Dios Todopoderoso, dador de todas las cosas”, al comienzo del rito. <br />
<br />
No solo falta la fórmula apropiada para el sacramento en el ritual anglicano sino que también falta la intención. Aunque la iglesia no juzga lo que hay en la mente del que lo administra, debe juzgar lo que aparece en el rito externo. Pero para conferir un sacramento se debe tener la intención de hacer lo que la iglesia intenta. Si un rito está tan cambiado que ya no es reconocido por la Iglesia como válido, está claro que no puede ser administrado con la intención apropiada. Y concluye explicando cuán cuidadosa y prudentemente ha sido examinado este asunto por la Sede Apostólica, cómo los que la han examinado con él han estado de acuerdo en que la cuestión ya había sido resuelta pero que se podía reconsiderar Y decidir a la luz de las últimas controversias sobre el asunto.<br />
<br />
Entonces declara que las ordenaciones realizadas con el rito anglicano son nulas e inválidas e implora a los que no están en la iglesia y que buscan las ordenes para volver al rebaño de Cristo, dónde encontrar las verdaderas ayudas para la salvación. También invita a los ministros de religión en sus varias congregaciones que se reconcilien con la Iglesia, asegurándoles su simpatía en sus luchas espirituales y el gozo de todos los creyentes cuando hombres tan dedicados y desinteresados como ellos abrazan la fe. La Bula concluye con la declaración de costumbre de la autoridad de la esta carta apostólica (ver ORDENES ANGLICANAS).<br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
Para el texto de la Bula ver Acta Sanctae Sedis (Romae, 1896), XXX, 193-203; Contestación de los Arzobispos de Inglaterra a la Carta Apostólica del papa León XIII sobre las Ordenaciones Inglesas (Londres 1897) ; una Vindicación de la Bula "Apostolicae Curae", por el cardenal arzobispo y los obispos de la Provincia de Westminster, en contestación a la Carta de los arzobispos anglicanos de Canterbury y York (Londres 1898) SEMPLE, Anglican Ordinations (New York, 1906).<br />
<br />
<br />
O'Riordan, Michael.(1907) <br />
<br />
Transcrito por Herman F. Holbrook. Credo et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam.<br />
<br />
Traduccido por Pedro Royo</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Cornelius_Cornelii_a_Lapide&diff=1486Cornelius Cornelii a Lapide2008-08-30T09:09:29Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
(Cornelis Cornelissen van den Steen).<br />
<br />
Jesuita flamenco y exégeta, nacido en Bocholt, en la flamenca Limburg, el 18 diciembre, 1567; muerto en Roma el 12 de marzo de 1637. Estudió humanidades y filosofía en los colegios jesuitas de Maestricht y Colonia, primero teología por medio año en la Universidad de Douai, y después cuatro años en Lovaina; entró en la Compañía de Jesús el 11 de junio de 1591 y después de un año de noviciado y otro de teología, fue ordenado sacerdote el 24 de diciembre de 1595. Después de enseñar filosofía por un año, fue nombrado profesor de Sagrada Escritura en Lovaina en 1596 y al año siguiente también de hebreo. Veinte años después, en 1616, fue llamado a Roma para esa especialidad, el 3 de noviembre y donde por muchos años le dio renombre. El último año de su vida, sin embargo, parece que se dedicó exclusivamente a terminar y corregir sus famosos comentarios. Fue en sacerdote sinceramente piadoso y lleno de celo y un religioso ejemplar. Durante sus años como profesor en Lovaina le gustaba pasar sus vacaciones predicando y administrando los sacramentos, especialmente en la peregrinación de Scherpenheuvel (Montaigu). <br />
<br />
Con emotiva simplicidad se describió si mismo en una oración emocionante a los profetas al final de su comentario a Daniel:” Durante casi treinta años Sufro contigo y por ti alegremente el martirio continuo de la vida religiosa, el martirio de la enfermedad, el martirio del estudio y de la escribita; obtén para mi, te ruego, poder coronar el cuarto martirio, el de la sangre. Por ti he gastado mi mis espíritus vital y animal; también gastaré mi alma”.<br />
<br />
Entre sus hermanos de religión de Roma gozó una tan alta reputación de santidad que, cuando murió, le enterraron de forma separada, para estar seguros reencontrar sus gruesos cuando con el tiempo, como esperaban, recibiese el honor de la beatificación.<br />
<br />
Cornelio a Lapide escribió amplios comentarios sobre todos los Libros del canon católico de la Escritura, con ka excepción de Job y los Salmos. Antes de dejar Flandes, editó los "Commentaries in omnes divi Pauli epistolas" (1614) y, "in Pentateuchum" (1616), ambos en Amberes. Los comentarios a los profetas mayores y menores, a los Hechos de los Apóstoles, a las Epístolas Canónicas y al Apocalipsis, Eclesiástico y proverbios, siguieron después. El resto se editó después e su muerte, pero todos ellos han sido reeditados varias veces, separada y colectivamente.<br />
<br />
Del Comentario a las Epístolas de S. Pablo, pudo ver al menos once ediciones. Las series completas, con Job y los Salmos añadidas por otras manos, aparecieron en Amberes en 1681m 1714; en Venecia 1717, 1740, 1798; en Colonia, 1732;en Turín, 1838; en Lyon, 1839-42, 1865 y 1866; en Malta, 1843-46; en Nápoles, 1854; en Lyon y Paris, 1855 y 1856; en Milán, 1857; en Paris, 1859-63. La mejor edición mencionada ha sido enriquecida con Crampon y Péronne con notas de intérpretes más recientes. Estos comentarios son muy amplios. Explican no solo el sentido literal sino también el alegórico, tropológico y analógico de el testo sagrado y proporcione un gran número de citas de los Padres e intérpretes posteriores de la Sagrada escritura durante el Medievo. Como la mayoría de sus predecesores y contemporáneos, a Lapide intenta servir no solo al estudio histórico y científico de la Biblia sino también a los fines de la meditaciones piadosa y especialmente al la exposición en el púlpito. Un extracto del comentario a los Hechos apareció en 1737 en Tyrnau, bajo el título: "Effigies Sancti Pauli, sive idea vitæ apostolicæ". Una gran obra en 4 volúmenes "Les trésors de Cornelius a Lapide: extraits de ses commentaires de l'écriture sainte à l'usage des prédicateurs, des communautés et des familles chrétiennes", por el Abbé Barbier, se publicó en Le Mans y París en 1856 , reeditado en París en 1859, 1872, 1876, 1885, 1896; y una traducción italiana del mismo , por F. M. Faber, apareció en Parma 1869-70, en 10 vols. <br />
<br />
Estas numerosas ediciones muestran lo mucho que eran estimadas estas obras por los católicos. Pero también se han unido a la apreciación voces de protestantes como. G. H. Goetzius (Leipzig, 1699) que escribió una disertación académica"Exercitatio theologica de Cornelii a Lapide Commentariis in Sacram Scripturam", en la que alaba al jesuita como el más importante escritor católico sobre la escritura. Una traducción inglesa de los comentarios completos fue emprendida por el Rev. Thomas W. Moseman, un clérigo anglicano, bajo el título "The great Commentary of Cornelius a Lapide" (Londres, 1876). Un manuscrito que hay en la Biblioteca Vaticana contiene una traducción árabe del comentario al Apocalipsis, por Yusuf ibn Girgis (a principios del siglo XVIII). Se dice que este mismo escritor maronita ha traducido el Comentario a las Epistolas de S. Pablo <br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
TERWECOREN, Cornelius a Lapide in Collection de précis historiques (Brussels, 1857), 610-14, 636-45; DE BACKER AND SOMMERVOGEL, Bibl. de la c. de J. (Brussels and Paris, 1893), IV, 1511-26; IX (1900), 573.<br />
<br />
<br />
Van Kasteren, John Peter. (1908) .<br />
<br />
<br />
Transcrito por WG Kofron. En memoria de Fr. John Hilkert, Akron, Ohio. Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam.<br />
<br />
<br />
Traducido por Pedro Royo</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Contrarreforma&diff=1482Contrarreforma2008-08-29T19:19:50Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
<br />
<br />
===Importancia del término===<br />
<br />
<br />
El término Contrarreforma denota el período de revitalización católica desde el pontificado del papa Pío IV en 1560 hasta el final de la Guerra de los Treinta Años, en 1648. El nombre, aunque usado hace tiempo entre los historiadores protestantes, ha sido introducido en los manuales católicos más tarde. La consecuencia es que ya tiene un significado y una aplicación, para el que quizás debiera haberse elegido una palabra diferente, ya que, en primer lugar, el nombre sugiere que el movimiento católico vino después del protestante, cuando, en verdad la reforma originalmente comenzó en la iglesia católica y Lutero era un reformador católico antes de llegar a ser protestante. Al hacerse protestante de hecho obstruyó el progreso de la reforma católica, pero no la detuvo. Continuó ganando fuerza en el sur católico hasta que fue lo suficientemente fuerte para enfrentarse y hacer retroceder al movimiento del norte. Aunque la reforma católica hubiera sido posterior a la protestante, no podríamos admitir que nuestro movimiento de reforma debe su motivo y su poder o su línea de acción a éste, de la manera que los movimientos modernos de reforma entre los orientales se deben a la influencia del pensamiento europeo.<br />
<br />
Porque los principios de la Reforma Protestante son para los católicos principios que llevan a la deformación y perpetuación de los abusos, tales como el sometimiento de la iglesia al Estado o el matrimonio del clero, por no hablar de los errores doctrinales. La continuación y la corrección de los mismos abusos no pueden deberse al mismo movimiento. Más aún, se verá que la reforma católica ni siquiera se debió a una reacción contra el Protestantismo, de la manera en que las naciones inertes a veces son espoleadas por derrotas iniciales para aumentar su energía, que al final puede hasta darles ala victoria. Aunque esta reacción tuvo sin duda sus efectos en ciertos reformadores católicos no tuvo o tuvo muy poca en los líderes o en los mejores representantes del movimiento, por ejemplo S. Ignacio de Loyola, su pionero o S. Felipe Neri y S. Vicente de Paúl, ejemplares de su madurez.<br />
Otro punto que tener en cuenta es que aunque asignemos ciertas fechas al comienzo y fin del período que estamos considerando, nunca ha habido una ruptura en la lucha de la Iglesia contra las herejías que surgieron en el siglo dieciséis. En este sentido la Contrarreforma comenzó en tiempo de Lutero y tardó en cerrarse. Pero mientras los puntos de similitud entre este período y los que le precedieron y siguieron puede tratarse extensamente y de vez en cuando ha de ser traído a la mente, no hay razón para rechazar el término para negar que se corresponde con un período histórico con una importancia real.<br />
<br />
Los períodos históricos, hay que recordar, no se pueden cortar con exactitud, mientras suceden, de lo que va antes y viene después, como se hace en los libros porque la historia concreta es siempre continua. En este caso, los límites del período han de medirse no porque se reviertan las políticas o métodos de reforma, sino por el aumento o disminución de la energía con la que se persigue esa reforma. Cuando muchos se dedican intensamente a la reforma, es el “período” de reforma. De la misma manera, ese período cesa cuando tal dedicación desaparece o disminuye aunque continúe realmente aquí y allá o en algunos individuos o clases. Sería injusto presentar a los héroes de la Contrarreforma como si sus reformas fueran diferentes de los más antiguos oponentes al Protestantismo., excepto en grado, en dedicación, meticulosidad, adaptabilidad a las circunstancias alteradas etc. Sus predecesores fueron claros en la condenación y castigo del error. Predicaron, rogaron, amenazaron y hasta lucharon, pero no remodelaron sus formas seriamente en todos los sitios en grandes y pequeñas cosas. No instituyeron nuevos y amplios programas de educación o alteraron las instituciones de sus estados. No tuvieron éxito en despertar el entusiasmo de sus afines ni lograron animar a clases completas a hacer sacrificios heroicos o esfuerzos heroicos. Pero hubo un tiempo en el que hubo tal heroísmo a gran escala, cunado clases completas, por ejemplo el episcopado, nuevas ordenes religiosas y hasta el laicado (como en Inglaterra durante las persecuciones) estaban llenos de entusiasmo, los mártires fueron numerosos, grandes escritores, predicadores y líderes abundaban, cuando se prestaba atención a la educación por los más altos motivos y con gran interés, cuando los deberes de siempre de la vida eran pasaban a un segundo plano pero se estaba alerta, una fe con significados nuevos, cuando los gobernantes católicos y estados enteros se levantaron sin pararse en consideraciones de sus propios intereses particulares. <br />
<br />
El tiempo durante el que duró este entusiasmo duró lo justo para ser considerado un período histórico y a eso es a lo que llamamos el período de la Contrarreforma. Hay que notar también que el principio de este período es más difícil de determinar no solo por su continuidad con los períodos previos y posteriores, sino también porque no comenzó ni terminó al mismo tiempo en todos los países y en cada tierra comenzó , creció y murió por diferentes causas, en diferentes formas y grados y en tiempos diferentes. Considerado de forma amplia, sin embargo, se verá que las fechas asignadas arriba son perfectamente precisas.<br />
<br />
===Máxima decadencia católica===<br />
<br />
<br />
“Desde tiempos de S. Pedro no ha habido un pontificado tan desafortunado como el mío. ¡Cómo lamento el pasado! Rogad por mí”. Estas fueron las tristes palabras del papa Paulo IV al Padre Laínez, en su lecho de muerte, en 1559(Oliver Manare, Commentarius de rebus Soc. Jesu, Florence, 1886, 125). Nunca parece más oscuro, se dice, que antes del amanecer. Las perspectivas del catolicismo en ese momento parecían verdaderamente negras a los observadores del Vaticano. Luigi Mocenigo, embajador de Venencia en Roma, envió a la Señoría el siguiente informe sobre la situación:<br />
<br />
“En muchos países, casi ha cesado la obediencia al papa y los asuntos están tan críticos que si Dios no interviene, pronto estarán desesperados. Alemania…hay poca esperanza de que se cure. Polonia es casi un estado sin esperanza. Los desórdenes que han tenido lugar últimamente en Francia y España son demasiado bien conocidos para que yo hable de ellos, y el reino de Inglaterra…después de volver brevemente a la antigua obediencia, ha caído de nuevo en la herejía. Así, el poder espiritual del papa está tan mal que el único remedio es un concilio reunido con el consentimiento de todos los príncipes. Si esto no pone orden en los asuntos religiosos hay que temer una grave calamidad.”<br />
<br />
Otro diplomático veneciano (y estos hombres eran estimados como los más informados de su época) escribió no mucho después que el cardenal Morone, al salir hacia el concilio, le dijo que “no había esperanza” (Albéri, Relazioni degli ambasciatori Veneti, 1859, II, iv, 22, 82). Aunque los hechos desmintieron la profecía de Morone, sus palabras deben ser consideradas como una prueba concluyente de que hasta los más valientes y mejor informados de Roma veían la situación con un profundo desánimo y valdrá la pena buscar una explicación volviendo a las palabras de Mocenigo. Al mismo tiempo, sin intentar un informe de la Reforma en si, hay que ver lo que se había hecho hasta entonces para detener la revolución religiosa.<br />
<br />
Alemania.<br />
<br />
Antes de la Reforma Protestante, la celebración de sínodos y concilios provinciales había sido frecuente y siempre habían estado atentos a los puntos que requerían reforma. Después los papas enviaron una serie de legados y nuncios como Aleander, Campeggio, Cayetano, Contarini, Morone, que en general eran hombres de conspicua sinceridad, vigor y prudencia. También entre los católicos alemanes se encontraban hombres de espléndida elocuencia como Tetzel, Johann von Eck, Miltitz, Nausea, Jerome Emser, Julius Pflug, Johann Gropper, que habían luchado valientemente en el bando católico, El emperador Carlos V había trabajado en general con una ¡marcada devoción a favor del catolicismo, aunque su política italiana, es verdad, había entrado en conflicto con los deseos e intereses del Romano Pontífice. Pero ahora se había ido y su sucesor Felipe II de España y Fernando de Austria si se considera su devoción o el poder que ejercieron, como campeones y protectores del catolicismo, era inferior al de Carlos. Había habido muchas mejoras en el campo católico. El episcopado alemán, antes de tan poco valor, tenía ahora a varios nobles personajes entre los que Otto von Truchsess, obispo de Augsburgo y después cardenal era el más brillante representante.<br />
<br />
Los frailes dominicos y franciscanos se habían mostrado desde el principio ir a la vanguardia siempre preparados para enfrentarse al enemigo, animando por todas partes a los hombres de sus grupos, previniendo muchas defecciones (ver N. Paulus, Die deutschen Dominikaner im Kampf gegen Luther, 1903). Los primeros jesuitas habían tenido también notable éxito. Así, mientras por una parte se veía que aun había vida en la iglesia alemana, que no era imposible realizar el bien que se había comenzado, sin embargo en general la situación era oscura como en tiempos anteriores. Aun no se había encontrado una salvaguardia contra el protestantismo. El intento de concluir una “paz religiosa “o un “Interim” en las varias Dietas de Nuremberg, Espira, Ratisbona y Augsburgo no hacía otra cosa que dar respiros a la organización del protestantismo, que así se preparaba para nuevos ataque y victorias.<br />
Los turcos presionaban en Hungría y Austria por el sureste; los franceses se aliaron con los Reformadores e invadieron el oeste de Alemania anexionándose tres obispados de Metz, Verdun y Toul. Carlos hizo entonces grades sacrificios para ante los protestantes para conseguir “la paz religiosa de Augsburgo” (1555) para combinar todas las fuerzas contra Francia<br />
<br />
Se realizó la alianza pero no tuvo éxito: los franceses retuvieron sus conquistas; Carlos se retiró; el poder la de Alemania católica parecía estar eclipsado. Bien podía Mocenigo decir: Hay poca esperanza de que Alemania se cure”<br />
<br />
Polonia.<br />
<br />
<br />
“Polonia es casi un estado sin esperanza”: El protestantismo había ganado terreno rápidamente. En 1555 se había celebrado un “sínodo nacional” que había pedido el matrimonio de los sacerdotes, la comunión bajo las dos especies, la misa en polaco y la abolición de las “annatas”. Tales exigencias con demasiada frecuencia habían sido el paso preparatorio para el lapso al protestantismo y de hecho en 1557 el débil rey Segismundo permitió la “libertad” de conciencia en Danzig y otras ciudades. Había irresolutos hasta en el clero y entre los obispos como Santiago Uchanski, arzobispo de Gnesen y primado de Polonia en 1562, Pero afortunadamente el mal no estaba profundamente enraizado en este país. No había habido excesivas confiscaciones de las propiedades de la iglesia ni apostasías entre sus gobernantes. El gran arzobispo y cardenal Stanislas Hosius, se hizo famoso y detrás de él permanecieron numeroso y fervientes clérigos que a su debido tiempo renovarían la faz de la Iglesia, aunque por el momento el estado del país era muy serio. (Ver Krause, Die Reformation und Gegenreform. im ehemaligen Königreiche Polen, Posen, 1901.) <br />
<br />
Francia y España.<br />
<br />
"Los desórdenes en Francia y España son demasiado bien conocidos para que hable de ellos “, La primera revuelta abierta de los Hugonotes, llamada el Tumulte d'Amboise, había tenido lugar poco antes de que escribiera Mocenigo. Francia, aunque se alió con los herejes de Alemania, había preservado su paz religiosa. Pero los convertidos al protestantismo eran numerosos y bien organizados, incluidos no pocos de la más alta nobleza y de sangre real, especialmente los príncipes de la casa de Borbón a la que la corona real estaba destinada a llegar en poco tiempo. El soberano reinante, Francisco II era apenas un muchacho y aunque de momento la casa Lorena y la familia de los Guisa habían dado la victoreé a los católicos, la situación era peligrosa y pronto iba a producir una larga serie de guerras de religión.<br />
<br />
Las dificultades de España eran en un sentido más bien extranjeras que domésticas. Es cierto que había habido algunas defecciones como Encinas (Dryander), Servet y Valdés y aunque no numeroso fueron suficientes para causar alarma y sospecha, de tal manera que el mismo arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza fue llevado ante los tribunales. (Cf. Schäfer, "Gesch. des spanischen Protestantismus", Gütersloh, 1902; Menéndez y Pelayo, "Historia de los heterodoxos Españoles", Madrid, 1880-82.).El proceso duró muchos años y al final no se pudo probar nada contra él. <br />
<br />
Existía, además, el peligro de los moriscos, pero lo que producía más ansiedad a los pensadores serios era la unión a España del conjunto de los Países Bajos, Nápoles y muchas partes de Italia. Los españoles era muy impopulares en todas partes y los reformadores estaban comenzando, especialmente en los Países Bajos a pasar por patriotas, lo que resultaba muy desafortunado para el catolicismo. Por ejemplo, el rey Felipe II había arreglado con la Santa sede en 1569 ciertos cambios en las sedes flamencas. Mechlin, Cambrai y Utrecht fueron hechas arzobispados y catorce distritos más pequeños obispados. Esta medida, sabia y recomendable en si misma, fue mal recibida por venir de los gobernantes españoles. La redistribución de beneficios, que tenía que hacerse para dotar a las nuevas sedes, provocó quejas que casa vez eran más ruidosas y al final resultaron ser una de las principales causas de revolución en los Países bajos <br />
<br />
Inglaterra<br />
<br />
Ningún estado de Europa cambió de bando con tan sorprendente facilidad como Inglaterra. Al principio parecía la menos tendente a la revolución. Había permanecido contenta y pacífica; la observancia de los cánones era favorable comparada con otros países; el rey se mostraba enfáticamente favorable a la Santa Sede hasta “hasta que la luz del Evangelio brilló por primera vez en los ojos de Ana Bolena”. Después se vio que el poder absoluto del soberano era mucho más grande que ninguna otra fuerza en el reino. Hubo algunos mártires gloriosos (ver FISHER; HOUGHTON; MORO) y, en general, la suficiente resistencia para mostrar que el país, agarrado a su antigua fe, nunca hubiera cambiado por la fuerza. Cuando se aplicó esa fuerza, el cambio fue vergonzosamente rápido y completo. Cuando la reina Mary logró imponerse tampoco hubo mucha dificultad en la más ardua tarea de restaurar el antiguo orden, a pesar de las propiedades de la iglesia, que habían sido confiscadas y ya distribuidas entre miles de individuos. Pero toso dos años para la restauración de la Iglesia y a pesar de que se llevó a cabo de forma poco conciliadora y el “establishment “de Mary demostró ser más estable cuando fue juzgado en la persecución de Isabel que la antigua iglesia cuando fue atacada por el rey Enrique VIII. Pero en ningún caso pudo la iglesia oponerse al poder de la corona y la resistencia, aunque suficiente para ser reconocida como una magnífica protesta contra la tiranía real, fue completamente insuficiente para detener los dictados de los soberanos de la casa de Tudor y de sus poderosos ministros. El movimiento de reacción dirigido por Mary no puede ser incluido en la Contrarreforma misma porque afectó a la restauración de los métodos e ideas antiguas y secaba sus fuerzas de los sentimientos religiosos de la tierra, que habían permanecido durmientes mientras fueron abatidos por poderosas fuerzas , pero se levantaron de nuevo tan pronto como cesó la represión .<br />
<br />
Escocia e Irlanda<br />
<br />
Estos países fueron incluidos probablemente por Mocenigo bajo Inglaterra, aunque sus condiciones eran muy diferentes. Escocia, por el contrario que Inglaterra era quizás, de todos los países de Europa el más inclinado a aceptar la Reforma. Sangrientas e incesantes guerras habían desmoralizado la vida monástica y habían convertido el gobierno de la iglesia en extraídamente difícil, mientras los bruscos barones, habían introducido a sus hijos ilegítimos en un gran número de abadías, y sedes episcopales. Sin embargo Escocia resistió un siglo la reforma que Enrique y Eduardo intentaron por todos los medios introducir. Los esfuerzos de Isabel fueron más sutiles y tuvieron más éxito. María de Guisa, reina regente de escocia, se apoyaba casi completamente en las armas francesas para el mantenimiento de la autoridad religiosa real. Se representaba ante la nobleza que esto era un insulto y una injuria para la casa inglesa a la que naturalmente debía haber caído la corona, la Casa de Hamilton y la nobleza de la tierra. Más aún, los calvinistas en Francia habían ganando contra muchos soldados escoceses jóvenes y estudiantes de París, sobre todo el conde de Arran que estuvo a un paso del trono. La revolución sucedió y aunque la regente se hubiera mantenido si Inglaterra hubiera permanecido neutral, no quedó duda de cual sería el resultado cundo Isabel desdió ayudar a los rebelde con dinero, hombres y barcos. La novena cláusula del tratado de Edimburgo (6 julio, 1560) estipulaba que “se pasara sobre el tema de la religión en silencio”, lo que efectivamente dio a los protestantes escoceses apoyado por Inglaterra el poder para hacer lo que quisieron. Las tierras de la iglesia fueron tomadas por los laicos y (excepto en el inaccesible norte) se borró por la fuerza todo vestido de la observancia católica en aquella tierra. Fue la última revolución contra al iglesia y la más lamentable por la previa constancia de los escoceses.<br />
<br />
Respecto a irlanda, Roma probablemente no sabía nada excepto las características, más oscuras. Los obispos de Mary y todos los anglo-irlandeses de la región de la Pale se habían aliado con Isabel, aunque ésta había hecho apenas cambios hasta entonces. Oficialmente el estado de Irlanda parecía estar tan mal como el de Inglaterra. la comunicación con los irlandeses de más allá de Pale era difícil de mantener. Probablemente no se habían abierto aún.<br />
<br />
Escandinavia e Italia<br />
<br />
Mocenigo no menciona a estas naciones, la primera estaba tan lejos de la influencia romana que la Contrarreforma nunca llego hasta allí. Sobre la segunda seguramente hubiera dado una informa mejor que de cualquier otra nación europea. Un par de generaciones antes, cuando el Renacimiento pagano estaba en su apogeo, hubiera sido otra cosa. Pero entonces abundaba la corrupción en todas las clases altas, como todos podían ver, y solo la guerra había detenido la expansión del lujo, aunque no había llegado a la gente de abajo, y había resultado en mejores condiciones (Cantù, Gli eretici d'Italia, Turin, 1865-67). <br />
<br />
En cada elección papal se elegía a mejores hombres y el colegio de cardenales ciertamente contenía a los reformadores más ilustrados que se podían encontrar en cualquier sitio: Aleander, Contarini, Morone, Pole, Sadolet se pueden citar como ejemplos. Había muchos prelados admirables como Gian Matteo Giberti, obispo de Verona. Más aún, varias nuevas y eficientes ordenes religiosas habían comenzado a existir hacía poco como los Capuchinos, teatinos, Barnabitas mientras que S. Jerónimo Emiliano había formado a los Clérigos regulares conocidos como Somaschi.<br />
<br />
El papa Paulo IV (Giovanni Pietro Caraffa) era un buen representante de estas tradiciones de la iglesia italiana inmediatamente antes del Concilio de Trento. Era santo y sincero, enérgico y trabajador como había demostrado antes de ser elevado al papado. Pero las virtudes de un gran reformador no siempre son las que se necesitan en un gobernante. Como S. Pío V, en ciertas ocasiones, Paulo IV, era a veces precipitado en recurrir a métodos medievales. Sus bulas contra el nepotismo fueron una reforma de la mayor importancia, por fue traicionado, en gran medida por el nepotismo en la guerra fatal contra España (1557-58), cuyas desgracias y desordenes afectaron a la causa del catolicismo tan adversamente en la Europa occidental. Por esta causa el reinado de María Tudor terminó en oscuridad, los Países Bajos distritos, la relación de Inglaterra Flandes y España con el papa prácticamente interrumpida, mientras que los reformadores de Francia mantenían que los males de la época se debían a las ambiciones de los papas. En cuanto se concluyó la Paz de París en 1559, los males que hasta entonces actuaban de forma apenas visible, se hicieron evidentes. Mientras Inglaterra se separaba, seguida por Escocia, se vio que Francia y los Países Bajos estaban profundamente infectadas por la herejía y la Santa Sede no tenía representantes en esos países para combatirla o estaban tan lejos del favor que no tenían ningún poder. Esto explica las palabras de Paulo IV en su lecho de muerte citadas arriba que describen tan vívidamente la desafortunada condición de la Iglesia en este momento<br />
<br />
===S. Ignacio y los jesuitas, pioneros del movimiento===<br />
<br />
<br />
Pero aunque Paulo IV no lo advirtiera, la reacción católica había hecho considerable progreso. El número de grandes hombres entre los cardenales y la fundación de los capuchinos, Teatino y otras órdenes, ya mencionadas, eran los síntomas de la mejora.<br />
<br />
Y entonces apareció Ignacio y los Jesuitas tan conspicuos en el movimiento. Hay que notar qué diferente fue la evolución de los reformadores protestantes (hasta los más meticulosos) y la vocación de este líder católico. El monje Lutero y muchos como él comenzaron por denunciar los abusos. Los abusos eran serios, sin duda, pero por la naturaleza de los casos, abusos en materia o sobre materias en sí laudables y sagradas. Pero los acusadores se volvieron tan violentos que gradualmente olvidaron cualquier bien que estuviera relacionado con el objeto criticado, aunque el bien quizás tenía más importancia que el mal. Entonces los ataques se centraron contra las personas que mantenían o defendían la cosa impugnada y que fallaban en hacer los cambios exigidos y casi siempre eran declarados traidores o que habían abandonado a la iglesia misma. Finalmente el reformador, colocándose a si mismo como el estándar verdadero de la ortodoxia cayó en la autoexaltación y por fin se rebelaron y separaron de la Iglesia a la que originalmente había intentado servir.<br />
<br />
El soldado Ignacio, de incapacitado después de su herida en Pamplona (1521) pensó servir a Cristo como capellán. la idea lentamente tomó posesión en su alma y despertó una superior ambición espiritual. La imitación y servicio de Cristo debían ser totales. Primero se educaría a si mismo lo mejor que le permitiera su edad y se haría sacerdote, induciría a los mejores de sus compañeros a unirse a él y después irían a Tierra Santa a imitar la vida del Salvador tan literalmente y exactamente como pudieran. Esto era un ideal humilde pero sublime, capaz de arrastrar y satisfacer a las almas más sinceras y con seguridad llevaría a grandes esfuerzos. No había aquí preocupación por abusos, reformas ni por preocupación temporal alguna, ni siquiera las más dignas de alabanza.<br />
Durante doce años Ignacio, ya un hombre de mediana edad, trabajó en la educación y la santificación propias y de sus seguidores que se unieron a él y el plan se hubiera completado como se concibió si la guerra con los turcos no les hubiera mantenida en Venecia esperando durante varios meses, sin poder ir a Palestina. Volvió a Roma, adonde llegó en noviembre de 1537 y ya no la dejó. Los servidos de su pequeño grupo eran tan requeridos que eran los hombres prácticos del momento con sus cabezas y sus corazones preparados para trabajar en cualquier cosa. En poco tiempo se había oído hablar de ellos y se les había visto por todas partes. Aunque pocos en número, llevaron el Evangelio a Abisinia, India, China y hasta los confines del mundo conocido. Se habían enfrentado y luchado contra los más reacios herejes; habían predicado a los pobres, atendido a los enfermos en los más miserables barrios de las ciudades manufactureras. Aun no tenían grandes colegios, que después les hicieron famosos, ni la gente sentía su fuerza como la de una corporación, lo que les hacía ser los pioneros, la vanguardia de la iglesia, los más notables. Si tan pocos predicadores podían hacer tanto, sus llamadas a otros a unirse a ellos elevó la confianza de las multitudes, su energía y nuevos esfuerzos. (ver COMPAÑIA DE JESÚS).<br />
<br />
<br />
===El Concilio de Trento===<br />
<br />
<br />
Convocado originalmente en el año 1537; en los siguientes catorce años se celebraron dieciséis sesiones. En 1552 se prorrogó por tercera o cuarta vez y las luchas por toda Europa eran tan serias que casi se desesperó de poder clausurarlo. “El único remedio” decía Mocenigo, “es un concilio reunido con el consentimiento de todos los príncipes”. Pero era poco probable que las facciones de los arrogantes príncipes de aquella época cedieran en sus puntos de vista e intereses. Sin embargo, por el bien común, había que intentarlo y cuando los obispos se reunieron de nuevo en 1561 llegaron con sus corazones resueltos a hacer todo lo que pudieran. El “consentimiento de todos los príncipes no era fácil de conseguir”. Si hubieran conocido las negociaciones secretas de Isabel con la Corte francesa (Foreign Calendars, 1561, nn. 682, 684), quizá hubieran interpretado de forma siniestra las proposiciones con las que el cardenal de Lorena y otros galicanos interrumpían constantemente el progreso. Por fin el cardenal Morone y el cardenal de Lorena hicieron una visita al emperador y al papa. Se llegó a un mejor entendimiento entre la parte clerical y del estado y así se concluyó el concilio más expeditamente y con más satisfacción de lo que parecía posible. Mientras los políticos habían estado dedicados a la lucha interna por sus intereses, los teólogos habían hecho muy bien su trabajo y cuando se promulgaron los decretos la admiración fue general por la cantidad de definiciones que se habían conseguido. Aun que habían abundado los rumores de intrigas y divisiones, los puntos en los que todos estaban de acuerdo eran sorprendentemente numerosos y formaban un contraste notable con las contradicciones y opiniones individuales de las sectas protestantes que cada vez eran más evidentes y agrias. Ningún congreso se había pronunciado nunca ni tan claramente sobre tantas cuestiones útiles. Más aún, los obispos y representantes de varios países se habían llegado a conocer unos a otras como nunca antes y cuando se separaron y volvieron a sus gentes con una nueva percepción de la unidad de la iglesia y edificados por la sincera santidad de la jerarquía. <br />
<br />
Desde este momento se capta una cierta disposición al compromiso y la aprehensión del cambio, que había sido tan extendida, va desapareciendo. Aunque, por ejemplo muchos querían que los laicos recibieran la comunión también con el cáliz, bajo las dos especies, para evitar más defecciones, y ahinqué el concilio y la Santa Sede lo había permitido para ciertos países, se vio que esa concesión era innecesaria y no se hizo uso de ella. Los decretos, al menos los doctrinales, fueron recibidos por todas partes con aprobación. Los decretos disciplinarios, por otra parte, no fueron aceptados sin serias calificaciones por parte de los monarcas católicos. España mantuvo “los privilegios de la Corona española”; Francia al principio rehusó aceptarlos como inconsistentes con la Libertades Galicanas, un rechazo que era importante por el peligro de Regalismo que iba a pesar tanto en Francia durante las siguientes generaciones [Cf. Además losa decretos del concilio (Roma 1564, et soep.), la valiosa publicación de la Sociedad Görres Society, "Concilium Tridentinum, Diariorum, actorum, epistularum, Tractatuum nova collectio", I, "Diariorum pars prima", ed. S. Merkle (Freiburg, 1901), y "Actorum pars prima", ed. S Ehses (Freiburg, 1904).] <br />
<br />
<br />
===Tres grandes papas reformadores===<br />
<br />
<br />
Los papas, en general y por la naturaleza de su posición, son extremadamente conservadores, pero fue característico de la Contrarreforma que después del Concilio de Trento, tres papas de una gran energía reformadora fueran elegidos sucesivamente<br />
<br />
<br />
S. Pío V.<br />
<br />
<br />
El gran logro de este papa fue el ejemplo que dio de virtud heroica. En el lenguaje de su tiempo “convirtió su palacio en un monasterio y fue él mismo un modelo de penitente, de ascetismo y de oración.”. Inspiró a todo lo que le rodeaba con sus altas miras y en todas partes de la administración papal se vio enseguida la nueva vida y fuerza. Muchas y muy notorias habían sido las corrupciones que se habían introducido durante los pontificados de los transigentes papas humanísticos que le habían precedido. Es cierto que se habían aprobado severas leyes según la costumbre de ese tiempo, esperando que se mantuviera el buen orden por el miedo a las severas penas, pero con una laxa administración tal método de gobierno resulto contraproducente. Pío V aplicó las leyes con inflexible regularidad a ricos y nobles así como a los pobres e insignificantes. Su rigor y vigor fueron a veces excesivos, sin duda, pero esto no era reprensible en aquellos tiempos. Había existido una exigencia popular a gritos de “reforma en la cabeza y en los miembros” y no había muchas esperanzas de conseguirla, teniendo en cuenta las posturas tradicionales fuertemente conservadoras de la corte romana. Ahora que se había logrado lo que parecía imposible, los excesos ocasiónenles en la de conseguirlo eran fácilmente perdonados, si no aplaudidas, como señales de la seriedad del deseo de cambio. Subió la estima del papado, los legados y nuncios papales se enfrentaron con firmeza a los poderosos soberanos a los que eran enviados y lucharon con dignidad para la corrección de los abusos. Las reformas se aceptan con más facilidad por parte de los inferiores cunado los superiores las cumplen. Hasta los protestantes mencionaban al papa Pío con respeto. Bacon hablaba de “ese excelente papa Pius Quintus, al que me pregunto por qué sus sucesores no le han declarado santo” ("Of a Holy War", en sus Obras, ed. de 1838, I, 523; aunque las palabras se ponen en boca de otro). Aunque las fuerzas enemigas de Pío eran poderosas y las postura eran en general muy crítica en todas partes que lo más sensato hubiera sido tener una extrema precaución, su imposición sin miedo de las existentes leyes de la iglesia tuvo un verdadero éxito. Así, aunque su bula con la que excomulgaba a Isabel fue en un serio fracaso y algo a destiempo, sus resultados en la esfera espiritual fueron admirables porque liberó a los católicos ingleses del sometimiento de sus conciencias a tiranía de la reina Isabel. Cosa que no se hubiera conseguido con medidas más suaves.<br />
<br />
<br />
Gregorio XIII<br />
<br />
<br />
Gregorio XIII se convirtió en líder del movimiento de reforma por cualidades muy distintas de las de su predecesor. Era un hombre amable y sociable que había llegado a la fama comprofesor de derecho canónico y su éxito se debía a su entusiasmo por la educación, piedad y por el conocimiento de la maquinaria del gobierno más que por algo magnético e inspirador propio de su personalidad.<br />
<br />
Fue generoso en su apoyo a las misiones de los jesuitas y en sus concesiones a los seminarios y colegios. Los colegios alemanes ingleses y griegos y muchos otros le deben sus bulas fundacionales y muchos de sus fondos Envió misiones a sus propias expensas a todas las partes del mundo. Aunque no era un genio de la política, tenía un admirable secretario Ptolomeo Galli, cardenal de cómo, cuyos papeles siguen siendo hoy modelo de perspicacia y orden. Se establecieron nunciaturas permanentes en las cortes católicas en vez de los enviados especiales (Viena, 1581; Colonia, 1584), con felices resultados. Así, cuando Gebhard Truchsess, arzobispo de Colonia se pasó al protestantismo e intentó (1582) llevarse consigo su electorado, los nuncios de todas partes organizaron un contraataque vigoroso que tuvo éxito. Desde entonces Colonia ha sido una fortaleza del catolicismo del Noroeste de Europa. <br />
<br />
La reforma del calendario fue otra obra de largas perspectivas, si se puede decir así, que le dio mucho prestigio al papa que lo organizó. Fue también muy generoso en la concesión de indulgencias y animó las obras de piedad a gran escala. Tomó inaparte muy activa en la celebración del jubileo del Año Santo (1575) y los peregrinos que acudieron por miles a Ciudad Eterna volvieron a sus lugares para extender por Europa la satisfacción que sentían al ver al mis pontífice oficiar las largas ceremonias religiosas, abriendo las procesiones y atendiendo a los peregrinos pobres con sus propias manos.<br />
<br />
<br />
Sixto V<br />
<br />
Como Pío V, Gregorio XIII tenía demasiado entusiasmo por las teorías abstractas y las prácticas medievales para ser un gobernante ideal; era además muy mal financiero y, como muchos otros buenos juristas, era algo deficiente en los juicios prácticos. Pero precisamente en esto su sucesor Sixto V, estaba fuerte.<br />
Donde Gregorio, a final de su pontificado estaba agobiado por las deudas, siendo incapaz de acabar con los bandidos que dominaban el país hasta las mismísimas puertas d e Roma, Sixto, con su buena administración, fue pronto uno de las papas más ricos, cuya palabra era la ley en cada rincón de sus Estados. Terminó S. pedro y erigió el obelisco de Nerón ante él. Construyó la Biblioteca Vaticana y el ala del palacio que los papas han habitado desde entonces, mientras que prácticamente reconstruía loa palacios del Quirinal y del Laterano, Construyó el acueducto llama o Aqua Felice, la Vía Sixtina, el hospital de San Guirolamo y otros edificios aunque su pontificado solo duró cinco años y medio. Sixto era de mente amplia, fuerte, práctico un hombre que no temía enfrentarse a los más grandes problemas y bajo su mando los retrasos de la Ciudad Eterna (que tenían fama de ser perpetuos) cambiaron a una rapidez, casi precipitación.<br />
<br />
Como el Concilio de Trento había dado a los católicos, cuando más lo necesitaban, un testimonio de la unidad y catolicidad de su fe, estos tres pontífices, con sus variadas excelencias, mostraron que el papado poseía todas alas calificaciones que los fieles esperaban en sus líderes, virtudes que después repetían ellos mismos (aunque no tan frecuentemente) en los papas sucesivos, especialmente en Clemente VIII, Paulo V y Urbano VIII. Ahora la marea de la contrarreforma iba extendiéndose en plenitud y en ningún otro aspecto se puede estudiar mejor que en las misiones.<br />
<br />
<br />
===Las Misiones===<br />
<br />
<br />
Mientras en Europa campaba la persecución y la guerra, las políticas y las costumbres inveteradas que impedían el progreso, los amplios continentes de América, Asia y África ofrecían una salida más libre para la energía espiritual del nuevo movimiento. Comenzando con S. Francisco Javier, hay entre los jesuitas multitud de apóstoles y mártires y confesores y predicadores de primer orden. En india y China, Antonio Criminale, Roberto de' Nobili, Ridolfo Acquaviva, Matteo Ricci, Adam Schall. En Japón tras los grandes éxitos del P. Valignano, hubo una terrible persecución en la que perecieron por muerte heroica casi ochenta jesuitas, por no hablar de otros. Abisinia y Congo fueron evangelizados por los Padres Nuñez, Baretto y Sylveira. En America del Norte se hicieron heroicos esfuerzos para convertir a los indios (ver BRÉBEUF; LALLEMANT), y en América del Sur la obra de S. Pedro Claver a favor de los esclavos de África y las reducciones del Paraguay. Los frailes franciscanos y dominicos y el clero secular estaban en el terreno antes que los jesuitas en Centro America (donde Las Casas ha dejado un nombre imperecedero); en otras partes pronto estuvieron en primera fila. En poco después, S. Vicente de Paúl y sus fervorosos seguidores apostólicos y en 1622, la Congregación romana “De Propaganda Fide, con sus misioneros organizados (ver PROPAGANDA, COLEGIO DE)<br />
<br />
Para poder apreciar los nombres citados en conexión con el movimiento que estamos considerando, debemos recordar que estos apóstoles no solo estaban mostrando en sus heroicas labores y sufrimientos la verdadera naturaleza de la Contrarreforma; también estaban ganándose a muchos neoconversos a ella con su predicación, mientras que sus cartas elevaban a lo más alto a las generosas almas en sus países (ver Cros, "St. François Xavier, Sa vie et Ses lettres", Paris, 1900; y "Lettres Edifiantes et Curieuses", 34 vols., Paris, 1717, ss). <br />
<br />
<br />
<br />
===Progreso en los Estados Europeos===<br />
<br />
<br />
Mientras en lejanas tierras el nuevo espíritu encontraba un campo libre hasta cierto punto, su progreso en Europa dependía grandemente en las varias fortunas de los poderes políticos católicos y protestantes. Aquí solo será posible indicar los principales períodos de ese progreso y hay que recordar que ha habido controversias en un momento u otro sobre los hechos principales.<br />
<br />
Alemania y Austria<br />
<br />
<br />
Es evidente que las pérdidas en Alemania no cesaron con la Paz de Augsburgo de 1555. Los protestantes, cuado surgía la ocasión, no habían duda en beneficiarse de los problemas religiosos de las varias sedes episcopales y habían tomado posesión de dos arzobispados (Magdeburgo y Bremen), y de doce importantes obispados. Sol o por el recurso a las armas se salvó Colonia en 1583 mientras que la libertad de Estrasburgo y Aquisgrán corría grave peligro. Hubo también muchas defecciones entre los príncipes menos importantes y mientras Maximiliano fue emperador (1564-76) sus proclividades protestantes impidieron a los católicos actuar con el vigor y autoridad que correspondía a su número y a su causa. <br />
<br />
Respecto a la alarmante condición de Alemania del norte en torno a 1600, ver "Röm. Quartalschrift" (1900), p. 385 ss. La situación se puso tan seria que S. Pedro Canisio comparó retóricamente a los católicos de los países católicos de Baviera y Tirol a las dos tribus de Israel que se salvaron, mientras las otras eran llevadas al cautiverio (ver O. Braunsberger, Canisii Epistulæ et Acta, Freiburg, 1896-1905, I-IV). De hecho, Alberto V de Baviera (1550-79) parecía el único príncipe católico que podía oponerse a los protestantes. El utilizó libremente su autoridad para excluir a los protestantes de puestos de confianza etc., un ejemplo imitado después por otros príncipes católicos (ver Knöpfler, Die Kelchbewegung in Bayern unter Albrecht V, Munich, 1901). <br />
Hubo un progreso más satisfactorio entre los mismos católicos. Estaba surgiendo una nueva generación de obispos. Aunque era imposible poner fin inmediato a los abusos del “patronazgo” practicado por la nobleza y los príncipes, la proporción de hombres elegidos por su capacidad y virtudes había aumentado por todas partes. Otto von Truchsess, Obispo de Augsburgo, ha sido ya mencionado y con é se pueden mencionar Julius Echter von Mespelbrunn, Obispo de Würzburg (del que se decía que había reconciliado a más de 60.000 almas), el Cardinal Klessel, arzobispo de Viena, Theodore von Fürstenberg, Ernst von Mengersdorf, Dietrich von Raitenau, de Paderborn, Bamberg, y Salzburg respectivamente y muchos otros. Eran verdaderas columnas de la Iglesia cuya influencia se sentía más allá de los límites de sus diócesis. Los resultados conseguidos por los escritores cristianos también eran de largo alcance Tanner, Gretscher (Gretser), Laymann, Contzen, y por los predicadores y misioneros, especialmente Canisio, llamado malleus hoereticorum, y otros jesuitas y dominicos. Los colegios de jesuitas fueron aumentando de forma constante produciendo mucho y permanente bien.<br />
<br />
Al fin, con el reinado del emperador Rodolfo II (1576-1612) llegó la ocasión para la Contrarreforma en Alemania y Austria. Allí donde la Casa de Austria ejercía su influencia, los príncipes y señores católicos comenzaron a ejercer el mismo de reformar (Reformationsrecht, Jus reformandi) a favor de la iglesia, que los protestantes habían utilizado hasta entonces contra ella. Los protestantes se organizaron en 1608 en una “Unión “a los que los católicos contestaron con una “Liga”. Así, los grupos opuestos pronto fueron derivando hacia la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648). Aunque los aliados católicos comenzaron con grandes desventajas poco a poco se fueron imponiendo y a finales de 1613 parecía que habían asegurado su superioridad, que Fernando II con su “Edicto de Restitución “reclamó las tierras de la Iglesia capturadas por los protestantes del de la Paz religiosa de Augsburgo de 1555 y en particular los dos arzobispados mencionados antes y los doce obispados. El poder político de los católicos estaba en este momento en el punto más alto al que llegó durante la Contrarreforma. Sin embargo enseguida hubo reacciones. Francia y Suecia se unieron con los protestantes y los católicos no tenían ni el entusiasmo ni la unidad de propósito para mantener su ventaja. La Paz de Münster y de Osnabrück en 1648, desastrosa y humillante políticamente para Alemania fue también muy injuriosa par el catolicismo. (Ver TRATADO DE WESTFALIA).<br />
<br />
Las tierras de la iglesia fueron secularizadas libremente y distribuidas, como precio de la paz, para dejar que los señores prácticamente tuvieran el derecho de dictar a sus súbditos la religión que debían profesar. Las autoridades civiles, hasta en los países católicos, católicas, reclamaron y ejercieron el derecho de placet en la elección de los obispos, lo que a la larga era más injurioso. El fervor de la Contrarreforma evaporó entre las distracciones de la guerra, la decepción de la victoria y las miserias de la derrota.<br />
<br />
<br />
Francia<br />
<br />
<br />
Si la Contrarreforma tenía tanto que temer de las políticas de los príncipes seculares, era de Francia de la que más tenía que temer: Las guerras de Francisco I contra el emperador Carlos V había dado a ala Reforma la ocasión de extenderse. Francia representó la mayor dificultad al concilio de Trento. La lucha entre catolicismo y protestantismo en Francia fue lleva a cabo con mucha crueldad. Aunque la eventual victoria de la Contrarreforma era muy amplia, en ningún lugar llegó tan tarde, en ningún lugar hubo gran peligro de desastre. Esto se debía a la cercanía entre iglesia y Estado: en virtud de las llamadas libertades galicanas el rey y los nobles ejercían una influencia indebida en el nombramiento de obispo, abades y clero y en general en la administración eclesiástica. <br />
Poro los últimos gobernantes de la casa de Valois, así como Catalina de Médicis carecían de principios y todos los esfuerzos para reformar bajo tales lideres terminaron en luchas y revueltas. Margarita de Valois, hermana de Francisco I favoreció al protestantismo y pronto infectó a la casa de Borbón (reyes de Navarra) con los que casó y que reclamaron la sucesión al trono de Francia.<br />
<br />
Enrique II se había aliado desvergonzadamente con los poderes protestantes extranjero, mientras quemaba a herejes en casa. La herejía se expandió entre los príncipes de sangre y la alta nobleza, que arrastraba consigo a sus súbditos. De ahí las infinitas luchas y las siete sangrientas “Guerras de Religión” (1562, 1567, 1569, 1573, 1577, 1580, 1587-93). <br />
<br />
Ambas partes fueron crueles, pero las barbaridades de los calvinistas eran especialmente nauseabundas para el sentimiento católico. En general, los católicos ganaron en las batallas, pero en las negociaciones de paz, los protestantes lograron más y más concesiones. Esto se debía principalmente al la políticas variable de Catalina de Médicis que se inclinó cínicamente a un lado y después al otro. Por fin Enrique II habiendo asesinado a los líderes católicos de la Casas de Guisa, fue asesinado también y el trono reclamado por Enrique de Navarra, pero como era hugonote, el pueblo católico de Francia no le aceptó y la guerra continuó, con unos efectos desastrosos para el poder francés, hasta que Enrique se pasó a los católicos en 1593 y fue absuelto por el papa Clemente XIII, con lo que el renacimiento católico comenzó con verdadero ardor, llegando a su culmen en el reino siguiente. <br />
Clemente XIII había puesto como condiciones para absolver a Enrique: (1) El heredero al trono debía ser educado como católico. (2) En cada provincia se debía levantar un monasterio o convento en reparación por los muchos destruidos. (3) El culto católico debía reintroducirse en las ciudades hugonotas y por fin, (4) debía proclamarse el concilia de Trento.<br />
<br />
Se puede decir que la Contrarreforma en Francia siguió las líneas aquí señaladas: <br />
<br />
• Luis XIII, hijo y heredero de Enrique IV, fue educado por el Padre Coton y a través de él tomaron forma la mayoría de las buenas tradiciones de los reyes franceses al ejercer su patronato eclesiástico. También fue notable, quizá muy singular, entre los reyes franceses por la pureza de sus relaciones domesticas. Así, aunque murió comparativamente joven y aunque fue eclipsado por su omnipotente ministro Richelieu, ni fue una persona fuera de lugar para presidir y proteger el movimiento de la reforma religiosa.<br />
<br />
• La Reforma llegó a su punto más alto con la multiplicación de las congregaciones y órdenes religiosas y ordenes. En sus “Memorias”, Richelieu dice del reino de Luis XIII, “"Le vrai siècle de Saint Louis était revenu, qui commença à peupler ce royaume de maisons religieuses". El más distinguido fundador y directos de tales congregaciones fue S. Vicente de Paul, suyas organizaciones religiosas, comenzando en 1617, llegaron a extenderse tanto en el periodo inmediatamente siguiente. Además estaban las fundaciones de S. Mauro (Benedictinos) Port-Royal: hermanos de la Caridad; Congregación de Nuestra Señora (1607) de la Visitación (1610); las Ursulinas (1612) el Oratorio del cardenal Berulle. Más aún, los Barnabitas, Capuchinos y Carmelitas desarrollaron nuevas provincias y establecieron muchas casas nuevas. S. pedro Fourier fundó los Canónigos Regulares de S. Salvador. Los jesuitas que previamente tenían solo trece colegios aumentaron mucha tanto en número como en influencia, aunque entre muchas y muy agrias polémicas con el Parlamento y con la Universidad de París. La Compañía, sin embargo, apoyada eficazmente por la corona, tenía en París el Colegio de Clermont, después Luis el Granda, que se convirtió enana de los principales centros de la Contrarreforma.<br />
<br />
• El restablecimiento del catolicismo en los distritos que habían quedado bajo el poder de los hugonotes, por el Edicto de Nantes (1598) avanzó lentamente y con dificultad. Pero los monarcas franceses tenían muchas razones para exigir obediencia a los frecuentemente insubordinados súbditos hugonotes. De hecho La Rochelle acabo siendo tomada por la fuerza después de un famoso cerco (1628) Aunque su extremada independencia se terminó y con ella su importancia política, la Contrarreforma no llevó a la abolición de la libertad religiosa para los hugonotes, que fue confirmada en el Edicto de Nimes de 1629.<br />
<br />
• Costó mucho que se admitiese en Concilio de Trento y la obstinada insistencia en las libertades galicanas acabó siendo una calamidad para la iglesia de Francia.<br />
Por otra parte hallamos grandes nombres entre los obispos de este periodo, como S. Francisco de Sales, los cardenales Berulle, de la Rochefoucauld, Honoré de Laurens, arzobispo de Embrun, Philippe de Cospéan, obispo de Nantes. <br />
<br />
Hubo frecuentes sínodos y se mejoró la educación de los sacerdotes. En 1642 S. Vicente de Paul abrió el Collège des Bons Enfants, que sirvió como modelo para los seminarios de muchas diócesis, mientras M. Olier llevaba a cabo entre 1642 y 1645 su idea del Grand Séminaire de Saint Sulpice. El clero en general alcanzó un nivel tan alto que ese período puede ser considerado como uno de los más brillantes en la historia de la iglesia de gala. Por otra parte, la gran influencia del Estado y de la nobleza en la elección de obispos y abades, sobre todo para las sedes más importantes y ricas, era muy injurioso. Se oye hablar con frecuencia de prelados, como el cardenal de Retz, que fue una vergüenza para su orden y de prelados mundanos, como el cardenal Richelieu, que aunque no se haya robado que fuera inmoral, rebajó los ideales de la devoción eclesiástica a la Iglesia, que habían dado a la Contrarreforma mucho de su vigor inicial. Otros puntos débiles en el progreso de la Contrarreforma en Francia pueden estudiarse en las carreras de Edmond Richer y del Abbé of Saint Cyran, Du Verger de la Hauranne, y el Jansenismo.(ver JANSENISMO)<br />
<br />
<br />
España y Portugal<br />
<br />
<br />
Volviendo ahora a España y Portugal, la Reforma que triunfa aquí es el mayor signo de victoria espiritual. No hay duda de que los santos de España que florecen en este período, los teólogos, canonistas y escritores espirituales a los que educó, son más notables que los de ningún otro país, como por ejemplo S. Ignacio Sta. Teresa, S. Francisco de Borja, S. Juan de Dios, S. Pedro de Alcántara, S. Juan de la Cruz, S. Francisco Solano Juan de Ávila, , Maldonado, Navarro, Salmerón, Toledo, Gregorio de Valencia, Sánchez, Francisco Suárez, Juan de Santo Tomás, Ripalda, Barbosa, forman una galaxia de nombres brillantes que en sus esferas nunca han sido superados. <br />
Las colonias españolas y portuguesas de America del Sur y de las Indias orientales fueron ennoblecidas por misioneros cuyo heroísmo, dedicación y energía no tienen parangón. Comenzando con Las Casas, cuyos principales logros sin embargo pertenecen a un período anterior, hay que hacer mención de las Reducciones del Paraguay u las primeras misiones a las Filipinas mientras que la mayoría de los trabajadores espirituales en la India, China y Japón, fueron suministrados por España. Pero también aquí, como en Francia, fue en gran medida el absolutismo de la corona wel que impidió que el triunfo del nuevo movimiento fuera tan completo y permanente como pudo haber sido. <br />
<br />
Una serie de soberanos de segundo nivel, un gobierno burocrático indiferente, la esclavitud y el sistema colonial malo impulsó la decadencia prematura no solo la temporal , sino también la espiritual grandeza de esas naciones Aunque la Inquisición estaba establecida en varios pasases europeos , fue más activa en España que en ningún otro sitio.<br />
<br />
Italia<br />
<br />
Este país había estado preparado desde el principio para la Contrarreforma y el campo de la reforma reabrió en el papado y en el Concilio de Trento. En ningún lugar progresó el curso del movimiento de forma más uniforme o duró tanto. Esto se ve mejor en la Curia papal, donde el colegio de cardenales continuó siendo el representante del mejor talento y virtud de la Iglesia y donde las Sagradas Congregaciones trabajaron con eficacia y determinación desconocida hasta entonces. Pero en verdad, a cualquier parte de la vida religiosa de la nación que se mire, se hallará un notablemente alto nivel de fervor. S. Carlos Borromeo no carecía de seguidores entre los obispos así como los grandes nombres de Sirleto, Paleotto, Arrigoni, Rusticucci, y otros muchos testifican. <br />
Nos llega el relato detallado de los jubileos de 1575 y 1600, que nos dan una visión de toda una comunidad sensible a y familiarizada con las obras de piedad y caridad a gran escala. Entre las nuevas congregaciones de este periodo hay que mencionar la de los Escolapios, fundada por S. José de Calasanz (Calasanctius). <br />
El más serio retroceso fue la lucha entre Paulo III y Venencia, 16060 a 1607, y la constante fricción con los poco simpatizantes gobernadores españoles de Milán y de las Dos Sicilias sobre las inmunidades de los clérigos y la administración de la propiedad eclesiástica.<br />
<br />
En el primer caso el papa puede haber precipitado la lucha por el vigor con el que tomó medidas extremas, pero cuando comenzaron las hostilidades los venecianos mostraron una tendencia amenazadora a aliarse con los galicanos y hasta con los herejes británicos. La lucha duró apenas un año. Hombres como Paolo Sarpi y Antonio de Dominis no eran muy fáciles de hallar. El "Index Librorum Prohibitorum" de 1654 debe mencionarse aquí con propiedad aunque se aplica a los ilustrados de todos los países.<br />
<br />
Inglaterra<br />
<br />
Volviendo a Inglaterra encontramos el espíritu de la Contrarreforma repentinamente estallando en una vida muy vigorosa por la predicación de S. Edmundo Campion en 1580. La organización de la misión se debió al alma magnánima del cardenal Allen cuyo noble sentimiento oportet meliora non ezpectare sed facere (Letters, p. 367) concebida fue frente a una persecución devastadora, lo que nos da la medida de su espíritu superior. “esta Iglesia”, escribió Campion, “nunca fallará mientras que se encuentren sacerdotes y pastores para las ovejas, por más que el hombre o el diablo rabien”. Así que el seminario de Allen, primero desde Douai y después desde Reims, enviaban año tras año, una pequeña cuota de misioneros, y los jesuitas, con los seminarios menores añadían unos pocos más. Fue una lucha heroica, porque ninguna persecución es más tremenda que la de la ley aplicada sin remordimientos en un país amante de las leyes.<br />
<br />
Pero el valor de todo el cuerpo católico (numéricamente pequeño ) estuvo a la altura de la ocasión y aunque hubo muchos fracasos y hasta numerosas luchas y escándalos, hubo un sorprendentemente alto porcentaje de valor y perseverancia.. Con el tiempo los más terribles perseguidores murieron y siguieron días de más calma; pero al final del periodo, los Puritanos estaban renovando las crueldades de Isabel y la sangre de los sacerdotes fluía tan deprisa como siempre.<br />
<br />
El mismo entusiasmo religioso se manifestó durante la última década del período, en la fundación de nuevos conventos, órdenes etc., en el Continente. El movimiento en líneas generales se correspondía con el de Francia. El nombre de Mary Wardes uno de los más dignos de mención de Inglaterra.la misión de los jesuitas ingleses a Maryland a pesar de los juicios que tenían en su tierra, es otra manifestación del mismo espíritu.<br />
<br />
<br />
Irlanda<br />
<br />
<br />
Durante el reinado de Isabel los Irlandeses estaban en una lucha por su vida contra las crecientes fuerzas de los colonos (“planters”) ingleses. A veces ganaban pero no les quedaba tiempo para la reforma. Los procesos de los mártires irlandeses reclaman alrededor de cien que lo sufrieron bajo el mando de Dermod O'Hurley, arzobispo de Cashel. Hubo muchos misioneros de nota el primero de los cuales fue David Wolfe, S.J., enviado por Pío V; hubo también varios obispos heroicos como Richard Creagh de Armagh,y muchos notables franciscanos y jesuitas. Pero hasta la paz relativa bajo el rey James no se pudo llena el vacío en el episcopado, fundar colegios en el Continente, en parís, Salamanca, Lisboa Douai etc. (solo uno o dos habían comenzado antes) para organizar de nuevo las ordenes religiosas (especialmente los franciscanos). La antigua vida revivió en apartados santuarios en su patria: se celebraban sínodos en Kilkenny, Dublin y Armagh, y la vida literaria despertaba por todas partes (ver CUATRO MAESTROS, Anales de los; WADDING, LUKE.) .Hubo muchos obispos notables como Peter Lombard, David Rothe, etc.<br />
La persecución nunca cesó del todo (el obispo obispo Cornelius O'Devany, 1612, y otros sesenta fueron martirizados durante este período), la Contrarreforma avanzaba mucho y hubo momentos en los que parecía que iba a triunfar, por ejemplo en 1625 y en 1641-49. Pero al cerrarse el período Cromwell iba a anular con crueldad mayor que en tiempos de los Tudor todo lo bueno que se había hecho. <br />
<br />
Escocia y Escandinavia<br />
<br />
<br />
Apenas se puede decir que la Contrarreforma afectara a Escocia y Escandinavia, pues la victoria del protestantismo había sido completa. Pero mientras reino la reina Mary en Escocia hubo renovados signos de vida: Padres de Gouda Edmund Hay, James Gordon, S.J., el obispo Leslie y Ninian Winzet son los nombres más notables de este período Hay que mencionar a John Ogilvie SJ martirizado en 1615 y la heroica resistencia hecha por los nobles católicos contra la tiranía de Kirk. No existía un superior eclesiástico local o un gobierno. La misión estaba a cargo de la Santa Sede directamente hasta 1653, pero hubo algunos pequeños colegios escoceses para el clero secular en Roma, Douai, Paris, Madrid y Valladolid. En Escandinavia el fracaso del catolicismo no sucedió en un día o una generación. —El P. Possevin S.J y varios nuncios papales intentaron evitarlo – pero la Contra reforma como movimiento no llegó a mucha gente.<br />
<br />
Los Países Bajos<br />
<br />
<br />
En los Paises Bajos se hicieron todos los esfuerzos para exterminar el Catolicismo en las Provincias Unidas que se habían revelado contra España, en contra de las repetidas promesas del príncipe de Orange. Sin embargo muchos conservaron la fe – los necesidades espirituales eran cubiertas por los misioneros – aunque fue imposible mantenerla antigua jerarquía. En la católica Flandes el resurgir llevó una vida más o menos próspera. Entre los grandes prelados y escritores de este tiempo estaban Lindanus, obispo de Roemond, Justus Lipsius, Leonard Lessius, Cornelius a Lapide, Martin Becan, Thomas Stapleton (un Inglés), etc. Pero las controversias ocasionadas por Bayo forman un episodio menos agradable y las guerras a final de este período fueron injuriosas. Campañas y batallas arruinaron en país y los términos de paz redujeron su poder notablemente.<br />
<br />
Polonia<br />
<br />
En este país había una larga lucha entre el catolicismo, apoyado y sostenido por la corona y el pueblo y el protestantismo influenciado por los países protestantes vecinos y las universidades que afectó mucho a los nobles divididos en facciones y a los mercaderes. El catolicismo ganó al final gracias a los esfuerzos de Stanislas Hosius y otros obispos predicadores como Scarga, y los colegios de jesuitas. El rey Segismundo II y Ladislao IV que cooperaron con una serie de nuncios muy activos, asegurando la victoria de la iglesia , aunque los protestantes lograron retener bastante poder.<br />
<br />
<br />
===Literatura eclesiástica===<br />
<br />
<br />
El elevado espíritu de este tiempo se manifestó en la literatura de muchas formas características: Fue una de las mejores épocas para la teología que el mundo haya conocido. Baste recordar nombres como Belarmino, Baronio, Francisco Suárez, Vázquez, Petavius, y muchos otros ya mencionados. Más característicos aun fueron los escritores sobre cosas interiores o personales, entre los que sobresale San Ignacio cuyos “Ejercicios Espirituales”, con su profunda sabiduría espiritual y práctica, pertenecen a una clase aparte. Igualmente distinguidos fueron S. Francisco de Sales ( declarado en 1877 Doctor de la Iglesia) Sante Teresa, Scupoli. Blosius Luis de Granada M. Olier, Alfonso Rodriguez. <br />
<br />
Las enseñanzas de la iglesia fueron expuestas en el admirable catecismo de Canisio (1555-60) y del Concilio de Trento (1566). Al mismo período pertenecen las ediciones revisadas de la Vulgata (1590-98), el Breviario Romano (1568), El Misal Romano (1570),el martirologio romano (1582), El Corpus Juris Canonici (1582), el Decretum de Graciano (1582). Las "Decem Rationes" del Padre Campion (1581) y el "Christian Directory" del P. Persons, que tuvieron tanta influencia, doctrinal y religiosa en la opinión contemporánea, también muy influida por los poemas religiosa de Tasso y Calderón de Southwell y Crashaw. <br />
<br />
La música tomó parte en la revitalización , como testifica los nombres de Palestrina y las agradables memorias de los ejercicios del Oratorio de S. Felipe Neri.<br />
<br />
<br />
===Fin del Periodo y retrospectiva===<br />
<br />
<br />
Se ha dicho antes que un período de fervor y entusiasmo llega al final cuando ese entusiasmo muere debido a la mediocridad, en algunos países, o entre la mayoría de la gente. Esto ocurrió en 1648. En Alemania se dice en general que el periodo se cerró en 1618 pero en el resto, es decir en Francia e Irlanda la ola de fervor aún fluía en muchos lugares, mientras que en Roma e Italia aun era bastante fuerte. Pero eso no impide que consideremos el amplio movimiento como agotado. Aunque había subido el nivel de la educación, pero había disminuido el número de hombres geniales. Ya solo surgieron unas pocas fundaciones nuevas; algunas misiones (Japón, Abisinia, El Congo) se abandonaron o estaban en decadencia, mientras que otras aún estaban creciendo. Y la razón era que el fervor interior, el entusiasmo se había enfriado. Lo mismo podía decirse de los protestantes. Una época de mediocridad se había sustituido al ardor del siglo anterior. Y no era de extrañar. Esta en la naturaleza humana relajarse después de un intenso esfuerzo. Lo que no era ordinario, lo que era una de las cosas más extrañas en la historia del mundo era el despliegue de vida y vigor que la Iglesia había dado justamente cuando parecía que iba a quedarse atrás y expulsada del campo por los rivales. En tales circunstancias la Contrarreforma puede ser vista como una de las mas asombrosas pruebas de la vitalidad inherente de la Iglesia que la providencia ha asegurado, y que solo tiene el paralelo de el triunfo sobre las persecuciones del Imperio Romano, las invasiones de los bárbaros o las fuerzas subversivas del la Revolución Francesa.<br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
Este amplio tema ha ocasionado una inmensa literatura, de la que no se puede dar aquí cuenta completa, aunque su clasificación puede seguirse refiriendo a la ENCILOPEDIA CATÓLICA, donde los varios temas y personas mencionados arriba se tratan en detalle. Muy pocos escritores, sin embargo, han estudiado la amplia pero sutil influencia de las ideas en virtud de las cuales esta revitalización se originó, pasó de tierra en tierra, creció se desarrolló y decayó. Ningún escritor católico ha descrito el movimiento con la plenitud adecuada.. (1) Los mejores testigos contemporáneos fueron los nuncios romanos, cuya especial función era estudiar estos temas e informar sobre ellos. Pero pocos de sus papeles se han publicado aún, excepto los relativos a Alemania. Los informes de los nuncios en Alemania (Nunziaturberichte aus Deutschland) se comenzaron a editar en 1892 en parte por los Institutos Históricos prusianos y austriacos en Roma y en parte por la Görres Gesellschaft; DE HINOJOSA, Los despachos de la diplomacia pontificia en España (Madrid, 1896); CAUCHIE, Instructions générales aux nonces de Flandre, 1535-1596; POLLEN, Papal Negotiations with Mary Queen of Scots, 1561-1567 (London, 1901); HÜBNER, Sixte-Quint (Paris, 1870); PASTOR, History of the Popes from the Close of the Middle Ages; JANSSEN, History of the German People, con una critica de MAURENBRECHER, Gesch. der Kathol. Reformation (1880, solo un volúmen publicado) y contra crítica de DITTRICH en Jahrbuch der Görres Ges., ii, 610. <br />
<br />
Hay varias monografías con detalles del progreso , primero de la Reforma y después de la Contrarreforma en partes concretas de Alemania, e.g. WIEDEMANN, Gesch. der Reformation und Gegenreformation im Lande unter der Enns (5 vols., 1879-86); others by GINDELY (Bohemia) KELLER (Westphalia), LOSERTH (Austria), MAYER (Switzerland), MEYER (Schleswig), etc.; DUHR, Gesch. der Jesuiten in der Ländern deutscher Zunge (1907); DROYSEN, Gesch. der Gegenreformation (1903, en ONCKEN, Allgemeine Geschichte). <br />
<br />
La historia francesa es la más difícil de seguir. Consúltese VICOMTE DE MEAUX, Luttes religieuses en France (Paris, 1879), y La réforme et la politique Fracçaise en Europe, jusqu' à la paix de Westphalie (Paris, 1889); PERRENS, L'église et l'état en France sous Henri IV (1873); COUZARD, Une ambassade à Rome sous Henri IV (1902); PRAT, Recherches sur la C. de Jésus du temps du P. Coton, 1564-l626 (1876); CHENON, La Cour de Rome et la réforme cath. in LAVISSE AND RAMBAUD, Histoire Générale (Paris, 1897), V. Un tratamiento más objetivo del período es deseable para los escritors eclesiásticos del período ver HURTER, Nomenclator; SOMMERVOGEL, Bibl. de la c. de J. (1890-1900); HILGERS, Der Index der verbotenen Bücher (Freiburg, 1904).<br />
<br />
<br />
Pollen, John Hungerford. (1908) <br />
<br />
<br />
Transcrito por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.<br />
<br />
Traducido por Pedro Royo</div>88.26.32.8https://ec.aciprensa.com/newwiki/index.php?title=Ordenes_Anglicanas&diff=6850Ordenes Anglicanas2008-08-23T11:00:38Z<p>88.26.32.8: </p>
<hr />
<div><span style="color:#000066"><br />
<br />
En el credo de la Iglesia Católica, Orden Sagrada es uno de los siete sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo. Su finalidad es transmitir y perpetuar esos poderes místicos del sacerdocio, por los que se consagra en el Sacramento del Altar y se ofrenda en sacrificio; y por los que los sacramentos de la confirmación, penitencia, extrema unción pueden ser administrados válidamente.<br />
ç<br />
Las Órdenes sagradas tienen tres grados: las del obispo, las del sacerdote y las del diácono. Los obispos poseen el sacerdocio en su plenitud, es decir con el poder no sólo de ejercer su ministerio personalmente sino además el de trasmitirlo a otros. Así, el obispo es el único ministro capaz de trasmitir las órdenes sagradas. Y para que la administración sea válida es esencial que,<br />
<br />
• El mismo haya recibido una consagración episcopal válida y que ,<br />
<br />
• Use un rito en el que se observen las cosas esenciales para la validez, como fue instituido por Cristo.<br />
Haber recibido o no las órdenes en estas condiciones hace que se esté o no dentro de la sucesión apostólica del ministerio católico.<br />
<br />
En el siglo dieciséis esta doctrina de un sacerdocio dotado con los poderes místicos se creía una superstición por la mayoría de los reformadores protestantes que, de acuerdo con esto, suprimieron las Órdenes sagradas de entre los sacramentos. Reconocían, sin embargo que desde tiempos primitivos siempre había existido un cuerpo sacerdotal (clerical,) separado par que ejerciera los deberes pastorales y ellos querían retener esto en sus comuniones separadas. En algunos casos lo organizaron en dos grados solamente: presbítero y diácono; en otras tres grados que de acuerdo con las antiguas prácticas siguieron llamando obispos, sacerdotes y diáconos. Pero su doctrina respecto a estos ministerios era que no podían poseer poder alguno, más allá de los humanos, sino solo “autoridad de la congregación “para predicar y enseñar, dirigir las iglesias y presidir los servicios y ceremonias. Los ritos de la imposición de las manos u otros, por los que los candidatos entraban en los grados de los ministerios, debían ser considerados simplemente como una ceremonia externa realizada para darle dignidad y orden.<br />
<br />
Esta visión del ministerio cristiano está muy claramente expresada en los formularios públicos y en los escritos privados de los reformadores continentales. En Inglaterra ciertamente la compartía Cranmer, Ridley y otros que con ellos dirigieron las alteraciones eclesiásticas en el reino de Eduardo VI. Que el clero actual anglicano son obispos, sacerdotes y diáconos en ese sentido, no hay duda. ¿Pero lo son también en el anterior y católico sentido y están, consiguientemente, en la verdadera línea de la sucesión apostólica y dotados con todos sus poderes místicos sobre el Sacrificio y los Sacramentos? Esta es la cuestión de las Ordenes Anglicanas.<br />
<br />
<br />
===El carácter de las ordenes católicas===<br />
<br />
<br />
Desde tiempo inmemorial un grupo de ritos de ordenación se han usado en la Iglesia Católica y en los cismas orientales que rompieron con ella en los primeros tiempos, pero cuyas ordenaciones han sido reconocidas siempre como válidas. Cuando estos varios ritos se comparan se ve que difieren en el texto, pero que son completamente iguales en el carácter esencial de las “formas” nombradas para acompañar a la imposición de manos. Es decir, todas significan en términos apropiados el orden que se va a impartir y suplican al Dios Todopoderoso que conceda al candidato los dones necesarios para su estado. <br />
<br />
En la Iglesia Occidental, aunque hay restos de formas ahora obsoletas antiguamente utilizadas en partes de Galia, la forma de la Iglesia Romana es la única que ha persistido y que pasó rápidamente al uso universal. Esta es la oración, Deus honorum omnium, que se encuentra en el "Pontificale Romanum." Las primeras apariciones escritas están en el llamado “Sacramentario Leonino” que Duchesne coloca en el siglo sexto; que aparezca allí es la prueba positiva de que había existido previamente durante algún tiempo, al menos como preservado oralmente; la fuerza de la prueba se acrecienta por el testimonio de la conservación de la Iglesia católica que tenemos desde el papa Inocencio I. Porque este papa, que escribía el 416 d.C. a Decentius, obispo de Eugubium, se queja de que “si el sacerdote de Señor desea conservar las ordenanzas como nos fueron entregadas por los Apóstoles, no encontrará diversidad ni variedad en las mismas ordenes y consagraciones en si mismas” , pero añade “ Quien no sabe y considera que lo que ha sido entregado a la Iglesia Romana por S. pedro , el Príncipe de los Apóstoles, y que se guarda hasta el día de hoy (por ella), debiera ser observado por todos y que ninguna práctica debe ser sustituida o añadida sin ser sancionada por autoridad o precedente”.<br />
<br />
Cuando seguimos la pista por la historia a este rito romano, encontramos que el principio conservador enunciado por S. Inocencia ha sido fielmente seguido. Así Marinus, una gran autoridad, escribe” creemos necesario que los lectores sepan que el moderno pontifical romano contiene todo los que estaba en los pontificales anteriores, pero que los antiguos pontificales no contienen todo lo que hay en el moderno pontifical romano. Porque se han añadido algunas cosas en los pontificales recientes, por varias razones piadosas y religiosas, que faltaban en las ediciones anteriores. Y que cuanto más recientes son los pontificales más se imponen. Pero es un hecho maravilloso e impresionante que en todos los volúmenes, antiguos, más modernos y contemporáneos, hay siempre una forma de ordenación tanto respecto a las palabras como a la ceremonia, y los últimos libros no omiten nada que estuviera presente en los antiguos. Así la forma moderna de ordenación no difiere ni en las palabras ni en la ceremonia de la que usaron los antiguos Padres.”<br />
<br />
Entre las adiciones que Morinus tiene en mente como las más importantes hechas al comenzar la Edad Media están la tradición de los instrumentos, es decir, la patena y el cáliz en el caso del sacerdocio y la del libro de los Evangelios en el caso del episcopado. De hecho llamaron tanto la atención que durante siglos ellas mismas y las palabras que las acompañan parecían a muchos que eran más esenciales aún que la imposición de manos y la oración Deus honorum. Pero no hubo nunca peligro que la prevalencia de de estas posturas teológicas afectaran a la validez de las ordenaciones por la simple razón de que el principio de no omitir nada se mantuvo rígidamente.<br />
<br />
<br />
===El origen de la sucesión anglicana===<br />
<br />
<br />
Fue este venerable rito de ordenación, preservado en las variedades inglesas del pontifical romano, el que se usaba cuando Enrique VIII comenzó sus asaltos a la antigua religión. No se atrevió a tocarla por si mismo, pero en el siguiente reinado fue apartada por Cranmer y sus asociados bajo las órdenes de Somerset y Northumberland, se encargaron de remodelar toda al fabrica de la Iglesia de Inglaterra, para que estuviera de acuerdo con concepciones protestantes extremas. Estos hombres decidieron que las formas antiguas eran completamente supersticiosas y había que cambiarlas por otras más conformes con la simplicidad evangélica. Este es el Origen del Libro de Órdenes de Eduardo (Edwardine Ordinal), que sancionado con el Act de 1550, redactado” por seis prelados y otros seis hombres del reino conocedores del derecho canónico, por su Majestad el Rey y por el rey para que sea publicado y ejecutado”.<br />
Este nuevo rito sufrió algunos cambios dos años después y quedó en la forma en la que permaneció hasta 1662, cuando fue algo mejorado por la adición de cláusulas que definían la naturaleza de las órdenes impartidas. Puesto que el ritual de Ordenes de1550 no tuvo una influencia duradera en el país, podemos dejarlo de lado aquí, como de menor importancia y también podemos, por las pocas, consecuencias el rito de ordenación de los diáconos.<br />
<br />
En el Ritual de 1552 la “fórmula esencial”, es decir, la formula unida a la imposición de manos, era, en el caso del sacerdocio, simplemente ésta:” Recibe al Espíritu Santo. Aquellos a los que perdones los pecados les son perdonados; y aquellos cuyos pecados retengas, serán retenidos; y se un fiel dispensador de la Palabra de Dios y de Sus Santos Sacramentos”. Y mientras se entregaba la Biblia, estas palabras:”Recibe la autoridad para predicar la Palabra de Dios y administrar los Santos Sacramentos en su Congregación, para la que seas nombrado”. En el caso del episcopado, era:” Recibe el Espíritu Santo y recuerda que tu provocas la gracia de Dios que está en ti por imposición de las manos, porque Dios no nos ha dado el espíritu de temor, sino de poder y amor y sobriedad”; y cundo se entregaba la Biblia, estas otras: “Pon atención a la lectura, exhortación y doctrina. Piensa sobre las cosas contenidas en este libro…Sé para el rebaño de Cristo un pastor y no un lobo; aliméntalos, no los devores; sostén al débil, sana al enfermo, une lo que está roto, trae al exiliado, busca al que está perdido…”<br />
<br />
Lo que se añadió en 1662 fue, en el caso del sacerdote (después de las palabras “recibe al Espíritu Santo”): “para el oficio y trabajo de sacerdote en la iglesia de Dios ahora confiado a ti por la imposición de nuestras manos”.<br />
Con este nuevo Ritual de Ordenaciones, se ordenaron en los dos últimos años de Eduardo VI, siete obispos y algunos clérigos inferiores. Con el accedo de Mary en 1553 fue descartado se volvió al Pontifical, pero cuando Isabel subió al trono en 1558 se volvió a restaurar su uso y ha continuado (con las adiciones de las cláusulas definitorias desde 1662) hasta el presente.<br />
<br />
El clero anglicano es pues creación de este Ritual de Ordenación y en sobre todo la validez de las órdenes depende de su suficiencia – es decir, de4 la suficiencia en la forma más antigua, porque si faltara, la sucesión Apostólica habría faltado mucho antes de 1662, y no podría resucitarse por las añadiduras hechas. Sobra la consideración del carácter del Rito Eduardino la Santa Sede basó su decreto definitivo de 1896.<br />
<br />
Pero, para entender completamente la historia de este asunto es necesario saber algo de las circunstancias bajo las que el obispo Parker fue elevado al episcopado y los otros defectos que se piensa que ha heredado la sucesión anglicana por su relación con todo ello.<br />
<br />
Este Dr. Matthew Parker fue elegido por la reina Isabel para que fuera su primer Arzobispo de Canterbury. La sede metropolitana estaba vacante por la muerte del cardenal Pole y todas las otras sedes del reino, con una sola excepción, también estaban vacantes, ya por la muerte de los ocupantes previos, o porque los obispos que sobrevivieron, fueron privados, a los ojos del gobierno, por rehusar conformarse con el nuevo orden de las cosas. La reina intentó crear una nueva jerarquía a través de Parker, pero se encontró con una dificultad. Cuando Parker estuviera consagrado podía consagrar a sus colegas, pero ¿cómo iba a ser consagrado él? Ninguno de los obispos católicos que aún vivían consentiría en realizar la ceremonia y a falta de ellos, tenía que recurrir a cuatro eclesiásticos de no muy buena reputación, tres de los cuales (William Barlow, John Scory y Miles Coverdale) habían sido depuestos por Mary y el cuarto (John Hodgkins) era un chaquetero que había sido consagrado obispo sufragáneo de Bedford en 1537 y había ido cambiando consistentemente con cada cambio de los tiempos. Se dio la dirección a Barlow y él, con los otros como asistentes, consagró a Parker el 17 de diciembre de 1559, en la capilla privada de Lambeth, usando el Ritual de Eduardo. Tres días más tarde Parker, con la ayuda de Barlow, Scory y Hodgkins, consagró a cuatro más en la iglesia de Bow. De estos ancestros proviene toda la sucesión anglicana. Entonces ¿fue válido el cacto de consagración de Parker? Esta es el territorio de disputa alrededor del cual se ha centrado de hecho la controversia.<br />
<br />
<br />
===La práctica de la Santa Sede===<br />
<br />
<br />
Aparte de las excepcionales circunstancias, como las que surgieron en 1896, la Santa Sede no hace pronunciamientos puramente teóricos en cuestiones como la Ordenes Anglicanas, sino que limita su intervención a casos de dificultad práctica que le son presentados – como cuando personas o clases de personas que quieren ejercer el ministerio en los altares de la Iglesia se han sometido a ceremonias de ordenación fuera de su redil. Y aún en estas intervenciones la Santa Sede es cautelosa en las decisiones doctrinales, pero aplica la regla del sentido común que puede dar seguridad práctica. Donde juzga que las ordenes previas eran ciertamente válidas, permite su uso, suponiendo que el candidato es aceptable; donde juzga que las ordenes previas son ciertamente inválidas, las descarta totalmente y manda una nueva ordenación según su propio rito; donde juzga que la validez de las ordenaciones previas es dudosa, aunque la duda sea ligera, prohíbe el uso hasta que se haya celebrado una ceremonia condicional de re-ordenación.<br />
Estos casos requirieron su intervención surgieron cuando la reina Mary intentó poner orden en el caos causado por sus dos predecesores en los asuntos de la Iglesia. ¿Qué se debía hacer con los que habían recibido órdenes con el rito de Eduardo? La cuestión se investigó en Roma a donde se enviaron los documentos y la información necesaria por Pole y aunque no tengamos una minuta de la discusión, está claro por lo que se acaba de decir sobre los conocidos principios de acción, que la Santa Sede juzgó que esas ordenaciones eran inválidas, porque enviaron a Pole directivas para que las tratara como si no existieran.<br />
<br />
Que esto fue así se puede comprobar:<br />
<br />
• Por las cartas de Julio III y Paulo IV y el sentido en el que fueron entendidas por Pole, porque estas cartas dan la directiva de que todos los que habían recibido las órdenes eduardinas deberían, si eran aceptados en le ministerio de la Iglesia, ser ordenados de nuevo.<br />
<br />
• Por la comparación entre los registros de Eduardo y de Mary que revelan varias entradas dobles de nombres de personas que habían recibido primero las eduardinas y después las ordenes católicas.<br />
<br />
• Por el curso tomado al castigar a los recalcitrantes eclesiásticos eduardinos, cuando en cuya ceremonia de degradación no se tenían en cuenta sus órdenes eduardinas.<br />
<br />
Y la práctica así iniciada durante el reino de Mary se siguió después, cuando algunos clérigos anglicanos se pasaron a al Iglesia acatólica buscando admisión entre las filas de los sacadotes. Canon Estcourt de los "Douay Diaries" ha recogido un alista unas veinte de esas re-ordenaciones y otras se pueden ver en los registros del Colegio Inglés de Roma y otras fuentes. Y no hay discusiones sobre el caso, a no ser unos pocos casos aislados, cuyas pruebas documentales son deficientes. Más aún, León XIII en su bula "Apostolicae Curae", habla de muchos de estos casos que se había consulta a la Santa Sede en diferentes tiempos, con el resultado de que se observó invariablemente la re-ordenación. Dos de esos casos, en 1684 y 1704 y éste llamóo bastante la atención. Fue el de John Clement Gordon, que había recibido todas las órdenes anglicanas, incluido el episcopado con el rito eduardinos y de manos de prelados cuyas órdenes provenían de la sucesión anglicana. La decisión fue que para ejercer el ministerio sacerdotal, debía recibir de nuevo el sacerdocio o todas las demás órdenes.<br />
<br />
<br />
===La historia de la controversia===<br />
<br />
<br />
Aunque esa era la práctica sancionada por la Santa Sede para tratar administrativamente las órdenes anglicana, La Santa Sede no publicó los motivos de su decisión, ya que no suele hacerlo. El deber de la vindicación de su acción respecto a estas órdenes se dejaba así al celo y trabajo de los teólogos cuyo método requería la investigación de los hechos de la mejor forma posible y aplicarle los mismos test teológicos que se sabe que son reconocidos por la Iglesia. Y por esto surgieron una serie de tratados o controversias por ambas partes que cubrieron todo el período implicado desde principios del siglo diecisiete hasta el presente. Ahora que la Santa Sede no sol ha llegado a una decisión final, sino que ha dado los motivos en los que se ha basado, estos antiguos tratados han perdido una gran parte de su interés. Por eso bastará un breve resumen y si el lector requiere más información se le puede referir a las páginas de Canon Estcourt. <br />
<br />
La controversia no comenzó hasta el comienzo del reinado de James I y eso se explica porque la primera o segunda generación del clero anglicano eran demasiado seguidores de Zwinglio para preocuparse por la sucesión apostólica. Pero en 1588-89 Bancroft, en un célebre sermón en Paul's Cross, tomó la liderazgo, que había sido mantenido durante algunos años por Bilson y Hooker, los pioneros de la larga línea de teólogos jacobinos y carolinos. Entonces, los escritores católicos comenzaron la controversia contra sus posturas, y al principio no muy felizmente. Las circunstancias de la consagración de Parker había sido mantenidas en secreto y eran desconocidas para los católicos, que, entonces comenzaron a dar crédito al picante rumor llamado la historia de la taberna "Nag's Head". (“la historia de la taberna de La Cabeza de Nag”) según la cual, ya que no conseguían a ningún obispo católico para consagrara a Parker, él y otros, cuando estuvieron juntos en la Cabeza de Nag en Cheapside, se arrodilló delante de Scory, el depuesto obispo de Chichester que puso una Biblia sobre la cabeza de cada uno de ellos, diciendo al mismo tiempo: ”Recibe el poder de predicar la Palabra de Dios sinceramente” y que esta extraña ceremonia fue la fuente y el origen de la sucesión anglicana. Esta historia la publicó por primera vez Kellison en 1605, en su “Respuesta a Sutcliffere” y fue retomada por algunos escritores católicos en los años siguientes a los que Mason en su "Vindiciae Ecclesiae Anglicanae" replicó desde el lado anglicano, en 1613, y fue el primero en llamar la atención, sobre la entrada en la “Registro“de Parker sobre su consagración el 17 de diciembre de 1559, en la capilla privada de Lambeth.<br />
<br />
Al año siguiente (1614) el arzobispo Abbot, apara confirmar al afirmación de Mason, hizo que cuatro sacerdotes católicos, prisioneros en la Torre de Londres fueran llevados a Lambeth donde les mostraron el “Registro”, y se les invitó a declarar sobre la autenticidad del mismo. Una inspección bajo tales circunstancias (estuvieron durante todo el tiempo bajo los celosos ojos de siete obispos protestantes) no podía convencer y Champney, en 1616, escribe que era claramente la opinión general de los católicos de esa época que la entrada en cuestión era una falsificación. Parece que había sido vista en una o dos ocasiones previas por católicos individuales, pero su existencia no fue conocida públicamente hasta que apareció el libro de Mason y entonces pareció muy sospechoso que los anglicanos no hubieran recurrido a ella hasta tanto tiempo después de la supuesta fecha del suceso. Y teniendo en cuenta las reticencias con la que los escritores isabelinos contestaban al ser preguntados cómo había sido consagrado su metropolitano, las sospechas parecían naturales; así por ejemplo las respuestas de Jewell a las preguntas directas de Harding. Pero probablemente la reticencia se debía a la mala reputación de los consagrantes a los que tuvieron que recurrir, porque no nos cabe ya duda a los que vemos la convergencia de las líneas de pruebas, que la consagración sucedió el día y la manera en que lo describe el “Registro” y que éste es un documento contemporáneo de los hechos. Por otra parte le historia del la taberna Nag's Head no ofrece pruebas y es demasiado increíble para ser aceptado como algo histórico, aunque decir esto no es lo mismo que decir que los que lo dijeron por primera vez y los que lo han mantenido durante varias generaciones actuaban deshonestamente.<br />
<br />
Sin embargo es un error pensar que los primeros polemistas católicos apoyaban su caso contra las ordenes anglicanas exclusivamente en que le “Registro” de Lambeth fuera espurio o en la historia sobre la taberna Nag´s Head. Todo lo contrario; aunque se mezclaron algunas pruebas como las citadas que han sido abandonadas, sus posturas eran muy sólidas desde el principio, desde que plantearon el tema. Así Champney, el primer escritor sistemático en el lado católico, dirige su primero y principal ataque contra todas las órdenes originadas en el rito eduardino, ya en el reino de Eduardo VI y posteriores y se opone a su validez por la insuficiencia del rito en sí mismo. Más aún, aunque se inclina, como la mayoría de los teólogos de su tiempo a mantener que otras ceremonias, además de la imposición de las manos, y las palabras “Recibe al Espíritu Santo”, eran esenciales para la validez, da el peso debido a la opinión contraria de Vázquez y toma la misma postura que tomaría después Morinus respecto al la práctica que había que seguir. La materia determinada. Dice, y la forma de algunos sacramentos -- entre otros, el de las Ordenes Sagradas –no están tan clara y distintamente declarados en los concilios y en los Padres sino que hay varias opiniones basadas en pesadas razones o autoridades y han sido mantenidas y defendidas con buena probabilidad de verdad …(Pero) la Iglesia no sufre daño alguno o pérdida ( de esta incertidumbre) porque sabe con seguridad que tiene ( en sus tiros) la verdadera materia y forma que Cristo dio a sus Apóstoles, aunque nadie pueda definir precisamente en qué cosas y palabras se contiene…siempre que no hay omisión de ninguna de las partes (del rito) que la Iglesia tiene la costumbre de usar al administrar sus sacramentos y en los que hay un consenso universal de que contiene la verdadera materia y forma. Pero si alguien sigue obstinadamente su opinión y excluye todas las demás cosas, acciones y palabras al administrar los sacramentos, excepto los que él juzga esenciales, crearía desconfianza sobre esos sacramentos y en consecuencia estaría inflingiendo a la iglesia el más serio daño”.<br />
<br />
Solo cuando trata de las órdenes isabelinas en su relación co el arzobispo Parker alega Champney otras razones de invalidez, y entonces reúne su caso completo contra ellas bajo los siguientes encabezamientos: (1) la verdad de la historia de la taberna Nag's Head ; (2) la falsedad del “Registro de Lambeth” (3) la necesidad del carácter episcopal en Barlow, principal consagrante de Parker; (4) la inseguridad del rito utilizado , en vista de tantos omisiones;(5) la probabilidad de que no contenga lo esencial de un rito de ordenación. <br />
<br />
Estos son los mismos argumentos que los escritores posteriores debatieron y desarrollaron, excepto por el manejo algo diferente del quinto punto, cuya necesidad apareció no mucho después de la época de Champney, porque él, como hemos visto aunque sin hablar positivamente, defendió la necesidad de otros elementos en la materia y forma además de la imposición de manos y las palabra que la acompañan. En 1665, sin embargo, apareció la obra de Morinus, "De Sacris Ordinationibus", que marcó una época y demostró con pruebas documentales irresistibles que, como ya se aceptaba antes, la imposición de manos había sido la única materia que ¡había estado siempre presente a través de los tiempos en la ordenación de obispos y sacerdotes, en los ritos orientales , sino que también en los occidentales había esta presente durante 900 años, mientras que la ceremonia de la entrega de instrumentos y la unción no se había encontrado en ningún texto de fecha más antigua y aún menos la segunda imposición de manos en la ordenación de los sacerdotes. El descubrimiento de este hecho litúrgico influenció necesariamente en la controversia anglicana y, a través de la Santa Sede, en su rígida observación a la regla práctica indicada por Champney, aun insiste en la retención de otras ceremonias en todas las ordenaciones occidentales. La tendencia general, desde la publicación de la obra de Morinus, ha sido rechazar el rito anglicano sobre todo basándose en la insuficiencia de “forma” ligada a la imposición de manos. Sobre estos datos, la controversia continuó en la última parte del siglo diecisieta por parte de Talbot y Lewgar en la parte católica y por Bramhall, Burner y Prideaux en la anglicana. <br />
<br />
Al comienzo del siguiente siglo, 1704, el caso de John Clement Gordon, al que ya nos hemos referido, fue presentado ante la Santa Sede y examinado. El resultado fue que el Santo Oficio emitió una confirmación formal de la necesidad de volver a ordenar a los clérigos convertidos. Pero esta decisión no fue motivada por la incorrecta la publicación de los decretos, como equivocadamente sugirió Le Quien , o por la aceptación de la historia de la taberna de Nag's Head, sino, como se sabe ahora, por la misma naturaleza del rito eduardino, del que la Sagrada Congregación poseía una copia que fue espacialmente examinada. Unos años después la escena de la controversia se trasladó a Francia. El Abbé Renaudot escribió una "Mémoire", publicada en 1720, en la que rechazaba las órdenes anglicanas basándose en la historia de Nag's Head y en la novedad e insuficiencia del rito anglicano. Pero inmediatamente salió a la palestra al Padre Courayer, un católico, cuyas obras en defensa de las órdenes anglicanas, viniendo de la parte católica, causaron gran sensación en Inglaterra, donde el autor era muy estimado y más tarde, cuando hubo de marcharse de Francia acusado de doctrina insegura, fue invitado a Inglaterra y recibió una pensión de Jorge II. La principal respuesta a Couraye fue la del Abbé Le Quien, cuya "Nullité des ordinations anglicanes" apareció en París en 1730, pero el P. John Constable, S.J., recogió gran parte de ello en su "Clerophilus Alethes", obra en inglés publicada poco después. En el siglo diecinueve, cuando surgió el grupo de los Tractarianos y la difusión de ideas católicas sobre el sacerdocio que provocó, la cuestión de las órdenes anglicanas volvió a ser de la máxima y vital importancia para el clero de la Alta iglesia ( High Church ) y la controversia se volvió proporcionalmente más aguda. A medida que las pruebas históricas que se tenían se fueron entendiendo mejor y se mejorar las facilidades para el estudio de la documentación, aparecieron una serie de obras con las que se avanzó en el conocimiento del tema. La más valiosa en el campo anglicano fue que la edición que A. W. Haddan hizo de Bramhall, y su propia "Apostolical Succession in the Church of England", la del Dr. F. G. Lee "Validity of the Holy Orders of the Church of England", y más recientemenrnte la de Denny "Anglican Orders and Jurisdiction", que es quizás la obra más completa aparecida en defensa de dichas órdenes.<br />
<br />
En la parte católica la de, Canon Estcourt "Question of Anglican Orders Discussed" la de W. A. Hutton's "Anglican Ministry" fueron las más conocidas. El primero, aunque no acierta en producir un argumento importante, y no acaba de entender el sentido de la decisión del Santo oficio, aún sigue llevándose la palma entre los tratados católicos por la seriedad científica de muchos puntos históricos; el segundo es valioso sobre todo por la exposición de aspectos más amplios bajo los que Newman prefería ver el tema.<br />
<br />
<br />
===Resumen de los argumentos de ambas partes===<br />
<br />
<br />
Hasta cierto punto las pruebas o su carencia que se arrojan unos a otros los polemistas ya se han indica arriba, pero será bueno resumirlas como una introducción al estudio de la Bula "Apostolicae Curae". <br />
<br />
1. Del asunto de Nag's Head hay que abandonarlo: ninguna persona inteligente puede creerlo.<br />
<br />
2. Tampoco hay que dudar de que Parker se sometió realmente a una ceremonia de consagración el 17 de diciembre de 1559, en Lambeth en la que se empleó el rito eduardino y los consagrantes fueron Barlow, Scory, Coverdale y Hodgkins. Los diarios de Machyn y Parker prueban concluyentemente que entonces y allí tuvo lugar una consagración. Un papel de la State Paper Office (en él, un escribiente redacta el orden del procedimiento a seguir en la consagración, con anotaciones de Cecil y Parker en el margen) demuestra que los obispos intentaban realizar una consagración según el rito eduardino, y no hay nada que les impidiera llevarla a cabo. La Comisión del 6 de diciembre de 1559, dirigida a Kitchen, Barlow, Scory, Coverdale y Hodgkins, muestra e éstos, o algunos de ellos, eran los prelados que iban a realizar la ceremonia.<br />
<br />
3. Respecto al carácter Episcopal de Barlow, el caso anglicano está en que:<br />
• Aunque no hay documentación de su consagración en el "Archiepiscopal Register", esto sólo prueba la negligencia del “Registro “; tampoco hay datos de la consagración de otros varios obispos, incluido Gardiner, pero nadie duda de que fueron consagrados; y que no es concebible que Barlow hubiera actuado como obispo durante más de veinte años sin llamar la atención de alguien sobre la falta de consagración.<br />
Los escritores católicos, por otra parte, señalan que no se trata solamente de la ausencia de una entrada en la “Registro “de Cranmer, lo que van contra él, sino que,<br />
<br />
• La ausencia de todo un conjunto de documentos que deberían referirse a su consagración sui hubiera ocurrido;<br />
<br />
• El descubrimiento de un documento redactado de una forma tan excepcional para sustituir, aparentemente, la falta de consagración ;<br />
<br />
• Los pontos de vista mantenidos y expresados por Barlow de la no necesidad de la consagración.<br />
<br />
• Y la probabilidad, ya que se sabe que el rey y Cranmer compartían estos puntos de vista, de que hubiera podido guardar para si mismo el secreto y pasar como un obispo consagrado.<br />
<br />
Sin embargo, los escritores católicos no mantienen por estas razones que sea cierto que no fue consagrado, sino que no es cierto que lo fuera y por ello, las ordenes derivadas de él , como las del clero anglicano, deben ser consideradas como dudosas a no se que se completen con una ceremonia adicional.<br />
<br />
4. Respecto a la suficiencia del rito anglicano, como se mantuvo en el primer siglo de su uso, los defensora arguyen que, aunque fuera indeseable sustituir el antiguo y venerable rito precedente por este nuevo el cambio estaba dentro de la competencia de las autoridades eduardinas e isabelinas puesto que todas las iglesias nacionales tienen la autoridad de seleccionar sus propios ritos y ceremonias, siempre que no eliminen elementos esenciales para la validez, según el juicio de la Iglesia Universal.<br />
<br />
A esto se replica que no hay pruebas de que tal autoridad haya sido reconocida en las iglesias nacionales, sino que, por el contrario, aunque las iglesias locales han añadido a veces oraciones y ceremonias a los ritos trasmitidos desde tiempos inmemoriales por sus ancestros, sin embargo, como nos ha dicho Morinus, nunca se han atrevido a quitar nada que estuviera en uso previamente, por temor a que haciéndolo tocaran algo que fiera esencial. <br />
A lo que los defensores replican que al menos el rito anglicano retenido todo lo que se halla en el rito romano en su más antigua forma conocida, así en los orientales que la Santa Sede ha reconocido siempre como válidos y que por ello ha de mantenerse que ha retenido todo lo que puede reclamarse razonablemente como necesario. Pero en primer lugar, aunque el itinerario de la opinión teológica se inclina a juzgar que la entrega de instrumentos y otras ceremonias añadidas del rito moderno occidental puede dejarse a un lado sin poner en peligro la validez, la Santa sede, como se ha dicho, sintiendo en que en un tema de tan suprema importancia es mejor seguir una regla absolutamente segura, no está en absoluto dispuesta a confiar en las opiniones especulativas y siempre que se ha dado el caso de omitir una de las ceremonias añadidas, ha requerido una nueva ordenación condicional.<br />
<br />
Más aún, no es correcto decir que el rito anglicano retiene todos esos elementos que los ritos orientales y los antiguos occidentales tienen en común. Porque lo que tienen en común (cf. App. IV de la “Vindicatio”) es la imposición de las manos acompañada de una oración en la que las órdenes que van a ser impartidas se definen por su nombre aceptado o por palabras que expresan su gracia y poder, que es principalmente el poder de consagrar y ofrecer el sacrificio del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo bajo las apariencias de pan y vino.<br />
<br />
El rito original anglicano, por el contrario, no contenía palabra alguna en la fórmula que acompañaba a la imposición de manos para definir el orden que se impartía. En el rito para el episcopado el obispo consagrante dice:” Recibe al Espíritu Santo”, pero no dice para qué, -- ya sea para el oficio de obispo o sacerdote o diácono – de manera que el Dr. pudo sugerir que era una fórmula que servía tanto para la admisión de un empleado de la parroquia como para la consagración de un obispo. Y lo mismo con el sacerdocio, aunque de alguna manera en un grado menos, porque las palabras de la fórmula son:”Recibe al Espíritu Santo; aquellos a los que perdones los pecados, son perdonado y aquellos cuyos pecados retengas, son retenidos. Y sé un fiel dispensador de la palabra de Dios y de sus santos Sacramentos”, mientras que el poder para perdonar pecados no distingue entre el sacerdote y el obispo y además es solo una función secundaria y accidental, no la primaria y esencial de oficio de presbítero.<br />
<br />
Pero los defensores del rito anglicano de las órdenes tienen aún más respuestas. No es necesario, mantienen, que la naturaleza del orden impartido sea definida por las palabras de la fórmula tomada solo en si misma; es suficiente si el significado de esta fórmula está determinada en un sentido definido por el contexto o por otras oraciones y ceremonias que preceden o siguen y que lo señalan en el título de los ritos – “La Formula para ordenar sacerdotes” y la “Formula de consagración de un arzobispo u obispo” –se declaran, en la presentación de los candidatos y en varias de las oraciones, la necesaria mención del orden que va a ser impartida.<br />
<br />
Más aún, en primer lugar, se refieren a la decisión del Santo oficio de 9 de abril de 1704 respecto a algunas ordenaciones abisinias, como testificando que el mismo Espíritu Santo ha reconocido que “Recibe el Espíritu Santo” es suficiente cuando se dice con la imposición de las manos , si el resto del rito es suficiente mente determinado. Pero, en primer lugar, respecto al caso abisinio, su naturaleza ha sido mal aprehendida, como se puede ver por los documentos publicados por el P. Brandi en su "Roma e Canterbury". Y en segundo lugar, ninguno de los ritos, antiguos o modernos que la Santa Sede ha reconocido apoya esta teoría de una forma indeterminada, que un contexto remoto convierte en determinada. En tercer lugar es contrario a la analogía de todos los demás sacramentos y no es razonable en sí misma. Tal como es, escribe el cardenal Segna (Revue Anglo-Romaine, 29 February, 1896), en la ceremonia de una boda “la novia y el novio deben estar ante el altar y en muchas frases elocuentes declaran su amor mutuo, pero cuando llega el momento decisivo de pronunciar la palabra “Si, quiero”…deberían cerrar su boca en obstinado silencio”. Y en cuarto lugar, el contexto remoto, en vez de determinar la palabra “Recibe al Espíritu Santo” para que signifiquen la concesión de un verdadero sacerdocio, las determina en el sentido exactamente opuesto. Es verdad que los nombres tradicionales de las tres órdenes aparecen en lugares pero, como se ha explicado, al principio de este artículo, estos nombres, en la Reforma se usaron con frecuencia en un sentido del que se había extraído toda la noción de sacerdocio y sus poderes místicos. Y que ese era el sentido que se quería dar por los que dieron forma y autorizaron los ritos eduardinos está claro por las afirmaciones de escritores clásicos anglicanos como Hooker, que defendió que se mantuvieran los nombres antiguos sobre todo para “la gente, cuando oyen el nombre (sacerdote ) ya no siente su mente arrastrada a ningún pensamiento de sacrificio, como tampoco el nombre de un senador o de un anciano les hace pensar en la vejez ni imaginar que cualquiera al que se aplican esos términos ha de ser anciano porque los años eran respetados en ambos nombres” (Eccles. Polity, V, lxxviii, 2). Polity, V, lxxviii, 2). <br />
<br />
Más aún, esta el hecho de que al comparar los ritos antiguo y nuevo aparece que la diferencia está precisamente en esto: los formuladores del nuevo han eliminado todo lo que en el antiguo transmitía la idea de un sacerdotium místico en el sentido católico del término. Y además está el hecho relacionado de que la introducción del rito eduardino fue el resultado del mismo movimiento general que llevó a derribar los altares y la sustitución de las mesas de comunión para, como dijo Ridley “la forma de una mesa moverá más a la gente sencilla de las opiniones supersticiosas hacia el correcto uso de la Cena del Señor”. <br />
<br />
5. Según la doctrina católica, es necesario para la validez que el ministro de un sacramento no solo emplee la fórmula apropiada sino que tenga la intención apropiada. Así, Pole en sus instrucciones al obispo de Norwich (que León XIII cita en su bula de condenación) le dice que lo trata como no validamente consagrados a esos pretendidos obispos en cuyas ceremonias de consagración previas “la fórmula y la intención de la Iglesia no habían sido observadas”, indicando con ello que este defecto doble estaba presente en las consagraciones eduardinas. <br />
En este punto, los defensores de las órdenes anglicanas dicen que (1) admitir que las intenciones mentales del ministro pueden afectar a la validez del sacramento, es rodear de incertidumbre cualquier ordenación. – porque ¿cómo vamos a saber que no ha habido lapsos internos o desviaciones secretas de la intención debida de todos aquellos sobre cuyos actos han dependido las ordenaciones de generaciones enteras de ministros cristianos?—y (2) aún concediendo esta doctrina de la intención, no se debe imputar defecto de intención a los prelados anglicanos de ninguna generación puesto que, según teólogos como Belarmino, hasta la intención herética de un ministro es suficiente mientras sea una intención general de hacer lo que Cristo hace o su verdadera iglesia hace, sea ello lo que fuere. <br />
<br />
Pero, se replica, es imposible no reconocer que la intención del ministro es un elemento esencial. ¿Por qué, por ejemplo, hay una consagración válida en la misa cuando el sacerdote pronuncia las palabras “Este es mi cuerpo” pero no hay una consagración válida cuando pronuncia las mismas palabras en presencia de pan mientras lee el evangelio de S. Mateo en un refectorio comunitario? La Iglesia confía a la providencia de Dios la observación de las intenciones tan defectuosas que no se manifiestan externamente y asume que la intención del ministro es correcta en la administración de sus propios ritos, aun cuando sea – como Cranmer – una persona de opiniones heterodoxas.<br />
Sin embargo, cuando una intención defectuosa se manifiesta externamente, hay que tratarla y eso es lo que sucedió respecto a las ordenaciones anglicanas. El rito, como se ha explicado, fue alterado en tiempos de Eduardo VI para expresar una creencia heterodoxa sobre la naturaleza de las órdenes sagradas y así fue aceptada por las autoridades isabelinas. Cuando procedieron a administrarlo la única interpretación razonable de su acción era que conformaban su intención a su rito y por ende , desde un punto de vista católico sus actos fueron inválidos por dos razones: el defecto de forma y el defecto de intención. <br />
<br />
6. En tiempos modernos el clero anglicano apela con frecuencia, como confirmación de las consideraciones históricas y doctrinales expuestas arriba y hasta como un valor independiente, a lo que puede llamarse un argumento experimental. “Está muy bien”, dicen, “traer estos argumentos externos para desacreditar nuestras órdenes. Pero tenemos un testimonio interno que no s llama más poderosamente, es decir nuestra consciencia interna del beneficio espiritual que experimentamos cuando hacemos uso de los sacramentos para los que nuestras órdenes son la fuente para nosotros. Si son órdenes inválidas, ¿cómo se puede concebir que Dios bendiga su uso para los que recurren a ellos?”. Este es un argumento que nadie ha manifestado con tanta fuerza como el cardenal Newman en la Tercera conferencia de su “Dificultades Anglicanas”, donde, además, se puede encontrar la más penetrante respuesta a esto. Baste aquí decir <br />
<br />
• que para los que lo presentan prueba demasiado, ya que puesto que Wesleyans y otros pudieron reclamar otro tanto y sobre las mismas bases, para su propias ordenaciones, que nadie supone que dependan para su eficacia de la validez de una sucesión apostólica;<br />
<br />
• que confunde la eficacia del rito ex opere operato, o como canal establecido de la gracia sacramental y su eficacia ex opere operantis o como estímulo de la piedad de los corazones bien dispuestos;<br />
<br />
• que la regla de la iglesia católica es, sin disminuir de forma alguna el poder evidente de la experiencia interna, interpretar esto y detectar su verdadera importancia aplicando el test de su propia enseñanza divinamente autenticada.<br />
<br />
<br />
===La bula de León XIII===<br />
<br />
<br />
De lo anteriormente expuesto puede entenderse por qué ha se ha mantenido la práctica de volver a ordenar a los clérigos convertidos. Los anglicanos sin embargo siempre se han resentido por esta práctica y han mantenido que la Santa sede nunca debiera haberla sancionado si se le hubieran presentado apropiadamente los hechos.<br />
<br />
En 1894 este disgusto fue expresado a algunos eclesiásticos por algunos líderes anglicanos que discutían con ellos sobre la posibilidad de una reunión corporativa. El resultado fue que los eclesiásticos franceses trajeron el asunto a la atención de León XIII, asegurándole que su impresión existía en muchos anglicanos bien dispuestos que sentían que eran tratados de forma injusta. El papa, movido por lo que le dijeron y resuelto a que se volviera a investigar de nuevo, profundamente el asunto. Así pues eligió a seis teólogos que habían estudiado especialmente el tema y de los cuales cuatro eran conocidos porque apoyaban el reconocimiento de las órdenes anglicanas y cuatro se oponían. Los llamó a Roma y formó una comisión consultiva bajo la presidencia del cardenal Mazzella. Se les dio acceso a todos los documentos de los archivos vaticanos y del Santo Oficio que pudieran arrojar luz sobre el punto en cuestión y se les ordenó que filtraran las pruebas por ambas partes con todo el cuidado y dedicación. Después de algunas sesiones que duraron seis semanas, la comisión fue disuelta y las actas de sus discusiones presentadas ente un comité judicial de cardenales quienes, después de dos meses de estudio, en una reunión especial presidida por el papa, decidieron por voto unánime que las órdenes anglicanas eran ciertamente inválidas.<br />
<br />
Después de un intervalo para que en oración se considerara este voto, León XIII determinó adoptarlo y en consecuencia publicó la "Apostolicae Curae" el 18 de septiembre de 1896. En esta bula comienza expresando su interés afectuoso por el pueblo inglés y su deseo de su vuelta a la unidad, exponiendo las circunstancias que habían llevado a la publicación de esta solemne decisión. Después llama la atención sobre las acciones tomadas en el mismo asunto por sus predecesores. <br />
<br />
En el reino de Mary, cuando ella y el cardenal Pole estaban intentando reconciliar el reino, se enviaron cartas con directrices al cardenal que, como muestra su texto requerían que tratase a los que habían recibido ordenes de una forma distinta de “la acostumbrada forma de la iglesia “– una frase que , dice el papa León, solo puede referirse al rito eduardino para las ordenaciones –d necesitaban ser ordenados o consagrado de nuevo. En aquel momento, la Santa sede juzgó que la forma anglicana era insuficiente y es manifiesto que persistió en ese juicio adverso por el hecho de que por más de tres siglos ha sancionado la práctica de reordenar absolutamente a los que tenían órdenes obtenidas de esa forma; porque “puesto que en la Iglesia siempre ha habido una regla firme y establecida de que el sacramento del Orden no se debía repetir, nunca lo hubiera consentido en silencio ni tolerado tal costumbre”, estaba claro que pensaba que la forma anglicana de todas las maneras insuficiente.<br />
<br />
Más aún, continua la bula, la Santa Sede no solo mostró aquiescencia en esa práctica sino que en muchas ocasiones le dio una sanción renovada por juicios expresos, hacia dos de los cuales, el segundo fue el de John Clement Gordon, llama la atención particularmente, repudiando, en conexión con esta , la alegación de que el rechazo de las órdenes previas de Gordon había sido motivado por otra causa distinta del carácter del rito anglicano ( una copia del cual ha sido procurada y examinada por los jueces) o hasta que al juzgar el rito, el punto esencial considerado fue la omisión en él de cualquier entrega de los instrumentos. <br />
<br />
La descripción de la práctica de sus predecesores forma la primera parte de la "Apostolicae Curae", y en vista de ello, León XIII observa que el asunto ya no podía ser considerado como una cuestión abierta. El papa ha deseado sin embargo, “ayudar a los hombres de buena voluntad mostrándoles la más alta consideración y caridad” y procede a explicar los principios por los que el rito anglicano es juzgado por él , así como por sus predecesores, como carente de las condiciones de validez.<br />
<br />
“En el examen”, dice, “de cualquier rito para realización y administración de los sacramentos, se hace correctamente distinción entre la parte que es ceremonial y la que es esencial, usualmente llamadas “materia” y “forma”. Todos saben que los Sacramento de la Nueva Ley, como signo s sensibles y eficientes de la gracia invisible deberían al mismo tiempo significar la gracia que producen y producir la gracia que significan. Aunque el significado debería encontrarse en todo en el todo lo esencial del rito, es decir, en la “materia” y “forma”, pertenece principalmente a la “forma”, puesto que la “materia” es la parte que no está determinada por si misma sino que está determinada por la “forma”. Y esto aparece aún más claramente en el Sacramento del Orden, cuya materia, en lo que respecta a este caso, es la imposición de manos, que verdaderamente no significa por sí misma nada definida y se usa igualmente para varias órdenes y para la confirmación. Pero las palabras que hasta hace poco eran comúnmente usadas por los anglicanos para dar la forma propia de la ordenación sacerdotal – es decir; “Recibe al Espíritu Santo “— ciertamente no expresan definitivamente en absoluto el sagrado orden del sacerdocio o su gracia y poder, que es principalmente el poder “de consagrar y de ofrecer el verdadero Cuerpo y Sangre del Señor” (Concilio de Trento, Sess. XXIII, de Sacr. Ord., Can. 1) en ese sacrificio que es “no la desnuda conmemoración del sacrificio de la Cruz” (ibid., Sess. XXIII, de Sacr. Miss., Can. 3)…Lo mismo vale para la consagración Episcopal. Porque a la fórmula “Recibe el Espíritu Santo “ no solo eran las palabras “para el oficio y obra de un obispo” etc…añadido en un período posterior, sino que hasta éstas, como veremos aquí , deben ser entendidas en un sentido diferente del que tiene en el rito católico”<br />
En este pasaje, la bula sanciona el principio de que un rito sacramental debe significar de forma definida aquello que va a causar y que este significado definido debe estar en la “forma “esencial o palabras relacionadas en una conexión próxima con la “materia” ; y también, en el caso de las ordenes Sagradas, lo que debe ser significado de forma definida es, en la ordenación de los sacerdotes, el Orden Sacerdotal o su gracia y poder y de forma semejante, en la consagración de los obispos. Y la gracia y poder de cada uno haciendo referencia a la realización del Santo Sacrifico de la misa.<br />
<br />
Aceptado este principio, se sigue inmediatamente que en el rito anglicano, al menos tal como estuvo hasta 1662, carece de las condiciones esenciales de suficiencia. Pero la bula sigue examinando hasta donde el resto del rito o las circunstancias bajo la cuales llegó a existir, pueden mantenerse para determinar la “ambigüedad “de la “forma esencial”. Y en esto sanciona el juicio que los escritores católicas se habían formado ya. “La historia”, dice,”de aquel tiempo es suficientemente elocuente respecto al animus de los autores del rito contra la iglesia Católica. Respecto a los defensores provenientes de sectas heterodoxas a los que asociaban consigo mismos: y en vista del final… Bajo pretexto de volver a las formas primitivas, corrompieron el orden litúrgico de muchas maneras para que se acomodara a los errores de los reformadores. Por esta razón, en todo el rito de las ordenaciones no solamente no hay una clara mención al sacrificio, sino que todo resto de las cosas que había en las oraciones del rito católico que no habían sido rechazadas del todo, fueron eliminadas y borradas deliberadamente. De esta forma se manifiesta en si mismo claramente el carácter nativo -- o espíritu como se llama --. del rito de las ordenaciones. De aquí que, viciado en su origen, era totalmente insuficiente para conferir órdenes y era imposible que con el paso del tiempo se volviera suficiente, puesto que permaneció siempre como era ( es decir, viciado en el origen)…Porque una vez que se ha iniciado un nuevo rito, en el que, como hemos visto, el Sacramento del orden es adulterado o negado y del que toda idea de consagración y sacrificio ha sido rechazada, la fórmula “Recibe el Espíritu Santo”( el Espíritu que es infundido en el alma con al gracia del sacramento) ya no se mantienen bueno y así las palabras “para el oficio y obra de un sacerdote u obispo” y otras parecidas ya no se mantiene buenas sino que permanece como palabras sin la realidad que Cristo instituyó”.<br />
<br />
Igualmente, respecto al defecto de intención , la bula endorsa el juicio adverso a la ordenación anglicana que los escritores católicos siempre habían mantenido.”Cuando alguien ha hecho correcta y seriamente uso de la “forma” y “materia” debidas requisito para realizar o conferir el sacramento, se considera por ese mismo hecho, que hace lo que la Iglesia hace. En este principio se basa la doctrina de que un sacramento es verdaderamente conferido por un ministro hereje o no bautizado, siempre que se emplee el rito católico. Por otra parte, si se cambia el rito, con la manifiesta intención de introducir otro rito no aprobado por la Iglesia, o de rechazar lo que la iglesia hace y que por la institución de Cristo, pertenece a la naturaleza del sacramento, entonces está claro que no solo carece de la necesaria intención hacia el sacramento, sino que la intención es adversa al y destructiva del sacramento.”<br />
<br />
Estos son los defectos de la Sucesión Anglicana, en cuya existencia basa la bula sus decisiones. Hay que notar que son muy fundamentales e independientes de cualquier defecto que se pueda pensar que surja por la omisión en el rito de la entrega de los instrumentos o de la duda sobre la consagración de Barlow. Para profundizar en la naturaleza y circunstancias de ésta última cuando ya se había logrado base suficiente para llegar a una cierta conclusión en la primera, hubiera sido un tarea superflua y por es misma razón que hasta para un investigador privado estas otras consideraciones tengan en el futuro el interés que tuvieron en el pasado. Al mismo tiempo, la bula no ha dicho que sean frívolas o sin fundamento, como se ha sugerido. Baste dar la definición formal de la bula, que se manifiesta en los siguientes términos: “De donde, por consiguiente, adhiriéndonos en esta materia a los decretos de los Pontífices Nuestros Predecesores y confirmándolos completamente, y renovándolos por Nuestra autoridad, por nuestra propia moción y cierto conocimiento, Nos pronunciamos y declaramos que las ordenaciones llevadas a cabo según el Rito Anglicano, han sido y son absolutamente nulas e inválidas”.<br />
<br />
La publicación de la "Apostolicae Curae" causó, como era de esperar, mucha excitación en Inglaterra; y los grupos anglicanos para los que se había elaborado tampoco aceptaron ni sus argumentos ni su decisión. Se pensó que se había creado una crisis suficientemente seria para que se respondiera de forma oficial. Así que a principios del año 1897 apareció en latín y en inglés una “Respuesta de los Arzobispos de Inglaterra a la Carta Apostólica del papa león XIII sobre las Ordenaciones Inglesas”, que iba “dirigida a todo el cuerpo de obispos de la Iglesia Católica”<br />
La respuesta, que llegó a ser conocida por su nombre latino “Responsio” es claramente un documento de la Baja Iglesia ( Low-Church ) cuyo argumento principal es que el papa ha juzgado erróneamente el rito anglicano por el fallo de no reconocer el derecho de las iglesias nacionales a reformar y revisar sus propias fórmulas y al aplicar a este rito una regla falsa y no confiable. La verdadera regla a la que debe someterse un rito, dice, es la ley de la Sagrada escritura, y es en esa ley en la que los Reformadores buscaron su guía. Encontraron una enorme acumulación de ideas “sacerdotalistas” incorporadas en las palabras y ceremonias del Antiguo Rito, mientras que en el Nuevo testamento la concepción sacerdotal del ministerio cristiano está completamente ausente. Y ,por otra parte, encontraron los aspectos del ministerio cristiano sobre los que Nuestro Señor y sus Apóstoles habían insistido más – esos que se referían a las obligaciones del pastor de presentarse en nombre del Maestro como Su servidor, Su guarda, Su mensajero, para atender a las ovejas y si fuera necesario, dejar su vida en el empeño, predicar la palabra, convertir a los pecadores, perdonar las ofensas en la iglesia, prestar servicios mutuos unos a los otros y mocho más de la misma clase – que estaban muy insuficientemente expresado en el Pontifical. Por ello, al redactar el nuevo rito trataron hasta donde fue posible, de eliminar los elementos anteriores y dar importancia a los últimos mientras que en sus “formas” asignaron al sacerdocio las palabra que, según el Nuevo Testamento, Nuestro Señor usó al promover a los Apóstoles a este oficio y al episcopado las palabras de S. Pablo que “se cree que se referían a la consagración de S. Timoteo como obispo de Éfeso”. Y no se les puede acusar al seguir lo tan importantes precedentes, de haber puesto en peligro la eficacia de su rito. <br />
<br />
Esto es en breve al argumento defensivo de la “Responsio”. Pero también acusa al papa de haber pasado por alto, en su celo por condenar las ordenes del los anglicanos, las contradicciones en las estaba llevando las posturas de su propia iglesia. Al condenar las “formas “ anglicanas como carentes de una significación definida, condenaba, implícitamente los órdenes de su propia iglesia puesto que el Pontifical Romano en su texto pre-medieval no estaba ni un ápice más definido que el anglicano y al unir la virtud sacramental a la imposición de manos y las palabras relacionadlas estaba condenando implícitamente a su predecesor, Eugenio IV, que asignaba esa virtud a la entrega de los instrumentos y las palabras relacionadas con ella, sin hacer mención de la imposición de manos entre los requisitos. <br />
<br />
Una cosa quedó clara con la “Responsio” y por otras críticas de la "Apostolicae Curae" que surgieron de la prensa anglicana, es decir, que el carácter de la bula y sus argumentos habían sido muy mal aprehendidos. De ahí que, a principios de 1898, el cardenal y los obispos católicos ingleses, publicaran una "Vindication of the Bull 'Apostolicae Curae'", en respuesta a una carta dirigida a ellos por los arzobispos de Canterbury y York. En es “reivindicación”, después de algunas observaciones preliminares sobre las razones extrínsecas que la bula había dad para su decisión, se llama al atención al falso punto de vista del que los arzobispos habían juzgado los argumentos de la bula. En su “Responsio” se habían ocupado principalmente en contestar la seriedad de los principios en los que se había basado la decisión papal Insisten en que descansa en la falsa y no escritural concepción del sacerdocio y que si por eso, la concepción más escritural desarrollada por ellos mismos había sido sustituida, la decisión hubiera sido diferente. <br />
<br />
Pero esto, señala la “Vindicatio” es ignoratio elenchi”. Natural mente que el papa considera que la concepción católica del sacerdocio está en conformidad con la Escritura; pero esa no era la cuestión que se estaba considerando. La queja anglicana era que aquellos clérigos anglicanos que se habían pasado al catolicismo eran ordenados de nuevo. Y quejarse de eso era querer que hasta según los principios católicos sus ordenaciones debieran ser reconocidas, mientras que sin duda la sección particular de la comunión anglicana que tomaba más a pecho esta práctica de re-ordenación estaba sustancialmente de acuerdo sobre la concepción católica del sacerdocio. De ahí que la Santa Sede, al examinar la cuestión, asumió necesariamente la validez de sus propios principios e inquirió solamente si habían sido debidamente aplicados. La “Vindicatio”, sin embargo, para facilitar el entendimiento de las razones papales, se extiende, explica y reivindica haciendo referencia a los hechos aquellos puntos que la bula, a la manera de los documentos legales, solo da de forma muy condensada. No es necesario epitomizar aquí la “Vindicatio” pero hay que mencionar su estudio de las opiniones sobre la Presencia Eucarística, la Misa y el sacerdocio de Cranmer y sus asociados, y de igual manera las opiniones sobre el mismo tema expresadas por una serie de teólogos anglicanos durante el siglo dieciséis y diecisieta que mostraba la persistencia de la tradición iniciada por Cranmer.<br />
<br />
<br />
===La Autoridad de la "Apostolicae Curae"===<br />
<br />
<br />
Se ha planteado si el pronunciamiento de la bula "Apostolicae Curae" ha de ser tomado o no como manifestación infalible de la Santa Sede. Pero hasta si no lo fuera no se sigue que se pueda descartar, anticipando confiadamente en su eventual retirada. Lo que se puede asumir con seguridad es que fija la creencia y práctica de la iglesia Católica de forma irrevocable. Esto, al menos, debió querer decir León XIII cuando en su carta al cardenal Richard del 5 de noviembre de 1896, declaró que su “intención había sido hacer un juicio definitivo y solucionar la cuestión para siempre” (absolute judicare et penitus dirimere), y que los “católicos estaba obligados a recibir (el juicio) con la mayor obediencia como perpetuo firmam, ratam, irrevocabilem". <br />
<br />
Sin embargo, como materia de interés especulativo, se puede preguntar si la definición es estrictamente infalible y la respuesta pude establecerse brevemente así. Pertenece a la clase de declaraciones ex cathedra para las que se reclama infalibilidad basándose no ciertamente en los términos de la definición del Vaticano I sino en la constante práctica de la Santa Sede, la enseñanza aceptada de los teólogos así como las más claras deducciones de los principios de la fe.<br />
<br />
Para entender lo que se quiere decir es necesario tener en cuanta la distinción entre un dogma y un hecho dogmático, siendo el primero una doctrina o revelación y el segundo un hecho tan íntimamente conectado con la doctrina revelada que sería imposible sin ser inconsistente afirmar el primero y negar el segundo.<br />
Se puede insistir en que el Vaticano I decidió solamente que el papa cuando habla ex cathedra tiene” esa infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviera su Iglesia al definir la doctrina de fe y costumbres”, sin ir a definir el alcance de infalibilidad que nuestro Señor quiso tuviera su iglesia. Pero debe recordarse:<br />
<br />
• que el Concilio Vaticano I, si no hubiera sido obligado a suspender su sesiones por el estallido de la guerra Franco-Prusiana, tenía al intención de completar la primera definición con otras en las que hubiera entrado en detalles respecto al objeto de la infalibilidad.<br />
<br />
• Que suponer que la autoridad de la Iglesia puede definir que una doctrina es verdadera pero no puede decidir si está contenida o negada en un escrito particular – como un rito de ordenación – es suponer que el poder de definir la doctrina muy insignificante; y <br />
<br />
Que desde el tiempo de Jansenio ha habido prácticamente un consensus theologorum en mantener que la infalibilidad se extiende a hechos dogmáticos, un juicio que sin duda colocaría a esta bula dentro de la categoría de manifestación infalible.<br />
<br />
<br />
===Fuentes===<br />
<br />
<br />
La mayoría de las obras importantes sobre la Ordenes Anglicanas se han mencionado en el cuerpo de este artículo, pero hay otras. Por parte católica Barnes, The Pope and the Ordinal (1808) una colección conveniente de los documentos sobre el tema; Raynal, Ordinal of Edward VI (1870); Moyes, artículos en Tablet (Febrero-mayo y septiembre-diciembre, 1895; y Febrero-Julio 1897); Sydney F. Smith, Reasons for rejecting Anglican Orders (Londres 1896); Segna, Breves Animadversiones in Responsionem Archiepiscoporum Anglicanorum, ad Litteras Apostolicas Leonis PP. XIII, "Apostolicae Curae" (1897); Brandi, La Condanna delle Ordinazioni Anglicane, e La Civilta Cattolica, Ser. 16, VIII. Por la parte anglicana Denny y Lacey, De Hierarchia Anglicana (1895), escrito con el objeto de presentar el caso anglicano ante los estudiantes continentales; y el Church Historical Society's Treatise on the Bull "Apostolicae Curae" (1898).<br />
<br />
Smith, Sydney (1907).<br />
<br />
<br />
Transcrito por Nicolette Ormsbee. <br />
<br />
Traducido por Pedro Royo</div>88.26.32.8